martes, 29 de julio de 2014

Alma y Espíritu



¿ Qué es el Alma y el Espíritu?.-

Estos dos conceptos y definiciones a veces no se tienen muy claros y se suelen confundir, aunque en realidad son dos denominaciones que se refieren a una misma realidad.
El Espiritismo define al espíritu como el elemento animador y organizador de la materia, o el principio inteligente del Universo.
En los seres humanos, el espíritu es la energía que nos mueve y con la que pensamos, sentimos, etc; viene a ser nuestro Ser o Yo y supone nuestra realidad esencial que conforma nuestra individualidad con sus expresiones intelectuales, emotivas y volitivas; es el principio indestructible que mantiene la conciencia y que coexiste junto al organismo corporal, quedando como simple espectador de los cambios que se van sucediendo en el cuerpo físico al paso del tiempo .
Del Ser humano se puede decir que tiene una doble naturaleza: la animal , por la que posee un cuerpo y unos órganos que proceden de la materia semejante a la misma naturaleza carnal de los animales , y la espiritual, a la que se deben las facultades sensitivas, intelectuales, volitivas y morales.
Existe además junto al Espíritu un elemento intermedio entre el espíritu y la materia, indispensable para que el espíritu pueda estar unido al cuerpo físico y para que el pensamiento del espíritu se transmita a los órganos físicos : este elemento es el Perispíritu o Cuerpo Espiritual, que acompaña y moldea al Ser espiritual, dándole forma y límites en el espacio o dimensión en la que habita.
La palabra espíritu, es el vocablo utilizado para referirse al mas íntimo Yo del Ser Humano; este Yo que somos todos, es pura energía psíquica que se manifiesta como ser individual, consciente y pensante con sentimientos y con voluntad propia; es la “Chispa Divína” o Ego que existe en nosotros.
Allán Kardec define ambos conceptos diferenciando el Alma como un Ser inmaterial distinto e individual, unido a un cuerpo de materia carnal que le sirve de envoltura, o sea, que es el propio Espíritu cuando está encarnado dando vida a un ser humano. De este modo define los dos conceptos referidos a una misma cosa, según se encuentre encarnado o desencarnado.
Las Almas o Espíritus humanos son energía individualizada y circunscrita en un cuerpo fluídico de naturaleza intermedia entre la energía sutil del espíritu que albergan, y la solidez de la materia carnal. A este cuerpo fluídico Kardec llamó Periespíritu, con el que el Espíritu forma una unidad.. Estos cuerpos espirituales mantienen la misma forma y la misma apariencia del cuerpo físico, al cual moldea y acompaña durante su desarrollo desde el estado embrionario, y después durante el resto de su vida humana , siendo a su vez la causa de la cohesión celular de la materia viva.
Todos en esencia, somos Espíritus. Esencialmente somos Energía psíquica pensante y sintiente, con voluntad propia , que nos hallamos en pleno proceso evolutivo o de cambio hacia grados más elevados de desarrollo y perfección, y esta energía conforma en nosotros una unidad de Conciencia individualizada ( también conocida como el Ego).
No es que los humanos tengamos un alma, sino que somos un alma que tenemos un cuerpo material y esto es lo que nos hace capaces de evolucionar, experimentando y asimilando experiencias en un largo proceso de aprendizaje y desarrollo continuo.
Como ya se ha dicho, el espíritu se hace humano cuando finalmente se individualiza a partir de su evolución en las especies animales que ya están en la cúspide de la máxima evolución psíquica susceptible de ser alcanzada en esa escala evolutiva, en donde formaba parte del alma grupal de la especie, de la que después como humano aún conserva vestigios procedentes de su anterior etapa. Su etapa hominal comienza cuando esa alma animal muy evolucionada, comienza a tener consciencia de su propio Yo .
El Espíritu humano aunque parcialmente libre en muchos momentos de su existencia humana, vive la mayor parte de su tiempo como encerrado en la materia , en donde solamente es a través de los sentidos corporales como puede comunicarse con el mundo exterior que le rodea.
Los Espíritus libres de la materia carnal poseen ciertas facultades para nosotros extraordinarias, tal como el poderse trasladar en el espacio instantáneamente solo por acción de su pensamiento y voluntad, de modo que pueden ver , oír , sentir y percibir , no ya solamente por los órganos sensoriales como sucede en los seres humanos, sino a través de todo su Cuerpo Espiritual. Esto permite que sus percepciones sean mas claras que las nuestras , así como el poder comunicarse entre sí sin palabras debido a que sus pensamientos son formas de energía que se reflejan en su cuerpo espiritual, de modo similar a como una imagen se refleja en un espejo . Los conceptos de espacio y de tiempo, para ellos son muy diferentes a los que tenemos los Seres encarnados.
Los Espíritus de orden superior están libres de inclinaciones y atracciones físicas; se podría decir que permanecen alejados de lo material.No así los de orden inferior que permanecen aún sujetos a las pasiones y sensaciones de la materia, sufriendo muchas veces por las carencias de las sensaciones que la materia les podía brindar.
El Alma o espíritu encarnado es también conocida por las diversas escuelas esotéricas, religiones y filosofías, bajo los nombres de : Psicosoma, Cuerpo Astral, Cuerpo Emocional, etc.
Así como el cuerpo físico está formado por elementos materiales de la Tierra, el cuerpo espiritual o alma ( Periespíritu), lo está por la sustancia o energía tomada por el Ser en el mundo psíquico o espiritual.
Según afirman ciertas Escuelas Esotéricas, el Periespíritu (Cuerpo Astral ), se mantiene ligado al cuerpo físico mediante otro cuerpo o campo de energía vital que impregna íntimamente las células y órganos del cuerpo físico ; esta energía vital reside en los fluidos orgánicos, sobre todo en la sangre, y desde que el Ser nace en este mundo como Ser humano, este Ser( alma) tarda al rededor de siete años aproximadamente en acoplarse totalmente a las energías orgánicas y vitales de su cuerpo físico. Esto supone que el alma durante la primera infancia, está más desligada a la materia que acompaña, que después de esa edad a partir de la cual se consolida y estabiliza más con la materia de su cuerpo físico.
El periespíritu actúa y se liga en el cuerpo físico mediante el Cuerpo Vital que es un campo de energía orgánica, debido a que dicho periespíritu actúa como un campo magnético que mantiene la estabilidad de la vida orgánica mediante la cohesión celular y el mantenimiento de las energías vitales. También actúa el periespíritu como agente moldeador del cuerpo al que mantiene la estructura y los rasgos físicos a lo largo de toda la vida como Ser humano, a pesar de que durante toda la vida humana, el cuerpo físico mantiene una renovación celular constante y el paso del tiempo lo cambia y deteriora.

- José Luis Martín-

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Los conocimientos parapsicológicos demuestran ,entre otras cosas, que la concepción hasta hoy oficial de que un alma es pura y simplemente una función cerebral, es falsa”.


- Karl Gruber -

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El  problema del ser y del destino
León Denís

RESUMEN DE LA INTRODUCCIÓN DEL LIBRO


Una dolorosa observación sorprende al pensador en el ocaso de la vida. Resulta también, más punzantes las impresiones sentidas en su giro por el espacio. Reconoce él entonces que, si las enseñanzas administradas por las instituciones humanas, en general (religiones, escuelas, universidades), nos hacen conocer muchas cosas superfluas, en compensación casi nada enseña, de lo que más precisamos conocer para la orientación de la existencia terrestre y preparación para el Más Allá.
Aquellos a quienes incumbe la alta misión de ilustrar y guiar el alma humana, parecen ignorar su naturaleza y su verdadero destino.
La mayor parte de los profesores y pedagogos, apartan  sistemáticamente de sus lecciones, todo lo que se refiere al problema de la vida, las cuestiones de extensión y finalidad...
La misma impotencia encontramos en los sacerdotes. Por sus afirmaciones desprovistas de pruebas, apenas consiguen comunicar a las almas que le son confiadas, una creencia que ya no corresponde a las reglas de una critica sana, ni a las exigencias de la razón.
Efectivamente, en la universidad, como en la Iglesia, el alma moderna no encuentra sino oscuridad y contradicciones, en todo lo que respecta al problema de su naturaleza y de su futuro.
Es a ese estado de cosas que se debe atribuir, en gran parte, los males de nuestra época, la incoherencia de las ideas, el desorden de las conciencias, la anarquía moral y social.
La educación que se da a las generaciones es complicada; más, no les aclara el camino de la vida, no les da el temple necesario para las luchas de la existencia. Carl du Prel refiere el siguiente hecho:
"Un amigo mío, profesor de la universidad, pasó por el dolor de perder una hija, lo que le reavivó el problema de la inmortalidad. Se dirigió a los colegas, profesores de Filosofía, esperando encontrar consuelo en sus respuestas. Amarga decepción: pidiera pan, y le ofrecían una piedra; buscaba una afirmación, le respondían con un talvez!"
Sarcev, modelo completo del profesor universitario, escribía; "Estoy en la Tierra. Ignoro absolutamente como vine aquí, ni como aquí fui lanzado. Ignoro como saldré de aquí, ni lo que será de mí cuando lo haga."
El alma de nuestros hijos, sacudida entre sistemas variados y contradictorios ( el positivismo de Auguste Comte, el naturalismo de Hegel, el materialismo de Stuart Mill, el eclectismo de Cousin, etc), fluctúa incierta, sin ideal, sin fin preciso.
El eminente profesor Raoul Pictet señala ese estado de espíritu en la Introducción de su última obra sobre las “Ciencias Psíquicas”.
 Habla él, del efecto desastroso producido por las teorías materialistas, en la mentalidad de sus alumnos, y concluye así:
"Esos pobres mozos, admiten que todo lo que pasa en el mundo es efecto necesario y fatal de condiciones primarias, en las que la voluntad no interviene; consideran que la propia existencia es, forzosamente, juguete de la fatalidad ineluctable, a la cual están entregados de pies y manos atadas.
Esos mozos cesan de luchar enseguida, ante las primeras dificultades. Ya no creen en sí mismos. Se tornan tumbas vivas, donde se encierran, promiscuamente, sus esperanzas, sus esfuerzos, sus deseos, fosa común de todo lo que hace latir el corazón, hasta el día del envenenamiento. He visto esos cadáveres ante sus escritorios y en el laboratorio, y me ha causado pena verlos.”
Las teorías de Reno, las doctrinas de Nietzsche, de Schopenhauer, de Haeckel, etc., mucho contribuyeron, a su vez, para determinar ese estado de cosas. Su influencia por todas partes se extiende. Se les debe atribuir, en gran parte, ese lento trabajo, obra oscura de escepticismo y de desánimo, que se desarrolla en el alma contemporánea, esa desagregación de todo lo que fortificaba la alegría, la confianza en el futuro, las cualidades viriles de nuestra raza.
Hasta aquí, el pensamiento se confinaba en círculos estrechos: religiones, escuelas, o sistemas, que se excluyen y combaten recíprocamente. De ahí, esa división profunda de los espíritus, esas corrientes violentas y contrarias, que perturban y confunden al medio social.
Aprendamos a salir de estos círculos austeros y a dar libre expansión al pensamiento, cada sistema contiene una parte de verdad; ninguno contiene la realidad entera.
La crisis moral y la decadencia de nuestra época provienen, en gran parte, de haberse inmovilizado el espíritu humano, durante mucho tiempo. Es necesario arrancarlo de la inercia, de las rutinas seculares, llevarlo a las grandes altitudes, sin perder de vista las bases sólidas que le viene a ofrecer, una ciencia engrandecida y renovada.
Esta es la ciencia del mañana, trabajamos en construirla.
Ninguna obra humana puede ser grande y duradera si no se inspira, en la teoría y en la práctica, en sus principios y en sus explicaciones, en las leyes eternas del universo. Todo lo que es concebido y edificado fuera de las leyes superiores se funda en la arena y se desmorona.
Ahora, las doctrinas del socialismo actual tienen una tara capital. Quieren imponer una regla en contradicción con la Naturaleza y la verdadera ley de la Humanidad: el nivel igualitario.
La evolución gradual y progresiva es la ley fundamental de la Naturaleza y de la vida. Es la razón de ser del hombre, la norma del Universo. Insubordinarse contra esa ley, sustituirla por otro fin, sería tan insensato como querer parar el movimiento de la Tierra o el flujo y el reflujo de los océanos.
El lado más débil de la doctrina socialista es la ignorancia absoluta del hombre, de su principio esencial, de las leyes que presiden su destino. Y cuando se ignora al hombre individual, ¿cómo se podría gobernar al hombre social?
El origen de todos nuestros males, está en nuestra falta de conocimiento y en nuestra inferioridad moral.
Toda la sociedad permanecerá débil, impotente y dividida durante todo el tiempo en que la desconfianza, la duda, el egoísmo, la envidia y el odio la dominen. No se transforma una sociedad por medio de leyes. Las leyes y las instituciones nada son sin las costumbres, sin las creencias elevadas. Cualesquiera que sean la forma política y la legislación de un pueblo, si él posee buenas costumbres y fuertes convicciones, será siempre más feliz y poderoso que otro pueblo de moralidad inferior.
Siendo una sociedad la resultante de las fuerzas individuales, buenas o malas, para mejorar la forma de esa sociedad es preciso actuar primero sobre la inteligencia y sobre la conciencia de los individuos.
Más, para la Democracia socialista, el hombre interior, el hombre de la conciencia individual no existe; la colectividad lo absorbe por entero. Los principios que ella adopta no son más que una negación de toda filosofía elevada y de toda causa superior. No se busca otra cosa sino conquistar derechos; entre tanto, el gozo de los derechos no puede ser obtenido sin la práctica de los deberes. El derecho sin el deber, que lo limita y corrige, solo puede producir nuevas dilaceraciones, nuevos sufrimientos
Las iglesias, es verdad, a pesar de sus fórmulas anticuadas y de su espíritu retrógrado, agrupan todavía a su alrededor a muchas almas sensibles; pero, se tornarán incapaces de conjurar el peligro, por la imposibilidad en que se colocaran de ofrecer una definición precisa del destino humano y del Más Allá, apoyada en hechos probados y bien establecidos. La religión, que tendría, sobre ese punto capital, el más alto interés en pronunciarse, se conserva en el vacío.
La Humanidad, cansada de los dogmas y de las especulaciones sin pruebas, se hundió en el materialismo, o en la indiferencia. No hay salvación para el pensamiento, sino en una doctrina basada sobre la experiencia y el testimonio de los hechos.
¿De donde vendrá esa doctrina? ¿Del abismo en que nos arrastramos, que poder nos librará? ¿Que ideal nuevo vendrá a dar al hombre la confianza en el futuro y el fervor por el bien? En las horas trágicas de la Historia, cuando todo parecía perdido, nunca faltó el socorro. El alma humana no se puede hundir totalmente y perecer. En el momento en que las creencias del pasado se oscurecen, una nueva concepción de la vida y del destino, basada en la ciencia de los hechos, reaparece. La gran tradición revive bajo formas engrandecidas, más nuevas y más bellas.
La tarea a cumplir es grande. La educación del hombre debe ser enteramente rehecha. Esa educación, ya lo vimos, ni la Universidad, ni la Iglesia están en condiciones de ofrecer, puesto que ya no poseen las síntesis necesarias para aclarar la marcha de las nuevas generaciones.
 Una sola doctrina puede ofrecer esa síntesis, la del Espiritualismo científico; ella ya sube en el horizonte del mundo intelectual y parece que ha de iluminar el futuro.
A esa filosofía, a esa ciencia, libre, independiente, emancipada de toda presión oficial, de todo compromiso político, los descubrimientos contemporáneos traen cada día nuevas y preciosas contribuciones. Los fenómenos del Magnetismo, de la radioactividad, de la telepatía, son aplicaciones de un mismo principio, manifestaciones de una misma ley, que rige conjuntamente el ser y el Universo.
Después de algunos años de labor paciente, de experimentaciones concienzudas, de pesquisas perseverantes, y la nueva educación habrá encontrado su fórmula científica, su base esencial. Ese acontecimiento será el mayor suceso de la Historia, desde el aparecimiento del cristianismo.
Un tiempo se acaba; nuevos tiempos se anuncian. La hora en que estamos es una hora de transición y de parto doloroso. Las formas agotadas del pasado empalidecen y se deshacen para dar lugar a otras, al principio vagas y confusas, más que se aclaran cada vez más. En ellas se esboza el pensamiento creciente de la humanidad.
Se puede, todavía, en nuestra época, vivir y actuar con más intensidad que nunca; más, ¿se puede vivir y actuar plenamente, sin tener conciencia del fin a alcanzar? El estado del alma contemporánea pide, reclama una ciencia, un arte, una religión de luz y de libertad, que vengan a disiparle las dudas, liberarla de las viejas esclavitudes y de las miserias del pensamiento, guiarla hacia horizontes resplandecientes a los que se siente llevada por la misma naturaleza y por el impulso de fuerzas irresistibles.
La fe en el progreso no camina sin la fe en el futuro, en el futuro de cada uno y de todos. Los hombres no progresan y no adelantan, sino creyendo en el futuro y marchando con confianza, con certeza hacia el ideal entrevisto.
Todo nos lo dice, el Universo es regido por la ley de la evolución, es eso lo que entendemos por la palabra progreso. Y nosotros, en nuestro principio de vida, en nuestra alma, y en nuestra conciencia, estamos para siempre sometidos a esa ley. No se puede desconocer, hoy, esa fuerza, esa ley soberana ella conduce al alma y sus obras, a través del infinito del tiempo y del espacio, a un fin cada vez más elevado; más, esa ley no es realizable sino por nuestros esfuerzos.
Nuestro deber es trazar la trayectoria a la Humanidad futura, de la que somos todavía parte integrante, como nos lo enseñan la comunión de las almas, la revelación de los grandes Instructores invisibles y como la Naturaleza lo enseña también por sus millares de voces, por la renovación perpetua de todas las cosas, a aquellos que la saben estudiar y comprender.
Vamos, pues, hacia el futuro, hacia la vida siempre renaciente, por la vía inmensa que nos abre un Espiritua1ismo regenerado!
Fe del pasado, ciencias, filosofías, religiones, iluminaos con una llama nueva; sacudid vuestros viejos sudarios y las cenizas que os cubren.
Escuchad las voces reveladoras del túmulo; ellas nos traen una renovación del pensamiento con los secretos del Más Allá, que el hombre tiene necesidad de conocer para vivir mejor, actuar mejor, y morir mejor!

Paris, 1908 León Denis

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PENSAMIENTO
Allan Kardec

Hay en el hombre un principio inteligente llamado Alma o Espíritu, independiente de la materia y que le concede el sentido moral y la facultad de pensar.
Si el pensamiento fuese una propiedad de la materia, se vería a esta pensar; luego, como nadie ha visto jamás a la materia inerte dotada de facultades intelectuales, porque cuando el cuerpo ha muerto, ha cesado de pensar, es preciso deducir de todo lo expuesto, que el alma es independiente de la materia, y que los órganos materiales no son otra cosa, que los instrumentos de que se aprovecha el hombre. Para manifestar su pensamiento."

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 Lenguaje que debe tenerse con los Espíritus

280. El grado de inferioridad o superioridad de los Espíritus, naturalmente, indica el tono que conviene tenerse con ellos. Es evidente que cuanto más elevados están, más derecho tienen a nuestro respecto, a nuestras consideraciones y a nuestra sumisión. No les debemos menos deferencia que cuando vivían y además por otros motivos: en la Tierra hubiéramos considerado su rango y su posición social; en el mundo de los Espíritus nuestro respeto sólo se dirige a la superioridad moral. Su misma elevación les pones sobre las puerilidades de nuestras formas aduladoras.

Por las palabras no es como podemos captar su benevolencia; es por la sinceridad de sentimientos. Sería, pues, ridículo, darles los títulos que nuestros usos consagran a la distinción de las clases y que, viviendo, podrían haber lisonjeado su vanidad; si realmente son superiores, no solamente no hacen caso de eso, sino que les disgusta. Un buen pensamiento les es más agradable que los honores más laudables; si fuese de otro modo no estarían más elevados que la Humanidad. El Espíritu de un venerable eclesiástico que en la Tierra fue un príncipe de la Iglesia, hombre de bien, y que practicaba la ley de Jesús, respondió un día a uno que le evocaba, dándole el título de Monseñor: “Al menos deberías decir ex Monseñor, porque aquí no hay otro señor que Dios; debes saber que yo veo algunos aquí que en la Tierra se arrodillaban delante de mí y ante los cuales yo mismo me incline ahora”.

En cuanto a los Espíritus inferiores, su carácter nos traza el lenguaje que conviene tener con ellos. En el número los hay que, aunque inofensivos y aun benévolos, son ligeros, ignorantes y atolondrados; tratarles del mismo modo que a los Espíritus formales, como lo hacen ciertas personas, sería lo mismo que si nos inclináramos delante de un aprendiz o de un asno cubierto con el birrete de doctor. En tono familiar es el más adecuado para ellos, y no se formalizan por esto; al contrario, se prestan a ello con gusto.

Entre los Espíritus inferiores los hay que son infelices. Cualesquiera que puedan ser las faltas que expían, sus sufrimientos son títulos tanto más grandes para nuestra conmiseración, pues ninguna persona puede vanagloriarse de evadirse de esta palabra de Jesús: “Que el que esté sin pecado le lance la primera piedra”. La benevolencia que les manifestamos es un consuelo para ellos; a falta de simpatía, deben encontrar la indulgencia que quisiéramos que se tuviera por nosotros.

Los Espíritus que revelan su inferioridad por el cinismo de su lenguaje, sus mentiras, la bajeza de sus sentimientos, la perfidia de sus consejos, seguramente son menos dignos de nuestro interés que aquellos cuyas palabras manifiestan su arrepentimiento; al menos les debemos la piedad que concedemos a los más grandes criminales, y el medio de reducirles al silencio es el de manifestarse superior a ellos. No se dedican sino a la persona que ellos creen que nada tienen que temer; porque los Espíritus perversos reconocen a sus señores en los hombres de bien como en los Espíritus superiores.

En resumen, sería tanta irreverencia el tratar de igual a igual a los Espíritus superiores, como ridículo el tener una misma deferencia para todos sin excepción. Tengamos veneración para los que lo merecen, reconocimiento para los que nos protegen y nos asisten; para todos los otros una benevolencia de la cual necesitaremos, puede ser, nosotros mismos un día. Penetrando en el mundo incorpóreo, aprendemos el modo de conocerle, y este conocimiento debe arreglar nuestras relaciones con aquellos que lo habitan. Los antiguos, en su ignorancia, les levantaron altares; para nosotros sólo son criaturas más o menos perfectas y no elevamos altares sino a Dios.

- El Libro de los Médiums -

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lunes, 28 de julio de 2014

PASES

                                                  

     LOS PASES

A primera vista, los pases pueden parecer un conjunto de movimientos ejecutados por el pasista a un paciente pasivo. Si se basan en esa impresión, los candidatos a la tarea de los pases buscan solamente aprender a realizar tales movimientos – a entrenarse en la técnica. Los pacientes, a su vez, se limitan a sentarse en las sillas de las cámaras de pases del centro espírita y a entregar la solución de sus problemas en las manos de los pasistas.                         
 No obstante, ¿será ello lo que recomienda el Espiritismo? La literatura espírita, particularmente las obras de Allan Kardec, Emmanuel, André Luiz y Manoel Philomeno de Miranda, ofrece enseñanzas profundas sobre el tema. Evidentemente, no tenemos la pretensión de tratarlas todas, pero señalaremos algunos puntos esenciales.
 Los pases no son meras técnicas, sino transfusiones de fuerzas psíquicas. No se requiere de los candidatos a la tarea un entrenamiento técnico, sino la armonía de la mente. Para ello, necesitan elevarse espiritualmente, estudiando constantemente el tema a la luz del Espiritismo y renovando esfuerzos para su progreso moral.
 La técnica en los pases puede ayudar en la tarea, pero no es indispensable. Lo fundamental es que los movimientos realizados por el pasista estén dirigidos por su pensamiento y voluntad, apoyados en la oración fervorosa con el firme propósito de auxiliar al paciente.
 En realidad, los pases deben obedecer a la fórmula que inspire mayor confianza al pasista y al paciente, según esclarece Emmanuel en la pregunta 99 de El Consolador que prometió Jesús. Sin embargo, ello no debe servir de justificativo para la adopción de prácticas extravagantes en la aplicación de los pases, tales como: toques al paciente, gesticulaciones excesivas, ruidos, respiración jadeante, bostezos, orientaciones mediúmnicas. Para la Doctrina Espírita, la confianza no debe estar relacionada con la fe ciega, que da espacio a la superstición y a las opiniones personales, sino con la fe racional, por la cual se debe buscar someter a la criba de la razón cada práctica a ser adoptada en la aplicación de los pases. Las obras de André Luiz y de Manoel Philomeno de Miranda, en particular, presentan varios ejemplos prácticos de aplicación de pases, que describen tipos de movimientos, como la imposición de manos, los pases longitudinales y los rotatorios, además de los colectivos. El Magnetismo también propicia una contribución importante al estudio de tales tipos, así como de los pases perpendiculares y transversales.

¿Y los pacientes?
 Así como los pasistas, los pacientes son sujetos activos en la aplicación de los pases. Es la mente del paciente que, con el auxilio de las fuerzas psíquicas transmitidas por los pases, actuará para armonizarlo.
 Los pases ayudan al paciente a ayudarse a sí mismo. El trabajo del plano espiritual es educativo y no puede sustituir la parte que le corresponde a cada individuo en el proceso evolutivo, como señala André Luiz, en la obra Misioneros de la luz, capítulo 19.
 La explicación de la Doctrina Espírita es clara. Los fluidos espirituales semejantes o afines se atraen. Cuanto más elevado moralmente sea el paciente, más depurado será su periespíritu y más facilidad tendrá para atraer y recibir buenos fluidos. Por lo tanto, los pases serán tanto más eficaces cuanto más significativa sea la renovación moral del paciente.
 En vista de ello, para que los pacientes puedan asimilar con más eficacia los buenos fluidos, se recomienda que los centros espíritas los encaminen, previo a la aplicación de pases, a una actividad doctrinaria, tales como reuniones de estudio o charlas de contenido evangélico, que les renueve las disposiciones para el progreso moral.
 Las enseñanzas del Espiritismo son fundamentale a la adecuada comprensión del tema de los pases. Estudiemos, pues, la Doctrina Espírita, con toda la seriedad que ella merece, y esforcémonos constantemente para vivenciarla para que seamos – en la condición de pasistas o de pacientes – colaboradores cada vez más útiles en el inmenso campo de trabajo del bien.

Simoni Privato Goidanich
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Yo no he venido a traer la paz sino la guerra”


Esta frase del maestro Jesús, que solía hablar siempre en parábolas y alegorías para ser comprendido por quien estuviese en condiciones de madurez espiritual como para comprender su mensaje, como tantas otras, esta afirmación evangélica ha sido mal comprendida a lo largo de los siglos de Cristianismo.
Esto dio lugar a diversas interpretaciones y a que se fueran formando alrededor de ellas, grupos y sectas que se enfrentaron entre sí por la razón de la fuerza en vez de solucionar sus diferencias con la fuerza de la razón, dando así lugar a tantas guerras y conflictos por la egemonía de cada religión, dando como resultado, tanta violencia, tantos crímenes y a tantas muertes, olvidando que no es eso precisamente lo que vinieron a enseñar los Profetas, Mesías y Enviados que han venido al mundo en diferentes épocas para enseñarnos la ley de Dios fundamental para todo el mundo: La Ley del Amor.
Evidentemente el odio y las luchas fraticídas no fueron el mensaje que dejó Jesús, pues el suyo fue un mensaje de Amor, de Perdón y de un camino a seguir por cada ser humano para el propio adelantamiento ético y moral, que en su conjunto impulsase a una transformación global de la sociedad humana hacia más y mejores niveles de convivencia, justicia y perfección.
Tras estos veintiún largos siglos que han transcurrido desde que Jesús Cristo habitó fisicamente entre nosotros, vemos con preocupación como la sociedad humana sigue estancada por esa falta de comprensión de la Ley del Amor y del verdadero sentido fraterno, por causa de sus viejos egoísmos, envidias, y malquerencias que impiden la realización de una sociedad en donde el Amor y la fraternidad sean su única ley.
Así nos encontramos en un momento crítico en que el natural proceso evolutivo nos empuja cada vez más fuertemente hacia un nuevo mundo de Regeneración, con una nueva sociedad impregnada de unos valores éticos que deberemos conquistar cada uno individualmente para merecer ser parte de ella y dejar atrás como el recuerdo de una pesadilla, este mundo de expiación y de pruebas con una sociedad llena de horrores y de injusticias, que a nadie puede hacer sentirse plenamente feliz. El problema que nos plantea este cambio, es que podría haber sido realizado de forma gradual, sin convulsiones ,violencias y desequilibrios planetarios, y sin embargo vemos como esto no está siendo así. Los tiempos del final de esta vieja sociedad humana con sus defectos y vicios, así como del nacimiento de otra nueva forma de vivir y convivir, mucho más fraterna y solidaria a todos los niveles, son llegados y desgraciadamente a la Humanidad este cambio nos ha sorprendido con nuestros deberes de transformación y mejora moral sin hacer.
Como bien señala Kardec, no es la doctrina de Jesús la que ha fallado, sino todos nosotros que enlodados por defectos morales, no hemos querido seguir siempre la recta senda del Amor y de la fraternidad que nos dejó trazada el Divino Maestro.
Su recomendación fue el que considerásemos a todos los hombres como hermanos y que tratásemos de ser siempre misericordiosos unos con otros, haciéndonos todo el bien posible.
Le dijo también a su discípulo Pedro que el que a espada mata, a espada muere. Sencillamente estaba señalando que existe una ley natural que siempre se cumple y que hoy nosotros conocemos como la ley de acción y reacción, ley de Causa y Efecto o ley del Karma.
Asimismo Jesús conocía que dada la condición humana, estos enfrentamientos y guerras religiosas por la diversidad de interpretación de sus enseñanzas acontecerían casi como una escusa por la conquista de los poderes e influencias terrenales, y que aun tendrían que pasar siglos para que estas enseñanzas empezaran a ser bien comprendidas y aplicadas. De modo que cuando fue el momento adecuado llegó a la Humanidad el Consolador prometido y enviado por El, para que nos esclareciese con sus enseñanzas. Este es el Espíritu de la Verdad representado por diversos Espíritus Superiores que bajo la dirección del pedagogo Rivail- Allan Kardec – dieron luz a la llamada Codificación Espírita.
El dijo que no vino a traer la paz sino la guerra. Guerra fraticida entre hermanos, que en Su nombre o en el nombre de Dios han hecho correr ríos de sangre entre ellos a causa de las discrepancias de interpretación de .sus palabras. Y Jesús lo sabía con antelación, pero esta clase de conflictos por causa de sus palabras, serían una prueba más para la evolución espiritual de la humanidad, hasta que fuesen comprendiendo los elevados conceptos de ética y moral que Él nos legó para nuestro bien.

Ante la profunda e impensada situación de lo que sería el futuro de la humanidad si estos ejemplos del Maestro Jesús y esa Ley principal que Él nos enseñó, los activamos en nosotros mismos, no podemos sino darnos cuenta de la gran superioridad moral e intelectual de Jesús, que en nuestros días se muestra en todo su esplendor y grandeza.

- JOSE LUIS MARTÍN-
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La Ecología a la luz del Espiritismo
Izabel Gurgel
  
I - INTRODUCCIÓN

A partir del momento de la creación del mundo pasaron muchos millones de años hasta que la configuración del planeta Tierra asumiese la forma que nosotros conocemos hoy.
  
Eso ya deja entrever que la Creación no permite que la Naturaleza de saltos, lo que dificultaría, de esta manera, la evolución lenta y progresiva por la cual pasaron los diferentes seres de los diferentes reinos que están en este planeta, no sólo en lo que decir al respecto de la superficie terrestre propiamente dicho, así como todo aquello que compone el cuadro natural, más allá de las interacciones intrínseca, entre el sedimento gaseoso que envuelve la tierra, conocido como atmósfera y, este mismo planeta.
  
En nuestros días, el desenvolvimiento científico y tecnológico, nos permite saber que esta configuración no fue y no es definitiva y es más, que ella está en constante modificación, a lo largo del tiempo y del espacio, según una dinámica propia en consonancia con el planeamiento de los Arquitectos Siderales, en función del equilibrio cósmico.
  
La Naturaleza como un todo, y todo el Cosmos, sigue su curso evolutivo y, ese ambiente del planeta Tierra que fue destinado al Hombre para que en él desenvolviese también su camino lento y progresivo de evolución, en equilibrio con todo aquello que está a su alrededor y, sobre todo, con la grave responsabilidad de convivir pacifica y armoniosamente con sus semejantes y con este ambiente que lo cerca.
  
Hoy en día, en este final de siglo, en que el clamor de buena parte de la humanidad aun se dedica a la salud y el latido del planeta, verificamos que la especie Homo sapiens, de la cual el hombre es su representante de tipo, está bastante lejos para que se pueda decir que este mismo hombre procuró conservar su patrimonio natural que le fue puesto a su disposición para los años siguientes.
  
Por otro lado, por lo menos desde que los profetas, descendidos del cielo y principalmente Jesús, vinieron a traer las enseñanzas necesarias para conducir la mente del hombre también para las cosas del Padre, desde Moisés que, mucho tiempo antes de la venida de Jesús, incluso que aun predominase la Ley del talión, del “Ojo por Ojo y Diente por Diente”, es que viene la Humanidad siendo preparada para colocarse en una posición hominal, no sólo en relación a su estatura bípeda (la cual ya poseía hacía mucho tiempo), sino sobre todo en relación a la elevación de sus pensamientos para Dios y para las cosas del Espíritu, a través del Amor Cristico Universal.
  
Jesús, cuando descendió a la Tierra, estableció la Escuela Iniciatica en la Doctrina del Amor, habiendo dicho que traía un Único Mandamiento: “Amen a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismos” por la caridad, por la fraternidad, por el amor ilimitado y que sólo así el reino de Dios estaría con sus puertas abiertas para todos aquellos que, de esta forma, pasasen a dirigir sus vidas, siendo esta la gran orientación dejada por Él para toda la humanidad.
  
Al finalizar el Segundo Milenio, se ve que el hombre poco aprendió, o ni siquiera puso en práctica tales enseñanzas representados por esa gran síntesis propuesta por Jesús. Y si no fue capaz de amar a su Dios, ¿Cómo habría sido capaz de amarse a sí mismo y al prójimo como a sí mismo?
  
Considerando que él mismo viene permitiendo degradar su materia por el uso abusivo de los placeres de la materia y las ilusiones que sólo las artificialidades de la personalidad, de su Ego súper dimensionado traen para sí, se puede imaginar los daños que este mismo Ser humano viene causando al ambiente natural que lo rodean.
  
II- ¿QUÉ ES LA ECOLOGÍA?

Antes que continuemos, debemos saber cuál es el significado del Término Ecología: oikos, en griego, quiere decir “casa”, “lugar donde se vive” y logos, también del griego, significa, “estudio de”.
  
Ecología, de forma literal, puede ser entendida como “el estudio de los organismos en su casa”.
  
Pero, como definición, podemos tener como el estudio de los organismos o de grupos de organismo en relación a su ambiente. O aun, tener la ciencia de las interrelaciones entre los organismos vivos y su ambiente.
  
Considerándose que la ecología esta relacionada con la biología de grupos de organismos y con procesos funcionales en las tierras, océanos y aguas dulces es más cuidadoso decir que la ecología es el estudio de la estructura y funciones de la naturaleza (admitiendo que la humanidad es parte integrante de ella), o aun: es la ciencia del “ambiente vivo” o simplemente “de la biología ambiental”.
  
Por lo que se puede ver de lo que fue dicho arriba en términos de conceptualizaciones, el Hombre se ha interesado por la Ecología de una forma práctica, nada pragmática, desde muy pronto en su Historia. En las sociedades primitivas, cada individuo, para sobrevivir, precisó tener un conocimiento definido de su ambiente, esto es, para saber valerse de él, es necesario comprender las fuerzas de la Naturaleza, de sus diferentes reinos, quiere decir: de los minerales, vegetales y demás animales.

El fruto de sus propias observaciones llevó a ese hombre primitivo a observar los astros en su movimiento por el cielo, los vientos, la lluvia, las variaciones de temperatura, las corrientes marinas, los mares, las estaciones del año, las plantas para ser cultivadas, por ejemplo, y así, empíricamente, más perfectamente integrado con todo lo que la naturaleza se le presentaba permitió que su trayectoria evolutiva se procesase y llegase donde estamos hoy, cuando la Ciencia y la Tecnología contemporánea, ya permitieron llevar al Hombre a explorar espacios y otros planetas además de la Tierra, habiéndole hace treinta años atrás, sido permitido pisar el suelo lunar y volver a la Tierra, sano y salvo.
  
Sólo que el descompase habido a lo largo del tiempo, llevó a nuestro planeta la situación en que se encuentra en nuestros días, no necesitando añadir las crisis y los problemas que el propio hombre creó, pero que no se preocupó mucho en resolverlos, por lo menos, de forma objetiva y concreta.
  
Si consideramos que las crisis morales, sociales y filosóficas engendradas por el Hombre vinieron a reflejarse de forma inexorable, sobre el medio que lo rodea, ¿cómo podemos esperar, por más auto-regenerador que sea el Sistema de Gaia, que el Hombre encuentre un camino pacífico y obedeciendo los principios básicos de la Naturaleza para resolver tales conflictos?
  
La presión sobre el medio ambiente es, al mismo tiempo, causa y efecto de tensiones políticas y conflictos militares. Las naciones frecuentemente lucharon para tener o mantener el control de materias primas, supliendo de energía, tierras, balsas fluviales, pasajes marítimos y otros recursos ambientales básicos. Esos conflictos tienden a aumentar a medida que los recursos escasean y aumenta la competición por ellos”, este trecho es encontrado en la página 325 de la exposición BRUNDTLAND, de 1988, de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, en el libro “Nuestro Futuro Común”, viniendo a corroborar lo que fue dicho antes.
  
Si hoy podemos comprender que la religión es la re-ligación del Hombre con el Dios Creador, se reconecta con la Trama de la Vida significa, dentro de la observancia de la Ley de Evolución, construir y alimentar comunidades sustentables en las cuales podemos satisfacer nuestras necesidades a aspiraciones, sin disminuir las oportunidades de las generaciones futuras, intentando el hombre de todas las formas posibles minimizar los efectos, por más nefastos que sean, de las disputas políticas entre las naciones, sobre el medio ambiente.
  
Por causa de eso, necesitamos reaprender algunos principios básicos de Ecología.
  
Considerándose que, básicamente todos los sistemas vivos exhiben los mismos principios de organización, todas las comunidades son redes organizacionalmente cerradas, pero abiertas a flujos de energía y de recursos.
  
Por causa de eso, el Hombre necesita entender que sólo comprender los ciclos de la naturaleza no le basta ya; se hace necesario que él traiga eso para todas las experiencias por que pasa a lo largo de su vida. Más allá del principio de la interdependencia, esto es, la dependencia mutua de todos los procesos vivos unos a los otros, que es la naturaleza de toda relación ecológica que necesita ser igualmente incorporada, está la necesidad de que el hombre comprenda por qué determinadas crisis ocurren en ciertas regiones de la Tierra, como consecuencia de su inadecuada práctica del uso de la tierra, por ejemplo.
  
Comprender la interdependencia ecológica significa comprender la relación de las partes como el todo, de los objetos con las relaciones, del contenido a los patrones.
  
III- LA ECOLOGÍA A LA LUZ DEL ESPIRITISMO

Encontramos en el libro “El Consolador”, por el Espíritu Emmanuel, psicografiado por Francisco Cándido Xavier, las preguntas número 27, 28 y 121, en que se lee:
  
¿Cómo debemos comprender la Naturaleza?” y la respuesta de Emmanuel fue la siguiente: “La Naturaleza es siempre el libro divino, donde la mano de Dios escribió la historia de su sabiduría, libro de la vida que constituye la escuela de progreso espiritual del hombre evolucionando constantemente con el esfuerzo y la dedicación de sus discípulos”.

Enseguida fue preguntado a Emmanuel: ¿Las manifestaciones de vida de los varios reinos de la Naturaleza, abarcando al Hombre, significan la expresión del Verbo Divino, en escala gradual en los procesos de perfeccionamiento de la Tierra? A lo que fue respondido por él: “Sí, en todos los reinos de la Naturaleza palpita la vibración de Dios, como el Verbo Divino de la Creación Infinita; y, en el cuadro sin fin del trabajo de experiencia, todos los principios, como todos los individuos, catalogan sus valores y adquisiciones sagradas para la vida inmortal.
  
La pregunta 121 es la siguiente: “¿El medio Ambiente influye en el Espíritu?” y Emmanuel responde: “El medio ambiente en que el alma renació, muchas veces constituye la prueba expiatoria; con poderosas influencias sobre la personalidad, se hace indispensable que el corazón esclarecido coopere en su transformación para el bien, mejorando y elevando las condiciones materiales y morales de todos los que viven en su zona de influencia”.
  
Por lo expuesto, podemos ver que la Ecología a la luz del Espiritismo, ciertamente habla al respecto de una ecología más profunda, de la conciencia ecológica que debe venir del respeto a cualquier forma de preservación de la vida, del respeto por la vida, que viene del religare espiritual.
  
Es intención de Dios que todos Sus hijos sean felices e incluso, que nuestra Humanidad actual, esté en este planeta en fase de pruebas y expiaciones, con todo eso nuestro Dios, nos dio, como préstamo un mundo bello, como un verdadero calidoscopio de ambientes, con relieves, ríos, montañas, grutas, valles, bosques, cataratas, desiertos, regiones cubiertas de hielo, siendo las temperaturas muy bajas, factores limitadores para cualquier forma de vida, donde sólo aquellas que posean las precondiciones y que fueran sufriendo adaptaciones lentas y progresivas a lo largo del tiempo geológico, perfeccionándose de forma a vivir en lugares muy inhóspitos y así, para todas las demás formas de vida distribuidas por las diferentes regiones biogeográficas de nuestro planeta.
  
Si la intención de Dios hubiese sido aprendida a lo largo del tiempo, sobre todo, en el último siglo, por los habitantes de la Tierra, no estaríamos delante de los descalabros que constatamos hoy en día.
  
Naturalmente la Tierra fue pasando por transformaciones (algunas casi imperceptibles, en cuanto otras, con características catastróficas) y los agentes naturales de la Naturaleza, fueron haciendo su trabajo, todos ellos regidos por la batuta invisible de los Ingenieros Siderales.
  
Los paisajes se fueron sucediendo y con eso, muchos de ellos fueron desapareciendo en un lugar y apareciendo otros, en otros lugares, y con ellos todo el conjunto de formas vivas igualmente pasaron por el mismo proceso, que es siempre de cuño evolutivo, proviniendo así, un saneamiento de algunas regiones.
  
Entre tanto, lo que se presenta en el mundo actual, resguardados algunos paisajes naturales que el Hombre aun no consiguió modificar de forma muy indecorosa, el Continente Antártico siendo uno de esos ejemplos, denota la total incuria y falta de respeto, sobre todo del Hombre contemporáneo, a la Naturaleza que lo cerca, sobre todo viniendo a desestabilizar los ciclos bioquímicos del planeta, destruyendo la capa de Ozono que la protege de la incidencia muy acentuada de los rayos ultra violetas, el efecto estufa, aumentado del lanzamiento cada vez mayor de CO2 y otros gases que aceleran el efecto estufa, de la utilización de defensivos agrícolas que, en nombre de un mejor rendimiento de cosechas y con consecuencias dañinas para todos los seres vivos
  
Hoy sabemos que estamos en el principio de catástrofes ecológicas de consecuencias imprevisibles, en caso de que el Hombre no despierte rápido de su sueño destructivo, en nombre del progreso y del desenvolvimiento de un condominio que está bajo nuestra responsabilidad y guardia, pero que pertenece a nuestro Dios Creador sólo para el cuadro de nuestra evolución y para ver si despertamos y nos religamos a las realidades de la Creación.
  
IV- PERSPECTIVAS

Mahatma Gandhi dijo cierta vez:
  
Nosotros necesitamos ser el cambio que nosotros queremos ver en el mundo”.
En cierta forma es la constatación de lo que fue dicho arriba con relación a la pregunta número 29 hecha al Espíritu Emmanuel, pero sobre todo en su respuesta, en lo que atañe a la propia transformación que viven en su esfera de interferencia.
Y la esencia de lo que Gandhi quiso decir fue que, antes que el hombre desee modificar el mundo, él debe, antes de nada, comenzar por modificarse a sí mismo.
  
Esa modificación se realiza en dos sentidos: de dentro para fuera, esto es, en sus propios pensamientos, en sus palabras y en sus acciones, en relación a él mismo y proyectando eso para su mundo exterior y, a su vez, recibiendo de el todas las informaciones necesarias para engrandecerse en conocimientos, en experiencias, sobre todo, se modifica para mejor y, por consiguiente, SER aquello que queremos para nuestro mundo, para el medio, con todo su conjunto de funciones y de estructuras, pero admitiendo que no es su voluntad personal la que debe imperar, pero sí el bienestar de la humanidad, dotada de la misma paz, equilibrio y autoconocimiento que él mismo.

A través de la Educación, que es una especie de jornada para dentro del propio “yo”, ciertamente el deseado equilibrio, necesario para que haya una acción más efectiva del hombre en busca de su propia evolución, se dará a través de la búsqueda del equilibrio saludable de los elementos en el ambiente global y que también se aplican al equilibrio saludable de las fuerzas que constituyen los sistemas políticos. En otras palabras, es a través del autoconocimiento consciente y disciplinado que podrá el hombre llegar al cenit de este proceso, que es eminentemente educativo.
  
Al Gore dijo en su libro “El equilibrio de la Tierra”, de 1992, “que no sorprende que nos hayamos vuelto tan desconcertados con el mundo natural – y es increíble que aun sintamos alguna conexión con nosotros mismos. Nos acostumbramos con la idea de un mundo sin futuro. Las artimañas de distracción están gradualmente destruyendo la ecología interior de la experiencia humana. Lo esencial para esta ecología es el equilibrio entre el respeto por el pasado y la fe en el futuro, entre la creencia en el individuo y un compromiso con la comunidad, entre nuestro amor por el mundo y nuestro miedo de perderlo. Un equilibrio, en otras palabras, del cual el ambiente espiritual depende”.

Para saber más sobre este asunto: Verifique en EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, libro tercero, caps. V y VI, Ley de conservación y Ley de Destrucción.

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