martes, 27 de junio de 2023

Los "niños prodigio".

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Máximas extraídas de las enseñanzas de los Espíritus (2 de 3)

2.- Alma y Espíritu

3.-Pasiones humanas y su influencia en el proceso evolutivo

4.- Los niños prodigio

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MÁXIMAS EXTRAÍDAS DE LAS ENSEÑANZAS DE LOS ESPÍRITUS ( 2 de 3)               

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21.- Los Espíritus, al reencarnar traen con ellos lo que adquirieron en sus existencias precedentes; esa es la razón por la que los hombres muestran instintivamente aptitudes especiales, inclinaciones buenas o malas que les parecen innatas. La mayoría de las inclinaciones naturales son vestigios de las imperfecciones del Espíritu, de las cuales no se despojó enteramente; son también los indicios de faltas que cometió y es el verdadero pecado original. En cada existencia se deberán lavar algunas impurezas.

22.- El olvido de las existencias anteriores es una gracia de Dios que, en su bondad, quiso evitar al hombre recuerdos frecuentemente penosos. En cada nueva existencia el hombre es lo que él hizo de sí mismo; es para él un nuevo punto de partida- él conoce sus defectos actuales, sabe que esos defectos son consecuencia de los que tenía y saca conclusiones del mal que pudo haber cometido, y eso le basta para trabajar, corrigiéndose. Si tenía otros defectos que ya no tiene, no tiene ya por qué preocuparse con ellos; le bastan las imperfecciones presentes.

23.- Si el alma antes no existía, es que fue creada al mismo tiempo que el cuerpo; en esa suposición, ella no puede tener ninguna relación con las que la precedieron. Cabe entonces preguntarse cómo Dios, que es soberanamente justo y bueno, puede haberla hecho responsable por el error del padre del género humano, manchándola con un pecado original que no cometió. Si por el contrario, ella trae al renacer el germen de las imperfecciones de sus existencias anteriores, que ella sufre en la existencia actual las consecuencias de sus faltas pasadas, se da al pecado original una explicación lógica que todos pueden comprender y admitir, porque el alma solo es responsable de sus propias obras.

24.- La diversidad de aptitudes innatas, morales e intelectuales, es la prueba de que el alma ya vivió; si hubiese sido creada al mismo tiempo que el cuerpo actual, no estaría de acuerdo con la bondad de Dios haber hecho a una más avanzadas que a las otras. ¿Por qué salvajes y hombres civilizados, por qué buenos y malos; tontos y brillantes?. Admitiendo que unas vivieron más que  otras, todo se explica.

25.- Si la existencia actual fuese única y debiese decidir ella sola el futuro del alma para la eternidad, ¿ cual sería el destino de los niños que mueren en tierna edad?. No habiendo hecho ni bien ni mal, ellas no merecen ni recompensas ni castigos. Según la palabra de Cristo, siendo cada uno compensado según sus obras, ellas no tienen derecho a la felicidad perfecta de los ángeles, ni merecen ser privados de ella. Dígase que podrán en otra existencia realizar lo que no pudieron en aquella que fue abreviada, y no hay más excepciones.

26.-Por el mismo motivo, ¿ cual sería la suerte de los tarados mentales?. No teniendo ninguna conciencia del bien y del mal, no tienen ninguna responsabilidad por sus actos. ¿ Dios sería justo y bueno, habiendo creado esas almas para destinarlas a una existencia miserable y sin compensaciones?. Admítase por el contrario, que el alma del enfermo mental o psíquico es un Espíritu en expiación, en un cuerpo por el que no puede exponer su pensamiento, donde él es como un hombre fuertemente amarrado, y no tendrá nada que no sea conforme con la justicia de Dios.

27.- En sus encarnaciones sucesivas, el Espíritu, siendo poco a poco despojado de sus impurezas y perfeccionado por el trabajo, llega al término de sus existencias corpóreas; pertenece entonces al orden de los Espíritus puros o ángeles, y goza simultáneamente de la vida completa de Dios y de una felicidad imperturbable por la eternidad.

28.- Estando los hombres en expiación en la Tierra, Dios, como buen padre, no los entregó a sí mismos sin guías. Ellos tienen primero sus Espíritus protectores o ángeles guardianes, que velan por ellos y se esfuerzan en conducirlos al buen camino; tienen aún a los Espíritus en misión en la Tierra, Espíritus superiores que encarnan de cuando en cuando entre ellos para iluminarles el camino con sus trabajos y hacer avanzar a la humanidad. Si bien Dios tiene grabada su ley en conciencia, el halló que debía formularla de manera explícita; mandó primero a Moisés, pero las leyes de Moisés estaban ajustadas a los hombres de su tiempo; él solo les habló de la vida terrestre, de penas y recompensas temporales. El Cristo vino después a completar la ley de Moisés s través de una enseñanza más elevada: la pluralidad de las  existencias (9), la vida espiritual y las penas y recompensas morales. Moisés los condujo por el miedo, el Cristo por el amor y la caridad.

29.- El Espiritismo, mejor entendido hoy, acrecienta  para los incrédulos la evidencia de la teoría, prueba el futuro con hechos patentes; dice en términos claros y sin equívoco, lo que Cristo dijo en parábolas; explica verdades desconocidas o falsamente interpretadas; revela la existencia del mundo invisible o de los Espíritus, e inicia al hombre en los misterios de la vida futura; viene acristo sembró combatir el materialismo, que es una revuelta contra el poder de Dios; viene en fin, a establecer entre los hombres el reino de la caridad y de la solidaridad anunciado por Cristo. Moisés labró. el Cristo sembró, y el Espiritismo vino a recoger.

30.- El Espiritismo no es una luz nueva, sino una luz brillante, porque surgió en todos los puntos del globo a través de aquellos que vivieron. Haciendo evidente lo que era oscuro, pone fin a las interpretaciones erróneas, y debe unir a los hombres en una misma creencia, porque no hay sino un Dios, y sus leyes son las mismas para todos; el Espiritismo marca, en fin, la era de los tiempos predichos por el Cristo y por los profetas.

31.- Los males que afligen a los hombres de la Tierra, tienen como causa el orgullo, el egoísmo y todas las demás pasiones. Por el contacto con sus vicios los hombres se vuelven recíprocamente infelices y se castigan unos a otros. Que la caridad y la humildad sustituyan al egoísmo y al orgullo, entonces ellos no querrán perjudicarse más; respetarán los derechos de cada uno y harán reinar entre ellos la concordia y la justicia.

32.- ¿ Pero cómo destruir el egoísmo y el orgullo, que parecen innatos en el corazón del hombre?. El egoísmo y el orgullo están en el corazón del hombre porque los hombres son espíritus que siguieron desde el principio el camino del mal y fueron exilados a la Tierra como castigo por esos mismos vicios; y de su pecado original muchos no se despojaron. A través del Espiritismo, Dios viene a hacer una última llamada para la práctica de la ley enseñada por Cristo: la ley del amor y de la caridad.

33.- Habiendo llegado la Tierra al tiempo marcado para ser una morada de felicidad y de paz, Dios no quiere que los malos Espíritus encarnados continúen trayendo a ella la perturbación, en perjuicio de los buenos; es por eso que ellos deberán dejarla; Irán a expiar sus errores en mundos menos evolucionados, en donde trabajarán de nuevo para su perfeccionamiento en una serie de existencias más infelices y más penosas aún que en la Tierra.

     Ellos formarán en esos mundos una nueva raza más esclarecida, cuya tarea será llevar el progreso a los seres atrasados que en ellos habitan, por los conocimientos que ya adquirieron. Sólo irán a un mundo mejor cuando lo hayan merecido, y así por delante, hasta que hayan alcanzado la purificación completa: Si la Tierra era para ellos un purgatorio, esos mundos serán su infierno, pero un infierno en donde la esperanza nunca está perdida (10)

34.- En cuanto a la generación proscrita, va a desaparecer rápidamente; surge una nueva generación cuyas creencias estarán fundadas en el Espiritismo cristiano. Asistimos a la transición que se opera, preludio de la renovación moral cuya llegada marca el Espiritismo.

35.-El objetivo esencial del Espiritismo es el mejoramiento de los hombres. No es necesario buscar en él sino lo que puede ayudarlo para el progreso moral e intelectual.

36.-El verdadero Espírita no es el que cree en las manifestaciones, sino es el que hace buen provecho de las enseñanzas dadas por los Espíritus. Nada adelanta creer si la creencia no hace dar un paso adelante en el camino del progreso y que no haga hacer lo mejor para con el prójimo.

37.-El egoísmo, el orgullo, la vanidad, la ambición, la codicia, el odio, la envidia, los celos, la maledicencia, son para el alma como hierbas venenosas que son preciso de arrancar algunas cada día, y que tienen un contraveneno: la caridad y la humildad.

38,. La creencia en el Espiritismo solo es provechosa para aquel de quien se puede decir: hoy es mejor que ayer.

39.- La importancia que el hombre atribuye a los bienes temporales está en razón inversa a su fe en la vida espiritual, y la duda sobre el futuro que lo lleva a procurar sus alegrías en este mundo, satisfaciendo sus pasiones aun a costa del prójimo.

40.-Las aflicciones en la Tierra son los remedios del alma; ellas salvan para el futuro, como una operación quirúrgica dolorosa salva la vida a un enfermo y le devuelve la salud. Es por eso que Cristo dijo: "Bienaventurados los afligidos, pues ellos serán consolados".

( Continúa y finaliza en la siguiente publicación)

Fuente: "El Espiritismo en su más simple expresión", de Allan Kardec

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                                   ALMA Y ESPÍRITU
El alma del hombre es un Espíritu encarnado. Para secundarlo en el cumplimiento de su tarea, Dios les dio, como auxiliares, a los animales que le son sumisos y cuya inteligencia y carácter son proporcionales a sus necesidades. 
12. El perfeccionamiento del Espíritu es fruto de su propio esfuerzo; no pudiendo, en una sola existencia corpórea, adquirir todas las cualidades morales e intelectuales que deben conducirlo al objetivo, él lo alcanza por una sucesión de existencias, en cada una de las cuales da algunos pasos adelante en el camino del progreso. 
13. En cada existencia corporal el Espíritu debe llevar a cabo una labor en proporción con su grado de desarrollo; cuanto más ruda y trabajosa sea tanto mayor será el mérito en cumplirla. De esta manera, cada existencia es una prueba que lo acerca al objetivo. El número de esas existencias es indeterminado. 
Depende de la voluntad del Espíritu abreviarlo esforzándose activamente por su perfeccionamiento moral; del mismo modo que depende de la voluntad del obrero, 
que debe entregar un trabajo, el disminuir la cantidad de días que emplea en hacerlo. 
14. Cuando una existencia fue mal empleada y sin provecho para el Espíritu, debe   recomenzarla en condiciones más o menos penosas, debido a su negligencia y su mala voluntad; del mismo modo, en la vida, se puede ser constreñido a hacer al día siguiente, lo que no se hizo en la víspera o a rehacer lo que se hizo mal. 
15. La vida espiritual es la vida normal del Espíritu y es eterna; la vida corpórea es transitoria y pasajera: no es sino un instante en la eternidad. 

El espiritismo en su mas simple expresión. 
Allan Kardec.


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PASIONES HUMANAS Y SU INFLUENCIA EN EL PROCESO EVOLUTIVO.

Toda pasión es extremista en su exteriorización. Y aquí está el aspecto negativo de la pasión, aun cuando ésta sea nacida de un ideal sano; pues, el gran mal de toda pasión, está en la intransigencia que el apasionado sostiene, por considerar (sinceramente en muchos de los casos y convencionalmente en otros) que él es el único que tiene la razón o está en la verdad.
Y esta convicción no le permite reconsideraciones acerca de su actitud, de su posición, ni escucha otras razones. La facultad analítica de su mente no funciona por falta de interés en ello y porque su estado emotivo perturba esa facultad de raciocinio y paraliza la voluntad, quedando el individuo a merced de la pasión, como la veleta al viento.
Y perturbadas esas facultades, el afectado es dominado por la turbulencia vibratoria que incide, con mayor o menor intensidad, sobre sus facultades psíquicas: sensorial y emocional; y esta última, a su vez, sobre la mente, produciendo ese estado de apasionamiento que conduce a la intransigencia, creando antagonismos y separaciones en la vida de relación y del hogar.
Y cuando las pasiones son colectivas, consecuencia generalmente del fanatismo ideológico o religioso, crea antagonismos colectivos, conduciendo a las luchas fratricidas y persecuciones sangrientas abominables.
Las pasiones nacidas del celo ideológico, cuando el individuo es víctima del fanatismo, le arrastran a estados emocionales violentos, produciendo un desequilibrio mental-emocional que le lleva a la intransigencia y hasta la violencia, de consecuencias múltiples en las relaciones humanas.
Y de estos estados pasionales, no se han salvado ni las organizaciones religiosas que, según lo demuestra la historia de la humanidad, han llegado al más alto grado de intolerancia y a los excesos y crímenes más abominables.
El gran mal de los estados pasionales, está en el desequilibrio mental producido por la excitación emocional, consecuencia de la falta de control por parte del afectado, sobre sus reacciones; debido a la falta de vigilancia. Y esta falta de vigilancia sobre sus reacciones, mantiene al afectado en un desconocimiento de su condición apasionante, no percibiendo el comienzo de la turbulencia vibratoria emocional. Y aquí entra en función la ley de atracción, esa ley cósmica que hace que cada cosa atraiga a su semejante, convirtiendo la mente del apasionado en un centro receptivo de fuerzas extrañas, ondas-pensamiento errabundas, de la misma naturaleza pasional, intensificando la pasión.
A más de esto, el afectado atrae hacia sí (por afinidad) seres del plano invisible, con las mismas pasiones, que incidirán sobre su mente, empujándole a la ejecución de actos de los cuales habrá de arrepentirse, una vez pasado el efecto perturbador de la pasión.
Para no caer en el estado perturbador de cualquier pasión, necesario es: evitar caer en el fanatismo, que lleva a la intransigencia; respetar las ideas y opiniones de los demás, ya que los demás tienen el mismo derecho que uno; vigilar constantemente los sentimientos y pensamientos (ya que ellos motivan nuestros actos), a fin de evitar la explosión emocional perturbadora.
No obstante, no debemos confundir la pasión con el entusiasmo; ya que éste, cuando está bien orientado, es una fuerza psicodinámica positiva y realizadora. Nadie podrá triunfar en cosa alguna, si carece de entusiasmo; pues, éste despierta el deseo, el cual es imprescindible para poner la voluntad en acción.
¿En qué modo influyen las pasiones en el proceso evolutivo?
En que obstruyen el mismo, retardando el avance espiritual, mientras no sean superados esos aspectos negativos.
Si dominado por una pasión —los celos (amorosos o ideológicos), por ejemplo— yo cometiere la bajeza de una mala acción, colocaría un obstáculo en mi camino de ascensión, el cual me impediría avanzar hasta tanto no fuere dicho obstáculo retirado o superado. Y de continuar en ese estado pasional, por falta de análisis de mí mismo, seguiría cometiendo errores, y por ende colocando más obstáculos, que serían otros tantos impedimentos de avance.
Dicho de otro modo. Las consecuencias creadas por esas malas acciones, recaerían sobre mí, e impedirían el avance en mi camino evolutivo, hasta tanto yo no sufriere las consecuencias dolorosas, por mí libremente creadas.
Solamente después de haber pagado por mis errores, cometidos en momentos de obcecación pasional, podría
proseguir adelante en el proceso evolutivo. Aun cuando esto se dice muy pronto, ello puede significar un período largo, de hasta siglos de expiación en los casos graves.
Por todo lo expuesto, puede apreciarse fácilmente la influencia negativa de las pasiones, cuales ellas sean, en el proceso evolutivo del Espíritu; así como también en la armonía de las relaciones sociales y del hogar, y su influencia en la salud.

Sebastián de Arauco.

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                   LOS NIÑOS PRODIGIO

                                                                          
La observación del ser humano muestra individualmente considerables diferencias en las aptitudes, en las facultades, en la inteligencia y en el grado de evolución de cada uno.
A simple vista, esta desigualdad puede constituir una evidente anomalía, una negación de la justicia, lo que es incompatible con los atributos del bien. En efecto, si se admite – como lo hacen las religiones dogmáticas – que los Espíritus son creados nuevos e idénticos para su encarnación en la Tierra, esas diferencias no pueden lógicamente existir.
La explicación materialista es igualmente inadmisible, al hacer depender esas diferencias intelectuales y 
morales de un estado de la materia cerebral. 

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Tampoco podemos detenernos solamente en la transmisión de los caracteres adquiridos por los ascendientes: la herencia genética puede tener una influencia considerable, pero esta teoría es completamente insuficiente para explicar racionalmente los hechos y en particular el fenómeno de los niños-prodigio; pues si fuera así, debiera concluirse que la procreación de un niño genio es una falla genética de sus ascendientes.       Por el contrario, los                     
- Mozart-                  fundamentos del Espiritismo nos dan muy nítidamente la causa de esas constataciones a través de la enseñanza de las existencias anteriores del Espíritu y de sus pretéritas adquisiciones intelectuales y morales, que varían en cada uno según su grado de evolución. Éstas nos dan la clave del enigma mediante las propiedades del periespíritu, que trae en sí todas nuestras adquisiciones pasadas – como un registro de nuestras reencarnaciones –, y que por intermedio del nacimiento terrestre se van desarrollando ulteriormente como una semilla. La Doctrina Espírita codificada por Allan Kardec enseña que, en su origen, Dios creó a todos los Espíritus simples, ignorantes  e idénticos en todo. Cada uno de ellos es dotado de la intuición de tener que progresar moralmente hacia el bien y de desarrollar su intelecto a través de la adquisición de todos los conocimientos. Su evolución debe ser el producto de su propio mérito. Tiene por guía su libre albedrío y su conciencia. Todos poseen en estado latente las mismas facultades intelectuales y morales que deben desarrollar mediante el trabajo y el esfuerzo en las luchas, en las vicisitudes y en las tribulaciones de sus diversas existencias. Para esto, pasan por pruebas que, si bien transpuestas, los hacen alcanzar los diferentes progresos, que por medio de su obra personal irán a regir su destino futuro, siendo que esas cualidades se volverán adquisiciones definitivas. El Espíritu recorre su evolución en diferentes fases, ya sea en el estado de erraticidad o en el estado de encarnación en los diversos mundos que pueblan el Universo. En el estado de Espíritu desencarnado, tiene la conciencia de que él ocupa una posición en la escala espírita. Se da cuenta de los diversos adelantos que le faltan adquirir y de los medios que debe emplear para alcanzarlos. Generalmente posee el conocimiento completo de sus existencias anteriores y al ocurrir ello, busca en la vida futura el compromiso con el cual deberá continuar su progreso hacia la perfección relativa, y pide a Dios la oportunidad de reencarnar. En  este nuevo estado, adquiere para el trabajo todos los conocimientos científicos que le son indispensables. Experimenta las pruebas materiales necesarias para su mejoramiento moral. La encarnación terrestre es uno de los grados menos avanzados de la escala espírita. El Espíritu nunca retrocede; sus conquistas morales, así como sus adquisiciones científicas anteriores, permanecen con él indefinidamente. Éstas sirven de base para conquistar otras, mientras que en la erraticidad el Espíritu readquiere el conocimiento de sus existencias pasadas. Al reencarnarse nuevamente, el alma humana pierde cuestiones de historia y de geografía, siendo más erudito que muchos de los sabios de  su tiempo; desencarnó hace cinco años atrás. Mozart, que comenzó sus estudios  musicales a los 3 años, para quien este arte pareció ser un lenguaje natural desde su más tierna infancia, se reveló a los 7 años como  un compositor de talento y produjo su primera ópera a los 12 años. 


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  Nos extenderíamos mucho en nuestro trabajo si diésemos la biografía de tantos otros: Rubinstein, Beethoven, Liszt, Paganini, Chrichton, Hamilton, De Kerkove, etc. Nosotros nos limitaremos en este artículo a citar un caso, estudiado científicamente por un grupo de distinguidos sabios, los cuales investigaron en sus menores detalles ese tipo de niño-prodigio. El caso fue presentado en una asamblea general del Congreso de Psicología de París por el profesor Charles Richet, especializado en Psicología por la Universidad de París.

 Esta sesión tuvo lugar el 21 de agosto de 1900. Las actas se encuentran publicadas en la Revue Scientifique (Revista Científica) del 6 de octubre de 1900, pág. 432, así como en la reseña oficial del Congreso de Psicología de 1900. Se trata de Pepito Arriola, un niño de 3 años y medio, de origen español, que a esa edad improvisaba músicas múltiples y variadas.                                                                                                                                                                         Pepito Arriola ( Estudiado por Richet)

Reproducimos textualmente el informe del profesor Richet: «He aquí lo que cuenta su madre sobre la manera por la cual ella percibió por primera vez los extraordinarios dones musicales del niño Pepito, y que yo transcribo exactamente con sus propias palabras: «Mi hijo tenía casi 2 años y medio cuando fortuitamente descubrí por primera vez sus aptitudes musicales. En esa época un músico amigo me envió una composición suya y yo me puse a tocarla con bastante frecuencia: es probable que mi nene estuviese prestando atención, pero no lo percibí. Ahora bien, una mañana escucho tocar al lado de mi cuarto la misma composición, con tanto dominio y precisión que quise saber quién estaba tocando así el piano en mi casa. Entré al salón y vi a mi pequeño hijo que estaba solo y que tocaba el piano. Él estaba sentado en un banco alto, donde se había subido solito, y al verme se puso a reír y me dijo: ‘¡Mamá linda!’ Creo que eso fue un verdadero milagro.» «A partir de ese momento, el pequeño Pepito se puso a tocar piano sin que su madre le diera clases, tanto las piezas que ella tocaba delante de él, como las composiciones que él mismo inventaba. Después desarrolló bastante destreza y se puede decir que alcanzó un verdadero progreso. El 4 de diciembre de 1899, es decir, a la edad de tres años y doce días, Pepito tocó en el Palacio Real de Madrid delante del rey y de la reina madre. Allí ejecutó seis composiciones musicales de su autoría, las cuales han sido escritas. Él no sabía leer; hacía dibujos y a veces se divertía al escribir sus composiciones. Que quede claro que esta escritura no tenía sentido alguno; pero él se divertía bastante al hacer trazos en un pequeño papel. En el lugar superior de la hoja (en donde se colocan las indicaciones de la música en las partituras) hacía garabatos, que según él significaban el género musical de cada fragmento: si era una sonata, una habanera, un vals, etc.; después, en la parte inferior de la hoja, trazaba líneas en las que hacía rasgos, los cuales querían significar la clave de sol, y también líneas negras que – según Pepito – eran las notas. Observaba esa hoja con satisfacción, la colocaba en el piano y decía: ‘Voy a tocar esto’. En efecto, fijaba los ojos en ese papel uniforme y comenzaba a hacer una improvisación de forma admirable. Para estudiar metódicamente el modo como tocaba piano, he efectuado una distinción entre la ejecución y la invención: «La ejecución: La realiza de manera cándida; sin tener clases, se percibe que él ha hecho su propia digitación en todas las piezas musicales. Sin embargo, esa digitación es muy hábil, tanto como se lo permite la pequeñez de sus manos, que no pueden alcanzar una octava. Entonces él reemplazó la octava – y esto es curioso – por arpegios inteligentemente ejecutados y muy rápidos. Toca con las dos manos. Para dar ciertos efectos o crear determinadas armonías, frecuentemente cruza las manos. A veces también levanta la mano bien alto mientras ejecuta la melodía con la mayor seriedad, como los pianistas renombrados, para luego dejarla caer en la nota justa. No es probable que esto lo haya aprendido, porque la manera de tocar de su madre – que es muy honorable, pero que no tiene nada de extraordinario – de forma alguna es análoga. Algunas veces interpreta frases musicales con una agilidad asombrosa y un vigor sorprendente para un niño de su edad. Además de todas esas cualidades, es preciso confesar que esta ejecución es inigualable. «Él balbucea algo durante medio minuto, y de repente – como si estuviese inspirado – se pone a tocar con agilidad y precisión. Yo lo he escuchado tocar fragmentos bastante difíciles: una habanera ‘gallega’ y la Marcha Turca de Mozart, con una extrema habilidad en ciertos pasajes. Además de la digitación, la armonía es completamente extraordinaria: casi siempre encuentra el acorde justo y, si titubea en el comienzo de un fragmento, tantea algunos segundos y después retoma la armonía exacta. No es una armonía muy complicada: se trata casi siempre de acordes más simples. Pero a veces inventa de repente cosas sorprendentes. A decir verdad, lo que deja más estupefacto no es la digitación, ni la armonía, ni la agilidad, sino su expresión musical. Él tiene una admirable riqueza de expresión. Ya sea que se trate de un fragmento triste o alegre, marcial o enérgico, su expresión es impresionante. Le he pedido a su madre que toque el mismo fragmento que él: seguramente ella lo tocaba mejor, sin titubear en las notas, sin buscar a tientas y sin repetir; pero el pequeño niño tenía mucho más expresión que su madre. «Incluso a menudo, esta expresión es tan fuerte y tan trágica en ciertas músicas melancólicas o fúnebres, que se tiene la sensación de que Pepito, con su digitación imperfecta, no puede expresar todas las ideas musicales que vibran en él; de modo que casi me atrevería a decir que él es mucho mayor músico de lo que parece ser. «No solamente puede ejecutar los fragmentos que él acaba de escuchar a otro tocar en el piano, sino que también puede – aunque con mayor dificultad – ejecutar canciones que él ha escuchado en otro momento. Es una maravilla verlo buscar, encontrar y reconstituir los acordes del bajo armónico, como lo haría un hábil músico. En una experiencia hecha recientemente, uno de mis amigos ha cantado para él una melodía muy complicada. Después de haberla escuchado cinco o seis veces, Pepito se sentó al piano diciendo que se trataba de una habanera – lo que era verdad – y la repitió, no enteramente, pero al menos en sus partes esenciales.» «La invención: Cuando se escucha una improvisación, a menudo es muy difícil diferenciarla de una invención o una reproducción de la memoria, con respecto a las composiciones y a los fragmentos ya escuchados. Sin embargo, es cierto que cuando Pepito se puso a improvisar, él casi nunca se detuvo y frecuentemente encontró melodías extremamente interesantes, que a todos los asistentes les parecieron más o menos nuevas. Hay una introducción, un desarrollo y un final. Al mismo tiempo, existe una variedad y una riqueza de sonidos que pueden ser sorprendentes en un músico profesional, pero que cuando se trata de un chico de tres años y medio nos deja absolutamente estupefactos.» Este ejemplo es típico. Todos los otros podrían ser calcados en él. Esta precocidad constatada por la intelectualidad, existe desde el punto de vista moral.

Niños de corta edad contrastan en su medio, ya sea por la diversidad, por el vicio o por su conducta irreprochable en un ambiente libertino. Cuando el entorno no muestra ningún defecto moral, cuando la educación es la madre de todos los niños y cuando ningún mal ejemplo ha podido influir en alguno de ellos – entre sus hermanos y hermanas normales – contrastan a veces prodigios de audacia y de habilidad para consumar el mal. Por el contrario, también podemos ver en medios esencialmente inmorales, donde los niños solamente reciben los ejemplos de la depravación y del vicio, algunos de ellos permanecen estoicos, con una conducta y una pureza de costumbres irreprochables. Sólo podemos encontrar la explicación de esas desigualdades intelectuales y morales en las teorías espíritas de las adquisiciones pretéritas provenientes de las existencias anteriores, durante las cuales esas cualidades especiales o esas perversidades extremas han sido cosechadas por el Espíritu actualmente encarnado. Las almas fueron creadas simples e ignorantes en su origen; las aptitudes y las predisposiciones especiales nos demuestran la necesidad de todo un pasado de trabajo para llegar al punto de evolución donde el hombre ya se encuentra cuando se encarna en la Tierra. Sin esta explicación, esta diversidad de inteligencias, esas divergencias tan grandes en la moralidad de los hombres serían un enigma perpetuo sin solución posible. Al contrario, con la Doctrina Espírita todo se explica naturalmente. Esas cualidades que el hombre trae al nacer son también pruebas de la preexistencia del Espíritu a su encarnación terrestre. Esta desigualdad intelectual y moral, esa convivencia de seres evolucionados con seres de grados diferentes es además necesaria para el progreso de nuestra Humanidad. Para los Espíritus inferiores es preciso que Espíritus moral y científicamente más elevados vivan entre aquellos, a fin de auxiliarlos y para servirles de ejemplo. Esto también permite que los más adelantados colaboren con el progreso de sus semejantes y que practiquen para su propia evolución la ley de caridad que ordena a los hombres ayudarse mutuamente.


Enrique Eliseo Baldovino, Traductor del original francés al español.

NOTA DEL TRADUCTOR:
Como profesor de música clásica que soy, conozco de cerca la gran dificultad de tocar piano como Pepito Arriola tocaba: es realmente muy trabajoso llegar a hacer una octava (distancia o intervalo de ocho notas que se tocan al mismo tiempo), con una manito de un niño de tres años y medio, lo que obliga a extender los dedos y la mano de una manera muy difícil, casi imposible, si no fuere por otro medio no convencional, lo que explica la digitación (poner el número cierto de los dedos en cada nota) especial de Pepito en la realización de los arpegios rápidos – que no son menos difíciles – para alcanzar dichas octavas.
     Además de su ejecución, también me llamó mucho la atención los garabatos que significaban la son también pruebas de la preexistencia del Espíritu a su encarnación terrestre. Esta desigualdad intelectual y moral, esa convivencia de seres evolucionados con seres de grados diferentes es además necesaria para el progreso de nuestra Humanidad. Para los Espíritus inferiores es preciso que Espíritus moral y científicamente más elevados vivan entre aquellos, a fin de auxiliarlos y para servirles de ejemplo. Esto también permite que los más adelantados colaboren con el progreso de sus semejantes y que practiquen para su propia evolución la ley de caridad que ordena a los hombres ayudarse mutuamente.

Extraído de La Revue Spirite Nº 65 Centro Lionés de Estudio y de Divulgación de la Doctrina Espírita  y el Departamento de Estudios e Investigaciones de la USFF

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