jueves, 23 de marzo de 2023

El poder de las medallas, talismanes y demás objetos

  INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Los Agéneres

2.- Constitución física y espiritual del hombre

3.- El poder de las medallas, talismanes y demás objetos.

4.- Pluralidad de mundos


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LOS AGENERES

Allan Kardec
REVISTA ESPIRITA, febrero de 1859
Repetimos muchas veces la teoría de las apariciones, y recordamos en nuestro último número a propósito de los fenómenos extraños que relatamos. A ellos remitimos nuestros lectores, para la inteligencia de lo que sigue a continuación.
Todo el mundo sabe que, en el número de las manifestaciones extraordinarias producidas por el Hombre, está la aparición de manos, perfectamente tangibles, que cada uno puede ver y palpar, que presionada y estrechada, después de repente, no ofrecen sino el vacío cuando las querían agarrar por sorpresa. Ahí está un hecho positivo, que se produjo en muchas circunstancias, y que numerosos testigos oculares dan fe. Por extraño y anormal que parezca, lo maravilloso cesa desde el instante en que se puede de él dar cuenta por una explicación lógica, entra, entonces, en la categoría de los fenómenos naturales, aunque de orden bien diferente de aquellos que se producen bajo nuestros ojos, y con los cuales es preciso guardarse para no confundirlos. Se pueden encontrar, en los fenómenos usuales, puntos de comparación, como aquel ciego que se daba cuenta de la claridad de la luz y de los colores por el toque de la trompeta, más no por la similitudes, es precisamente la manía de querer asimilar todo aquello que conocemos, que causa decepciones a ciertas personas; piensan poder operar sobre esos elementos nuevos como sobre el hidrógenos y el oxígeno. Ahora, ahí está el error; esos fenómenos están sometidos a condiciones que salen del circulo habitual de nuestras observaciones ̧ es preciso, antes de todo, conocerlos y con ellos conformarse, si se quiere obtener resultados. Es preciso, sobretodo, no perder de vista ese principio esencial, verdadera `piedra principal de la ciencia espirita; es que el agente de los fenómenos vulgares es una fuerza física, material, que puede ser sometida a las leyes del cálculo, al paso que en los fenómenos espiritas, ese agente es constantemente una inteligencia que tiene su propia voluntad, y que no podemos someter a nuestros caprichos.
¿En esas manos había carne, piel, huesos, uñas reales? Evidentemente, no, no eran sino una apariencia, más de tal forma que producía el efecto de realidad. Si un espíritu tiene el poder de tornar una parte cualquiera de su cuerpo etéreo visible y palpable, no hay razón que no pueda ser del mismo modo con los otros órganos. Supongamos, pues, que un espíritu extienda esa apariencia a todas las partes del cuerpo, creeríamos ver a un ser semejante a nosotros, actuando como nosotros, al paso que eso no sería sino un vapor momentáneamente solidificado. Tal es el caso del fantasma de Bayonne. La duración de esa apariencia está sometida a condiciones que nos son desconocidas; ella depende, sin duda, de la voluntad del espíritu, que puede producirlas o hacerla cesar a su voluntad, más en ciertos límites que no está siempre libre para transponer. Los espíritus, interrogados en cuanto a ese asunto, así también sobre todas las intermitencias de cualquier manifestación, siempre dijeron que actúan en virtud de un permiso superior.
Si la duración de la apariencia corporal es limitada para ciertos espíritus, podemos decir que, en principio, ella es variable, y puede persistir por un mayor o menor tiempo, que puede producirse en todo tiempo y a todas horas. Un espíritu, cuyo cuerpo fuese así visible y palpable, tendría para todos nosotros toda la apariencia de un ser humano, y podría hablar con nosotros, sentarse en nuestro hogar como una persona cualquiera, porque, para nosotros, sería uno de nuestros semejantes.
Partimos de un patente hecho, la aparición de manos tangibles, para llegar a una suposición que es la consecuencia lógica; y, sin embargo, no nos habríamos dado a entender si la historia de Bayona del niño no había sido puesto en nuestro camino, mostrando su posibilidad. Un espíritu superior, interrogado sobre ese punto, respondió que, en efecto, se pueden encontrar seres de esa naturaleza sin dudarlo; aseguro que es raro, más que eso se ve. Como para entenderse es preciso un nombre para cada cosa, la Sociedad Parisiense de estudios Espiritas los llama agéneres para indicar que su origen no es el producto de una generación. El hecho siguiente, que paso recientemente en parís, parece pertenecer a esa categoría:
Una pobre mujer estaba en la iglesia de Saint-Roch, y pedía a Dios viniera para ayudarla en su aflicción. A la salida de la iglesia en la calle Saint-Honoré, ella encontró a un señor que la abordó diciéndole: ¿“Mi brava mujer, estarías contenta por encontrar trabajo? - ¡Ah! Mi buen señor, dijo ella, pedí a Dios que me ayudase a encontrarlo, porque soy muy infeliz. -¡Pues bien! Id a tal calle, en tal número, llamáis la señora T..., ella te lo dará. Y continuó su camino. La pobre mujer se encontró, si tardar, en la dirección indicada – tengo, en efecto trabajo por hacer, dijo la dama en cuestión, más aun no llame a nadie, como es que venís a buscarlo? La pobre mujer, percibiendo un retrato colgado en la pared, dijo: - Señora, fue ese señor de allí, el que me envió. - ¿Ese señor repitió la dama espantada, pero eso es imposible; es el retrato de mi hijo, que murió hace tres años. – No sé cómo eso ocurrió, más os aseguro que fue ese señor, que acabo de encontrar saliendo de la iglesia donde fui a pedir a Dios para que me ayudase; él me abordo, y fue muy bueno el quien me envió aquí.
En lo que acabamos de ver, no habría nada de sorprendente en que ese Espíritu, del hijo de esa dama, para prestar servicio a esa pobre mujer, de la cual había, sin duda, oído la oración, se le apareció bajo su forma corporal para indicarle la dirección de su madre. ¿En que se tornó después? Sin duda, en lo que era antes: en un Espíritu, a menos que no haya juzgado oportuno mostrarse a los otros bajo la misma apariencia, continuando su paseo. Esa mujer, así, habría encontrado un agéneres, con el cual converso. ¿Más, entonces, se diría que no se presentó a su madre? En esas circunstancias, los motivos determinantes de los espíritus nos son completamente desconocidos; ellos actúan como mejor les parece, o mejor, como dijeron, en virtud de un permiso sin el cual ellos no pueden revelar su existencia de manera material. ¿Se comprende, de resto, que su visión podría causar una emoción peligrosa a su madre, y quien sabe si no se presentó a ella, durante el sueño, o de otro modo? ¿Y, además de eso, no podría ser una forma de revelarle su existencia? Es más que probable que fue testimonio invisible de la entrevista.
El fantasma de Bayonne nos parece debe ser considerado como un agéneres, por lo menos en las circunstancias en que se manifestó, porque para la familia siempre tuvo el carácter de un espíritu, carácter que él jamás procuró disimular: era su estado permanente, y las apariencias corporales que tomó no fueron sino accidentales, al paso que el agéneres, propiamente dicho, no revela su naturaleza, y no es, a nuestros ojos, sino un hombre común; su aparición corporal puede, si es preciso, tener larga duración para poder establecer relaciones sociales con uno o con varios individuos.
Pedimos al espíritu de San Luis consentir en esclarecernos diferentes puntos, respondiendo a nuestras preguntas.
1. ¿El espíritu del fantasma de Bayonne podría mostrarse en otros lugares y a otras personas que no fueran su familia?- r. Si, sin duda.
2 ¿Eso depende de su voluntad? – R. No precisamente; el poder de los espíritus es limitado; no hacen sino lo que les es permitido hacer.
3. ¿Qué ocurriría si fuese presentado a una persona desconocida?- R. Sería tomado por una persona común. Más os diré una cosa; existen, algunas veces, en la Tierra, Espíritus que revisten esa apariencia, y que son tomados por hombres.
4. ¿Esos seres pertenecen a los espíritus inferiores o superiores? – R. Pueden pertenecer a los dos; esos son hechos raros. De ellos tiene ejemplos la Biblia.
5. raros o no, basta que sean posibles para merecer atención. ¿Qué ocurriría, tomando semejante ser por un hombre común, si se le hiciese una herida mortal? ¿Sería muerto? – R. desaparecería súbitamente, como el joven de Londres- (ver el número de diciembre de 1858, fenómenos de bi-corporidad.)
6. ¿ellos tienen pasiones? –R. Si, como los Espíritus, tienen las pasiones de espíritus según su inferioridad. Si toman un cuerpo aparente, algunas veces, es para gozar las pasiones humanas; si son elevados, es para un fin útil.
7. ¿Pueden ellos procrear? – R. Dios no lo permitiría, sería contrario a las leyes que estableció para la tierra; ellas no pueden ser eludidas.
8. ¿Si un ser, semejante se nos presentase, habría un medio de reconocerlo? – R. No, apenas por su desaparición que se hace de forma inesperada. Es el mismo hecho del transporte de muebles de un terreno al sótano, hecho que ya leísteis,

Nota. Alusión a un hecho de esa naturaleza reportado en el comienzo de la sesión.
9. ¿Cuál es la finalidad que puede llevar a ciertos espíritus a tomar ese estado corporal; es antes para el mal que para el bien? – R: frecuentemente es para el mal; los buenos espíritus disponen de la inspiración; actúan sobre el alma y por el corazón. Vosotros lo sabéis, las manifestaciones físicas son producidas por espíritus inferiores, y estas son de ese número. Mientras tanto, como ya dije, los buenos Espíritus también pueden tomar esa apariencia corpórea con un fin útil; hablo de modo general.
10.¿En ese estado, pueden tornarse visibles o invisibles según su voluntad?- R. Si, toda vez que pueden desaparecer cuando lo quisieran.
11. ¿Tienen un poder oculto, superior al de los hombres?- R. No tienen sino el poder que les da su posición como espíritus.
12. ¿Ellos tienen la necesidad de alimentarse? – R. No, el cuerpo no es un cuerpo real.
13. ¿Entretanto, el joven de Londres no tenía un cuerpo real, y todavía almorzó con los amigos, y les apretó la mano. ¿En que se tornó la comida ingerida? – R. ¿Antes de apretar la mano, donde estaban los dedos que la presionan? ¿Por qué no queréis comprender que la materia desaparece también? El cuerpo del joven de Londres no era una realidad, toda vez que estaba en Boulogne; era, pues, una apariencia, ocurría lo mismo con el alimento que parecía ingerir.
14. ¿Tener a un ser semejante en casa, sería un bien o un mal? – R. Seria antes un mal; de hecho, no se pueden adquirir muchos conocimientos con esos seres. No podemos deciros mucho porque esos hechos son excesivamente raros y no tienen jamás, un carácter de permanencia. Sus desapariciones corpóreas son instantáneas, como las de Bayonne, suelen ser mucho menos.
15. ¿Un espíritu familiar protector, algunas veces, toma esa forma? – R. No; no tiene él las cuerdas interiores? Las toca más fácilmente de lo que lo haría bajo la forma invisible, o si lo tomásemos como uno de nuestros semejantes.
16. Se preguntó si el conde de Saint- German no pertenecía a la categoría de los ageneres? – R. No; era un hábil mistificador.
La historia del joven de Londres, narrada en nuestro número del mes de diciembre, es un hecho de bi-corporidad, o mejor, de doble presencia, que difiere esencialmente de aquel en cuestión. El ageneres no tiene cuerpo vivo en la tierra; solamente su periespiritu toma la forma palpable. El joven de Londres estaba perfectamente vivo; mientras que su cuerpo dormía en Boulogne, su espíritu, envuelto por el periespiritu, fue a Londres, donde tomó una apariencia tangible.
Un hecho casi análogo nos es personal. Mientras estábamos pacíficamente en nuestra cama, uno de nuestros amigos nos vio varias veces en su casa, aunque bajo una apariencia no tangible, sentada a su lado y conversando con él cómo lo hacíamos habitualmente.
Ella fue, en retrospectiva, en relación a nuestras obras favoritas. Para hacer un experimento, nos ofreció un refrigerio, y he aquí nuestra respuesta: “No necesito de ellos, una vez que no es mi cuerpo el que está aquí; vosotros lo sabéis, no hay ninguna necesidad de producir una ilusión. Una circunstancia, bastante bizarra, se presentó en otra ocasión. Sea predisposición natural, sea el resultado de nuestros trabajos intelectuales, serios desde nuestra juventud, podríamos decir desde la infancia, el fondo de nuestro carácter siempre tuvo una extrema gravedad, aun mismo en edad en la que no se piensa nada más que en el placer. Esa preocupación constante nos da un encuentro muy frío, excesivamente frío; al menos es por lo que somos frecuentemente censurados; mas, bajo esa falsa apariencia glacial, el espíritu siente, tal vez más vivamente, como si tuviese más expansión exterior.
Ahora, en nuestras visitas nocturnas a nuestro amigo, este quedó sorprendido por hallarnos diferentes; éramos más abiertos, más comunicativos, casi alegres. Todo respirando, entre nosotros la satisfacción y la calma del bienestar. ¿No está ahí un efecto del espíritu desligado de la materia?
Traducido al español por M. C. R
Enviado por el Blog de los espiritas.

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Constitución física y espiritual del hombre

En el ser humano hay tres partes esenciales, tres elementos que se correlacionan formando una totalidad que lo identifica: el cuerpo físico u organismo carnal, el alma que es el espíritu encarnado y el periespíritu, principio intermediario que envuelve al espíritu y lo relaciona con el cuerpo físico. Cada uno ellos posee particulares características, pero se integran en el mismo proceso para el cumplimiento de objetivos comunes. Comprendido como un sistema, el ser encarnado funciona de este modo: el espíritu piensa y quien lo transmite es el periespíritu, el cuerpo físico ejecuta. Estando en el plano físico, los tres elementos permanecen unidos, y al sobrevenir la muerte se desligan, el alma recupera su libertad y retoma al mundo espiritual conservando su periespíritu.
El mundo espiritual y el mundo físico constituyen las dos caras de una misma realidad: LA VIDA. Son dimensiones que se entremezclan permanentemente dentro del proceso dinámico de la evolución.

CUERPO MATERIAL: es la pantalla donde se proyecta la vida espiritual. Los intereses del espíritu y del cuerpo encarnado son concurrentes y solidarios, ya que para cumplir con sus propósitos en cada existencia, el hombre precisa de un organismo sano, lleno lleno de energías y en las mejores condiciones. Nada de martirizar el cuerpo o despreciar la vida física. Nada de abdicar de los goces justos y naturales que nos brinda la vida sana, normal e inteligentemente desenvuelta. La elevación moral no se conquista huyendo del contacto real y cotidiano con la vida sino procurando vivir en armonía con las leyes de la naturaleza educando el intelecto, cultivando y practicando las virtudes.

ESPÍRITU: causa de todos los fenómenos inteligentes, es aquello que piensa, que desea, que ama, es el centro de fuerzas donde residen todas nuestras potencialidades. Sustancia sutilísima por esencia, el alma constituye en el hombre su verdadera individualidad, su yo indestructible, su conciencia, manifestándose en inteligencia, sentimientos, emociones, memoria y voluntad.
La muerte separa y disuelve los elementos corporales pero el espíritu no muere se depura y progresa en sucesivas existencias, revistiendo formas diversas en la escala ascendente de la vida. Se hereda lo fisiológico, no lo espiritual ya que esto depende de las condiciones del espíritu y su pasado reencarnatorio. El fenómeno mal llamado muerte, solo se utiliza para facilitar la comprensión. Nosotros usamos el término desencarnación, del léxico espírita que es más apropiado. Con la muerte el ser fisiológico deja de mostrarse como entidad particular pero el sentimiento, la inteligencia, las cualidades morales que caracterizan a la persona continúan existiendo en el espíritu. Ocurrida la desencarnación se presenta en el espíritu un estado de turbación, la readaptación a esta nueva "vida" será más o menos fácil dependiendo de las causas que provocaron la desencarnación, del clima mental y moral que domina al espíritu de acuerdo con sus creencias y expectativas . En la muerte natural ( producida por extinción de las fuerza por la edad o la enfermedad), la separación se opera gradualmente. En la persona que posee conocimientos sobre la realidad espiritual el desprendimiento no es truamático. El individuo materialista en cambio sufre con la separación e intenta aferrarse a la vida corporal. En la muerte accidental o violenta, el espíritu sorprendido y aturdido se cree encarnado y esta ilusión permanece hasta que se da cuenta de su realidad. En casos de suicidio la posición del espíritu es más penosa. El suicidio no borra ningún problema y en lugar de liberarnos de los sufrimientos los aumenta.

PERIESPÍRITU: es el cuepo fluídico que envuelve al espíritu y cumple la función de mediador entre el espíritu y el cuerpo físico. Es la envoltura fluídica del espíritu de la cual no se separa jamás formando una sola estructura. De acuerdo con la tesis kardeciana el periespíritu es un producto del FLUÍDO CÓSMICO UNIVERSAL, sustancia primaria del Universo cuyas transformaciones dan origen en los diversos cuerpos de la naturaleza. Siendo el lazo que une al espíritu con el cuerpo físico, recibe órdenes e instrucciones del espíritu y las transmite al organismo ejerciendo su acción sobre el sistema nervioso central y de allí le corresponde al cerebro transformar eso impulsos energéticos en instrucciones que pueden ser discriminadas y atendidas por todos los sistemas somáticos.

- Jon Aizpurúa -
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EL PODER DE LAS MEDALLAS, TALISMANES Y DEMÁS OBJETOS.

Ciertos objetos, como medallas y talismanes, ¿poseen la propiedad de atraer o de rechazar a los Espíritus, según pretenden algunas personas?

“Esta pregunta no tiene sentido, porque bien sabéis que la materia no ejerce ninguna acción sobre los Espíritus. Tened la convicción de que un Espíritu bueno jamás aconsejará semejantes absurdos. La virtud de los talismanes, sea cual fuere su naturaleza, nunca existió, salvo en la imaginación de las personas crédulas.”

EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS.- ALLAN KARDEC.

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PLURALIDAD DE MUNDOS

. ¿Están habitados todos los globos que circulan en el espacio?

«Sí, y el hombre de la Tierra dista de ser, como lo cree, el primero en inteligencia, en bondad y en perfección. Hay, sin embargo, hombres muy vanidosos que imaginan que ese pequeño globo tiene el privilegio exclusivo de tener seres racionales. ¡Orgullo y vanidad! Se figuran que Dios creó el universo para ellos solos»

- Allan Kardec-
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