viernes, 2 de septiembre de 2016

FORMAS DEL PENSAMIENTO...EGREGORES.

                         

                                                 

           El caso de Antonio Bell 

Contador en un banco del Canadá, se suicidó el 28 de febrero de 1865. Uno de nuestros 
corresponsales, médico y farmacéutico en la misma ciudad, nos ha dado sobre dicho Bell las noticias siguientes: 
“Conocía a Bell desde más de veinte años. Era un hombre inofensivo y padre de una 
numerosa familia. Hace algún tiempo se imaginó que había comprado un veneno en mi casa, y que se había servido de él envenenando a alguno. Muchas veces vino a suplicarme le dijese en que época se lo había vendido, y se entregaba entonces a delirios terribles. Perdía el sueño, se acusaba y se golpeaba el pecho. 
“Su familia estaba en una ansiedad continua, desde las cuatro de la tarde hasta las nueve de la mañana en que iba al banco, donde llevaba sus libros de una manera muy regular, sin cometer jamás un solo error. Acostumbraba a declarar que un ser que sentía en él le hacía llevar su contabilidad con orden y regularidad. En el momento en que parecía estar convencido de lo absurdo de sus pensamientos, exclamaba: No, no, me queréis engañar..., yo me acuerdo..., es verdad.” 
Antonio Bell fue evocado en París, el 17 de abril de 1865, a petición de su amigo. 
1. Evocación. 
R. ¿Qué queréis de mí? ¿Hacerme sufrir un interrogatorio? Es inútil, lo confesaré todo. 
Página 168* 
2. Está lejos de nuestro pensamiento querer atormentaros con indiscretas preguntas. 
Deseamos solamente saber cuál es vuestra situación en el mundo en que estáis, y si podemos seros útil. 
R. ¡Ah! ¡Si lo pudieseis, os lo agradecería infinitamente! ¡Tengo horror por mi crimen, y soy 
muy desgraciado! 
3. Nuestras oraciones endulzarán vuestras penas, así lo esperamos. Por otra parte parece que estáis en buenas condiciones, el arrepentimiento está en vos, y éste es ya un principio de rehabilitación. Dios, que es infinitamente misericordioso. tiene siempre piedad del pecador arrepentido. Orad con nosotros. 
Se pronunció la oración por los suicidas que se encuentra en El Evangelio según El 
Espiritismo. 
P. ¿Quisierais manifestarnos ahora de qué crimen os reconocéis culpable'? Esa confesión, 
hecha con humildad, se os tomará en cuenta. 
R. Dejad que os dé primero las gracias por la esperanza que acabáis de hacer nacer en mi 
corazón. ¡Ay de mí! Hace ya mucho tiempo que vivía en una ciudad, cuyas murallas bañaba el mar del Mediodía. Amaba a una hermosa joven que correspondía a mi amor, pero yo era pobre y fui rechazado por su familia. Ella me anunció que iba a casarse con el hijo de un negociante cuyo comercio se extendía más allá de los dos mares, y fui despedido. Loco de dolor, resolví quitarme la vida después de haber satisfecho mi venganza asesinando a mi aborrecido rival. Sin embargo, los medios violentos me repugnaban. Temblaba a la idea de este crimen, pero mis celos me dominaron. 
La víspera del día en que mi amada debía ser suya, murió envenenado por mis manos, encontrando este medio más fácil. Así se explican aquellas reminiscencias del pasado. Sí, yo he vivido ya, y es preciso que vuelva a vivir todavía... ¡Oh! Dios mío, tened piedad de mi debilidad y de mis lágrimas. 
4. Deploramos esta desgracia que ha retardado vuestro adelanto y os compadecemos 
sinceramente, pero, puesto que os arrepentís, Dios tendrá piedad. Os suplico que refiráis si pusisteis en ejecución vuestro proyecto de suicidio. 
R. No, confieso con vergüenza que la esperanza vino a mi corazón. Quería gozar del precio de mi crimen, pero mis remordimientos me hicieron traición. Expié en el último suplicio este momento de extravío: fui ahorcado. 
5. ¿Teníais conciencia de esta mala acción en vuestra última existencia? 
R. En los últimos años de mi vida solamente, y he aquí cómo. Era bueno por naturaleza. 
Después de haber estado sometido, como todos los espíritus homicidas, al tormento de la vista continua de mi víctima que me perseguía como un vivo remordimiento, me libré de ella muchos años después por mis oraciones y mi arrepentimiento. Volví a empezar otra vez la vida última, y la atravesé pacífico y tímido. Tenía en mí una vaga intuición de mi debilidad innata y de mi falta anterior, de la cual había conservado el recuerdo latente. Pero un espíritu obsesor y vengativo, que no es otro sino el padre de mi víctima, no tuvo gran trabajo en apoderarse de mí, y en hacer revivir en mi corazón, como en un espejo mágico, los recuerdos del pasado. 
Influido sucesivamente por él y por el guía que me protegía, unas veces era el envenenador y otras el padre de familia que ganaba el pan de sus hijos con su trabajo. Fascinado por este demonio obsesor, me empujó al suicidio. Soy muy culpable, es verdad, pero menos, sin embargo, que si yo mismo lo hubiese resuelto. Los suicidas de mi categoría, que son demasiado débiles para resistir a los espíritus obsesores, son menos culpables y menos castigados que los que se quitan la vida por la sola acción de su libre albedrío. 
Rogad conmigo por el espíritu que me ha influido tan fatalmente, a fin de que abdique sus 
sentimientos de venganza, y rogad por mí a fin de que adquiera la fuerza y la energía necesarias para no faltar a la prueba de suicidio por libre voluntad, a la cual seré sometido, según me explican, en mi próxima encarnación. 
Al guía del médium: 
6. ¿Un espíritu obsesor puede realmente empujar al suicidio? 
R. Seguramente, porque la obsesión, que por sí misma es un género de prueba, puede 
revestir todas las formas, pero esto no es una excusa. El hombre siempre tiene libre albedrío, y en consecuencia, es libre de ceder o de resistir a las sugestiones a que está expuesto. Cuando sucumbe, es siempre por su voluntad. El espíritu tiene razón, por otra parte, cuando expresa que aquel que hace el mal por instigación de otro es menos reprensible y menos castigado que cuando lo comete por su propio impulso, pero no es inocente, porque desde el instante en que se deja apartar del camino derecho, es porque el bien no está fuertemente arraigado en él. 
7. ¿Cómo es que, a pesar de la oración y del arrepentimiento que habían libertado a este 
espíritu del tormento que sentía por la vista de su víctima, haya sido aún perseguido por la 
venganza del espíritu obsesor en su última encarnación? 
R. El arrepentimiento, ya lo sabéis, no es más que el preliminar indispensable de la 
rehabilitación, pero no basta para librar al culpable de toda pena. Dios no se contenta con 
promesas, es necesario probar con actos la solidez de la vuelta al bien. Por esto el espíritu está sometido a nuevas pruebas que la fortifican, al mismo tiempo que le hacen adquirir un mérito más cuando sale victorioso. Es el blanco de las persecuciones de los malos espíritus, hasta que éstos le consideran bastante fuerte para resistirlas. Entonces le dejan en descanso, porque saben que sus tentativas serían inútiles. 
Estos dos últimos ejemplos nos demuestran la misma prueba renovándose en cada encarnación tanto tiempo como se sucumbe en ella. Antonio Bell nos manifiesta además el hecho, no menos instructivo, de un hombre perseguido por el recuerdo de un crimen cometido en una existencia anterior, como un remordimiento y una advertencia. Vemos por esto que todas las existencias son solidarias entre sí. La justicia y la bondad de Dios resplandecen en la facultad que deja al hombre de mejorarse gradualmente sin cerrarle jamás la puerta del rescate de sus faltas. El culpable es castigado por su misma falta, y el castigo, en lugar de ser una venganza de Dios, es el medio empleado para hacerle progresar. 

El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo 
Allan Kardec 

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PERTENENCIAS

El apego a las cosas de la tierra nos imanta a ellas, los Espíritus Superiores respondieron a Allan Kardec que el alma nada lleva de este mundo a no ser el recuerdo y el deseo de ir para un mundo mejor, recuerdo lleno de dulzura o de amargura, conforme el uso que hizo de la vida. Cuanto más pura fuera, mejor comprenderá la futilidad de lo que deja en la Tierra.
En el Evangelio Según el Espiritismo, Blaise Pascal dicto un mensaje que resume bien este aspecto:
“El hombre no posee en si sino lo que puede llevar de este mundo. Lo que encuentra al llegar, y que lo deja al partir, goza de ello durante su permanencia en la Tierra; más, una vez que es forzado a abandonarla, de ello no tiene sino el gozo y no la posesión real. ¿Qué posee en fin?  Nada de aquello que es para el uso del cuerpo, y si todo lo que es de uso del alma: la inteligencia, los conocimientos, las cualidades morales; es lo que trae y es lo que se lleva, y que no esta en el poder de nadie arrebatarle, lo que le servirá más aun en el otro mundo que en este; de el depende ser más rico a su partida  que a su llegada, porque de aquello que hubiera adquirido en bien depende su posición futura.”
Por tanto comprendemos que el Espíritu sufre las consecuencias de todas las imperfecciones que no consiguió corregir en la vida terrena. El alma lleva  dentro de sí el infierno o el paraíso, no importa donde  se encuentre.
“A cada uno según sus obras, en el Cielo como en la Tierra: tal es la Ley de la Justicia Divina”, Ya lo decía Allan Kardec.
Si durante la vida terrena, la Entidad Espiritual  la paso solamente preocupada  en satisfacer su propio egoísmo, después en la muerte no puede ultrapasar los planos groseros, las zonas de las tinieblas, las regiones más densas del mundo espiritual.
“la adaptación “al otro lado” de la vida varía de acuerdo con el grado evolutivo del Espíritu.
Para la inmensa mayoría de desencarnados de evolución espiritual mediana, ella no se hace sino lentamente, influenciada por innumerables factores.
Para los de condición inferior, la permanencia en los planos de sombra representa sufrimiento en diversos grados, vida desorganizada, actos crueles o profundización en los caminos improductivos de la ignorancia, con excesos de maldad.
Los asuntos pendientes de todo orden – financieros, emocionales, afectivos y, principalmente, el complejo de culpa – traídos de la costra, van a ejercer el papel preponderante en el estado de animo de los convalecientes espirituales, influyendo directamente, en la adaptación de ellos a la Vida Nueva.
Otros factores que dificultan la adaptación del espíritu en esta fase de transición en el Nuevo plano, son la salud de los entes queridos que quedaron, y su formación religiosa.
La influencia de los pensamientos y acciones de los que permanecen en la costra es tan significativa que, muchas veces, los desencarnados no consiguen adaptarse a la nueva vida, vagando sin rumbo, perturbados, sin condiciones de asumir sus funciones en la verdadera patria.
Eso acontece porque hay una falta de preparación generalizada ante la crisis de la muerte. Encarnados y desencarnados sufren profundos desequilibrios psicológicos y espirituales, ante la separación que juzgan definitiva, porque para la inmensa mayoría, sin “ojos para ver”, solamente el silencio dolorido responde a las llamadas de parte a parte.
Todo pasa como si los primeros llorasen desesperadamente en un compartimiento de la casa, y los últimos en el otro, más incapaces de entenderse, a pesar de la proximidad, por la absoluta falta de preparación en lidiar con ese tipo de comunicación. Todos gritan, más nadie se entiende.
Muchos encarnados claman desesperadamente por los que partieron, vertiendo lagrimas de hiel, cuando no alentando ideas de suicidio e la engañosa  ilusión de reencontrarlos.
Hay mucho desasosiego en la vida psíquica  de los desencarnados, toda vez que los familiares no aceptan la separación o procuran la venganza, en los casos de desencarnación por asesinato, alimentando los sentimientos inferiores muchas veces envueltos en ese proceso.
Innumerables otros comunicantes hablan de la dificultad de adaptación al mundo espiritual por causa de la perturbación de los familiares. Ese desequilibrio, muchas veces  intenso, no les permite la propia renovación en el plano en que se encuentran.
“Evidentemente que no vamos a cultivar falsa tranquilidad, considerando natural que alguien muy querido parta al plano espiritual. Por muy grande que sea nuestra comprensión, con seguridad sufriremos mucho. No en tanto, debemos mantener la serenidad, la confianza en Dios, no por nosotros mismos, más sobretodo en beneficio de aquel que partió. Más que nunca el precisa de nuestra ayuda, y principalmente de nuestras oraciones.

Mercedes Cruz Reyes

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FORMAS DEL 

PENSAMIENTO...EGREGORES. 


Debemos tomar conciencia de nuestros pensamientos, cada vez que los emitimos porque estamos creando un Egrégor. ¿...Qué son los Egrégores? 

Los Egrégores son "creaciones" nuestras, creaciones de cada uno de nosotros, todos creamos Egrégores. 
Esta energía PENSANTE de creación nuestra es un Egrégor, es como un HIJO creado por su Creador (nosotros). 
Es necesario saber que: Los pensamientos son energías que se acumulan en nuestros cuerpos y otra parte de ellos se expanden y salen a la atmósfera, es decir, tiene masa (cuerpo) , y aunque no lo crean adquieren vida, personalidad, son entidades que funcionan de acuerdo a la dirección que le hemos dado. El ojo humano no está capacitado para "ver" estas energías, sin embargo, hemos podido percibirlas en algunas oportunidades y nos afectan positiva o negativamente, muchas veces nos ha pasado que "sentimos" antipático a alguien que recién conocemos, aún sin saber casi nada de él, sin embargo, hay personas que nos atraen y buscamos su compañía sin tener una razón muy clara. Lo mismo nos pasa en los lugares que visitamos. 
Tipos de pensamiento 
Existen dos tipos de pensamientos; los positivos y los negativos. Los pensamientos negativos son opacos, oscuros, de baja vibración, afectan a quienes van dirigidos y rodean al individuo que los emitió en una atmósfera pesada, oscura, como algunos llaman con "malas vibraciones". Así el individuo crea lo que se llama Egrégor negativo. 
Por el contrario, los pensamientos altruistas, positivos, siembran en nuestro subconsciente un semillero maravilloso con vibraciones luminosas, estimulándolas en lo positivo, en lo luminoso, nos proporcionan salud, belleza, energía, etc. Estos son los Egrégores positivos. 
A medida que evolucionamos vamos cambiando creencias, pensamientos, emociones y actitudes. Una forma de pensamiento que no reciba alimento a través de nuestra mente y emociones, está en fase de extinción; en tanto otros elementales continúan siendo alimentados por los pensamientos y emociones que seguimos manteniendo, por lo cual son más difíciles de reconocer y disolver.

- Reynaldo I. Formoso -
                                                                             

                                                                                   

CORRIENTES MENTALES

Nuestra mente es una dinamo generadora  de vida constante, muy pocas son las personas que saben mantener la mente en blanco, es decir no pensar en nada, muchos lo intentan, una y otra vez, pero es difícil conseguirlo.
¿Has reflexionado alguna vez, sobre el pensamiento que anima tu espíritu?
¿Consideras el pensamiento algo valioso?
El pensamiento circula ininterrumpido, en el campo magnético de cada Espíritu,  derramándose  más allá de él,  con las esencias características de cada uno.
¿Sabías que cada alma posee en el propio pensamiento la fuerza  inestancable de las propias energías?
De cada inteligencia fluyen  corrientes vivas, para proyectársele en el “Halo energético”, estructurándole  el aura o fotosfera psíquica,  a la base de cargas magnéticas constantes, conforme la naturaleza que le es peculiar, de cierta forma  semejantes a las corrientes de fuerza que parten de la masa planetaria, componiendo la atmosfera que la envuelve.
El Espíritu identifica, en el trabajo ordenado con seguridad, la dirección indispensable para su clima  de euforia.
Cuanto más ennoblecida es la conciencia,  más se le configurará la riqueza de imaginación y poder mental, surgiendo por tanto más complejo el recurso de cargas magnéticas, o corrientes mentales, a vibrar  alrededor de si mismo  y a exigirse más amplia cuota de actividad constructiva en el servicio en que se le plasmen vocación y aptitud.
Sea en el esfuerzo intelectual en una elevada labor, en la creación artística, en las obras de beneficencia o en la educación, sea en las dedicaciones domésticas, en las tareas sociales, en las diversas profesiones,  en las administraciones públicas o particulares,  en los emprendimientos del comercio o de la industria, en la labor de la tierra, en el trato de los animales, en los deportes y en todos los departamentos de acción del Espíritu es llamado a servir bien, esto es, a servir en beneficio de todos, bajo pena de conturbar la circulación de las propias energías mentales, agravando los estados de tensión.
Debido a, “núcleos de fuerza de la sicoesfera personal”  los proferidos estados de tensión, proceden, casi siempre,  como las nubes pacificas repentinamente transformadas por las cargas anormales de electrones libres  en maquinas inductoras, atrayendo los campos eléctricos  con  que se hacen instrumentos de la tempestad.
Acumulando en si misma las fuerzas autogeneradas en procesos de profundo desequilibrio, el alma exterioriza fuerzas mentales desajustadas y destructivas, por las cuales atrae las fuerzas del mismo tenor, cayendo frecuentemente en ceguera obsesiva, de la cual muchas veces se aparta desorientada, por la puerta indeseable del remordimiento, tras convertirse en interprete de incalificables delitos.
Si las criaturas conscientes  no se disponen a la distribución natural de las propias cargas magnéticas, en trabajo digno, establecen para si la degeneración de las energías, en esa posición, emiten ondas mentales perturbadas, por las cuales se ajustan a Inteligencias perturbadas  del mismo sentido, arrojándose  a lamentables estaciones de abastecimiento, en casos deplorables de obsesión, en las  cuales las mentes desvariadas o caídas en monadismo vicioso se reflejan mutuamente.
Y cuando llegan a semejante conturbación, sea en el arrastramiento de la pasión o en la sombra del vicio, sufren la aproximación de corrientes mentales arrasadoras, oriundas de los seres empeñados  a la crueldad, por ignorancia –encarnados o desencarnados – que vampirizan su existencia, les imponen disfunciones  y enfermedades de variados matices, según los puntos vulnerables que presentan, creando en el mundo vastas regiones de alineación y de sufrimiento.
Cuidemos el pensamiento, es algo que debemos dignificar, para que vengan a nosotros buenas emisiones, buenas influencias, del plano espiritual, no cedamos a la tentación, un pequeño mal pensamiento, puede ser el inicio de un proceso obsesivo, del cual podremos difícilmente salir.
 Mercedes Cruz Reyes

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Desenlace del Espíritu

163. Dejando el cuerpo, el alma tiene inmediata consciencia de si misma?
-   Consciencia inmediata no es el término: ella que turbada por algún tiempo.
164. ¿ Todos los Espíritus experimentan en el mismo grado y por el mismo tiempo, la perturbación que se sigue a la separación del alma y del cuerpo?.
-  No, pues eso depende de su elevación. Aquel que ya está depurado se reconoce casi inmediatamente, porque se desprendió de la materia durante su vida corporal, en cuanto al hombre carnal, cuya conciencia no es pura, conserva por mucho tiempo más, la impresión de la materia.
165. El conocimiento del Espiritismo ejerce alguna influencia sobre la duración mayor o menor de la perturbación?.
-  Una gran influencia, pues el Espíritu comprende anticipadamente su situación; pero la práctica del bien y la pureza de conciencia son lo que ejerce mayor influencia.
Comentario de Kardec: En el momento de la muerte, todo, al principio, es confuso; el alma necesita de algún tiempo para reconocerse; se siente atolondrada, en el mismo estado de un hombre que saliese de un sueño profundo  y procurase comprender  su situación. La lucidez de las ideas y la memoria del pasado le volverán a medida que se extingue la influencia de la materia de la que se desprendió y que se disipa esa especie dd niebla que le turba los pensamientos.
La duración de la perturbación después de la muerte es muy variable: puede ser de algunas horas, como de muchos meses e incluso de muchos años.
Aquellos en que es menos larga son los que se identifican durante la vida con su estado futuro, porque entonces comprenden inmediatamente su posición.
Esa perturbación presenta circunstancias particulares, según el carácter de los indivíduos y sobre todo de acuerdo con el género de muerte. En las muertes violentas, por suicidio o suplicio, accidente, apoplegia, lesiones, etc, el Espíritu es sorprendido, se espanta, no cree que esté muerto y mantiene tercamente que no murió. No obstante, ve su cuerpo, sabe que es de él, pero no comprende que esté separado. Busca a las personas de su afección, se dirige a ellas y no entiende por qué no lo oyen. Esta ilusión la mantiene hasta el completo desprendimiento de espíritu, y solamente entonces, él reconoce su estado y comprende que no forma ya parte del mundo de los vivos.
Ese fenómeno es facilmente explicable. Sorprendido por la muerte imprevista, el Espíritu queda aturdido con el cambio brusco que en él se opera. Para él, la muerte es todavía sinónimo de destrucción, de aniquilamiento; ahora, como continúa pensando, como aún ve y oye, no se considera muerto. Es lo que aumenta su ilusión e el hecho de verse con un cuerpo semejante al que dejó en la Tierra, cuya naturaleza etérea aún no tuvo tiempo de verificar. Él lo juzga sólido y compacto como el primero y, cuando se llama la atención a ese punto, se admira de no poder palparlo.
 Se asemeja este fenómeno al de los sonámbulos inexpertos que no creen estar dormidos. Para ellos, el sueño es sinónimo de suspensión de las facultades; ahora, como piensan libremente y pueden ver, no creen que están dormidos. Algunos Espíritus presentan esta particularidad, aunque la muerte no los haya cogido inopinadamente; porque ella es más generalizada entre los que, a pesar de estar dolientes, no pensaban en morir. Se ve entonces el espectáculo singular de un Espíritu que asiste a sus propios funerales como a los de un extraño de ellos, hablando como si esa cosa no les diese respeto, hasta el momento de comprender la verdad.
La perturbación que se sigue a la muerte, nada tiene de penosa para el hombre de bien;  es tranquila y en todo se asemeja a un despertar tranquilo. Para aquel cuya conciencia no es pura, está llena de ansiedades y angustias.
En los casos de muerte colectiva, se observa que todos los que perecieron al mismo tiempo no siempre se vuelven a ver inmediatamente. En la perturbación que sigue a la muerte, cada uno va por su lado o solo se preocupa por aquellos que le interesan.
El Libro de los Espíritus
por ALLAN KARDEC – traducción de José Herculano Pires

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