martes, 16 de abril de 2024

Una civilización digna del nombre

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El Mandamiento del Amor

2.- Una vida sencilla y de sacrificio engrandece a las almas ( Comunicado mediúmnico)

3.- Hoy discípulos; mañana maestros.

4.- Una civilización digna del nombre

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                EL MANDAMIENTO DEL AMOR

                                     

      Entre la multitud de personas que seguían al Maestro Jesús, tras sus palabras reconfortantes de Esperanza, de Amor, de Justicia y de Vida eterna, estaba un joven rico que se le acercó impresionado por sus palabras y le dijo: " Maestro bueno, ¿ qué tengo que hacer para heredar la Vida Eterna?.

   Jesús le respondió: ¿ Por qué me llamas bueno?. No hay nadie bueno nada más que uno: Dios. Tu ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás no dirás falso testimonio, no serás injusto, honrarás a tu padre y a tu madre....

  Entonces le contestó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.... Y Jesús, mirándole fijamente le dijo:- Una cosa te falta, ve y vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme.

  Pero el joven rico, abatido por estas palabras, se marchó entristecido porque tenía muchas posesiones.

  Seguir a Jesús, ¡ no significa seguir sus pasos !. Es vivir según sus enseñanzas. El joven rico conocía los mandamientos, por tanto era responsable de sus actos, pero no le convenía vivir según las enseñanzas de Jesús. Lo malo no es el poseer bienes materiales, sino la forma como se consiguieron, el apego que se tiene a esos bienes o los actos que se hicieron para conseguirlos.

   Sin embargo hay personas ricas que quisieron y supieron transformar sus bienes en puestos de trabajo, en subvenciones para investigaciones científicas y tecnológicas, en medios para ayudar a todo tipo de necesitados. Pero también hay otros que utilizan su poder y su fortuna, para financiar armas, fomentar guerras o fomentar toda clase de vicios... y otros destruyen a la juventud con las drogas.

  Los bienes materiales son dones de Dios y deben conseguirse y utilizarse equitativamente, con inteligencia, para propiciar el progreso del planeta y el bienestar del hombre y la sociedad, para ayudar sobre todo a su evolución. Sin dinero no hay puestos de trabajo, no hay progreso. El conocimiento humano se atrofia.

  Al hombre solo le es posible evolucionar con las alas de la sabiduría y de la moral. Para eso son necesarios los bienes materiales. No obstante, el hombre no puede olvidar que en el conjunto de la Creación, él solo es usufructuario de esos dones de los que deberá rendir cuentas de su utilización ante las leyes morales de la vida.

  La invitación de Jesús, "Ven y sígueme", persiste llena de ternura. Pero la algarabía de las luchas cotidianas silencia esta llamada. Vemos familias "en pie de guerra" por culpa del dinero. Matrimonios rotos porque el dinero no fue suficiente para satisfacer sus ilusiones. Incomprensiones porque los padres no tienen dinero para poder satisfacer los caprichos de sus hijos. Hogares que se derrumban por "crisis económicas". Desamor por exceso de dinero. Como el joven rico la humanidad continúa ignorando la llamada del Maestro, algunos oyen, pero ante la primera dificultad se detienen y se van. El joven rico conocía las leyes, por tanto era responsable. Nosotros también las conocemos, pero estamos emancipados de ellas.

  Dios nos dio el libre arbitrio, por lo que corresponde decidir a cada uno: si se sigue a Jesús o a las llamadas del Mundo, apartándose de la enseñanza de Jesús y adentrándose en laberintos de dolor., ese maestro infalible que corrige al discípulo indisciplinado para que cumpla con su deber y obedezca las leyes sabias de la Vida, basadas en principios de equidad que no se pueden trasgredir sin riesgo de sufrir amargos dolores.

   Solo dies mandamientos fueron dictados a Moisés y que luego Jesús resumió: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, toda tu alma y todo tu pensamiento. Este es el primero y más grande mandamiento. El segundo es parecido y complementa al primero: amarás a tu  prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas."

  ¡ Sólo amar !; ¡ Quien ama no mata, perdona !

  ¡ Quien ama no roba, respeta !

  ¡ Quien ama no calumnia, no miente, no engaña !

  ¡ Quien ama tiene Fe, renuncia, sabe esperar !

  ¡ Quien ama no destruye ni se destruye !

  ¿ Y nosotros, ponemos en práctica las Leyes Divinas ?

Reflexionemos: No matarás. ¿ No he matado?, ¿Seguro?, ¿Seguro que nunca hemos matado las esperanzas, los sentimientos, los ideales, las alegrías de alguien?.

No robarás: ¿Tampoco?, ¿Seguro que nunca hemos robado la paz, la serenidad, la felicidad, el equilibrio o la libertad de nuestro prójimo?.

No dirás falso testimonio,. ¿ Nunca hemos despreciado las virtudes de alguien, o jamás hemos resaltado los defectos, errores o actitudes de otros?.

Honrarás a tu padre y a tu madre.-¿ Seguro que honramos a nuestros padres con nuestro cariño, cuidados, comprensión y paciencia?.

  Los mensajes armoniosos de los versos que integran el Eclesiastés, llenan de fascinación las páginas del Antiguo Testamento, avisando sobre la Ley de Causa y Efecto: "Todo tiene su tiempo apropiado. Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir.... hay un  tiempo para plantar y hay un tiempo para cosechar..... hay un tiempo para llorar y hay un tiempo para reír.... hay un tiempo para tirar piedras y hay un tiempo para recoger piedras.... hay un tiempo para hablar y hay un tiempo para callar..."

  El hombre tiene que optar por el mejor camino para alcanzar su redención, más o menos lentamente. El Espíritu Emmanuel explica:

  "La predestinación y el libre arbitrio coexisten en la Vida, entrelazándose en el destino del hombre para su elevación y redención. El primero es absoluto, en los más bajos niveles de la escala evolutiva y el segundo de amplía con la educación y la experiencia. Debo añadir, que por encima de ambos están las decisiones divinas basadas en la Ley del Amor, sagrada y única, de la cual las profecías fueron siempre sus más elocuentes testimonios....

  Establecida la verdad de que el hombre es libre según su educación y sus méritos, en la Ley de pruebas, debemos reconocer que el propio hombre, a medida que se hace responsable, decide el destino de su existencia, agravando o mitigando su dolor, hasta conseguir elevarse definitivamente hacia planos superiores del Universo.

  Sin la Fe que baña al hombre en momentos de agonía, el hombre se vuelve un envoltorio frágil en momentos de tempestad, pero a medida que se proponga aceptar las soberanas leyes, dispuesto a renunciar a los obstáculos ilícitos de los intereses, así construirá el camino de su liberación. Entonces verá el futuro sin preocuparse por ser el ganador de hoy, porque estará seguro de alcanzar la victoria mañana.

  El hombre, no sin cruentas luchas, al llegar al terreno de las Verdades eternas, no se dejará deslumbrar nunca más por el brillo extraordinario de las ilusiones, y entenderá que solo la renuncia impulsa al Espíritu a la redención. Con la seguridad del rumbo a seguir, no se cuestionará nunca más las enseñanzas del Maestro, porque el Espíritu maduro, sabrá responder a su llamada: "VEN Y SÍGUEME".

- Redacción de Alborada Espírita -

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UNA VIDA SENCILLA Y DE SACRIFICIO ENGRANDECE A LAS ALMAS ( Comunicado)

                                             


  Hermanos míos: Se que cuanto os voy a decir no es del agrado de todos, como yo desearía. Pero como no soy un Espíritu elevado, no podéis esperar de mi grandes enseñanzas, pero os puedo informar de lo que yo, personalmente, he conocido al llegar a esta vida; nada engrandece tanto a un alma como llevar una vida sencilla y de sacrificio. ¡ Que si se hace el bien a otros hermanos, no importa en el grado ni en la forma en que se haga. A veces parece tan nimio que hasta se olvida. Pero llega el día venturoso para aquel que ha practicado el bien, que exclama admirado: ¡ Qué grande es Dios !, ¡ Qué grande Su bondad y qué grande Su amor !. ¡ Pero si yo solo di un pequeño consuelo a este hermano y hoy viene a llenar mi alma de íntima satisfacción !. ¿ Cuantos no serían si yo hubiese aprovechado todos los instantes que yo permanecí en la Tierra, obrando y practicando la verdad de cuanto Jesús nos legó cuando estuvo entre nosotros en la Tierra?. Vosotros tenéis pruebas concluyentes de ello: la de esos Espíritus agradecidos que sacasteis de la turbación y os están tan agradecidos que constantemente os siguen, os ayudan y os preservan de caídas. Después saldrán a vuestro encuentro el día que abráis vuestros ojos a la Luz.

  Por ello os aconsejo, hermanos de mi alma, que esparzáis la luz de la Verdad entre los pobrecitos ciegos de la Tierra y habréis laborado por vuestro propio progreso. Llorar con los que lloran y habréis enjuagado vuestras lágrimas. Repartir parte de vuestras subsistencias, si os sobran, entre los que padecen frío y hambre y veréis, si tenéis, si tenéis amor y fe al hacerlo, que la dicha por haber obrado bien os conforta y llena de un bienestar inigualable. Pero si, engolfados en los atractivos materiales de vuestra vida, no queréis hacer ningún sacrificio, después, cuando llegue esa hora de rendir cuentas, os dirán: "Volved otra vez a la vida de la carne y cumplid con las decisiones que tomasteis aquí antes de encarnar, porque la vida que habéis tenido ha sido nula".

   Comprended, hermanos míos, cual será el remordimiento de quienes se ven impelidos a soportar nuevas y quizás más duras pruebas.

   Comportaos vosotros como lo hacían aquellos primitivos cristianos y no olvidar que os halláis en una escuela, donde hay que aprender a poner en práctica todas las potencias de vuestras almas.

   Perdonad hermanos, si mi lenguaje ha sido duro, pero me expreso así, como lo haría un amoroso padre que amonesta a sus queridos hijos, porque los ama y desea lo mejor para ellos.

  Recibid con todo mi cariño mi ósculo de amor y paz.

  Un hermano que os quiere y admira.

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HOY DISCÍPULOS; MAÑANA MAESTROS                   



¡Queridos jóvenes, hermanos míos!

    ¡Mucho podéis hacer!... Si tenéis voluntad, no debéis olvidar que los que habéis sido contados en este apostolado que se llama Espiritismo, sois seres distinguidos por los de Arriba, y los que sois jóvenes, los que en la edad del bullicio, de las caídas, de las distracciones y de los placeres del mundo, os dedicáis a la propaganda y a la práctica de la ley tan sublime como el Espiritismo, llegaréis muy lejos si perseveráis y sois constantes.

    Vosotros sois una esperanza para los viejos espiritistas, y elementos de gran valía para los Espíritus que trabajan en bien de la Humanidad; vosotros seréis los maestros espiritistas del porvenir; seguid constantes en la tarea empezada, sed fuertes, sed prácticos en las enseñanzas espiritistas; sed buenos discípulos, obedientes, respetuosos, que, si sois buenos discípulos, en vuestra primera época de espiritistas, en vuestra según-da seréis buenos maestros.

    Es  verdad  que  en   el   Espiritismo, humanamente hablando, no hay categorías, pero, espiritualmente, sí; éstas son muy reconocidas desde el Mundo de los Espíritus, y desgraciados de aquellos que no saben respetarlas, que poco adelantarán en la existencia terrenal, y, por más que intenten levantarse, nunca lo lograrán...

    Mucha falta hace que haya en el Espiritismo personas muy entendidas y virtuosas para dirigir una luz tan radiante como es el Espiritismo, y estas personas son muy buscadas y atendidas por las buenos Espíritus, así, pues, cuando venga vuestra hora de ascender, ya seréis llamados de una manera poderosa, pero, vosotros, jóvenes de hoy, podríais preguntarme:  ¿Y cómo podremos conocer esa hora? Cuando la Providencia hace o quiere que se realice un hecho, nada ni nadie lo puede evitar; por lo tanto, cuando uno de vosotros sea llamado a ser maestro, los hechos se realizarán de tal manera, que no podréis evitarlo vosotros mismos a no ser que cortarais el hilo de vuestra existencia o quisierais precipitaros en un abismo faltando a todos los deberes, y estos hechos no se realizarán en vuestro pensamiento y en vuestra voluntad, sino en hechos que quizá desbaratarán todos vuestros planes, y contra vuestra voluntad os encontraréis envueltos en una situación que quizá vosotros la consideréis anormal o aflictiva, pero que, de ninguna manera, podréis evitar.

    Yo, de mí os diré; que aunque muy poca cosa he sido en Espiritismo, cuando la Providencia me quiso traer al insignificante puesto que hace treinta y dos años ocupo, primero, me quitó la salud, la alegría, y cuando ya me consideraba verdaderamente perdido y desgraciado, entonces me presentaron el Espiritismo delante, y no pude excusarme de verle y practicarlo, porque entonces fue mi única salvación, y cuando estuve algo instruido para dirigir y encausar en aquellos tiempos la propaganda del Espíritus en Tarrasa, falleció repentinamente Joaquín Rovira Fradera, antiguo e ilustrado espiritista, y entonces no pude evitar que la presidencia del Centro "Fraternidad Humana" viniera sobre mí, lo que nunca he sido de derecho, sino de hecho, y digo esto porque siempre que ha sido necesario presentarse como tal, he suplicado a alguno de mis hermanos, por cierto muy digno, que se presentara como a presidente; en cuanto a la propaganda, siempre he ocupado mi puesto.

    Pues cuando veáis señales y acontecimientos extraordinarios que no podáis evitar, aunque éstos os contraríen y os perjudiquen, y veáis delante que os llama el Espiritismo a su servicio, aceptadlo con gusto, no miréis atrás, ni lo que os perjudica, porque, a veces, al principio de desempeñar tan útil misión, viene ya la cruz encima, porque cruz ha de llevar el que tiene la misión de enseñar y conducir a sus hermanos, porque ya sabemos cual es la condición humana:  sacrificar al que nos hace un bien, y si bien los espiritistas hemos  adelantado algo más que la generalidad, ya tengo dicho que nos han dejado aún resabios del pasado y que tendremos que luchar aún; pero cuando seáis llamados los jóvenes de hoy, a desempeñar cargos de pequeños mentores, acordaos que aquélla será obra de abnegación, de sacrificio y de humildad, y que vosotros habréis de poseer en grado sumo estas virtudes: nada de ofenderos nunca por lo que os puedan hacer; vuestra paciencia habrá de ser a toda prueba, y la única práctica posible, es el devolver bien por mal:  ¿Qué importan todos los sacrificios hechos aunque os paguen mal y os calumnien y digan todo mal de vosotros?

    Hay un gran Maestro que es el Guía de todos los que enseñan Su Ley y la practican; a este ejemplo deberéis dirigir toda vuestra voluntad, y si lo seguís, Él Se encargará de defenderos, y aquellas angustias que os harán sufrir los que aún no son prácticos en la gratitud, os llevarán la felicidad futura; no os aflijáis nunca por las angustias que os pueden causar; bendecidlos; yo bendigo la lengua que durante el ejercicio de mi cargo ha querido herirme;  yo bendigo todas cuantas pruebas, durante el transcurso de tantos años me hayan hecho pasar; benditas mil veces, que de éstas, si es que he sufrido alguna sin haber dado motivo; estos sufrimientos son grandemente recompensados en el Reino de Dios.   Todo el tiempo que se pasa en la Tierra que no sirve para el adelanto de nuestro Espíritu, es tiempo perdido.

    Ánimo, pues, juventud espiritista; aprended mucho en el camino de la virtud y de los conocimientos y prácticas espiritistas, que se necesitan muchos maestros para el porvenir; aprended de los que tenéis, y así ese tesoro que hay en vuestras manos, que se llama Espiritismo, os vestirá de gala eternamente en el Mundo Mayor.

    Por fin, yo, el más insignificante, el menos apto y que menos autorizado está, me atrevo a daros un consejo:  Todo cuanto tenéis, sois y poseéis, lo debéis a Dios, Padre Infalible.   Universal Autor de todo lo creado; pues, portaos como buenos hijos; acordaos que cuando erais pequeños os dio los encantos de la selva virgen; cuando ya un poco más iniciados en los conocimientos humanos, os puso en sociedad para que desarrollarais las afecciones de vuestra Alma, y en ella encontrasteis amigos, esposa e hijos, y hoy que ya sois aptos para conocer un principio de la Verdad, os ha llamado a este apostolado que se llama Espiritismo; amadle, pues, amadle más que a vosotros mismos, más que a vuestras esposas y a vuestros hijos, adoradle en la creación, ya que tantas grandezas os tiene creadas, para que, cuando las hayáis alcanzado, sean vuestra paz y vuestra dicha eterna; el Padre está en todas partes, sabe lo que pensáis, os ve y os ama; sed constantes admiradores de Él y adoradle muchas veces al día; que Él os oye y sabe lo que pensáis, lo que pedís y lo que deseáis, y así como tanto os dio cuando no lo pedíais, ni teníais ni fe ni esperanza en Él, hoy, que Le amáis y Le pedís, os dará todo cuanto Le pidáis, si es justo y os conviene.

    Acordaos que el mayor de los hermanos, el digno sublime Maestro, el Señor de los señores, antes que vosotros lo conocierais, antes que hubierais fijado vuestra atención, cuando todos estábamos sumidos en las veleidades y caprichos, Él dejaba las Moradas de Luz, Se apartaba de la dicha y descendía para sufrir la barbaridad humana; mientras nosotros estábamos entregados al libertinaje humano, Él sufría cruentos martirios sin exhalar una queja, sin decir una palabra, sino dando ejemplo de Caridad, de indulgencia, de perdón, de amor y de sacrificio, cuyas prácticas y hechos no llamaron  nuestra atención en aquella época, pero hoy ha de ser el ejemplo en donde debemos tener fija nuestra mirada y nuestra atención, porque es el único camino que nos conducirá al logro de nuestra felicidad; pues cuando lleguéis a ser pequeños maestros, tomad al Gran Señor por Maestro, seguidle y amadle mucho, porque sin abnegación y el sacrificio no podréis entrar en el Reino de Dios, y cuando vengan las horas de grandes pruebas, si lo tomáis por Maestro, no quedaréis descontentos de Su protección.

    No lo dudéis, jóvenes espiritistas, el Señor está sobre el apostolado espírita y Se vale de todos aquellos que aman y con justicia practican la Ley.

    ¡Ah, Señor! ¡Cuándo os conocerán los hombres! ¡Cuándo recordarán que el que dio Su Vida para enseñarnos el camino, no nos puede abandonar! ¡Cuándo comprenderán que Vuestra humildad y amor son superiores a Vuestra grandeza! ¡Cuándo compren-derán que, a medida que avanzan los Espíritus, más se acercan a Vos y que cada Espíritu que alcanza la felicidad eterna en un lauro para Vos, que sois el que nos habéis señalado y enseñado el camino! ¡Gracias os doy, Señor mío, porque me habéis dado comprender cuánto nos amáis! ¡Gracias, Maestro y bien mío, que, compadecido de mi pequeñez, me habéis alentado!  Mi Vida os pertenece, porque nunca podré pagaros tanta solicitud, tanto amor y el bien que me habéis hecho; vuestra humildad no tiene límite y a los que os aman y se esfuerzan en practicar la ley, no los dejáis desalentados.

    ¡Confiemos en Él juventud Espírita, y no desmayemos en el Camino!...

(Texto enviado por Rogério Coelho, Brasil)

 

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 UNA CIVILIZACIÓN DIGNA DEL NOMBRE

                                                       


La Doctrina Espirita presenta el progreso  como uno de sus pilares más relevantes. El ser humano está predestinado al progreso y, de esa caminata rumbo al Espiritismo llama la ciencia del infinito, nadie está excluido.  Lo mismo se puede decir  de los mundos, que, tal como sus habitantes, también progresan y avanzan en una escalada en que, en primer momento, no pasan  de mundos primitivos.

Cara a ese principio, causó índole, sobretodo entre los espiritistas, el pensamiento expresado por el pensador inglés John Gray en su más reciente libro, Perros de Paja, publicado  en Brasil por la Editora Record, en la cual afirma que la fe en el progreso, es una ilusión y que ningún avance puede quitar  a  la humanidad de su condición natural. Para Gray, la historia  ha  demostrado que, cuando pensamos estar progresando, en verdad estamos retrocediendo y, por consiguiente, el progreso científico no es real  y no basta para que el mundo efectivamente mejore. Está claro que al referirse al progreso John Gray está refiriéndose al progreso moral, a la ética en las relaciones humanas, algo que la Ciencia, por si sola, es incapaz de proporcionar. No es preciso tener cualquier estudio para comprender tal verdad. 

Kardec, el Codificador del espiritismo, examinó el asunto en diversos momentos de su obra.

El progreso intelectual, enseña el, se realiza con más rapidez que el progreso moral. Varias razones existen para explicar ese hecho y tal vez más importante este ligado a la concepción materialista de la vida, en virtud de la cual damos más valor al desenvolvimiento del intelecto de lo que al desenvolvimiento moral de nuestros hijos.

No obstante, solo un ciego no percibe el progreso moral, por cuanto diminuto, que se tiene verificado en el mundo en que vivimos, donde hace poco más de cien años manteníamos en cautiverio innoble a criaturas semejantes a nosotros y, como nosotros, hijas de un mismo Dios, mientras hoy  innumerables organizaciones  defienden las florestas, los ríos y los fundamentos contra el egoísmo que aun impera en el planeta.

 Claro que estamos lejos de conocer en la tierra una civilización digna de ese nombre, asunto  al que se refieren los espíritus superiores en la siguiente cuestión que integra el “Libro de los espíritus”:

Cuestión 793 - ¿Por que indicios se puede reconocer una civilización completa?

“La reconoceréis por el desenvolvimiento moral. Creéis que estáis muy adelantados, porque habéis hecho grandes descubrimientos y obtenido maravillosas inventos; porque os alojáis  y vestís mejor que los salvajes. Todavía, tenéis verdaderamente el derecho de deciros civilizados, sino cuando vuestra sociedad hubiera vencido los vicios  que la deshonran y cuando vivierais como hermanos, practicando la caridad cristiana. Asta entonces, seréis apenas  pueblos esclarecidos, que han recorrido la primera fase de la civilización.”

Innumerables oportunidades hemos tenido y tendremos pará llegar a ese ideal, gracias a la ley de la reencarnación, según la cual Dios nos concede medios para hacer o conquistar en una existencia aquello que dejamos de hacer o hicimos con imperfección en existencias pasadas.

El Consolador

Revista semanal de Divulgación Espirita

causo Editorial

Año 2 – nº 61 – 22  de junio del 2008

 

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