miércoles, 20 de marzo de 2024

Amor, orgullo y evolución

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- ¿ Qué se debe entender por "Ley Natural"?

2.-  Consejos de "el abuelito" (comunicado espiritual)

3.-Primer encuentro entre León Denis y Allan Kardec

4.- Amor, orgullo y evolución

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¿Qué se debe entender por  Ley Natural? 

- La ley natural es la ley de Dios. Es la única verdadera para la felicidad del hombre. Le indica lo que debe hacer o no hacer, y sólo es desdichado porque de ella se aparta. 
.. ¿Es eterna la ley de Dios? 

- Es eterna e inmutable, como Dios mismo.
. ¿Ha podido Dios prescribir a los hombres, en una época lo que les hubiera prohibido en otra? 

Dios no puede equivocarse. Son los hombres los que están obligados a cambiar sus leyes, por ser ellas imperfectas. Pero las leyes de Dios son perfectas. La armonía que rige al universo material y al universo moral está basada sobre las leyes que Dios estableció de toda eternidad. 
¿Qué objetos abarcan las leyes divinas? ¿Conciernen a algo más que la conducta moral? 
- Todas las leyes de la Naturaleza son leyes divinas, puesto que Dios es el autor de la totalidad de las cosas. El sabio estudia las leyes de la materia, el hombre de bien estudia las del alma y la practica. 
a. ¿Es dado al hombre profundizar unas y otras? 
- Sí, pero una sola existencia no basta para ello. 

¿Qué son, en efecto, unos pocos años para adquirir todo lo que constituye el Ser perfecto, incluso si sólo tomamos en cuenta la distancia que separa al salvaje del hombre civilizado? La vida más larga posible resulta insuficiente, y con más razón cuando se ve abreviada, como sucede a gran número de personas. 

Entre las leyes divinas, unas regulan el movimiento y las relaciones de la materia inerte. Son las leyes físicas. Su estudio es del dominio de la ciencia. Otras conciernen, en especial, al hombre en sí mismo, así como en sus relaciones con Dios y con sus semejantes. Comprenden las reglas de la vida de cuerpo tanto como las de la vida del alma. Éstas son las leyes morales. 

L.E.

 

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         CONSEJOS DE " EL ABUELITO"

Queridos hermanos: Tengo la alegría y a su vez la satisfacción que experimenta mi alma, al ver que constantemente tenéis la misericordia y la caridad de acordaros de mi, pobre pavesa que vuela continuamente con rumbo indeciso y, en cambio, tengo seres que de mi se acuerdan.

Siempre que os ocupáis de mi alma me dais la sensación de vida que ansía mi espíritu.

Me bautizasteis con el nombre, siempre honorable, de "El Abuelito" y al tener yo el placer innegable y la dicha latente en mi alma, no puedo por menos, hermanos en Cristo, que daros mi sincero agradecimiento, a la vez que la expresión íntima de mi alma, de mis deseos y de mis afinidades con vosotros.

Creéis porque nombres diferentes se os comunican, que "El Abuelito" no está con vosotros. Daos perfecta cuenta de que en el mundo espiritual no hay privilegios, como entre vosotros. Es igual el nombre, siempre que para vuestro bien sea la comunicación y siempre que para vosotros tenga resultados positivos de progreso y regeneración.

Vais caminando, hermanos, hacia la meta de las existencias que os retienen en este planeta. Vuestra labor actual y anterior, ha sido digna de lo que os proponéis hacer. Sois como los anemómetros, que  miden y marcan exactamente la dirección de los vientos, y cuando un levante imprevisto os hace titubear, siempre tenéis la sustentación de vuestra fe, que os pone en el centro de la trayectoria en la que os desenvolvéis con rumbo fijo y decisivo.

Un hombre es menos que un mundo; sin embargo, se puede considerar  como un mundo. El mundo viaja constantemente, nunca está inerte, su obligación eterna es caminar, irradiar luz, producir sustento y dar vida a cuantos seres lo habitan. Vosotros, como pequeños mundos que sois, también debéis caminar, producir bienes, estudiar, estudiaros, y lanzar de polo a polo vuestros conocimientos espirituales. Al principio os tomarán por locos o alucinados, pero después surgirá la verdad absoluta de que estáis más cuerdos que ellos.

Se os da  el mundo para que viváis, luz para que veáis, y los libros para que aprendáis. No os guardéis lo que hayáis aprendido y conocido. No os desenvolváis en un círculo pequeño, que casi siempre es vicioso e inoperante, y en cambio, dar la difusión y amplitud que esté al alcance de vuestras fuerzas, y lo mismo que los mundos, satélites y cometas, describen órbitas inmensas para realizar su cometido, vosotros expandir la verdad en círculos cada vez más amplios, para el llegue al mayor número posible de hermanos.

Para vosotros y para los hermanos ausentes, recibid mi mayor gratitud y mi recuerdo sincero. Y pidiendo al Todopoderoso una bendición para todos, recibid el fraternal abrazo de vuestro "Abuelito".

( Comunicación mediúmnica tomada de "Desde la otra vida" edit. por la F.E.E.)

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               HISTORIA DEL ESPIRITISMO

PRIMER ENCUENTRO ENTRE LEÓN DENIS Y ALLAN KARDEC

                                           


Apenas hacía tres años que León Denis se había iniciado en el Espiritismo, cuando, en 1867, Allan Kardec aceptó una invitación para pronunciar una conferencia en Tours. León Denis tuvo entonces la oportunidad de entrevistarse con el Codificador en la granja de Leandre Rebondin, que hospedaba al matrimonio Rivail, conforme describe el propio Denis :

"Alquilamos, para recibirlo y oírlo, una vivienda en la  Rua Paul Louis Courrier y solicitamos la necesaria autorización a la Prefectura, pues durante el Imperio, una severa ley prohibía cualquier reunión de más de veinte personas. Aconteció que en el momento fijado para esa asamblea, fuimos informados de que nuestro pedido había sido rechazado. Me encargaron (a mi), permanecer en el local para avisar a los invitados que se debìan dirigir a Spirito-Villa, a casa del señor Rebondin, en la calle Sentier, en donde la reunión se realizaría en el jardín.  Éramos aproximadamente  trescientos oyentes, en pie, apretados contra los árboles.  Bajo la claridad de las estrellas, la voz dulce y grave de Allan Kardec se hacía oír; se podía ver su fisonomía, iluminada por una pequeña lámpara colocada sobre una mesa en el centro del jardín, proporcionando un aspecto fantástico. Le fueron hechas varias preguntas y él respondía sonriendo con bondad.... Las flores del señor Rebondín quedaron destruidas, pero lo importante fue lo allí sucedido en aquella noche...  recuerdo permanente e indeleble.  Nos habló sobre la obsesión y varias cuestiones  más le fueron propuestas, a las cuales respondió siempre bondadosamente. Terminada la reunión, todos se llevaron inefables recuerdos de ese memorable encuentro.

Al día siguiente volví a Spirito-Villa, con el fin de visitar al Maestro;  lo encontré trepando en una escalera, al pie de un gran cerezo, recogiendo frutos que entregaba a madame Allan Kardec. Una  ocupación bucólica que lo distraía de sus graves preocupaciones."

En su artículo "Historia del Desarrollo del Espiritismo en Tours", Denis completa la información de sus contactos con el maestro de Lyón:  "Yo lo vi más de dos veces después de su viaje a Tours; en su residencia de la Rua Saint Anne, en París, y  la última vez en Bonneval, en la finca Petit Bois, en donde los espíritas de Eure-et-Loire  y de  Loire-et-Cher, estaban reunidos para escuchar sus discursos y confraternizar. Al año siguiente, en 1869, él murió súbitamente por la rotura de un aneurisma."

La Rua Sentier, en Spirito-Villa, se volvió un lugar importante e histórico para el Espiritismo, pues fue donde aconteció la primera conferencia espírita a la luz de las estrellas, y en donde se dió el primero de los tres encuentros que León Denis tuvo con Allan Kardec.

Esta importancia histórica nos llevó a conocer el lugar en el año 2000. Lo que era una finca, en cuyo jardín se pudieron instalar 300 personas, conforme relata Denis, fue dividida  en parcelas, aun en esa época, y hoy contiene casas centenarias muy bien cuidadas por sus moradores. Una pequeña calle solo para peatones  da entrada a Spirito-Villa, la cual recorrimos emocionados. Elegimos una casa con un vasto jardín, que imaginamos que fue una parte de aquel pisado por Allan Kardec para su conferencia, y con un poco recelo, tocamos la campanilla. Un joven nos recibió y atendió hablando en inglés; pedimos fotografiar el jardín de su casa, porque éramos investigadores y escritores brasileiros, y allí, hace más de 130 años, se dio un acontecimiento muy importante para nosotros. Confesamos que recelábamos ser mal  recibidos ante la inusitada historia contada. Pero para sorpresa nuestra, el joven André, muy gentil, nos franqueó la entrada y fue a llamar a su simpática  abuela, Madame Madeleine Renaud, que más allá de su amistad, nos ofreció una copia de los documentos de propiedad, fechados en 1840 y autentificados con el sello del banco de Napoleón. No hay duda de que un documento como este no puede representar casi nada para la historia del Espiritismo, pero la hidalguía y la amistad con las que aquella familia de Tours nos recibió y confió en nuestros motivos por los cuales a dos desconocidos, que no hablaban su lengua, les abrieron la puerta, fue tan emocionante como pisar aquella tierra en la que sabíamos que dos gigantes del pensamiento humano habían dejado su huella hace más de ciento treinta años. Fue pues, con los ojos nublados y al recordar la descripción de León Denis de su encuentro con el maestro, como pasamos algunos minutos en aquel jardín haciendo una sentida plegaria, intentando transportar nuestras mentes hasta el lejano año 1868, para escuchar los ecos de las palabras del maestro bajo la luz de la lamparita y teniendo por techo la bóveda celeste. Parecía que la tierra aún guardaba la dulzura de las cerezas dejadas a los pies de Amélie Boudet y que el crujir de las hojas secas, denunciando la llegada del joven León Denis, retrasado para el inicio de la reunión, todavía era escuchado  por nuestra fantasiosa audición. Y el mismo sentimiento bucólico que Denis vio en aquella escena, él nos lo prestó, y nuestra imaginación voló alto, muy alto...

A los privilegiados trescientos oyentes de aquella memorable conferencia,  se sumaron más de uno....

-Eduardo Carvalho Monteiro-

( Tomado del blog "Historia del Espiritismo")- Traducido por J.L.Martín-


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AMOR, ORGULLO Y EVOLUCIÓN

                                         

El Amor es la mayor fuerza del Universo, esencia misma de la Voluntad del Creador, con capacidad de crecimiento, equilibrio y armonización. Todo es producto del amor en distinto grado de elevación, con determinado grado de calidad y cantidad. Por tanto, en esencia todo es amor y no existe un contrario. Lo contrario al amor no es el odio, que solo es un simple sentimiento desviado, es el vacío, es la ausencia de creación, evolución y por tanto el frío abismo donde solo se cultiva el miedo. El miedo puede ser consecuencia de la falta de amor de tal forma que no se puede amar verdaderamente lo que se teme, al igual que no se puede temer a aquello que se ama. El amor disipa el miedo al igual que la luz disipa la oscuridad y el calor disipa el frío. La oscuridad, el frío y el miedo no son contrarios de la luz, el calor o el amor, son simplemente consecuencias de sus carencias. El miedo es carencia de amor, pero es tan sencillo de eliminar como el frío o la oscuridad. El miedo se esconde en las imperfecciones del alma, el orgullo y el egoísmo, donde se puede hacer fuerte y llegar a dominar nuestro psiquismo. El egoísmo y el orgullo son elementos claves en nuestra evolución pues expresan lo alejados que nos encontramos del amor y por tanto del Creador y su Voluntad.

Filosóficamente comprendemos a Dios como la máxima expresión de la Perfección, de la Bondad, de la Justicia y de la Verdad. Al igual que la Justicia de Dios solo puede ser infinita para poder ser perfecta, el Amor de Dios solo puede ser infinito para ser perfecto. No hay nada más bello, bueno y justo que el Amor de Dios y mediante su Voluntad lo irradia constantemente en forma de Creación.

Todo lo creado proviene del Amor de Dios, le pertenece a Él y siendo a su vez parte de él en esencia no puede ser otra cosa que el mismo Amor en distintos estados de evolución en su misión de volver hacia su Creador. "Todo se encadena en la naturaleza, desde el átomo al arcángel" (preg. 540 ELDE), muestra claramente esta idea. El átomo perteneciente al Principio Material acompaña desde su creación al Principio Intelectual que llegará a evolucionar hasta el estado de arcángel donde se separará definitivamente de todo elemento material. La Existencia, por tanto, se compone de tres elementos: Dios, el amante; el Espíritu o Principio Intelectual, lo amado; y la consecuencia de su Amor, la creación material o Principio Material en sus distintos estados de manifestación, material, emocional, o mental. Lo amado siendo creado a imagen y semejanza de Dios tiene igualmente la capacidad de amar, o lo que es lo mismo de co-crear.

El Espíritu es la dínamo cocreadora que tiene la capacidad de transformar el Principio Cósmico Universal (Principio material), empezando con el pensamiento, que tiene la capacidad de moldearlo, el sentimiento que puede transformarlo y conferirle su nivel de calidad o vibración, y por último, sus actos a nivel físico, sembrando el porvenir y las futuras experiencias consecuencia de la Ley de Causa y Efecto. 

Cuando nuestro Amor se encuentra en unión con el pensamiento Creador de Dios, somos co-creadores con Él, cumpliendo "la gran Ley de Unidad que rige la Creación", mientras que cuando nuestro Amor se encuentra desalineado con el Creador, nos encontramos creando nuestra propia realidad que puede ser nuestro cielo o nuestro infierno particular. Somos completamente responsables de nuestra dicha y desdicha.

Nuestro espíritu tendría que ser el dueño y señor de nuestro psiquismo, pero en nuestro estado evolutivo no es así. Nuestra mente, forjada con las personalidades y deseos de cientos o miles de vidas pasadas, toma el dominio de nuestra psiquis consiguiendo que el espíritu se identifique con ella. Nuestra mente es la consecuencia de nuestras constantes elecciones que conforman nuestros hábitos que perduran de una existencia a otra.

En un principio, el espíritu es creado simple e ignorante, pero no carente de instinto. El instinto en las primeras etapas de la evolución nos guía incluso mejor que nuestra razón, pero cuando empieza a desarrollarse la inteligencia se nos abre ante nosotros multitud de alternativas no todas ellas buenas que nos pueden desviar del camino del bien apareciendo las pasiones y conformando nuevos hábitos contrarios a las leyes naturales. El instinto de conservación nos permitía movilizar recursos para el bien de nuestra comunidad, pero en el mismo momento en que el sentimiento de separación, el orgullo, nos distanció emocionalmente de los demás, nuestra inteligencia ya no tenía razones lógicas, en ausencia de la ética, para no poner nuestros propios intereses por delante, alimentando nuestro egoísmo y desarrollando una personalidad alejada de los ideales de lo bueno, bello y verdadero, en armonía con el Amor Universal y las Leyes Naturales. Vida tras vida, en ausencia de la ética y del conocimiento espiritual, nuevas personalidades cada vez más complejas iban aportando contenidos a la mente, que como buen filtro, mostraba al Espíritu únicamente su punto de vista sesgado, llenándole de identificaciones con el fin de calmar sus inseguridades en ausencia de los verdaderos contenidos espirituales. Fueron necesarias muchas vidas, muchos progresos realizados para darnos cuenta de las cosas realmente importantes de la vida, adquiriendo conocimiento espiritual para retomar el camino de la ética y del cumplimiento de las Leyes Naturales. Sin embargo, hoy todavía no hemos dejado atrás el orgullo y el egoísmo, verdaderos verdugos de la humanidad. La ignorancia puede ser causante de grandes males, pero son el orgullo y el egoísmo los responsables de nuestro estancamiento espiritual. El egoísmo en el plano emocional y material intenta cubrir o satisfacer nuestras inseguridades emocionales y materiales, mientras que el orgullo, actuando en el plano psicológico y espiritual, intenta satisfacer nuestras inseguridades psicológicas y espirituales. Dichas inseguridades son realmente necesidades superficiales impuestas por nuestros miedos promovidos por la ausencia de valores espirituales fundamentados en el Amor.

El orgullo se opone al amor al fomentar en uno mismo el sentido de separación, totalmente contrario al sentido de unión. El orgullo siempre separa mientras que el amor siempre une. El espíritu, creado simple e ignorante, lleva implícito un sentido de la individualidad que lo hace único y le acompañara en todas las etapas evolutivas. Este sentido de la individualidad no es incompatible con el sentido de unión puesto que el instinto le hace gregario con la necesidad de pertenecer a un grupo al que amar donde encontrarse protegido. Sin embargo, en algún momento tendrá que enfrentarse a la idea de sentirse separado, origen del orgullo y del sentido de separación, instigado por la inteligencia recién desarrollada que le aplica una lógica material que le habla sobre las posibilidades mayores de éxito como independiente del resto, gracias a sus mayores capacidades intelectivas o de recursos desde ese momento egoístas. La lógica materialista le crea la ilusión de la separación, cuando realmente todos estamos interconectados y la ilusión de la posesión, cuando todos somos usufructuarios y no poseemos realmente nada salvo nuestro conocimiento y forma de ser. Estas ilusiones, altamente verosímiles crean identificaciones al espíritu, el cual se viste con ellas y se siente especial, diferente y con una identidad propia. El concepto de identidad es muy peligroso espiritualmente porque implica la separación de todo aquello que no se identifica con tales criterios productos de la ilusión de una inteligencia moralmente desviada. La identidad de grupo crea el orgullo colectivo que puede ser racial, de clan, de un colectivo, de un país o región, etc. La identidad personal crea el orgullo personal que se viste de sofisticaciones externas para esconder las carencias internas. La mente, principio organizador del pensamiento al servicio del espíritu, se llena de contenidos (identificaciones) enrocándose como regente absoluto de la psiquis, consiguiendo el dominio sobre los pensamientos del espíritu, limitándolo e imponiéndole sus contenidos.

El instinto de progreso propicia el desarrollo de la inteligencia y permite demostrar la utilizad del orgullo en lo referente a la lucha por el bienestar material. Todavía en nuestra sociedad el orgullo tiene una connotación positiva cuando es el responsable de nuestro estancamiento espiritual. No hay que confundir orgullo con autoamor, versión saludable y positiva del amor por uno mismo, ingrediente esencial para la construcción de una mentalidad saludable y base del progreso moral. No se puede amar a los demás si no nos amamos sanamente a uno mismo. 

La conciencia del espíritu va progresando por tanto hacia el cumplimiento de las leyes naturales empezando primero con sus instintos, desarrollando luego los sentimientos y por último virtudes. En dicho camino, el orgullo puede acompañarnos escondido en las diferentes etapas de la evolución de la conciencia apareciendo posteriormente incluso cuando ya no se le espera. 

En el camino evolutivo el orgullo oculto nos va retrasando en cada una de las etapas. Al principio junto al instinto de supervivencia intentará alejarnos del grupo para conseguir la supervivencia del individuo. En la etapa correspondiente a la ley de conservación donde tenemos que ayudar a nuestra comunidad avanzar intelectualmente y en bienestar, el orgullo se viste de egoísmo y busca la satisfacción de uno mismo primero frente al bien comunitario sin importarle los demás. En la etapa regida por la ley de progreso, la inteligencia despierta aprovecha sus cualidades para coger ventaja sobre los demás buscando su liderazgo en busca de poder. Es el momento donde el orgullo se ve más claramente. La alta inteligencia es un elemento diferenciador frente al resto, que puede considerar como manada, para hacerlo más impersonal y alejado de uno mismo. En la etapa donde empieza a regirse por la Ley de Amor, Justicia y Caridad, donde es tan importante el desarrollo de los sentimientos, aparece el orgullo espiritual para retrasarnos, haciéndonos sentirnos más especiales, más importantes, más merecedores o más espirituales. Es la etapa donde empiezan a desarrollarse las facultades espirituales gracias a la elevación de los sentimientos, dominando nuestras emociones mediante el conocimiento de uno mismo, y empezando a ver la vida desde una perspectiva cada vez más espiritual, aplicando el conocimiento adquirido.

Mientras, en las etapas anteriores, el orgullo y el egoísmo son los causantes de los grandes errores de la humanidad, desvirtuando los instintos naturales. El instinto de supervivencia, cuándo es acompañado por el orgullo, puede causar errores importantes como la crueldad. El instinto de conservación, acompañado del egoísmo, permite los grandes males de la sociedad para enriquecer a unos pocos aumentando las grandes diferencias incluso por encima de los derechos fundamentales. El instinto de progreso, acompañado de orgullo, pone sus objetivos en la búsqueda del poder para dominar al resto de la sociedad. El orgullo espiritual, en la sombra normalmente, busca el dominio y el afecto de los demás más sutilmente de forma que es muy difícil darnos cuenta de ello, por ejemplo, si queremos imponer nuestras ideas sobre los demás porque pensamos que es lo mejor para ellos, cuando realmente estamos esperando algún tipo de recompensa o reconocimiento que nos llene de satisfacción.

Como vemos entonces, el orgullo lleva viajando con nosotros a lo largo de muchas encarnaciones incrementando nuestras caídas y prolongando nuestras instancias en el error. Etapa tras etapa hay que superarlo con la mayor fuerza del universo que es el amor. El amor en la etapa de supervivencia permite sobrevivir con el grupo aunando esfuerzos anteponiendo el bien de los demás sobre el de uno mismo. En la etapa de conservación el amor permite una sociedad justa con un bienestar igualitario bien repartido. En la etapa de progreso el amor permite la utilización de la inteligencia para el bien de los demás y el trabajo en la búsqueda de bienes más elevados de los conseguidos hasta entonces, abriendo el camino hacia la siguiente etapa, la etapa espiritual, donde la Ley de Amor, Justicia y Caridad nos proveerá de nuevas capacidades superiores acordes a nuestro nuevo nivel evolutivo, descubriendo nuevos sentimientos, una nueva creatividad libre de excentricidades y la búsqueda del conocimiento espiritual verdadero. La Ley de Amor, Justicia y Caridad permite desarrollarnos como seres humanos completos con sentimientos buenos en búsqueda del ideal de Belleza, Verdad y Bondad, abriendo paso a futuras etapas espirituales todavía más elevadas dirigidas hacia el mundo de los espíritus superiores donde se cumple plenamente la gran Ley de Unidad que rige toda la Creación y al conjunto de todos los seres.

 Jose Ignacio Modamio
Centro Espírita “Entre el Cielo y la Tierra “

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