sábado, 11 de marzo de 2023

Creaciones mentales

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Mediumnidad

2.- Control universal de la enseñanza de los espíritus (1)

3.- La donación de órganos

4.- Creaciones mentales

                                            ¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨

MEDIÚMNIDAD

 RELACIONES HORIZONTALES Y VERTICALES

                                                                               


  La mediúmnidad es una abertura en la percepción de nosotros mismos y del otro. Bien cultivada, asentada sobre el desenvolvimiento de valores morales sólidos, ella nos pone en estado de lucidez permanente. Es posible captar mejor  quien somos, por las intuiciones más o menos claras de nuestro pasado espiritual, por las ideas  de nuestro yo integral. Se sabe que la conciencia del Espíritu fuera del cuerpo es siempre mayor que la conciencia sumergida en la materia. Más allá  de la posibilidad de comunicarnos con otras mentes, la mediúmnidad no es la abertura  para si, el acceso al propio yo. Dice J. Herculano Pires: “La mediúmnidad no es apenas una comunicación con los Espíritus. Ella es la comunicación plena, abierta para las relaciones sociales y para las relaciones espirituales. En estos capítulos, figura en destaque, por la importancia que asume en nuestro comportamiento individual y social, la actividad mediúmnica interior, en la que la esencia divina del hombre se comunica con su esencia humana. Es ese el más bello acto mediúmnico, el fenómeno más significativo de la mediúmnidad, aquel que más distintamente nos  revela nuestra inmortalidad personal.” (Pires. J. Herculano. Mediúmnidad, Vida y Comunicación, San Pablo: Paideia, 2004, p121.)

Ese tipo de percepción más lúcida de la existencia y de la posibilidad de acceso - incluso en la forma de la intuición - el bagaje de todo nuestro ser, puede ser cultivada, por la elevación de pensamiento, por la oración y por un estado mental de alerta y observación. Vivir mediúmnicamente, así, es estar más cuerdo, menos condicionado a las limitaciones de la materia.

Y ese sentido, de percepción no aumenta apenas en relación  a nosotros mismos, más también a los otros, a las relaciones humanas, a las circunstancias  de la vida. La mediúmnidad es también  la capacidad de captar con mayor precisión  o tenor vibratorio que los que nos rodean (encarnados y desencarnados), conocer sus situaciones, con cierto grado de certeza, y ver el estado espiritual del ser, tras las mascaras sociales.

El médium bien  afinado puede percibir las fuerzas positivas y negativas de un dado ambiente e identificarlas después de cierto análisis. De ese modo, puede situarse mejor en el laberinto  de las situaciones y de las personas y disponer de más elementos para actuar correctamente.

Hasta ahora,  nos estamos refiriendo al plano de la intuición y de la percepción extra-sensorial, ósea, a la mediúmnidad usada por el propio dueño, como instrumento de captación de lo real. Más también debemos recordar la mediúmnidad activa, en la que Espíritus desencarnados usan al médium, para comunicarse con los vivos. Entonces, las relaciones humanas se extienden más claramente más allá de las barreras de la carne. El médium es vehículo – nunca pasivo – del dialogo entre los dos mundos.

En esa ocasión, se le presenta una oportunidad estimulante de entrar en una mente ajena. El acto mediúmnico, principalmente el de la psicografia  o el de la psicofonía, es siempre una unión telepática, una sintonía momentánea de dos inteligencias. Al recibir, por tanto,  a un Espíritu, obsesor o iluminado, un sufridor o un maestro de la Espiritualidad, la mente  del médium como se ve  apropiada  por la mente  del desencarnado. Al final de años de mediúmnidad  activa, el médium guardará un archivo mental fascinante de personalidades – que conoció más íntimamente.  Cada ser es único en el universo y la singularidad humana es una de las facetas más  ricas de la Creación. Y el médium tiene el privilegio de vivenciar  telepáticamente otras singularidades (que están por encima o por debajo de su grado evolutivo), más todas ellas portadoras de experiencias  y únicos sentimientos.

Si él supiera aprovechar bien ese manantial de estudios psicológicos, el aumentará su capacidad de comprender al ser humano y aun mismo su capacidad de amarlo – pues siempre podrá constatar, aun mismo en las conciencias más criminales, la centella divina, el germen del amor universal, el ansia de la perfección, que están latentes en todos los seres.

Condiciones éticas de la mediúmnidad

  Kardec dedicó un capítulo entero del Libro de los Mediums a la cuestión de la “Influencia moral del médium”, (Cap. XX), estudiando las condiciones éticas, necesarias para la práctica mediúmnica. Es bien verdad que la capacidad mediúmnica es independiente del grado de moralidad del médium. Más no se da lo mismo  en cuanto a los resultados  y en cuanto al uso de esa capacidad.

Dividamos esa cuestión en tres partes:

1)  El compromiso serio del auto-perfeccionamiento del médium y la posesión de ciertos valores morales básicos facilitan  la comunicación con los Espíritus Superiores y garantizan su protección constante, no por una cuestión de privilegios, más si por una afinidad vibratoria natural entre los que hacen el Bien y el médium que está procurando el Bien. De hecho, la propia lucidez para discernir a los Espíritus y las situaciones dependen de una sintonía fina, que solo se alcanza mediante la elevación de sentimientos y la serenidad existencial. Quien se rinde al orgullo, es fácilmente mistificado por los Espíritus calculadores y dominadores. Quien se rinde a la sensualidad desenfrenada procura comparsas en el plano espiritual, que le acompañen las preferencias. Estamos, por todas partes, buscando las compañías que deseamos, de acuerdo con nuestras actitudes, palabras y pensamientos. Por eso, la moralización del médium es el mejor camino para que sus acompañantes espirituales -  o la nube de testigos, a la que se refería Pablo- sean también moralizados. Es evidente  que esa moralización está lejos de significar la adopción de actitudes de fachada, de voz mansa, humildad pretensiosa y santidad forzada.  El médium es un ser humano normal y debe actuar con naturalidad y buen sentido. Actitud ética es firmeza de principios y aplicación en la propia mejoría y no  pretensión a la santidad.

2) Sin embargo no basta la intención seria. Es preciso cierto equilibrio emocional, para que la mediúmnidad fluya como debe, en su ejercicio existencial. El médium es invadido  diariamente por avalanchas  de emociones inesperadas, venidas de todas partes. Puede captar  la depresión de alguien, la irritación de otros, la obsesión de terceros… más allá del ataque de sus propios enemigos espirituales, ligados a su pasado o adversarios gratuitos de su tarea. Si el mismo no estuviera centrado en sí, si no poseyera  un reducto íntimo de serenidad  y usar a cada instante las armas de la oración y de la vigilancia, acabará siendo llevado al ruedo. Por eso, al mismo tiempo que la mediúmnidad propicia el auto-conocimiento, es preciso que el médium esté constantemente analizándose a sí mismo, para lo que  es suyo y lo que viene de fuera y saber edificar una fortaleza interior.     

   Por Dora Incontri   

                                   **************************************************  


                                                                              


CONTROL UNIVERSAL DE LA ENSEÑANZA DE LOS ESPÍRITUS (1)

Dice un cuento oriental que varios dioses habían fracasado tratando de hacer al hombre mejor y más feliz. Primero habían puesto todos los recursos que le darían felicidad justo a su lado, pero esto no había sino alimentado su propia pereza y hastío, su salud física, mental y espiritual empeoraba cada día, y en consecuencia todos los seres humanos eran cada día más infelices. Al tener todo tan cerca no lo valoraban y ni siquiera apreciaban aquellos recursos que les podrían generar más felicidad, precisamente por tenerlos justo al lado. Porque pocos saben valorar lo que tienen delante suyo. Entonces pensaron que lo mejor era reducir los recursos y aunque suficientes para todos, tendrían que obtenerlos de diferentes lugares. Pronto algunos hicieron un acopio excesivo, esa opulencia les ocasionó enfermedades, y los recursos terminaron escaseando, ocasionando la calamidad y el hambre de otros muchos.

Pero uno de ellos tuvo una idea: Lo mejor es esconder la felicidad dentro de un cofre, oculto dentro de ellos mismos. Así tendrán que conocerse para encontrarla”. Todos elogiaron la iniciativa, y uno de los dioses dijo: “Aunque se conozcan a sí mismos cuando encuentren el cofre pueden volver a ser egoístas e infelices. Escondamos las llaves en el corazón de los demás, nadie tendrá su propia llave y solo podrán encontrarla en su prójimo, así solo el amor podrá abrir el cofre de la verdadera felicidad”. Todos estuvieron de acuerdo.

Aunque se trata de un simple cuento, de autor desconocido, encontramos en él varias moralejas, algunas muy explícitas, como son la necesidad de la búsqueda del autoconocimiento y la práctica del amor; y otras que nos recuerdan nuestras imperfecciones y tendencias inferiores, así como nuestra ignorancia y nuestra incapacidad de apreciar los tesoros y bondades que nuestro Creador ha colocado justo delante nuestro. También nos hace reflexionar ¿podría Dios habernos creado perfectos? O al menos ¿podría habernos evitado las vicisitudes y dificultades de la vida, creándonos felices?

Buscando las respuestas, por supuesto ¡estaban delante nuestro!

En la Revista Espírita, de marzo de 1864, Allan Kardec trata de la cuestión de la perfección de los seres creados y de si se podrían haber creado felices. Y a tenor de una de las cuestiones planteadas por los EspíritusAllan Kardec se adentra en un tema vital de la Doctrina Espírita, y que completaría el siguiente mes (abril de 1864) publicando: Autoridad de la Doctrina Espírita. Control Universal de la Enseñanza de los Espíritus. “Qué casualidad”, que tratase este asunto en la revista, justo después de la perfección o no de los seres creados, planteándonos otras nuevas preguntas, ¿podría Dios haber creado una Doctrina Espírita perfecta o completa? ¿Por qué no podría haberse dictado punto por punto a un único médium y habernos evitado el trabajo y las dudas en su elaboración?

Pero como no queremos rajar el melón más de lo que podamos trocear y digerir en el limitado espacio de un artículo vamos a remitir al lector para que, si es de su interés, él mismo se responda a las últimas cuestiones. Sobre por qué Dios no nos ha creado perfectos, además de al contenido de la Revista Espírita de marzo de 1864, al de Progresión de los Espíritus, del libro segundo, capítulo I de El Libro de los Espíritus. En cuanto a las cuestiones sobre si podría Dios haber creado una Doctrina perfecta o dictada punto por punto, quedan más que resueltas en Caracteres de la revelación espírita.

Aquí nos centraremos en el Control Universal de la Enseñanza de los Espíritus porque, a tenor del cuento, consideramos que muchos espíritas no aprecian lo que tienen delante suyo, no son conscientes del gran tesoro, del cofre que tienen delante de sus narices, quizá por eso mismo, por tenerlo justo delante. Se confunde Doctrina Espírita con libros mediúmnicos. A veces escuchamos a algunos espíritas decir… El Espiritismo dice tal o dice cual… cuando simplemente están repitiendo la opinión de un espíritu, dictada a este o aquel médium. Otras veces es sin más la opinión particular de un encarnado, un espírita, o este o aquel médium reconocido. Eso tampoco es Espiritismo, por no pasar el tamiz de la Concordancia y Universalidad de la Enseñanza de los Espíritus, siendo lo primero que habría que mirar para calificar algo propiamente de Espiritismo.

¿Qué debemos hacer ante cualquier información o teoría nueva fruto de una comunicación mediúmnica?

Veamos qué dice Allan Kardec al respecto:

Solo la concordancia puede darles la consagración, porque ahí está el único y verdadero control de la enseñanza de los Espíritus. Por eso estamos lejos de aceptar como verdades irrecusables todo lo que enseñan individualmente; un principio, sea el que sea, para nosotros sólo adquiere autenticidad por la universalidad de la enseñanza, es decir, por instrucciones idénticas, dadas en todos los lugares, por médiums que son extraños entre sí y que no sufren las mismas influencias, notoriamente exentos de obsesiones y asistidos por Espíritus buenos y esclarecidos. Por Espíritus esclarecidos debe entenderse los que prueban su superioridad por la elevación del pensamiento y por el alto alcance de sus enseñanzas, sin entrar nunca en contradicción y sin decir nada que la lógica más estricta no pueda admitir. Así se controlaron las diversas partes de la doctrina formulada en El Libro de los Espíritus y en El Libro de los Médiums. […] Hasta una constatación más seria, no se deben aceptar las teorías que se puedan dar al respecto, si no con mucha reserva, y esperar su confirmación o su negación.                    (De la perfección de los seres creados, Revista Espírita, marzo de 1864)

   Es decir no podemos dar como válido lo recibido por un médium, por bueno que sea, hasta que sea algo vertido en numerosos lugares, (de forma universal), por Espíritus que demuestren su elevación y superioridad, que no muestren contradicciones, y que todo ello esté además sometido a la lógica, al sentido común.

¿Entretanto se pueden publicar esos libros o nuevas informaciones?

Esto lo tratamos específicamente en este artículo: ¿Se debe de publicar todo lo que dicen los Espíritus?

En general, nunca habría un exceso de prudencia en relación con las nuevas teorías, sobre las que podríamos hacernos ilusiones. Así, cuántas hemos visto, desde el origen del Espiritismo, que se han dado publicidad prematuramente, ¡han tenido una existencia efímera! Así será con todas aquellas que solo tienen carácter individual y no pasado por el control de concordancia.       (De la perfección de los seres creados, Revista Espírita, marzo de 1864)

Dice Herculano Pires:                                                                                                                           Espiritismo es Kardec, porque él es el estructurador de la Doctrina, permanentemente asistido por el Espíritu de Verdad. Todos los demás libros espíritas, mediúmnicos o no son subsidiarios. Estudiar por ejemplo una obra de Emmanuel o André Luiz sin relacionarla con los libros de Kardec, argumentando que esos autores espirituales superaron al Maestro, cuyas obras aún no conocemos suficientemente, es demostrar falta de comprensión del sentido y de la naturaleza de la Doctrina. […] Es bueno recordar la regla del consenso universal, según la cual ningún Espíritu o criatura humana dispone, por sí solo, de recursos y conocimientos para hacer revelaciones personales. Este tipo de revelaciones individuales pertenece al pasado, a los tiempos anteriores al advenimiento de la Doctrina.

Fuera de la concordancia universal de las manifestaciones, con los principios básicos de la doctrina, con los principios racionales y lógicos, nada puede ser aceptado como válido. Opiniones personales, ya sean de sabios de la Tierra o del Mundo Espiritual, nada valen para la Doctrina. […] Esta es la razón por la que resulta temerario aceptar y propagar concepciones de tal o cual Espíritu u hombre como si fuesen parte integrante del cuerpo de la Doctrina. Quien se arriesga a eso revela falta de sentido y ausencia absoluta de criterio lógico, además de falta de convicción doctrinaria.                                                                                                           (El Espíritu y el Tiempo, Herculano Pires, Investigación científica de la Mediumnidad)

   Espiritismo es Allan Kardec no por ser el fundador y codificador, no porque lo diga Herculano, o por gusto personal o corriente de la mayoría de los espíritas. El Espiritismo es Kardec porque él fue el intérprete en la Tierra de este método de elaboración, tuvo esa misión y no solo estaba capacitado para ello, se le dieron los recursos, tal como se lo predijo el Espíritu de Verdad, motivo por el cual finalmente se comunicaría con más de mil centros espíritas.

En nuestra posición, recibiendo comunicaciones de cerca de mil centros espíritas serios, diseminados en diferentes partes del globo, estamos en condiciones de ver los principios sobre los cuales hay concordancia. Fue esta observación que nos ha guiado hasta hoy y nos guiará también en los nuevos campos que el Espiritismo está llamado a explorar. Así es como, desde algún tiempo, notamos en las comunicaciones, provenientes de varios lugares, tanto de Francia como del extranjero, una tendencia a entrar en una nueva vía, a través de revelaciones de una naturaleza especial. Esas revelaciones, a menudo dadas en palabras veladas, han pasado desapercibidas por muchos de los que las obtuvieron; muchos otros se creían los únicos en recibirlas. Tomadas de forma aislada, no tendrían ningún valor para nosotros, pero su coincidencia les da un gran prestigio, debiendo ser juzgadas más tarde, cuando llegue el momento de que vean la luz.                                                                                          (De la perfección de los seres creados, Revista Espírita, marzo de 1864)

   Pero tampoco es por esa superioridad numérica que está por encima de cualquier teoría individual, porque alguien podría tratar de hacer lo mismo que Kardec y poner en común lo recibido por un número igual o aun mayor de centros espíritas, y aun así carecería de la tiara espiritual de Allan Kardec, la autoridad moral, y de la guía e iniciativa de los Espíritus superiores que tuvo Kardec, y que se apartan tanto de los orgullosos como de los ambiciosos. El Espíritu de Verdad se puso a disposición de Kardec, un mínimo de un cuarto de hora, todos los meses, y le alertó hasta del más mínimo error.

Además de todo lo anterior, y del número, de la aritmética, de la universalidad de las comunicaciones, es necesario la concordancia, y el raciocinio.

Sin esa concordancia, ¿ quién podría estar seguro de estar en posesión de la verdad? La razón, la lógica, el raciocinio son sin duda los primeros medios de control que deben utilizarse; en muchos casos esto bastaría. Pero cuando se trata de un principio importante, del planteamiento de una nueva idea, habría una presunción en creerse infalible en la apreciación de las cosas. Este es además uno de los caracteres distintivos de la Nueva Revelación, el que haya sido recibida en todas partes y al mismo tiempo; así sucedió con las diversas partes de la Doctrina. Ahí está la experiencia para probar que todas las teorías audaces, dadas por Espíritus sistemáticos y pseudo sabios, siempre han estado aisladas y localizadas; ninguna se ha generalizado ni ha superado el control de la concordancia; varios incluso cayeron en el ridículo, prueba evidente de que no estaban en lo cierto. El control universal es una garantía para la unidad futura de la Doctrina.                                                                                                      (De la perfección de los seres creados, Revista Espírita, marzo de 1864)

Y por supuesto, es imprescindible la prudencia.

Esta digresión […] era necesaria para dar a conocer la manera como procedemos, en lo que respecta a las nuevas teorías en lo relativo al Espiritismo, que está lejos de haber dado la última palabra sobre todas las cosas. No las emitimos sino después de haber recibido la sanción que acabamos de hablar, razón del porqué algunas personas, un tanto impacientes, se sorprenden con nuestro silencio en ciertos casos. Como sabemos que cada cosa vendrá en su momento, no cedemos a ninguna presión, venga de donde venga, porque sabemos la suerte de los que quieren ir muy deprisa y tienen una excesiva confianza en sí mismos y en sus propias luces; no queremos recoger un fruto antes de que madure, pero, quede claro, cuando esté maduro, no lo dejaremos caer.                                       

(De la perfección de los seres creados, Revista Espírita, marzo de 1864)

Y llegamos ya al suculento postre de este artículo, al que no añadiremos ningún comentario, ni una sola coma, pues no requiere ni edulcorantes ni saborizantes, es otra obra prima de Allan Kardec. Y como tal lo único que necesitamos los espíritas, es ser conscientes de ella, de su importancia y aunque ya la tenías delante en la Revista Espírita, en el Evangelio según el Espiritismo, aquí la puedes ver, otra vez, justo delante tuyo, como una llave maestra que te permitirá abrir el cofre del conocimiento espírita y, quizá, descubrir al fin su verdadero fulgor.

 Autoridad de la Doctrina Espírita

 Control universal de la Enseñanza de los Espíritus

Si la doctrina espírita fuese una concepción meramente humana no tendría otra garantía que las luces de quien la hubiera concebido. Ahora bien, nadie en este mundo podría abrigar la pretensión fundada de poseer sólo para sí la verdad absoluta. Si los Espíritus que la han revelado se hubiesen manifestado a un hombre solamente, nada garantizaría su origen, pues sería preciso creer en la palabra del que dijera haber recibido de ellos su enseñanza. En caso de que se admitiera una absoluta sinceridad de su parte, a lo sumo podría convencer a las personas con quienes estuviera relacionado; conseguiría adeptos, pero nunca llegaría a congregar a todo el mundo.

Dios ha querido que la nueva revelación llegase a los hombres por un camino más rápido y de mayor autenticidad. Por eso encargó a los Espíritus que la transportaran desde uno a otro polo, y que se manifestaran en todas partes, sin conceder a nadie el privilegio exclusivo de oír su palabra. Es posible engañar a un hombre, incluso este puede engañarse a sí mismo, pero no hay lugar a dudas cuando millones de personas ven y oyen lo mismo: eso es una garantía para cada uno y para todos. Por otra parte, es posible hacer que un hombre desaparezca, pero no se puede hacer que desaparezcan las masas; es posible quemar los libros, pero no se puede quemar a los Espíritus. Aun así, aunque se quemaran todos los libros, no por ello la fuente de la doctrina dejaría de ser inagotable, puesto que no se encuentra en la Tierra, sino que brota en todas partes y todos pueden apagar su sed en ella. A falta de hombres para difundirla, siempre habrá Espíritus, que llegan a todos y a los cuales nadie puede alcanzar.

- Salvador Martín-

( Continúa en la siguiente publicación)

                                                    ********************************

 LA DONACIÓN  DE ÓRGANOS

El tema que nos ocupa hoy ofrece diversas perspectivas para analizar en función de las creencias, culturas y principios que la persona mantiene. Es bien sabido que, el avance de la ciencia médica, propicia posibilidades de mantenimiento de la vida cuando un órgano o varios impiden llevar una vida digna, recurriendo al trasplante del órgano enfermo por otro procedente de un donante.
La donación de órganos puede realizarse en vida, como ocurre con diversos órganos como las córneas, los riñones, la médula ósea, etc., sin que esto suponga para el donante ningún trastorno más que el de desprenderse de parte de su biología para realizar un acto de caridad que ayuda a vivir dignamente a otras personas necesitadas. En estos casos, y salvo las excepciones propias de las personas cuyas creencias les impiden donarlos; la mayoría de la sociedad no alberga dudas respecto a la idoneidad de esta práctica y a su función caritativa y benéfica.
En el aspecto de las creencias, hay religiones que condenan el trasplante de órganos prohibiéndolos expresamente, mientras que otras lo califican como un acto de caridad.
La bioética, como disciplina encargada de definir lo correcto o incorrecto sobre la vida humana al margen de las opiniones puramente médicas, tiene el enorme reto de responder a preguntas para las que todavía no hay una definición ortodoxa. Preguntas como ¿es correcto el trasplante de animales al hombre? (1), o la siguiente ¿el comercio y tráfico de órganos debe ser legalizado? (2)
No obstante, por paradójico que pueda parecer, donde se presentan las mayores discrepancias en esta práctica, es cuando los órganos son donados a la muerte del cuerpo físico. Donde el donante, cede a la ciencia la posibilidad de utilizar sus órganos vitales para otros inmediatamente después de acontecer el óbito. El término “inmediatamente” es preciso destacarlo, pues los órganos deben ser extraídos del donante sin pérdida de tiempo para poderlos utilizar, ya que el transcurso de las horas los debilita y los vuelve inútiles para el fin de utilizarlos en buenas condiciones.
Ni siquiera hoy, en pleno siglo XXI las disciplinas científicas están de acuerdo al 100% sobre la definición de lo que denominamos “muerte”. La neurología y la termodinámica no tienen muy claro que el concepto de “muerte encefálica” sea el único admitido hoy, como lo fueron en tiempos anteriores la ausencia de pulso, el cese de la respiración; la inexistencia de ritmo cardiaco o el registro del encefalograma plano. (El concepto de muerte ha evolucionado con los avances de la ciencia).
Ejemplo de ello es la muerte cerebral: hoy día podemos mantener con vida orgánica, respirando y alimentando artificialmente a personas con muerte cerebral a la espera del momento de trasplante de los órganos. ¿Es esto éticamente reprobable? ¿Dónde situamos pues la línea entre vida y muerte: en el cese de toda función orgánica o en la pérdida de la conciencia? (3)
Desde el análisis de que todo termina con la muerte del cuerpo físico, esta práctica se observa con total claridad, como un acto noble que no perjudica en absoluto a la persona. Pero en la comprensión que nos ofrecen las leyes espirituales, donde sabemos que el periespíritu humano sobrevive a la muerte y que éste necesita de un tiempo prudencial de 72 horas para desligarse de la materia biológica, las repercusiones aparecen, sin duda, afectando al donante.
Estas repercusiones pueden ser graves, leves, inexistentes o incluso necesarias. Todo ello va en función del nivel evolutivo; del grado de progreso espiritual de la persona que dona sus órganos. Es sabido desde hace siglos la imperiosa necesidad del desdoblamiento cuando comienza el proceso del óbito; de desligar los cuerpos psíquicos y espirituales de la materia en el momento de la muerte; y al igual que para el nacimiento precisamos de nueve meses de formación, en el momento de partir, nuestro periespíritu necesita de unas horas para proceder a desligarse por completo de la materia.
Comprendiendo que el periespíritu es un doble de nuestro cuerpo biológico, también posee una réplica orgánica de carácter psíquico que impregna todas nuestras células biológicas; si estas son cercenadas de forma brusca antes de realizar ese proceso de separación de forma natural, el psiquismo sufre determinadas perturbaciones que son trasladadas al espíritu en forma de confusión y retraso de la claridad necesaria al penetrar en el mundo espiritual que le aguarda.
Si la persona está muy materializada; si ha vivido durante su vida apegada a los sensualismos de la materia, dominada por sus pasiones y entregada a la concupiscencia y las sensaciones más groseras, el desdoblamiento del alma es más difícil; más lento, le cuesta entender que existe una vida espiritual y que todo no es material. Cuando esto ocurre, la persona, aunque haya donado sus órganos, le será muy difícil sustraerse a las sensaciones psíquicas de la extracción de los mismos, puesto que sus sensaciones orgánicas, a través del periespíritu no desligado, seguirán llegando a sus centros nerviosos, condicionando la separación tardía del espíritu, y por ende un determinado entorpecimiento para su liberación de la materia, perturbando su mente.
Si la persona ha sido una persona noble, con buenos sentimientos, elevada y dedicada al bien, que ha cultivado los aspectos del amor y la caridad, pertenezca a la religión que pertenezca, su grado de espiritualidad le permitirá desligarse muy rápido del cuerpo físico, esto mitigará enormemente las repercusiones de la extracción del órgano en su periespíritu. Además, como la ley de causa y efecto nos indica, las obras de bien realizadas, generan, por afinidad y sintonía, la compañía de espíritus de bien que se manifestarán en el momento del óbito para ayudar a esa persona, acelerando el proceso de separación, todo ello por los méritos contraídos.
Muchos de estos espíritus, son familiares que le antecedieron en su llegada al mundo espiritual y que acudirán rápidamente a ayudar para que el tránsito apenas sea perceptible; para que, como en un sueño, despierte a la mañana siguiente en el nuevo mundo espiritual lleno de paz, luz, serenidad y equilibrio mental.
No sólo le ayudarán en el tránsito para desligar con rapidez la parte espiritual de la física; sino que pedirán ayuda, a otros espíritus de mayor elevación para que, a pesar de la donación y extracción de los órganos, la persona, apenas tenga repercusión alguna, siendo aceptado y condicionado este acto como uno más de los actos de bien y caridad realizados por la persona en la propia vida física que ahora termina.
En otros casos incluso, estas cuestiones se presentan como parte de una expiación compulsoria que el espíritu necesita para rescatar deudas del pasado y el daño que hizo a otros en vidas anteriores. Esto no es descartable; pues desconocemos con precisión la historia evolutiva de los espíritus, las personalidades que han ido animando en su trayectoria evolutiva y el debe y el haber de cada uno de nosotros. En este caso que mencionamos, puede ser necesaria una expiación de este calibre para terminar de liquidar un saldo negativo que nos permita acceder al nuevo plano de vida sin ningún tipo de carga adicional; habiendo purificado y drenado nuestra alma de los fluidos mórbidos acumulados por nuestras deudas del pasado.
Cuando entendemos que somos inmortales, y que la vida del espíritu es una sola y se manifiesta en diversas existencias y reencarnaciones, comprendemos también que entre una y otra experiencia en la materia permanecemos un tiempo en el mundo espiritual recomponiendo nuestras fuerzas; analizando nuestra trayectoria evolutiva y preparando una nueva encarnación que nos permita seguir avanzando hacia la plenitud y la felicidad; destino final para el que el hombre fue creado por Dios.
Si las antiguas tradiciones de la india y china, recomiendan la incineración del cuerpo una vez pasadas 72 horas no es por casualidad; sino que todo ello es el periodo necesario para una buena separación de la psique de la materia en términos generales. Arriba hemos explicado algunas particularidades, pues nadie desencarna igual, todos tenemos un proceso individualizado en función de nuestro adelanto evolutivo, nuestros compromisos espirituales y la forma en que hemos vivido.
Sea como fuere, el acto de la donación de órganos, cuando se hace con nobleza y con deseos de ayudar es un acto de caridad que eleva al espíritu humano y le otorga méritos para su posterior entrada en la vida espiritual.

Todo aquello que hacemos por los demás de forma desinteresada, altruista y caritativa es un punto a nuestro favor en la elevación de nuestra alma, y con ello recuperamos la iniciativa de nuestra redención moral.
Pero este hecho, no debe hacernos olvidar que la trascendencia del fenómeno de la muerte física, es algo más sencillo de lo que pueda parecer. Y puesto que somos inmortales, la muerte real no existe, esta es la gran conclusión que debemos entresacar de todo ello: como bien demostró el maestro Jesús de Nazareth, al presentarse a sus discípulos en toda su majestad espiritual, tres días después de haber sido crucificado.
Antonio Lledó Flor

                                                   ******************

CREACIONES MENTALES 

                                                                  


En cualquier estudio mediúmnico no debemos olvidar que la individualidad espiritual, en el cuerpo físico, mora en la ciudadela  atómica carnal  que está formada por recursos tomados provisoriamente del ambiente del mundo. Sangre, encéfalo, huesos, nervios, piel y músculos son elementos materiales que se aglutinan entre si para la manifestación transitoria  del alma en la Tierra, constituye  una vestimenta temporal, según las condiciones y pruebas que tiene que pasar.

Cada recipiente recibe conforme a su capacidad. Los mundos actúan los unos sobre los otros por las irradiaciones que despiden, y las almas se influyen mutuamente  por intermedio de los agentes mentales que producen. El campo de la mente  ofrece un amplio panorama para el estudio de sus combinaciones… pensamientos de crueldad, rebeldía, tristeza, amor, comprensión, esperanza o alegría, tiene una naturaleza diferente  con características y pesos propios, haciendo más densa al alma  o utilizándola, además  de poderse definir  sus cualidades magnéticas… La onda mental poseerá determinados coeficientes de fuerza,  tanto en la concentración silenciosa como en el verbo exteriorizado o en la palabra escrita…

Comprendemos con esto, que somos víctimas o beneficiarios  naturales  de nuestras propias creaciones, según las corrientes mentales qué proyectamos, nos esclavizamos  a compromisos contraídos  por el equívoco de nuestras experiencias  o liberamos con el bien  hacia el progreso, según nuestras determinaciones  y obras en armonía  o desacuerdo con las leyes eternas…

Casi todos los hechos mediúmnicos son ejercidos  por el fenómeno  de la perfecta asimilación de corrientes mentales. El organismo  es como un aparato receptor donde se condensan  los pensamientos  y la voluntad con profusiones de rayos que alcanzan el campo interior del médium, primeramente por los poros, que son como miríadas  de antenas sobre las cuales  esa emisión adquiere el aspecto de impresiones débiles e imprecisas. Esas impresiones  se afirman en los centros del cuerpo espiritual, los que funcionan  a modo de condensadores  y alcanzan de inmediato los enlaces del sistema nervioso desempeñando el papel de preciosas bobinas de inducción, acumulándose allí en un instante y reconstituyéndose automáticamente en el cerebro, en donde poseemos centenares de centros motores semejantes a un milagroso teclado de electroimanes ligados los unos a los otros. En esos núcleos dinámicos se procesan las acciones y las reacciones mentales que determinan  vibraciones creativas a través del pensamiento o de la palabra, considerándose el encéfalo  como una poderosa  estación emisora y receptora  y a la boca como un valioso auto parlante.  Tales estímulos  se expresan también a través del mecanismo  de las manos y de los pies, o por las sensaciones de lo sentidos y de los órganos que trabajan al igual que elevadores  y conductores, transformadores y clasificadores bajo el comando directo de la mente.

El pensamiento que nos pertenece con exclusividad, fluye incesantemente de nuestro campo cerebral, al igual que las ondas magnéticas calóricas que nos son peculiares y lo utilizamos normalmente  accionando los recursos de que disponemos.

En los asuntos de este orden es imprescindible tener mucho cuidado para juzgar, porque si se basa el criterio sobre la medida de expresión terrena, se posee una  vida mental parasitaria y restringida, ya que ocultamos  la onda de pensamiento  que nos es propia para reflejar  y actuar con los preconceptos  consagrados   o con la pragmática de las costumbres  preestablecidas, que son cristalizaciones mentales  producidas en el tiempo. Basta que se ejerza la meditación, al estudio edificante y a la vocación de discernir,  para comprender con nitidez cual es la calidad de nuestros pensamientos y poder identificar  claramente a las corrientes espirituales que asimilamos.

La mediúmnidad es un don inherente a todos los seres, al igual que la facultad de respirar, cada criatura asimila las fuerzas superiores o inferiores con las cuales se halla en sintonía. Por eso mismo el Divino Maestro nos recomendó la oración y la vigilancia  para no caer en las sugestiones del mal,  porque la tentación es la corriente  de fuerzas vivas que irradiamos nosotros y que, llegando hasta los elementos afines, tejen entre sí, alrededor  de nuestra alma, una espesa red de fuerzas impulsivas que se tornan a veces irresistibles.

Estudiemos trabajando. El tiempo utilizado en el bien de nuestro prójimo  es una bendición que atesoramos para siempre en nuestro propio provecho.

 Extraído del libro: “En los Dominios de la Mediúmnidad” de Chico Xavier.

                                                            ***************************************




 


No hay comentarios: