lunes, 30 de julio de 2018

El Alma



Hoy tenemos los siguientes temas:

- Gloriosa Mediumnidad
-En los instantes difíciles
-Orgullo, veneno interior
-El Alma




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                         GLORIOSA MEDIUMNIDAD

 
Se podría decir, desde muchos puntos de vista, que el genio es una de las formas de la mediúmnidad. Los hombres de genio son hombres inspirados en el sentido trascendental y fatídico de esta palabra; son los mensajeros del pensamiento superior. Su misión es necesaria. Por medio de ellos conversa Dios  con el mundo; por medio de ellos llama y atrae a la humanidad. Sus obras son faroles que enciende para alumbrar el largo camino de los siglos.
La mediúmnidad, bajo los diversos nombres que ha tenido, nos parecerá como lo que ha habido en el mundo de más grande y sublime. Casi todos los privilegiados: profetas, videntes, misioneros, mensajeros del amor, de verdad y de justicia, casi todos han sido verdaderos médiums, porque  se han comunicado con lo invisible, con lo infinito.
 El genio, antes que nada, es, el resultado de pacientes estudios seculares, de una lenta y dolorosa iniciación, que ha desarrollado en el ser inmensas aptitudes, una profunda sensibilidad que le abre las puertas de las más elevadas influencias. Dios reserva la luz a aquel que, durante largo tiempo, la ha buscado, la ha deseado, y la ha pedido.
 Los genios son hombres en lo que se refiere a su naturaleza terrestre, a sus pasiones, a sus debilidades. Sufren todas las miserias de la carne, las enfermedades y los deseos materiales.  Pero son más que hombres por lo que en ellos constituye el genio, por la inmensa acumulación de riquezas del pensamiento, por esta lenta elaboración de la inteligencia y del sentimiento a través de innumerables caminos, fecundado todo por el influjo y por la inspiración de lo alto, por esta comunión constante con las esferas superiores del Universo.
 El genio, bajo sus mil formas, es una colaboración con lo invisible, una verdadera ascensión del alma humana hacia Dios; son enviados del cielo, los ejecutores de los designios de Dios en el mundo. Orfeo, Hermes, Crisma, Pitágoras, Zoroastro, Platón, Moisés son los grandes iniciados del mundo antiguo, más tarde Juan Bautista,  Jesús.Cristo y todos los apóstoles  que vendrían después.
 En los bosques, en las montañas, en el desprendimiento de todas las cosas sensibles, en la meditación y en la plegaria, es como el vidente y el inspirado se prepara para su obra. Lo invisible no se rebela  más que al hombre solitario y recogido. Platón recibía las grandes inspiraciones en la cima Imite; Mahoma en las montañas del Irá; Moisés en el Sinaí; Jesús celebra la comunión con su Padre, en medio de plegarias y lágrimas, en el Monte de los Olivos.
 Durante veinte siglos, la exégesis católica desnaturalizó el fenómeno, creía que todo se explicaba con una sola palabra: milagro.
 El Espiritismo ha penetrado el  misterio de las cosas; proyecta claridades del más allá sobre la teología que completa y sobre la experimentación que ilumina.
 Los profetas Israelitas fueron médiums inspirados, la historia de Israel es el más famoso poema mediúmnico, la epopeya espiritualista por excelencia. Un día la exégesis científica afirmará estos conceptos y con ello quedarán disipadas las oscuridades de los libros sagrados, todo se explicará, todo será simple y a la vez grande.
 Moisés eligió un día a 70 ancianos y los colocó en torno al tabernáculo. Jehová se muestra entonces, en forma de nube, y enseguida las poderosas facultades de Moisés se comunican a los ancianos, los cuales “profetizaron” .
 El tabernáculo hace aquí el oficio de acumulador o condensador fluídico; es un medio de exteriorización, como lo son los espejos del metal bruñido, y contemplándolo se provoca el trance. En cuanto a la manifestación de Jehová en la nube, es un comienzo de materialización, pues esta siempre comienza por un punto nubloso, vago primeramente, en el cual va precisándose  y dibujándose la aparición. Jehová es uno de los Elohin, espíritus protectores del pueblo judío y de Moisés en particular. Bajo su influencia, el poder espiritual de Moisés se transmite a los setenta ancianos, como el poder de Cristo se transmitió más tarde a los apóstoles en el Cenáculo, e igual en nuestros días vemos, en muchos casos, transmitirse la mediúmnidad de una a otra persona, por medio de pases y toques magnéticos. Así comenzó la mediúmnidad sagrada en Israel. Desde entonces, la mediúmnidad profética se hizo permanente en la raza judía, aunque algo intermitente en sus manifestaciones. Estuvo subordinada a ciertos estados psicológicos, que no siempre son constantes, ni en los individuos ni en los pueblos.
 En la vida de las naciones, hay apocas de turbación intelectual y de depresión moral que obligan al espíritu a alejarse momentáneamente.
 En tiempos de los Jueces, la mediúmnidad era cosa rara; reaparece con Samuel, brillando con nuevos resplandores. Samuel comprendió, que la mediúmnidad trascendental está subordinada a las disposiciones morales de los individuos y de las sociedades, instituyó escuelas de profetas, agrupaciones en las  cuales se iniciaba a los neófitos en los misterios de la comunicación fluídica.
 Estas escuelas estaban en determinadas ciudades, pero principalmente en los valles solitarios, o en los repliegues de las montañas. El estudio, la contemplación del infinito en medio de la belleza y del silencio de las noches estrelladas, o en la luz de los días clarísimos de Oriente, preparaban al discípulo profeta para recibir el espíritu de lo alto.
 La naturaleza entera, penetrada por la sustancia divina, es un médium, un verdadero intermediario entre el hombre y los Seres superiores. Una cadena magnética relaciona entre si a todos los seres, a todos los mundos.
 Samuel fue profeta desde la infancia estando dormido en el templo, con frecuencia es despertado por voces que le llaman, le hablan durante la noche y le comunican las cosas futuras.
 Esdras, reconstituye la Biblia entera, que se había perdido y esto lo hace en condiciones de diferentes géneros de mediúmnidad.
 Job tuvo una visión que es el tipo perfecto de la materialización espirita. Todo el libro de Job está lleno de iluminaciones y de inspiraciones mediúmnicas. Su vida atormentada por malos espíritus, es asunto de estudios muy sugestivos.
 La Biblia menciona varios casos de Obsesión, entre otros los de Saúl, que frecuentemente se siente poseído por un poderoso espíritu colérico, es un fenómeno de inspiración bien característico. Saúl fue primeramente un Médium “del Señor” pero a consecuencia de faltas graves y una vida desordenada perdió sus facultades. Esto es frecuente en los que se dejan invadir por las malas pasiones.
 Esos médiums inspirados tuvieron que sufrir humillaciones y sufrimientos además de luchas contra los impostores. Siempre han habido falsos profetas, médiums movidos por espíritus perversos, cuyo único objeto es contrariar la acción de los verdaderos profetas, sembrando discordia en sus medios habituales.
 Muchos grupos espiritas se han desecho y disgregado bajo la influencia de espíritus inferiores. He aquí porque el gran arte del espiritualismo ha de consistir en preservar  los lugares que asisten de esas influencias nefastas que hallan placer en detener el paso de los misioneros de la paz y de la verdad.
 La obra de los profetas hebreos ha sido considerable. Sus predicaciones monoteístas y moralizadoras prepararon el advenimiento del cristianismo y la evolución religiosa de la humanidad. Los médiums israelitas que eran hombres de meditación, de recogimiento, de plegaria, sabían y enseñaban que el  intercambio con lo invisible es un principio regenerador.
 Los profetas combatían con energía el formalismo farisaico de la ley y decían a plena voz que la circuncisión del alma valía muchísimo más que la de la carne. Del mismo modo, en nuestros días, los Espíritus condenan las prácticas materiales y el fariseismo estrecho de los falsos devotos y de todos aquellos que, bajo el pretexto de la religión, reemplazan preceptos del Evangelio por prácticas supersticiosas.
 La virtud que los videntes de Israel recomendaban siempre más, era la Justicia. La palabra “justo” significaba el conjunto de todas las virtudes: “Dar a Dios lo que es de Dios y a los hombres lo que es de los hombres”.
 Después del pecado de la idolatría, el de oprimir a los débiles y despreciar a los pobres, era el más duramente condenado por ellos.
Tres grandes revelaciones mediúmnicas dominan la historia: a los profetas de Israel siguió el médium divino Jesús. El Espiritismo es la última revelación, la difusión espiritual anunciada por Joel.
 La acción psíquica del más allá ha de transformar el mundo futuro en una humanidad de videntes y auditivos. La mediúmnidad será el estado último de la raza humana caminando hacia el término de sus destinos.
 En los actuales momentos una grandiosa labor se está cumpliendo en este sentido; una obra, potente se está elaborando. El estudio constante y profundo del mundo invisible, que es también el mundo de las causas, ha de ser el grandioso mar y la fuente inagotable de la que se alimenten el pensamiento y la vida del hombre sobre la tierra, y la mediúmnidad será su llave. El hombre llegará a admitir que la ciencia  no se excluye con la realidad espiritual, sino que se unen para mutuamente fecundarse; se establecerá UNA MÁS INTIMA COMUNIÓN ENTRE LOS VIVOS Y LOS MUERTOS y se obtendrán más abundantes auxilios que descenderán de los espacios sobre la humanidad. El hombre del mañana sabrá mejor comprender y bendecir la vida; ya no temerá a la muerte… entonces realizará, con su propio esfuerzo, el reinado de Dios sobre la tierra, de paz y de justicia y al final del camino, su día postrero será luminoso y tranquilo, como el ocaso de las constelaciones celestes en los momentos en que el alba matutina apunta el horizonte.
 Trabajo realizado por Merchita, Extraído del el libro “En lo Invisible de León Denis.

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En los Instantes Difíciles


En las dificultades del día a día, olvide los contratiempos y siga al frente, recordando que Dios esculpió en cada uno de nosotros, la facultad de resolver nuestros propios problemas.
La vida es aquello que usted desea diariamente.
La renovación auténtica tiene que comenzar por nosotros mismos.
Usted prepara el camino para cualquier ocurrencia, pensando en torno a ellas.
La palabra es puerta de entrada para sus realizaciones.
Cargar con resentimientos, es bloquear sus propios recursos.
Encolerizarse es dinamitar su propio trabajo.
No sufra hoy por la neurosis que tal vez le venga a comprobar la comprensión y la resistencia, en un futuro remoto.
Los problemas existirán siempre alrededor de nosotros, a pesar de nosotros.
Olvide ofensas y disgustos, tribulaciones y sombras, y continúe trabajando cuanto pueda en bien de los demás, recordando que el tópico más importante de su camino será siempre servir.

XAVIER, Francisco Cándido. Respuestas de la Vida. Por el Espíritu André Luiz. 


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                ORGULLO, VENENO INTERIOR




   El orgullo responde a un sentimiento de supervaloración de sí mismo. Tiene un exceso de autoestima y de sus méritos, por lo cual se siente superior a los demás.
El orgullo es uno de los defectos que más hieren internamente al ser humano, pues desdeña a todo semejante que no crea que está a su altura. Se puede presentar de muchas maneras que a veces son difíciles de discernir. La manifestación de esta suficiencia puede ser mostrada de forma notoria o por el contrario de forma disfrazada, sin apariencia alguna, como puede ser  mostrando timidez o vergüenza, forma que se adquiere para protegerse de las críticas que pudiera sufrir o sentirse humillada ante cualquier valoración de su forma de ser.
Podemos pensar que no somos orgullosos, sin embargo, cuando ese defecto lo observamos en los demás nos molesta; habría que reflexionar por qué nos provoca ese rechazo, y si eso puede ser un síntoma de que albergamos ese mismo defecto, aunque no nos demos cuenta.
Para ir eliminando esta carcoma del espíritu e ir transformándola en humildad, necesitamos un trabajo firme y perseverante; esta modificación es uno de los objetivos que traemos la gran mayoría de los que tomamos materia. ¡Qué pocos le dan importancia a esta necesidad espiritual!
Además, el orgullo nos hace indulgentes y condescendientes con todo aquel que nos adula, que valora todo lo que hacemos, que nos siguen sin hacer crítica a aquello que realizamos. Nos gusta vernos rodeado de gente que nos da “palmaditas en la espalda”, siendo halagados en cualquier actividad que participemos.
Las críticas, por el contrario, nos enojan, las tomamos como un ataque personal totalmente injustificadas, sufrimos cuando nos sentimos menospreciados. No entendemos ni podemos soportar que nos contradigan; siendo las ofensas lo que peor llevamos porque no las sabemos gestionar; siempre nuestra reacción es de forma negativa, ya sea sarcástica, agresiva, vejatoria… o incluso vengativa.
El egoísmo es el motor que mueve a un orgulloso; nos da igual que nuestro comportamiento llegue a dañar o perjudicar al prójimo, sobre todo a nuestro círculo más íntimo. No nos damos cuenta del perjuicio que podemos causar, incluso obstaculizando y entorpeciendo los compromisos espirituales de aquellos que pertenecen a nuestro entorno.
Existe el orgullo de clase social o de lugar de procedencia, dándole excesiva importancia a la “dignidad” mal entendida, la “posición” social o económica, “honorabilidad” de la familia, empresa, creencia… es decir, “el ego” y “lo mío”.
La deformación de la realidad o la exageración entran dentro de las variantes de manifestación del orgullo, pues engaña con respecto a su estatus social, sus capacidades, su posición económica; le importa más la imagen que da a los demás que realmente lo que es, ya que la vanidad está ligada al orgullo en muchos casos; la necesidad de aparentar, y esa forma de proceder para sentirse importante y valorado, le puede ocasionar un estado de ansiedad que impide la serenidad interior; una falta de paz producto del desequilibrio moral.
El orgullo, por regla general, genera personas ingratas que fácilmente reniegan u olvidan las ayudas que reciben de los demás; creen que los méritos son sólo personales. Si la ayuda la recibe de la familia, suele minimizarla, quitándole valor, dando a entender que, aunque no les hubieran ayudado, lo habrían conseguido igualmente. Si es de otras personas no tan allegadas, marcan una distancia, porque la sensación de deberle algo a alguien no les gusta, pero si esto no lo consiguen, se pueden llegar a sentir muy incómodos.
Esa distancia también puede venir provocada por la actitud de creerse con una verdad superior a la de los demás, lo que dificulta la atención o el interés por escuchar al semejante, puesto que considera que aquello que puedan exponer o decir es de poco valor. Sufre también cuando no es el centro de atención, y tiene una tendencia a imponer su criterio allá por donde pasa.
Esta tara moral provoca falta de empatía hacia las necesidades de los demás, sean de la familia o del prójimo en general, ya que el orgullo puede destruir matrimonios, familias, amistades… ya que pedir perdón no entra dentro de su vocabulario; es maestro en justificar los propios errores, echándole la culpa, por ejemplo, a la complejidad del momento vivido, o a las circunstancias e incluso a los posibles errores de los demás.
Los comportamientos que tiene esta imperfección, como hemos ido describiendo con anterioridad, generan con facilidad ambientes de malestar allá donde él se encuentre; incluso provocando discusiones sin causa real. Si en esos incidentes recibe una ofensa, por banal que sea, como el rencor también asoma en esta lacra, procurará devolver la humillación recibida en cuanto tenga ocasión.
El orgullo es el padre de muchos más defectos, por lo que es importante que nos analicemos, que estudiemos nuestras reacciones ante cualquier prueba, vicisitud, acción… para poder localizarlo, pues como he comentado con anterioridad, el orgullo se puede manifestar de  muchas formas, y a veces incluso en alguna de sus vertientes la podemos considerar una virtud.
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Mateo 5:3.
El peor pensamiento que puede tener un orgulloso es que no tiene necesidad de Dios. La oración la tiene olvidada porque piensa que nada le debe ni tiene que pedirle al Padre. Se revela ante la idea de lo contrario, cree que puede prescindir de Él, sin darse cuenta que Él es el creador de todo, de lo que nos rodea, y de nosotros mismos; por esa razón existimos. Y que todo lo que vivimos, tenemos, disfrutamos… es gracias a su amor infinito; además, nos deja la libertad de actuación, tomando el camino de nuestra preferencia, eligiendo de qué manera o cuándo queremos llegar a la perfección, que sean nuestros méritos los que nos acerquen a Él.
La transformación pasa por desarrollar el amor hacia los demás, colocarse en su lugar, valorando a las personas; siendo comprensivo, tolerante; desarrollando la capacidad de empatía; rompiendo la dureza de corazón que no permite pensar en las necesidades de nuestro prójimo. Acercarse a ellos para ver en qué podemos ayudarles, y con ese proceder experimentar una alegría interior que nos indicara que sí, que hay algo más de lo que vemos a través de nuestros ojos, que la vida no gira exclusivamente a nuestro compás.
La humildad es reconocer las limitaciones y que necesitamos de los demás; nadie es autosuficiente.
Darnos cuenta de que somos hijos de Dios, de un Dios lleno de amor por nosotros, generoso, que pone a nuestra disposición unos instrumentos de ayuda para conseguir llegar a la perfección, como son la voluntad, la templanza, la perseverancia… además de marcarnos la senda por donde recorrer el camino con rumbo claro, siendo nosotros, con nuestro libre albedrío, los que elegimos seguirla o no. Él nos abre un mundo lleno de esperanza, de fe en el porvenir. Es un Padre misericordioso que pone toda su ayuda a nuestro alcance para que logremos los méritos que nos conducen a la perfección. Sin abandonarnos en todo el trayecto, por largo que este sea.
Seamos conscientes de nuestras limitaciones, debilidades, así como de nuestras virtudes, y podremos actuar en consecuencia; sabiendo que tenemos conquistas pero también fracasos,  reconociendo ambas realidades; que no somos ni más ni menos que nadie, aceptándonos como somos y trabajando para ser mejores.
La docilidad, familia de la mansedumbre, nos fortalece para aceptar todas las vicisitudes por las que tengamos que pasar. El reconocimiento del compromiso firmado voluntariamente antes de encarnar nos ayuda a enfrentarnos a las dificultades, pruebas u obstáculos que se nos van presentando, convirtiendo la vida en una experiencia más llevadera; asimismo sabiendo que, si pedimos ayuda a Dios, la tendremos, pues nunca nos deja desatendidos.
Por tanto, el trabajo interior nos conduce a una transformación interna que nos permite ir evolucionando, en cada esfuerzo, en cada pequeña conquista espiritual que logramos. Desarrollando la humildad desarrollamos otras cualidades que nos ayudan a ser mejores, como pueden ser el amor, la tolerancia, la paciencia, la prudencia, la justicia, la calma… y sobre todo, como hemos dicho antes, la fe y la esperanza.
“No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más”.  Tomás de Kempis (1380-1471).
                                                                                             Gloria Quel
© 2018, Amor, Paz y Caridad
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EL ALMA

Hay en el hombre un principio inteligente llamado Alma o Espíritu, independiente de la materia y que le concede el sentido moral y la facultad de pensar. 
Si el pensamiento fuese una propiedad de la materia, se vería a esta pensar; luego, como nadie ha visto jamás a la materia inerte dotada de facultades intelectuales, porque cuando el cuerpo ha muerto ha cesado de pensar, es preciso deducir de todo lo expuesto que el alma es independiente de la materia, y que los órganos materiales no son otra cosa que los instrumentes de que se aprovecha el hombre para manifestar su pensamiento. 
OBRAS PÓSTUMAS. ALLAN KARDEC.
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domingo, 29 de julio de 2018

Concepto actual de la muerte


Para hoy tenemos :

- Los enemigos invisibles
-Concepto actual de la muerte
-La comprensión de las cosas espirituales
-Las oraciones para los obsesados

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LOS ENEMIGOS INVISIBLES

Tras la muerte del Maestro Jesús, el cristianismo naciente trató de organizarse para divulgar a los cuatro vientos la buena nueva. Seguidores del Maestro se pusieron manos a la obra para trabajar en la nueva concepción del mundo. Era la luz que disipaba las tinieblas, un rayo de esperanza que llenaba los corazones de aquellas almas nobles y sencillas. Se trataba del reino de Dios; sin embargo, el trabajo se presentaba duro y muy difícil.
La religión dominante, que se encontraba en clara decadencia, reaccionó en primer lugar con rechazo y hasta con violencia para, posteriormente, en base a intereses políticos, sociales y territoriales, adoptar la nueva religión cristiana, pero adaptándola a su conveniencia. Era cuestión de tiempo perfilar la doctrina que debía envolver al evangelio, su nueva interpretación y su puesta en escena.
Las nuevas autoridades eclesiásticas arrebataron la sencillez y la simplicidad de los primeros días. Se arrogaron el privilegio, la potestad de decidir sobre los demás, estableciendo jerarquías religiosas con poder para administrar e interpretar lo que consideraban la palabra de Dios escrita en unos Evangelios seleccionados entre distintas obras y también en el Antiguo Testamento. Durante las primeras etapas, los distintos emperadores del Imperio Romano fueron los encargados de promover los diversos Concilios que habrían de regular y distinguir lo verdadero de lo falso, amenazando de excomunión y de anatema a aquellos disidentes que osaran cuestionarlos o contradecirlos.
Aquellos religiosos dogmáticos y autoridades de la época, como muchos otros posteriores, al desencarnar continuaron con los mismos vicios y actitudes, fruto de sus pasiones y defectos descontrolados. No les importó desviar a las masas confiadas e ignorantes del verdadero camino predicado por el Maestro Jesús. Aquel comportamiento religioso pervivió, salvo notables excepciones, durante siglos, adaptándose a las distintas épocas y circunstancias. Afortunadamente los tiempos han cambiado, y las mentalidades de las gentes, también.
No obstante, algunos de ellos, al dejar su cuerpo físico, comprendieron su error, el rumbo equivocado que les había llevado al precipicio, solicitando a la misericordia divina volver para nuevas tentativas de reparación, bien dentro de las religiones a las que perjudicaron o al abrigo de la doctrina espiritista. Sin embargo,  las imperfecciones morales siguen jugando malas pasadas, sobre todo a aquellos que, por sintonía espiritual, se dejan arrastrar psíquicamente por aquellas autoridades eclesiales retrógradas, enemigos invisibles que continúan desde el espacio tratando de manipular para que fracase cualquier tentativa de cambio o renovación espiritual.
Es en la obra de Manuel P. de Miranda “Senderos de Liberación”, psicografiado por Divaldo Pereira Franco, donde nos encontramos con lo siguiente: “Sucede que gran número de esos conductores religiosos están vinculados a los sicarios espirituales, que los mantienen en dependencia psíquica, explotados, para que preserven el estado de cosas conforme se encuentra”.
Y añade: “Cuando las doctrinas libertadoras se presentan empuñando las antorchas del discernimiento, sus más fervorosos seguidores, divulgadores y realizadores, son perseguidos, asediados con aflicciones y tormentos, para que desistan, desanimen o se sometan a los mentirosos patrones de los triunfos terrenales”.
En otra obra titulada “Diálogo con las sombras”, de Herminio C. Miranda, profundiza aún más en este último punto: “El movimiento espirita moderno, especialmente en Brasil, cuenta con enorme cantidad de antiguos sacerdotes, arrepentidos de sus desatinos pasados, procurando, en nueva encarnación, lavar las manchas de crímenes hediondos que cometieron. Para los antiguos compañeros, entretanto, son tránsfugas despreciables que hay que aplastar, apóstatas que tienen que ser destruidos, heréticos que precisan callar a toda costa”.
Esos antiguos compañeros, como denomina H.C. Miranda, que se sienten traicionados por sus colegas del pasado ante ese cambio de actitud, buscan denodadamente incentivarles sus defectos, sus debilidades, generándoles entorpecimientos de todo tipo, conflictos para que se desanimen o caigan en las redes del fanatismo, del personalismo o el endiosamiento; y de ese modo, fracasen en sus buenos propósitos de renovación espiritual.
Además, debido a su sensibilidad mediúmnica, cuando fallan la vigilancia y el trabajo interior, especialmente los dirigentes espiritas corren el riesgo de convertirse en presa fácil de esas entidades fanáticas que sutilmente los pueden llegar a manipular. Sin levantar sospechas, los  pueden encaminar hacia conductas excluyentes y exclusivas traduciéndose en, por ejemplo, un excesivo celo por el control doctrinario, marcando unas pautas a sus afiliados, tanto en las asociaciones de carácter local como en las federaciones y confederaciones de grupos que dirigen, con una ausencia de tolerancia o flexibilidad; buscando una unificación sumisa entre asociaciones y no una verdadera unión, aquella que respeta la idiosincrasia, las características particulares de cada lugar y cultura, olvidando muchas veces la necesaria libertad de actuación y  de democracia, que significa valorar y contar con todos a la hora de decidir; incentivando un sometimiento ciego que anula la creatividad nacida del discernimiento y del análisis, en una vuelta a los orígenes de las religiones dogmáticas, aquellas que fracasaron y que actualmente buscan su lugar en la sociedad.
Otros se caracterizan por su tendencia al intelectualismo, donde sobrepuja la razón al sentimiento, dejando los valores morales en un segundo plano. Son estudiosos y teóricos ortodoxos, no obstante, consecuencia de sus fuertes tendencias de su pasado dogmático, están acostumbrados a trabajar sobre unas directrices y estructuras rígidas; por ese motivo, se sienten muy incómodos e inseguros con las innovaciones. Cuando les llegan otras formas de ver las cosas, aunque no afecten a los principios básicos doctrinarios, lo consideran como una amenaza y no como una posible aportación enriquecedora, inherente al progreso.
Son los mismos que fomentan el mercantilismo, olvidando la gratuidad de la mediumnidad, de la divulgación altruista que permite dar un ejemplo de generosidad y de entrega a los demás, y no una mera especulación con el argumento de que es necesario financiar proyectos cada vez más ambiciosos.
Aquellos espíritus ahora desencarnados, que en épocas pretéritas condujeron a la religión cristiana de forma equivocada, buscan denodadamente conducir a la doctrina espirita hacia ese mismo destino fatal, puesto que la consideran producto del diablo. Son los enemigos camuflados del Cordero, del Cristo redivivo.
El espíritu  Emmanuel también incide en este aspecto, recordando los compromisos y deberes, muchas veces olvidados por algunos médiums y dirigentes espiritas: “Casi siempre, los médiums son espíritus que caen de las cimas sociales, por los abusos de poder, de autoridad, de fortuna y de inteligencia, y que regresan al planeta terráqueo para sacrificarse en favor del gran número de almas que desviaron de las sendas luminosas de la fe, de la caridad y de la virtud”.
Precisamente, el espiritismo nos habla de un problema que está llegando a ser pandémico en nuestros días: se trata de la obsesión y las diferentes formas en que se puede manifestar, sobre todo en su grado de fascinación, que es aquella ilusión inducida por un espíritu en el pensamiento del médium y que distorsiona o llega a paralizar el juicio sano y equilibrado.
Desde el momento en que bajamos la guardia y alimentamos pensamientos contrarios a nuestro prójimo, aquellos que generan desconfianza y división, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que hemos entrado en sintonía mental con esas fuerzas negativas.
Ante este problema, no queda otro antídoto que la oración y la vigilancia. Apelar al sentimiento; tener la suficiente humildad para comprender que podemos estar equivocados, y la necesidad de escuchar a los demás a través de un diálogo constructivo y enriquecedor. Solo así será posible evitar grandes errores que pudieran arrastrarnos a nosotros y a los demás.
Estamos en plena eclosión que marca el signo de los tiempos, la Gran Transición de la que nos hablan desde hace muchos años; la selección de los de “la derecha” y los de “la izquierda”.
Por ese motivo, los compañeros en el ideal no pueden actuar con tibieza alegando que el problema es de otros; sobre todo si las consecuencias de dichas acciones negativas arrastran a todo un grupo o a una institución. Si se observan comportamientos desviados de la fraternidad y el entendimiento mutuo, hay que exponerlos y aclararlos para reconducir la situación, de lo contrario nos convertimos, aun sin quererlo, en cómplices, con una cuota de responsabilidad de la que tendremos que dar cuentas el día de mañana.

Los enemigos invisibles por: José Manuel Meseguer Amor, Paz y Caridad
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    CONCEPTO ACTUAL DE LA MUERTE



                               

    La Educación para la Muerte no es ninguna forma de preparación religiosa para conquistar el Cielo. Es un proceso educacional que tiende a ajustar a los educandos para la realidad de la Vida, que no consiste apenas en el vivir, mas también en el existir y en el trascender. La vida y la muerte constituyen los límites de la existencia. Entre el primer grito del niño al nacer y el último suspiro del viejo al morir, tendremos la consciencia del ser y de su destino. 
    Mas la criatura humana es un ser definido, que se refleja en el mundo en su consciencia y se ajusta a él, no para permanecer en él, mas para conquistarlo, sacar de él el jugo de las experiencias posibles y transcenderlo, o sea, pasar más allá de él. Gracias a esto existen las civilizaciones, el desenvolvimiento histórico de la sociedad y el cúmulo de conocimientos en el proceso de las sucesiones de los períodos históricos. El hombre que vive sin tomar conocimiento de este proceso no ha vivido, pasó apenas por la vida, como dice el poeta: “Pasó por la vida y no vivió”. Una criatura así no ha entrado aún en la especie humana, no se ha integrado en ella. La integración se hace por la educación, y por esto la Educación para la Vida será la primera en serle dada. En esta educación el ser se amolda al mundo, comenzando por la educación familiar, en el hogar, y pasando después por la educación social en la escuela y por la educación profesional o experiencial, en la cual se hace ciudadano del mundo, apto para escoger su oficio o su que hacer y dedicarse a él. También por esto Simone de Beauvoir observó, con razón, que la Humanidad no es una especie, sino un devenir. 
     Es, podemos decir, el flujo de la consciencia en la búsqueda de su propia realización. El negativismo de Sartre lo llevó a afirmar que el hombre se frustra en la muerte, pues en ella acaba su aventura existencial. Mas Heideggar encaró el problema con más profundidad y concluyó: “El hombre se completa en la muerte”. Aquello que para Sartre parecía el fin definitivo, para Heideggar es la ruptura de la existencia para lanzarse en la trascendencia. Esto concuerda con las aspiraciones humanas en todos los tiempos y con la afirmación de Richet: “Mors janua vitae”, o sea, “La muerte es la puerta de la Vida”. Tendremos así definido aquello que constituye realmente el fin de la Educación, su objetivo único y preciso. Desde el momento de la fecundación en el vientre materno el ser humano avanza en la trascendencia natural del crecimiento, del cual todas las cosas y seres participan. Esta es la trascendencia horizontal de Jaspers, que la define especialmente en el plano social. Mas la trascendencia vertical, que no proviene simplemente de las leyes de la vida, sino de las aspiraciones de realización conciencial, esta solo se puede realizar en el plano existencial, en que el desenvolvimiento de la consciencia lo lleva a buscar la Consciencia Suprema, que es Dios. En este plano el hombre supera la fragilidad de la existencia y se proyecta en la conquista de si mismo, en el control integral de sus pensamientos, sentimientos y acciones. De esta manera, la muerte libera al ser de las condiciones de la existencia y en él se completa la realidad del ser. 

Herculano Pires.



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          LA COMPRENSIÓN DE LAS COSAS                           ESPIRITUALES

8. Para la comprensión de las cosas espirituales, es decir, para que nos hagamos de ellas una idea tan clara como la que nos formamos de un paisaje que tenemos delante de los ojos, nos falta en realidad un sentido, exactamente como al ciego de nacimiento le falta el sentido necesario que le permita comprender los efectos de la luz, de los colores y de la visión prescindiendo del contacto. 

     A eso se debe que solamente lleguemos a conseguirlo por un esfuerzo 
de la imaginación y por medio de comparaciones con cosas materiales que nos sean familiares. Las cosas materiales, sin embargo, no nos pueden dar de las cosas espirituales más que ideas muy imperfectas, razón por la cual no se debería tomar al pie de la letra esas comparaciones y creer, por ejemplo, que la amplitud de las facultades perceptivas de los Espíritus depende de la efectiva elevación de ellos, ni que precisen estar sobre una montaña o por encima de las nubes para abarcar el tiempo y el espacio. 

     Esa facultad es inherente al estado de espiritualización o, si 
se quiere, de desmaterialización del Espíritu. Esto significa que la espiritualización produce un efecto que se puede comparar, aunque muy imperfectamente, con el de la visión de conjunto que tiene el hombre en lo alto de la montaña. Esta comparación tendía simplemente a mostrar que acontecimientos que para algunos todavía pertenecen al futuro, para otros están en el presente y, por lo tanto, se pueden predecir, lo que no implica que el efecto se 
produzca de la misma manera. 

     Por consiguiente, para gozar de esa percepción, el Espíritu 
no precisa transportarse a un punto cualquiera del espacio. Aquel que se encuentra en la Tierra, a nuestro lado, puede poseerla en toda su plenitud, tanto como si se hallase a mil leguas de distancia, 
mientras que nosotros no vemos nada más allá de nuestro horizonte visual. Como la visión de los Espíritus no se produce del mismo modo ni con los mismos elementos que la del hombre, el horizonte visual de aquellos es muy distinto. Ahora bien, precisamente ese es el sentido que nos falta para que podamos concebirlo. El Espíritu, comparado con el encarnado, es como el vidente comparado con el ciego. 

9. Además, debemos considerar que esa percepción no se limita 
a la dimensión, sino que abarca la penetración de todas las cosas. 

     Es, reiteramos, una facultad inherente y proporcional al estado 
de desmaterialización. La encarnación la amortigua, sin que llegue a anularla por completo, porque el alma no queda encerrada en el cuerpo como en una caja. El encarnado la posee, aunque siempre en un grado menor que cuando se halla completamente desprendido; eso es lo que confiere a ciertos hombres un poder de penetración que a otros les falta totalmente; una mayor agudeza de la visión moral; una comprensión más fácil de las cosas extramateriales. 
     El Espíritu encarnado no solamente percibe, sino que también conserva el recuerdo de lo que ha visto en el estado de Espíritu libre, y ese recuerdo es como un cuadro que se proyecta en su mente. Durante la encarnación el Espíritu ve, aunque vagamente, como a través de un velo; en el estado de libertad, ve y comprende claramente. El principio de la visión no es exterior a él, sino que está en él; por eso no necesita la luz exterior. Por efecto del desarrollo moral, el círculo de las ideas y las concepciones se amplía; por efecto de la desmaterialización gradual del periespíritu, éste se depura de los elementos densos que alteraban la delicadeza de las percepciones. 

De ese modo, resulta fácil entender que la ampliación de 
todas las facultades acompaña el progreso del Espíritu. 
* La Génesis - Capítulo XVI 386* 
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                             LAS ORACIONES PARA LOS
                                OBSESADOS
"La oración es un auxilio poderoso en todo. No obstante, debéis saber que no basta con murmurar algunas palabras para obtener lo que se desea. Dios asiste a los que actúan, y no a los que se limitan a pedir. Es preciso, pues, que el obseso haga por su parte lo necesario para destruir en sí mismo la causa que atrae a los Espíritus malos.” 
Libro de los Médiums, 
ALLAN KARDEC.

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viernes, 27 de julio de 2018

La figura de comunicación de Francisco Cándido Xavier


Lecturas en este blog:

- Curación Divina (2)
-Comunicado del Espíritu Emmanuel
-La figura de comunicación de Francisco Cándido Xavier
-Renovación, cambio y adaptación




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CURACIÓN DIVINA
( Parte 2- Viene del anterior)
... //...

Existen fuerzas desconocidas que se interponen a las curaciones inmediatas. El Evangelio no puede dejar de acompañarnos en  todo este trabajo. El es la fuerza de Dios que hace que la curación sea eterna,  pues traduce los principios de las leyes. Todos los desequilibrios orgánicos y psíquicos  son la no observancia de los preceptos divinos. Existen muchas otras cosas  en el campo de la curación que los hombres aun no están preparados para conocer. El tiempo, en la dinámica del progreso, revelará  esas cosas gradualmente, a todas las criaturas, en la Tierra y fuera de ella.
¿Quién puede afirmar que el verdugo no pueda sufrir las mismas agonías  que los condenados? Ellas pueden ser incluso perores. El odio, la venganza y la crueldad llenan el cáliz de la mente, que rebosa en la conciencia y el liquido corrosivo quema las fibras más intimas del alma, volviéndola  sensible  a la llamada de la víctima. El arrepentimiento corta la satisfacción externa que, por ignorancia, se esforzó en tener, y borda,  en la figura de su espíritu, el emblema de su propia  inferioridad, forma animalesca que se afina  con sus sentimientos más sensibles.
Los hombres hablamos mucho de Dios. Nos habituamos  a repetir su nombre en vano, sin todavía, creer verdaderamente  en El. Todavía al hombre le perturba  el fin de los tiempos y lo conmueve,  porque nos quedan que pasar pruebas que deberán alcanzar las fibras  de nuestro equilibrio. “Los justos vivirán por la fe” las palabras del libro santo así se expresan. Justos son todos aquellos  que incrementan  todos los días los trabajos de disciplina  intima,  que estimulan la caridad y que practican el Amor, procurando universalizar  sus sentimientos. En ese clima, la criatura  saldrá de la opresión de los acontecimientos y, aun incluso en la Tierra, respirara el ambiente del Cielo.
Quien lea y entienda el Evangelio en Espíritu y Verdad, encontrará en él a Dios y al cielo, los Ángeles y el propio paraíso, todo esperándonos, aguardando  que hagamos nuestra parte, para recibir el premio de la felicidad. No hay nada de despreciable en el amor de Dios, que espera de nosotros  la comprensión y también nos da medios para comprender.
La vida es un misterio, que solamente nos es revelado, por los procesos del Amor; cuanto más ama la gente, en el quilate del Amor que nada pide, más sabemos  de las cosas escondidas de los que desconocen esa virtud por excelencia.
Estamos llegando al final de un ciclo espiritual, donde se realizará una selección rigurosa de las almas, por la ley de justicia, si no es por el Amor, para que el Amor puro se convierta en felicidad para los hombres, que supieron vivir y amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo.
La curación divina  es aquella que restablece al enfermo, de cualquier enfermedad, en un abrir y cerrar de ojos; es la curación instantánea.  Toda curación divina  nace de una energía  sublimada que viene de Dios, pasando por las santas manos de nuestro Señor Jesucristo. Como está comprobado, las manos que tocan  a los enfermos de cualquier naturaleza y que curan instantáneamente, por detrás de ellas  están las del Maestro de los maestros. Solamente el sabe  transformar la luz de Dios, para restablecer la armonía  orgánica de los hombres.
Francisco de Asís fue uno de los instrumentos de Jesús, que restableció una infinidad de cuerpos de todos los tipos de enfermedad en la Tierra. Entretanto, la fuerza que afina el instrumento  humano, para servir de instrumento divino en las manos del Maestro es solamente una: EL AMOR, el más puro Amor, que busca las ondas luminosas desprendidas de Cristo de Dios, que siempre busca igualmente  sintonía para consustanciar en bendiciones  de Dios  donde quiera que sea. Nadie está huérfano de las cosas del Cielo, cuando busca el camino de Dios y Nuestro Señor Jesucristo, cuya inmensurable aura acoge el Planeta y, en Su grandeza espiritual, siente todas las necesidades  de los hombres y de las cosas, y todo su rebaño está dentro de Su faja mental.
El Evangelio es , por excelencia, un código divino. Si respetamos sus preceptos, estaremos en sintonía con la fuerza universal el Amor y seremos atendidos por esas leyes que regulan la propia vida que instruye en la Tierra.
Dios es un Dios de amor que transforma la simiente  en árbol, en fruto que alimenta  la vida, y, a veces, el pesar… Dios es Dios de Amor que cambia el nido de los pensamientos en nido de luz; que cambia las ideas en acción que nos conduce,  onos deja caer, para comprender a Jesús. Dios es Dios de Amor  que nos dio los pies, para que podamos caminar, nos ofreció las manos, para trabajar con la azada; pero si herimos al compañero, erramos el camino. Dios es Dios de amor  que nos dio la cabeza para pensar, que nos premio con el corazón  para amar; quien acepta el odio, no puede cantar. Dios es  Dios de amor que todo lo hizo, sin alardear de ello, que todo lo hace, aunque creamos que es tarde; que nunca dice: Sois cobardes. Dios es Dios de amor que nos dio el verbo y nos enseña a hablar, que nos dio la boca y nos enseña a cantar; que nos dio el corazón  y nos enseña a amar.
El Evangelio es el Pan del Cielo, enviado a las personas hambrientas de Amor y de Paz. Todos debemos amarnos, ser amigos unos de los otros, utilizando todas las energías  en conversaciones sanas, donde quiera que estemos, acordándonos siempre de la advertencia de Jesús, cuando asevera: “Vigilad y Orad”. Nunca entréis en discusiones  improductivas, ellas dividen lo que debe estar unido para servir mejor que siempre procuréis estar unidos por la fuerza del deber y de la oración estimulándoros unos a otros, sin olvidar que no estamos pisando flores, sino que estamos siendo educados y gracias a Dios respiramos el clima de la fraternidad. Todas las fuerzas que necesitamos para llevar adelante la adversidad proceden de Dios y de Cristo, por las vías del propio corazón.
La enfermedad del alma, es mucho peor que la del cuerpo.
Jesús jamás enfermo, no obstante, se ofreció en  sacrificio, sin tener ningún debito, a fin de enseñarnos la sublimación y el amor a todos los individuos, en su expresión  más elevada  que el pensamiento puede identificar. Presentándose siempre  idealista y equilibrado incluso cuando era  hostigado por las provocaciones insensatas o fustigado para los debates inútiles, muy del agrado de las personalidades enfermizas de ayer y de hoy.
La fuerza del Amor es tan grande, que todo el que posee amor puede convertirse en un sol, impregnando con sus rayos,  horizontes, donde el dolor se transforma en oración a aquel que todo lo hizo, y que nos creo por Amor. La oración, en la educación de los sentimientos, es fuerza nueva que se transforma en alas, en impulsos con los que se vencen las distancias, como relámpagos extendidos por los espacios.  Dios tiene recursos para atendernos, cuando lo cree conveniente. Todo está cercano, cuando el Amor se manifiesta en nuestros corazones. Procuremos en todo instante  hacer de la palabra  y de la vida,  el Evangelio vivo, y despertemos a quien estuviera muerto. Después, nos encontraremos  en la paz del Señor.
Donde se implanta el Evangelio todos los días, la alegría va dominando el ambiente, haciendo olvidar todos los infortunios. Los propios enfermos  terminan  por olvidar la enfermedad, porque el amor apaga  la guerra y enciende la paz.
Procure el hombre espiritualizarse, transformando sus armas en arados útiles para el bien y la paz, el bienestar se generalizaría a su alrededor, porque la propia naturaleza hará el trabajo de limpieza y de elección.
El dolor se impone  como instrumento de reajuste y resarcimiento, en el impositivo de los procesos cármicos  y redentores, para el espíritu emancipado, cuando reencarna en misión en la Tierra, sirve de muralla protectora, ante las llamadas inferiores de la materia.
Que nunca nos falte la fe,  ella nos sustenta en los caminos que recorremos, ella nos ayuda en la labranza, donde sembramos las simientes del Evangelio, trabajo gratificante que nos alimenta y nos llena de esperanzas. El propio Evangelio es obra de la fe. Cualquiera  de nosotros que la olvidemos, así como las obras que la complementan, estaremos andando, pero lo aremos como un muerto, porque la Buena Nueva enseña que la fe, sin obras, está muerta. Es a través de ella  que llegaremos al Reino de la Esperanza, donde aun enfermos, tendremos fe en el resarcir de la enfermedad,  a través de la auto reforma.
Merchita


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COMUNICADO DEL ESPÍRITU EMMANUEL 

( Dado por psicografía de Chico Xavier ante las cámaras, en directo, en la Cadena de TV "O Globo" de Brasil, en el mes de mayo de 1980, en el programa " Un hombre llamado Amor ", con ocasión de la campaña para promover a Chico Xavier al Permio Nóbel de la Paz)


Mensaje de Emmanuel:

         "   Amigos, Jesús nos  bendiga.
            La inteligencia humana conseguirá alcanzar las mayores realizaciones.
            Podrá conocer la estructura de otros mundos.
            Construir en el fondo  de los mares.
            Escalar los mas altos montes.
            Interferir en el código genético de las criaturas.  
            Descifrar los secretos de la vida cósmica.
            Penetrar los dominios de la mente y controlarlos.
            Inventar los mas sofisticados aparatos que le propicien  confort.
            Crear estatutos para las relaciones sociales y transformarlos, según sus                        propias conveniencias.
            Levantar rascacielos o materializar las mas arrojadas fantasias.
          Entretanto, nunca podrá alterar las leyes fundamentales de Dios, ni vivir sin                amor. "

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LA FIGURA DE COMUNICACIÓN DE FRANCISCO CÁNDIDO XAVIER
           
            IndependIente de cualquier posición personal, creencia o convicción, la figura
de comunicación de Francisco Cándido Xavier, recorrió décadas en la vida brasileña, operando un fenómeno (me refiero a la comunicación terrena), de valor único, peculiar y originalísimo. No voy, por tanto, por falta de autoridad para tal, a analizarlo desde un ángulo religioso, y sí, en las relaciones de su figura de comunicación con el público.
 Con todas las significaciones necesarias a haber desaparecido ya, tenerse aislado como un fenómeno pasajero, la figura de comunicación de Francisco Cándido Xavier, sin embargo, gana un significado profundo, duradero,hasta más allá de las pasiones religiosas, doctrinas científicas o interpretaciones metafísicas.
             La inexistencia de un tipo físico favorecedor funciona como otra curiosa paradoja a emerger de la figura de comunicación de Chico Xavier. Aquel hombre de palabra mansa, peluca, acentuado extravismo, persona de humildad y de tolerancia, no configura el tipo físico idealizado de un líder religioso, de un jefe de una secta, de un místico impresionante.
            La clásica barba de los místicos o la cabellera descuidada, o la mirada penetrante y aguda de los líderes, son inexistentes en la imagen de Chico Xavier;  además a esto se añade, en su manera de vestir, que no tenía ninguna originalidad ni la distinción de un estilo propio contestador de los estilos formales y  burgueses.
            No tiene, por tanto, Chico Xavier, en los aspectos externos y formales de su figura de comunicación, ninguno de los elementos habitualmente consagrados como funcionales o impresionantes de los aspectos externos del gran público, elementos de comunicación incorporados consciente o inconscientemente por figuras relevantes de las religiones. Hasta la figura del Para líder de una comunidad religiosa, está envuelta en pompa y fiesta, estrategia visual destinada a la mayor relevancia de su mensaje y la definición de su posición como símbolo. Ni siquiera la más decidida modestia y humildad personal de varios papas, son suficientes para que la figura papal se desvista de la pompa y simbología relativas al reinado que representan. Hasta en las religiones orientales, menos pomposas, la figura de los líderes son rodeadas de una visión carismática del líder.
            Francisco Cândido Xavier, por eso, representa una especie de antítesis victoriosa de la figura carismática. No tiene, desde un punto de vista externo o visual, ningún elemento característico. Antes al contrario. Personalmente, es el anticarisma. Funciona como un símbolo de negación de cualquier pompa o formalidad, un retorno tal vez de la pureza primitiva de los movimientos religiosos.
                   Y sin embargo emerge de su figura una de las más poderosas fuerzas de identificación de la vida brasileña. Él es (fue), una especie de líder desvalido de los desvalidos, de los carentes, de los sufridores, de los no omnipotentes, de los no pretenciosos, de los modestos, de los dispuestos a perder  para ganar.
            Curiosamente, tal posición es conquistada naturalmente y sin ningún trazo político directo, de una clara posición al lado de los débiles en un siglo en el que la revolución social aparece como la tónica y como la gran aglutinadora de los movimientos humanos, incluso de los religiosos. Sin ninguna formulación política, sin ningún mensaje directamente relacionado con la exploración del hombre, sin ninguna revuelta directa e institucionalizada contra la miseria o la injusticia, Francisco Cándido Xavier emerge con la fuerza del perdón, de la tolerancia, de la fraternidad real, de la debilidad fuerte, de la fe, de la humildad y del  duelo erigidos como regla de vida, como trabajo efectivo de la caridad, no de la pompa, de la no jerarquía. de la no violencia en cualquiera de sus manifestaciones, incluso las disfrazadas de poder, gloria, secretismo, hermetismo, iniciación, poder temporal o promesa de vida eterna.
           La figura de comunicación de Francisco Cándido Xavier, emerge, por tanto, de una relación profunda y misteriosa con un cierto modo de sentir del hombre brasileiro, relación esta, todavía insuficientemente estudiada o conocida, hasta incluso por los que la viven, comandan, o ejercen. Hasta para él, Francisco, debe haber muchas cosas envueltas en misterio, un misterio que los seguidores de él intentan definir y  llenar de explicaciones científicas o cientificantes religiosas o religiosizantes, psicológicas, parapsicológicas, etc.
           Para tal contribución, más allá del aspecto misterioso de la psicografía y de la relación con los que murieron, la igualmente misteriosa aura de paz y de pacificación que domina a los que con él se relacionan personalmente o por vía de los medios de comunicación, en una relación ciudad ay cautelosa, equilibrada y poco frecuente por él mantenida con la televisión, en la que aparece muy poco, una vez al año como mucho, y siempre para grandes públicos,
            Además del aura de paz y de pacificación por parte de él, hay otro elemento poderoso para explicar la fascinación y la durabilidad de la impresionante figura de comunicación de Francisco Cándido Xavier; la gran seriedad personal del médium, la dedicación integral de su vida a los que sufren y el desinterés material absoluto. La canalización de todo el dinero generado por los derechos autoriales para las variadísimas actividades espíritas, dan a Chico Xavier una autoridad moral tanto mayor porque no es reivindicada por él, lo que lo coloca entre los grandes líderes religiosos de nuestro tiempo.
            Quien se aproxima a la actividad real de asistencia material y espiritual de la comunidad espiritualista brasileira, verificará que ella es íntegra y heróica, tal es cual lo que hay y siempre hubo de mejor en asistencia de religiones como la católica y la protestante (entre nosotros), prodigios de dedicación, silencio y humildad que justifican las vidas de los que de ellas participan.

            Síntesis final:
            La integridad personal; la íntima relación entre la predicación y la propia vida; la honestidad de sus seguidores; la ausencia completa de significados externos; el contacto con el misterio; la ausencia de cualquier forma de violencia en su figura e predicación; la ausencia de  subordinación a jerarquías aprisionantes; la discreción personal;  ninguna búsqueda de poder político, temporal o económico para o el desempeño de la propria misión; las formas originales de organización interna do su movimiento, sin personalismos o autoritarismos – todo eso genera una figura de comunicación de mucha fuerza, misterio, empatía y grandeza moral, principalmente si consideramos que enfrentó y ultrapasó tiempos diferentes del actual (en el que el  ecumenismo felizmente se impuso). Antes, manifestaciones como las de él eran tildadas como brujería o peligrosa, o bárbaras o alucinantes ante cualquier  manifestación místico-religiosa diferente o discrepante de la religión de la clase dominante.  

Libro:   100 Años de Chico Xavier – Fenómeno Humano y Mediúmnico
            Carlos A. Baccelli

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RENOVACIÓN, CAMBIO Y ADAPTACIÓN


Comprendiendo con claridad que el objeto de la vida humana es el progreso espiritual, nadie progresa adecuadamente sino se predispone a enfrentar los cambios sin miedo y con auténtico deseo de mejorar.
La predisposición del psiquismo y el cuerpo físico que tenemos es reacia al cambio; porque, a nivel psicológico, siempre se albergan dudas e incertidumbres que nos paralizan, mientras que a nivel físico preferimos no cambiar puesto que esto nos exige esfuerzo y superación, un trabajo que la propia materia rechaza por instinto.“Nada es permanente a excepción del cambio.” Heráclito.
El progreso es consustancial con la ley de evolución; fuerza imparable que domina en todo el universo físico y espiritual y que impele, queramos o no, a todas las formas de vida a cambiar y evolucionar. “La energía no se crea ni se destruye; sólo se transforma”, este principio de la termodinámica, nos aclara que todo en el universo está en constante transformación y cambio; por lo que, resistirse a ello, es contravenir las leyes físicas y espirituales.
El hombre, ser superior en la naturaleza por su sentido moral que le distingue de otros reinos y formas de vida: animal, vegetal y mineral; no podía estar exento de esta fuerza poderosa que le induce desde su origen a progresar y cambiar para mejor. Sabemos a ciencia cierta que, el mundo espiritual se rige por el avance constante y permanente de sus moradores y lo mismo acontece con la dimensión física en la que nos movemos y desarrollamos.
Así pues, todo cambio exige renovación y adaptación; la primera ha de ser constante, pues en el momento en que nos negamos a una renovación profunda, tanto interior, como exterior de aquello que nos rodea, estamos frenando, retardando nuestras posibilidades de progreso y superación personal.
La adaptación al medio no sólo es propia de los animales en sus fases de desarrollo y supervivencia, sino que es básica, principal y necesaria para el ser humano que convive en sociedad.
Tan importante como renovarnos es saber adaptarnos al momento, al espacio, el lugar, el tiempo en que vivimos; sabiendo ubicar nuestras realizaciones y proyectos en base a las condiciones sociales, las costumbres y las necesidades de la sociedad en que vivimos. Sólo de esa forma se puede alcanzar la proyección social necesaria que permita que una obra o trabajo de bien llegue a la sociedad y sea captado por esta.
Todo lo expuesto anteriormente es de singular importancia para el hombre; pero es de vital significado para las instituciones que realizan un trabajo noble, altruista y desinteresado, cuyo principal destinatario es el ser humano, la procura de la mejora de sus hábitos y costumbres ético-morales y espirituales.
Cuando se desea profundizar en el desarrollo y progreso personal a través del trabajo y la entrega en un grupo o institución, hemos de aceptar y hemos de comprender que, todos los integrantes del mismo debemos adoptar la actitud de constante renovación y permanente adaptación. Pero estas mismas premisas han de servir como pautas de crecimiento y permanencia en el tiempo al mismo grupo, a la misma institución, centro o asociación.
Aquellas sociedades que no se renuevan, mueren por inanición. Los que, a pesar de renovarse, no saben adaptarse al medio que les rodea y asumir las costumbres del lugar en que se encuentran, podrán realizar un gran trabajo interno, pero nunca alcanzarán proyección social, nunca podrán llegar a la sociedad.
En capítulos anteriores de esta misma sección, abordábamos algunos aspectos personales y grupales de las asociaciones que desean progresar y llevar sus conocimientos y experiencia a la sociedad. Detallábamos que la fraternidad, la comprensión, la tolerancia y el respeto eran las claves del crecimiento interior. Pero el crecimiento exterior y su proyección a la sociedad parte así mismo de premisas similares: respeto a todas las personas e ideologías, tolerancia con la incomprensión, divulgación responsable sin afanes proselitistas, ejemplo intachable en las conductas ético-morales, y así un largo etcétera al que añadiríamos los conceptos de renovación y adaptación permanente.
Es difícil llegar a ello; pero contamos con una gran ayuda: en la misma medida que realizamos el camino de la ascensión personal y de la reforma interna, vamos recibiendo la claridad de entendimiento necesaria para enfrentar las dificultades y conductas más adecuadas.
Esto se transfiere obligatoriamente a la manera de comportarse individual y grupalmente; esto obliga a una mentalidad libre y analítica, exenta de prejuicios, adaptada a los tiempos que corren; sabiendo llegar a los corazones y necesidades de la gente del momento y lugar en que nos encontramos, y no viviendo del pasado o de costumbres de otras sociedades que nada tienen que ver con las que se viven en nuestro alrededor de forma cotidiana.
Si somos capaces de encontrar el camino interior a través del crecimiento personal, el esfuerzo y el cambio hacia mejor; tendremos muchas posibilidades de acertar con la clave necesaria que nos permita llegar a la sociedad; con el único fin de trasladar nuestra experiencia de vida en primer lugar; los resultados operados en nosotros al realizar ese trabajo de reforma y progreso interno, haciendo ver a los demás que la felicidad, el equilibrio y la armonía mental y emocional sólo depende de nosotros.
Después de trasladar la experiencia mediante nuestro ejemplo, llegará el momento de explicar cómo lo hemos conseguido, llegando el momento de la divulgación responsable de los conocimientos adquiridos, para lo cual las mentes estarán predispuestas a escuchar y aprender.
Si invertimos el proceso, intentando primero divulgar y enseñar sin ofrecer con anterioridad ejemplo y realizaciones, nuestra palabra será como la voz que clama en el desierto; palabra muerta, que a nadie interesa y que nadie escucha.
Traslademos a nuestros grupos y asociaciones la necesidad de la reforma interna permanente, de la renovación de nuestras actitudes y comportamiento adaptándonos a la sociedad en que vivimos, de la importancia de la fraternidad y la tolerancia para, posteriormente después del ejemplo llevar el mensaje de la concordia, el amor y la necesidad de comprensión del mundo espiritual del que provenimos y hacia el cual nos dirigiremos el día de mañana.
Antonio Lledo Flor-  Amor, paz y caridad

“El cambio es incesante e implacable; por tanto, la mejor estrategia es aceptarlo y evolucionar.”
Seth Godin.
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