lunes, 31 de julio de 2023

Invisibles, pero no ausentes

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Mensaje espiritual: Coraje

2.- Reencarnación

3.-La muerte, bajo la perspectiva espírita

4.- Invisibles, pero no ausentes

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MENSAJE ESPIRITUAL:

Coraje

¿ Qué significa coraje?


                                        

Por cierto, muchos creen que se refiere a ser como guerreros, soldados y súper-héroes. Y ante de tales ejemplos, nos sentimos “cobardes” por no tener la fuerza física de los grandes guerreros, ni el entrenamiento y la disciplina de los soldados en combate y mucho menos los “superpoderes” de los súper-héroes.
Pero por el simple hecho de estar “viviendo” ya no somos cobardes, somos en verdad muy valientes, pues  cada día enfrentamos nuevos desafíos. Pero entiendan el “viviendo” como un acto de voluntad y no el “simple hecho de pasar por la vida”.
Aun sin el porte atlético y la fuerza física de los guerreros, pero siendo cristianos, tendremos la fuerza de la fe razonada para mantenernos en el  combate del bien ante las tribulaciones.
Podemos no tener el entrenamiento y la disciplina de los soldados, pero tenemos las enseñanzas de Jesús para  orientarnos en las batallas de lo cotidiano.
Exentos de los super-poderes de los super-héroes, pero  adoptando las virtudes enseñadas por el Maestro: Amor, Perdón, Humildad, Serenidad, Responsabilidad y tantas otras, tenemos todo lo que precisamos para resolver todos los desafíos.
Y así somos todos valientes, ¿No es así?-  Como dije anteriormente, solo es para quien realmente “vive” y no simplemente “pasa por la vida”.
Vemos muchos ejemplos de bravura física y posturas drásticas en pro de una idea o ideal, que nos remiten a sentimientos como odio, venganza, orgullo, falta de respeto, desamor. Cuando así actuamos, no estamos siendo valientes, sino prepotentes, llevando la discordia y fortaleciendo el mal.
Recordemos las enseñanzas de Jesús, aprendiendo a respetar las diferencias. Somos seres sin  copias, seres únicos para el Padre. Es entonces cuando vivimos el Amor, el respeto, la tolerancia, haciéndonos Uno con el Padre, sin importar nuestras exclusividades.
Coraje, por tanto es hacer de puente, es algo que se inicia en nuestro interior. Es ir al  encuentro de otro sirviendo de instrumento, dando paso para la siembra del amor y de la unión.
Coraje es silenciar, aun cuando no concordemos con la opinión ajena, pues el grito y la fuerza, no resultan ser la mejor solución. Cada cual vive su momento de aprendizaje. Y el nuestro debe ser ayudar, pero no exigir, respetando el libre albedrío de cada uno.
Coraje es asumir el “verdadero yo”. No lo que “yo imagino ser” o lo que “yo quiero ser”, sino el yo que de verdad soy en este exacto momento. Supone actuar como puente entre nuestras fragilidades y nuestras potencialidades, pues solamente de esa manera conseguiremos avanzar en nuestra madurez  espiritual.
Coraje es dejar que Jesús sea parte de nuestro día a día, viviendo sus enseñanzas  no solamente en cuanto a palabras, sino en acciones concretas.
Amigos míos, es de esa valentía y Coraje de lo que el mundo precisa.
Y a través de ella  conseguiremos generar las transformaciones (Acciones) individuales que tanto buscamos. Seremos los agentes no  de las divisiones, sino de la multiplicación del Amor, uniéndonos todos de forma que seamos UNO con el PADRE.
Coraje cristianos espíritas, seamos nosotros la sal que da sabor a la Vida a través del ejemplo.
Con cariño
 04/11/2014
Médium: Lúcia (CAVILE).
Espíritu: Hermano Matheus (Colônia Espiritual María de Nazaret)


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                       REENCARNACIÓN.


                                                                                         


   Por la reencarnación, cada uno vuelve a reemprender y proseguir la tarea del ayer, interrumpida por la muerte. De aquí la superioridad asombrosa de ciertas personalidades que aparecen en la historia de la humanidad, y cuya superioridad está fundamentada en la mayor capacitación adquirida, mediante el esfuerzo en sus múltiples vidas. CADA UNO APORTA AL NACER, LOS FRUTOS DE SU EVOLUCIÓN.
   Como dice el filósofo francés, León Denis, en su obra «El Problema del Ser y del Destino«: «Desprendiéndose lentamente, la humanidad, de la oscuridad de las edades, emerge de las tinieblas de la ignorancia y de la barbarie, avanzando a paso mesurado en medio de los obstáculos y de las tempestades. Va trepando su áspera vía, y en cada recodo de su ruta, entrevé mejor las grandes cimas, las cumbres luminosas en donde reinan la sabiduría, la espiritualidad y el amor».
   La mente del hombre es una manifestación del grado de evolución de su espíritu, mediante la cual, éste trae a su actual existencia, conocimientos que ya posee, por haberlos adquirido en existencias anteriores y en su vida espiritual. Porque, también en el espacio se aprende y mucho, cuando el Espíritu llega a sentir ya el ansia de progreso.
   Aun cuando las personas no son conscientes de los conocimientos adquiridos a lo largo de las experiencias humanas y espirituales, éstas permanecen siempre en el subconsciente y gravitan en la formación de la mentalidad del hombre. De aquí, todos esos casos de personas extraordinariamente dotadas para determinadas ciencias o artes.
   Si observamos en los diversos individuos que componen el conglomerado humano, aun dentro de nuestro propio ambiente circundante: el semblante, la configuración somática, aspecto, ademanes, expresiones, conducta, etc., de cada uno; podremos apreciar fácilmente, a simple vista,la notoria diferencia intelectual y moral existente entre unos y otros. Mientras en unos apreciamos una mente despierta y un temperamento dinámico, en otros vemos al individuo tosco, bruto o abúlico. ¿Podremos culpar a la Divinidad Creadora por estas diferencias? ¿Podremos admitir a la Sabiduría Cósmica —perfección absoluta— como creadora de imperfecciones o distribuyendo Sus dones a unos y privando a otros? No; porque éstos son diversos estados evolutivos del Ego. Esos últimos están más atrás en la escala evolutiva, son espíritus más nuevos; mientras que los primeros son espíritus más viejos, han vivido más vidas y, por ende, desarrollado su inteligencia y dinamismo en la lucha, a través de las edades.
   Dicen que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Entonces, ¿ cuál de ésos es semejante a Dios?
   Morfológicamente, ninguno; intelectualmente, dinámica y moralmente (valga el término), tampoco.
   DIOS, el Ser Supremo del Universo todo, Justicia y Sabiduría máxima del Cosmos, no tiene forma (comprensible a nuestra mente limitada). Amor sublime que trasciende a toda la creación a modo de vibraciones o fuerzas poderosísimas denominadas leyes; nos ha creado a todos iguales.

   El comienzo a la vida, ha sido igual para todos los seres de la creación, incluyendo el ser humano. Los diferentes aspectos y condiciones intelectuales, dinámicas y morales, son diversos grados en el proceso evolutivo. Las diferentes formas de vida que podemos apreciar, y aún las no perceptibles a nuestra vista, son diversas fases de manifestación de las «chispas divinas», en las diversas etapas de su evolución sin límites.
   La semejanza está en la esencia que, cual semilla emanada del Árbol de la Vida, del TODO CÓSMICO, contiene en estado latente, potencialmente, todas las facultades y poderes que le asemejarán a EL, una vez que las haya desarrollado.
   Porque el Espíritu, en su génesis, es una simiente destinada a germinar y luego florecer. Mas, el tiempo entre estos dos aspectos, la trayectoria evolutiva a recorrer, es inmensa en el tiempo sin tiempo; trayectoria en la cual va adquiriendo diversos aspectos y formas, hasta completar su evolución que le asemejará a su Creador.
   Así es el ser espiritual: simple, ínfimo en su comienzo, en su «nacimiento», va desarrollándose en el devenir del tiempo, hasta alcanzar las inconmensurables alturas del pensamiento, de la perfección y del amor.

Sebastián de Arauco.

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   LA MUERTE, BAJO LA PERSPECTIVA ESPÍRITA

                              


El Espiritismo facilita la comprensión del proceso de la muerte y la situación del Espíritu después de ella, por los conocimientos que ofrece, los sentimientos que inspira y las disposiciones en las que  coloca al ser, a quien hace comprender la necesidad de mejorarse permanentemente, liberándolo del enfermizo temor a la muerte y educándolo respecto al natural y saludable instinto de conservación. La confianza en nosotros mismos, asegurada por una esperanza llena de optimismo y alegría, accionada por la certeza de nuestra inmortalidad, nos conducirá a un equilibrio psíquico y fisiológico adecuado y a la conquista de un porvenir siempre más prometedor. No existen los muertos; los que se fueron viven la vida espiritual, y desde el espacio donde se encuentran, e interesan por nosotros y siguen su progreso.

  La humanidad ha dedicado a las almas que partieron un día señalado, pero no debiera ser solo un día, sino que en todo momento deberíamos dedicarles amorosos pensamientos, con lo que ellos así se fortalecen y se pueden acercar más a nosotros.

   Nuestros seres queridos viven y siempre que pueden están a nuestro lado, preocupados por nuestro progreso espiritual, alentándonos en nuestras aflicciones, inspirándonos bellos y sabios pensamientos.

   Así, gracias al  Espiritismo, el hombre contemporáneo dejará de encarar la muerte con aquella perplejidad. angustia y temor que caracterizó a sus antecesores, debido a las falsas concepciones religiosas o materialistas que les inculcaron. Espíritus amantes del progreso y que ya han superado muchas de sus imperfecciones morales, miran las cosas y los acontecimientos con un criterio más exacto. Comprenden los beneficios de cada existencia y continúan con el deseo vehemente de seguir adelante en su progreso, pero aquellos que han llevado en la Tierra una existencia apegados a la materialidad, que no han vivido sino para el placer y la satisfacción de sus egoísmos, que no han tratado, en una palabra, de estimular sus facultades superiores, y si han utilizado su inteligencia ha sido para servir al mal, al error o a sus intereses personales, cuando llegan al mundo espiritual, llevan consigo sus vicios, sus pasiones, su apego a lo material, y en lugar de remontar el vuelo  como los otros, ávidos de luz y de progreso, se encuentran auto-condicionados  en el dolor y la angustia, se aferran traumatizados a los elementos terrenos y sufren periodos largos de turbación.

   Se expresa así, una ley de densidad espiritual, por la que los individuos aferrados a los bienes terrenos, al desencarnar quedan psíquicamente cargados de partículas materializadas que los tornan pesados e incapacitados para elevarse a los planos superiores, al contrario que los seres idealistas, cuyo cuerpo psíquico leve se despega con facilidad del mundo físico y se proyecta a las altas esferas espirituales. Entre ambas situaciones extremas existe toda una gama de posiciones intermedias, que responde a la escala de valores que rige a la mayoría de los seres humanos, y en la cual  cada uno determinará su ubicación ahora y en la vida póstuma, de acuerdo con sus pensamientos y con sus obras.

   Afortunadamente, actúan en el mundo espiritual, entidades benefactoras que acompañan a la criatura recién desencarnada, incluso desde antes, en su estado de agonía, le ayudan a calmar sus dolores, a reencontrar su estado de conciencia, a adaptarse a su nuevo hábitat y a disponerse para continuar su tránsito evolutivo.

- Jon Aizpurúa-

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INVISIBLES, PERO NO AUSENTES

                                                                            


Cuando murió en el siglo XIX, Víctor Hugo arrastró nada menos que dos millones de acompañantes en su cortejo fúnebre, en pleno Paris.

Luchador  en las causas sociales, defensor de los oprimidos, divulgador de la enseñanza  y de la educación, el genial literato dejó textos inéditos que, por su voluntad, solamente fueron publicados después de su muerte.

Uno de ellos  habla exactamente del hombre  y de la Inmortalidad y se traduce más o menos en las siguientes palabras:

 "La muerte no es el fin de todo. Ella no es sino el fin de una cosa  y el comienzo de otra. En la muerte el hombre acaba, y el alma comienza.

Que digan esos que atraviesan la hora fúnebre, la última alegría, la primera del luto. Digan si no es verdad que aun hay allí alguien ,  y que no acabó todo.

Yo soy un alma. Bien siento que lo que daré al túmulo no es mi yo, mi ser. Lo que constituye mi yo, irá al más allá.

El hombre es un prisionero. El prisionero  escala penosamente los muros de su mazmorra, coloca el pie en todos los golpes y sube hasta la rejilla de ventilación.

Ahí, mira, distingue a los lejos la campiña, aspira el aire libre, ve la luz.

Así es el hombre. El prisionero  no duda que encontrará la claridad del día, la libertad. ¿Cómo puede el hombre dudar  si va a encontrar la eternidad a su salida?

¿Por qué el no posee un cuerpo sutil,  etéreo, del que nuestro cuerpo humano no puede ser sino un grosero esbozo?

El alma tiene sed de lo absoluto y lo absoluto no es de este mundo. Es por demás pesado para esta Tierra.

El mundo luminoso es el mundo invisible. El mundo luminoso es el que no vemos. Nuestros ojos carnales solo ven la noche.

La muerte es un cambio de vestimenta. El alma que estaba vestida de sombra, va a ser vestida de luz.

En la muerta el hombre sigue siendo inmortal. La vida es el poder que tiene  el cuerpo de mantener el alma sobre la Tierra, por el peso que tiene en ella.

La muerte es una continuación. Más allá de las sombras, se extiende el brillo de la eternidad.

Las almas pasan de una esfera para otra, se tornan cada vez más luz, se aproximan cada vez más y más a Dios.

El punto de reunión es el Infinito.

Aquel que duerme y despierta, despierta y ve que es hombre.

Aquel que está vivo y muere, despierta y ve que es Espíritu."

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Muchos consideran que la muerte de una persona  amada es verdadera desgracia, cuando, en verdad, morir no es terminar  ni consumirse,  sino liberarse.

Siendo así, ante los que parten en dirección a la muerte, debemos asumir el compromiso de prepararnos para el reencuentro con ellos en la vida espiritual.

Prosiga su jornada en la Tierra sin atrasar las realizaciones superiores que le competen, pues ellas serán valiosas,  cuando usted  haga el gran viaje, rumbo a la madrugada  clarificadora de la eternidad.

Marco Aurelio Rocha.     


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¿ Todos reencarnamos ?

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Pérdida de seres queridos

2.-¿ Todos reencarnamos?

3.-  ¿Evocación del Espíritu de una persona despierta?

4.- La ingratitud

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Perdida de seres queridos

Si existe una prueba penosa es la pérdida de los seres amados, cuando uno tras otro se les ve desaparecer, arrebatados por la muerte, entonces comienza a nuestro alrededor la soledad llena de angustias. Estas separaciones, aunque momentáneas, nos ponen de manifiesto la puerilidad de nuestras preocupaciones materiales, y nos invitan a prepararnos para emprender nuestro gran viaje hacia la Vida Espiritual. En esas horas desoladas cuando vemos que los ojos que nos contemplaron con Amor se cierran para siempre, la Filosofía Espírita nos presta un gran socorro.
Portadora de consuelo y esperanza, nos muestra con hechos y pruebas irrefutables, que esos seres que creemos irreparablemente perdidos, están a nuestro lado, su pensamiento nos envuelve, su Amor nos protege y podemos incluso, algunas veces, comunicarnos con ellos y recibir sus consejos.
Ellos nos exhortan a apartar de nosotros esa vana tristeza, esos pesares estériles que repercuten en ellos y los hacen desgraciados. Nos suplican que trabajemos con valor y perseverancia en nuestro mejoramiento, a fin de que volvamos a encontrarnos y nos reunamos con ellos en la Vida Espiritual.
¡Muerte, ¿Dónde esta tu victoria?
León Denis. Espíritu

(Tomado de la pagina de Luz Espiritual)

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                 ¿TODOS REENCARNAMOS?
                                                                 

     Sí consideramos que todos los seres humanos poseemos un espíritu o mejor dicho, somos un espíritu o energía individualizada en pleno proceso de evolución, procedentes de una misma y única fuente de Origen, de la que somos parte, hijos por tanto de un mismo Padre, es lógico considerar que sería un absurdo el que unos tuviesen que reencarnar múltiples veces para evolucionar espiritualmente mediante su tesón esfuerzo y lucha, mientras que a su vez otros permaneciesen como estancados, condenados a no evolucionar jamás, quedando así alejados para siempre de la perfección a la que todos tenemos el mismo derecho por llegar, y a la que accede el espíritu a través de las múltiples existencias en los planos materiales.
     También sería una falacia suponer que el espíritu en una sola existencia o vida, fuera capaz de evolucionar tanto como para no necesitar volver a reencarnar jamás, debido a una infinita perfección imposible alcanzada en una sola existencia como ser humano.
     No existe ningún espíritu que haya sido creado perfecto, o adelantado, o con la capacidad de alcanzar la perfección angélica en una sola vida terrena. Esto sería como pretender que la semilla que se siembra un día, al siguiente fuese ya un gigantesco y perfecto árbol.
     Sin embargo esa semilla no germinada que es el espíritu humano incipiente, no es desde su comienzo un ser perfecto, pero sí que es totalmente perfeccionable a través de la evolución y la reencarnación.
     El espíritu humano en un principio es sencillo e ignorante, pero al igual que la semilla del árbol, contiene latentes todos los atributos del árbol padre o fuente de origen, que después deberá mediante su esfuerzo ir desarrollando en el tiempo, y cada vida humana es al espíritu lo que un día de vida para ese árbol que primero fue semilla.
     Por lo expuesto, vemos como el espíritu salido de la Esencia Divina, no es de partida perfecto, pero sí contiene latente los atributos y capacidades para llegar a serlo, los cuales solo podrá ir desarrollando mediante el aprendizaje, pruebas y experiencias que la reencarnación le proporciona en los mundos físicos.
     Por ello ante la pregunta del enunciado, la respuesta solamente puede ser rotundamente afirmativa, si es que hemos comprendido que todos somos “semillas o arbolitos” en desarrollo, que procedemos de un mismo y único Padre, que es infinitamente perfecto y justo, y por ello no otorga ningún privilegio ni desigualdad definitivos a ninguno de sus hijos.

. Juan Manuel Fernández Fuster-
                                                                         
    “Un ser racional, si quiere, puede creer en la reencarnación ateniéndose a bases evidentes. No hace falta tener una determinada creencia religiosa o tradición cultural.”.
Dr. Ian Stevenson-
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    ¿ EVOCACIÓN DEL ESPÍRITU DE UNA PERSONA DESPIERTA ?
                            

     ¿Es enteramente imposible evocar el Espíritu de una persona despierta?
"Aunque difícil, no es absolutamente imposible, porque si la evocación 'llega' , puede suceder que la persona se duerma; pero el Espíritu no puede comunicarse, como Espíritu, sino en los momentos en que su presencia no es necesaria
para la actividad inteligente del cuerpo."

Observación. - La experiencia nos prueba que la evocación hecha durante el
estado de vela puede provocar  sueño, o al menos una absorción vecina del sueño,
pero este efecto no puede tener lugar sino por una voluntad muy enérgica y cuando  existen lazos de simpatía entre las dos personas; de otro modo la evocación 'no tiene resultado'. En el mismo caso en que la evocación podría provocar el sueño, si el momento es inoportuno, no queriendo dormir, la persona opondrá resistencia, y si sucumbe, su Espíritu estará turbado y responderá difícilmente. Resulta de esto que el momento más favorable para la evocación de una persona viviente es el de su sueño natural, porque siendo libre, su Espíritu puede venir al que le llama de la misma manera que podría ir a otra parte. Cuando la evocación se hace con el consentimiento de la persona y esta procura dormirse con este objeto, puede suceder que esta preocupación retarde el sueño y turbe al Espíritu; por esto el sueño no forzado es el preferido.
- El Libro de los Médiums-
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                                    LA INGRATITUD
     Son muchas las dadivas del cielo, pero  la ingratitud es una característica muy peculiar del ser humano; si a veces somos ingratos  con nuestros hermanos,  con nuestros padres,  que los conocemos, ¿ cómo no íbamos a serlo con Dios, al  que muchos desconocen y al que pedimos imposibles, cosas milagrosas, las cuales no  se nos pueden ofrecer, porque si así fuera, cada día seriamos más egoístas y creeríamos que las cosas  las merecemos por nuestra cara, sin hacer méritos para merecerlas?

     La ingratitud es uno de los peores defectos del ser humano, que muchos no tratan de superar, piensan que todos tienen la obligación de ayudarlos. Cuando uno hace un favor no debe esperar nada a cambio, aunque duele, cuando esa persona a quien ayudaste no sea recíproca.

     Hemos de procurar no ser ingratos, y la mejor manera es no tratar de agredir a nadie, sean los motivos que sean los que tengamos para hacerlo, En una ocasión Jesús “yendo a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces UNO de ellos, viendo que había sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro a tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los otros nueve, ¿ dónde están?, ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lucas 17:11-19).

     Muchas veces personas que son lo último de la tierra suelen ser  más agradecidas que aquellas que se creen algo o que son merecedoras de cualquier dádiva. Jesús nos enseñó a ser agradecidos, pero a la vez nos hizo ver cómo suelen responder las personas ante nuestros buenos actos de amor y desprendimiento. Realmente todos hemos experimentado esa indiferencia e ingratitud de las personas que hemos servido— ¡y en alguna ocasión nosotros mismos hemos sido ingratos con otros y desagradecidos!

     Hemos de hacer  el bien sin mirar a quien y sin esperar nada a cambio, el bien hay que hacerlo por el bien mismo. Jesús por eso dijo: “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced el bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es benigno para con los INGRATOS y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.” (Lucas 6:35).

     La mejor forma de hacerlo, es comenzando en ser agradecidos para con el Padre, Él nos ha concedido la vida, una hermosa oportunidad de poder crecer.  ¿Cuántas personas se olvidan de agradecer a Dios por la vida, la salud, la familia, la salvación, los alimentos, y cosas como éstas. Generalmente los cristianos oran poco para agradecer a Dios por lo que tienen o reciben.

     Los orgullosos dan por entendido que la gente tiene que darles cosas. Consciente o inconscientemente, piensan que tienen el derecho de recibir regalos, por eso no se admiran cuando reciben cosas buenas. Sus ojos están ciegos a todo lo bueno que el Padre celestial les da. En su orgullo ellos piensan, aun cuando no son conscientes de esto, que merecen recibir suficiente o más, que el suficiente alimento, ropa y todo lo demás que necesitan para su cuerpo y alma en esta vida. Pero si no tienen lo necesario, de repente se acuerdan de Dios y lo acusan de no darles lo que ellos esperan. Su actitud hacia Dios es como la de una persona que tiene un derecho legal sobre otra. La persona ingrata no comprende lo que es gracia cuando Dios le da lo que necesita.

     ¡Dios quiere cambiarnos para convertirnos en personas agradecidas! Dios puede hacer existir cosas que no existen, entre ellas la gratitud. Él formará en nosotros nuevas creaciones, corazones agradecidos que sean humildes, gozosos y amorosos. El agradecido quiere pagar de algún modo a los que han hecho buenas cosas por ellos y hacerlos felices. ¡Qué fulgor divino hay en el que es agradecido: el fulgor del reino de los cielos! Porque arriba le daremos gracias a Dios y lo adoraremos continuamente por todo lo bueno que Él ha hecho por nosotros. Pero sólo llegaremos allá si hemos aprendido a agradecer aquí.

     Ser agradecido es más que saber pronunciar unas palabras de manera mecánica, es dejar la puerta del corazón abierta para recibir nuevas bendiciones por la generosidad ajena; pero la gratitud no significa “devolver el favor”, porque eso sería “pagar” una deuda, metalizar el desprendimiento y las muestras de afecto que son las formas más visibles del agradecimiento, para reconocer desde el fondo del corazón las múltiples expresiones de amor porque quien agradece “lo pequeño”, recibe también “lo grande”, porque entre la persona que da y la que recibe, se establece una comunión de sentimientos que se entrelazan y enriquecen la personalidad de ambas.

     Agradezcamos a Dios el día y todos los recursos que disponemos para desarrollarlo, agradezcamos la oportunidad de poder convivir con hermanos a nuestro alrededor que nos ofrecen la oportunidad de examinar nuestra conducta, sea con acciones buenas y malas, si ellos no estuvieran nosotros no podríamos saber cómo nos comportaríamos en cualquier situación, todo lo que nos viene, hemos de aceptarlo, porque representa la oportunidad de poner en examen nuestro espíritu; ante una acción mala, responder con una acción buena, y esa debe ser nuestra actitud frente a las ingratitudes, por agradecimiento a Dios y a los hombres que se cruzan en nuestro camino, pues ellos nos muestran por nuestra forma de proceder nuestro grado de orgullo, el cual debemos superar para poder ser agradecidos.

- Mercedes  Cruz-

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Cambiar el mundo

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- ¿El Espíritu y su cuerpo fueron creados al mismo tiempo?

2,. Devolver bien por mal

3.- Legiones del mal

4.- Cambiar el mundo

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     ¿EL ESPIRITU Y SU CUERPO FUERON     CREADOS AL MISMO TIEMPO?
              

El espíritu constituye energía vivificante, formando un cuerpo astral que ya existía antes de que el cuerpo físico tomase forma, y continuará existiendo después de que el cuerpo carnal se disgregue tras la muerte.
Hay muchas evidencias de que sigue existiendo la vida después de la muerte del cuerpo, tal como atestiguan los casos de apariciones, materializaciones, mediumnidades, psicofonías, etc. En rigor filosófico, se debiera admitir que esta existencia después de la muerte, también debo suponer la existencia antes del nacimiento, pues en la eternidad futura solo puede existir lo que ya ha existido en la eternidad pasada, pues lo eterno no es solamente en sentido futuro o hacia delante, sino también en el sentido del pasado o hacia atrás.
La vida es infinita, y como energía que es, se cumple en ella el principio fundamental de toda energía postulado por la ciencia; “La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”, por lo que se puede deducir que jamás morimos ni nacimos, solamente hemos evolucionado pasando a través de diferentes etapas y dimensiones, como entes energéticos individualizados que somos, procedentes de la Única fuente de origen de toda energía universal.
Si el espíritu humano fuese creado al mismo tiempo que el cuerpo del niño o bebé al que dá vida, no tendrían explicación la presencia más tarde en este reminiscencias, intuiciones y la diversidad de aptitudes intelectuales y artísticas, así como los diversos niveles morales existentes, que por más que se pretenda, la explicación de estos hechos a través de las leyes de herencia genética, resulta insuficiente, y estos solamente encuentran globalmente una explicación completa y coherente, cuando admitiendo esa energía que vitaliza los cuerpos, como un ente preexistente a los mismos, es la que conlleva esas virtudes o aptitudes que ha ganado o adquirido en anteriores existencias físicas.
Según la teósofa Annie bessant, “La concepción de alma que pasan del no ser a la existencia con unas cualidades mentales y morales bien diferenciadas, es moralmente monstruoso, como sería también monstruoso el que los niños apareciesen repentinamente de la nada, que no naciesen de nadie, pero que presentasen tipos bien definidos de familia y raza.”
Siendo el espíritu una energía vivificante, independiente de la materia que reviste, a la que da forma y rige, podríamos considerarlo como la causa generadora de la misma siendo la materia que reviste el espíritu un efecto de la acción del mismo, sin cuya realidad no tendría sentido la existencia del cuerpo humano por sí solo.
Pues bien, considerados respectivamente el espíritu y el cuerpo como entes por separado, entre los que el primero actúa como Causa del segundo que es efecto del primero, no se puede admitir que el efecto se haya creado al mismo tiempo, ni menos aún, antes que la Causa, pues hasta que una causa no existe en sí misma, no pasa a generar el efecto correspondiente, pues cualquier causa es siempre anterior en el tiempo a su efecto.
El espíritu humano inmortal, es creación y parte de esa Energía vivificadora que llamamos Dios, y posee el germen de sus Atributos, que el ser deberá ir haciendo crecer desarrollándolo mediante su propio esfeurzo para acrecentar en sí mismo la sintonía y afinidad con la Ley Divina del Amor, y este espíritu evoluciona a través de muchas vidas y épocas, reencarnando repetidamente en tantos cuerpos que resultan su creación o efecto, y a través de los que actúan en los planos físicos, adoptando tantas personalidades humanas como pueda necesitar para ir consiguiendo poco a poco este perfeccionamiento y acercamiento hasta su Meta infinita punto de origen Divino.
- Juan Manuel Fernández Fuster-

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“Del mismo modo que te mueves y trasladas de una casa a otra, el alma pasa de un cuerpo a otro para ganar experiencias”.
-Swami Sivananda.-

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                   Devolver bien por mal


. Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. – Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, y rogad por los que os persiguen y calumnian: – para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: el cual hace nacer su sol sobre buenos y malos, y llueve sobre justos y pecadores. -Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? – Y si saludareis tan solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen esto mismo los gentiles? Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los Escribas y Fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. de 43 a 47 y 20).

2. Y si amáis a los que os aman, ¿ qué mérito tendréis? porque los pecadores también aman a los que les aman a ellos. – Y si hiciereis bien a los que os hacen bien, ¿ qué mérito tendréis? porque los pecadores también hacen esto. -Y si prestareis a aquellos, de quienes esperáis recibir, ¿ qué mérito tendréis? Porque también los pecadores prestan unos a otros para recibir otro tanto. -“Amad, pues, a vuestros enemigos: haced bien y dad prestado”; sin esperar por esto nada: y vuestro galardón será grande, y seréis hijos del Altisimo porque El es bueno aun por los ingratos y malos. – Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro padre es misericordioso. (San Lucas, cap. VI, v. 32 a 36).


3. Si el amor del prójimo es el principio de la caridad, amar a sus enemigos es su aplicación sublime, porque esta virtud es una de las más grandes victorias contra el egoísmo y el orgullo. Sin embargo, generalmente se equivocan sobre el sentido de la palabra “amor” en esta circunstancia; Jesús no entendió, por esas palabras, que se deba amar a su enemigo con el cariño que se tiene a un hermano o a un amigo; la ternura supone confianza, y no se puede tener confianza en aquél que se sabe que es capaz de hacernos mal, y no se pueden tener con él las expansiones de la amistad, porque se sabe que seria capaz de abusar de ellas; entre las personas que desconfían unas de otras, no pueden existir los arranques de simpatía que existen entre aquellos que son de una misma comunión de pensamientos; en fin, no puede tenerse el mismo placer encontrándose con un enemigo que con su amigo.

Este sentimiento es también el resultado de una ley física: la de la asimilación y de la repulsión de los fluidos: el pensamiento malévolo dirige una corriente fluidica cuya impresión es penosa; el pensamiento benévolo nos envuelve en una emanación agradable y de aquí resulta la diferencia de sensaciones que se experimentan al aproximarse un amigo o un enemigo. Amar a sus enemigos, no puede, pues, significar que no debe hacerse ninguna diferencia entre ellos y los amigos; este precepto parece difícil y aun imposible de practicar, porque se cree falsamente que prescribe que demos a ambos el mismo puesto en el corazón. Si la pobreza de las lenguas humanas obliga a servirse de la misma palabra para expresar diversos grados de sentimiento, la razón debe establecer la diferencia según los casos.

Amar a sus enemigos, no es tenerles un afecto que no está en la naturaleza, porque el contacto de un enemigo hacer latir el corazón de muy diferente modo que el de un amigo; es no tenerle ni odio, ni rencor, ni deseo (le venganza; es perdonarle “sin segunda intención y sin condición” el mal que nos hace, sin poner ningún obstáculo a la reconciliación; es desearles bien en vez de quererles ni al,alegrarse en vez de afligirse (leí bien que les acontece, tenderles una mano caritativa en caso (le necesidad, abstenerse “en palabras y en acciones” de todo lo que puede perjudicarles; es, en fin, volverles siempre bien por mal, “sin intención de humillarles”. Cualquiera que haga esto, llena las condiciones del mandamiento: “Amad a vuestros enemigos”.

4. Amar a sus enemigos es un despropósito para los incrédulos; aquel para quien la vida presente es el todo, sólo ve en su enemigo un ser pernicioso que turba su reposo y del que solo la muerte puede desembarazarle. De aquí viene el deseo de venganza. No tiene ningún interés en perdonar si no es para satisfacer su orgullo a los ojos del mundo; aun perdonar, en ciertos casos, le parece una debilidad indigna de él; si no se venga, no deja por eso de conservar rencor y un secreto deseo de perjudicarle.

Para el creyente, pero sobre todo para el espiritista, la manera de ver es muy diferente, porque dirige sus miradas al pasado y al porvenir, entre los que la vida presente sólo es un punto; sabe que por el mismo destino de la tierra, debe esperar encontrar en ella hombres malvados y perversos, que las maldades a que está expuesto forman parte de las pruebas que debe sufrir, y el punto de vista elevado en que se coloca hace que las vicisitudes le sean menos amargas, ya provengan de los hombres o de las cosas; “si no murmura de las pruebas, tampoco debe murmurar de los que son instrumentos de aquellas”; si en vez de quejarse da gracias a Dios porque le prueba, “debe también dad gracias a la mano que le proporciona ocasión de manifestar su paciencia y su resignación”.

Este pensamiento le dispone naturalmente al perdón; siente, además, que cuanto más generoso es, más se engrandece a sus propios ojos y se encuentra fuera del alcance de los tiros malévolos de su enemigo. El hombre que ocupa un puesto elevado en el mundo, no se considera ofendido por los insultos de aquél a quien mira como inferior, lo mismo sucede con el que se eleva en el mundo moral sobre la humanidad material; comprende que si odio y el rencor le envilecerían y le rebajarían ; luego, para ser superior a su adversario, es preciso que tenga el alma más grande, más noble y más generosa.

Allan Kardec
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”

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             LEGIONES  DEL  MAL 

"Y le preguntó: ¿Cual es tú nombre? - A lo que  él  respondió: Legión es mi nombre, porque somos muchos." - (Marcos, 5:9.)

El Maestro legó una  inolvidable lección a los discípulos en este pasaje de los Evangelios.
Dispensador del bien y de la paz, se aproxima Jesús al Espíritu perverso que tú recibes desesperado.

Cristo no se impacienta e indaga cariñosamente por su nombre, respondiéndole el interpelado: "Me llamo Legión, porque somos muchos".

Los aprendices que lo seguían no supieron interpretar la escena, en toda su expresión simbólica.  Y hasta hoy se pregunta por el contenido de la ocurrencia con justificable extrañeza.

Es  que el Señor deseaba transmitir inmortal enseñanza a los compañeros de  su tarea redentora.

Al frente del Espíritu delincuente y perturbado,  este  era solamente  uno, el interlocutor, pero  se dominaba "Legión" porque  representaba  a una mayoría abrumadora, que personificaba la masa vastísima de las intenciones inferiores y criminales. Revelaba el Maestro que, por indeterminado tiempo, el bien estaría en proporción muy inferior  comparado al mal  que se presentaba en aludes arrasadores.

Si  te encuentras, pues, al servicio de Cristo en la Tierra, no te olvides de perseverar en el  bien, dentro de todas las horas de la vida, convencido de que el mal se hace sentir alrededor, a la manera de legión amenazadora, exigiendo profunda serenidad  y  gran confianza en Cristo, con trabajo y vigilancia, hasta la victoria final.

Reflexión.-   Ante este pasaje del Evangelio, se pueden sacar algunas conclusiones:
En primer lugar, es preciso recordar que existe y nos rodea  todo un mundo espiritual, que en esta fase evolutiva de nuestro planeta, denominamos como  “ astral inferior”, precisamente por existir en una franja cercana a la corteza terrestre, en una vecindad inmediata que se interpenetra con los espíritus encarnados que en ella habitamos. Este plano invisible a nuestros ojos, pero no por eso menos real, está formado por innumerable cantidad de seres espirituales, que se agrupan por una malévola afinidad  con el objetivo de trasladar su desesperación por permanecer en  las  tinieblas , cegados por la cercanía de la materia que ya no tienen ni alcanzan, y  por eso su envidia , malquerencia y hasta odio hacia el ser humano en general, al cual tratan de apartar de una posible felicidad,  tratando de dominarlo, llevándolo  a su terreno de odio  y  tristeza. Estos agrupamientos  de seres espirituales en lamentable estado son los que ante Cristo se identifican como “Legión”, y ocultados tras su invisibilidad ante  el ser humano, se gozan en poner celadas para nuestra caída en sus vibraciones mentales  inferiores. Son los demonios de las religiones, de la misma clase  que los que  expulsó alguna vez Jesús fuera de algún “endemoniado”.
     Ante el conocimiento de su existencia y presencia real, deberíamos ser más  conscientes de ello y permanecer  sin darles opción de  influenciarnos con su influencia negativa.
     También debemos tener  en cuenta de que en el Universo todo es una permanente vibración en muy diversas frecuencias y que existe una Ley de Atracción o Afinidad que las regula, y esta protección de ellos  la conseguiremos  por medio de mantenernos  cada uno en un estado de vibración mental y espiritual positiva, o sea, diferente y  más elevada que  la de ellos.  Para ello será necesaria  la  oración y la unión permanente con  nuestros Guías  espirituales, con Jesús , en sintonía  con el  mismo Padre Celestial,  lo cual nos dará las fuerzas y la Luz espiritual necesarias para  salir victoriosos de estos embates,  pero  no debemos bajar nunca la guardia  pues ellos, aunque a distancia, no dejan de acecharnos  y esperan el  mínimo momento de descuido o debilidad para penetrar  en nuestra psiquis, influenciándonos negativamente, al igual que el viento penetra por  cualquier  resquicio.
     En segundo lugar, también debemos tener en cuenta que en este mundo de expiaciones y de pruebas, ciertamente abunda mucho más el mal que el  bien; más todavía en los tiempos actuales que atravesamos ahora,  en los que  tantos acontecimientos trágicos  y pruebas humanas difíciles se están precipitando cada vez más  con mayor profusión, debido a las sacudidas  producidas por el  esperado cambio de ciclo evolutivo del planeta en el que ya estamos inmersos y en donde como sabemos, finalmente  el grano, o sea el Espíritu con suficientes méritos , deberá ser separado de la paja, o sea del mal. En estas circunstancias que rodean actualmente a la sociedad humana, debemos ser conscientes de qué es lo que en el fondo nos está  aconteciendo y sus consecuencias, optando por la elección más sabia de no dejarnos arrastrar por el lodo del materialismo , del comodismo, la  desesperanza  y  la falta de unos objetivos  elevados de carácter espiritual, claros y definidos. Así, en medio de  las posibles acometidas de tantas legiones del mal, debemos tener conciencia clara de nuestro papel en la vida y nuestra responsabilidad,  esforzándonos por ser, ahora más que nunca, la “ sal de la Tierra”, actuando con nobleza y con nuestro ejemplo positivo de una actitud siempre ética, y cuando llegue el caso, también con nuestra palabra esclarecedora, pues tenemos el compromiso de ayudar y favorecer siempre por todos medios, y no esconder la Luz del conocimiento, del cariño y del consuelo, debajo del celemín, según otra parábola de Jesús.
     Sabemos que en nuestro mundo  parece que hay mucho más mal que bien, y ciertamente todavía es así , porque vemos como el egoísmo y el desamor son moneda  corriente, como también es muy cierto que el mal es  mucho más ruidoso  y llamativo,  haciéndose  notar más. El bien sin embargo, también es  muy  abundante, pero suele pasar más desapercibido, porque es callado y silencioso,  coexiste con el mal  como si pasara de puntillas, sin hacer ruido,  por lo que a veces no  se nota su presencia, pero no por eso deja de  existir y estar también presente. Vemos como entre  la masa de gentes sufridas, calladas y a veces  hasta  un poco ignorantes , existen valores sorprendentes de  sencillez, solidaridad, caridad, abnegación, humildad, etc, lo cual nos puede inducir a creer con fundamento que el ser humano tiene un horizonte luminoso; que en medio de tanta negatividad,el  bien también abunda, y aunque no siempre se le distingue, ahí está  silencioso pero firme, en  la conciencia colectiva de tantos grupos humanos, que a su vez también permanecen influenciados y alimentados mentalmente  por grupos o legiones del bien, espíritus buenos o positivos  con los que sintonizan.
  Ciertamente el mal además de ser ruidoso y de hacerse notar, abunda en todos los niveles: en lo que se refiere a influencias espirituales, y en lo que se refiere a  las pruebas duras o difíciles que el ser humano genera con su actitud equivocada o con sus errores al transitar fuera del camino del Amor, y que  a nivel humano también se le llama mal, cuando su presencia  suele indicar  muchas veces, nuevas oportunidades de rectificar actitudes  y de alcanzar finalmente un bien. Por eso es que la presencia  del mal es tan popular y tan constante, que se llega a decir  popularmente  al respecto: “ Bienvenido seas mal, si vienes  solo”, y es que verdaderamente cuando se manifiesta  en cualquier sentido, lo hace con abundancia y proliferación porque  es el elemento que caracteriza  todavía a nuestro mundo actual. Por eso, estemos prevenidos ante él, y demos gracias al Padre cuando seamos capaces de sentir que esta presencia del mal no nos ha derrotado con  sus envites , porque con la ayuda  del Padre y de los buenos espíritus, estas pruebas a las  que humanamente se les puede  llamar mal, o que pueden parecer un  mal,  nos han fortalecido, por lo que  hemos sido capaces de transmutarlo en un bien con  nuestra actitud  positiva y transformadora.
     Finalmente, no olvidemos que  a pesar de las apariencias, podemos considerar que, definitivamente, el mal no tiene existencia propia, sino que simplemente es la ausencia del bien, tal como la oscuridad es ausencia de  luz. Por tanto seamos cada uno como antorchas vivas que iluminemos nuestras vidas y las de quienes nos acompañan en el camino.

- José Luis Martín-

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                          CAMBIAR EL MUNDO

(PSICOLOGÍA DEL ESPÍRITU)

 CAMBIA TÚ SI QUIERES QUE EL MUNDO CAMBIE: DIALÉCTICA DE LO MORAL Y LO SOCIAL 

    En sus reflexiones acerca de las bases espirituales sobre las cuales se ha de sustentar una sociedad más justa, libre y fraterna, decía Léon Denis que “la cuestión social es en última instancia una cuestión moral”. No podía ser más preciso el ilustre escritor francés a quien tanto preocupaba la necesidad de presentar al espiritismo como una filosofía transformadora de la conciencia humana y en consecuencia de la sociedad en que los seres humanos viven y conviven. Siendo así que la crisis mayor del mundo es la crisis moral, reiteraba que no es posible concretar la edificación de una sociedad mejor si tal proceso no comienza por la transformación interior de las personas que la forman en cuanto a sus principios, valores y comportamientos. En esta idea nuclear se resume la concepción espírita en torno de la intrínseca e indisoluble relación dialéctica que conecta la moral con lo social. 

    Desde sus inicios y afirmado en una concepción inmortalista y reencarnacionista, el espiritismo marcó distancia por igual tanto con nociones teológicas como con doctrinas materialistas, a las que considera visiones parciales, insuficientes o erróneas de la complejidad humana, por no abarcar en su conjunto la participación e interacción de los diversos factores de naturaleza espiritual, biológica, psicológica, cultural, sociológica, ética y moral que intervienen en la constitución humana. A diferencia de las religiones que reservan la felicidad personal para la condición post mortem del alma y dejando todo a cargo de Dios tienden a desentenderse de las injustas y degradantes condiciones que gravitan sobre la vida de la mayoría de la humanidad, o de las doctrinas materialistas que por rechazar toda idea relativa a la trascendencia espiritual reducen los procesos sociales a los conflictos por intereses económicos y políticos o a las determinaciones de la producción y el consumo, el espiritismo promueve y respalda todos los avances que se traduzcan en el mejoramiento de la vida de las personas, teniendo como horizonte la construcción de sociedades libres, justas, equitativas, prósperas, fraternas, felices, y en un todo, apegadas al cumplimiento de los derechos humanos. 

Por este motivo puede apreciarse que el espiritismo representa una valiosa fuente de enseñanzas no sólo en lo que respecta al más allá, sino en todo cuanto se relaciona con los asuntos de la vida corpórea, haciendo énfasis en que la mejor organización social es la que se inspira en la ley del amor, de la cual se deriva la genuina justicia, solidaridad y fraternidad. 

En virtud del carácter racionalista y práctico que Kardec imprimió a la filosofía espírita, ella no quedó reducida a un ámbito exclusivamente  especulativo como si se tratara de una abstracción metafísica, sino que adoptó un sentido normativo al establecer pautas concretas para la vida del ser humano en la sociedad. 

El espiritismo lleva consigo, esencialmente, una dinámica humanista y esto se pone de relieve en muy diversos textos como sucede con las denominadas “Leyes Morales” contenidas en la tercera parte de El Libro de los Espíritus. En un esquema didáctico quiso Kardec resumir en diez leyes fundamentales una orientación general para interpretar los fenómenos sociales en su indispensable relación con las condiciones morales de sus protagonistas: Ley de adoración, ley del trabajo, ley de reproducción, ley de conservación, ley de destrucción, ley de sociedad, ley de progreso, ley de igualdad, ley de libertad, ley de justicia, amor y caridad. Con esta comprensión amplia que vincula íntimamente la moral con el hecho social, el espiritismo señala un camino concreto para ir al encuentro de soluciones honestas y eficaces para los problemas humanos, conciliando los factores sociales, económicos y políticos con la dimensión espiritual, otorgándole sentido a la continuidad de la vida después de la muerte y el interminable proceso evolutivo que se desenvuelve a través de sucesivas existencias. 

Del reconocimiento de la indisoluble relación e interacción entre lo moral y lo social se desprende que quienes mejor pueden impulsar esas transformaciones sociales positivas son aquellos que están animados por una conciencia moral elevada, sin obviar, por supuesto, una suficiente preparación intelectual. Es axiomático que nadie puede dar lo que no tiene. Y esto cobra mayor relevancia cuando se hace referencia a los líderes a quienes corresponde dirigir agrupaciones sociales, empresas privadas, partidos políticos, la administración de los asuntos de cada comunidad o el gobierno de las naciones. Es difícil concebir una dirección responsable, honesta, recta y justa de las actividades públicas o privadas por parte de ciudadanos cuya conciencia no está en armonía con los principios básicos de la honradez, la decencia, la lealtad, la vocación de servicio, la solidaridad, la generosidad, la coherencia entre lo que se predica y lo que se practica. 

Conviene advertir que el cambio moral de que habla el espiritismo como base del cambio social, no ha de interpretarse en un sentido quietista como si se tratara de un proceso mecánico o automático. No basta el “buenismo” de las personas para que de manera cuasi mágica el mundo se torne mejor.

 No es siguiendo dócilmente un recetario de autoayuda como ese objetivo podrá alcanzarse. De lo que se trata es que los seres humanos, renovados en sus valores, agitados por una conciencia crítica, vibrando en la compasión y el sentimiento de dolor de los otros, se sacudan el egoísmo y la apatía, venzan el conformismo y la indiferencia, y movilicen con entusiasmo y energía su voluntad y su esfuerzo cotidiano al servicio de la transformación de la sociedad. Siendo cierto que cada individuo decide de acuerdo con lo que dicta su conciencia espiritual, síntesis de su evolución reencarnatoria, no es menos cierto que dicho dictado cobra pleno sentido en el marco de los valores y normas de la sociedad que le acoge en cada una de sus existencias. Es por esto que la conducta moral orienta o indica el tipo de organización a la que se aspira. 

Una sociedad mejor, en términos generales, demanda un mínimo moral irrenunciable,  que más allá de credulidades o descreimientos, señale por lo que vale la pena vivir y luchar. Como enfoques prácticos de lo anterior, cabe aludir en primer lugar a la familia, espacio privilegiado para conseguir cotas progresivamente mayores de humanización de sus integrantes. Los padres tienen la importantísima obligación de educar a sus hijos y la sociedad debe considerarlos como los primeros y principales educadores de los mismos. El cumplimiento de este deber es de tanta relevancia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. 

En un ambiente hogareño sano, física y psíquicamente, es donde mejor se imparten y se modelan las cualidades esenciales de los niños y de los jóvenes para fortalecer una personalidad afincada en los más elevados y nobles principios: amor al prójimo, cultivo honesto de los sentimientos, integridad del comportamiento, sinceridad en las palabras, lealtad con el compromiso adquirido, rectitud en la vida ciudadana, disposición para el trabajo, y en general, todo lo que entraña la práctica de las virtudes. 

 En segundo lugar, un factor fundamental de la transmisión de las enseñanzas morales a las nuevas generaciones es el sistema educativo que canaliza las responsabilidades e iniciativas de la sociedad. 

El Estado debe garantizar la formación humana integral y la diversidad de saberes a través de la institución escolar, la cual ha de ser laica por definición, a fin de garantizar una educación libre de dogmas, así como el derecho a la libertad de pensamiento, la tolerancia entre los educandos, y el debido respeto, tanto a los docentes como a las particulares creencias religiosas, filosóficas o éticas, que han de ser impartidas en los hogares conforme a las preferencias de las familias. 

Y para completar el rol que desempeñan la familia y la escuela, hay que recalcar que la acción política comporta en grado sumo un conjunto de exigencias morales. Sin una conciencia limpia y sin una voluntad ética, la actividad política degenera, tarde o temprano, en un poder destructor. Por todas partes del mundo se encuentran lamentables ejemplos del empleo degenerado, despótico y corrupto del poder. Las exigencias éticas se extienden tanto a la gestión pública en sí misma como a las personas que la dirigen o ejercen. Son, por lo tanto, el ánimo de auténtico servicio y la prosecución decidida del bien común, los que justifican y pueden reivindicar a quienes se dedican a la actividad política, que justamente los pueblos demandan y necesitan. 

Insistiendo en el cambio personal como requisito y sustrato del cambio social, y admitiendo a la vez que la propia sociedad, con sus determinaciones económicas, políticas y jurídicas, con sus valores culturales, religiosos o morales, con sus creencias, tradiciones o costumbres dominantes, sometida sin cesar a procesos dinámicos de transformaciones, ejerce una poderosa influencia sobre cada ser humano, en el marco de un proceso de interacción dialéctica, el espiritismo, auténticamente kardecista, laico, librepensador, humanista, progresivo y progresista, ha de colocarse siempre en una perspectiva que le permita interpretar adecuadamente los signos de los tiempos y responder con firmeza a los desafíos del mundo moderno a partir justamente de su relación con la trascendencia espiritual del ser humano.   

Jon Aizpúrua 

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