martes, 7 de marzo de 2023

Las mascotas - Su sexto sentido

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- De la ingratitud

2.- Espiritismo, una nueva ciencia (2ª Parte)

3.- Entrevista al espíritu de un asesino

4.- Las mascotas y su sexto sentido

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                      DE LA INGRATITUD

De San Juan de la Cruz a la priora del convento de Segovia, María de la Encarnación, ante la persecución que estaba sintiendo en determinados momentos de su vida, a causa de su posible envío a Méjico:

De lo que a mí me toca en este negocio, hija mía, no le dé pena, que ninguna a mí me da. De lo que la tengo muy grande es de que se eche culpa a quien no la tiene; porque estas cosas no las hacen los hombres, sino Dios, que sabe lo que nos conviene y las ordena para nuestro bien. No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará Amor.

   San Juan de la Cruz.

Reflexión:

San Juan de la Cruz reflexiona acerca de la falta de agradecimiento que, en general, padecen los seres humanos, aunque hubiesen recibido algún beneficio. Esto es bastante común; a veces, los beneficiados se sienten avergonzados, o lo que es más grave, su orgullo se siente herido y procuran alejarse lo más posible de aquellos que puedan recordarles su pasado, sobre todo si su presente ha cambiado y su posición social ha mejorado notablemente.

Les hace comprender que hay que hacer las cosas sin esperar nada a cambio y aun a riesgo de recibir ingratitud, que aquellos que así actúan ni siquiera son culpables, que son cosas que permite Dios para templar nuestra paciencia y tolerancia ante las faltas de los demás, habida cuenta de que también nosotros tenemos las propias, lo cual redundará en nuestro beneficio. Así, pues, obremos siempre con desinterés, porque recogeremos aquello que sembremos.

 - Mª Luisa Escrich- Amor, Paz y Caridad

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ESPIRITISMO: UNA NUEVA CIENCIA        ( 2ª Parte)  ...//...

   Y no es todo. Además de eso nuestros pobres cinco sentidos son insuficientes. No nos dejan sentir más que un pequeño número de movimientos dentro de la vida del Universo. Desde la última sensación acústica percibida por nuestro oído, resultante de 36000 vibraciones por segundo, hasta la primera sensación óptica percibida por nuestros ojos, no hay nada que podamos percibir. Por un lado somos engañados por nuestros sentidos y por otro su testimonio es incompleto.

El descubrimiento de los Rayos X tan extraño e increíble en su origen, debería esclarecernos sobre la exigüidad de nuestras observaciones habituales. ¡Ver a través de los objetos!, en el interior de un cofre cerrado, distinguir el hueso de un brazo, de una pierna, de un cuerpo, a través de la carne y de la ropa. Un descubrimiento así es sin contradicción enteramente contrarío a nuestras certezas habituales.

Certezas logradas por las cinco puertas de nuestros conocimientos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Estas cinco puertas nos dan muy poco acceso, aunque no lo creamos, al mundo exterior, sobre todo las tres últimas. El ojo y el oído van más lejos, aunque de hecho es casi solamente la luz la que pone a nuestro espíritu en comunicación con el Universo. ¿Pero qué es la luz? Una modalidad de vibración de la materia sutil excesivamente rápida. La sensación de luz se produce sobre nuestra retina por vibraciones que se prolongan desde 400 trillones por segundo, extremo bermejo del espectro luminoso, hasta 756 trillones, extremo violeta. Hace ya mucho tiempo que estas vibraciones fueron medidas con precisión. Pero tanto por debajo como por encima de estos números existen otras vibraciones que no son perceptibles por nuestros ojos. Más allá del bermejo están las vibraciones caloríferas oscuras, y, otras muchas que nos son desconocidas.

Los fenómenos de la naturaleza se realizan además bajo la acción de fuerzas invisibles. El vapor de agua es invisible. El calor es invisibleLa electricidad es invisible.

Hay grandes lagunas y regiones desconocidas sobre las que no sabemos absolutamente nada.

Hay incluso en la vida material, ciertas facultades inexplicables para el hombre, ciertos sentidos ignorados. Gran número de hechos que pertenecen al mundo de lo desconocido. La telepatía o sensación a distancia, las apariciones o manifestaciones de moribundos, la visión durante el sueño, en estado sonambúlico, sin el concurso de los ojos, la presciencia o premonición de un acontecimiento próximo, los avisos, los presentimientos, los dictados por medio de golpes en las mesas, ciertos ruidos inexplicables, las casas de duendes, las levitaciones contrarias a las leyes de la gravedad, los movimientos y transporte de objetos sin contacto, las manifestaciones de espíritus desencarnados, y muchos otros fenómenos extraños pero que bien merecen nuestra curiosidad y nuestra atención.

Para muchos todo esto solo genera incredulidad, y no está mal, del todo, porque en estas cuestiones difíciles, oscuras, inciertas, un nuevo deber se nos impone, el de examinar, analizar las cosas con la más severa circunspección y no admitir, en esto como en todo sino lo que es cierto. No convendría con el pretexto del progreso, sustituir una incredulidad sistemática por una credulidad desprovista de todo sentido crítico.

No es raro encontrar personas que niegan imperturbables las cuestiones fenoménicas y que aceptan decididamente los absurdos más colosales, por ejemplo, la anécdota del diluvio universal, narrada en la Biblia, en la que leemos:

se han abierto las puertas del depósito de las aguas superiores, el agua se despeñó del cielo en forma de cataratas durante cuarenta días y cuarenta noches, se elevó quince pulgadas por encima de las más altas montañas de toda la tierra y condujo durante ciento cincuenta días el arca en el cuál Noé entró un macho y una hembra de todas las especies de animales existentes sobre el globo.

Ningún cuento de las mil y una noches le supera. Pero la credulidad religiosa es tan ciega que acepta sin discusión, del mismo modo que avala el milagro de Josué deteniendo el Sol. Sería fácil multiplicar estos ejemplos. La credulidad existe desde siempre en perpetuo equilibrio con la incredulidad. Desconfiemos tanto de una como de la otra. Los agoreros no morirán, el progreso no abolió los presagios ni la buena ventura. Debemos estar en guardia contra la credulidad del mismo modo que contra la incredulidad.

No se trata de creer o no creer. De negar o aceptar ciegamente. Lo realmente importante es…INVESTIGAR.

Es lo que hizo Allan Kardec, el espíritu investigador más notable que conocemos, codificador de la doctrina espirita. Acostumbramos a ver la grandeza de un investigador en función de lo que descubre, obviamente. Newton estableció la ley de gravitación universal, Einstein a su vez formuló la teoría de la relatividad. Aunque muy notables todos esos  descubrimientos en realidad eran apenas el encuentro del hombre con algunas leyes físicas. Allan Kardec no descubría apenas una ley física, él mostraba a la Humanidad la Causa de las leyes físicas, la Causa del Universo, el porqué de nuestra existencia, nuestro destino y nuestro pasado.

Tal magnitud tiene su obra que sólo las generaciones futuras sabrán apreciar en su justo valor. Su lectura es de obligado cumplimiento para alguien que pretenda ser culto, no en la cultura de las obras de arte o de los clásicos de la literatura, sino en la cultura que se traduce en sabiduría.

En Caracteres de la Revelación Espírita nos muestra que:

…la Revelación Espírita tiene un carácter doble: es a la vez una revelación divina y una revelación científica. Es divina, porque su llegada es providencial y no el resultado de la iniciativa humana; ya que los puntos fundamentales de la Doctrina son producto de la enseñanza impartida por los Espíritus. Es científica, porque la enseñanza no es privilegio de ningún individuo en especial, sino que llega a todos por la misma vía y porque quienes la transmiten y quienes la reciben no son de ninguna manera seres pasivos, liberados del trabajo de búsqueda y observación, así como no pierden su juicio y libre albedrío ni les está prohibido el control; por el contrario, se les recomienda para que la Doctrina no sea dictada ni impuesta ciegamente, y para que ella sea el producto del trabajo del hombre, de la observación de hechos que los Espíritus les muestran y de las instrucciones que les dan, instrucciones que el hombre estudia, comenta y compara, y de las cuales él mismo saca las conclusiones y sus aplicaciones. En una palabra lo que caracteriza a la revelación Espírita es que su origen pertenece a Dios, la iniciativa a los Espíritus y su elaboración es obra del hombre.

Como método de elaboración, el Espiritismo utiliza exactamente el mismo que las ciencias positivas, es decir, aplica el método experimental. Se presentan hechos de un orden nuevo que no pueden explicarse mediante leyes conocidas: el Espiritismo los observa, compara y analiza, y del efecto se remonta a la causa y de esta a la ley que los gobierna, luego deduce las consecuencias y busca sus aplicaciones útiles. No establece ninguna teoría preconcebida, motivo por el cual no ha formulado hipótesis sobre la existencia e intervención de los Espíritus, como tampoco sobre el periespíritu, la reencarnación ni ningún otro de los principios de la Doctrina; ha terminado por aceptar la existencia de los Espíritus cuando esa existencia se mostró evidente a través de las observación de los hechos y de igual manera se ha manejado con los demás principios. No son los hechos los que han venido a confirmar la teoría, sino que ésta es la que ha llegado posteriormente para explicar y resumir los hechos. Las ciencias no progresaron seriamente hasta que basaron sus estudios en el método experimental; hasta hoy se pensaba que ese método sólo era aplicable a la materia, mientras que lo es igualmente para las cosas metafísicas.

La ciencia, propiamente dicha, tiene por objeto el estudio de las leyes del principio material, así como el objeto del Espiritismo es el conocimiento de las leyes del principio espiritual; pero como este último principio es una de las fuerzas de la Naturaleza y actúa sin cesar sobre el principio material, y éste sobre aquél, resulta que el conocimiento de uno no puede complementarse sin el del otro. Por consiguiente, el Espiritismo y la Ciencia se complementan mutuamente. La Ciencia sin el Espiritismo es impotente para explicar ciertos fenómenos, contando sólo con las leyes que rigen a la materia, así como el Espiritismo sin la ciencia carecería de apoyo y control. El estudio de las leyes de la materia debería preceder al de las leyes espirituales, ya que es la materia la que afecta antes a los sentidos. Si el Espiritismo hubiese llegado antes que los descubrimientos científicos hubiera sido una obra inútil, como todo aquello que llega antes de tiempo.

Todas las ciencias se suceden y encadenan racionalmente; unas nacen de otras, a medida que encuentran un punto de apoyo en las ideas y los conocimientos anteriores. La Astronomía, una de las primeras ciencias cultivadas, no salió de su faz primaria hasta el instante en que la Física reveló la ley de las fuerzas de los agentes naturales: la Química, impotente sin la Física, sucedió a esta muy pronto, para luego marchar unidas, apoyándose mutuamente.

Se acusa al Espiritismo de estar emparentado con la magia y la hechicería, pero se olvida que la astrología judiciaria, es antepasada directa de la Astronomía, que la Química es hija de la alquimia, de la que ningún hombre sensato se ocuparía hoy. Nadie niega, sin embargo, que en la astrología y en la alquimia encontramos los gérmenes de las verdades que conformarían las ciencias actuales. A pesar de sus formas ridículas la alquimia fue la iniciadora de los estudios de los cuerpos simples y de la ley de las afinidades; la astrología basaba sus estudios en la posición y movimiento de los astros, a los cuales observaba minuciosamente; pero como ignoraba las leyes que gobiernan el mecanismo del Universo, consideraba a los astros seres misteriosos y les otorgaba, supersticiosamente, influencia moral y sentido revelador.

Cuando Galileo, Newton y Képler dieron a conocer sus leyes y el telescopio rasgó el velo al sumergir su mirada en las profundidades del espacio, hecho que fue considerado indiscreto por ciertos sectores, los planetas aparecieron como mundos simples al nuestro, con lo cual todo el andamiaje de maravillas se derrumbó.

Ocurre lo mismo al relacionar el Espiritismo con la magia y la hechicería. Estas también se basaban en la manifestación de los Espíritus, como la astrología en el movimiento de los astros; pero, al ignorar las leyes que gobiernan al Mundo Espiritual, confundían las manifestaciones con sus prácticas y creencias absurdas. El Espiritismo, fruto de la experiencia y la observación, ha hecho justicia. Sin duda existe una distancia mucho mayor entre el Espiritismo y la magia que entre la Astronomía y la Astrología o entre la Química y la alquimia; pretender confundirlos es admitir que se ignora lo mis elemental.

Hablar de Ciencia y Espiritismo no sería posible sin recordar al más insigne experimentador del fenómeno espirita, Sir William Crookes.

- Salvador Martín. ( Continuará )

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ENTREVISTA AL ESPÍRITU DE UN ASESINO                
Verger
Asesino del arzobispo de Paris

    El 3 de enero de 1857, Monseñor. Sibour, Arzobispo de París, al salir de la iglesia de Saint Etienne du Mont. fue herido mortalmente por un joven sacerdote llamado Verger.        El culpable fue condenado a muerte y ejecutado el 30 de enero. Hasta el último instante no manifestó ni sentimiento, ni arrepentimiento, ni sensibilidad.
    Evocado el mismo día de su ejecución, dio las respuestas siguientes:

1. Evocación                                                                                                                       R. Todavía estoy retenido en mi cuerpo.

2. ¿Vuestra alma, no está enteramente separada de vuestro cuerpo?
R. No..., tengo miedo..., no sé... Esperad a que me reconozca..., yo no estoy muerto, ¿no es eso?

3. Os arrepentís de lo que habéis hecho?
R. Hice mal en matar, pero fui empujado por mi carácter, que no podía sufrir las
humillaciones... Me evocaréis otra vez.

4. ¿Por qué queréis iros ya?
R. Tendría demasiado miedo si le viera, temería que no hiciese otro tanto conmigo.

5. Pero no tenéis nada que temer, puesto que vuestra alma está separada de vuestro cuerpo. Desterrad cualquier inquietud, no hay razón para ello.
R. ¡Qué queréis! ¿Acaso sois siempre dueños de vuestras impresiones?... No sé dónde
estoy... Estoy loco.

6. Debéis procurar tranquilizaros.
R. No puedo, porque estoy loco... ¡Esperad!... Voy a recobrar toda mi lucidez.

7. Si oraseis, la oración podría ayudaros a coordinar vuestras ideas.
R. Temo.... no me atrevo a orar.

8. Orad. ¡La misericordia de Dios es grande! Vamos a orar con vos.
R. Sí, la misericordia de Dios es infinita, lo he creído siempre.

9. ¿Conocéis ahora mejor vuestra situación?
R. Esto es tan extraordinario, que no puedo todavía darme cuenta.

10. ¿Veis a vuestra víctima?
R. Me parece oír una voz que se parece a la suya, y que me dice: no te quiero... ¡Pero es un efecto de mi imaginación! Estoy loco, os lo manifiesto, porque veo mi propio cuerpo en un lado y mi cabeza en el otro..., y sin embargo, me parece que vivo, pero en el espacio, entre la Tierra y esto que llamáis cielo..., siento aún la fría cuchilla que cae sobre mi cuello... Pero es el miedo que tengo de morir.... me parece que veo cierto número de espíritus alrededor de mí, me miran compasivamente..., me hablan..., pero no les comprendo.

11 . ¿Entre estos espíritus, hay uno cuya presencia os humilla a causa de vuestro crimen?
R. Os aseguro que no hay más que uno a quien tema, es el que yo he herido.

12. ¿Os acordáis de vuestras existencias anteriores?
R. No, estoy en la vaguedad... creo soñar... otra vez, es preciso que me reconozca.

Tres días más tarde:
13. ¿Os reconocéis mejor ahora?
R. Sé ahora que no soy de ese mundo, y no lo siento. Tengo pesar de lo que he hecho, pero mi espíritu es más libre. Sé mejor que hay una serie de existencias que nos dan los conocimientos útiles para ser perfectos tanto como la criatura puede serlo.

14. ¿Sois castigado por el crimen que habéis cometido?
R. Sí, tengo sentimiento por lo que he hecho y sufro por ello.

15. ¿De qué manera sois castigado?
R. Soy castigado porque reconozco mi falta y pido perdón a Dios. Soy castigado por la
conciencia de mi falta de fe en Dios, y porque sé ahora que no debemos cortar los días de nuestros hermanos. Soy castigado por el remordimiento de haber retardado mi adelanto, yendo por un camino falso, y no habiendo escuchado el grito de mi conciencia que me decía que matando no llegaría a mi objeto. Pero me dejé dominar por el orgullo y los celos, me he engañado y me arrepiento, porque el hombre debe siempre hacer esfuerzos para sujetar sus malas pasiones, y yo no los hice.

16. ¿Qué sensación experimentáis cuando os evocamos?
R. Placer y miedo, porque no soy malo.

17. ¿En qué consisten ese placer y ese miedo?
R. Un placer en conversar con los hombres y poder en parte reparar mi falta confesándola.
Un miedo que no podría definir, una especie de vergüenza de haber sido asesino.

18. ¿Querríais ser reencarnado en esta Tierra?
R. Sí, lo pido y deseo encontrarme constantemente expuesto a que me maten y temer que así suceda.

    Habiendo sido evocado Monseñor. Sibour, dijo que perdonaba a su matador y rogaba porque volviese al bien.
    Añadió que aunque presente, no se había mostrado a él por no aumentar su sufrimiento. El temor de verle, que era una señal de remordimiento, era ya un castigo.

P. ¿El hombre que comete un asesinato sabe, eligiendo su existencia, que acabará siendo un asesino?
R. No, sabe que eligiendo una vida de lucha, hay exposición para él de matar a uno de sus semejantes, pero ignora si lo hará, porque hay casi siempre lucha en él.

La situación de Verger en el momento de su muerte es la de casi todos aquellos que perecen de muerte violenta. Operándose la separación del alma de una manera brusca, están como aturdidos. y no saben si están muertos o vivos. Se le ha ahorrado la vista del arzobispo porque no era necesaria para excitar en él el remordimiento, mientras que otros, al contrario, están incesantemente perseguidos por las miradas de sus víctimas.
A lo enorme de su crimen. Verger añadió el no haberse arrepentido antes de morir.               Estaba, pues, en todas las condiciones exigidas para incurrir en la condenación eterna. Sin embargo, apenas ha dejado la Tierra, el arrepentimiento penetra en su alma, repudia su pasado y pide sinceramente repararlo. No ha sido el exceso de los sufrimientos lo que le ha inducido a ello, pues no ha tenido tiempo de sufrir. Es, pues, el solo grito de su conciencia, que no había escuchado durante su vida, y que oye ahora. ¿Por qué, pues, no se le tomaría esto en cuenta? ¿Por qué en el intervalo de algunos días, lo que le hubiera librado del infierno, no le podría librar después? ¿Por qué Dios, que hubiera sido misericordioso antes de la muerte, no tendría piedad algunas horas más tarde?
     Podría uno sorprenderse de la rapidez del cambio que se opera, a veces, en las ideas de un criminal endurecido hasta el último momento, y a quien basta para hacerle comprender la iniquidad de su conducta el pasaje a la otra vida. Este efecto está lejos de ser general. Sin esto no habría malos espíritus. El arrepentimiento es a menudo muy tardío, y en consecuencia, también la pena es más prolongada.
     La obstinación en el mal durante la vida proviene, a veces, del orgullo que rehúsa doblegarse y confesar sus culpas. Además, el hombre está bajo la influencia de la materia, que echa un velo sobre sus percepciones espirituales y le fascina. Caído este velo, una luz súbita le ilumina y se encuentra como desilusionado. La rápida vuelta a mejores sentimientos siempre es indicio de un cierto progreso moral cumplido, que no pide más que una circunstancia favorable para manifestarse, mientras que aquel que persiste en el mal más o menos tiempo. después de la muerte es incontestablemente un espíritu más atrasado, en quien el instinto material ahogó el germen del bien y a quien le faltan aún nuevas pruebas para enmendarse. 

El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo (Página 172)
Allan Kardec

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      LAS MASCOTAS Y SU SEXTO SENTIDO
                             



     Algunos científicos dicen que los animales pueden detectar campos energéticos invisibles para nosotros, como si nuestra mascota tuviera un sexto sentido.

Algunos ejemplos

     En una noche tranquila donde no se oye ningún ruido, ni parece haber ningún movimiento, de repente nuestro gato echa las orejas planas, hacia atrás, con las pupilas dilatadas, el dorso arqueado, el pelo erizado, moviendo el rabo, soplando, y mirando fijamente en dirección de aparentemente nada.

     Cualquier persona que haya estado en un seísmo o temblor de tierra recordará que poco antes de que empiece a temblar, los perros empiezan a aullar con ansiedad, y otros animales también empiezan a manifestar un comportamiento extraño, tales como peces que saltan del agua, topos que se salen de sus madrigueras y animales en hibernación que salen de sus escondrijos antes del temblor.

El gato de Winston Churchill

     Un ejemplo histórico, es el extraño comportamiento del gato de Sir Winston Churchill,  cuando se encontraba muy enfermo, en cama, atendido por sus médicos. Una noche cuando ya parecía que estaba fuera de peligro, su gato empezó a maullar para salir de la habitación. Al día siguiente, Churchill amaneció muerto, habiendo presentido su gato su muerte, mejor que los doctores.

     Este tipo de comportamiento en nuestras mascotas, hace pensar que poseen un sexto sentido, o una sensibilidad espiritual que sólo ellos poseen, pareciendo que captan más que nosotros, y que saben más de ciertas cosas que nosotros.

Sus sentidos están más desarrollados que los nuestros

     No todos los fenómenos son inexplicables, ya que los animales tienen ciertos sentidos mucho más desarrollados que los humanos.
     Así, los perros tienen 40 veces más células olfativas y aunque su vista no le permite identificar un objeto inmóvil a más de 300 metros, si lo puede oler; su rango de sonidos audibles es mucho mayor, pudiendo además orientar sus orejas, lo que les permite una mejor captación de los sonidos.

     Los gatos se comportan como sistemas de seguridad electrónicos (a veces incluso como un médium espiritual) ya que poseen unos sentidos sumamente agudos. Reaccionan a sonidos y vibraciones que nosotros somos incapaces de percibir, ya que están equipados de un oído sumamente agudo, capaces de escuchar sonidos inaudibles para el oído humano, una vista de lince, y un olfato muy desarrollado, siendo muy sensibles a los fenómenos eléctricos y barométricos, de modo que no es sorprendente que puedan sentir que va a llover, o detectar un terremoto o una erupción volcánica.

Otros ejemplos de su capacidad

Otros animales poseen otros no menos curiosos sentidos, como el fino oído de los delfines, que puede incluso "ver" objetos en tres dimensiones, que se encuentran ocultos a sus ojos.

Son muchos los sentidos que poseen los animales, y ciertamente, no todos los sucesos son inexplicables, sin embargo hay ciertos fenómenos y comportamientos en nuestras mascotas, que no pueden ser explicados con razonamientos científicos.

Los dueños de mascotas saben que por ejemplo, no es raro que un gato intente descolgar el teléfono que suena, sólo si es su amo el que llama, o el caso de felinos que han recorrido miles de kilómetros para encontrar a su amo, por lo que no es extraño que en la antigüedad, se le hayan atribuido poderes mágicos e inclusive fueran objeto de adoración en el antiguo Egipto.

Algunos perros, saben cuando su amo está en peligro y se ponen tristes, o saben cuando su amo va a llegar a casa, incluso en horas poco habituales.

Conclusiones sobre mascotas y sexto sentido

Los científicos no se ponen de acuerdo en torno a la causa de estos fenómenos inexplicables, pero los más desinhibidos, apuntan a que los animales pueden detectar campos energéticos invisibles para nosotros, facultad que tuvimos, y que hemos perdido por el desuso.

Lo cierto es que los amos que están compenetrados con sus mascotas, se comunican y entienden a la perfección, y reciben manifestaciones permanentes de esta percepción especial, que aunque inexplicable, existe, y es disfrutada frecuentemente por lo que tenemos y amamos a nuestras mascotas.

Mª Pilar Martos

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