INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- La Beneficencia
2.-La Erraticidad
3.- Malignidad
4.- La soledad del Alma, en el nacimiento y en la muerte
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La beneficencia x
No hay mayor alegría para el espíritu evolucionado que la de hacer
el bien a sus semejantes.
El espíritu imperfecto siente de vez en cuando esa sensación de
alegría y regocijo, cuando participa en las empresas a favor de sus
semejantes, ya que todos sabemos que Es un deber de todo cristiano
dilatar la generosidad en el ejercicio de la beneficencia sin muchas
interrogaciones ni exigencias.
Para que nuestros corazones estén con regocijo, no tenemos que
tener en él, remordimiento por no haber hecho el bien que podríamos haber
hecho, ni por la indiferencia que hemos prestado a aquel que vino a llamar a
nuestra puerta.
Hemos de aprovechar el tiempo y ayudar, pues la oportunidad pasa y
ya es un tiempo irreparable.
Fuera de la caridad no hay salvación, la verdadera alegría reside
en la caridad, en el bien practicado en pos de nuestros semejantes.
Por eso cuando un pobre se acerque a nosotros, cuando un enfermo
quejicoso reclame un servicio, cuando un vecino ofuscado irrumpa en nuestro
camino, lejos de amonestarle, aprovechemos la oportunidad de nuestra
sonrisa gentil, de nuestra palabra amiga, de la audición
comprensiva, de nuestro interés por el dolor ajeno, de la paciencia fraternal…
Con el pretexto de no querer compactar con las sombras, no
desdeñemos la ocasión de hacer el bien, recordemos que hay más fiesta en el Cielo
por la entrada de uno malo convertido al bien, que por la entrada de cien
justos, entonces procuremos acercarnos a esos hermanos infelices,
exteriorizando todo nuestro amor, y el día que logremos hacerles cambiar,
desistir de sus malas obras sentiremos el regocijo de la beneficencia, del bien
que hemos realizado.
Seamos generosos con los que han sucumbido en la lucha contra sus
pasiones y han sido arrastrados por el mal; seamos generosos para con los
pecadores, los criminales y los duros de corazón, ya que no sabemos por las
fases que han pasado y todo lo que han tenido que soportar para llegar al punto
en que están, por eso a los que languidecen ante sus sufrimientos y aislamiento
es que debemos procurar hacer el bien, y un día cuando les veamos fortalecidos
sentiremos en nuestro interior la alegría y satisfacción que causa el bien
hecho.
Dios nos da para que aprendamos a distribuir. El Señor agradece la
bondad que podamos ejercer con la poca cosa que podamos entregar en el servicio
del bien de los que sufren, como también por la palabra de ánimo que podamos
grabar en los corazones torturados que nos solicitan fuerzas y esperanza.
La beneficencia se expresa mediante el anonimato de las
acciones dignificantes, para que su práctica no reciba el premio de
la gratitud del beneficiado ni el reconocimiento del grupo social, ofreciendo
mecanismos de exaltación de la persona, que siente regocijo con los
homenajes, dificultando al “Yo” superior que pueda lograr la plenitud con
Dios, por haber disfrutado de la recompensa del orgullo y de la vanidad a
través de la glorificación de los hechos.
… Tengamos cuidado en no practicar las buenas obras delante de los
hombres, ocultando con sabiduría en la naturalidad los momentos de
beneficencia y de amor que sean ofrecidos con relación a quien sufre.
Ofrezcamos nuestras manos, donemos las posibilidades a
la beneficencia, y comprenderemos que el mal no merece consideración, porque,
predestinados a la luz y a la verdad, sean cuales sean nuestras limitaciones de
hoy, el tiempo y el trabajo en nombre del amor a Dios, nos conducirá a la
felicidad verdadera donde mueren todas las aflicciones, practicando la
beneficencia que también es caridad.
Trabajo realizado por Merchita
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LA ERRATICIDAD x
La erraticidad se refiere al estado
de los Espíritus errantes, es decir, no encarnados, durante los intervalos de
sus diversas existencias corporales. De ninguna manera la erraticidad es una
señal absoluta de inferioridad para los Espíritus.
Hay
Espíritus errantes de todas las clases, salvo los del primer orden, o Espíritus
puros que, al no tener más necesidad de reencarnarse, no pueden ser
considerados como errantes.
Los
Espíritus errantes son felices o desdichados según el grado de su depuración.
Es en
este estado que el Espíritu –cuando se ha despojado del velo material del
cuerpo – reconoce sus existencias anteriores y las faltas que lo alejan de la
perfección y de la felicidad infinita; entonces, es también cuando elige nuevas
pruebas para progresar más rápidamente.
Tomado
del libro Vocabulario Espírita
Adaptación
Oswaldo E. Porras Dorta
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MALIGNIDAD x
Hay quien parece
instalado en el mal permanentemente. El mal es su medio ambiente natural, mientras que el bien
parece que les incomoda y les irrita.
Y así
permanecen en la vida; una vida en la que el tiempo parece que se ha
detenido para ellos.
Da la impresión de
que están cómodamente gozando con una vida de
maldades, astucias e intrigas, y nunca se sabe muy bien a donde pretenden
llegar o cuáles son sus metas o motivos. Es como si para esa clase
de personas, ciegas de egoísmo, de envidias, de odios y de rencores solamente
existiese el hoy o el momento inmediato. Es como si el mañana
no existiese para ellos.
Hablan, calumnian,
intrigan, siembran veneno constantemente, allá donde se encuentran disfrutando con tanta maldad, pero no pueden
comprender que los seres humanos somos algo más que lo que se puede ver y
tocar en las personas; no comprenden que hoy están, y mañana ya no estarán
más. No comprenden que por encima de las formas físicas, ante todo
y en esencia somos energía y Vida: nuestro Yo superior es una energía
evolutiva y mutable; y como toda energía, somos imperecederos y llamados
a transformarnos dentro de ese proceso gradual que llamamos evolución del
alma.
El materialismo les impide considerar que el cuerpo físico solo es materia; que no es uno mismo; que se forma, nace, crece, finalmente muere y se desintegra; que el cuerpo es una extraordinaria maquinaria en la que actúa y es dirigida por el espíritu en el plano físico.
Este materialismo nos impide comprender que somos energías independientes unas de otras pero semejantes y con un mismo origen: Dios.
Siendo seres espirituales que somos, pensamos y sentimos de modo individualizado,
ello supone en nosotros unas frecuencias vibratorias particulares e
independientes, pero cuando coinciden o sintonizan entre ellas, naturalmente se
agrupan o aproximan con arreglo a lo que determinan las Leyes Cósmicas de
Vibración y de Afinidad, y multiplican sus potencias y sus efectos sobre
las materias y sobre otros Seres que, según su libre albedrío, o bien
sintonizan y se unen a ellos en una vibración común, de la clase que sea, buena o
mala, o bien no sintonizan y se encuentran repelidas y distanciadas de la
vibración del grupo, que no les llega a aceptar. Simplemente, es una
cuestión de sintonía.
Comenzamos
así a vislumbrar el mecanismo por el cual funciona la oración, y también por el
que obran las acechanzas de esas agrupaciones de espíritus inferiores que
se congregan y se apoyan para acciones de mal. Sin embargo, cuanto más
malignos, más infelices son; pretenden disfrutar en el mal y solo encuentran
cada vez, más y más infelicidad o sufrimiento,
Estamos viendo el mal por doquier,
siendo con frecuencia lo que más nos encontramos, porque en nuestro mundo de expiaciones y de pruebas es lo más abundante,
es lo que llamamos el espíritu del mal, representado por la acción de seres espirituales inferiores, que como bandidos ocultos en las
sombras, nos acechan y tratan de perturbarnos porque los que sintonizan
con el bien, llevan en sí una Luz que irrita y molesta a los que se demoran en el mal..
Si los malos de este mundo supiesen lo malo
que es ser malo y que todas sus maldades van a repercutir en ellos
irremediablemente, y tantas veces multiplicadas, antes o después haría ya mucho tiempo que por propio interés personal se esforzarían por ser buenos, por
tanto, nunca envidiemos la “buena fortuna” que a veces parecen tener
los malvados, porque estas son como las últimas oportunidades que la Misericordia Divina les da para que se enmienden, y lo que les llegará después será, invariablemente, un fruto de la misma
clase que el del sufrimiento y la
malignidad, sembrada ahora por ellos.
Al igual que los seres malignos tienen libertad para anclarse en el mal, nosotros también somos
libres de optar por el bien, sintonizando positivamente nuestras mentes y
espíritus, alejándonos así de sus acechanzas, o bien nos podemos dejar
arrastrar por el mal, mecidos por su perniciosa influencia cuando
nuestro espíritu sintoniza con su bajo nivel vibratorio.
Por tanto, a pesar de lo notorio de las influencias malignas, tengamos fe en el Padre Creador, sabiendo que tenemos una poderosísima herramienta para vencer el mal y extender el bien que procede de Él : El Amor sentido y realizado que es una poderosa vibración mental y espiritual que podemos utilizar en nuestro día a día, en nuestras vicisitudes, durante el contacto con las personas y ambientes que nos rodean cotidianamente, Y no olvidemos nunca que en la vibración que mantengamos de bien o de mal, nunca estamos solos, pues por afinidad, siempre nos acompañarán Entidades espirituales semejantes a nuestro estado vibratorio, influyéndonos en un sentido o en otro.
Con nuestros sentimientos y reacciones deberemos permanecer siempre alerta para detectar desde el inicio, cualquier mal ambiente o influencia negativa que nos amenace, y es en ese momento, en un acto de introspección íntima, cuando trataremos de alejarnos del origen de esa perturbación o fuente del mal, y pediremos asistencia a nuestros Espíritus Protectores elevando el pensamiento para sintonizar con la vibración positiva del bien y del Amor, como el único antídoto eficaz contra el veneno del mal cuando este amenaza nuestra felicidad.
- Jose Luis Martín-
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LA SOLEDAD DEL ALMA, EN EL NACIMIENTO Y LA MUERTE x
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