SERENIDAD
El buen ciudadano no puede ni debe renunciar a la serenidad, cualquiera sea la situación en que se vea colocado. Dejarse dominar por las secretas pasiones del ego es un comportamiento peligroso, porque estas lo enceguecen, le quitan el discernimiento y lo precipitan a situaciones embarazosas. La serenidad demuestra seguridad personal, conciencia de su actitud y confianza en el bien.
Habitualmente, en los momentos de crisis estallan incendios voraces, y llamaradas -tan inesperadas como devoradoras-, surgen en todas partes, dificultando la comprensión de lo que ocurre y precipitando conductas lamentables. La verdad es falseada, suposiciones malévolas son transformadas en acusaciones insensatas, y la apreciación siempre es desacertada, porque se ha basado en ideas preconcebidas.
La crisis, cualquiera sea su naturaleza, es invariablemente el punto culminante de una cuestión que ha sido descuidada, que se agrava a medida que no recibe la consideración que merece, hasta el momento en que ya no es posible seguir postergándola. Surgen, en breve, temperamentos exaltados de un lado y del otro, que se desafían, ansiosos de debates inútiles y acusatorios, que revelan -también- a los aprovechadores que se excusan de comprometerse, porque son pusilánimes que desean siempre especular.
La serenidad no es compatible con el error ni con los comportamientos ilegales, inmorales o agresivos, solamente procede con equilibrio, sin aumentar la inquietud que se generaliza, y que casi siempre termina en acciones que atentan contra la dignidad de los seres humanos. En tales períodos de crisis, de incertidumbre, surgen rumores que atemorizan; las calumnias son admitidas y exaltadas, y la justicia -mal aplicada- transgrede sus propias normas.
La mejor manera de comportarse durante acontecimientos de tal naturaleza es proceder correctamente, sin los compromisos emocionales de ocasión, contribuyendo a favor de la armonía de todos. En estos días en los cuales las noticias corren a muy alta velocidad, y las conductas de ciertos enfermos emocionales son aprovechadas para generar pánico, es necesaria la vigilancia, para que no se abandone la serenidad.
Divaldo Franco
Profesor, médium y conferencista
Artículo publicado en el diario A Tarde, columna Opinión, el 24-03-2016.
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ENFERMOS Y MEDIUMNIDAD
Toda enfermedad tiene raíces en el alma,por éste principio general no estamos,desde luego,autorizados a decir que la mediumnidad sea el remedio para todos los males físicos,conteniendo en si la propiedad de sanar todas las dolencias de la criatura humana.
En el equilibrio espiritual que está confiado el trabajo de asegurarnos,en futuro remoto,la reencarnación en cuerpos relativamente,perfeccionados,sin las llagas comunes a los de hoy.
El desarrollo mediúmnico no deberá ser recomendado,pues,como fuga a dolencias conocidas o desconocidas de la ciencia oficial de nuestros días.Correremos el riesgo de agravar males en vías de instalarse o desarrollarse,tornándolos a veces irreversibles,si encaminamos a todos los enfermos que nos buscan a un estado de florecimiento mediúmnico indiscriminado.
Habrá casos de enfermos que son médiums,y algunos hasta con dolencias infecto-contagiosas.
El buen sentido nos impele a coincidir con el Espíritu de André Luiz ,en Conducta Espírita,en la afirmación de que:un enfermo médium es un médiun-enfermo o sea,es un médium que precisa cuidar por su reajuste psico-orgánico,antes de intentar el intercambio mediúmnico.Le cabe,de ésta forma,atender al tratamiento médico a que se somete y sustentar el aprendizaje del Cristianismo Redivivo.No ejercitará su sentido mediúmnico en tanto no se recupere parcialmente de sus males físicos,salvo si estuviera internado en sanatorios o locales a donde mantengan contacto con hermanos que atraviesan las mismas experiencias dolorosas.
Es por amor al enfermo que no le crearemos obligaciones que por el momento se siente imposibilitado de cumplir,en vista de sus deficiencias orgánicas.Su estado anormal lo sensibiliza extremadamente,tornándolo vulnerable a las influencias viciosas de Espíritus enredados en el mal,cuando asiste a sesiones mediúmnicas.Y si insistimos en mantenerlo en tareas o en recinto
inadecuado a su estado orgánico,estaremos asumiendo un límite de corresponsabilidad por el agravamiento de sus problemas.
Es un programa de trabajo y definición de responsabilidad que tenemos a nuestro frente y que nos pide el máximo equilibrio psico-orgánico para rendir lo mejor en favor de nuestro prójimo.
DESARROLLO MEDIÚMNICO:ROQUE JACINTO
En el equilibrio espiritual que está confiado el trabajo de asegurarnos,en futuro remoto,la reencarnación en cuerpos relativamente,perfeccionados,sin las llagas comunes a los de hoy.
El desarrollo mediúmnico no deberá ser recomendado,pues,como fuga a dolencias conocidas o desconocidas de la ciencia oficial de nuestros días.Correremos el riesgo de agravar males en vías de instalarse o desarrollarse,tornándolos a veces irreversibles,si encaminamos a todos los enfermos que nos buscan a un estado de florecimiento mediúmnico indiscriminado.
Habrá casos de enfermos que son médiums,y algunos hasta con dolencias infecto-contagiosas.
El buen sentido nos impele a coincidir con el Espíritu de André Luiz ,en Conducta Espírita,en la afirmación de que:un enfermo médium es un médiun-enfermo o sea,es un médium que precisa cuidar por su reajuste psico-orgánico,antes de intentar el intercambio mediúmnico.Le cabe,de ésta forma,atender al tratamiento médico a que se somete y sustentar el aprendizaje del Cristianismo Redivivo.No ejercitará su sentido mediúmnico en tanto no se recupere parcialmente de sus males físicos,salvo si estuviera internado en sanatorios o locales a donde mantengan contacto con hermanos que atraviesan las mismas experiencias dolorosas.
Es por amor al enfermo que no le crearemos obligaciones que por el momento se siente imposibilitado de cumplir,en vista de sus deficiencias orgánicas.Su estado anormal lo sensibiliza extremadamente,tornándolo vulnerable a las influencias viciosas de Espíritus enredados en el mal,cuando asiste a sesiones mediúmnicas.Y si insistimos en mantenerlo en tareas o en recinto
inadecuado a su estado orgánico,estaremos asumiendo un límite de corresponsabilidad por el agravamiento de sus problemas.
Es un programa de trabajo y definición de responsabilidad que tenemos a nuestro frente y que nos pide el máximo equilibrio psico-orgánico para rendir lo mejor en favor de nuestro prójimo.
DESARROLLO MEDIÚMNICO:ROQUE JACINTO
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Si alguien te mostrara una semilla oscura y fea, diciendo que dentro de ella hay una hermosa y perfumada flor, tú le creerías, porque sabes que de la semilla nace la planta que produce la flor.
Pues bien, cree también que en ti, por más imperfecto que seas, crecerá, purificada y hermosa, tu alma inmortal que alcanzará la felicidad.
Ten fe en ti mismo y busca la perfección.
Minutos de Sabiduría
C Torres Pastorino
Ten fe en ti mismo y busca la perfección.
Minutos de Sabiduría
C Torres Pastorino
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LOS FENÓMENOS ESPÍRITAS
Y LOS MILAGROS
La intervención de inteligencias ocultas en los fenómenos espíritas no hace que estos sean más milagrosos que todos los otros fenómenos cuya causa es un agente invisible, porque esos seres ocultos que pueblan el espacio constituyen una de las fuerzas de la naturaleza, fuerza cuya acción es incesante tanto sobre el mundo material como sobre el mundo moral.
Al ilustrarnos acerca de esa fuerza, el espiritismo nos da la solución de una infinidad de hechos inexplicados e inexplicables por cualquier otro medio, y que en tiempos remotos eran tomados por prodigios. Del mismo modo que el magnetismo,el espiritismo revela una ley que, si bien no es desconocida, es la menos mal comprendida; o mejor dicho, se conocían sus efectos, porque han tenido lugar en todos los tiempos, pero no se conocía la ley, y fue el desconocimiento de esa ley lo que generó la superstición. Una vez conocida la ley, lo maravilloso desaparece y los fenómenos ingresan en el orden de los hechos naturales. Por eso los espíritas no producen milagros cuando hacen que una mesa se mueva sola, o que escriban los muertos, del mismo modo que el médico no produce un milagro cuando hace revivir a un moribundo, ni el físico cuando hace que caiga un rayo.
Quien pretendiese hacer milagros con la ayuda de esta ciencia sería un ignorante de la materia, o bien un embaucador.
.* Dado que el espiritismo repudia toda pretensión relativa a hechos milagrosos, ¿habrá milagros fuera de su ámbito, en la acepción corriente de la palabra?
Digamos, en principio, que entre los hechos considerados milagrosos que ocurrieron antes del advenimiento del espiritismo y que ocurren aún en el presente, la mayor parte, si no todos,encuentran una explicación en las nuevas leyes que este ha venido a revelar. Por lo tanto, esos hechos se incluyen, aunque bajo otro nombre, en el orden de los fenómenos espíritas, y como tales no tienen nada de sobrenatural. Compréndase bien, pues,que sólo nos referimos a los fenómenos auténticos, y no a aquellos que, con la denominación de milagros, son el producto de una charlatanería indigna que pretende la explotación de la credulidad.
Tampoco nos referimos a ciertos hechos legendarios que pueden haber tenido en su origen un fondo de verdad, pero que la superstición ha ampliado hasta el absurdo. Sobre esos hechos viene el espiritismo a arrojar luz, pues proporciona los medios para separar lo verdadero de lo falso.
EL GÉNESIS
ALLAN KARDEC
Digamos, en principio, que entre los hechos considerados milagrosos que ocurrieron antes del advenimiento del espiritismo y que ocurren aún en el presente, la mayor parte, si no todos,encuentran una explicación en las nuevas leyes que este ha venido a revelar. Por lo tanto, esos hechos se incluyen, aunque bajo otro nombre, en el orden de los fenómenos espíritas, y como tales no tienen nada de sobrenatural. Compréndase bien, pues,que sólo nos referimos a los fenómenos auténticos, y no a aquellos que, con la denominación de milagros, son el producto de una charlatanería indigna que pretende la explotación de la credulidad.
Tampoco nos referimos a ciertos hechos legendarios que pueden haber tenido en su origen un fondo de verdad, pero que la superstición ha ampliado hasta el absurdo. Sobre esos hechos viene el espiritismo a arrojar luz, pues proporciona los medios para separar lo verdadero de lo falso.
EL GÉNESIS
ALLAN KARDEC
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Elección de las pruebas
En estado errante, y antes de iniciar una nueva existencia corporal, ¿tiene el Espíritu conciencia y previsión de lo que le sucederá durante la vida?
- Él mismo escoge el tipo de pruebas a que quiere ser sometido, y en esto consiste su libre albedrío.
258 a. ¿No es entonces Dios quien le impone las tribulaciones de la vida como castigo?
- Nada acontece sin permiso de Dios, por cuanto es Él quien ha establecido todas las leyes que rigen el Universo. ¡Preguntaréis por qué ha hecho tal ley en lugar de otra! Al dar al Espíritu la libertad de elegir, Él le deja toda la responsabilidad de sus actos y de sus consecuencias, sin obstruir para nada su porvenir. Suya puede ser la senda del bien, así como la del mal. Pero si cae derrotado le quedará un consuelo: el de que todo no terminó para él, y que Dios, en su bondad, le deja libre para reiniciar lo que hizo mal. Además, es menester distinguir lo que es obra de la voluntad de Dios, de aquello otro que es obra del hombre. Si un peligro os amenaza, no seréis vosotros quienes lo hayáis creado, sino Dios. Pero podéis exponeros voluntariamente a él, porque habéis visto en él un medio para vuestro propio adelanto, y Dios lo permite.*
259. Si cabe al Espíritu elegir el género de pruebas que deberá afrontar, ¿se deduce de ello que todas las adversidades que experimentamos en la vida han sido previstas y escogidas por nosotros?
- “Todas” no es la palabra adecuada, porque no es cuestión de afirmar que hayáis seleccionado y previsto cuanto ha de aconteceros en el mundo, hasta las cosas de menor cuantía. Lo que elegisteis es una clase de pruebas: los detalles son consecuencia de la posición en que os halléis y a menudo de vuestras propias acciones. Si, por ejemplo, el Espíritu ha querido nacer entre malhechores, sabía a qué consecuencias se exponía, pero no conocía de antemano cada uno de los actos que iba a realizar. Tales actos son el efecto de su voluntad o de su libre arbitrio. El Espíritu sabe que al optar por semejante camino le aguarda determinado tipo de lucha. Conoce, pues, la índole de las vicisitudes por las que va a pasar, pero ignora si tal acontecimiento se producirá antes que tal otro. Los detalles nacen de la fuerza de las circunstancias. Sólo puede prever los sucesos importantes, aquellos que influirán sobre su destino. Si tomas un sendero escabroso sabes que deberás adoptar grandes precauciones, porque tienes posibilidades de caer, pero desconoces en qué lugar exacto se producirá tu caída, y quizá no caigas si eres lo bastante prudente. Si caminas por la vereda y te cae sobre la cabeza una teja desde lo alto, no creerás que estaba escrito, como vulgarmente se afirma.*
En estado errante, y antes de iniciar una nueva existencia corporal, ¿tiene el Espíritu conciencia y previsión de lo que le sucederá durante la vida?
- Él mismo escoge el tipo de pruebas a que quiere ser sometido, y en esto consiste su libre albedrío.
258 a. ¿No es entonces Dios quien le impone las tribulaciones de la vida como castigo?
- Nada acontece sin permiso de Dios, por cuanto es Él quien ha establecido todas las leyes que rigen el Universo. ¡Preguntaréis por qué ha hecho tal ley en lugar de otra! Al dar al Espíritu la libertad de elegir, Él le deja toda la responsabilidad de sus actos y de sus consecuencias, sin obstruir para nada su porvenir. Suya puede ser la senda del bien, así como la del mal. Pero si cae derrotado le quedará un consuelo: el de que todo no terminó para él, y que Dios, en su bondad, le deja libre para reiniciar lo que hizo mal. Además, es menester distinguir lo que es obra de la voluntad de Dios, de aquello otro que es obra del hombre. Si un peligro os amenaza, no seréis vosotros quienes lo hayáis creado, sino Dios. Pero podéis exponeros voluntariamente a él, porque habéis visto en él un medio para vuestro propio adelanto, y Dios lo permite.*
259. Si cabe al Espíritu elegir el género de pruebas que deberá afrontar, ¿se deduce de ello que todas las adversidades que experimentamos en la vida han sido previstas y escogidas por nosotros?
- “Todas” no es la palabra adecuada, porque no es cuestión de afirmar que hayáis seleccionado y previsto cuanto ha de aconteceros en el mundo, hasta las cosas de menor cuantía. Lo que elegisteis es una clase de pruebas: los detalles son consecuencia de la posición en que os halléis y a menudo de vuestras propias acciones. Si, por ejemplo, el Espíritu ha querido nacer entre malhechores, sabía a qué consecuencias se exponía, pero no conocía de antemano cada uno de los actos que iba a realizar. Tales actos son el efecto de su voluntad o de su libre arbitrio. El Espíritu sabe que al optar por semejante camino le aguarda determinado tipo de lucha. Conoce, pues, la índole de las vicisitudes por las que va a pasar, pero ignora si tal acontecimiento se producirá antes que tal otro. Los detalles nacen de la fuerza de las circunstancias. Sólo puede prever los sucesos importantes, aquellos que influirán sobre su destino. Si tomas un sendero escabroso sabes que deberás adoptar grandes precauciones, porque tienes posibilidades de caer, pero desconoces en qué lugar exacto se producirá tu caída, y quizá no caigas si eres lo bastante prudente. Si caminas por la vereda y te cae sobre la cabeza una teja desde lo alto, no creerás que estaba escrito, como vulgarmente se afirma.*
260. ¿Cómo es posible que el Espíritu quiera nacer entre personas de mala vida?
- Precisa ser enviado a un medio en el que pueda someterse a la prueba que ha pedido. Es necesario que haya analogía: para luchar contra el instinto del bandolerismo tiene que encontrarse entre personas de esa laya.
260 a. Si en la Tierra no existieran gentes de mala vida, ¿no podría el Espíritu, pues, encontrar aquí el ambiente requerido para afrontar ciertas pruebas?
- ¿Acaso tendríamos que quejarnos de ello? Esto sucede en los mundos superiores, donde el mal no tiene cabida. De ahí que sólo haya en ellos Espíritus buenos. Haced que pronto ocurra lo mismo en vuestra Tierra.
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC
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