miércoles, 15 de marzo de 2023

Fotografías de espíritus

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- ¿ Existen los Espíritus ? ( 2)

2.- La crisis de la muerte

3.- La doble naturaleza humana

4.- Fotografías de Espíritus

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¿ EXISTEN LOS ESPÍRITUS ? ( 2)


( Viene del anterior)                           


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Afirmemos, incluso, que las almas sólo llegan al grado supremo mediante los esfuerzos que realizan para mejorar, y tras una serie de pruebas que son adecuadas para su purificación; que los ángeles son las almas que han llegado al grado más elevado de la escala, grado que todas pueden alcanzar mediante la buena voluntad; que los ángeles son los mensajeros de Diosencargados de velar por la ejecución de sus designios en todo el universoy que se sienten felices de desempañar esas misiones gloriosas.

De ese modo, habremos dado a su felicidad un fin más útil y atrayente que el que consiste en una contemplación perpetua, que no sería más que una perpetua inutilidad.

Digamos, por último, que los demonios son simplemente las almas de los malos, que todavía no se han purificado, pero que pueden llegar, como las otras, al más alto grado, y esto parecerá más acorde con la justicia y la bondad de Dios que la doctrina que los presenta como seres creados para el mal y para estar perpetuamente dedicados a él.

   Una vez más, eso es lo que la razón más severala lógica más rigurosa, el buen sentido, en suma, puede admitir.

   Ahora bien, esas almas que pueblan el espacio son, precisamente, lo que  denominamos Espíritus.

   Por consiguiente, los Espíritus son las almas de los hombres despojadas de su envoltura corporal.

  Si los Espíritus fueran seres aparte, su existencia sería más hipotética. En cambio, si se admite que las almas existen, también se debe admitir a los Espíritus, que no son otra cosa sino las almas.

   Si se admite que las almas están en todas partes, habrá que admitir que los Espíritus también lo están.

   No se podría, pues, negar la existencia de los Espíritus sin negar la de las almas.

   Por cierto, esto no deja de ser una teoría, aunque más racional que la otra.

   Sin embargo, ya es mucho que se trate de una teoría a la cual ni la razón ni la ciencia contradicen.

ADN código genético

Además, si la corroboran los hechos, tiene a su favor la sanción de la lógica y de la experiencia.

Hallamos esos hechos en los fenómenos de las manifestaciones espíritas, que constituyen, de ese modo, la prueba patente de la existencia y la supervivencia del alma.

No obstante, la creencia de muchas personas no va más allá de ese punto: admiten la existencia de las almas y, por lo tanto, la de los Espíritus, pero niegan la posibilidad de que nos comuniquemos con ellos, en virtud de que –según dicen– los seres inmateriales no pueden obrar sobre la materia.

   La duda se debe a que ignoran la verdadera naturaleza de los Espíritus, acerca de los cuales suelen formarse una idea muy falsa, pues erróneamente se supone que son seres abstractos, difusos e indefinidos, lo que no es verdad.

   En primer término, imaginemos al Espíritu en su unión con el cuerpo.

   El Espíritu es el ser principal, puesto que es el ser que piensa y sobrevive. El cuerpo no es más que un accesorio del Espíritu, una envoltura, una vestimenta que abandona cuando está gastada.

   Además de esa envoltura material, el Espíritu tiene una segunda, semi-material, que lo une a la primera.

Cuando se produce la muerte, el Espíritu se despoja del cuerpo, pero no de la otra envoltura, a la cual damos el nombre de periespíritu.

    Esa envoltura semimaterial, que adopta la forma humana, constituye para el Espíritu un cuerpo fluídico, vaporoso, pero que, por el hecho de que sea invisible para nosotros en su estado normal, no deja de tener algunas de las propiedades de la materia.

                  Por consiguiente, el Espíritu no es un punto, una abstracción, sino un ser limitado y circunscrito, al que sólo le falta ser visible y palpable para asemejarse a los seres humanos.

¿Por qué, pues, no podría ejercer una acción sobre la materia?

¿Acaso por el hecho de que su cuerpo es fluídico?

    Sin embargo, ¿no es entre los fluidos más rarificados, incluso entre los que se consideran imponderables, como la electricidad, donde el hombre encuentra sus más poderosos motores?

   ¿Acaso la luz, que es imponderable, no ejerce una acción química sobre la materia ponderable?

   No conocemos la naturaleza íntima del periespíritu. Con todo, imaginemos que está constituido de materia eléctrica, o de otra tan sutil como esa.

 ¿Por qué razón, si lo dirige una voluntad, no habría de tener la misma propiedad
de dicha materia?

   Dado que la existencia del alma y la existencia de Dios, que son consecuencia una de otra, constituyen la base del edificio, antes de que demos comienzo a un debate espírita es conveniente que sepamos si nuestro interlocutor acepta esa base.

( Continúa y finaliza en el siguiente)

- Sociedad española de divulgadores espíritas -

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          LA CRISIS DE LA MUERTE 

                                      



    La entidad que se comunicaba designada aquí por el seudónimo de “Amicus”, conforme al deseo expreso de la misma, fue en vida el Rev. A.K. Stokwell, muerto hacía más de cuarenta años antes.
    Después de dar pruebas suficientes de identificación personal se consagró enteramente a su misión, que consistía en transmitir a los vivos enseñanzas como las que aquí nos ocupan y que forman una exposición admirable, aunque sumaria, de las modalidades de existencia espiritual. Relata de la manera siguiente sus primeras impresiones al respecto.
    Cuando me hallaba en el mundo de los vivos, jamás llegué a concebir la existencia de ultratumba. Tenía sobre eso ideas confusas o inciertas que giraban en torno a las concepciones habituales de un “paraíso” reservado a los que conseguían “salvarse” y de un “infierno” listo para tragarse a los “malos”. En mi tiempo, generalmente se ignoraba la posibilidad de comunicación con los Espíritus de los muertos. No había, pues, más que construir teorías y tener fe en Dios. Era la fe lo que yo tenía.
     En estas condiciones es inútil decirte que, cuando me encontré en el mundo espiritual, quedé profundamente admirado frente a la realidad. Me vi acogido, reconfortado y ayudado por personas que yo conocí en la Tierra y que me precedieron en el gran viaje. Pero, lo que constituyó para mi la alegría de aquella hora fue el encontrarme con mi querida compañera de toda mi existencia, la cual de inmediato se dedicó a prodigarme, en el medio espiritual, las delicadas atenciones y las ternuras afectuosas que me dispensaba en el medio terrestre. Mis primeros pasos en la morada celeste fueron vigilados por esa afectuosa guía. Puedo afirmar que mi primera impresión en el mundo espiritual fue la prueba de que la estima y la devoción de mi compañera no habían disminuido por consecuencia de la muerte, ya que se renovaron para mí con toda la conmovedora espontaneidad que las caracterizaba en el medio terrestre. Yo sentía que efectivamente había vuelto la dulce vida familiar del período más dichoso de mi existencia; aunque, esta vez gozaba más la felicidad por causa de la alegría suprema de la reunión celeste, después de la larga separación terrena.
    Observaré a ese respecto que la narración de lo que experimenté no es más que un episodio normal experimentado por toda la gente en el medio espiritual; la muerte no puede eliminar el afecto, ni impedir la reunión de dos almas que se amaron en la Tierra. Naturalmente nuestro afecto recíproco tenía por fundamento muchas cualidades espirituales comunes a ambos. No obstante, en estos últimos tiempos, el camino que conduce a nuestra elevación espiritual se bifurcó; ambos, no obstante, nos sentimos dichosos de que sea así.
    Uno de los primeros descubrimientos que hice después de mi muerte fue el de mí mismo.
    Mi verdadera individualidad se desarrolló ante mis ojos en toda la crudeza de sus colores, revelación esta que no fue precisamente halagadora.
    El proceso de la muerte física y del renacimiento espiritual es muy interesante e incluso bello. Normalmente a partir del instante en que las funciones corporales comienzan a cesar, proceso que puede durar bastante tiempo, los sufrimientos del cuerpo y las ansiedades del Espíritu paran y van pasando gradualmente a condiciones de inconsciencia absoluta. Más tarde, una vez traspasada la crisis de la muerte, se opera el pleno despertar de la conciencia; el muerto renace entonces hacia una nueva existencia y comienza a desarrollar su actividad en un medio nuevo. Siempre pasa que,
providencialmente, el Espíritu desencarnado no se percibe de que muere; a veces cuando lo nota queda terriblemente trastornado, especialmente si la muerte cortó lazos afectivos muy fuertes. Pero no llega al medio espiritual desamparado; casi nuca se queda entregado a sí mismo; todos los Espíritus, casi sin excepción, al salir de la crisis de la muerte son acogidos por los guías más indicados para reconfortarlos, aconsejarlos y asistirlos.
    ¿Dónde va a encontrarse el Espíritu recién nacido? He aquí la respuesta: entró en el estado de conciencia único posible según sus condiciones morales, intelectuales, espirituales.
    El medio que lo recibe está determinado por el grado de espiritualidad en el que se encuentra. A través de la muerte gana la morada espiritual que preparó para sí mismo; no puede ir a ninguna otra parte. Son sus calificaciones espirituales que lo hacen gravitar, con una precisión infalible, hacia las condiciones de existencia que corresponden matemáticamente a sus méritos y desmerecimientos. La gran “ley de afinidad” regula este proceso inexorable. El hombre, después de la muerte, va para el lugar que para sí mismo preparó; no podría ser de otro modo. Se une a los que se le parecen; gravita hacia las legiones espirituales entre las que se encontrará enteramente a gusto, como en su propio medio, como en su casa.
    Su futura morada está en el círculo de su alma; sus compañeros espirituales son los seres semejantes. En otros términos; el Espíritu desencarnado por efecto de la ley bienhechora y justa de la “afinidad”, gracias a la cual “cada uno atrae a su semejante”, gravita para el único medio que se adapta a sus condiciones evolutivas, a su elevación moral, a su cultura intelectual. Conforme él mismo las creó por su actividad terrestre. Va a donde forzosamente tiene que ir.
    Ahora estará bien que te diga dos palabras acerca de la naturaleza de la sustancia empleada para las construcciones, o creaciones, en el medio espiritual, así como sobre los métodos usados. Nuestro mundo es el del pensamiento; todo lo que en él se mueve, toca y usa es una creación del pensamiento. Nuestro cuerpo espiritual es una creación substancial del pensamiento; y de nuestro propio cuerpo que, sin ningún prejuicio para nuestra individualidad, exteriorizamos, lo que nos es necesario para el ejercicio de la actividad objetiva. Alrededor toman forma las creaciones del pensamiento, fundidas y armonizadas con las creaciones pensadas por los otros. Entre esas creaciones algunas son exteriorizaciones inconscientes del pensamiento espiritual; otras provienen de la fuerza creadora del pensamiento guiado por la voluntad para fines determinados.                Somos seres construidos de pensamientos, existiendo en un mundo creado por el pensamiento. Naturalmente los que habitan en el mundo terrestre, tan radicalmente diferente al nuestro, tienen dificultad para comprender, e incluso para creer en estas revelaciones. Pero te afirmo que los procesos funcionales que acabo de mencionar son muy simples, muy naturales y extraordinariamente eficaces... Estas enseñanzas espirituales que ahora apenas comenzamos a dar a los vivos constituyen una de las muchas cosas a cuyo respecto Jesús, afirmó que “aquella generación y aquella época no estaban maduras para recibirlas.”

Ernesto Bozzano. Médium Ernest H. Peckam.

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    LA DOBLE NATURALEZA HUMANA

    Si se consideran todos los puntos de contacto existentes entre el hombre y los irracionales,- ¿no cabría pensar que el ser humano posea dos almas, a saber: el alma animal y el alma espírita, y que si no tuviera esta última podría vivir igual que las bestias? Dicho de otro modo: ¿no se puede pensar que el animal es un ser semejante al hombre, excepto que no posee el alma espírita? De lo cual ¿no resultaría que los instintos buenos y malos del hombre serían el efecto del predominio, en él, de una de esas dos almas…?
- No, no tiene el hombre dos almas. Pero el cuerpo posee sus instintos, que son el resultado de las sensaciones de los órganos. Sólo hay en él una doble naturaleza: la naturaleza animal y la espiritual. Por su cuerpo, participa de la naturaleza de los animales y de los instintos que a éstos caracterizan. Por su alma, participa de la naturaleza de los Espíritus.605 a. 

   De manera que, además de sus propias imperfecciones, de las que debe el Espíritu despojarse, ¿tiene que luchar también contra la influencia de la materia?
- Así es. Y cuanto más imperfecto sea el estado en que se encuentre, tanto más estrechos serán los lazos existentes entre el Espíritu y la materia.


EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC

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              Fotografías de Espíritus
              
                                                             


                
El diccionario Larousse Ilustrado nos define la Fotografía como la acción, manera y arte de fijar, mediante la luz, la imagen de los objetos sobre una superficie sensible, como una placa, una película, papel, etc.

Es muy interesante observar que en general los avances tecnológicos y científicos que observamos en el plano de la vida física, con certeza son impulsos que provienen de la espiritualidad.

De ello tomaron nota varios autores espíritas que en sus obras relataron hechos, situaciones y fenómenos ocurridos en torno a las fotografías de la época. Entre estos autores resaltamos a Allan Kardec, Gabriel Delanne, León Denis, Alexander Aksakof y Arthur Conan Doyle.

Fue Allan Kardec quien primero resaltó el tema a través de la Revista Espírita, en dos artículos publicados en julio de 1858 (Año I No 7) titulados: «Un nuevo descubrimiento fotográfico» y «Consideraciones sobre la fotografía espontánea.» El primero narra el caso del Sr. Badet, fallecido por una enfermedad el 12 de noviembre de 1857, cuya imagen apareció impresa posteriormente en un vidrio de la ventana de su casa donde solía pararse a ver los transeúntes de la calle. Dice Kardec al final del artículo: «…le daremos el nombre provisorio de fotografía espontánea». Y complementa en el segundo artículo: «Es pues, un efecto puramente físico, que presagia un nuevo paso en la ciencia fotográfica». Y explica Kardec el fenómeno en relación a la acción del periespíritu.

Posteriormente en marzo de 1863 en la Revista Espírita (Año VI Vol. 3) escribe otro artículo que con más precisión denominó: «Fotografía de los Espíritus», donde comenta y analiza una noticia aparecida en un periódico de la época (Courrier du Bas-Rhin. Enero 1863) que describe las experiencias iniciales del Sr. William Mumler de Boston, quien tomaba fotografías de los difuntos evocados. Mumler mismo describe lo ocurrido cuando estaba probando un nuevo aparato fotográfico en su propio laboratorio y para ello se estaba tomando a sí mismo una fotografía. Grande fue su admiración cuando en la placa fotográfica apareció la imagen de una segunda persona, que no era otra sino la de su prima ya muerta. Numerosos habitantes de Boston se hicieron tomar fotos de Mumler donde aparecían imágenes «espectrales». Kardec se refiere

entonces a estos fenómenos con prudencia y afirma: «Los Espíritus anunciaron manifestaciones de un nuevo orden, todavía más sorprendentes que las conocidas. Ésta estaría por cierto, en este grupo.»


También León Denis, el Maestro de Tours, abordó el tema de las fotografías de los Espíritus en el capítulo XX Apariciones y materializaciones de los Espíritus, de la segunda parte del libro «En lo Invisible». Dice Denis allí: «Mumler, fotógrafo de profesión, obtenía en una placa la imagen de personas difuntas. Se intentó un proceso contra él, acusándole de superchería, más no se pudo descubrir fraude alguno y el fotógrafo ganó el proceso. La investigación judicial no sólo demostró el hecho de que se habían producido en las planchas figuras humanas que los ojos no veían, sino que doce testigos declararon haber reconocido en tales figuras la imagen de parientes suyos ya fallecidos. Además, otros cinco testigos, entre los cuales estaba el gran juez Edmonds, declararon que se habían obtenido imágenes, que fueron reconocidas exactas, en casos en que las personas representadas, no habían sido nunca fotografiadas durante su vida terrena.»
Este último hecho consideramos cobra más fuerza y validez con relación a las imágenes fotográficas obtenidas, porque en estos casos se podía afirmar que no había forma de hacer trucos o engaños, porque no existía ninguna imagen de la persona en vida, pues era la primera vez que se fotografiaba pero ahora como Espíritu.

Es interesante que Alexander Aksakof acuñó el término «Fotografía trascendente» como deja constancia en el capítulo I de su obra Animismo y Espiritismo Vol. I, y la describe como aquella que: «(...) consiste en la emisión de rayos luminosos, que no producen reacción alguna sobre nuestra retina, sin embargo actúan sobre la placa sensible de un aparato fotográfico.» Narra las experiencias fotográficas realizadas entre 1872 y 1873 por el Sr. Beattie, a quien Aksakof conoció personalmente y de sus manos recibió una colección de fotografías y documentos como cartas que fueron publicadas en el British Journal of Photography de junio de 1872. Y concluye Aksakof afirmando: «La fotografía puede ofrecernos todos los elementos requeridos para demostrar que los fenómenos mediúmnicos no representan siempre un carácter subjetivo, que un cierto numero de ellos ofrecen todos los atributos de la realidad objetiva. Por ese medio se nos torna posible obtener la prueba de la existencia de formas o de seres invisibles inteligentes.»

«Fotografía Espiritista» es el título del Capitulo 19 de la obra «Historia del Espiritismo» escrita por el insigne literato Arthur Conan Doyle. En él describe las experiencias de los más reconocidos «fotógrafos psíquicos», como fueron llamados en este campo de la investigación, tales como: Guillermo H. Mumler, Ricardo Boursnell, Tomas Slater, Parquer, Buguet, etc. También, Doyle los denominó, los «médiums fotógrafos». En una actitud prudente, al estilo de Kardec, al final del capítulo, concluye: «el autor confía contribuir modestamente a la mejor comprensión del mecanismo de la fotografía de Espíritus, rama indudable de la ciencias psíquicas, como todo investigador serio puede apreciar. Sin embargo, no negamos que a veces se ha convertido en instrumento de desaprensivos, ni afirmamos que porque sean auténticos los resultados de un médium, haya que aceptar sin restricción ni discusión todo.»

Por último queremos enunciar en este artículo a otro de los continuadores de la obra Kardeciana, Gabriel Delanne, quien en su obra «El Alma es Inmortal» nos habla de «La fotografía de los Espíritus» (Cap. III Pág. 195). Con la precisión que caracteriza a este autor, nos legó en este tratado que: «la prueba fotográfica tiene un valor documental de una importancia extrema, porque demuestra que la famosa teoría de la alucinación es notoriamente inaplicable a estos hechos. La placa sensible es un testigo científico que certifica que el alma sobrevive a la disgregación del cuerpo, que conserva su forma física en el espacio y que la muerte no determina su destrucción.»

Durante mucho tiempo las fotografías dependían del proceso de revelado, a través de placas con químicos sensibles, que permitían dichas manifestaciones, seguramente los fluidos periespirituales semimaterializados invisibles al ojo humano, pero sensibles a las placas generaban las impresiones respectivas. Hoy en día que la tecnología ha dado grandes pasos y nos encontramos en la era de la fotografía digital, al parecer los Espíritus encuentran un terreno más apropiado para sus manifestaciones tangibles, pues pueden hacerlo en cualquier parte cuando las condiciones así lo permitan. Es así que encontramos personas que captan con su cámara de un celular una imagen que no pueden explicar, otros que con una cámara fotográfica digital registran una silueta luminosa, o en el mejor de los casos la figura completa de un Espíritu que se hace presente en la fotografía por alguna causa especial.

En las siguientes fotografías encontraremos casos de Espíritus que se hicieron presentes en ellas. Son
fotografías transcendentes como las llamó Aksakof, pero obtenidas espontáneamente.


Es probable que estemos ad portas de una nueva manifestación universal de los Espíritus, usando ahora los terrenos tecnológicos que la ciencia ahora les propicia. Primero fue a partir de 1848 (siglo XIX) con las manifestaciones de la eclosión mediúmnica de Hydesville, fenómenos de tiptología, mesas danzantes y parlantes, que llegaron hasta Europa. La segunda gran manifestación la encontramos en los experiencias y desarrollos de la Transcomunicación instrumental que empezaron en la década de 1960 (siglo XX) hacia delante, con grandes logros en la obtención de voces, imágenes y sonidos de los planos espirituales. En este siglo XXI de la era digital y la telecomunicaciones, parece ser un tiempo propicio para generar un impacto más masivo, porque casi todo el mundo tiene a su alcance aparatos digitales como cámaras y celulares que han permitido captaciones en diferentes lugares del planeta, de imágenes transcendentes que involucran personajes que están en el Más Allá, que es simplemente el plano espiritual que está más acá de lo que nosotros mismos pensamos.

Concluiremos este artículo con las palabras de Gabriel Delanne, quien en su citada obra «El Alma es
Inmortal» nos dice fehacientemente: «la prueba fotográfica tiene un valor documental de una importancia extrema, porque demuestra que la famosa teoría de la alucinación es notoriamente inaplicable a estos hechos. La placa sensible es un testigo científico que certifica que el alma sobrevive a la disgregación del cuerpo, que conserva su forma física en el espacio y que la muerte no determina su destrucción.»


                                             Fabio Villarraga Benavidez


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