Hoy podemos ver aquí:
-
El Espiritismo como filosofía de vida
- Alegría de vivir
-¿ Cual es la labor más importante del espírita?
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EL ESPIRITISMO COMO FILOSOFÍA DE
VIDA
( Conferencia )
El Siglo XVII se significa por ser un notable momento
cultural y científico, cuando hombres y mujeres como
Hobbes, Locke, Lord Bacon… han resuelto cambiar la
estructura de la ciencia empírica separándola así de la
intolerancia religiosa. Hasta aquel momento, la cultura
estaba detenida en las pasiones clericales y la ortodoxia
religiosa administraba el conocimiento internacional.
Lord Bacon tuvo la oportunidad de afirmar que «una
filosofía superficial induce el pensamiento humano al materialismo,
mientras que una filosofía profunda conduce
al hombre a la verdadera religiosidad».
Posteriormente, casi 300 años después, otro pensador
francés tendrá ocasión de afirmar: «Brindarnos con
una religión científica y nosotros nos doblegaremos ante
su realidad».
Es en ese periodo que la cultura humana conoce a
Blaise Pascal. Cuando era un niño, a los cuatro años de
edad, revela un conocimiento transpersonal, porque con
esa edad, en la habitación donde vivía, logró interpretar
hasta la trigésima cuarta proposición de Euclides, sin
maestros y sin libros, produciendo en su padre, un gran
matemático, una sorpresa fantástica ¿Cómo era posible
que un niño de cuatro año supiese tanto de matemáticas
griegas? Porque, indudablemente, era la reencarnación de
aquél que propuso estas ecuaciones matemáticas, y nunca
habían sido solucionadas.
Hacía poco, Nicolás Copérnico presentaba su obra
sobre el heliocentrismo, tenía cuidado con la Inquisición
y afirmaba en el prefacio de esa obra extraordinaria: «He
tenido un sueño, he imaginado que hay una probabilidad
remota de que no sea la Tierra el centro del Universo,
supongo que, por cierto, y esto es un sueño, habrá otra
explicación. El Sol no sería tampoco el centro del Universo,
sino el centro de nuestro sistema alrededor del cual
gravitarían los planetas, los cometas, los satélites».
Y la obra de Nicolás Copérnico marca el momento
en que la ciencia diverge de la religión, que afirmaba que
la Tierra era el punto central del cosmos, y Jerusalén el
punto central de la Tierra. Se afirmaba, como si fuera
ciencia, que si se saliera de Jerusalén y se marchara en
una dirección se caería en el abismo, y en ese abismo la
vida sería destrozada por los gigantes, por los monstruos.
Cuando, con el viaje de circunvalación de Vasco de Gama,
en Portugal se pudo probar que saliendo de un punto y
viajando siempre en la misma dirección se retornaría al
mismo punto, se vino a destruir esa teoría, demostrando
que la Tierra era esférica, tenía la forma de una manzana.
A partir de ahí, el gran pensamiento de Galileo Galilei
que, con un telescopio doméstico, mirando a las estrellas,
se daba cuenta de que Nicolás Copérnico tenía
razón, no era la Tierra inmóvil como afirmaba la Biblia,
como afirmaba la religión. La Tierra se movía, pero no solamente
la Tierra alrededor del Sol, sino también el Sol y
todos los astros alrededor de otra estrella más poderosa.
Era la primera vez que se intuía la formación de una galaxia,
la grandiosidad del cosmos, la infinitud del Universo.
Posteriormente, Tycho Brahe tendrá la oportunidad
de afirmarlo por medio de demostraciones de laboratorio.
Es entonces cuando Sir Isaac Newton irá a demostrar
que este universo no está sustentado por la mano de
Dios, sino por una ley, la Ley de Gravitación universal.
Con la caída de una manzana, él tuvo la idea perfecta
de que: cuanto más pesado es el cuerpo, más corta es
la caída. La ley de la gravitación universal es un salto extraordinario
en la ciencia para encaminar el pensamiento
en dirección al infinito.
Y el siglo XVIII comienza con la Enciclopedia, Voltaire
y los grandes pensadores filosóficos, al lado de ellos,
Montesquieu, Diderot, predicando un cambio total en la
cultura sociológica y al mismo tiempo filosófica. Estaba en boga el pensamiento de Sócrates y de Platón.
En ese
momento los revolucionarios de 1789 embisten en beneficio
de los derechos humanos, en contra del derecho
divino de los reyes, ¿por qué ese privilegio? Todos nosotros
somos divinidades enclaustradas en la materia.
Es el momento cuando en el día 21 de noviembre
de 1793, en la catedral de Nôtre Dame, Pierre-Gaspar
Chaumette, desde el púlpito de la iglesia ante 15.000
personas declara: «No necesitamos de Dios, nuestros
dioses ahora son la Ciencia y la Razón». Comienza el
materialismo revolucionario de Francia, en que todos los
nombres religiosos tienen que ser apagados. Lentamente
viene la destrucción de los ideales de fraternidad, de
libertad, de igualdad, pero la divinidad vigila y en el día
2 de diciembre de 1804, después de haber firmado un
Concordato con el Vaticano, Napoleón Bonaparte trae
de vuelta a Dios a Francia. Es curioso el atrevimiento del
ser humano, había expulsado a Dios por el discurso de
un revolucionario, y ahora un dictador traía a Dios de
vuelta por intermedio de un decreto.
Pero en ese momento, dos meses antes, está reencarnándose
en Francia, en la ciudad de Lyon, el gran
Espíritu que en el pasado había dedicado su vida a la
vitalización de un cristianismo puro sin la teología, sin las
manifestaciones ceremoniales, sin las supercherías, que
había sido Jan Huss de Checoslovaquia, particularmente
de su capital, de Praga. Este hombre que fue asesinado
por el concilio de Constanza, se cuenta que cuando
estaba siendo quemado decía: «Vosotros, hoy, quemáis
el pato», porque “huss” en checo significa pato, «pero
un día vendrá un cisne que volará tan alto que vuestras
llamaradas no lo alcanzarán». Estaba llegando ahora a la
Tierra Jean Huss que recibió el nombre de Hippolyte
Léon Denizard Rivail. Dos meses antes, cuando el periodo
napoleónico llegaba a su esplendor, se reencarnaba el
futuro misionero de Jesús: Allan Kardec.
Después de la muerte de Schopenhauer, Alemania
nos propicia la presencia de otro muchacho muy infeliz,
porque era hijo de un pastor luterano y a la vez su madre
era muy beata, vivía mucho en la iglesia; y él fue a estudiar
teología y al hacerlo detestó la religión. El sentimiento de
religiosidad para este muchacho, Friedrich Nietzsche, no
tenía ningún sentido, porque la vida para él era de depresión.
Experimentaba trastornos de conducta, pero era
genial; su pensamiento filosófico era contrario a Hegel.
Porque la vida dentro de la tradición cristiana, conforme
es presentada por las doctrinas ortodoxas, no tenía sentido
ninguno, era miserable, era triste, hasta que enloquece
totalmente. El pensamiento de Hegel y de Kant con la
razón pura, son dejados atrás.
Cuando entonces, en Noruega, surge otro notable
pensador: Kierkegaard. Kierkegaard tendrá necesidad de
decir que la religión organizada, la religión tradicional es
una farsa; el verdadero cristianismo no está en la iglesia,
y él era un sacerdote. El verdadero cristianismo está en
la práctica del bien y en la necesidad del ser humano de
amar, amar al prójimo; cambiar completamente los ceremoniales,
las presentaciones culturales, artísticas, formales,
del mundo, para que se pueda hacer un viaje íntimo
en dirección a la divinidad.
El siglo XIX se caracteriza a la vez por otro filósofo
que propone un cambio, este filósofo es Auguste Comte,
que irá a establecer que la humanidad no necesita de una
religión formal; tampoco necesita del materialismo total,
del materialismo histórico. Propone otra forma de vivir,
una filosofía de vida, una filosofía saludable que se llamará
la Filosofía o Religión de la Humanidad, el Positivismo.
Solamente creemos en aquello que podamos demostrar,
solamente aceptamos aquello que constituya una prueba
material. Entonces, es mejor no creer y practicar el bien,
que creer y no tener una vida de ciudadano. Él proponía
a sus discípulos una correcta visión del Universo, la visión
ética de principios morales establecidos en la base, no de
una doctrina religiosa, sino de aquello que era el bien. Y
es esa doctrina fascinante que un día irá a atraer al profesor
Hippolyte Denizard Rivail que, después de haber
concluido su curso en una ciudad de Suiza, Yverdun, con
el maestro Pestalozzi, retorna a Francia para aplicar el
método pestalozziano a la educación.
Pasan los años, la doctrina establecida por el positivismo
gana las academias, surgen otros pensadores
menos importantes. Cuando entonces, en el día 31 de
marzo de 1848, en Londres, es presentado el manifiesto
comunista. Karl Marx que es por encima de todo un
financiero, un economista, sueña con una sociedad igualitaria
donde todos tienen trabajo, donde todos tienen
placeres, donde todos tienen hospital, escuela, derechos
humanos. La propuesta de Karl Marx al presentar el
manifiesto comunista a las 10 horas de la mañana en
Londres produce una gran conmoción cuando él dice:
«La religión es el opio de las masas». Eso fue un duro
golpe para las religiones, y ¿por qué lo dijo? Porque las
religiones decían a los campesinos, al pueblo, temed a
vuestros patronos, respetadlos, porque después de que muráis, llegaréis al mundo espiritual, donde encontraréis
el Cielo y vuestros patronos irán a los infiernos. Y esto es
opio, porque cuando se muere un rico se celebra un acto
litúrgico perdonándolo de todos los pecados, el primer
día de cuerpo presente, el primer mes, el primer año. Y
los ricos compran el reino de los cielos con las monedas
miserables del sudor de los pobres. Era por lo tanto una propuesta muy justa, este tipo de religión es un opio que
engaña y elude.
Pero esa noche, al otro lado del Atlántico, en un
lugarcito llamado Hydesville, una familia fundamentalista,
metodista, no logra dormirse porque hay ruidos, raps,
sonidos y comienzan las comunicaciones espirituales en
la casa de la familia Fox. Las dos hermanitas comienzan a
hablar con los muertos, a hacerles preguntas, y esos fenó-
menos toman cuenta de América, abandonan América,
viajan hacia Inglaterra, atraviesan el Canal de La Mancha
y vienen a situarse en París. París es la ciudad del placer,
es la capital de las luces, se dice que una idea surge por la
mañana, se queda vieja al mediodía y muere al atardecer.
Empero, las mesas hablantes giratorias, las mesitas
con las que se puede comunicar con el más allá, continúan
hasta el último martes de mayo de 1855, cuando
el profesor Rivail, en la casa de Mme. de Plainemaison,
observa la mesita. Aquello que era una curiosidad, impresiona
a este científico, frío investigador, profundo conocedor
del alma humana; es maestro dedicado a crear
la nueva experiencia humana. Y él pregunta: «¿Cómo es
posible que una mesita que no posee cerebro ni nervios
pueda pensar?»; y en ese momento la mesita le contesta:
«No, no es la mesita la que piensa, somos nosotros, las almas
de aquellos que hemos vivido en la Tierra». Comienza
entonces el momento de la fenomenología racional.
Cuando Allan Kardec, seudónimo que utiliza después de
recibir una información de un Espíritu querido, Céfilo,
que lo había conocido 20 siglos antes, 100 años antes
de Jesús, cuando Julio Cesar invade las Galias y entonces
Vercingétorix se enfrenta a Julio Cesar, había un sacerdote
druida, de nombre Allan Kardec, que creía en la
reencarnación. Y con ese seudónimo, el profesor Rivail
irá a presentar al mundo la más extraordinaria obra de
filosofía que es: El Libro de los Espíritus. Este libro extraordinario,
en su segunda edición presenta 1019 preguntas
filosóficas, morales, científicas, respecto al ser, al destino
y al dolor que, posteriormente, Léon Denis irá a colocar
en una obra máxima para explicar quiénes somos, de
dónde venimos, hacia dónde marchamos, cuál es la razón
del dolor.
Todos nosotros nos preguntamos ¿por qué yo?, y
cuando viene la muerte ¿por qué en mi casa? Olvidándonos
que cada minuto de nuestra vida mueren 7000
personas, y que un día la muerte llegará a nuestro hogar
llevándose un ser querido, dejándonos interrogantes dolorosos.
Será Léon Denis quien nos dirá en su extraordinario
libro respecto a la muerte: «He visto pasar las
ciudades griegas, toda la cultura cubierta de las arenas
del desierto, los árboles donde están grabadas las palabras
de amor, he visto las tumbas reventadas, todo el
silencio de la muerte, toda la muerte ha devorado en su
continuo incesante devorar». Pero no hay momento más
doloroso en la vida que cuando se ve un ser querido
sobre el mármol de la muerte, los ojos que brillaban se
apagaron, la voz que enunciaba palabras deliciosas, los latidos
del corazón desaparecen, quién no ha preguntado:
¿Y ahora qué sucede? Y León Denis, ese poeta fantástico
de Tours, Francia, ira a decir: «Tened alegría, porque ese
ser continúa vivo, después de la muerte volverá a sentir,
volverá a amar; deja la materia pero no abandona la vida,
volverá a hablar a tu corazón, dará noticias personales.
Alégrate porque la muerte nada más es que un cambio
de vibración, es un cambio de una actitud a otra, alégrate
porque los muertos viven». Esto lo dirá en Después de
la muerte.
Todo el tesoro histórico de la filosofía universal desde
los antiguos egipcios, los caldeos, babilonios, griegos,
romanos, hasta las culturas contemporáneas, desfilan por
el lapicero mágico de Léon Denis, hablándonos de una
filosofía espectacular, la filosofía socrático-platónica, la filosofía
del idealismo de Sócrates, la filosofía de la ética
moral de Platón, la filosofía que será encontrada posteriormente
en el cantor de la Galilea, ese hombre tan extraordinario
que ha dividido la historia, como ha escrito
un notable mortal de la Academia Francesa de Letras al
decir que Jesús fue tan grande que no cupo en la historia
de la humanidad. Y, gracias a su cuna, la humanidad cuenta
los hechos antes y después de él. Este hombre, Jesús, ha
revolucionado así la Tierra, porque en un determinado
momento: ¿Quién era el victorioso? Aquél que mataba
¿Quién era un héroe? Aquel que destruía vidas ¿Quién
era el poderoso? Aquel que mataba. Y entonces Jesús
viene e invierte la ética, cambia completamente el pensamiento
sociológico, el pensamiento filosófico y el pensamiento
científico. Porque el ser humano no nació con
la fatalidad para la desgracia, el ser humano nació para
la fatalidad de la plenitud como dirá, 19 siglos después,
el extraordinario Carl Gustav Jung, al decir que una vida
que no tiene sentido psicológico es una vida vacía. Todos
nosotros necesitamos del sentido psicológico para vivir,
de tener un significado. ¿Cuál es el significado de mi vida?
El Espiritismo viene con su filosofía ética, estética y
moral, repitiendo las lecciones de Jesús y nos dice que el
ideal psicológico de la vida es amar. Porque el que ama
es feliz y quien quiere ser amado es un niño psicológico.
Jesús viene y en una montaña cualquiera predica esta
revolución: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque
conseguirán el reino de los cielos». Yo me pongo a
imaginar que visité el lugar donde realizó ese sermón de
las bienaventuranzas; es un lugar inmenso enfrente del
Mar de Galilea, pero no era un llano, era un monte con
sus momentos tranquilos, con sus momentos ásperos,
y casi 5000 personas, sin altavoces, ¿cómo sería posible
que aquel hombre, poniéndose de pie mirando a la muchedumbre
comenzara a hablar y todos lo escucharan?
Porque el maestro no hablaba como nosotros, solamente
con las palabras, irradiaba su fuerza moral, irradiaba su
encantamiento y al abrir la boca todos mirándolo eran
magnetizados por su suave voz y oían en el lenguaje del
corazón.
Y ¿quiénes son los pobres de espíritu? En un mundo
tan rico de espíritus pobres, de personas que poseen
cosas y son esclavas de la pose poseedora, en un mundo
donde los valores son adquiridos por la ignorancia, por la
perversidad, por la sordidez, por la incapacidad de mantenerse
con dignidad… Miramos a los 10 hombres más
ricos del mundo de la lista Forbes y no los envidiamos,
porque inevitablemente llega el momento de tedio, poseen
el mundo, pero raramente poseen el amor; poseen
la Tierra pero no poseen paz y se entregan al alcohol,
al tabaquismo, a la drogadicción, a los placeres sexuales
hasta la extenuación. ¿Será ese el sentido de la vida? El
ser que piensa, además de dormir, de comer, de practicar
sexo, tiene ideales, los ideales de construir un mundo
mejor: más bello, más rico, más lleno de vida, un mundo
de bellezas, como escribió Dostoievski. Este mundo
donde podamos mirar el amanecer del Sol, un atardecer,
a ese niño que sonríe, a un anciano que medita, a un
sufriente que se despide de la vida.
«Bienaventurados los puros de sentimiento, aquellos
que tienen hambre de verdad, que tienen sed de
justicia». Nunca como en estos días hemos tenido tanta
sed de verdad, somos engañados; nos mienten, la prensa,
los políticos, los padres, los hijos, vivimos en un mundo
de ilusión, de mentira, de diplomacia. Pero la verdad está
dentro de nosotros, es necesario viajar hacia nuestro interior,
como propone Carl Gustav Jung, hacer un viaje
para autoiluminarse. «El reino de los cielos está dentro
de vosotros». Es necesario hacer ese viaje para encontrar
la paz, pero ¿qué paz?, la paz me la doy yo como
solamente yo la puedo dar, que es la paz de conciencia,
la paz de los pensamientos, la paz de la conducta recta.
Constancio Vigil, el gran filósofo americano, dijo que
joven no es aquel que tiene un cuerpo juvenil, sino aquel
que puede mirar hacia atrás y no tener vergüenza de
sus actos en cualquier edad. Porque podemos tener 80
años y ser jóvenes, no tenemos vergüenza de nuestra
conducta. Y podremos tener 15 años y una conducta
vergonzosa, crápula, vulgar, sin dignidad. Entonces somos
viejos porque cargamos la culpa, esa culpa psicológica
de la cual nadie consigue huir porque está impregnada
en el alma y lleva a la depresión, al trastorno del pánico,
a trastornos más graves como el Alzheimer, el Parkinson,
estados degenerativos. Porque el ser que somos, el self,
somatiza en el ego, en el soma, en el cuerpo, nuestros
conflictos y también nuestras acciones culturales. Entonces,
ese extraordinario Maestro enseña con el ejemplo:
Mirad a los lirios del campo, a los pájaros del cielo, cuánta
belleza de Dostoievski.
«Bienaventurados aquellos que tienen sed de verdad»,
esa verdad que el Espiritismo nos ofrece con una
filosofía optimista, una filosofía rica de belleza, una filosofía
de paz, una filosofía ética, no hacer a otro aquello
que no quiero me hagan. Meditando profundamente me
di cuenta que el Maestro vive en toda la historia de sus
enseñanzas, y solamente una vez nos hace un pedido,
un solo pedido en los tres años de su vida pública y ese
pedido es «Que os améis los unos a los otros y que no
hagáis a otro aquello que no queréis que os hagan a vosotros».
Entonces ese pedido del Maestro está en la doctrina
espírita. Cuando Allan Kardec, bajo la inspiración de
los seres angélicos en nombre de Jesús, establece «Fuera
de la caridad, no hay salvación», ¿Qué es la caridad? La
caridad es confundida con la limosna y el apóstol Pablo
en su epístola a los corintios habla de la caridad. Los
teólogos después del Espiritismo cambiaron en el texto
de la carta de Pablo la palabra caridad por amor. Cuando
ahí está el mensaje del amor poco importa, amor y caridad
se funden porque para que haya caridad, la verdadera
caridad, es necesario que haya amor. Cuando no hay
amor hacemos filantropía, hacemos humanismo, humanitarismo,
pero cuando hay amor nuestros actos son de
caridad. La caridad del ejemplo es el alma del Espiritismo.
Por más que conozcamos científicamente la doctrina,
como dijo Salvador, este Alfred Russel Wallace, el
hombre extraordinario que fue compañero de Charles
Darwin, que llegó a las mismas conclusiones de Darwin
sobre el Evolucionismo, era espiritista y decía: «Yo era
materialista tan convencido y tan completo que en mi
imaginación no había lugar para la existencia espiritual,
pero los hechos son imperiosos, los hechos me hicieron
espírita». Y él renunció a presentar su teoría evolucionista
en beneficio de Charles Darwin, que era más viejo que
él. Entonces el Espiritismo nos regala el hecho, la prueba
fundamental de la inmortalidad de la vida. Pero esto
no basta, es necesario que de esto resulte una filosofía
de comportamiento. Si tengo la seguridad que viviré, es
necesario que yo me prepare para continuar viviendo.
Si tengo esperanza en la vejez, ¿qué hago? me preparo
la economía, hago depósitos bancarios, me cuido de la
enfermedad, intento hacer un programa para la salud,
procuro vivir de una manera agradable para que mi vejez
sea saludable.
Si creemos en la inmortalidad del alma, es necesario
que tengamos la dulzura de comprender el sentido, el
significado de la vida. Y quien lo hizo fue Allan Kardec,
explicándonos que todo efecto proviene de una causa,
es una ley de la física, y todo lo que nos sucede tiene una
causa anterior, pero como no podemos retroceder para
pagar la causa, podemos sembrar para cosechar más tarde.
Qué maravilloso es poder sembrar hoy para cosechar
más tarde. Me recuerdo de mi madre, que era una
mujer analfabeta, y como vivíamos en casas de alquiler
siempre que llegábamos a una casa, mi madre plantaba
árboles, palos de mango, y un día una vecina le preguntó:
«Doña Ana, ¿por qué está plantando en un patio que no
es suyo, un árbol que solamente dará fruto dentro diez
años, cuando quizás usted ya no esté aquí?» y ella contestó,
entonces yo era un niño, y eso me llamó la atención y
me puse a reír por la belleza de su contestación: «Señora,
yo no siembro para cosechar, los egoístas siembran para
recoger inmediatamente, los hombres sabios plantan
árboles para el porvenir y los hombres santos plantan
vidas para la eternidad. Yo planto el árbol para que aquel
que venga después pueda bendecir las manos que un día
plantaron ese árbol para que le brinde flores, frutos, leño
y sombra. Porque el árbol que estoy disfrutando no fui
yo quien lo plantó, lo encontré, entonces hago lo mismo
para aquellos que vendrán después». La Ley de Causa y
Efecto: quizás ella misma estará retornando y estará habitando
aquella casa en otra reencarnación; cambiamos
de traje, de cuerpo, para que la vida continúe. Entonces,
es necesario sembrar.
La reencarnación es la respuesta al tremendo interrogante
que un día atormentaba a Edipo, camino de
Tebas, cuando la Esfinge le preguntó a este muchacho
que tenía un destino fatídico o fatal: «¿Quién es el que
por la mañana camina a cuatro patas, al mediodía camina
a dos patas y al atardecer camina a tres patas?» y Edipo
le dijo: «Es el ser humano. En la niñez se arrastra, después
camina y por fin utiliza un bastón». Y la Esfinge se tiró al
mar, haciendo antes una profecía, que él se casaría con la
madre, tendría hijos con ella y sería muy feliz. Esa tragedia,
fue utilizada más tarde por Freud, que tendrá oportunidad
de decir que la religión es una neurosis colectiva,
esa religión de fanáticos, de personas creyentes, ingenuas,
de apariencias. Respetamos a todos y respetamos también
a aquellos que no tienen religión. Para nosotros no
es importante el rótulo, es importante la conducta. Yo
prefiero personalmente al materialista honorable a un
espiritista indigno, porque ese materialista es un hombre
de bien; y cuando Allan Kardec define al hombre de bien
como un hombre bueno, tenemos la certeza de que ese
es espiritista sin saberlo, porque posee todas sus características
y su materialismo es una reacción a las doctrinas
ortodoxas de un Dios antropomórfico. De esa forma,
con las comunicaciones espirituales, qué maravilloso es
tener una filosofía de vida.
Cuando yo era joven, de lo cual no hace mucho
tiempo, tuve una visión psíquica, y en esa visión psíquica
el ser me decía «Tú serás educador, es lo que harás de
tu vida, dedicarás tu vida a la enseñanza, a la enseñanza
infantil, a la enseñanza de adultos». Y yo tuve la idea que
era un sueño, pero era un desdoblamiento, y al retornar
al cuerpo le dije a Nilson, pues viajábamos en ferrocarril,
«Mira tuve uno de mis sueños» y le expliqué. Era La
Mansión del Camino. Cuando hoy veo abrirse las puertas
y entrar más de 3000 personas de una vez, niños que
estaban en la miseria, niños comidos por las hormigas,
niños cuyos padres drogadictos los maltratan, los matan,
los hieren, mujeres embriagadas, estropeadas, yo digo, el
reino de los cielos es de aquellos que sufren. Y entonces,
el honor de haber sido llamado por Jesús, este hombre
extraordinario, para auto-iluminarme, porque aquelloque supongo hacer a los otros estoy haciéndolo a mí
mismo; el bien que hacemos nos hace bien, el mal que
practicamos nos hace mal.
¡Qué filosofía de vida! la filosofía del Espiritismo, esa
certeza de que la vida es muy rica, es muy bella, es atrayente
y nos induce a la abnegación, a la entrega total por
el ideal de una humanidad mejor. Y en este XX Congreso
Espírita, cuando nosotros estaremos estudiando esta filosofía
gratificadora, notable, «el Espiritismo como filosofía
de vida», no como una secta, una religión más, no como
algo de vanidad, como algo para presentar nuestras vanidades
científicas con nombres complicados que no dicen
nada y no resultan en transformación moral, en este
XX Congreso Espírita Nacional de España, tendremos la
oportunidad de profundizar, de conocer los caminos, la
metodología de la esperanza, la metodología de la felicidad,
de poder transformar el mundo con nuestra transformación
moral interior.
Hoy se ha muerto Nelson Mandela, el icono más
extraordinario en el siglo XXI porque vivió después de
27 años en la cárcel, 20 años en una aislada y 7 años en
una cárcel normal, salió del odio, de la violencia para la
paz. Se hizo pacífico, se hizo pacificador y deja su patria
en las manos de sus coetáneos, de sus ciudadanos, pero
ha cumplido su misión. ¿Por quién estará siendo recibido
este hombre, por cierto? por Gandhi, por otros extraordinarios
que lo aguardan en el más allá porque es el primer
mártir, el icono, que no fue asesinado. Martin Luther
King Junior y todos los héroes de la no violencia pagaron
con la vida comenzando por Jesucristo, que fue el pací-
fico pacificador. Y Nelson Mandela comienza un nuevo
historial de pacíficos que tienen una muerte pacificada;
lo homenajeamos por todo lo que ha conseguido en
nombre de la paz. La paz permanezca con nosotros, que
tengamos el coraje de no reaccionar, el coraje de actuar.
Que todos sepan que somos realmente espiritistas por
nuestros actos, no por nuestras palabras. Que todos nos
miren y perciban que somos diferentes para mejor en
la conducta, que somos personas felices, tranquilas, que
amamos a la vida, que disfrutamos porque el placer no
es solamente sexual, hay el placer estético, el placer ético,
el placer fraternal, ¿puede haber algo más maravilloso
que encontrar a una persona querida, de poder sonreír
y hablar de las bellezas del mundo espiritual, dialogar?
Entonces, en ese momento muy grave, si nosotros no
podemos ser un sol, que seamos por lo menos una luciérnaga
en la noche oscura para disminuir la amargura
de aquel que camina en la oscuridad.
¡Oh, Señor Dios! Me gustaría ser semejante a una
lluvia que cayera sobre la Tierra árida y la hiciera reverdecer
en flores de todos los colores. Me gustaría ser
semejante a un río caudaloso para atender la sed de los
árboles, de los pájaros, de la humanidad, pero si no lo
consigo, permíteme ser un vaso con agua fría para matar
la sed, la agonía de alguien en soledad. Me gustaría ser
la montaña altanera de donde se tuviera la visión de la
Tierra entera para demostrar la grandiosidad de tu amor,
pero si no lo consigo, te quiero pedir ser una piedra por
donde anden aquellos héroes de la muchedumbre. Me
gustaría ser un trigal para poder transformarme en panes
para atender el hambre de la humanidad, pero si no lo
consigo, déjame ser un grano que cayendo en el suelo
se multiplique en panes y disminuya el hambre de toda
la gente. Me gustaría ser una escalinata para llevar las
personas por sus peldaños a las alturas, pero nada soy,
déjame ser por lo menos el primer peldaño. Me gustaría
ser poeta, orador, esteta, artista, para cantar la belleza, la
magia, pero como nada soy, nada tengo, me quedo en
el camino para cuando pase alguien por mi lado, yo le
pueda preguntar «Hola amigo, ¿dónde vas?» y si él me
contesta «¿Qué quieres de mí?» le diga «Soy tu hermano,
dame la mano, soy tu amigo, iré contigo» y de lado a lado
pueda decir ¡Gracias Señor! porque nací, ¡Gracias Señor!
porque creo en ti, por tu amor, ¡Gracias Señor! Por vuestra
atención: ¡muchísimas gracias señores!
(Resumen de la conferencia proferida por Divaldo Franco, cuyo
texto completo se encuentra disponible en la web de la fee)
Revista Espírita nº 8 abril de 2014
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Alegría de vivir
Para que experimentemos alegría duradera es necesario en primer lugar haber logrado la paz interior que nos da el encuentro con nosotros mismos, y la serenidad que nos permite aceptar este "yo" que vive el punto cero, causando cambios que son necesarios. Después de todo, sólo podemos cambiar lo que sabemos.
La alegría es también un estado de ánimo, por lo que nace dentro de nosotros y es independiente de la posición en la que nos encontramos fuera.
Muchos espiritistas todavía están dando la imagen que no se le permite ser "alegre; porque confunden alegría con el libertinaje, con una falta de responsabilidad ". Esta imagen es equivocada e incluso fruto de nuestra comprensión incompleta de la vida.
Piense conmigo, por que no podríamos vivir la alegría incluso en tiempos de estudio, el trabajo, si hemos sido creados para amar? La alegría, así como el amor es contagiosa y debe ser experimentada por todos.
La alegría de vivir establece reencuentros. Es el puente que conecta nuestro "yo" con los demás y con Dios. Vamos ahora a imaginar este escenario: a través de la paz interior encuentro las simientes adormecidas que yacen en nosotros y forman nuestro jardín. Con el desarrollo de la serenidad estas semillas germinarán. Y es en la alegría donde vamos a disfrutar de la magnífica vista del colorido y de los diseños que logramos construir.
Compartimos esta belleza simple con todo el mundo,y volvámonos al Creador para gradecer tamaño regalo.
Así que mis amigos, ¿ Cómo sería incorrecto vivir en la alegría?
Incorrecto es lo escondido entre lágrimas, entre lamentos y no trabajando el suelo , a fin de que las simientes puedan germinar y florecer, brindándonos su alegria. Las flores tienen la misión de enseñarnos la Alegría de Vivir. Misión esa que cumplen con total fidelidad y amor.
La Alegría de Vivir es la verdadera alegría interior que se extiende a todos los que se tiene el placer de conocer en la caminata. Lo cual es persistente, a diferencia de la alegría que sentimos por las cosas efímeras y pasajeras como un coche nuevo, un traje nuevo, o incluso una conquista amorosa.
La verdadera alegría nace del esfuerzo cautivador. Cautivar es importante, pero no es indispensable. Es cuidar sin sofocar. Es el ejercicio del libre albedrío de manera responsable. Es estar al lado del otro pero sin hacer lo que solamente a él le corresponde. Es hacer lo que nos compete sin pretender que otros lo hagan. Es realmente, mis amigos, tomar el control de nuestras decisiones en la vida.
La alegría de vivir es la construcción de los lazos de amor, amistad y confianza, que van siendo consolidados con todo y con todos.
Entonces, retomo el cuestionamiento inicial, ¿ por que no seria permitido vivir la alegria en nuestras actividades?
¿ En nuestra casa espírita?; ¿En nuestro trabajo?; ¿Entre amigos y familiares?
Creo que ya todos consiguieron encontrar la respuesta.
Permitamos amigos míos, esta semana vivenciar la Alegría de Vivir en todos los momentos de nuestra rutina, no guardándola solamente para los “grandes momentos”, pues ellos con certeza son mas escasos y perderíamos la oportunidad de disfrutar hoy de la d ALEGRIA DE VIViR
Con mucha alegría, abrazaros, extendiendo los lazos que nos unen.
En: 27/04/2015
Medium: Lucía (Grupo psíquico María de Nazareth - CAVILE).
Espíritu: Hermano Matheus (Colonia María espiritual de Nazaret
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Estudio, divulgación, práctica de la caridad, atender las diversas tareas del centro espírita, tomar contacto con otros centros, etc, etc… Estas quizá sean las más expresivas, y sin duda configuran el molde del auténtico espírita, que es el espírita comprometido.
Sin embargo, y aunque ciertamente las tareas que hemos referido tienen vital importancia (tanto para el movimiento organizativo de cada país), la tarea mayor, la más esencial, la que compromete directamente la parte más íntima de nosotros, es la AUTOREFORMA. Lo demás es importante, pero esto último es absolutamente prioritario…
Desde este planteamiento que deducimos, sin dudar que el “mejor” espírita no es quien más obras asistenciales hace, ni el que más capacidad de oratoria tiene en las exposiciones públicas, ni el que más libros haya estudiado, ni el que reúna más experiencia como director y/o fundador de centros, etc, etc: lo más primordial es la capacidad de ver nuestras fallas de carácter, y hacerlo sin disfrazarlas ni justificarlas, para así trata de trabajarlas. Esto es autoreforma.
Hay que ser tenaces, algo valientes y del todo honestos para reconocer nuestros fallos, sobretodo aquellos más automatizados (porque son los más ferozmente defendido por nuestro ego). Se precisa de una labor de humildad, introspección y perseverancia para que la autoreforma sea la paciente y activa labor de todos los días (porque de otra manera no podría llevarse a cabo, quedaría en poco más que un “parche” doctrinario).
Nuestras reticencias ególatras son tan tenaces y están tan reforzadas, que pueden servirse incluso de las actividades más honrosas (como la divulgación, la organización de un centro, una palestra o la planificación de un encuentro institucional) para nuestro realce personalista y amodorrar la conciencia… Mientras que permanece inoperativo el indispensable reajuste interno.
Si otras filosofías y creencias del mundo son esencialmente transformadoras (persiguen la autoiluminación), el Espiritismo, que es la gran propuesta educativa de las esferas superiores, es en esencia una filosofía integral y una ciencia (eminentemente) práctica del autodesarrollo personal.
No sólo hay un espiritismo “hacia fuera”…, si no hay uno hacia dentro, en primer lugar, no podremos hablar de Espiritismo en su legítima dimensión. Es la diferencia entre ser espírita “oficial” (por razones de veteranía, labores activas, etc) y ser espírita en conciencia.
Artículo de Juan Manuel Ruiz González
(Tomado de Zona Espírita)
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