domingo, 31 de julio de 2016

¿ Cual es el verdadero camino ?



INFLUENCIA DEL ORGANISMO.

367 – El Espíritu uniéndose al cuerpo, ¿se identifica con la materia?
– La materia no es más que una envoltura del Espíritu, como el vestido es la envoltura del cuerpo. El Espíritu, uniéndose al cuerpo,conserva los atributos de su naturaleza espiritual.

368 – ¿Ejerce el Espíritu con toda libertad sus facultades después de su unión con el cuerpo?
– El ejercicio de las facultades depende de los órganos que le sirven de instrumento y están debilitadas por la rudeza de la materia.
– Según esto, la envoltura material, ¿sería un obstáculo a la libre manifestación de las facultades del Espíritu, como un vidrio opaco se opone a la libre emisión de la luz?
– Sí, y muy opaco.

Puede compararse también la acción de la materia grosera del cuerpo sobre el Espíritu, a la de un agua cenagosa que priva de libertad en los movimientos a los cuerpos que están sumergidos en ella.

369 – El libre ejercicio de las facultades del alma, ¿está subordinado al desarrollo de los órganos?
– Los órganos son los instrumentos de manifestación de las facultades del alma. Estas manifestaciones se encuentran subordinadas al desarrollo y al grado de perfección de esos mismos órganos, como la excelencia de un trabajo, a la de la herramienta.

370 – ¿De la influencia de los órganos puede deducirse una relación entre el desarrollo de los órganos cerebrales y el desarrollo de las facultades morales e intelectuales?
– No confundáis el efecto con la causa. El Espíritu tiene siempre las facultades que le son propias, y no son los órganos los que dan las facultades, sino las facultades que conducen al desarrollo de los órganos.
– Siendo así, ¿la diversidad de aptitudes en el hombre proviene únicamente del estado del Espíritu?
– Únicamente no tiene toda la exactitud del hecho; las cualidades del Espíritu, que puede ser más o menos adelantado, son el principio, pero es necesario tener en cuenta la influencia de la materia, que dificulta más o menos el ejercicio de esas facultades.

Al encarnarse, el Espíritu trae ciertas predisposiciones, si se admite para cada una, un órgano correspondiente en el cerebro, el desarrollo de esos órganos será un efecto y no una causa. Si las facultades se originasen en esos órganos, él sería una máquina sin libre arbitrio y sin responsabilidad por sus actos. Sería preciso admitir que los más grandes genios, los sabios, poetas, artistas, no son tales genios sino porque la casualidad le dio órganos especiales, de donde se seguiría que sin estos órganos, no podrían ser genios y que el último imbécil podría ser un Newton, un Virgilio o un Rafael, si estuviese dotado de ciertos órganos; suposición más absurda aún cuando se la aplica a las cualidades morales.
Así, según este sistema, San Vicente de Paúl, dotado por la Naturaleza de tal o cual órgano, podría haber sido un malvado, y al mayor de los facinerosos no le faltaría más que un órgano para ser San Vicente de Paúl. Admitid, por el contrario, que los órganos especiales, si existen, son consecuencia y se desarrollan por el ejercicio de la facultad, como los músculos por el movimiento y nada irracional encontraréis. Hagamos una comparación trivial por ser verdadera: por ciertas señales fisonómicas, reconocéis al hombre dado a la bebida; pero, ¿son estas
señales las que lo hacen un ebrio, o es la ebriedad la que hace aparecer esas señales? Puede decirse que los órganos reciben el sello de las facultades.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

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LAS IMPERFECCIONES MORALES EN LOS MÉDIUMS

Todas las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas que dan entrada a los malos Espíritus, pero lo que ellos explotan con más habilidad es el orgullo, porque es el que menos deja conocerse a sí mismo; el orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades, y que, sin esto, hubieran podido ser sujetos notables y muy útiles; mientras que,habiendo sido presa de Espíritus mentirosos, sus facultades se han pervertido en primer lugar, después aniquilado, y más de uno se ha visto humillado por las más amargas decepciones.
El orgullo se traduce en los médiums por señales no equívocas sobre las cuales es tanto más necesario el llamar la atención como que es una de las extravagancias que deben inspirar desconfianza sobre la veracidad de sus comunicaciones. En primer lugar es una confianza ciega en la superioridad de estas mismas comunicaciones y en la infabilidad del Espíritu que se los da; de aquí dimana cierto desdén por todo lo que no viene de ellos por
que se creen el privilegio de la verdad. El prestigio de los grandes nombres con los cuales se adornan los espíritus para justificar que les protegen, les ofusca, y como su amor propio sufriría confesando que son engañados, rechazan toda clase de consejos; los evitan aun alejándose de sus amigos y de cualquiera que pudiese abrirles los ojos; si son condescendientes en escucharles, no hacen caso de sus avisos, porque dudar de la superioridad de su Espíritu, es casi una profanación. Se ofuscan por la menor contradicción,
por una simple observación crítica, y, algunas veces llegan hasta aborrecer a las personas que les han hecho favores. Merced a este aislamiento provocado por los Espíritus que no quieren tener contradictores, éstos están satisfechos con entretenerles en sus ilusiones; de este modo les hacen aceptar a su gusto los más grandes absurdos por cosas sublimes. Así, pues, confianza absoluta en la superioridad de lo que obtienen, desprecio de lo que no viene de ellos, importancia irreflexiva dada a los grandes nombres, no admitir consejos, tomar mal toda crítica, alejamiento de aquellos que puedan dar avisos desinteresados, creencia en su habilidad a pesar de su falta de experiencia; tales son los caracteres de los
médiums orgullosos.
Es menester convenir también que el orgullo está excitado en el médium por aquellos que le rodean. Si tiene facultades un poco transcentales, es buscado y elogiado; se cree indispensable y muy pronto afecta el aire de suficiencia y desdén cuando presta su concurso. Más de una vez, nos lamentamos, por los elogios que dimos a ciertos médiums, con el objetivo de animarlos.

229. Al lado de eso pongamos a la vista el cuadro del médium verdaderamente bueno, aquel en que se puede tener confianza.
Supongamos, en primer lugar, una facilidad de ejecución bastante grande para permitir a los Espíritus el comunicarse libremente y sin inconvenientes por ninguna dificultad material. Obtenido esto lo que más interesa considerar es la naturaleza de los Espíritus que habitualmente le asisten, y para esto no es al nombre al que se debe atender, sino al lenguaje. Jamás se debe perder de vista que las simpatías que se granjeará entre los Espíritus buenos, estarán en razón de lo que hará para alejar a los malos. Persuadido de que su facultad es un don, que le ha sido concedido para el bien, no abusa y no se hace de ello ningún mérito. Acepta las comunicaciones buenas que se le hacen, como una gracia de la que es menester que se esfuerce en hacerse digno por su bondad,por su benevolencia y su modestia. El primero se enorgullece por sus relaciones con los Espíritus superiores; éste se humilla, porque nunca se cree merecedor de este favor.

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.

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           UN ALTO EN EL DIÁLOGO

Cuando se habla de aflicción,es importante razonar sobre la urgente necesidad  de la paz en nuestra vida de relación.
La paz,no obstante,nace en la mente de cada uno.Tal afirmativa es  seguida,consecuentemente de esta otra:Necesitamos brIndar nuestra paz a quienes nos rodean,a efecto de recibirla de los demás.Esta es una especie de beneficencia para el Espíritu,a cuya práctica ninguno de nosotros se podría escapar si perjudicarse.Con todo,para ejercerla es indispensable controlar los desasosiegos y sofrenar los impulsos negativos,puesto que,,en la tierra,estamos habituados,a dilapidar la tranquilidad ajena.
La obtención del apoyo recíproco al que nos referimos,exige de todos no solo entendimiento,sino hasta el mismo ejercicio de la compasión constructiva de unos para con los otros,a los fines de que la tensión innecesaria dejes de ser en el mundo uno de los mas peligrosos causantes de la enfermedad y de la muerte.
Hay quien manifiesta que el avance tecnológico,en muchos casos,destruye la tranquilidad de las personas,sin embargo,la máquina funciona según las determinaciones del maquinista.
Qué pensar del nerviosismo,de la intolerancia,de la pasión por la velocidad temeraria,y del "disculpismo" que enraízan en los hábitos e inducen al desequilibrio en el usufructo de los medios de progreso?
Nadie necesita teorizar demasiado en cuanto a ésto.
El filme del mundo en reconstrucción es revelado ante nuestros propios ojos en el laboratorio cotidiano de la vida.
Si hemos de proponernos suprimir la tensión estéril que paulatinamente nos va llevando a tantas y tantas calamidades hogareñas y sociales,es imperioso nos volvamos al cultivo de la paz.Por tanto,y sabiendo que la Divina Providencia nos ofrece todos los recursos para la edificación del bien en el campo de nuestras vidas,si queremos la paz es necesario poner nuestro empeño en construirla.

FRANCISCO XAVIER:COMPAÑERO
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Imagine su existencia como desea que deba ser y, trabajando en esa linea de ideas, observará que el tiempo le traerá las realizaciones esperadas.
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  EL SUEÑO DE LOS DOS 
             NIÑOS 

Estábamos, una noche del mes de julio, en que el calor dejaba sentir su fastidiosa influencia, sentados con varios amigos en el salón del Prado de Madrid. Se habló un poco de todo, y por último le tocó al espiritismo, y como es natural, unos hablaron en pro y otros en contra, llamándonos la atención que uno de los que componían el grupo, hombre que ya tendría sesenta años, persona muy entendida y de un trato excelente, al hablarse de espiritismo enmudeció, y mientras todos hablaban a la vez, él con su delgado bastón trazaba círculos en la arena y movía la cabeza como respondiendo a su pensamiento. 
-Y usted, ¿qué dice, Mendoza? - le preguntamos. 
-Yo no digo nada, Amalia. 
-Pero usted tendrá su opinión formada. 
-No, señora; no la tengo. 
-¿Que no la tiene usted? Pues es muy extraño, porque un hombre como usted, que ha viajado tanto, que ha tratado tanta gente, y que habrá visto tantas cosas, debe de haber oído hablar de espiritismo. 
-¡Ya lo creo! Y he leído las obras de Allán Kardec, y he asistido a muchas sesiones espiritistas; pero... estoy así... creo... no creo... compadezco a los que lo niegan, envidio a los que creen en la supervivencia del espíritu, y dejo pasar los años uno tras otro sin decidirme ni a negar, ni a conceder; estoy como estaba el loco del cuento. 
-¿Y cómo estaba ese loco? 
-Según dicen, iba desnudo, como Adán, y llevaba una pieza de paño en la cabeza, esperando que llegase la última moda para vestirse. Yo espero la última creencia para creer. Confieso que en punto a creencias no he fijado aún mis ideas; y crea usted que he tenido pruebas en mi vida que podían haberme convencido. 
-¿De qué podían haberle convencido? 
-De la verdad del espiritismo. 
-¡Sí!... ¿Y cómo? Cuénteme usted. 
-No es esta buena ocasión: somos muchos, y algunos se reirían. 
-Hable usted en voz baja, ellos no nos escuchan. ¿No ve usted que ya los hombres hablan de política y las mujeres de modas? Descuide usted, que no se distraerán. 
-También es cierto, y a usted, que emborrona papel, no le vendrá mal saber una nueva historia. 
-Ya lo creo; comience usted su relato. 
-No crea que es nada de extraordinario; es decir, para mí sí lo es, y ha influido poderosamente en mi vida. Usted quizá ignore que soy viudo. 
-Ciertamente, lo ignoraba. 
-No lo extraño; muchos me creen solterón, porque no soy aficionado a contar a los demás las cosas que sólo a mí me interesan. Pues, como le iba diciendo, hace más de treinta años que soy viudo. 
-¡Qué joven se casaría usted! 
-A los veinte años; y me casé como se casa uno a esa edad, loco de amor. Viví cerca de un año en el paraíso. Mi esposa era bella como un ángel y buena como una santa, y al dar a luz a un niño quedó muerta en mis brazos. No le puedo a usted pintar la desesperación que sentí y el odio tan profundo que desde aquel instante me inspiró mi hijo. Acusaba a aquel inocente de la muerte de su madre, y me enfurecía de tal manera, que no cometí un crimen, porque una hermana mía casada se apoderó del niño, lo crió ella misma, y me salvó de ser parricida. 
Estuve viajando cuatro años seguidos. Mi hermana me escribía hablándome del niño, diciéndome que era tan hermoso como su madre, que hablaba tan bien, que era tan 
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inteligente, que besaba mi retrato y siempre preguntaba cuándo vendría su papá; pero yo, nada, sin conmoverme con estos preciosos detalles. Volví a España y persistí en no verle, sintiendo a la vez un odio feroz por todos los muchachos. 
Una noche, estando en el café, vi llegar a mi cuñado, que corría como un loco. Cogióme del brazo y me dijo: "Tu hijo se muere, y el pobrecito te llama; dice que ha soñado que se va a morir, y quiere ver a su padre". Al oír estas palabras me pareció que me habían atravesado el corazón, y salí corriendo y llorando como un chiquillo. ¡Qué misterios guarda el corazón humano! ¡Le había odiado en vida y le lloraba muerto!... 
Llegué a casa de mi hermana, que salió a mi encuentro sollozando y me llevó al cuarto de mi hijo. El niño estaba dominado por la fiebre; parecía dormido. Yo no sé lo que hice; le cogí en mis brazos; le cubrí de besos, le pedí perdón, y maldije mi locura de haber huido de aquel ángel. ¡Cuán hermoso era mi hijo! 
-¿Y el niño, qué hizo? 
-¿Qué hizo? ¡Abrazarme, mirarme con delirio! Se volvía loco de alegría. Y aquella violentísima sensación le fue beneficiosa; pues, según dijo el médico, salió del peligro. Quince días viví extasiado con mi hijo. ¡No puede usted figurarse qué talento y qué penetración tenía! 
Yo no me quise separar de él, ni aún para dormir. Dormíamos los dos juntos. Una mañana al despertarse me miró sonriéndose con tristeza, me acarició mucho y me dijo: 
-¡Ahora sí que me voy! 
-¿Dónde? - le dije yo temblando, sin saber por qué. 
-Me voy con mamá; me lo ha dicho esta noche. 
-¿Qué dices? ¡No te entiendo! 
-Sí; con esta ya ha venido dos veces, y me ha dicho que con ella estaré muy bien; pero siento dejarte. 
-Déjate de tonterías -exclamé yo-: ahora nos levantaremos y nos iremos de paseo. 
-No, no, no me quiero levantar; que me están diciendo que ahora verás como se cumple mi sueño. - Y reclinando su cabecita en mi pecho, se quedó muerto. 
-¡Cómo se quedaría usted!... 
-¡Como un idiota! Durante mucho tiempo no sabía lo que me pasaba, y cuando salí de aquel atontamiento, me principiaron a atormentar unos remordimientos tan horribles, que no descansaba ni de noche ni de día. Siempre pensando en mi hijo; siempre lamentando el tiempo que pasé lejos de él. 
Huí de la gente, y estuve lo menos diez años sin querer tratar con nadie. Al fin, entré en mi estado normal: murió mi padre, y entre arreglar la herencia y atender a los negocios conseguí distraerme, y volví de lleno a la sociedad; pero sin mirar a ninguna mujer: tenía miedo de crearme una nueva familia. Así las cosas, estando una noche en el café con varios amigos, dijo uno de ellos: 
-Reparen ustedes este chiquillo que viene aquí: qué cara tan distinguida tiene. ¡Qué lastima que sea tan pobre! 
Todos miramos, y vimos venir a un niño que tendría seis o siete años, vestido pobremente y con un cajoncito entre las manos en el cual llevaba cajas de fósforos. Acercóse a nuestra mesa, y nos ofreció su mercancía con una voz tan dulce, que nos encantó. Tenía una cara preciosa. Todos le compramos cerillas, y le dimos azúcar. El se puso tan contento y tomó tanta confianza, que, dejando su caja sobre la mesa, se me acercó diciéndome: "Déjame un poquito de café, que me gusta mucho". Me acordé de mi hijo, y suspiré interiormente. Preguntéle si tenía padres, y me dijo: "Tengo mi abuela; mi madre se murió cuando yo vine al mundo". Al oír estas palabras me estremecí, y seguí preguntándole si tenía padre. Contestó negativamente; y en esto vino el mozo que nos servía, y exclamó mirando al niño: 
-¡Qué muchacho más guapo! ¡Y lo que éste sabe... es tan pillo!... - El niño entretanto parecía que me conocía de toda la vida; cogió mi bastón, y alrededor nuestro se pasó toda la velada. Cuando salí del café, pensé mucho en aquel chicuelo, y pensé mil planes. 
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Para no cansarla le diré que durante unos veinte días, todas las noches veía al niño en el café, cada vez me gustaba más, y hacía el propósito de encargarme de él; pero este carácter mío, que es la irresolución personificada, no me dejaba decidirme de una vez. Y cuidado, que al ver marchar a aquel inocente, solo, para ir en busca de su abuela, que vendía periódicos en otro café, me daba pena; sufría, y deseaba que llegase la noche siguiente para volverle a ver. Una noche llegó al café, y nos dijo con mucha gracia: 
-Cómprenme entre todos, las cerillas que llevo; que cuando las vendo todas, mi abuela me da cuatro cuartos para mí; y yo quiero mis cuatro cuartos esta noche. 
-¿Para qué? - le preguntamos. 
-Para comprarme un bollo; que hace tres noches que sueño que me voy a morir; y dice mi abuela que cuando se sueña una misma cosa tres veces seguidas, aquello sucede; y por si me muero mañana, me quiero comer el bollo esta noche. 
-Pues no te mueras con ese sentimiento - le dijo uno de mis amigos, y le dio los cuatro cuartos. Yo pretexté que tenía que hacer, y me salí con el niño. Entré con él en una pastelería inmediata, y le dije: "Toma lo que tú quieras". Comió lo que quiso, y al salir me hice acompañar por él hasta su casa. 
-¿Me haréis el favor de ir mañana a mi casa con vuestro nieto? - dije a la abuela del niño. Este se sonrió, y exclamó: "Abuela, ¿cuándo crees tú que se cumple lo que sueña tres veces un niño?" 
-Cuando Dios quiere, muchacho -dijo la anciana-; déjame en paz. - Y volviéndose a mí, me preguntó afectuosamente a qué hora deseaba que fuera. Díjele la hora y nos despedimos. Quiso el niño acompañarme algunos pasos, y antes de separarnos, se me acercó con cierto misterio. "Oye, exclamó, ¿es verdad que sucede lo que los niños sueñan?" 
Yo no supe qué contestarle: pensaba en los sueños de mi hijo, y me horrorizaba. 
-No seas tonto -le dije por último-; no hagas caso de sueños, y hasta mañana. - Sin replicarme me cogió la mano; me la apretó, cosa que nunca había hecho, y se fue. Yo llegué a mi casa, y en toda la noche no me fue posible conciliar el sueño. 
Al día siguiente contaba las horas con afán. Dieron las once, que era la hora señalada, las doce, la una, y la anciana no venía con el niño. Yo que sabía donde vivían, fui a su casa, y me encontré a la pobre mujer rodeada de unas cuantas vecinas, que trataban de consolarla. Al verme, la infeliz me dijo sollozando: 
-Ha muerto llamándole a usted. ¡Hijo de mis entrañas! ¡No era para este mundo! 
Llevóme donde yacía el niño, el cual parecía estar durmiendo. Al verlo, sentí mi corazón destrozado como cuando murió mi hijo. 
Ordené que le hicieran un buen entierro, y que le depositasen en el panteón de mi familia, y no le puedo a usted decir lo triste que me quedé y lo preocupado que estuve durante algún tiempo. 
Un amigo mío espiritista me dijo que tal vez yo había visto dos veces a mi hijo sobre la tierra. Entonces leí; asistí a algunas sesiones; pregunté, y distintos médiums me dijeron que el espíritu de mi hijo tenía una historia muy triste y original. Que él era efectivamente el pequeño fosforero que supo ganarse mi simpatía; que antiguamente había poseído el don de profetizar; mas habiendo hecho mal uso de la revelación, tenía que pagar algunas deudas. 
Los presentimientos de sus dos últimas existencias no habían sido sino manifestaciones del espíritu profético que antes poseyera. 
Yo pedía que mi hijo se comunicara, y una noche me dieron una comunicación, que no sé si sería de mi hijo. 
-¿Pero usted es médium? 
-No sé si me inspiran o si escribo yo solo. Yo nunca he hecho versos, y el espíritu de mi hijo me dictó unos versos sencillos, pero llenos de sentimiento. 
-¿Se acuerda usted de ellos? 
-Unicamente de la cuarteta final, que decía: 
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Es la duda tu martirio, 
Es tu calvario y tu cruz; 
Mas los sueños de dos niños. 
Pueden darte mucha luz". 
-¿Y aun duda usted de la verdad del espiritismo? 
-¡Qué se yo, Amalia, qué sé yo! Soy la personificación de la duda; pero a pesar mío, a pesar de todo, viven en mi memoria esos dos niños, y están tan enlazados a mi vida, que me he hecho viejo pensando en ellos. 
-¿Y la abuela del niño? 
-En mi casa de Aranjuez murió no hace mucho tiempo. 
-Mas yo creo que si usted no se declara completamente espiritista, al menos no lo negará. 
-Ah no, negarlo no; hago lo que he hecho esta noche, callarme, y entonces me parece que oigo la voz de mi hijo que me dice: "Acuérdate del sueño de los dos niños", y me quedo tan absorto en mis pensamientos, que me olvido de cuanto me rodea. 
Que hay algo más allá de la tumba no hay duda; porque si no, no tendrían explicación ni las simpatías ni las aversiones. 
-Es muy cierto; se necesita estar loco para no creer en la vida de ultratumba. 
-Entonces, amiga mía -dijo Mendoza levantándose-: yo le debo la razon "al sueño de los dos niños".
- Amalia Domingo Soler -
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¿Cuál es nuestro verdadero 
camino? 

Podríamos comenzar  exponiendo lo difícil que puede ser y lo variadas de las pruebas que nosotros mismos nos hemos sometido pasar, conforme al Libre Albedrío que todo ser tiene a su disposición y de los acontecimientos causales de otras existencias, por lo tanto queda en él espíritu en cuestión, tomar el camino correcto o incorrecto de acuerdo a las tendencias que predominan en nuestra alma y que son parte insoslayable de nuestro progreso. 
Basta echar un vistazo a nuestras propias inclinaciones internas, que de alguna manera revelan nuestra identidad espiritual, es decir lo que hemos sido en existencias pasadas y lo mucho que debemos o no ser deudores con la Providencia Divina. 
Nuestros gustos, nuestros bajos apetitos hablan por sí solo, porque las diferentes existencias en la escala del progreso espiritual, van desde el cardo más agreste y espinoso hasta la flor más hermosa. No obstante todos llegaremos a la noble meta que Dios nos ha puesto, y en eso radica nuestro mayor esfuerzo por liberarnos de las pesadas cadenas que portamos. 
Las sucesivas vidas están llenas de matices maravillosos, así como de maravilloso es el mundo espiritual que aguarda la llegada de nuestro espíritu, después de cada encarnación. 
Algunos espíritus lamentaremos los fracasos, otros se libertarán inmediatamente y brincarán por el espacio infinito, gritando loas al creador, por las bendiciones recibidas. 
Los menos evolucionados, quedaremos en el umbral de las pasiones y cargadas nuestras conciencias, deberemos esperar la nueva existencia para seguir nuestro ascendente camino y la ayuda indispensable del mundo espiritual de luz que nos ayude a vislumbrar nuestra verdadera condición moral. 
Durante interines reencarnatorios, Dios nos entrega la posibilidad de seguir adelante, reforzando los lazos rotos con seres amados y despertando en nosotros la voluntad de seguir firme con la decisión de progresar, dándonos las herramientas necesarias. 
La preexistencia del espíritu es hecho irrefutable, donde los estudiosos encuentran en ella, la verdadera corriente que expresa que debe haber una causa y que ella genera un efecto. 
¿De qué otra manera pudiese ser? 
Dios es nuestro Padre Creador, omnipotente, omnisciente, donde nos espera con los brazos abiertos, en el final de cada meta adquirida, de cada triunfo alcanzado. 
Algunas almas, gritan de desesperación y dolor, despreciando al Supremo, hasta llevan el odio en su fracaso cuya envidia se apodera de ellos y desean evitar el progreso de sus hermanos que le pertenecieron en las diferentes existencias. 
Hermanos sollozos por dentro, que no pueden, segados por su orgullos, decir ¡Padre Eterno Ayúdame! Porque si lo hiciésemos la mano misericordiosa llegaría como haces de luz que penetran nuestros espíritus, dándonos calor donde hay frío, paz donde hay discordia, clemencia donde el recuerdo de nuestros actos más viles azotan los y despiertan los sentimientos más amargos. 
¡Pobre de nosotros! Un pequeño arbusto tapa la inmensidad del Universo y después del ascenso, se extasían con las revelaciones más asombrosas. Ante Él todo tiene sentido, todo va despertando por etapas seguidas comprendiendo lo maravilloso, lo que estaba reservado a los que despiertan el amor incondicional, cuyo ejemplo más vivo en nuestra raza es la presencia del maestro Jesús de Nazaret. 
Jesús, el ser espiritual más grande que vivió en este planeta y vino para darnos el verdadero camino a seguir. Su luz ennoblece hasta la piedra más dura, su recuerdo en nuestras vidas es el ejemplo mayor de piedad y perdón que hemos visto, y marcó el camino más seguro hacia el progreso de nuestras almas en prueba. 
No obstante, el inmenso trabajo de Dios arquitecto de Universo, no se contempla solamente con los colores claros u obscuros como si dijésemos blanco o negro ¡Hay tantas clases de seres con diverso progreso en el universo! Desde el ser más rudimentario, y así fuimos creados, simples y sencillos, hasta el ser que se transforma en un cúmulo de luz que vaga por el Universo, llevando las ordenes de Dios y velando por el cumplimiento de sus leyes. 
Existen millares de escalas de seres inteligentes, entre ellos encontramos los hermanos, que con gran humildad de corazón y amor, deciden ayudar al que viene debajo de ellos, habiendo recorrido caminos similares, a los nuestros y Dios les deja que nos guíen en nuestra ascensión. Son verdaderos maestros para nuestro aprendizaje, llamados, Guías Espirituales. 
A medida que avanzamos en la idea, nuevos caminos se abren como laberintos iluminados que nos toca recorrer, porque el espiritismo estudiado va revelando, todos los caminos hacia la verdad. 
El guía espiritual es un hermano nuestro con más progreso espiritual que nosotros, Él nos comprende y sabe de nuestras penurias, aciertos o desaciertos, son los encargados de guiarnos hacia el futuro venturoso, pero también sabe que no será fácil el camino a recorrer. El maestro Kardec dice; “Mejorar cuesta, progresa cuesta aún más” ¡Qué gran verdad! La vamos descubrimos a medida que avanzamos hacia el conocimiento de todas las cosas. 
Por orden de Dios y méritos de progreso moral, nuestro guía espiritual es el hermano que le hablará a nuestra consciencia, tratando de evitar que caigamos en el precipicio de las pasiones y los lamentos posteriores, incluso ayudará en nuestro desenvolvimiento en la nueva existencia. 
Luchará por vernos mejorar, no obstante cabe en nosotros escuchar su suave y amorosa voz en nuestro interior o la recta palabra de advertencia que nos dice que vamos por caminos equivocados. Su deseo de progreso hacia nosotros es mayor que el nuestro, porque Él comprende más que nosotros mismos, nuestra propia realidad espiritual. 
Puede conocer el carácter de la prueba o misión que venimos a cumplir, puede interceder ante Dios para conseguir favores en nuestro beneficio. 
Desde nuestra niñez, siembra bellos recuerdos en nuestra mente fortaleciéndonos para el futuro que nos espera. 
Lucha contra nuestros enemigos que otrora supimos conseguir y que se hacen presente para arreglar viejas deudas de nuestro pasado, pues, algunas veces no hemos sabido escuchar sus sabios consejos, entonces nuestras pasiones y tendencias, hicieron posible que caigamos en crueles venganzas hacia nuestro adversario de ideas o diferentes situaciones emocionales que no supimos controlar. 
Ante el desconocimiento de nuestras falencias, obramos más por impulso que por conocimientos de leyes superiores. La voluntad de Dios no existe, la delicadeza de las palabras de nuestro guía espiritual no se escucha y así va predominando nuestra voluntad hacia tierras estériles o caminos sin salidas donde la única salvación será transitar los terrenos espinosos con grandes piedras en el camino que deberemos saber sortear. 
¡No es una injusticia! Lloramos por donde hemos pecado y llevado la misma piedra dos y tres veces por delante sin haber aprendido de nuestro error.
- Juan Carlos Mariani-
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sábado, 30 de julio de 2016

BAJO UNA TRISTE APARIENCIA

        Obsesiones sutiles y peligrosas.

Cuando el hombre se hace dócil a la inspiración superior, sintoniza, con el programa que ha de desarrollar, recibiendo la ayuda que fluye de lo Alto y gracias a ello, logra disminuir las dificultades que son pruebas de resistencia en las luchas y desafíos para sus valores morales. Los Buenos Espíritus no pueden cambiar el Karma de sus pupilos y devotos, porque les tornarían inoperantes, les atrasaría. Sin embargo, cuando los ven luchar en pruebas muy severas, interfieren, auxiliándolos a través de fuerzas edificantes con las cuales aumentan sus resistencias, con el fin de que logren las metas que constituyen su victoria. Igualmente encaminan cooperadores y amigos que se transforman en palancas propulsoras del progreso, extendiéndoles manos generosas dispuestas a contribuir a favor de su éxito. 

De la misma forma que las interferencias perniciosas encuentran resonancia en ellos, en razón de las afinidades que existen por sus pasiones inferiores que caracteriza su estado evolutivo. Tan pronto cambien de objetivos, y aspiren a ideales de ennoblecimiento y actúen de acuerdo con la ética del bien, se asocian a ellos los laboriosos Mensajeros del Amor que los estimulan para que prosigan, renovando su entusiasmo, amparándolos ante las naturales desfallecimientos e inspirándoles en la correcta elección del camino a seguir. Las imperfecciones permiten a los adversarios del ayer los medios para inducir a la obsesión y problemas, ya que los Espíritus perversos e infelices siempre se sirven de las tendencias negativas de aquellos a quienes odian, para estimularlos, llevándolos de ese modo a perturbaciones y a penosas situaciones.

Si el hombre se apoya en los recursos de elevación, se vuelve difícil para sus malvados verdugos espirituales encontrar las brechas por las cuales infiltran sus torpes sentimientos, en la saña de la persecución en que se complacen. Toda obsesión es siempre el resultado de la anuencia consciente o no de quien la sufre, por debilidad moral del espíritu encarnado, que no le interpone defensas o por deficiencias del comportamiento que propician el intercambio, en razón de la preferencia psíquica que le place al mismo mantener. Cuando el hombre se candidata a una acción meritoria nunca debe esperar de los otros los ejemplos de virtudes ni las lecciones de elevación continuada, más si examinar las propias disposiciones para verificar lo que tiene, de lo que puede disponer en nombre de Jesús para ofrecer. Mediante este comportamiento, no verá en los otros los deberes de ser siempre Buenos y optimistas, misioneros de la renuncia y de la santificación, y si hermanos tal vez más experimentados y dedicados, con las mismas posibilidades de errores y flaquezas, requiriendo, en silencio, apoyo y tolerancia.
El candidatarse al bien no hace bueno al individuo, y la incursión en el compromiso de la fe, a nadie renueva de inmediato. El adquirir cincelar la moral es de un esfuerzo continuado, un largo trabajo, que merece respeto, no solo a los que triunfan, tan bien a los que persisten y actúan sin descanso, aunque no consigan con prontitud los resultados felices. En las experiencias de elevación, entre otros impedimentos que surgen, la rutina de los acontecimientos es test grave para ser superado. Cuando las realizaciones se presentan nuevas, hay motivaciones y entusiasmos para realizarlas. Después a medida que se hacen repetitivas, con las mismas manifestaciones, tienden a cansar, disminuyendo el ardor de los candidatos a la laboriosidad, llevándolos a la saturación, a la desistencia. Sucede que no se pueden innovar métodos para los mismos problemas, cada día, ni modificar el paisaje aflictivo de los necesitados diversificándoles los cuadros de dolor y de sombra. 

Variando en la apariencia, sus causas matrices son las mismas, que se enredan en el espíritu endeudado, aturdido o atrasado, en viaje expurgador… En esos momentos de cansancio, surgen las tentaciones del reposo exagerado, de la acomodación, del excesivo tiempo mal utilizado; abriéndose campo a la censura indebida, que medra, que alarga, en forma de maledicencia que esparce agrura y reproche, destruyendo, como plaga infeliz, los surcos donde la esperanza siembra el amor y la ternura que deberán florecer como caridad y bendiciones. Muchas obras del bien no resisten a este periodo, cuando las intenciones superiores ceden lugar al enfado y a la comodidad, que propician la invasión de las fuerzas destructivas y la penetración de los vigilantes adversarios de la luz… Una forma de obsesión peligrosa es aquella que pasa casi desapercibida y se instala lenta y firmemente en los cuadros mentales, estableciendo comportamientos equivocados con apariencia respetable. 

Se suele presentar en personas que denotan grave postura y saben conquistar a otras por la facilidad de comunicación verbal, tornándolas afables y gentiles, desde que no tengan sus caprichos e intereses contrariados. Dan impresiones sociales que no corresponden a su estado real, por cuanto adoptan comportamientos parásitos que les acreditan a presumir de meritos que no poseen. Interiormente, viven bajo conflictos que disimulan con habilidad, naciendo ahí, esa doble actitud hacia la vida, situaciones que inducen a la neurosis y desarticulan el equilibrio emocional, igualmente bajo el bombardeo de los arpones mentales destructivos de sus enemigos espirituales. En ese clima psíquico, que rezuma de las experiencias de vidas pasadas, se hospeda el agresor desencarnado que insufla mayor dosis de interferencia por los problemas ajenos, desbordando el egocentrismo que termina por alienarlos en cuanto cobijan y vitalizan las pasiones disolventes.
Este tipo de perturbación espiritual es la más difícil de ser erradicada, en razón de que el paciente niega su situación de enfermo, antes complaciéndose en ella, porque el narcisismo a que se entrega, se convierte en auto fascinación por valores que se atribuye y está lejos de poseer, anulando cualquier contribución que le es ofrecida. Solamente la humildad, que da la dimensión de la pequeñez y flaqueza humana ante la grandiosidad de la vida, faculta una visión legitima, a través de la cual se puede hacer una justa evaluación de recursos, recurriéndose a la Divinidad por la oración ungida de amor, antídoto eficaz para los disturbios obsesivos. La oración libera la mente bichada de sus clichés perniciosos, abriéndola para la captación de las energías inspiradoras, que fomentan el entusiasmo por el bien y la conquista de la paz a través del amor. Para que esa oración se revista de fuerza desalienante, ella necesita combustible de la fe, sin la cual no pasa de ser palabras destituidas de compromiso emocional entre aquel que la dice y a quien son dirigidas. También son necesarios el recogimiento y concentración para que se exteriorice la potencialidad por la voluntad del que anhela, dirigida con la certeza de que alcanzará el destino. Este tipo de obseso se caracteriza por el desden a la oración por creer que no la necesita, dudando igualmente de su eficacia o menospreciando su utilidad. 

Exacerbado en sus sentimientos infelices, el obseso se auto realiza, adoptando una actitud de falsa superioridad con la cual anestesia los centros de la razón y se deleita en el estado en que se encuentra. A largo plazo, sin embargo, pierde el control de la voluntad, que deja de dirigir, bajo la pertinaz imposición, volviéndose ostensivamente agresivo y deshaciendo la apariencia, que cede lugar al desequilibrio que se le instala con fuerte penetración en los mecanismos nerviosos. En ese cuadro de obsesión constrictiva, se encuentran innumerables individuos hospedando adversarios que los vampirizan por largo tiempo, hasta culminar la venganza con los golpes largos de las caídas en la locura, en el crimen o en el suicidio. ¿Muchas veces se preguntamos que porque, determinados pacientes portadores de la obsesión, y que frecuentan la Casa Espirita donde se viven los postulados de Allan Kardec, y que se especializan en ese menester, al tratar a tales alineados, estos no se recuperan? Muchos inquieren, también, a respecto de la razón por la que los Mentores Espirituales no liberan a los obsesos y subyugados, en nombre de la caridad. Nunca será de mas repetirse que, en todo proceso obsesivo, la aparente victima es el legitimo verdugo apenas transferido en el tiempo, siéndole la deuda la razón del mecanismo perturbador. Vencido por la insania del odio, aquel que fue cincelado se imanta al infractor que le torno desdichado y asume la igualmente indebida posición de cobrador o justiciero, incidiendo, por su parte, en error no menos importante.
En cuanto el amor no luzca en el defraudado, ante la mudanza de comportamiento de su adversario, cierto es que el problema permanece. De igual modo, debidamente esclarecido sobre el equivoco en que permanece, el actual sayón, mediante adoctrinamiento por alguien que tenga sobre el autoridad moral y lo sensibilice, puede cambiar de actitud, decidiéndose por abandonar la pugna, lo que no exenta al incurso en la deuda de rescatarla por otro proceso de que se utilizan los códigos de la Soberana Justicia. En la terapia desobsesiva, los cuidados para con el encarnado no pueden ser menores que los aplicados con relación al enfermo psíquico que le aflige, en desarreglo e infortunio cual se encuentra en la otra dimensión de la vida. Debe tenerse en mente que el hecho de no ser visto siempre el perseguidor desencarnado, por los hombres, no significa que la tarea de estos, aliada a la de los Guías Espirituales, deba ser la de apartarlos, pura y simplemente. Seres vivos e inteligentes, apenas desnudados de la materia, sufren y aman, odian y luchan, esperando la ayuda que no supieran o no quisieran ofrecerse. Por tanto, el amor debe alcanzar la victima de ayer, que sufre hace más tiempo, amparándola, de modo a que despierte para no sufrir mas ni provocar sufrimiento. Y como la función del dolor se reviste de un poder terapéutico de liberación para quien lo sabe aprovechar, justo es que el encarnado se modifique para mejor, mediante cuyo comportamiento también sensibiliza a su opositor, a su vez adquiriendo recursos de paz y títulos de trabajo para su crecimiento espiritual. 

Sin embargo, hay pacientes, obsesos o no, para los cuales, gracias a su rebeldía sistemática y tozuda acomodación en las disposiciones inferiores, la mejor terapia es la permanencia de la enfermedad, ahorrándoles males mayores. Hay paralíticos que recuperan los movimientos y marchan para desastres que podrían evitar, si lo quisiesen; portadores de micosis, llagas y pústulas, rehacen la apariencia física, curándose de las dermatosis e infectan la mente y el alma con los contagios de los actos deprimentes y viciosos; ciegos que recobran la visión y la utilizan erróneamente en la observación de los hechos; enfermos por virosis y portadores de limitaciones que se restablecen, arrojándose de inmediato, lúbricos y desesperados, en los laberintos de la insatisfacci6n, de la agresividad, causándose mayor infelicidad... En el campo de las obsesiones, no son pocos aquellos que, una vez que se mejoran, abandonan las disposiciones de trabajo y progreso, para correr precipitados, de vuelta a los hábitos vulgares en los que antes se complacías... Aun delante de Jesús, este fenómeno era habitual. En principio, porque conociese la procedencia de los males que afligían a los enfermos e infelices que Le buscaban, como es comprensible, el Señor no curo a todos... Y de entre los muchos curados, quedo memorable la interrogación que El dirigió al ex enfermo del mal de Hansen que le fue expresar la gratitud por el beneficio recibido.
"- ¿No fueran diez los curados, por que solo este vino a agradecer?" Es común hacerse compromiso intimo de renovación y trabajo, en cuanto permanece la enfermedad, negociándose con Dios la salud que se desea por lo que se promete realizar, como si la practica de las virtudes del bien fuese útil al Padre y no un deber de todos nosotros, que nos beneficia y da felicidad. Tan pronto pasa la agudeza del sufrimiento y el tiempo distancia la mente ex enferma del momento de la dolencia, la ilusión sustituye a la realidad; la voluptuosidad del placer enflaquece los deseos de servir y el cae en la indiferencia, cuando no sucede ocurrir males peores. Cuanto a aquellos que frecuentan las Instituciones Espiritas, portando obsesiones y no se recuperan, merece que se tenga en mente el hecho de que la visión del medicamento no propicia la salud, si no la ingestión de el y la posterior dieta conforme convenga, al lado de otros factores que permiten el retorno del bienestar. Además, ni todos los males deben ser solucionados conforme a la óptica de quien los padece, mas de acuerdo con programas superiores que establecen lo que es mejor para la criatura. 

La función del Espiritismo es esencialmente la de iluminación de la conciencia con la consecuente orientación del comportamiento, armando a su aprendiz con los recursos que lo capaciten a vencerse, superando las pasiones salvajes y sublimando las tendencias inferiores mediante cuyo procedimiento se eleva. En la terapia desobsesiva, el tributo del enfermo, tan pronto razone y entienda la asistencia que se le administra, es de vital importancia; por cuanto, serán sus pensamientos y actos los que responderán por su transformación moral para mejor, con la real disposición y posterior acción para recuperarse de los males practicados, ahora beneficiando a aquellos que le sufrieran los perjuicios y por cuya regularización los mismos se empeñan, a pesar de los métodos equivocados e ilícitos de que se sirven. La evangelización del Espíritu desencarnado es de suma importancia mas, igualmente, la de la criatura humana que se enzarzo en la delincuencia y todavía no se recupero del delito practicado. Con frecuencia, es mas fácil de objetivarse resultados en la terapia desobsesiva con pacientes de mente obnubilada, de que con aquellos que razonan y no se disponen a la tarea de mudanza interior, de la acción dignificante, ahogados en dudas que cultivan e indisposiciones que les agradan.

En la actualidad, gran numero de pacientes portadores de alineación por obsesión, transita por gabinetes de respetables psiquiatras que les prescriben drogas adictivas de que se encharcan, viciando la voluntad, que pierde los comandos, permaneciendo abúlicos y sufriendo dependencias de demorada erradicación. Sin el control de la voluntad, que sufre la acción barbitúrico de la droga y la perniciosa interferencia de la mente perturbadora, el enfermo tiene dificultad de luchar, utilizándose de los recursos desobsesivos cuyos efectos de el dependen.
Es claro que no censuramos este procedimiento psiquiátrico, teniendo en vista que, en determinados cuadros de la locura, la providencia es saludable, especialmente en los que presentan gran agitación, en los catatonicos, en los sicótico-maniaco-depresivos - aun cuando se encuentren bajo la inducción de adversarios desencarnados, evitándose, de esta forma, la consumación del suicidio provocado -, pero no su uso genérico. El futuro próximo contribuirá con criterios mas rigurosos y seleccionados en la aplicación de tales terapéuticas, especialmente cuando el prejuicio científico ceda lugar al discernimiento cultural, que vera en el paciente, no apenas el soma, sino, y principalmente, el Espíritu con sus equipamientos de periespiritu y materia... 

Trabajo realizado por Merchita

Extraído del Libro “Cuadros de la Obsesión” de Divaldo Pereira Franco

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            FACULTADES MORALES E                                     INTELECTUALES

361 – ¿De dónde vienen al hombre las buenas o malas cualidades morales?
– Son las del Espíritu que está encarnado en él. Cuanto más puro es el Espíritu, más dado al bien es el hombre.

– ¿Parece que resulta de esto que el hombre de bien es la encarnación de un buen Espíritu y el hombre vicioso la de un mal Espíritu?
– Sí, pero, es mejor decir que es un Espíritu imperfecto, pues de otra forma podría creerse en Espíritus siempre malos, a los que llamáis demonios.

362 – ¿Cuál es el carácter de los individuos en los cuales se encarnan Espíritus traviesos y ligeros?
– De individuos atolondrados, juguetones y a veces malévolos.

363 – ¿Los Espíritus tienen pasiones que no pertenecen a las de la Humanidad?
– No, pues de otro modo os las hubieran comunicado.

364 –¿Es el Espíritu mismo que da al hombre las cualidades morales y las de la inteligencia?
– Ciertamente es el mismo y las da en proporción al grado que alcanzó. El hombre no tiene dos Espíritus.

365 – ¿Por qué hombres muy inteligentes, que revelan en sí mismos un Espíritu superior, a veces son al mismo tiempo profundamente viciosos?
– Es que el Espíritu encarnado no es tan puro y el hombre cede a la influencia de otros Espíritus peores. El Espíritu progresa a través de una insensible marcha ascendente, pero el progreso no se realiza simultáneamente en todos los sentidos; en una etapa puede adelantar en el campo de la ciencia y en otra en moralidad.

Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa que es el alma, o Espíritu encarnado y no de muchas almas, de la misma forma que los diferentes sonidos del órgano son el producto de una misma cualidad del aire y no de otras tantas especies como son los sonidos.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

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Su vida será siempre lo que usted este pensando constantemente. En razón de eso, cualquier cambio real en sus caminos, vendrá únicamente del cambio de sus pensamientos.
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         CÓMO AMINORAR LOS MALES 

                         KARMICOS 


La mejor manera de actuar sobre posibles males resultantes de faltas del pasado, consiste en mantener continuamente pensamientos positivos, palabras y acciones centradas en el Bien, a fin de crear nuevas modalidades de karma que puedan equilibrar posibles aspectos negativos del karma preexistente. Y, si estuviera marcado por el sufrimiento causado por los males kármicos, el ser humano cuenta con la Misericordia de Dios que le concede la oportunidad de encontrar el camino hacia la salud y para su equilibrio espiritual, a través de la práctica del Bien, de la oración, de la fe y por el amor ejemplificado a través de la caridad. 

Jesús jamás condenó a alguien por causa de faltas cometidas, sino que dio esperanzas a los que lo buscaban trayendo enfermedades físicas o males del alma, diciéndoles “Tus pecados te son perdonados”, como está en Lucas, 5, 20. Y en el mismo instante de su martirio, tuvo la serenidad de pedir: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. (Lucas, 23, 24). 

La Ley del Karma tiene dos atenuantes: la del merecimiento de la persona que haya practicado buenas acciones, con saldo positivo sobre las faltas cometidas, disminuyéndole la extensión del sufrimiento que puede corresponderle; y la Misericordia de Dios, que concede, a sus hijos de buena voluntad, nuevas oportunidades para realizarse en el camino del Bien. De ese modo, la ley Kármica, que puede explicar la existencia de ciertas injurias, enfermedades, sufrimientos en la vida de cada uno, sin causa aparente, no debe ser considerada como inexorable y fatal, por los pensadores cristianos, visto que sus efectos pueden ser modificados o atenuados por la Ley Mayor de la Misericordia de Dios, por el amor fraterno, por la fe, por la oración, por la práctica de buenas acciones y por la caridad. 

Confirmando esa afirmación, encontramos en el Evangelio el maravilloso mensaje de amor fraterno que lava todos los pecados, en la palabra de Jesús al recibir a María Magdalena en la casa de Simón, el fariseo. En su dialogo con el mismo, refiriéndose a ella, le dice: “Sus muchos pecados le son perdonados, porque mucho amó”. (Lucas 7, 47). 

Sabiéndose que la caridad es la expresión mayor del amor entre los hombres, encontramos esa misma enseñanza en la primera epístola del apóstol San Pedro, al afirmar: “Y sobre todo, tened entre vosotros ferviente caridad; porque la caridad cubrirá multitud de pecados”. 

Vivimos en un mundo de pruebas y dificultades, probablemente vinculadas a errores del pasado, pero Dios nos dio un abanico de oportunidades para romper o modificar los aguijones que nos atan al dolor y al sufrimiento, concediéndonos la oportunidad de promover nuestro propio perfeccionamiento, nuestra reforma íntima, nuestra cura espiritual a través de la vivencia del amor fraterno, a través de la práctica del bien. 

El ser humano no nació para vivir inmerso en lamentaciones. Y delante de dificultades que lo afligen, o de males, reales o imaginarios, que lo atormentan, debe encontrar fuerzas en lo recóndito del alma y procurar enfrentarlas con optimismo y buen ánimo, reconociendo que su existencia tiene el significado de una realización de ascensión, de aprendizaje y de realizaciones. Las enfermedades kármicas constituyen males que pueden ser aminorados y sus causas, aunque desconocidas, pueden ser atenuadas por la utilización de recursos espirituales, cuyas bases se encuentran en la oración, en la predisposición para enfrentar las dificultades, en la práctica del amor fraterno, en la reforma íntima, en la práctica de la caridad sin límites. 

Tomado del libro...ENFERMEDADES DEL ALMA 
Dr. Roberto Brólio

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            BAJO UNA TRISTE APARIENCIA

En un hospicio de provincia había un niño de unos ocho a diez años en un estado difícil de describir . No estaba allí designado sino bajo el número 4.- Enteramente contraecho , ya fuese por deformidad natural, ya a consecuencia de la enfermedad , sus piernas retorcidas tocaban a su cuello .Era tan flaco,que los huesos le agujereaban la piel.Su cuerpo no era más que una llaga y sus sufrimientos atroces. Pertenecía a una pobre familia israelita,y esta triste posición duraba hacia cuatro años . Su inteligencia era notable para su edad, y su dulzura, su paciencia y su resignación eran edificantes. 
El médico que le visitaba, movido a compasión por este pobre ser en cierto modo abandonado, porque no parecía que sus padres fuesen a verle muchas veces,tomó interés por él y se complacía en hablarle, encantado de su razón precoz. No solamente le trataba con bondad, sino que, cuando sus ocupaciones se lo permitían. iba a darle lecciones y se sorprendía de la rectitud de su juicio sobre cuestiones que parecían superiores a su edad. 
Un buen día le dijo el niño: 
Doctor, tened, pues, la bondad de darme píldoras como las últimas que me habéis ordenado. ¿Y por qué, hijo mio? contestó el médico, te he dado las suficientes y temo que mayor cantidad te haga daño. 
Es que replicó el niño, sufro de tal modo, que por esfuerzos que hago para no gritar rogando a Dios me dé la fuerza para no quejarme a fin de no molestar a los otros enfermos que están a mi lado, tengo mucho trabajo en conseguirlo. Las píldoras me duermen, y entre tanto, no incomodo a nadie. 
Estas palabras bastan para demostrar la elevación del alma que encerraba aquel cuerpo deforme. ¿Donde había adquirido este niño semejantes sentimientos?No podía ser en el centro en que había sido educado, y por otra parte, en la edad en que empezó a sufrir, no podía todavía comprender ningún razonamiento. Eran innatos en él. pero entonces, con tan nobles instintos, ¿porqué Dios le condenaba a una vida tan miserable y tan dolorosa, admitiendo que hubiera sido creada esta alma al mismo tiempo que este cuerpo, instrumento de tan crueles sufrimientos?¡Oh, es preciso negar la bondad de Dios, o admitir una causa anterior, esto es, la preexistencia del alma y la pluralidad de existencias ! El niño murió, y sus últimos pensamientos fueron para Dios y para el médico caritativo que había tenido piedad de él. 
Después de algún tiempo fue evocado en la sociedad de París en 1863, donde dio la comunicación siguiente: 
Me habéis llamado, y he venido para que mi voz se oiga más allá de este recinto impresionando a todos los corazones, que el eco que hará vibrar se oiga hasta en la soledad . 
Les recordará que la agonía de la Tierra prepara las alegrías del cielo, y que el sufrimiento no es más que la corteza amarga de un fruto deleitable que da el valor y la resignación. Les diré que sobre el pobre lecho donde yace la miseria están los enviados de Dios cuya misión es enseñar a la Humanidad que no hay dolor que no se pueda sufrir con ayuda del Todopoderoso y de los buenos espíritus. 
Les dirá también que escuchen los lamentos mezclándose a las plegarias, y que comprendan de éstas la piadosa armonía, tan diferente de los acentos culpables del lamento mezclado con 
la blasfemia. 
Unos de vuestros buenos espíritus, gran apóstol del Espiritismo,ha tenido a bien dejarme este sitio esta noche. Asimismo debo deciros algunas palabras del progreso de vuestra doctrina . 
Debe ayudar en su misión a aquellos que se encarnen entre vosotros para aprender a sufrir. El Espiritismo será la mira indicadora . 
Tendrán el ejemplo y la voz, entonces se cambiarán los lamentos en gritos de alegría y en lágrimas de gozo. P. ¿Parece, según lo que acabáis de manifestarnos, que vuestros sufrimientos no eran expiación de faltas anteriores ? R No eran expiación directa, pero estad seguros de que todo dolor tiene una causa justa.El que habéis conocido tan miserable fue hermoso, grande, rico y lisonjeado, tuvo aduladores y cortesanos, fue vano y orgulloso. En otro tiempo fui muy culpable. He renegado de Dios y hacia mal a mi prójimo, pero lo he expiado cruelmente, primero en el mundo de los espíritus, y después en la Tierra. Yo he sufrido durante algunos años solamente en esta última y corta existencia, aquello que se puede sufrir en toda una existencia completa hasta la extrema vejez. Por mi arrepentimiento he encontrado gracia ante el Señor,que se ha dignado confiarme muchas misiones, de las cuales la última os es conocida. La he solicitado para acabar mi depuración. 
Adiós amigos míos, volveré algunas veces entre vosotros. Mi misión es consolar, no instruir, pero hay muchos aquí cuyas heridas están ocultas,que se regocijarán con mi venida. 
Marcelo. 
Extraido el Cielo y el infierno, 
Allan Kardec 
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                 Ayuda de los cielos. 

¿Cuántas veces usted miro a una pareja, paseando con las manos entrelazadas o abrazados y se pregunto como ellos pueden amarse, siendo tan diferentes? ¿Cuántas veces pensó como aquella mujer tan elegante puede amar a aquel hombre con aire tan torpe? ¿O como aquel hombre tan guapo, pareciendo un dios de la belleza puede amar a aquella mujer tan destituida de atractivos? 
Toda vez que esas ideas nos atraviesan la mente, es porque estamos juzgando el amor por el exterior. Más, ya decía el escritor de El pequeño príncipe: “Lo esencial es invisible para los ojos.” A propósito, se cuenta que el abuelo del conocido compositor alemán Mendelssohn, estaba muy lejos de ser guapo. Moses era bajo y tenía una joroba grotesca. Un día, visitando a un comerciante en la ciudad de Hamburgo, conoció a su linda hija. Y luego se apasiono perdidamente por ella. Entretanto, la moza al verlo, enseguida lo repelió. Aquella apariencia deforme casi la enojo. A la hora de partir, Moses se lleno de coraje y subió las escaleras. 
Se dirigió al cuarto de la moza para hablarle. Deseaba tener su última oportunidad de hablar con ella. La joven era una visión de la belleza y Moses quedó entristecido porque ella se rehusaba hasta incluso a hablar con él. 
Tímidamente, él le dirigió una pregunta muy especial: ¿Crees en el matrimonio arreglado en el cielo?" ¡Mirando fijamente al suelo, ella respondió: "Yo creo!" “Yo también creo” – afirmo 
Moses – “Sabe, creo que en el cielo, cuando un niño se va a preparar para nacer, Dios le anuncia la niña con quien va a casarse. Pues cuando yo me preparaba para nacer, Dios me mostró mi futura novia. Ella era muy bonita y el buen Dios me dijo: “Su mujer será bella, con todo tendrá una joroba”. Inmediatamente, yo le suplique: “Señor, una mujer con una joroba será una tragedia. Por favor, permite que yo sea el jorobado y que ella sea perfecta.” 
En ese momento, la joven, emocionada, miro directamente a los ojos de Moses Mendelssohn. 
Aquella era la más extraordinaria declaración de amor que ella jamás imaginara recibir. 
Lentamente, extendió la mano para el y lo acogió en el fondo de su corazón. Se caso con él y fue una devotada esposa. 
El amor verdadero tiene lentes especiales para ver al otro. Ve, más allá de la apariencia física, la esencia. Y así, ama lo que es real. La apariencia física puede modificarse en cualquier momento. La belleza exterior puede sufrir muchos accidentes y modificarse, repentinamente. 
Quien valoriza lo interior del otro es como un hábil especialista en diamantes que mira la piedra bruta y consigue descubrir el brillo de la preciosidad. Es como el artista que acaricia el mármol, percibiendo la imagen de la belleza que el encierra en su intimidad. Ese amor atraviesa los portones de esta vida y se eterniza en el tiempo, teniendo capacidad de acompañar al otro en muchas experiencias reencarnatorios. Esto es el verdadero amor. 
* * * 
En el amor, el hombre sublima los sentimientos y marcha rumbo a la felicidad. En la perfecta identificación de las almas, el amor produce la bendición de la felicidad en régimen de paz. 
Redacción de Momento Espirita. 
Luz y paz

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