viernes, 16 de junio de 2023

El Periespíritu y los miembros fantasma

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Miedo a la muerte

2.- La Virtud

3.- Estudiando la Mediumnidad 

4.- El Periespíritu y los miembros fantasmas

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MIEDO A LA MUERTE

El miedo de la muerte resulta del instinto de conservación, que trabaja a favor del mantenimiento de la vida. No obstante, la vida es la conformación de todos los acontecimientos existenciales que ocurren durante la reencarnación – en el cuerpo – como afuera de él – en Espíritu.
El desconocimiento de la inmortalidad, las informaciones fragmentarias, las leyendas y fantasías, los misterios, la ignorancia, vistieron a la muerte de inusitadas e irreales expresiones, que no corresponden a la realidad. El fenómeno de la muerte responde al fatalismo biológico de las transformaciones moleculares del cuerpo. Con la desaparición de la forma, se sospechó que seguiría el aniquilamiento de la materia y no su responsable.
Para atenuar el desconocimiento, se compusieron los funerales, las ceremonias y ritos fúnebres, ocultando la fase inevitable de la legitimidad Inmortal. Esos recursos son valiosos para los familiares, parientes y amigos que se desligan de las responsabilidades humanas, en la tierra y de los deberes afectivos para los que son desalojados del cuerpo. Para el Espíritu solo valen los sentimientos, las plegarias y vibraciones de auténtico afecto y honesta intercesión, especialmente los propios pensamientos y actos mantenidos durante la experiencia carnal. En otras circunstancias, porque la fantasía concibió el Poder Divino con sentimientos arbitrarios y apasionados, que perdona y pone irremisiblemente, las consecuencias culpables temen su encuentro, oportunidad en que serán duramente castigadas, elaborando, inconscientemente, mecanismos de evasión. A veces se torna tan grave el miedo a la muerte, que al ser portadores de trastornos psicológicos se matan para no aguardar la muerte, en terrible actitud paradójica.
Si no hubiese muerte física, el sentido de la vida desaparecería, así como la finalidad de la lucha, de la conquista de valores y del desarrollo intelecto moral del ser. Analizando la sobrevivencia – fenómeno natural y consecuencia de la vida – la existencia terrenal adquiere significado y la dimensión del tiempo, un gran valor. Porque se ignora cuándo ocurrirá la fatalidad orgánica, cada minuto y cada a constituyen admirables bendiciones y deben ser utilizados con sabiduría y propiedad, para vivirlos intensamente.
La comprensión de la vida como un todo, hecho de etapas, estimula la conquista de los peldaños del progreso, más aun por su marcha ascensional. Si fuese limitada al período cuna-sepultura, todas las labores perderían su contenido ético y los esfuerzos se desvanecerían en la consumación de la nada. Considerando la energía psíquica valiosa y actuante, la mente, desligada del cerebro, prosigue independiente de él y la vida vibra. De ese modo, enfrentando con equilibrio el concepto de la sobrevivencia, la muerte desaparece y el miedo que pueda inspirar se transforma en comprensión para enfrentarla con una actitud psicológica saludable y rica de motivaciones, cuando ocurre naturalmente.
Vicio mental arraigado, el miedo del fin se convierte en esperanza de un nuevo principio.
Espíritu Juana de Ángelis.
Médium, Divaldo Pereira Franco.
Del libro “Autodescubrimiento”.
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                    LA VIRTUD
La virtud, en su más alto grado, encierra el conjunto de todas las cualidades esenciales que constituyen el hombre de bien.- Ser bueno, caritativo, laborioso, sobrio y modesto, son las cualidades del hombre virtuoso. Infelizmente, estas cualidades están muchas veces acompañadas de pequeñas enfermedades morales que les quitan el brillo y las atenúan. El que exhibe su virtud no es virtuoso, puesto que le falta la cualidad principal: la modestia y tiene el vicio más contrario: el orgullo. A la virtud verdaderamente digna de ese nombre, no le gusta exhibirse, es adivinada, se oculta en la oscuridad y huye de la admiración de las multitudes: San Vicente de Paúl era virtuoso; el digno sacerdote de Ars era virtuoso y muchos otros poco conocidos del mundo, pero conocidos de Dios. Todos esos hombres de bien ignoraban ellos mismos que fuesen virtuosos; se dejaban llevar por la corriente de sus santas inspiraciones y practicaban el bien con el desinterés más completo y un entero olvido de sí mismos.
     Es a la virtud comprendida y practicada así, que yo os invito, hijos míos; es esa la virtud verdaderamente cristiana y verdaderamente espírita que os convido a que os consagréis; pero apartad de vuestros corazones el pensamiento de orgullo, de la   vanidad y del amor propio que deslustran todas estas hermosas cualidades. No imitéis a ese hombre que se presenta como modelo y él mismo glorifica sus cualidades a todos los oídos complacientes.
     Esta virtud de ostentación, oculta, muy a menudo, una multitud de torpezas y odiosas falsedades.

FRANCISCO NICOLÁS MADELEINE, París, 1863)
EL EVANGELIO SEGUN EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC
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ESTUDIANDO LA MEDIUMNIDAD

 



 

Por Mercedes Cruz Reyes


                                                                         


 

El ser humano comprende, poco a poco, que la tumba es una puerta hacia la renovación, como la cuna es el acceso a la experiencia, y observa que su permanencia en el planeta es un viaje con destino a las estaciones del Progreso Mayor.

 

Y en esta gran peregrinación, todos somos instrumentos de las fuerzas con las cuales estamos en sintonía. Todos somos médiums dentro del campo mental que nos es propio, asociándonos a las energías edificantes si nuestro pensamiento fluye en dirección a la Vida Superior, o bien a las fuerzas perturbadoras y deprimentes, si nos sometemos a las sombras de la vida primitiva o torturada.

 

Cada ser, con los sentimientos que caracterizan su vida íntima, emite rayos específicos y vive en la onda espiritual con la que se identifica.

 

Tales verdades no permanecerán semicultas en nuestros santuarios de fe. Se irradiarán de los templos de la ciencia como ecuaciones matemáticas.

 

La mediúmnidad es un problema de los más sugestivos en el mundo actual. El hombre de la Tierra se va acercando a la Era del espíritu bajo la luz de la Religión Cósmica del amor y de la sabiduría y, ciertamente, precisa de cooperación a fin de favorecer su comprensión.

 

Debemos considerar que la mente es la base de todos los fenómenos mediúmnicos.

No ignoramos que el universo, que se extiende en el infinito con millones y millones de soles, es la exteriorización del pensamiento divino, de cuya esencia participamos en nuestra condición de rayos conscientes de la sabiduría eterna y dentro del límite de nuestra evolución espiritual.

 

Desde la superestructura de los astros hasta la infraestructura subatómica, todo está sumergido en la sustancia viva de la mente de Dios, como los peces y las plantas acuáticas están contenidos en el inmenso océano.

 

Hijos del Creador, de Él heredamos la facultad de crear y desarrollar, nutrir y transformar.

 

Naturalmente limitados a las dimensiones conceptuales en que nos encontramos, y reconociendo la insignificancia de nuestra situación comparada a la gloria de los espíritus que ya alcanzaron el estado angelical, podemos irradiar la energía activa del propio pensamiento, estableciendo, en torno a nuestra individualidad, el ambiente psíquico que nos es particular.

 

Cada mundo posee el campo de tensión electromagnética que le es propio dentro del grado de fuerza gravitacional que mantiene su equilibrio, así como cada alma se ubica en el círculo de fuerzas vivas que tienen afinidad con su “hálito” mental, es decir, en la esfera de criaturas a las que se une según sus necesidades de ajuste o evolución espiritual.

 

Cada planeta hace sus revoluciones en la órbita que le es asignada por las leyes del equilibrio sin exceder las líneas de gravitación que le corresponden, así como cada conciencia evoluciona dentro del grupo espiritual que condiciona su actuación.

 

Somos, pues, un enorme conjunto de inteligencias sintonizadas en un mismo grado vibratorio de percepción, integrando un Todo constituido por algunos miles de millones de seres que forman, por así decirlo, la humanidad terrestre.

 

Formando, así, sólo una humilde familia en el infinito concierto de la vida cósmica, en el que cada mundo alberga a una determinada familia de la humanidad universal, conocemos, por tanto, las limitadas expresiones de la vida que nos tocan más de cerca, limitados por el grado de conocimiento que hemos podido alcanzar.

 

Dependiendo de nuestros semejantes en nuestra trayectoria hacia la vanguardia evolutiva y a la manera de los mundos que se desplazan en el espacio influenciados por los astros que les rodean, actuamos y reaccionamos unos sobre los otros a través de la energía mental con la que nos renovamos constantemente creando, alimentando y destruyendo formas y situaciones, realizaciones y cosas en la estructuración de nuestros destinos.

 

Nuestra mente es, de este modo, un núcleo de fuerzas inteligentes generando un plasma sutil que, al exteriorizarse incesantemente fuera de nosotros, ofrece recursos de objetividad a las figuras de nuestra imaginación, bajo la dirección de nuestros propios designios.

 

La idea es un “ser” organizado por nuestro espíritu, al que el pensamiento da la forma y la voluntad imprime movimiento y dirección. Del conjunto de nuestras ideas resulta nuestra propia existencia.

 

Como es fácil de deducir, todos los seres vivos actúan en la onda de psiquismo que les es peculiar dentro de las dimensiones que les son características o en la frecuencia que les es propia. Ese psiquismo no depende de los centros nerviosos, de modo que, fluyendo de la mente, es quien condiciona todos los fenómenos de la vida orgánica en sí misma.

 

Examinando, pues, los valores anímicos como facultades de comunicación entre los espíritus, cualquiera que sea el plano en que se encuentren, no podemos perder de vista el mundo mental del agente y el del receptor, ya que, en cualquier acto mediúmnico, la inteligencia receptiva está sujeta a las posibilidades y a la coloración de los pensamientos en que vive, y la inteligencia emisora queda sometida a los límites y a las interpretaciones de los pensamientos que es capaz de producir.

 

Un hotentote desencarnado, comunicándose con un sabio terrenal ligado todavía a su envoltura física, no podrá ofrecer a éste otros informes que los de las formas triviales en que se desenvolvían en el mundo sus experiencias primitivas; así como un sabio, sin la vestidura carnal, entrando en relación con el hotentote ligado a su “hábitat” africano, no conseguirá brindarle su cooperación inmediata sino en el trabajo embrionario en el que éste tiene fijadas sus preocupaciones mentales, como ser el auxilio a un rebaño bovino o la cura de males del cuerpo material.

 

Por ello, el hotentote no se sentiría feliz en la compañía del sabio, y el sabio, a su vez, no se detendría con aquél por falta de ese alimento, casi imponderable, al que podemos denominar “vibraciones compensadas”.

 

Es por ley que nuestras mayores alegrías son recogidas al contacto de aquellos que, al comprendernos, cambian con nosotros valores mentales de cualidades idénticas a las nuestras, así como los árboles ofrecen un mayor coeficiente de producción si se les coloca entre compañeros de la misma especie, con los cuales intercambian sus principios germinativos.

 

En la mediumnidad, igualmente, no podemos olvidar el problema de la sintonía.

 

Atraemos a los espíritus que tienen afinidad con nosotros, de la misma manera que somos por ellos atraídos, y si es verdad que cada uno de nosotros solamente puede dar conforme a lo que tiene, es indiscutible que cada uno recibe de acuerdo con lo que da.

 

Encontrándose la mente en la base de todas las manifestaciones mediúmnicas, cualesquiera que sean las características en que se expresen, es imprescindible enriquecer el pensamiento incorporándole los tesoros morales y culturales, los únicos que nos posibilitan fijar la luz que desciende hasta nosotros de las esferas más altas, a través de los genios de la sabiduría y el amor que supervisan nuestras experiencias.

 

Acertaron aquellos que compararon nuestro mundo mental a un espejo.

 

Reflejamos las imágenes que nos rodean y dirigimos en dirección de los demás las imágenes que creamos.

 

Y como no podemos escapar al imperativo de la atracción, retrataremos solamente la claridad y la belleza si nosotros establecemos la belleza y la claridad en el espejo de nuestra vida íntima.

 

Los reflejos mentales, según su naturaleza, favorecen nuestro estancamiento o nos impulsan a ir adelante, puesto que cada criatura humana vive en el cielo o en el infierno que edificó para sí misma en los rincones internos del corazón y de la conciencia, independientemente del cuerpo físico, y dado que, observando la vida en su esencia de eternidad gloriosa, la muerte vale únicamente como transición entre dos tipos de la misma experiencia, en el “hoy imperecedero”.

 

Encontramos la mediúmnidad en todos los tiempos y en todos los lugares en que se desarrolló el género humano.

 

Misiones santificantes y guerras de destrucción, tareas nobles y obsesiones pérfidas tienen su origen en los reflejos de la mente individual o colectiva, combinados con las fuerzas sublimes o degradantes de los pensamientos que las nutren.

 

Sepamos, pues, cultivar la educación, perfeccionándonos más cada día.

 

Todos somos médiums, sea cual fuere la actividad que desempeñemos.

 

La fuerza psíquica, en muchos niveles de expresión, es peculiar a todos los seres, pero no existe perfeccionamiento mediúmnico sin la purificación de la individualidad.

 

Es contraproducente, por tanto, intensificar el movimiento de la energía sin disciplinar sus impulsos.

 

Es peligroso poseer sin saber usar.

 

El espejo sepultado en el lodo no refleja el esplendor del Sol. El lago agitado no refleja la imagen de la estrella que titila en el infinito.

 

Elevemos nuestro caudal de conocimientos con el estudio bien llevado y perfeccionemos la calidad de nuestras emociones con el ejercicio constante de las virtudes superiores, si queremos recoger el mensaje de las Grandes Almas.

 

La mediúmnidad no basta por sí sola.

 

Es imprescindible saber qué tipo de onda mental asimilamos, para conocer la calidad de nuestro trabajo y juzgar acerca de la dirección tomada.

 

Un ilustre estudioso de la fenomenología espírita a fines del siglo pasado intuitivamente se refirió a un aparato, al “psicoscopio” se destina a la observación del alma y puede definir las vibraciones de ésta, a la vez que para realizar estudios acerca de la materia. Funciona con electricidad y magnetismo, utilizando elementos radiantes análogos en su esencia a los rayos gamma. Está constituido por lentes de aumento con posibilidades para la microfotografía.

 

Se puede con él clasificar sin dificultad las perspectivas de los distintos grupos de servicios psíquicos que existen en el mundo. Analizando la psicoscopia de una persona o de un equipo de trabajadores, es posible deducir sus posibilidades y calificar la categoría de su condición. Según las radiaciones que proyectan, planificamos la obra que puedan realizar en el futuro.

 

Estamos sujetos todos a los exámenes de los planos superiores, aun quienes investigamos ahora los planos que están situados debajo del nuestro. Si el espectroscopio permite al hombre investigar la naturaleza de los elementos químicos que se hallan a enormes distancias, analizando la onda luminosa que emiten, con mayor facilidad identificaremos los valores de la individualidad humana por los rayos que ésta emite. La moralidad, el sentimiento, la educación y el carácter son conocidos con claridad mediante una breve observación.

 

¡El hombre es un generador de fuerza electromagnética, con una oscilación por segundo que es registrada por el corazón! Todas las sustancias vivas de la Tierra emiten energías encuadradas en la gama de las radiaciones ultravioleta. Para mayor claridad de la definición llamémosles rayos ectoplásmicos, uniendo así nuestra designación a la nomenclatura de los espiritistas modernos.

 

Esos rayos son peculiares a todos los seres vivos. Con ellos la oruga realiza sus complicadas demostraciones de metamorfosis, y es también en base a ellos que se efectúan todos los fenómenos de materialización mediúmnica, por cuanto los sensitivos encarnados por quienes se procesan aportan y liberan esas energías con más facilidad. Todas las criaturas, pues, les conservan en sí mismas, emitiéndoles en una frecuencia que varía en cada una, según las tareas que el plan de la vida les ha asignado.

 

El estudio de la mediúmnidad se afirma sobre las bases de la mente y su prodigioso campo de radiaciones. La ciencia de los rayos potenciará, en breve, una gran renovación en los diversos sectores culturales del mundo.

 

Para conseguir alcanzar en un grupo mediúmnico la devoción a la fraternidad, el correcto desempeño de los deberes, y fe ardiente, es necesario que exista una onda de comprensión y buena voluntad esa debe ser su característica. Por el amor en que desempeñemos la tarea seremos un instrumento fiel de los benefactores desencarnados, quienes encuentran en nuestra mente un espejo cristalino que reproduce sin distorsión alguna, sus instrucciones.

 

Así como en la Tierra la ciencia cataloga los elementos químicos que entran en formación de la materia densa, en el plano espiritual es posible analizar el tipo de fuerzas sutiles que son propias a cada Ser.

 

Una ficha psicoscópica determina, en especial, la naturaleza de nuestros pensamientos, por lo que es fácil, conocer, a través de semejante registro, acerca de nuestros méritos y de nuestras debilidades.

 

En todos los proceso medianímicos la maquina cerebral es el órgano de manifestación de la mente. En la vida intracraneana, es donde están asentadas las llaves de comunicación entre el mundo mental y el mundo físico.

 

El aparato encefálico reúne a millares de células, que desempeñan funciones específicas, como si fueran trabajadores en un orden jerárquico dentro de la armoniosa estructura de un Estado.

 

El alma encarnada posee en el cerebro físico los centros especiales que gobiernan la cabeza, el rostro, los ojos, los oídos y los miembros, conjuntamente con los centros de la palabra, del lenguaje, de la visión, de la audición, de la memoria, de la escritura, del gusto, de la deglución, del tacto, del olfato, del registro del calor y del frío, del dolor, del equilibrio muscular, de la comunión con los valores internos de la mente, de la conexión con el mundo exterior, de la imaginación, del gusto estético, de los variados estímulos artísticos, y tantos otros, como son las adquisiciones de experiencias atesoradas por el Ser, que conquista la propia individualidad, paso a paso y esfuerzo a esfuerzo, enalteciéndola por el trabajo, constante en pro de la sublimación integral, frente a todas las vías de progreso y perfección que la Tierra pueda ofrecer.

 

No se puede realizar ningún estudio de las facultades mediúmnicas sin estudiar correlativamente la personalidad. También es necesario e importante considerar los centros cerebrales, ya que son las bases donde operan el pensamiento y la voluntad ya que influyen de un modo comprensible en todos los fenómenos mediúmnicos, desde la intuición hasta la materialización ostensiva. Esos medios, que merecen la defensa y el auxilio de Entidades sabias y benévolas para realizar sus tareas de amor y sacrificio junto a los humanos, en muchas ocasiones pueden ser ocupados por Entidades inferiores o embrutecidas, que son motivo de los lastimosos procesos de obsesión.

 

Las realizaciones espirituales del presente son como pequeños destellos sobre las pirámides de sombra del pasado. La tarea mediúmnica, considerada como la, herramienta para el trabajo de las Inteligencias Superiores, no es fácil llevarla a buen término, pues sobre el canal aun frágil que se brinda al paso de la luz acometen las ondas pesadas de las tinieblas y de la ignorancia que se agitan, compactas, a nuestro alrededor.


-FIN-


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EL PERIESPÍRITU

Y LOS MIEMBROS FANTASMAS
Por C
arlos Bernardo Loureiro
                                                


El profesor Ernesto Bozzano, en su libro "Desdoblamiento - Fenómenos de Bilocación", se refiere a la idea de integridad en los amputados que experimentan la sensación perfecta de la existencia de la parte del cuerpo que les fue retirada.


En su obra, Bozzano invoca el testimonio de notables fisiólogos, entre los cuales figuran Weir Mitchell, Bernstein y Pitres, que así se manifestaron sobre este importante asunto:

 

“Las ilusiones de los amputados son  un hecho normal;...”

 

En efecto, para Piset, que realizó sus investigaciones con soldados de la primera guerra, entre 450 amputados solamente 14 no presentaron el fenómeno de miembro fantasma. La ilusión solamente faltaba en uno cada 30 casos. Casi siempre la ilusión sobrevenía luego de la cirugía; incluso, algunas veces ocurría más tarde, pero siempre en un tiempo bastante próximo.
El profesor William James, Psicólogo, investigó seriamente en ese campo llegando a notables y lúcidas conclusiones, que corroboran aquellas otras hasta entonces afirmadas.

 El profesor James, en sus trabajos, hace referencia a un trecho de una obra del fisiólogo A. Valentim, según el cual se puede admitir que "las sensaciones de integridad” también existe en los casos de deformaciones congénitas de miembros, como por ejemplo:

"Cierta joven de 15 años y un hombre de 40, los cuales sólo poseían una mano normal, ya que la otra presentaba, en lugar de los dedos, ligeras prominencias carnosas, sin huesos, y tenían la sensación precisa de doblar los dedos inexistentes todas las veces que doblaban el muñón informe”.

 


El profesor Ernesto Bozzano fue aún más adelante en sus investigaciones sobre los "miembros fantasmas", añadiendo:
“Me resta, demostrar que se llegó también a obtener una  fotografía  del  brazo  fluídico  de un amputado y eso gracias al magnetizador Alphonse Bouvier.

 

En el ‘Journal du Magnétisme’, julio de 1917, Bouvier publicó la larga relación sobre el modo por el cual llegó a fotografiar un miembro amputado, relación  ilustrada con un buen cliché donde aparece la sombra fluídica de un brazo ausente’, y, diríamos, la presencia de la ausencia”


En los libros: "Gestalt Psychology” (N. Y., 1950) de F. Katz, y "Phantoms in Patients with Leprosy and Elderly Digital Amputers" (N. Y., 1956), de P. Simmel, son relatados casos referentes a amputaciones normales y de miembros en los leprosos.

De acuerdo con las observaciones de los investigadores, los pacientes, después de la amputación de brazos y de piernas, comenzaron a constatar la presencia de la parte amputada, llegando a moverla y a sentir hormigueo en aquel lugar. Y aún más: la percepción puede durar, no sólo largo tiempo, sino también toda la vida.

F. Katz, por su parte, afirma: "Si una persona, con una pierna amputada, llega a una pared, ella parece atravesarla... la ley de la impenetrabilidad de la materia juzgo que no se aplica a este caso”.
     Por otro lado, la declaración de P. Simmel no es menos valiosa, en  cuanto a la comprobación del “periespíritu”"después de mis experiencias con leprosos, verifiqué que la pérdida gradual de las partes del cuerpo por absorción, por ser lenta y demorada, no produce fantasmas, y lo más notable es que, en una amputación de restos de dedos y pies, estos se reproducen no como las partes que había, pero, sí, perfectas, esto es, como antes de la absorción”.

 

Cuenta un hecho interesante: "(....) cuando se despertó de la anestesia, procuró agarrarse el pie. La sensación de existencia del miembro amputado persistía, y el paciente olvidándose, intentó pisar y cayó. Decía más tarde, que podía movilizar los dedos fantasmas.

 

No teniendo en este punto nada más que agregar, a pesar de ser autoridades en su especialidad, ciertos fenómenos escapan del dominio de su raciocinio, ya que se colocan, apenas, al nivel de la materia tangible, sensorial.

 
      Más allá de las experiencias supracitadas,  surgen  otras  más sorprendentes y que vienen a ratificar a este espírita que "las sensaciones, emociones e impulsos no se localizan en el cerebro, como quieren los fisiólogos y psicólogos, sino en el Espíritu”.

 

En la obra "Espiritismo Dialéctico” (1960), del pensador espírita argentino Manuel S. Porteiro, encontramos hechos asombrosos para los psicólogos, mostrando, claramente, que los individuos con lesiones graves, incluso en los centros nerviosos, continúan comportándose naturalmente:

 

 1) Caso presentado en la Academia de Ciencias de Paris por el Dr. Aguepin, el 24 de Marzo de 1945: "Después de operar a un soldado que había perdido enorme parte del hemisferio cerebral izquierdo (sustancia cortical y blanca, núcleos centrales etc. ), comprobó que el mismo continuaba con su comportamiento normal, a despecho de las lesiones y pérdidas de circunvoluciones básicas para las funciones esenciales”.

 

 2) Tamto Lisboa, llamado el Lusitano, publicó, en su libro "Práctica Médica”, de finales del siglo XVI, el siguiente caso: "Un niño de 10 años recibió un fuerte golpe en el cráneo, que cortó el hueso y la membrana meníngea, con pérdida de masa encefálica.

 

Al contrario de lo esperado, la herida cicatrizó. Tres años después, moría hidrocéfalo. El cráneo fue abierto y, para espanto de los médicos, no se encontró el cerebro: en su lugar había líquido. Ese hecho fue considerado extraordinario, pues el niño vivió durante tres años en esta situación con  plenitud de sus facultades psíquicas”.

 

Para explicar éste y otros casos análogos, los materialistas recurren a la hipótesis del fisiólogo francés Pierre Flourens, según el cual un hemisferio cerebral podrá suplir la falta de otro. Y qué dirán en cuanto a la ausencia total de la masa encefálica? Ahí es donde el materialismo se ve obligado a ceder terreno a la Ciencia Espírita y, no sólo en esos fenómenos, sino también en otros, estudiados por la Psicología de manera carente o insatisfactoria, como, por ejemplo, la doble personalidad.

 

Con el Espiritismo, se puede llegar a una conclusión: ir más allá e interpretar lo inexorable, esto es porque la respuesta está en nosotros mismos, en el conocimiento de la esencia del ser humano y de las partes en que está compuesto.

 

Jornal Mundo Espírita (Octubre de 1998)

Traducción Dra. Claudia M. Maglio-Esteban


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