sábado, 20 de abril de 2024

Preferencias

 INQUIETUDES ESPÍRITAS        

1.- ¡ Sí creo !

2.- Ernesto Bozzano

3- ¡Qué es la Verdad?

4.- Preferencias

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                                                  ¡ SÍ CREO !


Creo como resultado de muchos años de auto cuestionamiento, de mucho pensamiento y razonamiento sobre la existencia o no existencia del Dios Universal, de la Causa Inteligente de la vida en todo el infinito Universo. Es decir, toda la vida demostrada en el plano material responde a una Voluntad que la genera, la organiza y la dirige. Usted, mi hermano, puede llamar a esa Mente Inteligente, Causa Universal de la vida infinita como mejor le parezca. Cada quien tiene derecho a hacerlo. También tiene derecho a negarla. Sin embargo, de negarlo debe entonces explicar de donde surge o surgió la Inteligencia que a nivel Universal dirige todos los procesos evolutivos de la vida. Sí, porque la vida no ha sido resultado del azar. No ha surgido por casualidad . Reconocemos el principio que establece que todo efecto responde a una causa y que efectos inteligentes responden a causas inteligentes. Esa Inteligencia está presente en todas y cada una de las formas de vida siendo mucho más ostensible en la vida vegetal, animal y humana. En la actualidad apenas estamos en las primeras etapas en el estudio de las leyes inteligentes que gobiernan el comportamiento de la vida vegetal y animal.
No es muy cómodo llamar a esa Inteligencia Universal con el nombre de Dios debido al uso incorrecto y viciado del término durante miles de años respondiendo a la ignorancia de los seres humanos. Lamentablemente todavía seguimos arrastrando ideas equivocadas del Supremo Creador del Universo .
¿Cómo es Dios? Nadie sabe ni sabrá en por lo menos muchos siglos más. Sin embargo algo sabemos. 1) Es la Causa Inteligente de la Vida Universal. 2) Es infinito como infinita es la vida universal. 3) Es Espíritu como lo afirmara Jesús en el evangelio de Juan. 4) Sí es infinito tiene necesariamente que ser Omnipresente, es decir, está en todas partes. No puede haber lugar alguno en todo el Universo Infinito donde El Espíritu. Universal no este presente. 5) Es Omnisciente, es decir, en Él coincide toda la sabiduría del Universo Infinito. 6) Es Omnipotente. ¿Cómo no entender su Omnipotencia si es el Creador de toda la Vida Universal?
Entonces es lógico deducir que el Espíritu o Inteligencia Creadora Universal no es una persona sentada en ningún trono en ningún lugar del Universo. Es decir, si es Omnipresente no se encuentra arriba ni abajo ni a la derecha o a la izquierda. Acabemos por entender que es infinitamente Omnipresente y superemos de una vez y por todas las creencias de hace miles de años del pueblo hebreo que creía en un Dios de los ejércitos o un Rey de reyes, caprichoso, soberbio, castigador, vengativo y que tenía un pueblo escogido y mandaba a matar a los que no eran de su agrado.
Precisamente, una de las grandes enseñanzas de Jesús fue precisamente el hablarnos de Dios como el Padre nuestro, un Padre que es Amor, que somos sus hijos y nos mandató a amarnos los unos a los otros como hijos que somos del mismo Padre Universal.
En ese Dios Universal, Espíritu Creador del Universo, Fuente Infinita de Vida y Fuente Infinita de Amor, les puedo garantizar que, ¡SÍ CREO!

- Nelson Rivera -

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                                        ERNESTO BOZZANO

¡Qué maravilla es sumergirse en la vida de alguien tan excepcional como Ernesto Bozzano! Este ilustre nació el 9 de enero de 1862, en la encantadora ciudad de Savona, Italia. Su pasión por el conocimiento y el estudio del alma humana lo llevó a convertirse en un renombrado científico, filósofo y espiritista.
Desde una temprana edad, su mente inquisitiva exploraba diversos temas, desde la filosofía hasta la astronomía. Pero fue su fascinación por los misterios del espíritu lo que marcó su camino. ¡Imaginen trabajar 14 horas al día durante más de medio siglo!, Bozzano lo hizo con entrega, colaborando con 76 médiums y dejando un legado de 15.000 páginas de sabiduría.
Su influencia trascendió fronteras, siendo honrado como Presidente de Honor en el Congreso Espírita Internacional de 1934 en Barcelona. ¡Incluso recibió una hermosa medalla de oro en reconocimiento a su labor!
A pesar de su inicial escepticismo, Bozzano se entregó al estudio del espiritismo con fervor, convirtiéndose en uno de los más destacados investigadores de fenómenos paranormales. Un momento crucial en su vida fue cuando, tras la muerte de su madre en 1912, experimentó una demostración de la supervivencia del alma que lo dejó perplejo.
Su legado sigue vivo, siendo citado como una autoridad en la literatura espiritista contemporánea. Aunque ha pasado a la posteridad, su contribución a la ciencia espiritista sigue siendo invaluable. Ernesto Bozzano falleció el 7 de julio de 1943, dejando un vacío en el mundo del conocimiento y una huella imborrable en el corazón de quienes aprecian su obra.

- La Luz del Porvenir-

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¿QUE ES LA VERDAD ?

 "  Yo para eso nací, y para eso vine al mundo, a fin de dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz". Le dijo Pilatos: "¿Qué es la verdad?" (Juan 18:37)

   Transcurridos dos mil años, ese requerimiento de Pilatos a Jesús aún resuena en nuestra conciencia.
¿Qué es la verdad?. Y Él se calló, tal vez porque el legítimo Prefecto de la provincia romana de Judea, no contase con eel acervo psíquico-moral para aceptar y comprender las verdades enmudecedoras que pudiesen brotar de los dulces labios del Mensajero Divino.
  La verdad de Jesús, en aquel tiempo, no cabía en nuestras almas, y todavía hoy no hay espacio para ella. Espíritus del tercer orden en la escala espírita- conforme nos enseña el codificador de la Doctrina Espírita  Allan Kardec- somos incapaces de aceptar el mensaje de Jesús y vivirlo en su plenitud y simplicidad. Tal vez por el hecho de ser tan simples, no conseguimos ajustarnos emocionalmente a su intrincado valor moral.
  Somos criaturas vivientes en el siglo 21, atrapadas en un falso intelectualismo que nos aparta sobremanera del pensamiento Crístico del primer siglo.
   Jesús personifica la justicia, y nosotros amamos la injusticia porque andamos perdidos y pasamos con sus beneficios efímeros.
   Jesús expresa el amor absoluto, y somos símbolos, estereotipos y desarrollamos arquetipos de las pasiones atrofiantes.
   Jesús inspira libertad, y nosotros nos estamos enganchando a los viejos conceptos de dominación y subyugación por la materia y a través de la mente.
   La verdad de Jesús aún está presa en los labios de Él: que oiga quien tenga oídos para oír.
   ¿ Qué es la verdad?. Y Jesús una vez más contó con los emisarios a fin de no violentar nuestra mente, un tanto infantil. A los sordos es preciso acostumbrarlos gradualmente al sonido.
   Cuando vino el Maestro al Orbe terrestre, contó con Juan el Bautista, para allanar el camino. No su camino, sino el camino ascensional de aquellos que querían seguir la verdad.
   Y aun así, la verdad permanece  emborronada, estropeada, camuflada, y por fin, distanciada del pensamiento Crístico.
¿ Qué es la verdad?, Clama la multitud oprimida y masacrada por la descreencia y el cientifismo del siglo 19.
   Las voces del cielo emprenden nuevos esfuerzos, nuevas luces, nuevos caminos. Jesús, en su soberanía de Gobernador Espiritual de la Tierra, destaca para el trabajo árido y renovador, el pedagogo Hippolyte León Denizard Rivail, ofreciendo a todos los que desearen el mensaje inmortalista y consolador, capaz de liberar las conciencias, con las verdades universales.
   El codoficador Allan Kardec, peudónimo por él adoptado, con miras a no vincular la Doctrina naciente de los Espíritus, a ninguna personalidad, se ve en momentos angustiosos delante de los caminos a seguir. ¿Por donde comenzar?.  ¿Por las conclusiones científicas tan discutidas por los hombres de la época o por las indagaciones filosóficas tan en evidencia en el medio cultural?. Él pensaría: ¿ Sería justo desligar la doctrina de los espíritus, del carácter religioso y consolador?. No.
   La Doctrina Espírita, renovadora por su naturaleza, se corporifica y se estampa en la primera cuestión del El Libro de los Espíritus, la célebre interrogación: ¿ Qué es Dios ?
   De esta forma, deja el legado de un patrimonio universal sobre la verdad, obligándonos a todos- científicos, filósofos y religiosos-, a responder a tal requerimiento, no huyendo de la verdad, nunca antes tan clara y profunda.
   ¿ Qué es la verdad?. Y el Espíritu de Verdad responde: "Yo soy el camino, la verdad y la vida", sin usar la violencia o la precipitación, sin constituirse en juez o defensor, sin constreñir o apartar las criaturas de Dios. La Verdad es, Simplemente es....

Notas Bibliograficas:
Evangelio de Juan 18:37
KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus, cuestión 1-

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    PREFERENCIAS

 Nada hay más repulsivo que las preferencias inmerecidas: éstas me han separado desde mi niñez de la religión católica. Los llamados y los elegidos    me hicieron dudar un día hasta de la existencia de Dios, pues mi espíritu se sublevaba ante los niños  pordioseros que gemían y pasaban hambre y frío sin haber pecado.
Recuerdo a una pobre niña de nueve años, pálida y enfermiza, con una camisita de un blanco ceniciento y un refajillo de bayeta, amén de algún pañuelo desteñido, que completaba su mísero atavío. Sin medias ni zapatos, llevaba los pies sucios y ensangrentados, y la infeliz se los contemplaba a menudo, sin duda porque se hallaba rodeada de muchísimas niñas lujosamente vestidas: una de éstas era yo. No recuerdo qué título de Castilla había costeado una función religiosa, habiendo invitado a las directoras de los mejores colegios de Sevilla, que fueron con todas sus educandas.

Llenóse el templo de niñas vestidas de sedas y encajes, con zapatitos de raso y sombreros bellísimos, adornados unos con plumas y otros con flores; y entre aquel enjambre de muñecas vivientes tan vistosamente ataviadas, veíase a la pequeña pordiosera, de la cual todas las chicuelas huían con visible repugnancia, como temiendo contagiarse con su pobreza. La inocente mendiga, viendo que huían de ella, se acercaba con más insistencia a todas, y mirándolas con cierto asombro, les iba diciendo:

-¡Dame una limosnita, por amor de Dios!



Cuando se acercó a mí, instintivamente hice el mismo movimiento de repulsión que las demás.  Lo notó mi madre y me dijo en tono de reconvención :

-¿Por qué huyes de esa pobre criatura? ¡Harta desgracia tiene con haber nacido en la miseria!

-¿Y por qué ha nacido pobre?
-Porque Dios lo habrá querido así.
-¡Dios!… ¿Dios quiere que algunos de sus hijos estén de más en todas partes? Pues es un padre muy malo. ¡Pobrecilla! Tienes razón, madre mía: esta niña es muy digna de compasión. ¡No sabía yo que Dios tenían preferidos!

Y desde aquel día contaría yo a la sazón unos once años abjuró mi alma la religión católica, pues no podía admitir un Dios que hiciera nacer niños pobres, que fuesen despreciados por los niños ricos. Las preferencias divinas de los llamados, de los elegidos, de los predestinados, de los ángeles y de todos los seres que nada más porque sí eran superiores a los demás, las rechazó mi espíritu con toda la energía de su voluntad. Y si las preferencias de Dios eran inadmisibles en mi amor inmenso a la justicia, las de los míseros mortales no lo han sido menos; y he sufrido y sufro cuando veo uno de esos cuadros de familia en que aparecen varios hijos, uno de ellos adorado y mimado hasta la exageración, y tratados los otros como si estorbasen en su propio hogar, con glacial indiferencia por los autores de sus días.

¡Cuántas desgracias nacen de esas preferencias odiosas! ¡Cuántas niñas mueren moralmente asesinadas por la misma mujer que las llevó en su seno! Conozco una familia, un matrimonio con dos hijos, un niño y una niña, siendo ésta una de esas almas que vienen a la Tierra para suspirar por el infinito. Etelvina siente la nostalgia del cielo: en sus ojos hay acumuladas todas las tristezas y amarguras de la vida. Nada más sombrío que el fondo de aquellos grandes ojos: no son los de una niña, no; hay en ellos todo el desencanto del escepticismo, y sus miradas cuentan una historia de dolores: ¡pobre Etelvina!

No hace muchos días que hablé con ella, y preguntándole qué edad tenía, contestóme con amargo acento:

-¡Doce años! ¡Doce años de continuas contrariedades!
-¿Tú con contrariedades? ¿Teniendo tus padres, tu hermanito y lo bastante para vivir desahogadamente?
-Yo no tengo a nadie. Bien sabe usted que mi padre, como es marino, siempre está viajando, y apenas le vemos una vez al año. En cuanto a mi madre, no me quiere. Prefiere a mi hermano en todo y para todo: para él quiere vivir muchos años; para él ambiciona ser muy rica; para él sueña con la conquista de un mundo, y para mí… ni la ropa más precisa cree que me hace falta. Me envía al colegio sin libros, y ni siquiera me compra tijeras para bordar. ¡Yo no sé para qué habré nacido en este mundo! Todos cuantos niños miro, son más felices que yo; hasta los pordioseros si tienen madre, porque yo… ¡yo no la tengo! i Si Dios quisiera acabar conmigo!…En fin, ¡quién sabe! Por de pronto ya comienzo a echar sangre por la boca.
       Y efectivamente, el blanco pañuelo de Etelvina se cubrió de manchitas rojas cuando se limpió los labios, y la pobrecilla ahogó un gemido. En aquellos instantes, ¡ cuánto era mi dolor! En el rostro de Etelvina no había la expresión de la niña candorosa, sino el amargo desencanto de la mujer desengañada. Su mirada vaga era tan triste, tan triste… que dejaba adivinar un torrente de lágrimas, las cuales, torciendo su curso natural, en vez de resbalar por las pálidas mejillas, caían gota a gota, como plomo derretido, sobre el corazón.

II
¡Cuánta responsabilidad para la madre de Etelvina en ésta su existencia! Ella será la causa de todas las desgracias de su hija. Si ésta vive, si la fuerza de la juventud domina los síntomas fatales de su enfermedad, abandonará su ingrato hogar en cuanto un hombre murmure en su oído una palabra de amor; y sin preguntarse a sí misma si le ama, sin consultar con su familia si aquel hombre por sus costumbres le conviene, Etelvina le dará su mano por huir del infierno de su casa. ¡Y quién sabe los resultados! ¡Porque los casamientos que se hacen por huir de la casa paterna, conducen muchas veces a la mujer al abismo insondable de un lupanar!…

La mujer que teniendo familia crece sola sin el amor bendito de sus padres, sin ese calor que sólo se encuentra en el hogar, crece en el hastío, no tiene en estima su propia dignidad, puesto que ha vivido sumergida en la humillación, y está expuesta a descender por la pendiente del vicio sin saber dónde y cuándo se detendrá.

¡Pobre Etelvina, cuántas niñas como tú viven sin vivir! Si por el contrario, antes que vista las galas de la mujer, su palidez aumenta, la tos desgarra su pecho, se doblega su talle como los lirios marchitos y exhala su último suspiro sin recibir en su frente los apasionados besos de su madre; muriendo de frío en la primavera de la vida, ¡qué triste!… ¡Qué triste debe ser! ¡Qué impresión tan dolorosa se llevará el espíritu de la Tierra! ¡Pobre Etelvina! He aquí una víctima de esas preferencias odiosas que tanto han influido en la existencia de muchos seres, y para las cuales no tiene marcado el Código ningún castigo, aunque son la causa de grandes infortunios. Muchos criminales, muchas prostitutas han declarado, al hacer su última confesión, que en su hogar no habían recibido sino frialdades y humillaciones de los que les dieron el ser.

Crecer sin el calor familiar, porque la muerte o causas poderosas dejen al niño en la orfandad o separado de sus deudos, es menos triste, menos doloroso que tener familia y vivir proscrito en ella. ¡Ay de los niños que deseen huir del hogar! Son las víctimas de esas preferencias odiosas que tanto perjudican a la armonía social. Siempre he dividido a las mujeres en dos clases, compuestas la una de hembras fecundas, que sirven para la multiplicación de la especie humana, nada más que para la multiplicación, inferiores en sentimiento maternal a las hembras irracionales que quieren, cuidan y atienden de un modo admirable a sus hijuelos.

La otra clase se compone de mujeres madres, que lo son por su delicado sentimiento, aunque su organismo sea estéril, y que, si llegan a tener hijos, no prefieren ni a éste, ni a aquél, sino que procuran despertar en ellos el mutuo afecto y la tolerancia recíproca, la paciencia en los mayores para sobrellevar las exigencias de los pequeñitos hacia aquellos que les enseñan a dar los primeros pasos. ¡Cuán hermosa es la misión de la madre que sabe cumplir con su deber!

Amalia Domingo Soler
Extraído del libro “Cuentos espiriti
stas”

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