viernes, 31 de marzo de 2017

La mediumnidad en el Espiritismo





Contenido de este blog en este día:


- El camino de las virtudes
-La mediumnidad en el Espiritismo
- El objetivo de la vida
- Dictado de un Espíritu



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EL CAMINO DE LAS VIRTUDES

.El monge y místico, escritor Thomas Narton, escribió:

   Debemos recordar el principio de que Dios quiere que tengamos determinados deseos y placeres. No podemos vivir en la verdad si sospechamos automáticamente de todos los deseos y de todos los placeres. Aceptar nuestra condición humana es humildad, rechazarla es orgullo.

Estudiando la , espiritualidad a través del chamanismo todos esos años, percibí el esfuerzo que muchos seres humanos hacen para sustentar aquello que  no son. Pierden el tiempo en la Rueda de la Vida, ilusionados, dejando de buscar aquello que son en verdad y rescatar su verdadera misión en la Tierra. Juegan a vivir.
Nosotros, seres humanos, nos creamos un mundo Virtual. Pero, con todo ese conocimiento acumulado, no descubrimos todavía nuestros misterios, los misterios que se encuentran en el interior de las personas con las que nos relacionamos todos los días.
 Después de dar una vuelta por varios estudios espiritualistas, compartiendo los entendimientos de ese estudio fino, que es el buceo en las Virtudes.
  El texto de abajo es fruto de una investigación personal, INSIGHT´s y con recortes de varios autores sobre el tema y puede ser enriquecido con su colaboración.
   Para mi, las viejas virtudes son las llaves para la entrada en los portales de una nueva conciencia de amor, paz y luz. La verdadera esperanza para un mundo mejor.

¿COMO PODEMOS AFIRMAR QUE ALGUIEN ES UNA BUENA PERSONA, UNA PERSONA DE BIEN?

Son las virtudes de Dios
Que nos torna seres buenos
Que llena el Alma de Gracia,
Firmeza y Amor.
El Amor de Nuestro Creador
Himno Farol de Amor– Águia

Su significado tiene origen en Grecia con la palabra areté, traducida como excelencia y en  latín virtud. Para llegar, el hombre. Estudios demuestran que el concepto de virtud en Oriente, surgió en el siglo XX a.C. significando capacidad de realizar u ofrecer la vida. 
Las virtudes humanas son esenciales para la formación moral y espiritual de los seres humanos. La práctica de las virtudes hace a la persona más íntegra, humanitaria y elevada. Es la disposición constante del alma que estimula a la práctica del bien y a combatir el mal. Es una fuerza moral.
      La práctica de las virtudes proporciona al espíritu humano el vivir en la excelencia con cualidades que hacen al indivíduo una "persona de bien". Según Aristóteles, es una disposición adquirida de hacer el bien y ese hábito hace a las personas ir perfeccionándose.

¿ Y qué es una virtud ?


Es una fuerza que actúa o que puede actuar.
Así la virtud de una planta y de un remedio, que es tratar , de un cuchillo, que es cortar, o de un hombre, que es querer y actuar humanamente. 
Esos ejemplos, que vienen de los griegos, dicen suficientemente lo esencial: virtud es poder, pero poder específico. La virtud del helecho no es la de la cicuta,la virtud del cuchillo no es la de la azada, la virtud del hombre no es la del tigre o la de la cabra.
La virtud de un ser es lo que constituye su valor,en otras palabras, su excelencia propia: el buen cuchillo es el que corta bien, el buen remedio es el que cura bien, el buen veneno es el que mata bien...

André Comte-Sponville – PequeñoTratado de las Grandes Virtudes. Martins Fontes
El cristianismo separa las virtudes en teologales y humanas, que son ligadas directamente de Dios.
Las virtudes teologales (Definidas por San Páblo como las tres principales, siendo el amor (caridad), la naturaleza esencial de Dios.
Fe (confianza y entrega a Adios y aceptación de la Voluntad Divina) 
Esperanza (certeza en la ayuda de Dios) 
Caridad (amor incondicional). 
Entre las virtudes humanas se destacan las virtudes cardinales:
Prudencia (considerada la virtud madre, la base de todas las demás virtudes humanas)
Justicia (firmeza para dar a los otros lo que les es debido)
Fortaleza: (firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien)
Templanza ( prudencia aplicada a los placeres ).
Estas cuatro virtudes son consideradas las principales por ser los apoyos, alrededor de los cuales giran las demás virtudes humanas.

Las virtudes humanas (cardinales), son las que regulan las actitudes humanas, guiando la conducta. Esas virtudes son contrarias a los siete pecados capitales. Por tanto, si los pecados capitales nos apartan de Dios, las virtudes cardinales son aquellas que nos aproximan a Él.
Revista Verdad yLuz-
                  
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La mediumnidad  en  el Espiritismo.-


        Hay que señalar, una vez más, que una cuestión es el tema del Espiritismo, y otra bien distinta la mediumnidad. Esta última se puede relacionar directamente con el Espiritismo, siendo un pilar fundamental en el mismo, o bien no tener nada que ver con él, pues médiums siempre han habido y hay, en todas las èpocas, pueblos y culturas. 
    El Espiritismo es una filosofía espiritualista, mientras que la mediumnidad es una facultad psíquica natural e independiente de religiones ni de creencias.

La  filosofía doctrinaria  del Espiritismo, está  fundamentada en la observación razonada y minuciosa del fenómeno mediúmnico, al que considera  como una  bio-comunicación entre el organismo físico del médium y un Ser espiritual sin presencia física.  Este proceso se lleva a cabo mediante  las ondas psíquicas entre la mente del médium,  que se encuentra  en  un estado  especial de concentración  llamado “trance”, y la mente del Ser espiritual comunicante.
       Fundamentalmente la mediumnidad es una oportunidad de servir a los demás, ya sean seres encarnados como desencarnados, por lo que siempre se puede interpretar como  una bendición de Dios que faculta el contacto con el más allá, del  cual  demuestra su realidad.
       Para el Espiritismo, la mediumnidad no es nada sobrenatural, pues considera que no sucede nada fuera de unas leyes naturales que rigen todo cuanto existe en la Naturaleza, incluidas las de la comunicación espiritual, aunque en este caso las leyes que rigen el fenómeno aún no han sido suficientemente comprobadas, ni mucho menos aún divulgadas, pero sin embargo, el fenómeno en sí mismo  no deja de ser una demostración de la existencia y real comunicabilidad con el “más allá”.
     Se puede decir que la mediumnidad  es  como el “laboratorio” donde ha estudiado el Espiritismo con su aspecto científico,la realidad y las cualidades del Ser espiritual después de la muerte, dando mediante sus conclusiones  una sólida  fe y esperanza  a todos los seres humanos que quieran comprobar  los fenómenos estudiados por el mismo y, por consiguiente, lo que se puede deducir  filosóficamente de  ellos . La mediumnidad por tanto, es el pilar sobre el que se apoya y actúa el Espiritismo, junto al esclarecimiento filosófico y científico, que se refleja en la Codificación, tras los cuales, se pueden deducir unas consecuencias morales a partir  de la filosofía kardeciana y del fenómeno mediúmnico.
       El Espiritismo  va  más lejos que  otras fuentes de investigación espiritual y paranormal, porque de los comunicados con los Espíritus Superiores, extrae  unas conclusiones morales que se deducen  de  la  filosofía obtenida a través de estas comunicaciones en las que nos aconsejan, nos enseñan y nos aclaran el camino a seguir en la vida para una correcta mejora y evolución del espíritu, adquiriendo un convencimiento trascendente que nos da la fuerza interior necesaria así como un claro sentido a nuestras vidas.
     No debemos confundir la mediumnidad con el  Espiritismo, son dos cosas bien distintas, pues esta se refiere al fenómeno  mediúmnico en sí mismo,  mientras que  el Espiritismo  es toda una ciencia de observación que  estudia, analiza, contrasta  y explica  dichos fenómenos, de  cuyas conclusiones deduce unas consecuencias filosoficas y  unos principios morales que conducen espiritualmente al ser humano.
       También  se  debe  puntualizar  que  en  las manifestaciones  mediúmnicas, ni todas son de carácter animista o mental, causado por el propio médium, ni tampoco todas ellas son de carácter espiríta, en  las   que invariablemente siempre interviene un ser  espiritual diferente al propio espíritu del médium. Las afirmaciones de  alguno  de  estos  dos   extremos como única explicación posible a unos hechos mediúmnicos, son más bien producto del  fanatismo  en un sentido, o en  otro.

- Jose Luis Martín -


       “El Espiritismo es una ciencia experimental que proporciona el único seguro fundamento de una   verdadera  filosofía y un sentimiento religioso puro.”
                                            - Sir Albert Russel Wallace-

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         EL OBJETIVO  DE LA VIDA

El objetivo de la evolución, la razón de ser de la vida no es la felicidad terrestre, como muchos erróneamente creen, y sí el perfeccionamiento de cada uno de n.osotros. Y ese perfeccionamiento debemos realizarlo por medio del trabajo, del esfuerzo, de todas las alternativas de la alegría y del dolor, hasta que nos hayamos desarrollado completamente y elevado al estado celeste. El dolor, físico y moral, forma nuestra experiencia. La sabiduría es el premio. Poco a poco el alma se eleva y, conforme va subiendo, en ella se va acumulando una suma siempre creciente de saber y virtud; se siente más estrechamente unida a sus semejantes; se comunica más íntimamente con su medio social y planetario. Elevándose cada vez más, no tarda en unirse por lazos pujantes a las sociedades del Espacio y después al Ser Universal. Así, la vida del ser consciente es una vida de solidaridad y libertad. Libre dentro de los límites que le señalan las leyes eternas, se constituye en arquitecto de su destino. Su adelantamiento es obra suya. Ninguna fatalidad lo oprime, salvo la de sus propios actos, cuyas consecuencias recaen en él; mas, no puede desarrollarse y medrar sino en la vida colectiva con el recurso de cada uno y en provecho de todos. Cuanto más sube, tanto más se siente vivir y sufrir en todos y por todos. En la necesidad de elevarse a sí mismo, atrae a sí, para hacerlos llegar al estado espiritual, a todos los seres humanos que pueblan los mundos donde viviera. Quiere hacer por ellos lo que por él hicieran sus hermanos más viejos, los grandes Espíritus que lo guiaran en su marcha. 

La materia es el obstáculo útil; provoca el esfuerzo y desarrolla la voluntad; contribuye para la ascensión de los seres, imponiendoles necexidades que los obligan a trabajar ¿Cómo, sin el dolor, habríamos de conocer la alegría; sin la sombra, apreciar la luz; sin la privación, saborear el bien adquirido, la satisfacción alcanzada? Aquí está la razón del por qué encontramos dificultades de toda suerte en nosotros y a nuestro alrededor. Es la ley del esfuerzo, ley suprema, por la cual el ser se afirma, triunfa y se desarrolla; es la magnífica epopeya de la Historia, la lucha exterior que llena el mundo. La lucha inferior no es menos conmovedora. Cada vez que renace, tendrá el Espíritu que acomodar, adecuar el nuevo envoltorio material que le va a servir de morada y hacer de él un instrumento capaz de traducir, de expresar las concepciones de su genio. A pesar de las decepciones, de las derrotas, a través de las existencias renovadas, el alma consigue desarrollar sus elevadas facultades. 

Salvador Martín.
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" NADIE RECOGE EL BIEN SIN CONQUISTARLO Y NADIE ATRAE EL MAL SIN MERECERLO"
- Andre Luiz- (Espíritu)

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DICTADO DE UN ESPÍRITU. 


AMALIA DOMINGO SOLER. 

Soy un Espíritu muy viejo y muy experimentado, he tenido ocasión de sentir los más crueles remordimientos y las más dulces satisfacciones. Recuerdo una existencia que tuve de caudillo, de general en jefe, teniendo a mis órdenes a los hombres más valientes y más aguerridos. Una palabra mía los hacía morir en medio de un mar de fuego; yo era un dios para ellos, disponía a mi antojo de sus vidas. Si los dioses habitasen en la Tierra, yo podría decir que fui un dios temido y adorado. Gané muchas batallas, engrandecí a mi patria, le di muchos días de gloria, y dejé la Tierra en el campo de batalla, después de haber ganado y haber vencido al ejército enemigo. Lo que no pudo conseguir el fuego de mis contrarios, lo consiguió una serpiente que se enroscó a mi cuello, mientras yo dormía sobre mis triunfos en mi tienda de campaña. 

Mi muerte produjo una consternación general; mi tumba fue un plantel de laureles en flor, no era odiado, era temido; no me ensañé con el vencido, y sin embargo a pesar de no haber sido cruel, mi entrada en el espacio fue muy triste, muy desconsoladora para mí. Me encontré en una llanura inmensa; un cielo gris, sin celajes ni reflejos luminosos, caía como una plancha de plomo sobre mi cabeza. En aquella llanura no brotaba una flor, ni el más pequeño arbusto balanceaba sus ramas; sólo a largos trechos, se entreabría la tierra, formando hondos surcos, en los cuales el fuego del incendio había dejado sus negruzcas huellas y una voz lejana me decía, muy quedo: "¡Recréate en tu obra!" Seguí andando, y anduve mucho, mucho, y siempre veía lo mismo, las ruinas de los pueblos incendiados; al fin, me detuve avergonzado de mí mismo; no tenía una buena obra que recordar. De pronto, apareció la figura de un niño; el niño me abrazó; era un pequeñuelo que representaría tres años, yo le miré, queriéndole reconocer, pero me encontraba tan perturbado, que pronto me di por vencido, y le dije: -¿Quién eres? Te he visto no sé donde; sácame de dudas. -El niño apoyó su diestra en mi frente y me dijo: -Mira, miré, y me vi montando en un soberbio alazán; mi caballo corría saltando zanjas y horrendos precipicios, a impulsos de mi voluntad, mis espuelas oprimían sus ijares y mi caballo volaba como si hubiese hecho una apuesta con las águilas, que en la inmensa altura se remontaban para hacer sus nidos en los picachos de las montañas donde la planta humana aún no había llegado. Con mi veloz carrera, llegué al punto que deseaba, ante una gran ciudad que ardía por sus cuatro costados; mis guerreros cumplían mis terminantes órdenes. Mi voz de trueno se unió a la infernal gritería de los vencidos y los vencedores. 

Siguió el incendio destruyendo maravillosos templos paganos, donde el arte había hecho de la dura piedra delicadísimos encajes, y había dado vida a las figuras mitológicas. Bajé de mi caballo y sin idea fija, me dirigí a la ventura por los alrededores de la ciudad incendiada, reparé en una choza que comenzaba a arder, me acerqué y dentro de ella vi a un niño mudo por el espanto. El pobrecito, al verme, me tendió los brazos, yo le estreché contra mi corazón y salí huyendo con mi preciosa carga, avergonzado de mi generosidad. 

¡El guerrero invencible con un niño en brazos! Mi gente, matando sin piedad a los vencidos y yo corriendo a campo atraviesa, con aquel inocente, sin saber donde dejarlo a salvo... ¡Corrí mucho, mucho! Hasta llegar a una casa de campo. Allí me detuve, y pedí hospitalidad para mi compañero. Una mujer le tomó en sus brazos, diciéndome: -¡Pero este niño está muerto! -Y efectivamente, ¡El niño había muerto en mis brazos! Y yo que nunca había derramado una lágrima, al ver el cadáver de aquel inocente, bañé su rostro con mi llanto, y acompañado de aquella buena mujer y de otros campesinos, no me separé de él hasta que le di sepultura. Más tarde, mis tropas me llevaron en triunfo, crucé largo trecho bajo un bosque de laureles en flor; mujeres hermosas alfombraban mi camino con perfumadas flores, pero mi pensamiento estaba fijo en aquel niño que murió de espanto, y que ignorando que yo fuese verdugo, me tendió sus brazos, diciéndome con un mudo ademán: -¡Sálvame de la muerte! -comprendí que el niño que encontré en mi soledad, era aquel que murió en mis brazos y por si alguna duda me quedaba, él me dijo: "Soy el único ser que guarda de ti un recuerdo de gratitud; en tu última existencia muchas madres te maldicen, tu patria te debe unos cuantos palmos de terreno, pero ese pedazo de tierra, ha sido regado con lágrimas y sangre. 

Todo tu sentimiento, todo tu amor, lo recogí yo en breve tiempo; yo seré el único rayo de luz que iluminará la noche de tu vida. Ven conmigo, y el niño se convirtió en una hermosa figura. Me sentí desfallecido y un sueño dulcísimo y reparador me hizo olvidar mi triste entrada en el espacio". Muchas veces he vuelto a la Tierra en posición muy humilde; no he hecho proezas, pero no he hecho mal a nadie, he vivido ignorado y he muerto en paz, en santa paz, y he hallado muchos seres amigos que me aguardaban con los brazos abiertos, sin faltar el niño que bajo esa figura se me presenta siempre, siendo el guía amorosísimo de mi vida. No lo dudes, Amalia; el hombre más grande es el que hace menos víctimas y el que más se sacrifica por la humanidad. 

Adiós. 

Somos de la misma opinión del Espíritu. El hombre más grande creemos que es aquél que hace de su hogar un pequeño oasis, un pequeño estado, donde no hay un tirano que martirice ni esclavos sumisos al mando de su señor, y entre los suyos ensaya el gobierno de un pueblo donde reine el amor y la ciencia y sea un hecho el divino lema: "Uno para todos y todos para uno". 


LA LUZ QUE NOS GUÍA POR 
AMALIA DOMINGO SOLER

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FACULTAD DE BICORPOREIDAD




Contenido de este blog en el día de hoy:

- Destinos  dolorosos y difíciles

. Fluido Cósmico Universal
- Facultad de bocorporeidad
- Desertores del Espiritismo


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DESTINOS DOLOROSOS Y DIFÍCILES


No siempre los destinos o predestinaciones dolorosas y difíciles, son consecuenciales de faltas pasadas. Los hay también volunta...rios, como vía de un más rápido progreso del Espíritu. 
Por ello, podemos clasificarlos en dos grupos: voluntarios y compulsorios. 

VOLUNTARIOS.— Son aquellos que voluntariamente optan por una vida dolorosa o difícil, a fin de progresar más rápidamente. No todos los que sufren son culpables en vías de expiación. Algunos, son seres que, sin ser culpables pero ávidos de progreso, escogen vidas penosas y laboriosas a fin de acelerar su evolución y desarrollar más rápidamente su inteligencia y fuerza volitiva, o en misión de amor fraterno. Entonces, el ser espiritual, el Yo pensante, planifica un programa antes de encarnar, de enmiendas y realizaciones a desarrollar más rápidamente su inteligencia y fuerza volitiva, o en misión de amor fraterno. Y éstos, como humanos, pueden distinguirse por su gran bondad y resignación y afán de servicio fraterno. 

COMPULSORIOS.— Son aquellos que, como consecuencia de sus errores, según dejamos expuesto, llega el momento de saturación, del tiempo máximo que la ley del libre albedrío concede para la rectificación voluntaria; y el alma es sumergida en una turbación para renacer en un nuevo cuerpo y en el ambiente propicio para la depuración y sensibilización de la misma; pues, el dolor a más de función depuradora (catarsis), también sensibiliza el alma. Esto acontece con los seres poco o medianamente evolucionados, que son una grandísima parte de nuestra humanidad; pero no así en los casos más evolucionados intelectualmente pero no moralmente, digamos, de «almas endurecidas». Son los que, como humanos, manifiestan una inconformidad notoria y, a veces, rebeldía. 
Estos, arrepentidos de sus graves errores y maldades, torturados por las acusaciones de su propia Conciencia superior, que en cuadros fluídicos (al igual que en un cinema) les presenta sus maldades y los sufrimientos causados, sin poder esas almas librarse de esas visiones torturadoras (ya que son proyectadas por su propia mente), llegan a un estado de desesperación en el astral inferior, y claman intensamente librarse esa tortura. Son seres evolucionados intelectual y volitivamente, pero que han vivido en el error y en la maldad. 
Y estos clamores, ondas pensamiento, son captadas en las esferas superiores, en donde los seres que las habitan vibran en amor fraterno y vienen en su auxilio, haciéndoles ver que su condición es consecuencia de sus propias obras, con lo cual generalmente comienza en ellos el arrepentimiento. Cuando éste es verdadero (y a los seres superiores no se les puede engañar porque pueden leer en su mente como en un libro abierto), comienzan entonces los preparativos de rescate de ese plano de sufrimiento (astral inferior) y preparación para la redención de sus errores y maldades, por medio de una de esas vidas de dolor depurador. 
En esos casos, no están obligados a aceptar. Es decir, no hay más compulsión que la propia Conciencia; pero sintiéndose fuertemente atormentados, aceptan gustosos como un medio de liberación. 
De aquí el gran número de subnormales y minusválidos. 
Empero, como las solicitudes son siempre mayores que las disponibilidades, ya que para estos casos se requieren condiciones biológicas especiales y expiatorias de los padres, esta espera les es motivo de sufrimiento. ¡No es tan fácil conseguir una oportunidad para reencarnar! Y más se dificulta con la práctica tan generalizada de los anticonceptivos y los abortos. 
En el interin de una oportunidad para reencarnar, son invitados a colaborar en obras de bien (pues también en el plano extrafísico puede practicarse el bien o el mal), de ayuda en las múltiples formas de necesidad humana, con lo cual su tormento comienza a atenuarse y hasta puede llegar a extinguirse, si en su alma prende la llama del amor fraterno. 

Sebastián de Arauco.

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       FLUIDO CÓSMICO UNIVERSAL

"Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas". (Respuesta dada por los Espíritus Superiores a Allan Kardec en la pág.1 de "EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS")

Hay dos elementos generales en el Universo: la materia y el Espíritu, y por encima de todo Dios, el creador, el padre de todas las cosas.


Dios, espíritu y materia constituyen el principio de todo lo que existe, la trinidad universal.

Pero al elemento material se tiene que juntar el FLUIDO UNIVERSAL, que desempeña el papel intermediario entre el Espíritu y la materia propiamente dicha, por demás grosera para que el Espíritu pueda ejercer acción sobre ella.

Aunque, desde cierto punto de vista, sea lícito clasificarlo como el elemento material, se distingue de este por sus propiedades especiales.

Si el FLUIDO UNIVERSAL  fuese simplemente materia, no habría razón para que el Espíritu no lo fuese también.

El FLUIDO UNIVERSAL está colocado entre el Espíritu y la materia;

Espírito           Fluido Universal            Matéria
[----------------------I-----------------------]

El fluido, como la materia, es susceptible, por sus innumerables combinaciones como esta y bajo la acción del Espíritu, de producir la infinita variedad de las cosas de las que apenas conocéis una parte mínima.

Ese fluido universal, o primitivo, o elemental, siendo  el agente que utiliza el Espíritu, y el principio sin el cual la materia estaría en perpetuo estado de división y nunca adquiriría las cualidades que la gravedad le da."q. 27(LE).

Ese fluido es susceptible de innumerables combinaciones. Lo que llamamos fluído eléctrico. fluido magnético, son modificaciones del fluido universal, que no es, propiamente hablando, sino la materia más perfecta, más sutil y que se puede considerar independiente. q. 27. a (LE).

ELEMENTOS FLUÍDICOS
A GÊNESE, cap. XIV. Itens de 2 à 6
Obra codificada por Allan Kardec

El FLUIDO CÓSMICO UNIVERSAL es la materia elemental primitiva, cuyas modificaciones y transformaciones constituyen la innumerable variedad de los
cuerpos de la Naturaleza.

Como principio elemental del Universo, asume dos estados distintos :

·        eterización o imponderabilidad - primitivo estado normal
·  materialización o de ponderabilidad-consecutivo al estado normal primitivo

El punto intermedio es el de la transformación del fluido en materia tangíble. 

,
Pero, aun así, no hay transición brusca, por cuanto que pueden considerarse como nuestros fluídos imponderables como término medio entre los dos estados.
    
 Cada uno de esos dos estados da lugar, naturalmente, a fenómenos
especiales: al segundo pertenecen los del mundo visible y al primero los del mundo invisible, Unos, los llamados fenómenos materiales, son de la juridisción de la Ciencia propiamente dicha, los otros, calificados como fenómenos espirituales o psíquicos, porque se ligan  de modo especial a la existencia de los Espíritus, caben en las atribuciones del Espiritismo.

Como vemos, la vida espirituial y la vida corporal se hallan incesantemente en contacto. los fenómenos de las dos categorías muchas veces sed producen simultáneamente. En el estado de encarnación, el hombre solamente puede percibir los fenómenos psíquicos que se prenden a la vida corpórea; los de dominio espiritual escapan a los sentidos materiales y solo pueden ser percibidos en el estado de Espíritu.(1)

(1) La denominación de fenómeno psíquico alcanza con las precisión el pensamiento que e al orden de losiritual, dado que esos fenómenos reposan sobre las propiedades y los atributos del alma, o mejor, de los fluidos espiriticos, inseparables del alma. Esta calificación os liga más intimamente al orden de los hechos naturales, regidos por leyes; se pueden por tanto admitir como efectos psíquicos, sin admitirlos a título de milagros.

En estado de eterización, el fluído cósmico no es uniforme. 

Sin dejar de ser etéreo, sufre modificaciones tan variadas en género y más numerosas tal vez, que en el estado de materia tangible. Esas modificaciones constituyen fluídos distintos que, aunque procedentes del mismo principio, son dotados de propiedades especiales y dan lugar a los fenómenos peculiares del mundo invisible.

Dentro de ka relatividad de todo, esos fluidos tienen para los Espíritus, que también son fluídicos,una apariencia tan material, como los objetos tangibles para los encarnados y son, para ellos, lo que son para nosotros las sustancias del mundo terrestre. Ellos los elaboran y combinan para producir determinados efectos, como hacen los hombres con sus materiales.

Pero como en este mundo, solamente a los Espíritus más esclarecidos les es dado comprender el papel que desempeñan los elementos constitutivos del mundo en el que ellos se hallan. Los ignorantes del mundo invisible son tan incapaces de explicarse a sí mismos los fenómenos a los que asisten y para los que muchas veces concurren maquinalmente, como los ignorantes de la Tierra lo son para explicar los efectos de la luz o de la electricidad, para decir de que modo ven y escuchan.

Los elementos fluídicos del mundo espiritual escapan a nuestros instrumentos de análisis y a la percepción de nuestros sentidos, hechos para percibir la materia tangible y no la materia etérea. Algunos hay, pertenecientes a un medio diferente al nuestro, a tal punto, que de ellos solo nos podemos hacer idea mediante comparaciones tan imperfectas como aquellas mediante las que un ciego de nacimiento se procura hacer una idea de la teoría de los colores.

Pero, entre tales fluidos, los hay tan íntimamente ligados a la vida corporal, que de cierta forma, pertenecen al medio terreno. A falta de observación directa, sus efectos se pueden observar como se observan los del fluído del imán, fluído que jamás se vio pudiéndose inquirir sobre la naturaleza de los conocimientos de alguna precisión. Es esencial ese estudio, porque está en él la llave de una inmensidad de fenómenos que no se consiguen explicar con las leyes de la materia.

La pureza absoluta, de la cual nada nos puede dar idea, es el punto de partida del fluído universal;

El punto opuesto es en el que él se transforma en materia tangible.
 Entre esos dos extremos, se dan innumerables transformaciones, mas o menos aproximadas de uno y de otro. Los fluidos más próximos de la materialidad, los menos puros, consiguientemente, componen lo que se puede llamar la atmósfera espiritual de la Tierra. Es de ese medio, donde igualmente son varios los grados de pureza, que los Espíritus encarnados y desencarnados de este planeta, harán los elementos necesarios a la economía de sus existencias. Por muy sutiles e impalpables que nos sean esos fluídos, no dejan por eso de ser de naturaleza grosera, en comparación con los fluídos etéreos de las regiones superiores,

Lo mismo se da en la superficie de todos los mundos, salvo las diferencias de constitución y las condiciones de vitalidad propias de cada uno. Cuanto menos material es la vida en ellos,tanto menos afinidades tienen los fluídos espirituales con la materia propiamente dicha. 

No es rigurosamente exacta la calificación de fluidos espirituales, pues en definitiva, ellos son siempre materia mas o menos quintaesenciada. De fluido realmente espiritual, solo está el alma o principio inteligente. Se les da esa denominación por comparación y sobre todo por la infinidad que ellos guardan con los Espíritus. Puede decirse que son la materia del mundo espiritual, razón por la que son llamados fluídos espirituales. 

¿ Quien conoce además, la constitución íntima de la materia tangible?. Tal vez esta sea compacta, solamente en relación a nuestros sentidos; lo prueba la facilidad con que la atraviesan los fluidos espirituales y los Espíritus, a los que no ofrece mayor obstáculo del que los cuerpos transparentes ofrecen a la luz

Teniendo por elemento primitivo el fluído cósmico etéreo, la materia tangible ha de ser posible desagregándose, volver al estado de eterización, del mismo modo que el diamante, el más duro de los cuerpos, puede volatilizarse en gas impalpable. En realidad la solidificación de la materia no es más que un estado transitorio del fluído universal, que puede volver a su estado primitivo, cuando dejan de existir las condiciones de cohesión. 

¿ Quien sabe así mismo, si en estado de tangibilidad la materia no es susceptible de adquirir una especie de eterización que le daría propiedades particulares?. Ciertos fenómenos, que parecen auténticos, tenderían a  ser supuestos. Aún no conocemos sino las fronteras del mundo invisible; el porvenir, sin duda, nos reserva el conocimiento de nuevas leyes, que nos permitirán comprender lo que se conserva como misterio.

Figuras e Pesquisa: Elio Mollo
(imagenes actualizadas 11/05/2013)

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Facultad de Bicorporeidad


Dice André Luiz: “De nuestra conducta, de nuestra moral, depende nuestra tranquilidad espiritual, así como nuestra estabilidad emocional, porque no hay nada que perturbe más al médium, que un ejercicio equivocado de su facultad”. No hay nada más angustiante que rodearse de entidades perturbadoras, dispuestas a utilizar nuestras energías psíquicas, para seguir en el camino erróneo; el camino de la rebeldía y la indiferencia a Dios.

Necesitamos observarnos a nosotros mismos,  autoanalizarnos, preguntarnos, por si algún día descubrimos que somos portadores de facultades. De ser así, deberemos preguntarnos, ¿qué camino tomar? Si nuestra intención es buena, la respuesta no se hará esperar: Servir a nuestros semejantes, siendo puentes entre el Mundo Espiritual y el Terrenal. Por ejemplo, podríamos tener la facultad de bicorporeidad, que es el tema que voy a tratar. Facultad no muy extendida ni conocida en los días actuales. ¿Qué es esta facultad? La de aparecer en dos lugares a la vez; más abajo ampliaré esto.
De bicorporiedad dio numerosas muestras San Antonio de Padua que, estando en España, y al mismo tiempo que predicaba, su padre, que estaba en Padua, iba al suplicio acusado de un asesinato. En ese momento aparece Antonio de Padua, demuestra la inocencia de su padre y hace reconocer al verdadero criminal, quien fue juzgado. Se probó que en el mismo momento Antonio de Padua no había salido de España.  Se dan estos casos de bicorporiedad, facultad de poder estar en dos lugares a la vez, siendo que en uno está el cuerpo y en el otro, el periespíritu materializado.

Otro ejemplo de este grandísimo médium, Antonio de Padua es cuando: “relata su biógrafo, Padre Antonio, que San Antonio era aún fraile agustino, cuando, encontrándose en meditación profunda, un día tuvo la visión de Francisco de Asís que, desdoblado, se le apareció en Coimbra, sin embargo él estaba en Italia. Le apareció en una visión “milagrosa”, relatada por muchos historiadores, y le anunció, de parte de Dios, que él debía entrar en la religión de los frailes menores". Aún un caso más de este Espíritu Superior: “En Saint-Pierre de Aneyroix, cuando Antonio de Padua apareció en medio del coro para leer la lección del Breviario, estaba también a la vez en la iglesia predicando. Se notó, sin embargo, que él quedó inmóvil en el púlpito durante todo el tiempo de la lectura.” (Estos relatos se pueden encontrar en El Libro de los Médiums, cap. 7.)

Allan Kardec en El Libro de los Médiums nos explica: “…Podríamos decir que el cuerpo puede vivir con la vida orgánica que es independiente de la presencia del Espíritu, y la prueba de esto es que las plantas viven y no tienen Espíritu.” Esta mediumnidad no es muy conocida, por ser una mediumnidad que se da escasamente en nuestros días, sin embargo la historia está repleta de ejemplos de dicha mediumnidad, como es el caso de Antonio de Padua, ya expuesto y el de Alfonso de Ligorio que fue canonizado antes del tiempo exigido, por haberse mostrado simultáneamente en dos lugares diferentes, lo que pasó por un milagro.  La Iglesia igual enviaba a la hoguera a estos médiums, palabra que no se conocía aún, pero el fenómeno sí se daba, que eleva a los altares a otros médiums, siempre la incoherencia y las contradicciones. No pretendo juzgar, pero sí recordar a tantos mártires, en su mayoría médiums, que sufrieron por no renegar de sus facultades y misiones.

Volvamos a El Libro de los Médiums, donde nos encontramos con este relato de Allan Kardec: “Habiendo sido evocado San Alfonso de Ligorio, e interrogado por nosotros acerca del hecho arriba manifestado, contestó a la siguiente pregunta: ¿Podría explicarnos este fenómeno? Sí, el hombre, cuando está completamente desmaterializado por su virtud, y que ha elevado su alma hacia Dios, puede aparecer en dos parajes a la vez. He aquí como, el Espíritu encarnado, sintiendo venir el sueño, puede pedir a Dios transportarse a un lugar cualquiera. Su Espíritu o su alma, como queráis llamarla, abandonan entonces su cuerpo seguido de una parte de su periespíritu, y de la materia inmunda en un estado vecino a la muerte. Digo vecino a la muerte porque queda en el cuerpo un lazo que une el periespíritu y el alma a la materia, y este lazo no puede ser definido. El cuerpo aparece en este estado al lugar que se le ha llamado…” Hoy en día sí podemos definir lo que es ese “lazo”; el lazo fluídico (también llamado cordón de plata por el esoterismo) que une al Espíritu a su cuerpo material, mientras está habitando la Tierra. Es un lazo de sustancias brillantes, que le permite al Espíritu ir a donde quiera o le permitan. Una observación de Allan Kardec, en dicho libro: “El alma no se divide en el sentido literal de la palabra; irradia por diferentes lados, y es así como puede manifestarse sobre muchos puntos sin estar dividida; es lo mismo que una luz que pueda simultáneamente reflejarse en muchos espejos”.

Tácito cuenta un hecho muy interesante que le ocurrió a Vespasiano: “Durante los meses que Vespasiano pasó por Alejandría para esperar la vuelta periódica de los vientos de verano y la estación en que el mar estaba más seguro, ocurrieron muchos prodigios por donde se manifestaba el favor del cielo y el interés que los dioses parecían tomar por este príncipe. Estos prodigios redoblaron en Vespasiano el deseo de visitar el lugar sagrado de Dios, para consultarle los asuntos del imperio.

Ordenó que el templo se cerrase para todo el mundo; luego que hubo entrado en él y fijado su atención en lo que iba a pronunciar el oráculo, percibió detrás de él a uno de los principales egipcios, nombrado Basilide, que sabía estaba impedido por enfermedad a muchas jornadas de Alejandría. Se informó de los sacerdotes si Basilide había venido al templo en ese día; se enteró por los demás si se le había visto en la ciudad; en fin, envió hombres a caballo y se aseguró que en dicho momento estaba a ochenta millas de distancia. Entonces no dudó ya que la visión fue sobrenatural, y el nombre de Basilide le sirvió para él de oráculo.” (Tácito, Historias, Lib. IV, cap. 81 y 82, traducción de Burnouf). Este ejemplo de Vespasiano está extraido de "El Libro de los Médiums", el mejor tratado de mediumnidad que tenemos a nuestro alcance. Como se ve, la bicorporiedad, se dio en todos los tiempos de nuestra historia y hay muchos casos registrados, afortunadamente.

Como vemos el tema es apasionante y necesitado de ser conocido, pues gracias a esa mediumnidad se pudieron realizar tareas extraordinarias y se dieron pruebas de la sobrevivencia del Espíritu a la muerte física.

También por causa de estos fenómenos causados por dicha mediumnidad, se le dio el nombre de hombres dobles, porque realmente parecía que hubiese dos, y había dos, pero no eran de materia orgánica. El cuerpo físico sí, obviamente, el Periespíritu sabemos que es de materia sutil y que tiene muchas propiedades, entre ellas, la plasticidad que permite el fenómeno de bicorporeidad.

Es nuestro deber divulgar todo cuanto tenga relación con el área de la mediumnidad y los médiums, pues en nuestros días podemos observar como aumenta el número de médiums; espíritas o no. Si hay conocimiento y esclarecimiento, no existirá el miedo, la irresponsabilidad, la indisciplina, etc. y por lo tanto tampoco fracaso en la tarea que vinimos a realizar como médiums de prueba, pues fracasamos en otra/s existencias como médiums. Que nadie se sienta desamparado y cuando surja el fenómeno mediúmnico,pedir para ser guiados a quienes pueden orientar y apoyar a los que nada saben o saben poco, aunque cuanto más aprendemos, más cuenta nos damos de lo poco que sabemos.
Isabel Porras

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LOS DESERTORES DEL ESPIRITISMO     


Si todas las grandes ideas, han tenido sus apóstoles fervientes y denodados, también las mejores han tenido sus desertores.
El Espiritismo no podía librarse de las consecuencias de la humana flaqueza; ha tenido lo suyos, y no serían inútiles algunas consideraciones sobre el particular.
Muchos se equivocaron, al principio, acerca de la naturaleza y objeto del Espiritismo y no entrevieron su trascendencia. Desde luego excitó la curiosidad y muchos no distinguieron en las manifestaciones más que un asunto de distracción.
Se divirtieron con los Espíritus, tanto como estos quisieron divertirlos. Las manifestaciones eran un pasatiempo y con frecuencia un accesorio de tertulia.
Este modo de pensar, al principio, la cosa, era una táctica diestra de los Espíritus. Bajo la forma de diversión, la idea penetró en todas partes y plantó gérmenes sin sublevar las conciencias timoratas. Se jugó con el niño, pero el niño debía hacerse hombre.
Cuando a los Espíritus bromistas los sucedieron los graves y moralizadores; cuando el Espiritismo se elevó a ciencia, a filosofía, las gentes superficiales no lo encontraron recreativo, y para los que, ante todo, aprecian la vida material, era un censor inoportuno y molesto, que a más de uno arrinconó.
No hay que echar a menos semejantes desertores, pues las personas frívolas son pobres auxiliares.
Esta primera fase está, sin embargo, muy lejos de ser tiempo perdido. A favor de semejante disfraz, la idea se ha popularizado cien veces más que si hubiese revestido, desde su origen, una forma severa. Pero de esos centros ligeros e indolentes, salieron pensadores graves.
Estos fenómenos, puestos en moda por el atractivo de la curiosidad, convertidos en una especie de manía, excitaron la codicia de ciertas gentes atraídas por la novedad y por la esperanza de hallar en ellos una nueva puerta abierta.
Las manifestaciones parecían un asunto maravilloso,  susceptible de explotación, y más de uno pensó hacer de ellas un auxiliar de su industria, y otros las consideraron como una variante del arte de la adivinación, un medio quizás más seguro que la cartomancia, la quiromancia, etc., etc., para conocer el porvenir y descubrir las cosas ocultas, pues, según la opinión de aquella poca, los Espíritus debían saberlo todo.
Desde el momento en que tales gentes vieron que la especulación resbalaba entre sus manos y se convertía en engaño. Que los Espíritus no venían a ayudarles a hacer fortuna, a darles buenos números para la lotería y decirles la verdadera buenaventura, a descubrirles tesoros o proporcionarles herencias, a sugerirles algún buen invento fructífero y de privilegio exclusivo, a suplir su ignorancia y a dispensarles del trabajo intelectual y material, los Espíritus no fueron buenos para nada, y sus manifestaciones no eran mas que ilusiones.
 Tanto como ensalzaron el Espiritismo mientras acariciaron la esperanza de sacar de él algún provecho, así denigraron cuando tuvieron el desengaño. Más de un crítico, lo hubiese levantado hasta las nubes de haberle hecho descubrir un tío americano o ganar en la Bolsa.
Esta es la categoría más numerosa de los desertores, pero se deja ver que seriamente, no pueden calificárseles de espiritistas.
También ha tenido su utilidad esta fase, pues ha demostrando que no debía esperarse del concurso de los Espíritus: se ha hecho conocer el objeto serio del Espiritismo, se ha depurado la doctrina.
Los Espíritus saben que las lecciones de la experiencia, son las más provechosas.
Si desde un principio hubiesen dicho: No pidáis tal o cual cosa, porque no la obtendréis, acaso no se les hubiera creído, y por esta razón no limitaron la libertad de nadie, a fin de que la verdad resultase de la observación.
Los desengaños desanimaron a los explotadores y contribuyeron a disminuir su número, privando al Espiritismo, no de adeptos sinceros, sino de parásitos.
Ciertas gentes, más perspicaces que otras, entrevieron al hombre, en el niño que acababa de nacer y le tuvieron miedo, como Herodes le tuvo miedo al niño Jesús.
No atreviéndose a atacar de frente al Espiritismo, han tenido agentes que lo abrazaron para ahogarlo, que se visten con el disfraz de espiritistas para introducirse en todas partes, atizar diestramente la desavenencia en los grupos, derramar en ellos y por bajo mano el veneno de la calumnia, dejar caer chispas de discordia, impeler a actos que comprometan, intentar el desvío de la doctrina, para ponerla en ridículo o hacerla odiosa, y simular en seguida desengaños.
Otros son mas hábiles aun: predicando la unión, siembran la división; ponen sobre el tapete diestramente cuestiones irritantes y mortificadoras, excitan los celos de preponderancia entre los diferentes grupos, y su delicia sería verlos apedrearse y levantar bandera contra bandera, con motivo de ciertas divergencias de opiniones sobre determinadas cuestiones de forma y de fondo, provocadas las mayoría de las veces.
Todas las doctrinas han tenido sus Judas; el Espiritismo no podía dejar de tenerlos y no le han faltado.
Estos tales, son espiritistas de contrabando, pero han tenido también su utilidad. Han enseñado a que como buenos espiritistas, seamos prudentes, circunspectos, y a que no nos fiemos de las apariencias.
En principio, es preciso desconfiar de los arrebatos calenturientos, que son casi siempre fuegos fatuos o simulacros, entusiasmo de circunstancias, que suplen los actos con la abundancia de palabras.
La verdadera convicción es apacible, reflexiva, motivada; como el verdadero valor, se revela por hechos, es decir, por la firmeza, la perseverancia, y sobre todo, por la abnegación.
El desinterés moral y material es la verdadera piedra de toque de la sinceridad.
La sinceridad tiene un sello sui generis; se refleja por matices más fáciles a veces de comprender, que de definir, se la siente por ese efecto de la transmisión del pensamiento, cuya ley nos revela el Espiritismo, y que la falsedad no consigne nunca simular completamente, dado que no puede cambiar la naturaleza de las corrientes fluídicas que proyecta.
Cree equivocadamente que puede suplirla con una baja y servil adulación, que solo seduce a las almas orgullosas, pero esta misma adulación, se deja conocer de las almas elevadas.
Nunca el hielo podrá simular el calor.
Si pasamos a la categoría de los espiritistas propiamente dichos, también veremos ciertas flaquezas humanas, en las que no triunfa inmediatamente la doctrina. Las más difíciles de vencer son el egoísmo y el orgullo, pasiones originales del hombre.
Entre los adeptos convencidos, no hay deserción en la acepción de la palabra, porque el que desertase por motivo de interés u otro  cualquiera, no habría sido nunca sinceramente espiritista; pero hay desalientos.
El valor y la perseverancia pueden flaquear ante un desengaño, una ambición fracasada, una preeminencia no alcanzada, un amor propio lastimado o una prueba difícil.
Se retrocede ante el sacrificio del bienestar, el temor de comprometer sus intereses materiales y el reparo del que dirán, se siente desazón por un fraude; no se renuncia, pero se desanima; se vive para si y no para los otros; se quiere sacar beneficio de la creencia, pero siempre que no cueste nada.
Ciertamente que los que así proceden, pueden ser creyentes; pero, a no dudarlo, son creyentes egoístas, en quienes la fe no ha encendido el fuego sagrado del desinterés y de la abnegación; su alma se desprende con trabajo de la materia. Forman número nominal, pero no puede contarse con ellos.
Muy distintos son los espiritistas que verdaderamente merecen tal nombre.
Aceptan para sí todas las consecuencias de la doctrina y se les reconoce por los esfuerzos que hacen para mejorarse. Sin descuidar los intereses materiales, son éstos para ellos lo accesorio y no lo principal; la vida terrestre es solo una travesía más o menos penosa; de su empleo útil o inútil depende el porvenir; sus alegrías son mezquinas comparadas con el objeto esplendido que entrevén más allá; no se desazonan por los obstáculos que encuentran por el camino; las vicisitudes, los desengaños, son pruebas ante las cuales no se desalientan, puesto que el descanso es el premio del trabajo, y por estas razones, no se ven entre ellos deserciones y desfallecimientos.
Los Espíritus buenos protegen visiblemente a los que luchan con valor y perseverancia y cuyo desinterés es sincero y sin miras ulteriores; le ayudan a triunfar de los obstáculos y aligeran las pruebas que no pueden evitarles, mientras que se apartan de los que abandonan y sacrifican la causa de la verdad, a su ambición personal.
¿Debemos colocar entre los desertores del Espiritismo a los que se alejan, porque no les satisface nuestra manera de ver las cosas; a los que, encontrando muy lento o muy rápido nuestro método, pretenden alcanzar más pronto y con mejores condiciones el objeto que nos proponemos? Ciertamente que no, si son sus guías la sinceridad y el deseo de propagar la verdad.
Ciertamente que sí, si sus esfuerzos tienden únicamente a hacerse notables y a captarse la atención pública para satisfacer su amor propio y su interés personal…
¡Tenéis distinto modo de ver al de nosotros; no simpatizáis con los principios que admitimos! Nada prueba que andéis más acertados que nosotros. En materia de ciencia, puede diferirse de opinión; buscad a vuestro modo como buscamos nosotros; el porvenir pondrá en claro quién tiene razón y quién está equivocado.
No pretendemos ser los únicos en poseer las condiciones sin las cuales no pueden hacerse estudios serios y útiles; lo que hemos hecho nosotros, ciertamente pueden hacerlo otros. ¡Qué importa que los hombres inteligentes se reúnan con nosotros o sin nosotros! Que se multiplican los centros de estudios, tanto mejor; porque esta es una señal del progreso incontestable, que aplaudimos con todas nuestras fuerzas.
En cuanto a las rivalidades, a las tentativas para suplantarnos, tenemos un recurso infalible para no temerlas. Trabajemos por comprender, por ensanchar nuestra inteligencia y nuestro corazón; luchemos con los otros, pero luchemos por superarnos en caridad y abnegación.
Sea nuestra única divisa el amor al prójimo inscrito en nuestra bandera, y nuestro objeto único inquirir la verdad, venga de donde viniere. Con tales sentimientos arrostraremos las burlas de nuestros adversarios y las tentativas de nuestros competidores.
Si nos equivocamos, no tendremos el necio amor propio de aferrarnos a ideas falsas, pero hay principios respecto de los cuales se tiene certeza de no engañarse nunca, tales son: el amor del bien, la abnegación, la abjuración de todo sentimiento de envidia y de celos.
Estos principios son los nuestros, en ellos veremos el lazo que ha de unir a todo los hombres de bien, cualquiera que sea la divergencia de sus opiniones; el egoísmo y la mala fe son los únicos que entre ellos levantan barreras insuperables.
Pero ¿cuál será la consecuencia de este estado de cosas? Sin duda alguna las maquinaciones de los falsos hermanos podrán producir momentáneamente algunas perturbaciones parciales. Por esto es preciso hacer toda clase de esfuerzos para burlarlos tanto como sea posible, pero necesariamente no tendrán más que una época de existencia y no podrán ser perjudiciales en el porvenir.
Ante todo, porque son una maniobra de oposición que caen por la fuerza de las cosas; y por otra parte, por más que se diga y haga, no podrá quitarse a la doctrina su carácter distintivo; su filosofía racional es lógica y su moral consoladora y regeneradora.
Las bases del Espiritismo están hoy puestas de un modo inquebrantable: los libros escritos sin reticencias y puestos al alcance de todas las inteligencias, serán siempre la expresión clara y exacta de la enseñanza de los Espíritus, y la transmitirán intacta a los que vengan en pos de nosotros.
No se ha de perder de vista que estamos en un momento de transición y que ninguna transición se opera sin conflicto.
No hay, pues, que admirarse de ver cómo se agitan ciertas pasiones, tales como las ambiciones comprometidas, los intereses lastimados, las pretensiones frustradas, pero todo esto se extingue poco a poco, la fiebre se calma, los hombres pasan y las nuevas Ideas subsisten.
Espiritistas, si queréis ser invencibles, sed benévolos y caritativos; el bien es una coraza contra la cual se estrellarán siempre las maquinaciones de la malevolencia...
Vivamos, pues, sin temor: el porvenir es nuestro; dejemos que nuestros enemigos se retuerzan comprimidos por la verdad que les ofusca: toda oposición es impotente contra la evidencia, que triunfa inevitablemente por la fuerza misma de las cosas.
La vulgarización universal del Espiritismo es cuestión de tiempo, y en este siglo, el tiempo avanza a pasos de gigante impulsado por el progreso.

OBSERVACIÓN. - Como complemento de este artículo, publicamos aquí, la siguiente comunicación que nos dio Allan Kardec sobre el mismo asunto, después de haber entrado en el mundo de los Espíritus. Nos ha parecido interesante para nuestros lectores, unir a las elocuentes y viriles páginas que preceden, la actual opinión del organizador por excelencia de nuestra filosofía. París, noviembre de 1869
Cuando existía corporalmente entre vosotros, a menudo decía que debiera hacerse una historia del Espiritismo, puesto que no dejaría de tener interés; aún participo hoy de esta misma opinión, pudiendo servir un día, para realizar mi pensamiento, los diferentes elementos que con este fin había reunido.
Porque, en efecto, estaba en mejor posición que nadie para apreciar el curioso espectáculo provocado por el descubrimiento y vulgarización de una gran verdad.
En otro tiempo presentía, pero hoy sé el maravilloso orden y la inconcebible armonía que presiden a la concentración de todos los documentos, que están destinados a dar origen a la nueva obra.
La benevolencia, la buena voluntad y abnegación absoluta en unos y la mala fe, la hipocresía y las malévolas maniobras de los otros, todo concurre para asegurar la estabilidad del edificio que se levanta.
Entre las manos de las potencias superiores que presiden al progreso, las resistencias inconscientes o simuladas y los ataques que tienen por objeto sembrar el descrédito y el ridículo, se convierten en instrumentos de elaboración.
¡Qué no se ha hecho, que móviles no se han puesto en movimiento para ahogar al niño en la cuna!
El charlatanismo y la superstición, a su vez, han querido ampararse en nuestros principios para explotarlos en su provecho; todos los rayos de la prensa han atronado contra nosotros; se ha entregado a la irrisión las cosas mas respetables; se han atribuido al Espíritu del mal las enseñanzas de los Espíritus, las más dignas de admiración y de veneración universal; y sin embargo, todos esos esfuerzos acumulados, esa coligación de todos los intereses bastardos, no han alcanzado otra cosa que proclamar la impotencia de nuestros adversarios.
 Pero, en medio de esa lucha incesante contra las preocupaciones establecidas y contra los errores acreditados, es como se aprende a conocer a los hombres.
Sabía que al consagrarme a mi obra predilecta, me exponía a las iras de los unos y a la envidia y a los celos de los otros. El camino estaba sembrado de dificultades sin cesar renovadas. No pudiendo alcanzar nada contra la doctrina, se atacaba al hombre, pero por mi parte me sentía fuerte porque había hecho renuncia de mi personalidad. ¿Qué me importan las tentativas de la calumnia, si mi conciencia y la grandeza del objeto me hacían olvidar voluntariamente las espinas y abrojos del camino?
Los testimonios de simpatía y de estimación que he recibido de aquellos que supieron apreciarme, han sido la más dulce recompensa que jamás haya ambicionado, pero ¡OH!, ¡cuantas veces hubiese sucumbido bajo el peso de mi tarea, si el afecto y el reconocimiento de la mayoría no me hubiesen hecho olvidar la ingratitud y la injusticia de algunos! Porque si los ataques dirigidos contra, mí siempre me han encontrado insensible, debo confesar que me afectaba penosamente, cada vez que encontraba falsos amigos, entre aquellos de quienes más esperaba.
Si es justo vituperar a aquellos que intentan explotar el Espiritismo o desnaturalizarlo en sus escritos sin haber hecho de él un estudio previo, ¡cuán culpables no son aquellos que después de haberse asimilado todos sus principios, no contentos de retirarse pacíficamente, se han vuelto contra él, con todas sus fuerzas!
Sobre tales desertores especialmente es necesario reclamar la misericordia divina, porque voluntariamente han extinguido la luz que les iluminaba, con cuyo auxilio podían iluminar a los otros.
Pero no tardan en verse privados de la asistencia de los buenos Espíritus y la experiencia nos ha demostrado que bien pronto caen de un paso al otro, en las más criticas situaciones.
Desde mi regreso al mundo de los Espíritus he vuelto a ver algunos de estos desgraciados; ahora se arrepienten; sienten su inacción y su mala voluntad, pero no pueden reparar tan pronto como desearan el tiempo perdido; volverán, sí, luego a la tierra con la firme resolución de concurrir activamente al progreso, pero aún lucharán con sus antiguas tendencias, hasta que definitivamente hayan triunfado sobre ellas.
¿Puede creerse que los espiritistas de hoy, ilustrados por estos ejemplos, evitarán caer en los mismos errores? Durante mucho tiempo aún, habrá falsos hermanos y amigos mal intencionados, pero del mismo modo que nada pudieron los primeros, tampoco lograrán estos, desviar de su camino al Espiritismo.
Si acaso producen algunas perturbaciones momentáneas y puramente locales, no por esto peligrará la doctrina; antes al contrario, bien pronto los espiritistas desviados reconocerán su error y vendrán a concurrir con nuevo ardor a la obra de la cual se habían separado un instante, y obrando de concierto con los Espíritus superiores que dirigen las transformaciones humanitarias, avanzarán con paso rápido hacia los felices tiempos prometidos a la humanidad regenerada. – ALLAN KARDEC.
 Adaptación: Oswaldo E. Porras D.

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