martes, 13 de junio de 2023

Reflexiones y consejos espíritas

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Una frase de Krisna

2.- ¿Jesucristo pudo resucitar muertos porque era Dios?

3.- Kardec y el auto  conocimiento

4.-Reflexiones y consejos espíritas


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                 UNA FRASE DE KRISHNA : 

“Así como el alma residente en el cuerpo material,  pasa por las etapas de infancia, juventud, virilidad y vejez, así a su debido tiempo pasa a otro cuerpo y en otras encarnaciones volverá a vivir y desempeñar una nueva misión en la Tierra”. 

-Krishna- El Bhagavad Gita –

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¿Jesucristo pudo resucitar muertos porque era Dios? 

                                        


Jesús de Nazaret nunca dijo ser Dios, pero sí hijo de su Padre Celestial, al igual que lo somos todos los seres humanos, cosa que Él nos dejó enseñado, por tanto los supuestos "milagros" no los realizó por ser Dios, sino por su enorme ascendiente evolutivo y moral, que le permitían un enorme poder para manejar energías físicas y espirituales, y además de eso, en su presencia se le sometían todos los seres espirituales que habían en su entorno físico. 

Durante su vida pública, no resucitó muertos ni hizo milagros, tal como se entienden en el sentido de alterar o transgredir de forma extraordinaria lo que está sujeto a unas normas y leyes de la Naturaleza. Eso sí que hubiese sido algo “sobrenatural”, pero nada existe fuera de la Naturaleza, pues esta es el orden establecido por el Padre para la Creación. Existen fenómenos paranormales o extraordinarios, llamados así porque están fuera de la comprensión y aceptación de la ciencia humana, pero no sobrenaturales, porque no puede contradecirse Dios a Sí mismo en su Creación.

Jesús no vino a este mundo para hacer de mago prestidigitador ni para romper las Leyes Naturales establecidas por el Padre. Además, Él no dijo en ningún momento que Él mismo fuese Dios, y desde luego no lo era. Él solamente dijo ser Hijo de Dios, y por extensión también nos enseñó que todos somos como Él, hijos del mismo Padre. Dios es nuestro Padre Celestial, porque de Él procedemos.

Por otra parte, es de señalar que Dios solo se manifiesta mediante unas normas fijas creadas por Él, que son las leyes cósmicas naturales, por lo Dios no se dedica a resucitar seres humanos en este pequeño planeta Tierra, ni a hacer grandes milagros para impresionarnos con su poder. Si tales milagros fuesen ciertos y reales, tal como se entienden, Dios estaría actuando contra sus propias Leyes establecidas por Él mismo.  que tienen un carácter universal, esto es, que son iguales en todo el Universo. Creer en la fantasía de los milagros de resucitar cadáveres u otros,  es como pretender rebajar la infinita grandeza y sabiduría del Creador.

En la persona de Jesús de Nazaret encarnó el Espíritu regidor de la Tierra, el Cristo, al que desde el principio de la Creación de la misma, Dios encomendó en esa gran misión. Él fue y es su Guía,  que tutela este planeta y a sus criaturas, desde el comienzo  de la existencia de nuestro mundo, a lo largo de  todo su proceso. Él es sin duda, el Ser espiritual de más elevado, cercano al Padre, y de la más alta jerarquía espiritual que ha encarnado jamás  en la Tierra.

Precisamente este elevado Ser,  encarnó en la persona de  Jesús de Nazaret, para impulsar nuestra evolución  enseñándonos el camino a la perfección y a la felicidad cerca del Padre, con  Su mensaje ético y moral que tanto  ha impulsado la evolución espiritual en la Tierra, además  de mostrarnos nuestra filiación Divina  haciéndonos comprender que somos hermanos  procedentes de un mismo Padre común y que juntos nos debemos aproximar  a  nuestro Padre común, por el camino del Amor que nos lleva a una felicidad incomprensible todavía para los seres humanos que habitamos actualmente este pequeño mundo de Expiación y Pruebas que es la Tierra.

De otra parte, un Ser Crístico de su nivel, no actúa aislado y en solitario en un mundo tan inferior  como lo es el nuestro y mas aún como lo era la Tierra en aquella  época, sino que lo hizo asistido y apoyado por  la enorme energía  mental y la gran capacidad espiritual vibratoria de muchos otros evolucionadísimos Seres del Plano Espiritual o de otras dimensiones, que nunca dejaron de  acompañarle, ayudarle y servirle en su misión  divina.

     Los prodigios de Jesús fueron reales, pero no sobrenaturales, Jesús no vino a alterar la Naturaleza; fueron hechos que estuvieron basados en el dominio natural  de las energías físicas y espirituales, y la autoridad que Su Espíritu tenía sobre la Naturaleza, como magnetizador y manejador de las energías cósmicas, además de por su enorme ascendiente espiritual y poder sobre todos los seres espirituales que ante Su sola presencia le quedaban sometidos. Jesús realizó sus prodigios mediante el gran poder mental y magnetizador que irradiaba, así como por la potente energía sanadora que dirigía y controlaba desde la mente mediante Su voluntad. Él tenía estas capacidades de modo natural, sin tener que hacer para ejercerlas esfuerzos extraordinarios, debido a su elevadísimo nivel de evolución alcanzada, en todos los sentidos. De hecho, el único “secreto” que Él podía tener para mantener y aplicar esas capacidades, era su permanente conexión espiritual con el Padre y con todo el cortejo de grandes Seres espirituales que lo acompañaban y asistían permanentemente.

     Él no vino a este mundo  para  hacer mágicos y maravillosos  milagros  trastocando el orden Divino de la Creación, de la vida y de la muerte,  establecidos por el Padre,  derogando  con ello la Ley Natural  establecida,  ni ninguna otra ley divina, porque estas leyes fueron establecidas  por el mismo Dios Creador,  infinitamente superior en Jerarquía  a todas sus criaturas, incluidos los “Arcángeles” y todos  los “Cristos Planetarios”.

      Jesús  fue un profundo conocedor del espíritu humano y su psicología, y sabía como despertarlo al interés por una comprensión espiritual y  guiarlo por el camino para realizar una  reforma moral que nos  impulsase en el proceso evolutivo. Por eso, a veces obró prodigios de sanación mediante su  gran poder Divino, cuando  las leyes de Causa y Efecto  lo permitían, pero lo que no hizo nunca, a pesar de las apariencias, fue resucitar cadáveres en el literal sentido de su significado, derogando así una ley natural establecida por el Padre, ni  menos aún pretendiendo  impresionar a nadie  haciendo que ningún espíritu ya libre de la materia regresara desde el Más Allá  a ocupar la misma materia abandonada con la muerte, pues además para ser creído y llegar al corazón de los que le escuchaban, no necesitaba ejercer de poderoso mago prestidigitador ni de romper con las Leyes Naturales establecidas, sino que lo lograba llegando al corazón de quienes le seguían por la pureza y elevada  irradiación espiritual, o por el enorme magnetismo que le caracterizaba. Tenemos por ejemplo, el episodio evangélico de la “resurección” de su amigo Lázaro, de la que el evangelista señala, para remarcar más el hecho de esa resurección en sí mismo, que el cadáver ya olía, para dejar claro que no había otro sentido en el cuadro descrito, que el de la verdadera y auténtica muerte, y que Jesús, impresionado ante la muerte de su amigo, sollozó, lo que vendría a señalar que el mismo Jesús era un Ser humano, tan sensible como cualquiera, y lo tuvo por muerto, no sabiendo lo que poco después acontecería con el amigo por su mediación. Sin embargo, este caso, como tantos otros conocidos o desconocidos que se han dado a lo largo de la historia humana, bien pudo ser en realidad, un estado de catalepsia o muerte aparente, del que el Cristo lo sacó por su gran poder magnetizador y su autoridad sobre todos los Espíritus.

 Por estos  poderes hizo también otros muchos “milagros”, pero discretamente, de modo que no transcendieron y  por eso  no han pasado a la historia a través de aquellas ancestrales crónicas  primero relatadas y más tarde escritas que fueron seleccionadas de los escritos Evangélicos, pues queda claro que a Jesús no le interesaba captar la atención de ese modo, no era esa su misión,  porque además esto hubiera sido más bien  una rémora para cumplir con su verdadera misión de llegar a despertar el sentimiento y el corazón de las personas.

- José Luis Martín-

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     KARDEC Y EL AUTO CONOCIMIENTO                         

  

Es complicado caminar por tierras extrañas, en un viaje donde falta conocimiento del camino a seguir. Cuando esto ocurre las probabilidades  de error son grandes. Imprescindible, por lo tanto, es abastecerse de todas las condiciones para que este viaje transcurra de la mejor forma posible.

 El viaje que nos referimos aquí es el retorno del Espíritu al mundo de la materia, por las puertas sagradas de la reencarnación.

 ¿Pero, y el planeamiento? ¿No planeamos este viaje de retorno al mundo físico? Si lo planeamos, no será algo tan extraño, al final, es como si recordásemos los caminos a recorrer, basta seguir el camino  planeado y no nos perderemos.

 Si, es verdad, si seguimos el planeamiento elaborado, procurando cumplirlo, todo es más fácil ; con todo, todo planeamiento está sujeto a cambios de rumbo, ya que, depende de nuestras elecciones.

 Podemos seguir lo que fue planeado en el plano espiritual, como podemos, entorpecidos por los sentidos de la carne, adentrarnos por otros caminos.

 Entonces, ¿Cómo lograr éxito en nuestra jornada terrena, si no cumplimos lo que nos fue trazado otrora, en el plano espiritual? A final, si optamos por otros caminos que no son los estudiados y planificados, nuestras posibilidades  de éxito son más difíciles.

 Sí que, hasta pueden  quedar más difíciles, pero no imposibles; la variación de lo  planificado no quiere decir fracaso existencial.

 Entretanto, hay en toda esta historia un ingrediente que hace la diferencia en nuestro favor: ¡el auto conocimiento!

 Auto conocimiento que está explícito en la codificación de la Doctrina Espírita, más precisamente en la cuestión de nº 919, de“El libro de los Espíritus”, donde los bienhechores indican el autoconocimiento como condición esencial para el éxito en los palcos de la vida.

Quien ejercita el auto conocimiento sabe las virtudes que posee y las limitaciones a superar.

 dígase de paso, que conocer las virtudes no quiere decir ser prepotente, pero sí saber las conquistas efectuadas, ¿o alguien duda que tenemos muchas conquistas?

 Si, tenemos muchas virtudes, muchas habilidades que desarrollamos al largo de nuestras existencias. El gran problema es que muchos consideran que saber de la existencia de estas virtudes es  vanagloriarse.

 Nada de esto; eso si es auto conocerse, saber lo que ya fue conquistado. Lo que no puede es resbalar a los excesos e idolatrar la propia figura, o utilizar las conquistas efectuadas en el campo de la cultura, por ejemplo, para constreñir al semejante, eso ya es otra historia.

 Quien se considera profesor de la vida, estará efectivamente preparado para ocupar un dignísimo lugar al lado de “DIOS”, y entra en letargia existencial dejando de avanzar por la simples razón de considerarse perfecto. Somos todos seres en constante construcción, insertos en un incesante proceso de aquilatar virtudes y superar limitaciones, con todo, es necesario conocer las virtudes que faltan por conquistar y los defectos que si debe depurar.

 Es ilustrativo el caso del alcoholismo, una enfermedad que solo es vencida cuando el alcohólico se entera de su condición. Es necesario que el alcohólico primero admita que está enfermo, para después vencer el vicio. Mientras el alcohólico intenta  engañarse, considerando que no tiene nada, persistirá enfermo por un simple motivo: ¡ignorancia!

 Ese ejemplo apenas demuestra  la necesidad constante que tenemos de cultivar el autoconocimiento, estudiándonos permanentemente para que no quedemos sometidos a nuestras debilidades.

 Y en el tópico del auto conocimiento, vale la pena recordar a Kardec, ya que, se autoconocía y sabía  las virtudes que poseía, como también tenía plena ciencia de que no era el único capaz de desempeñar el trabajo de organización de la Doctrina Espírita.

 Y  demostrar eso de manera objetiva e segura, sin aires de superioridad que caracterizan al ser prepotente. Nos dice en “Obras Póstumas”, refiriéndose a la caridad: (...) “Es cierto que no me pertenece formular el inventario del bien que pude hacer; pero en un momento en el que todo parece olvidarse, debe serme permitido manifestar a los que me sobrevivan, que mi conciencia me dice que no he traicionado a nadie, que he hecho todo el bien que me ha sido posible y que he respetado y no he pedido cuentas a la opinión; sobre este punto mi conciencia está tranquila,” (...)

 Y de la misma obra arriba citada, extraemos otra prueba de autoconocimiento que poseía el codificador, que no se consideraba insustituible, dejando explícito que una obra gigantesca como el Espiritismo, no queda subordinada a solamente un hombre, prueba cabal de la magnitud divina: (...)” no tengo la pretensión de ser  indispensable, que Dios es muy sabio para hacer descansar el porvenir de una doctrina que debe regenerar el mundo sobre la vida de un hombre, y que además, me ha sido dicho que para cumplir mi tarea de constituir la doctrina, me será otorgado el tiempo necesario.” (...)

 En la familia, en la sociedad, en el trabajo y en las actividades voluntarias que desempeñamos, somos todos importantes, con todo, no insustituibles. Tener consciencia de la condición de eternos alumnos de la vida es el secreto para que no nos estacionemos en la prepotencia, ni nos hundamos en las oscuras aguas de la falta de confianza en nosotros mismos. Todos tenemos virtudes, es importante saber  esto. Todos tenemos limitaciones, y es más importante aun no ignorarlas, para que cumplamos fielmente los designios del Creador, que nos prepara a todos un futuro prometedor.

 Pensemos en esto.

  Autor: Wellington Balbo 

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           Reflexiones y consejos espíritas


Conserva siempre vivo el ideal de felicidad.
Trabaja mirando el bien propio y el bien de la humanidad.
Pero no tengas la preocupación de acumular riquezas materiales que no te llevaras al partir, es suficiente con lo necesario.
Acumula riquezas espirituales y verdaderas, estas son las únicas que te llevarás, construidas con los beneficios que prestas a tus semejantes; porque mañana, cuando partas al mundo espiritual, recibirás de todos la alegría y la gratitud del auxilio realizado.
La alegría del bien que se realiza es el mayor tesoro que podemos obtener.
Cultiva la Paz y el amor en alto grado.
La Paz es el estado del alma del que siente en si la plenitud y la calma de la vida.
La Paz nace de nosotros mismos, de la conciencia tranquila, del cumplimiento exacto de nuestros deberes y vibra en nosotros a pesar de todos los sufrimientos, calumnias e injusticias.
No pierdas la Paz y cuando la tristeza quiera apagar tu alegría , eleva una oración a Dios, la Luz y la Paz brillarán siempre en ti.

-Ángeles Calatayud-
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