miércoles, 3 de abril de 2024

Un aviso de "el Más Allá"

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.-El Espíritu Protector o Guía

2.- La Doctrina Secreta: Las religiones

3.- La Verdad es difícil sostenerla ( comunicado mediúmnico)

4.- Un aviso de "el Más Allá"

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      ESPÍRITU PROTECTOR O GUÍA

504 – ¿Podemos saber siempre el nombre de nuestro Espíritu protector o ángel guardián?

– ¿Por qué razón queréis saber nombres que no existen para vosotros? ¿Creéis que no existen entre los Espíritus más que los que vosotros conocéis?

– ¿De qué forma lo invocaremos si no lo conocemos?

– Dadle el nombre que queráis, el de un Espíritu superior a quien tengáis simpatía y veneración. Vuestro Espíritu protector vendrá a ese llamado, porque todos los Espíritus buenos son hermanos y se asisten entre sí.

505 – Los Espíritus protectores que toman nombres conocidos,¿son siempre realmente los de las personas que tenían aquellos nombres?

– No, pero de Espíritus que le son simpáticos y que vienen a menudo por orden suya. Necesitáis nombres y entonces toman uno que os inspire confianza. Cuando vosotros no podéis cumplir personalmente una misión, enviáis un comisionado que haga vuestras veces. 

506 – Cuándo estemos en la vida espírita, ¿reconoceremos a nuestro Espíritu protector?

– Sí, porque, con frecuencia, le conocíais antes de encarnaros.

507 – ¿Todos los Espíritus protectores pertenecen a la clase de los Espíritus superiores? ¿Pueden encontrarse entre los grados intermediarios? Un padre, por ejemplo, ¿puede llegar a ser el Espíritu protector de su hijo?

– Puede serlo, pero la protección supone un cierto grado de elevación y además un poder y una virtud concedida por Dios. El padre que protege a su hijo puede a su vez estar asistido por un Espíritu más elevado.

508 – Los Espíritus que han dejado la Tierra en buenas condiciones, ¿pueden siempre proteger a los que aman y les sobreviven?

– Su poder es más o menos restringido y la posición en que se encuentran no les deja siempre toda la libertad de actuar.
509 – Los hombres en estado salvaje o de inferioridad moral, ¿tienen, igualmente sus Espíritus protectores y en este caso son de orden tan elevado como los de los hombres muy adelantados?
– Cada hombre tiene un Espíritu que vela por él, pero las misiones son relativas a su objetivo. No confiáis un niño que aprende a leer a un profesor de filosofía. El progreso del Espíritu familiar corresponde al del Espíritu protegido. Teniendo un Espíritu protector que os vigila, podéis a vuestra vez llegar a ser el protector de un Espíritu que os es inferior, y los progresos que le ayudéis a realizar contribuirán a vuestro adelanto. Dios no pide al Espíritu más de lo que le permiten su naturaleza y el grado a que ha llegado.

510 – Cuándo el padre que vela por su hijo se reencarna, ¿continúa velando por él?
– Eso es más difícil, pero invita, en un momento de desprendimiento a un Espíritu simpático para que lo asista en esa misión. Por otra parte los Espíritus no aceptan más misiones que las que pueden cumplir hasta el fin.
   El Espíritu encarnado, sobre todo en los mundos en que es material la existencia, está demasiado ligado a su cuerpo para poderse consagrar del todo, es decir, asistirle personalmente. Por esto los que no son bastante elevados están asistidos a su vez por Espíritus que le son superiores, de modo que, si uno falta por una causa cualquiera, es suplido por otro.

511 – Además del Espíritu protector, ¿está unido un Espíritu malo a cada individuo para impelerle al mal y proporcionarle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
– Unido no es la palabra. Es cierto que los Espíritus malos procuran desviar del buen camino cuando encuentran la oportunidad,pero cuando uno de ellos se vincula a un individuo, lo hace por sí mismo, puesto que espera ser escuchado. Entonces se traba una lucha entre el bueno y el malo, y vence aquél a quien el hombre deja que le domine.

512 – ¿Podemos tener varios Espíritus protectores?
– Cada hombre tiene siempre Espíritus simpáticos, más o menos elevados que le aprecian y se interesan por él, como también los hay que le asisten en el mal 

513 – ¿Los Espíritus simpáticos actúan en virtud de una misión?
– A veces pueden tener una misión temporal; pero lo más frecuente es que son solicitados por la semejanza de pensamientos y de sentimientos, tanto en el bien, como en el mal.
– ¿Parece resultar de esto que los Espíritus simpáticos pueden ser buenos o malos?
– Sí; el hombre encuentra siempre Espíritus que simpatizan con él, cualquiera que sea su carácter. 

514 – ¿Los Espíritus familiares son los mismos Espíritus simpáticos o Espíritus protectores?
– Existen diferencias en la protección y en la simpatía. Dadles el nombre que queráis. El Espíritu familiar corresponde más bien al amigo del hogar.
     De las explicaciones anteriores y de las observaciones hechas sobre la naturaleza de los Espíritus que se unen al hombre, puede deducirse lo siguiente:
     El Espíritu protector, ángel guardián o genio bueno es el que tiene la misión de seguir al hombre durante la vida y ayudarle a progresar. Siempre es de naturaleza relativamente superior a la del protegido.
     Los Espíritus familiares se unen a ciertas personas por lazos más o menos duraderos con objeto de serles útiles dentro de los límites de su poder, con frecuencia bastante limitado. Son buenos, pero a veces poco adelantados y hasta un poco ligeros. Se ocupan gustosos de los pormenores de la vida íntima y sólo actúan por orden o con permiso de los Espíritus protectores.
     Los Espíritus simpáticos son los que se sienten atraídos hacia nosotros por afectos particulares y una cierta semejanza de gustos y de sentimientos, así en el bien como en el mal. La duración de sus relaciones está siempre subordinada a las circunstancias.
     El mal genio es un Espíritu imperfecto o perverso que se une al hombre para desviarlo del bien: pero obra por su propia iniciativa y no en virtud de una misión. Su tenacidad está en razón del acceso más o menos fácil que halla. El hombre es libre siempre de escuchar su voz o de rechazarla. 

515 – ¿Qué pensar de esas personas que parecen unirse a ciertos individuos para arrastrarlos fatalmente a la perdición, o para guiarlos por el buen camino?
– Ciertas personas ejercen, en efecto, sobre otras, una especie de fascinación que parece irresistible. Cuando esto se verifica por el mal, es que los Espíritus malos se sirven de otros Espíritus malos para subyugar mejor. Dios lo permite para probaros.

516 – Nuestro buen y mal genio, ¿podrían encarnarse para acompañarnos durante la vida de una manera más directa?
– Eso ocurre algunas veces. Pero, con frecuencia, también encargan esa misión a otros Espíritus encarnados que le son simpáticos. 

517 – ¿Hay Espíritus que se unen a toda una familia para protegerla?
– Ciertos Espíritus se unen a los miembros de un misma familia que viven juntos y unidos por el afecto; pero no creáis en Espíritus protectores del orgullo de raza.

518 – Siendo atraídos los Espíritus por sus simpatías hacia los hombres, ¿lo son igualmente hacia las reuniones de individuos debido a causas particulares?
– Los Espíritus acuden con preferencia a donde están sus semejantes, pues allí están más a sus anchas y más seguros de ser escuchados. El hombre atrae a los Espíritus en razón de sus tendencias, ya esté sólo, ya forme un estado colectivo, como una sociedad, una ciudad o un pueblo. Hay, pues, sociedades, ciudades y pueblos que están asistidos por Espíritus más o menos elevados según el carácter y las pasiones que predominan en ellos. Los Espíritus imperfectos se alejan de los que los rechazan. El resultado de eso es que el perfeccionamiento moral de las colectividades, como el de los individuos, tiende a descartar a los Espíritus malos y a atraer a los buenos, que excitan y mantienen el sentimiento del bien de las masas, como pueden otros atizar las malas pasiones.

 519 – Las aglomeraciones de individuos, como las sociedades, ciudades y naciones, ¿tienen sus Espíritus protectores especiales?
– Sí; porque esas reuniones son individualidades colectivas que marchan con un objetivo común y que tienen necesidad de una dirección superior.

520 – Los Espíritus protectores de las masas, ¿son de naturaleza más elevada que los que se unen a los individuos?
– Todo es relativo al grado de adelanto de las masas como al de los individuos. 

521 – ¿Pueden ciertos Espíritus cooperar al progreso de las artes, protegiendo a los que las cultivan?
– Hay Espíritus protectores especiales y que asisten a los que invocan, cuando los consideran dignos; pero, ¿qué queréis que hagan por los que se creen ser lo que no son? No hacen que los ciegos vean ni que oigan los sordos.
     Los antiguos hicieron divinidades especiales; las Musas no eran otra cosa que la personificación alegórica de los Espíritus protectores de las ciencias y las artes, como designaron bajo el nombre de lares y penates a los Espíritus protectores de la familia. Entre los modernos, las artes, las diferentes industrias, las ciudades, los continentes, tienen también sus patronos protectores, que no son otros que los Espíritus superiores, pero bajo otros nombres.
     Teniendo cada hombre sus Espíritus simpáticos, resulta que en las colectividades, la generalidad de los Espíritus simpáticos está en relación con la generalidad de los individuos; que los Espíritus extraños son atraídos por la identidad de gustos y pensamientos, en una palabra, que esas reuniones, lo mismo que los individuos, están mejor o peor rodeadas, asistidas e influidas según la naturaleza de pensamientos de la multitud. Entre los pueblos, las causas de atracción de los Espíritus son las costumbres, los hábitos, el carácter dominante y sobre todo las leyes, porque el carácter de una nación se refleja en sus leyes. 
     Los hombres que hacen reinar la justicia entre sí, combaten la influencia de los malos Espíritus. En todas partes donde las leyes consagran las cosas injustas, contrarias a la Humanidad, los buenos Espíritus están en minoría y la masa de los malos que allí afluyen entretienen a la nación en sus ideas y paraliza las buenas influencias parciales que se pierden entre la multitud, como una espiga aislada en medio de las ortigas. Estudiando las costumbres de los pueblos o de toda reunión de hombres, es fácil hacerse una idea de la población oculta que se inmiscuye en sus pensamientos y en sus acciones.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

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           LA DOCTRINA   SECRETA
                    LAS RELIGIONES  

Cuando se lanza una mirada de conjunto sobre el pasado; cuando se evoca el recuerdo de las religiones desaparecidas, de las creencias extintas, nos vemos atacados de una especie de vértigo ante el aspecto de los caminos sinuosos recorridos por el pensamiento humano. -Lenta es su marcha. Parece en un principio complacerse en las criptas sombrías de la India, en los templos subterráneos del Egipto, en las catacumbas de Roma, en las penumbras de las catedrales; parece preferir los lugares oscuros, la atmósfera pesada de las escuelas, el silencio de los claustros a la luz del cielo, a los libres espacios; en una palabra: al estudio de la naturaleza. 

Un primer examen, una comparación superficial de las creencias y de las supersticiones del pasado conduce inevitablemente a la duda. Pero si se aparta el velo exterior y brillante que oculta a la multitud los grandes misterios; si se penetra en el santuario de la idea religiosa, se encuentra uno en presencia de un hecho de un alcance considerable. Las formas materiales, las ceremonias de los cultos tenían por objeto el conmover la imagen del pueblo. Detrás de estos velos, las religiones antiguas aparecían bajo otro aspecto totalmente distinto; revestían un carácter grave, elevado, a la vez científico y filosófico. 
Su enseñanza era doble: exterior y pública por una parte; interior y secreta por otra, y, en este caso, reservada sólo a los iniciados. Esta ha podido, en sus grandes rasgos, ser reconstituida recientemente, a consecuencia de pacienzudos estudios y de numerosos descubrimientos epigráficos (1). Desde entonces, la oscuridad y la confusión que reinaban en las cuestiones religiosas se han disipado; la armonía se ha hecho con la luz. Se ha obtenido la prueba de que todas las enseñanzas religiosas del pasado se relacionan; de que una sola y misma doctrina vuelve a encontrarse en su base, doctrina transmitida de edad en edad a una larga serie de sabios y de pensadores. 

     Todas las grandes religiones han tenido dos aspectos: el uno aparente y el otro oculto. En éste está el espíritu; en aquél, la forma o la letra. Bajo el símbolo material, se disimula el sentido profundo. El brahmanismo en la India, el hermetismo en Egipto, el politeísmo griego, el mismo cristianismo en su origen presentan este doble aspecto. Juzgarlos por su lado exterior y vulgar es juzgar el valor moral de un hombre por sus vestidos. Para conocerlos, es preciso penetrar el pensamiento íntimo que los inspira y forma su razón de ser; del seno de los mitos y de los dogmas, es preciso extraer el principio generador que les comunica la fuerza y la vida. Entonces se descubre la doctrina única, superior, inmutable, de la cual las religiones humanas no son más que adaptaciones imperfectas y transitorias, proporcionadas a las necesidades de los tiempos y de los medios. Se tiene en nuestra época una concepción del universo absolutamente exterior y material. La ciencia moderna, en sus investigaciones, se ha limitado a acumular el mayor número de hechos, y luego a deducir de ellos las leyes. Ha obtenido así maravillosos resultados; pero, por este procedimiento, el reconocimiento de los principios superiores, de las causas primordiales y de la verdad continuará siendo por siempre inaccesible.. Las causas secundarias mismas se escapan. El dominio invisible de la vida es más vasto que el que es abarcado por nuestros sentidos; en aquél reinan las causas de las cuales sólo vemos los efectos. 

LEÓN DENIS 
DESPUÉS DE LA MUERTE 
                                                          **********************************


LA VERDAD ES DIFÍCIL SOSTENERLA            comunicado mediúmnico)                                                                                                                                                                         
                                                                


     Hermanos míos: La Verdad que conocéis es difícil sostenerla, pero más difícil es practicarla. Como Jesús, por donde quiera que os manifestéis, sois rechazados; al igual que cuando vino el Maestro, se quiere desvirtuar la Verdad, pero olvidan que la Verdad, como la luz del Sol penetra por todas partes y solo Dios podría apagarla. Allí donde no os acogen, es porque aquella tierra no está aún preparada para la fructificación. No os importe, sembradores de la Verdad, no desmayéis, que el sembrador que pone su fe y su conciencia en sus actos, el que pone toda su voluntad en difundir la Verdad que necesita la humanidad para su regeneración, si allí no es escuchado, sentada queda su actuación como propagador y practicante de la Ley de Dios. Seguir pues, hermanos míos, ¡ siempre adelante! . ¡ Qué importa que no seáis comprendidos, si Dios Todopoderoso os comprende y os guía!. Esos hermanos que rechazan y ridiculizan la nueva revelación, día llegará, hermanos míos, implorando la luz que se les brindó y la desecharon sin tratar de estudiarla y analizarla; día llegará, no muy lejano, que la antorcha esplendente de esta Verdad, entre triunfal, lo mismo en las humildes chozas que en los suntuosos palacios, hermanando e igualando a todos los hijos de Dios.

   Vosotros, que habéis empuñado el báculo que conduce a lo verdadero, seguid adelante, sosteniendoos siempre en la fe y adornándoos con la virtud.  

   ¡ Adelante obreros de la Verdad! . El surco es la humanidad. Seguid sembrando, que vuestras manos esparzan semillas que fructificarán algún día y serán la luz de la humanidad.

   Vuestro Guía: DEMEURE
(Jaén, 17 de febrero de 1942) 
   
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                          UN  AVISO DEL MÁS ALLÁ

                                                        

El siguiente caso ha sido relatado por La Patrie (La Patria) del 15 de agosto de 1858:

«El martes último me comprometí – tal vez muy imprudentemente – a contaros una historia emocionante. Debería haber pensado en una cosa: que no existen historias emocionantes, sino que existen historias bien contadas, y el mismo relato, hecho por dos narradores diferentes, puede hacer dormir a un auditorio o ponerle la piel de gallina. ¡Cómo he escuchado a mi compañero de viaje de Cherburgo a París, el Sr. B…, de quien tengo una anécdota maravillosa! Si yo hubiese taquigrafiado su narración, tendría verdaderamente alguna posibilidad de haceros estremecer.

«Pero cometí el error de confiar en mi detestable memoria, y lo lamento profundamente. En fin, mal o bien, he aquí la aventura, y el desenlace os ha de probar lo que hoy, 15 de agosto, es un hecho totalmente consumado. «El Sr. de S… (nombre histórico llevado aún hoy con honor) era oficial durante el Directorio. Por placer, o por las necesidades de su servicio, él viajaba a Italia.

«En uno de nuestros Departamentos del Centro, fue sorprendido por la noche y se sintió feliz en encontrar un alojamiento bajo el tejado de una especie de cabaña de aspecto sospechoso, donde se le ofreció una mala cena y un camastro en un desván.

«Habituado a la vida de aventuras y al duro oficio de la guerra, el Sr. de S… comió con buen apetito, se acostó sin murmurar y durmió profundamente.

«Su sueño fue perturbado por una temible aparición. Vio a un espectro levantarse en la sombra, caminar a pasos pesados hacia su camastro y detenerse a la altura de su cabecera. Era un hombre de unos cincuenta años, cuyos cabellos encanecidos y erizados estaban rojos de sangre; tenía el pecho desnudo, y su garganta – con arrugas – estaba cortada con heridas abiertas. Permaneció un momento en silencio, fijando sus ojos negros y profundos sobre el viajero adormecido; después su pálida figura se animó, sus pupilas brillaron como dos carbones ardientes; pareció hacer un violento esfuerzo y, con una voz sorda y temblorosa, pronunció estas extrañas palabras:

– «Te conozco: tú eres un soldado como yo y como yo un hombre de coraje, incapaz de faltar a su palabra. Vengo a pedirte un servicio que otros me han prometido y que no han cumplido. Hace tres semanas que he sido asesinado; el hospedero de esta casa, ayudado por su mujer, me sorprendieron durante el sueño y me cortaron la garganta. Mi cadáver está escondido bajo un montón de basura, en el fondo del corral a la derecha. Ve a buscar mañana a la autoridad del lugar, trae a dos gendarmes y hazme enterrar. El hospedero y su mujer se delatarán a sí mismos y tú los entregarás a la justicia. Adiós; cuento con tu piedad; no olvides el ruego de un viejo compañero de armas.

«Al despertarse, el Sr. de S… se acordó del sueño. Con la cabeza apoyada sobre el codo, se puso a meditar; su emoción estaba viva, pero se disipó ante las primeras claridades del día y, como Atalía, dijo: ¡Un sueño! ¿Debería inquietarme por un sueño? Él contradijo a su corazón y, no escuchando más que a su razón, cerró su valija y continuó de viaje.

«A la tarde llegó a su nueva etapa y se detuvo para pasar la noche en un albergue. Pero apenas había cerrado los ojos, el espectro se le apareció por segunda vez, triste y casi amenazante.

– «Me sorprendo y me aflijo – dijo el fantasma – al ver a un hombre como tú perjurar y faltar a su deber. Esperaba más de tu lealtad. Mi cuerpo está sin sepultura, mis asesinos viven en paz. Amigo, mi venganza está en tus manos; en nombre del honor, te intimo a volver sobre tus pasos.

«El Sr. de S… pasó el resto de la noche en una gran agitación; a la mañana siguiente, tuvo vergüenza de su pavor y continuó de viaje.

«A la noche, tercera parada: tercera aparición. Esta vez el fantasma se encontraba más lívido y más terrible; estaba con una sonrisa amarga en sus labios blancos; y habló con una voz ruda:

– «Parece que te he juzgado mal: parece que tu corazón, como el de los otros, es insensible a los ruegos de los desafortunados. Por última vez vengo a invocar tu ayuda y hacer un llamado a tu generosidad. Vuelve a X…, véngame o sé maldito.

«Esta vez, el Sr. de S… no deliberó más: volvió al albergue sospechoso donde había pasado la primera de esas noches lúgubres. Fue a la casa del magistrado y pidió dos gendarmes. A su vista y a la vista de los dos gendarmes, los asesinos se pusieron pálidos y confesaron su crimen, como si una fuerza superior les hubiera arrancado esta confesión fatal.

«El proceso fue preparado rápidamente y ellos fueron condenados a muerte. En cuanto al pobre oficial, cuyo cadáver fue encontrado bajo el montón de basura, en el fondo del corral a la derecha, fue enterrado en tierra santa, y los sacerdotes oraron por el reposo de su alma

«Al haber cumplido su misión, el Sr. de S… se apresuró a dejar el país y se dirigió a los Alpes sin mirar hacia atrás.

«La primera vez que reposó en una cama, el fantasma se levantó nuevamente en la sombra, no más feroz e irritado, sino dulce y benevolente.

– «Gracias, dijo él, gracias hermano. Deseo reconocer el servicio que me has prestado: me mostraré a ti una vez más, una sola; dos horas antes de tu muerte, vendré a avisarte. Adiós.

«El Sr. de S… tenía por entonces alrededor de treinta años; durante treinta años ninguna visión vino a perturbar la quietud de su vida. Pero el 14 de agosto de 182…, en vísperas del cumpleaños de Napoleón, el Sr. de S… – que había permanecido fiel al partido bonapartista – reunió en una gran cena a una veintena de antiguos soldados del Imperio. La fiesta había sido muy alegre; el anfitrión, aunque envejecido, estaba vigoroso y con buena salud. Estaban en el salón y tomaban café.

«El Sr. de S… tuvo deseos de aspirar una pizca de rapé y percibió que se había olvidado la tabaquera en su cuarto. Tenía el hábito de servirse él mismo; por un momento dejó a sus huéspedes y subió al primer piso de su casa, donde se encontraba su dormitorio. Él no había llevado luz.

«Cuando entró en un largo pasillo que conducía a su cuarto, de repente se detuvo y fue forzado a apoyarse sobre la pared. Delante de él, en la extremidad de la galería, estaba el fantasma del hombre asesinado; el fantasma no pronunció ninguna palabra, ni gesto alguno y, después de un segundo, desapareció. Era el aviso prometido.

«El Sr. de S…, que tenía el alma resistente, después de un momento de desfallecimiento, recobró su coraje y su sangre fría, caminó hacia el cuarto, tomó allí su tabaquera y bajó al salón. Cuando allí entró, ninguna señal de emoción apareció en su rostro. Se mezcló en la conversación y, durante una hora, mostró todo su espíritu y toda su jovialidad habituales. A medianoche los invitados se retiraron. Entonces se sentó y pasó tres cuartos de hora en recogimiento; después, habiendo puesto en orden sus negocios, a pesar de no sentir ningún malestar, volvió a su dormitorio. Cuando abrió la puerta, un tiro lo tendió muerto, justo dos horas después de la aparición del fantasma. La bala que le despedazó el cráneo estaba destinada a su empleado.

Henri D´Audigier

El autor del artículo ha querido, a toda costa, cumplir la promesa que había hecho al periódico, de narrar algo emocionante y, para este fin, ¿extrajo de su fecunda imaginación la anécdota que relata, o realmente ella es verdadera? Es lo que nosotros no sabríamos afirmar. Además, esto no es lo más importante; real o supuesta, lo esencial es saber si el hecho es posible. ¡Pues bien! No vacilamos en decir: Sí, los avisos del Más Allá son posibles, y numerosos ejemplos – cuya autenticidad no podría ser puesta en duda – están ahí para atestiguarlo. Por lo tanto, si la anécdota del Sr. Henri d’Audigier es apócrifa, muchas otras del mismo género no lo son, e incluso diremos que ésta no ofrece nada que no sea bastante común. La aparición ha tenido lugar en sueño, circunstancia muy vulgar, mientras que lo notorio es que pueden producirse a la vista durante el estado de vigilia. El aviso del instante de la muerte tampoco es insólito, pero los hechos de ese género son mucho más raros, porque la Providencia – en su sabiduría – nos oculta ese momento fatal. Por lo tanto, sólo excepcionalmente es que puede sernos revelado y por motivos que nos son desconocidos. He aquí otro ejemplo más reciente, y menos dramático, es verdad, pero cuya exactitud podemos garantizar.

El Sr. Watbled, negociante, presidente del tribunal de comercio de Boulogne, falleció el pasado 12 de julio en las siguientes circunstancias: Su mujer, desencarnada desde hacía doce años y cuya muerte le causaba un incesante pesar, le apareció durante dos noches consecutivas en los primeros días de junio, y le dijo: «Dios ha tenido piedad de nuestras penas y ha querido que pronto estemos reunidos». Ella agregó que el 12 de julio siguiente era el día marcado para esta reunión, y que en consecuencia él debía prepararse. En efecto, desde ese momento se operó en él un cambio notable: se debilitaba a cada día; luego cayó en cama y, sin sufrimiento alguno – en el día marcado – dio el último suspiro entre los brazos de sus amigos.

El hecho en sí mismo no es discutible; los escépticos sólo pueden argumentar sobre la causa, a la que ellos no dejarán de atribuir a la imaginación. Se sabe que semejantes predicciones, realizadas por echadores de la buenaventura, han sido seguidas por un desenlace fatal; en este caso, se comprende que al estar la imaginación impresionada con esta idea, los órganos puedan sufrir una alteración radical: más de una vez el miedo a morir ha causado la muerte; pero aquí las circunstancias no son más las mismas. Aquellos que se han profundizado en los fenómenos del Espiritismo pueden perfectamente darse cuenta del hecho; en cuanto a los escépticos, no tienen más que un argumento: «No creo, luego no existe». Interrogados al respecto, los Espíritus han respondido: «Dios ha elegido a este hombre que era conocido por todos, a fin de que este acontecimiento se extendiera a lo lejos y llevase a reflexionar».

– Los incrédulos piden pruebas sin cesar; Dios las da a cada instante a través de los fenómenos que surgen por todas partes; pero a ellos se aplican estas palabras: «Tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen».

Allan Kardec
Revista espirita 1858

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