martes, 28 de marzo de 2023

El hombre de las dos caras

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El hombre de las dos caras

2.- Caso de reencarnación en España

3.- Lección de la experiencia

4.- Utilidad providencial de la fortuna

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      EL HOMBRE DE LAS DOS CARAS                  ¿ Subyugación ininterrumpida bajo el guante de una reencarnación?
 Jorge Hessen Mordake


Por efecto de las bulliciosas narrativas sobre las deformaciones físicas, deparamos con eventos deslumbrantes, y al mismo tiempo melancólicos, de personas que (re) nacieron con los más singulares tipos de aberraciones. Edward Mordake  sufría de una anomalía conocida como Craniopagus Parasiticus. El poseía otro “rostro parasito” acoplado a su nuca. En su caso, podría parecer apenas un caso de “gemelo chupín” , más para muchas personas y para el mismo, lo que existía en su nuca era algo más sombrío.
Se cuenta que la cara gemela presentaba algunos indicios de inteligencia, sin embargo no ingería alimentos e increíblemente era capaz de hacer una mueca, reír, y llorar. El “rostro parasito” era flácido y desfigurado, algo amenazador y tétrico. Se narra que los ojos de la “faz intrusa” expresaban malicia y furia y seguían a las personas pausadamente como si estuviese estudiando a aquellos que visualizaban, sus labios invariablemente hacían ruidos exóticos. Aunque su voz fuese ininteligible, Edward declaró que muchas veces se mantuvo despierto durante la noche a causa de los murmullos de odio de su “cara gemela diabólica” (como paso a llamarla) y por los zumbidos lúgubres. Mientras su caso sea concretamente citado en los primeros informes médicos, en verdad su historia es misteriosa, y fue analizada como caso irreal durante algún tiempo, por ser demasiado delirante para creerse y, obviamente, por no tener mucho sentido desde el punto de vista Medico, en algunos momentos. La única cosa que persiste de esa historia es la existencia de una foto de Edward, que comprueba que el realmente existió, más exactamente cuándo, no se sabe. Hay un libro titulado Anomalías y Curiosidades de la Medicina por George M. Gould y Walter L. Pyle, haciendo referencia a Edward Mordake, dice que gran parte de lo que se conoce de su vida se basa en relatos orales. Muchos componentes de su trayectoria fueron perdidos en el transcurrir del tiempo y no hay fuentes considerables para los pesquisidores actuales, excepto. Se sabe que  vivió en completo aislamiento, rehusándo las visitas, incluso de los familiares. Se dice que Edward había pedido a los médicos que eliminasen su “cara diabólica” con todo ningún clínico fue favorable a hacerlo, porque la cirugía sería fatal. Las personas comenzaron a apartarse de él y eso potencializaba su depresión. Se cuanta que en los momentos de tristeza su “cara extra” permanecía gracejando como si estuviese ridicularizando sus dolores. Por tanto, padeciendo con la intimidación que ejercía del “rostro intruso”, Mordake resolvió acabar con aquello y se mató a los veintitrés años. Se dice que después de que el suicidio ocurrió sus médicos rechazaron hacer la extirpación de aquel “suplemento facial, en la nuca. Edward había dejado una carta solicitando que la “cara satánica” fuese destruida de su cabeza antes de que le diesen sepultura, a fin de que él no continuase oyendo sus terribles susurros más allá del túmulo. Se describe que le gustaría ser enterrado en un lugar desierto, sin piedra o cartel para marcar su túmulo. Su pedido  fue atendido por los médicos Manvers e Treadwell, que cuidaban del caso. Edward fue enterrado en una cueva de tierra, barata y sin ningún tipo de lapida o escultura, también pedido por él. En el mundo somos enfrentados con innumerables casos teratológicos que asombran y dejan asombrados a los más experimentados analistas. Será admisible que junto con alguien que (re) nace, reencarnar concomitantemente con otro Espíritu colado en su tejido periespiritual (molde del cuerpo físico), ocasionando pánico, como en el episodio narrado, tanto para el anfitrión como también para quien lo visualiza? ¿Qué misterios existirían tras del rostro “demoniaco” de Edward Mordake? Por las leyes reencarnatorias teóricamente, en un cuerpo no puede reencarnar nada más que un Espíritu. en el caso de los seres siameses, por ejemplo, existen dos espíritus en cuerpos unidos biológicamente (pegados) con dos cerebros (dicéfalos), dos individuos, dos mentes. Aunque el caso de Edward no sea un fenómeno de siameses, es manifiesto que exista un espíritu pegado (no sabemos cómo) en aquella bizarra (cara trasera). Hay casos teratológicos en el que las reencarnaciones de los Espíritus simpáticos que se aproximan por analogía de sentimientos se sienten felices por estar pegados biológicamente. Sin embargo, los seres que no se toleran se repelen y son extremadamente infelices en la convivencia. ¡Es de ley! ¿En el caso de Edward, desde el punto de vista reencarnatorio, que razones llevarían a la justicia divina para permitir tal anomalía física? ¿Por qué algunos espíritus necesitan permanecer pegados biológicamente, compartiendo órganos y funciones orgánicas, sabiendo que nada nos es más íntimo y personal que el cuerpo físico? Al ser verdadera la historia de Edward, creemos que son dos espíritus ligados por odios cristalizados, construidos a lo largo de muchas reencarnaciones, y que reencarnaron en esas condiciones extrañísimas, raramente por libre elección y no por “punición” de Dios, sino  por una especie de determinismo originado en la propia ley de Acción y Reacción. Alternándose las posiciones como verdugo y víctima y también de dimensión física y extra física, constreñidos por irresistible atracción de odio y deseo de venganza, se buscan siempre y culminan re aproximándose en condiciones conmovedoras, que los obliga a compartir hasta de la misma sangre vital y del aire que respiran. Considerando que en los estatutos de Dios no hay espacios para injusticias, la dualidad espiritual presente en el cuerpo deforme de Mordake es factible. Sobre todo si en el proceso de subyugación ocurrida en vidas de retraso en el crecimiento, cuando el obsesor actúa sobre el cuerpo físico y provoca movimientos involuntarios. Se daba antiguamente el nombre de posesión al imperio ejercido por los malos espíritus Más, la posesión seria, para nosotros, sinónimo de subyugación, pues no hay posesos, en el sentido vulgar del termino, hay solamente obsesados, subyugados y fascinados. Podrá tener como consecuencia una especie de locura cuya causa el mundo desconoce, más que no tiene relación alguna con la locura ordinaria. Entre los que son tenidos por locos, hay muchos que apenas son subyugados, y precisarían de un tratamiento moral, mientras que con los tratamientos corporales los tornan verdaderos locos. Cuando los médicos conozcan bien el Espiritismo, sabrán hacer bien esa distinción y curaran a más enfermos que con las duchas.  Creemos que en una reencarnación especialísima, dos seres que experimentaron la trama de subyugaciones obsesivas pueden renacer en condiciones especialísimas narradas en el texto, todavía evidentemente estamos conjeturando proponiendo al lector amigo más amplias reflexiones. Muchas veces no es posible, de inmediato, disolver esas vinculaciones anómalas con el fin de que haya total recuperación psíquica de los infelices protagonistas. En el transcurrir de los años, la imantación crece, llegando a dimensiones cruciales de alteración del cuerpo periespiritual de ambos. La analgesia transitoria, por la conmoción de la conciencia causada por la reencarnación, podrá impactar y recomponer los sutiles tejidos en desarreglos del alma enferma. Infelizmente no fue el caso Mordake, pues él huyó del compromiso. Si en esa época Edward hubiese sido espirita, podría haber recurrido a algunos recursos tales como a la práctica de la oración y a la de la donación de energías magnéticas a través del pase, por ejemplo, que son recursos adecuados e indispensables para despertar conciencias y minimizar los traumas psicológicos. Soluciones esas que para él se descubrirían eficaces, iluminándole la conciencia para la necesidad de la afectiva reconciliación, desafiándolo a la unión por los lazos indestructibles del amor.  

- Jorge Hessen-

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   CASO DE REENCARNACIÓN EN ESPAÑA

En marzo del año 2003, un medio de comunicación de la localidad de La Rioja, España, publicó un artículo relacionado a la reencarnación de una mujer que vivió en España 200 años atrás, en la misma localidad.


La noticia no trascendió y solo quedó como un caso curioso en Autol, lugar donde sucedió el hecho. Pero al investigar el caso, se puede encontrar información bastante interesante sobre la reencarnación de esta mujer danesa.

Cabe mencionar que cada dato, por más mínimo que fuera, fue constatado y confirmado por las autoridades de Autol, lo que hace aún más sorprendente el suceso.

Una vida 200 años antes

Valentín Jiménez, quien fue el alcalde del municipio de Autol en 1995, declaró que recibió una llamada de Dinamarca.

Se trataba de una señora muy interesada en visitar la comunidad junto a un equipo de la cadena Strix, una de las más importantes de Dinamarca. Cuando Jiménez preguntó su interés, la mujer respondió que era para «probar su reencarnación».

Sorprendido, el alcalde quiso escuchar su testimonio; le explicó que había vivido en Autol hace 200 años atrás. Además, a pesar de que se había contactado con otras personas de la comunidad, el idioma y las señales telefónicas le hacían imposible comunicarse. Por esa razón quería ir.

Más confundido que antes, Jiménez decidió recibir a la mujer junto a la intérprete Maite Martínez, profesora de inglés de la localidad y que fue fundamental para entender el caso.


Cuando llegó al pueblo, lo hizo en un auto que llevaba cristales ahumados que impedían ver el interior del vehículo. Y para más misterio, la susodicha venía en el asiento trasero y tenía los ojos vendados.

La primera en bajarse del vehículo fue la redactora del canal Strix, quién explicó el motivo de la visita; según lo contado, Jette Toft, como se llamaba la mujer, era el caso de reencarnación más impresionante jamás visto en Dinamarca.

Toft había contado que desde muy niña soñaba con unos padres que no eran los suyos. Además vivía en un lugar donde las calles, la forma de hablar, incluso las costumbres eran diferentes. Sin embargo, los sueños siempre le dejaban una sensación de déja vù.

Nicanora Beamonte y Jette Toft. Reencarnación

Después de someterse a una regresión hipnótica, la mujer entró en trance y comenzó a hablar en perfecto español sobre molinos de olivos, un señor llamado Gerardo Gonzáles, la Virgen de la Nieva y un pequeño pueblo de España donde vivió en 1850.

Cuando investigaron, se dieron cuenta que Toft hablaba de Altol, mencionado una de sus principales fuentes de ingresos y a su alcalde. También recordó que su apellido era Beamonte. Podían estar frente a un caso auténtico de reencarnación

A pesar de que cada recuerdo era aislado y ninguno se relacionaba entre sí, la mujer sabía exactamente dónde estaba cada edificio, plaza o molino. Incluso recordó nombres de otras personas. Cada dato era exacto.

Durante su visita sucedió algo inesperado; Toft reconoció a una anciana. Los padres de la señora habían vivido en Autol en la misma época que ella.

Durante la entrevista, los habitantes del pueblo acudieron a observar. Obviamente, el escepticismo reinaba entre los presentes ¿Cómo una mujer danesa pudo vivir en Autol hace 200 años?

Pero toda duda quedó disipada cuando autoridades del municipio confirmaron el hecho meses después y el rumor de un caso de reencarnación se esparció entre investigadores locales.

Se revisó la documentación municipal del ayuntamiento y de diferentes registros históricos. En 1826, se encontró el registro de nacimiento de una niña de nombre Nicanora Beamonte.

Muchos investigadores independientes han investigado este caso, generando hipótesis sobre Jette Toft, su vida pasada y un posible caso de reencarnación. Lo cierto es que la mujer sabía información exacta de cosas que sucedieron hace 200 años. Datos que ni familias de varias generaciones viviendo en Autol conocían.

( Tomado del blog de la Asociación de Estudios Espíritas Amanecer Espírita).

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LECCIÓN DE LA EXPERIENCIA

                                                  


“El Cielo y el Infierno”, de Allan Kardec, como se sabe, es un libro que trata de la Justicia Divina según el Espiritismo. En ese libro encontramos, no muy habladas entre nosotros, diversas comunicaciones de Espíritus en situaciones muy variadas.

Una de ellas es de un bohemio, uno de esos tipos humanos, que, si jamás hicieron mal a nadie, nunca lesionaron el patrimonio de los otros, tampoco hicieron el bien.

Y pasan por la vida en blancas nubes, como dice un poeta. Pues bien, tiempo después de haber pasado hacia el otro plano, vino el Espíritu, que dijo llamarse Lisbeth, cuando estaba encarnado, se comunicó a través de un médium, lamentando amargamente la vida inútil que llevó en la Tierra. Tuvo el mérito de arrepentirse, así que se dio cuenta, pero todavía necesitaba tiempo para poder empezar una nueva jornada, después de una experiencia tan llena de extravagancias.

Sufriendo mucho, por que no supo o no quiso sacar provecho de la existencia terrena, en beneficio de su elevación espiritual, habló de esta forma el deprimido Espíritu:

“- Estoy libre, sí, pero todavía no expié, es preciso que repare el tiempo perdido si no quiero prolongar los sufrimientos. Espero que Dios, teniendo en cuenta la sinceridad del arrepentimiento, me conceda la gracia de su perdón. Hombres, hermanos míos, yo viví solo para mí, y ahora, expío y sufro. Que Dios os conceda la gracia de evitar las espinas que ahora me laceran.”

Véase bien lo que es una existencia encerrada en el egoísmo, sin tener conocimiento de nada más, como si no perteneciese a la Humanidad.

El sufrimiento de ese Espíritu, realmente, era grande, por el remordimiento de haber sido tan solo, un gozador de la vida, sin haber sentido jamás, interés por el dolor ajeno.

De esta forma vive mucha gente. Pero cuando el Espíritu se enfrenta con la cruda y desnuda realidad, fuera de la materia, siente una incalculable decepción, una depresión tremenda, porque nada hizo de útil, tan solo cuidó de sí mismo, gozó la vida con todos los excesos y después vio claramente el cuadro de su propia realidad.

Es lo que nos enseñan, del mundo espiritual, las lecciones de los mentores.

Después de que el Espíritu comunicante hubiese llorado su amargura, vino el guía de la sesión y dio esclarecimiento, haciendo una advertencia, aún hoy oportuna, sobre las personas que viven a su modo, rindiendo culto a la materia, corriendo y bebiendo en demasía, sin jamás haber procurado el alimento espiritual. He ahí una lección válida, a pesar de que la comunicación ya tenga más de un siglo.

Es de esta forma.

Hay personas que solo piensan en sus intereses, exageran la medida de los placeres de la vida y nunca tienen, por lo menos, un minuto para la meditación sobre los problemas espirituales. La vida de esas personas es un corre-corre constante, ¡como si el mundo tuviera que acabar en el próximo minuto!.. Y, por ello mismo, el momento jamás llega para las cosas inherentes al Espíritu.

En las situaciones difíciles, sin embargo, se agarran a todo, desesperadamente, y quieren que después vengan las soluciones, rápidas y concluyentes.

Cuando llega la hora del desenlace, están completamente sin preparación desde el punto de vista espiritual y, después, encararán la situación que enfrentó el Espíritu del bohemio en la sesión mencionada en “El Cielo y el Infierno”: mucha perturbación y desolación, porque pasó una vida desarreglada y vacía, ¡dolorosamente vacía!

La enseñanza espírita es de equilibrio en todas las cosas. Sin exagerar sobre la abstención sistemática, pues la pretensión de santidad, muchas veces es una violencia al orden natural de la vida, ni la exageración opuesta, que es justamente el de la extravagancia, del bienestar físico sin límites.

Dice la Doctrina que el hombre debe vivir según sus necesidades y las leyes de su propio mundo.

No quiere, por tanto, que el hombre reine el mundo o viva en penitencia, pues es un tipo de vida improductiva. Pero también advierte, claramente, que el hombre debe aprovechar bien las oportunidades de la existencia terrenal para su mejoramiento, no tan solo desde el punto de vista material, sino, sobre todo, del punto de vista espiritual.

El Espiritismo no condena las satisfacciones del mundo, como tampoco prohíbe las expansiones de alegría, ni siquiera ciertas futilidades inofensivas.

Si el hombre está en el mundo debe ser del mundo. Pero es preciso saber estar en el mundo y no dejarse esclavizar por tantas cosas. Es ahí que esta el sentido de equilibrio. Las ventajas materiales, que no son ilícitas, una vez conquistadas a través del trabajo honesto, debe ser instrumento del bien, nunca el opio que emborracha y ciega al espíritu.

Por la experiencia traída por tantos Espíritus, que ya vivieron sus dramas, nosotros debemos, naturalmente, por nuestra parte, procurar de cerca, encaminar la vida hacia el lado espiritual, sin que sea necesario vivir fuera de las leyes naturales o repeler las satisfacciones que el mundo ofrece.

 El peligro no está en el uso de los bienes de la vida, sino en los abusos, porque todo procedimiento abusivo compromete la situación del Espíritu.

La comunicación recogida en “El Cielo y el Infierno” hace pensar mucho.... 

 “Mundo Espírita” - Curitiba - PR - abril de 1978

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta


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         Utilidad providencial de la fortuna 

Si la riqueza fuera un obstáculo absoluto para la salvación de los que la poseen, como pudiera inferirse de ciertas palabras de Jesús interpretadas según la letra y no según el espíritu, Dios, que la da, hubiera puesto en manos de algunos un instrumento de perdición sin recursos; idea que repugna a la razón. La riqueza es, sin duda, una prueba muy resbaladiza, más peligrosa que la miseria por sus consecuencias, por las tentaciones que da, y la fascinación que ejerce, es el supremo excitante del orgullo, del egoísmo y de la vida sensual; es el lazo más poderoso que une al hombre a la tierra y que desvía sus pensamientos del Cielo; produce tal vértigo, que se ve muchas veces que el que pasa de la miseria a la fortuna olvida muy pronto su primera posición a los que le han protegido y a los que le han ayudado, y se vuelve insensible, egoísta y vano. Pero de que haga el camino difícil, no se sigue que lo haga imposible y que no pueda haber un medio de salvación entre las manos de aquel que sepa servirse de ella, así como ciertos venenos pueden volver la salud si se emplean a propósito y con discernimiento. 
Cuando Jesús dijo al joven que le preguntaba sobre los medios de ganar la vida eterna: "Vende cuanto tienes, dalo a los pobres y sígueme", no entendió sentar el principio absoluto que cada uno debe despojarse de lo que posee, y que la salvación sólo se alcanza a este precio, sino manifestar que el "apego a los bienes terrestres" es un obstáculo para la salvación. Aquel joven, en efecto, se creía en paz porque había observado ciertos mandamientos, y sin embargo, retrocede ante la idea de abandonar sus bienes. Su deseo de obtener la vida eterna, no es tan grande que quiera hacer este sacrificio. 
La proposición que le hizo Jesús era una prueba decisiva para poner en claro el fondo de su pensamiento; podía, sin duda, ser un perfecto hombre de bien según el  mundo, no hacer daño a nadie, no murmurar de su prójimo, no ser vano ni orgulloso, honrar a su padre y a su madre; pero no tenía la verdadera caridad porque su virtud no llegaba hasta la abnegación. Esto es lo que Jesús quiso demostrar haciendo una aplicación del principio, "Sin caridad no hay salvación". 
La consecuencia de estas palabras tomadas en su acepción rigurosa, sería la abolición de la fortuna como perniciosa a la felicidad futura y como origen de una multitud de males en la Tierra; sería, además, la condenación del trabajo que puede procurarla, consecuencia absurda que conduciría al hombre a la vida salvaje, y que por lo mismo, estaría en contradicción con la ley del progreso, que es una ley de Dios. 

Si la riqueza es el origen de muchos males, si excita tantas malas pasiones y si provoca también tantos crímenes, no debe culparse a la cosa, sino al hombre que abusa de ella, como abusa de todos los dones de Dios; con el abuso hace pernicioso lo que podría serle más útil, lo cual es consecuencia del estado de inferioridad del mundo terrestre. Si la riqueza debiera haber producido el mal, Dios no la hubiera puesto en la tierra; al hombre toca el hacer salir de ella el bien. Si no es un instrumento directo del progreso moral, es, sin contradicción, un poderoso elemento de progreso intelectual. 

En efecto, el hombre tiene por misión trabajar para la mejora material del globo; debe desmontarlo, sanearlo y disponerlo para que un día reciba toda la población que  corresponde a su extensión; para alimentar a esa población que crece sin cesar, es 
preciso aumentar la producción; si la producción de una comarca es insuficiente; es 
necesario buscarla más lejos. Por esto mismo las relaciones de pueblo a pueblo se hacen 
necesarias, y para hacerlas más fáciles, es menester destruir los obstáculos materiales 
que los separan y hacer las comunicaciones más rápidas. 

Para los trabajos que son obra de los siglos, el hombre ha tenido que sacar los materiales hasta de las entrañas de la tierra; ha buscado en la ciencia los medios de ejecutarlos con más seguridad y con más rapidez; pero para llevarlos a cabo, le son necesarios los recursos. La necesidad le ha hecho crear la riqueza, como le ha hecho descubrir la ciencia. La actividad indispensable para estos mismos trabajos aumenta y desarrolla su inteligencia, y esta inteligencia, que al principio se concentra en la satisfacción de sus necesidades materiales, le ayudará más tarde a comprender las grandes verdades morales. Siendo la riqueza el primer medio de ejecución, sin ella no habría grandes trabajos, no habría actividad, no habría estimulante, no habría descubrimientos. Con razón, pues, está considerada como un elemento del progreso. 
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.

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