INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- En la era de la divulgación del Reino de Dios
2.- Principios básicos de la Doctrina Espírita
3.- Solidaridad como cuestión universal
4.- Explicación de algunos fenómenos llamados sobrenaturales
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EN LA ERA DE LA DIVULGACIÓN DEL REINO DE DIOS
¡Hijos del alma!
Que Jesús nos bendiga.
Suenan, en la
Espiritualidad Superior, los clarines que anuncian la gran transición.
No todo, sin embargo,
son tinieblas y sufrimientos. No apenas testimonios de lágrimas en nuevos
holocaustos, homenajeando al señor de la Vida.
La misericordia del
Amor nos enseña la madrugada de luz, caracterizada por un festival de
bendiciones.
Desde hace mucho, no
se observan bendecidas expectativas como las que se diseñan para el futuro. Era
Nueva de divulgación del reino de Dios en los corazones ansiosos de paz.
Momentos significativos de comunión entre la tierra y los Cielos. Las falanges
del amor confraternizan con los emisarios de la caridad sumergidos en la
indumentaria carnal.
Es indispensable que
nos predispongamos todos, los desencarnados y encarnados, a esa comunión
efectiva en la que el mundo transcendente y la vida inmanente en el planeta
terrestre cansado de persecuciones y de angustias de sombras y de amarguras.
En este momento, nos
cabe recordar las Buenas Nuevas de alegría que, llegando a la Tierra por
segunda vez, se instalaran por definitiva en el país de las almas humanas,
favoreciéndolas con la paz anhelada.
Manteneos fieles a los
postulados de la Codificación espirita que restaura en su pulcritud el mensaje
de Jesús. Esforzaos para que de aquí salgan las claridades diamantinas del
Evangelio en espíritu y verdad para esparcirse por la nacionalidad brasileña en
los próximos días festivos de gratitud y exaltación al incomparable Maestro
galileo. Y, de las tierras hermosas del Cruzeiro, se expanden las noticias
libertadoras por toda la Tierra, iniciando verdaderamente el periodo nuevo.
Conocéis, gracias a
las cicatrices en el alma, las dificultades que fluyen de la larga jornada por
los difíciles caminos de renovación espiritual. Traéis las marcas profundas de
los errores practicados, ahora diluidos suavemente con los sublimes antídotos
del evangelio libertador.
Sed fieles a aquellos
que, en nombre de Jesús, preparan estos caminos para que pudieseis recorrerlos.
No temáis al mal, por
más que se figure alarmante, por más complejas y traicioneras sean sus trampas,
por cuanto, solamente los lobos caen en las trampas para lobos. Y, porque
estáis en el rebaño del Señor, El cuidará para que no caigáis en esas
facilidades perturbadoras.
Los Espíritus,
encargados de dirigir la nacionalidad brasileña, acompañan el momento político
y social de la Patria del evangelio y Jesús está en el timón de la barca
terrestre. No dudéis, aun mismo cuando todo parece conspirar contra el orden,
la legalidad, el deber. Las Voces de los Cielos proclaman el Orden Superior y
mandan que desciendan, a las sombras terrestres, los Emisarios de la Verdad
para la gran restauración.
Sois los abridores de
los caminos del porvenir, como otros lo hicieron para vosotros.
Alegraos por vivir en
estos gloriosos días de la Humanidad, de la ciencia, de la tecnología de borde,
de conquistas de la inteligencia y del despertamiento de las emociones nobles
del lodazal de las pasiones perturbadoras. Pediste para nacer en esta hora de
desafío y recibiste la brújula para ofreceros el norte magnético, que es Jesús.
Proseguid, hijos del
alma, jubilosos, vigilantes y devotos, porque el mañana os pertenece, porque
pertenece al incomparable Rabí de galilea.
Nosotros, los
Espíritus espiritas, integrando las huestes del Evangelio, abrazamos vuestros
sentimientos, vuestras vidas, buscando suplicar al Padre Celestial, que os
aureola con las bendiciones inmarcesibles de la salud integral y de la paz.
¡Que Él guía y modelo
de la humanidad que nos bendiga a todos!
Son los votos del
servidor humilde y paternal de siempre.
Espíritu Becerra
de Meneses-
Mensaje psicofónico recibido por el médium Divaldo Pereira Franco, en el cierre de la Reunión Ordinaria del Consejo Federativo Nacional celebrada en la sede de la F.EB
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PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA
DOCTRINA ESPÍRITA
¿Qué nos
transmiten los Espíritus a través de los médiums? ¿Cuál es el contenido de
estas enseñanzas que aparecen en El Libro de los Espíritus y el resto de las
obras de Kardec? ¿Cuáles son los principios básicos de la doctrina espírita?
¿Cómo se establecen estos principios?
La parte filosófica de la
doctrina espírita recoge el conocimiento del mundo espiritual que nos han
transmitido los Espíritus. Gracias a sus testimonios y a las enseñanzas que nos
hacen llegar podemos saber más sobre la realidad espiritual. La base de estos
conocimientos está en que son numerosos los Espíritus que nos explican lo mismo
a través de diferentes médiums. Los principios de la Doctrina Espírita se
deducen de las enseñanzas comunes y de los testimonios que concuerdan por parte
de la mayoría de los Espíritus.
A pesar de la intervención
humana en la elaboración de esta Doctrina, la iniciativa pertenece a los
Espíritus, pero no a uno en especial, ya que es el resultado de la enseñanza
colectiva y concordante de muchos espíritus, puesto que si se basara en la
doctrina de un espíritu no tendría otro valor que el de una opinión personal.
El carácter esencial de la Doctrina y su existencia misma se basan en la
uniformidad y la concordancia de la enseñanza. Por tanto, todo principio no
general no puede considerarse parte integrante de la Doctrina, sino una simple
opinión aislada de la cual el Espiritismo no se responsabiliza.
Es esa concordancia colectiva de opiniones, sometidas a la prueba de la lógica,
la que otorga fuerza a la Doctrina Espírita y asegura su vigencia. (Allan
Kardec, El Génesis)
Esta es la base sobre la que se
apoya el Espiritismo para formular sus principios. Y los Espíritus que
participaron en la formulación de estos principios fundamentales nos ofrecen
sus consejos para la creación de estas bases doctrinales:
“(…) Desde que
aparezca una opinión nueva, por poco que la creáis dudosa, pasadla por el tamiz de la
razón y de la lógica; lo que la razón y el buen sentido reprueban, rechazadlo
con vigor; más vale rechazar diez verdades que admitir una sola mentira, una
sola teoría falsa. En efecto, sobre esta teoría podéis edificar todo un sistema
que se derrumbaría al primer soplo de la verdad como un monumento construido
sobre la arena movediza, mientras que si hoy rechazáis ciertas verdades porque
no se os demuestran lógica y claramente, muy pronto un hecho brusco o una
demostración irrefutable vendrá a afirmaros en la autenticidad.” (Espíritu
Erasto, Libro de los Médiums).
Podemos tener la confianza de
que los principios básicos se han constituidos basándose en la mayor
concordancia de las testimonios espirituales.
La única garantía seria
de la enseñanza de los espíritus reside en la concordancia existente
entre las revelaciones hechas en forma espontánea, con el concurso de un gran
número de médiums que sean extraños entre sí y operen en diversos lugares.
(Allan Kardec, El Evangelio según el Espiritismo).
La importancia de comprender
Todos los
principios que la doctrina espírita expone no son dogmas, no son postulados que
debemos creer y aceptar mecánicamente. Debemos acercarnos a estos principios con nuestra razón y con ánimo crítico. Debemos
estudiarlo con sinceridad, buscando comprender los contenidos de la doctrina.
La comprensión es la base para profundizar en el Espiritismo.
Hemos de
convenir, sin embargo, en que la resistencia del incrédulo muchas veces se debe
menos a él mismo que a la forma en que le son presentadas las cosas. La fe
requiere una base, y esa base es la comprensión acabada de lo que se debe
creer. Para creer no basta ver, sino sobre todo comprender. La fe ciega no es
ya de este siglo. Precisamente, el dogma de la fe ciega es el que produce en la
hora actual mayor número de incrédulos. Porque quiere imponerse y exige al
hombre que renuncie a una de sus más valiosas prerrogativas: el razonamiento y
el libre albedrío. A esa clase de fe, sobre todo, se resiste el incrédulo, lo
que pone una vez más de relieve la verdad de que la fe no se ordena. Puesto que
tal fe no acepta presentar pruebas, deja en el Espíritu un vacío del que nace
la duda. Contrariamente, la fe razonada, aquella que se apoya en los hechos y
en la lógica, no deja tras de sí ninguna oscuridad: en determinado caso se cree
porque se está seguro, y sólo se tiene esa seguridad cuando se ha comprendido.
He aquí por qué la fe razonada no cede. Porque sólo es inquebrantable aquella
fe que pueda mirar frente a frente a la razón en todas las edades de la
Humanidad. (Allan Kardec, El Evangelio según el Espiritismo).
Si no compartimos algún principio, porque no lo
comprendemos bien o porque no nos sentimos identificados con ese principio,
debemos seguir estudiando y profundizando en toda la doctrina, y aprovechar los
otros contenidos que nos puedan ayudar en nuestra vida. Esos contenidos nos
serán útiles para continuar nuestro camino en este momento.
¿Cuáles son estos principios básicos de la
Doctrina Espírita?
Dios.- Los Espíritus nos hablan de Dios. Nos dicen que
todavía no podemos comprenderlo, pero nos explican que es nuestro Padre, que
nos ama y nos cuida.
No nos está permitido adentrarnos en la
naturaleza íntima de Dios. Para comprender a Dios nos falta el sentido que sólo
se adquiere con la completa depuración del espíritu. (Allan Kardec, El
Génesis).
Nuestra razón se empequeñece forzosamente ante
estos problemas insondables. Dios existe. No dudamos un solo instante de ello.
Es infinitamente justo y bueno: ésa es su esencia. Su acción todo lo abarca, lo
comprendemos. No desea más que nuestro bien, por eso debemos confiar en Él: eso
es lo principal. El resto puede esperar hasta que seamos dignos de
comprenderlo. (Allan Kardec, El Génesis).
La inmortalidad del alma.- Nuestra
verdadera naturaleza es espiritual. Somos Espíritus Inmortales, creados por
Dios. Tras nuestra experiencia en la Tierra, volveremos al mundo espiritual,
que es nuestro verdadero hogar. Los Espíritus nos desvelan cómo es su día a día
y nos describen cómo es la vida para ellos.
El libre albedrío y la ley de
causa y efecto
A través de sus testimonios vemos cuáles son
sus circunstancias personales tras su muerte y aprendemos que nuestro futuro
espiritual depende de lo que hayamos sembrado y construido aquí en nuestras vidas
en la Tierra. Nos explican que somos libres para tomar nuestras decisiones,
pero también tendremos que asumir las consecuencias del camino que hayamos
elegido, tanto en esta vida como cuando regresemos al mundo espiritual o en
vidas posteriores.
..
Al estudiar a los espíritus, el hombre sabe
que la felicidad o la desdicha en la vida espiritual son estados inherentes al
grado de perfección o imperfección. Que cada cual sufre las consecuencias
directas y naturales de sus errores, o, expresado de otra manera, que somos
castigados por donde pecamos. Que las consecuencias duran tanto como la causa
que las produjo y que el culpable sufriría eternamente si persistiese en el
mal, pero que el sufrimiento cesa con el arrepentimiento y la reparación, y
como depende de cada uno mejorar, todos pueden, en virtud de su albedrío,
prolongar o abreviar sus sufrimientos, como el enfermo sufre por sus excesos
hasta tanto no les ponga término.
La razón rechaza, como incompatible con la bondad divina, la idea de las penas
irremisibles, perpetuas y absolutas, a menudo infligidas como castigo por una
única falta, así como aquella otra que nos dice que ni siquiera el
arrepentimiento más sincero y ardiente puede suavizar los suplicios del
infierno. Pero se inclina ante la justicia distributiva e imparcial que todo lo
considera, que nunca cierra la puerta al que desea entrar y que tiende siempre
las manos al náufrago en vez de empujarlo al abismo. (Allan Kardec, El
Génesis).
La Reencarnación.- Los Espíritus nos enseñan que el ser humano
va atravesando numerosas existencias que le sirven de aprendizaje y de medio de
perfeccionamiento moral y espiritual. La evolución que cada uno de nosotros
tenemos que realizar para conseguir la evolución moral e intelectual no es
posible en una vida, sino que se realiza en múltiples vidas.
La vida es un camino de evolución, una
escuela en la que aprendemos gracias a las dificultades y a los retos que se
nos presentan para que podamos progresar. En cada existencia recogemos el fruto
de nuestras vidas pasadas, y vamos sembrando las semillas para nuestras
próximas vidas. Solo así podemos entender la diversidad de situaciones por las
que el ser humano atraviesa: de salud o enfermedad, de riqueza o pobreza,
situaciones de alegría o de dolor… Con todas estas experiencias aprendemos y
seguimos nuestro camino de progreso espiritual.
Mediante esta ley, el hombre se explica todas
las anomalías aparentes que presenta la vida humana: las diferentes de posición
social, las muertes prematuras que, sin la reencarnación, convertirían una vida
abreviada en algo inútil para el alma. La desigualdad de aptitudes
intelectuales y morales se resuelve también, si entendemos que todos los
espíritus no tienen la misma antigüedad, que algunos han aprendido y progresado
más, razón por la cual, al nacer, traen lo adquirido en existencias anteriores.
(Allan Kardec, El Génesis).
La comunicación con el mundo
espiritual
Pasamos de la vida terrena a la espiritual y
regresamos a la terrena. En un ciclo de aprendizaje constante hacia la luz y la
perfección espiritual.
La humanidad encarnada en la Tierra y la
Humanidad Espiritual es una única humanidad que camina junta. Los que ahora nos
encontramos en la Tierra y los que ahora se encuentran en el mundo espiritual
somos hermanos de camino y quizá pronto nos encontremos en la situación
opuesta: nosotros ya de regreso al mundo espiritual y ellos de regreso a la
vida terrena. Juntos nos ayudamos y acompañamos en nuestro camino.
Mediante esta ley, el hombre se explica todas
las anomalías aparentes que presenta la vida humana: las diferentes de posición
social, las muertes prematuras que, sin la reencarnación, convertirían una vida
abreviada en algo inútil para el alma. La desigualdad de aptitudes
intelectuales y morales se resuelve también, si entendemos que todos los
espíritus no tienen la misma antigüedad, que algunos han aprendido y progresado
más, razón por la cual, al nacer, traen lo adquirido en existencias anteriores.
(Allan Kardec, El Génesis).
La comunicación con el mundo
espiritual
Pasamos de la vida terrena a la espiritual y
regresamos a la terrena. En un ciclo de aprendizaje constante hacia la luz y la
perfección espiritual.
La humanidad encarnada en la Tierra y la
Humanidad Espiritual es una única humanidad que camina junta. Los que ahora nos
encontramos en la Tierra y los que ahora se encuentran en el mundo espiritual
somos hermanos de camino y quizá pronto nos encontremos en la situación
opuesta: nosotros ya de regreso al mundo espiritual y ellos de regreso a la
vida terrena. Juntos nos ayudamos y acompañamos en nuestro camino.
La comunicación entre los dos planos hace más
presente para nosotros esta unión. Nuestros hermanos espirituales vienen hasta
nosotros para poder hablarnos, nos guían y ayudan y podemos sentir más viva su
presencia en nuestras vidas hasta que pronto nos unamos a ellos de nuevo.
Los Espíritus nos muestran la realidad de la
comunicación entre los dos planos y además, nos explican cómo es posible la comunicación,
cómo funciona la mediumnidad y cómo practicarla para que sea un camino de
evolución espiritual y de ayuda a los demás.
La pluralidad de mundos
habitados
Nuestro planeta no es una excepción en el
Universo. La humanidad no está sola en su camino. Otros orbes también están
habitados al igual que la Tierra, tanto en el plano físico como en el plano
espiritual. En todos los planetas seguimos el mismo camino de evolución
espiritual, aunque cada uno de ellos tiene un nivel evolutivo diferente. Algunos
apenas acaban de empezar su proceso evolutivo y están más atrasados que la
Tierra y otros están habitados por Espíritus altamente evolucionados.
Todos formamos una misma familia espiritual
universal, hijos de un mismo Dios, y hermanos en la evolución.
Por las comunicaciones que el hombre puede establecer ahora con los
seres que han abandonado la Tierra, el hombre tiene no solamente la prueba
material de la existencia e individualidad del alma, sino que comprende la
solidaridad que une a los vivos con los muertos de este planeta, y a los seres
de este mundo con los habitantes de otros globos. Conoce la situación de los
desencarnados en el mundo espiritual. Los sigue en sus migraciones, es testigo
de sus alegrías y penas, y sabe por qué son felices o desgraciados y la suerte
que les espera, según hayan hecho bien o mal. Esos contactos lo inician en la
vida futura, puede observarla en todas sus fases y peripecias, el futuro ya no
es una vaga esperanza, sino un hecho positivo, una certeza matemática. La muerte
ya no tiene nada de terrorífico, es una liberación, la puerta que conduce a la
verdadera vida.
(Allan Kardec, El Génesis).
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SOLIDARIDAD COMO CUESTIÓN
UNIVERSAL
Todos
hoy sabemos que el universo entero está sometido a la ley de solidaridad, que
es una con la ley de amor, justicia y caridad, que tiene que ver con la entrega
y la renuncia. Que las fuerzas del universo son solidarias, repercuten y vibran
al unísono. Que por esta ley todo se eslabona y se une tanto en lo moral como
en lo físico. Que todos los seres están unidos los unos a los otros e influyen
recíprocamente desde lo más ínfimo de la creación hasta los más majestuoso y
superior. Que cada uno de nosotros es un resplandor, una chispa emanada de
Dios, fuente del BIEN. Que como hijas de Dios, todas las almas son hermanas y
todas las relaciones que nos unen están ligadas a este hecho: nos unen lazos
estrechos de fraternidad y solidaridad.
Que
en la lenta ascensión del ser hacia Dios, lo que buscamos es el bienestar y la
felicidad, pero que la única forma posible de que el alma pueda progresar
realmente es en la vida colectiva, trabajando en provecho de todos, ya que el
progreso de uno se refleja en todos, el atraso de uno afecta a todos y el
sufrimiento de uno perturba la serenidad de los otros.
Pero
como todas las virtudes, que están inmanentes en nosotros por ser hijos de
Dios, también la solidaridad, está en germen aún. ¿Por qué decimos esto? ,
Porque en los estados inferiores, la ley de solidaridad se cumple
automáticamente, y cuando el espíritu llega a ser espíritu, que comienza a
tener conciencia de sí y de lo que lo rodea, en su sencillez e ignorancia,
elige, selecciona, excluye, y no comprende que su prójimo merece el mimo
respeto, la misma consideración que al igual que el tiene las mismas luchas y
los mismos anhelos.
Y si
bien hoy la solidaridad forma parte de nuestros conocimientos, y es una verdad
que compartimos y aceptamos, como seres inteligentes de la creación que somos,
con libre albedrío, debemos plantearnos cuanto de esta verdad forma parte de
nuestra vida diaria y de nuestro sentir. Porque puede pasar que ésta, esté solamente
en el campo de los conocimientos y a la hora de colaborar con el crecimiento de
lo y los que nos rodean, no los pongamos en práctica o mezquinemos esfuerzos.
¿Que
impide que nosotros, conocedores de esta alta verdad, no nos dispongamos
firmemente a practicarla?. Principalmente la ignorancia que tenemos de cuál es
nuestra realidad. Generalmente creemos que el tener bien definido un concepto
éste ya forma parte de nuestras vidas, y queremos salir a practicar en las
formas, sin conocer que sentimos frente a él, si nos interesa realmente el
semejante y su necesidad como la propia, cuanta es nuestra disposición y si
tenemos disposición.
Disponernos
requiere un trabajo, un esfuerzo, voluntad, responsabilidad en forma
permanente, no solamente cuando nos sobra tiempo, cuando nos acordamos, cuando
tenemos ganas, que si bien está dentro de nuestra libertad, esta no es la
verdadera solidaridad. Hay que lograr sentir el dolor, la necesidad ajena como
si fuera propia y darle el mismo valor e importancia, sentir que su sufrimiento
nos afecta y que no nos resulte indiferente.
Cuando
se habla de solidaridad se tiende a pensar en las grandes actitudes ante las
catástrofes naturales, las guerras, los países que sufren bloqueos, y si, son
actos de solidaridad. Pero hay otros actos de solidaridad que son más
cotidianos e inmediatos y que por serlo se descuidan.
Recordemos
que en un principio dijimos asociación y comunidad de intereses.
¿Cuántas
veces hacemos de comer a nuestra familia con un estado de amor y entrega por lo
que ellos significan en nuestras vidas y por su felicidad? Muchas veces pasa
que termina siendo un acto rutinario, obligado, sin ganas, que nos lleva el
mismo tiempo, pero que no cumple más que con la función de ingresar alimentos
al cuerpo.
¿Cuántas
veces nos disponemos a escuchar a los hijos o al compañero / en el momento que
ellos lo requieren y no sólo cuando estamos de ánimo para ello?
¿Disfrutamos
el valor del trabajo en grupo, cumpliendo lo mejor posible nuestros
compromisos? ¿O trabajamos aisladamente sin compartir?
¿Conozco
a mi vecino, me interesa, sé si sufre alguna necesidad?, ¿Conozco mi barrio, me
involucro en lo que significa el bienestar de mi comunidad? Nosotros que
estamos cerca de la realidad generalmente la desconocemos o la ignoramos, y después
protestamos.
Con
frecuencia se reniega contra la grosería, contra las pasiones brutales, las
codicias y las reivindicaciones de las gentes más humildes, pero no se
reflexiona lo suficiente sobre los malos ejemplos que los rodean desde la
infancia, las necesidades imperiosas que les imponen una tarea ruda y
absorbente que no deja tiempo a ocuparse de sus inteligencias. La falta de
trabajo, la enfermedad y la miseria los amenazan y los hostigan sin cesar y se
necesita para soportarlos verdadera resignación y fuerza del alma. Sin embargo
también ellos son abnegados y luchan tenazmente contra la adversidad. Cuantos
niños privados de lo necesario, cuantas familias sufren el frío invernal sin
contar con alimentos y cobijo suficiente.
Muchos
de los males que padece nuestra sociedad (robos, asesinatos, abusos) parten del
desinterés, de fomentar las diferencias sociales acaparando en forma desmedida,
de creer que nos podremos salvar solos y que mientras a nosotros nos vaya bien
no importa lo demás, y de no diferenciar lo esencial de lo superfluo.
Casi
todos los aquí presentes hemos tenido una vida buena y alejada de las grandes
necesidades, sería un buen ejercicio la valoración de todos los seres que
solidariamente han contribuido a ser lo que hoy somos: nuestros padres que nos
han tenido bajo su cuidado, su guía y su ejemplo, nuestros hermanos que nos han
fogueado en las relaciones, nuestros compañeros de escuela que nos han ampliado
el campo de los afectos, a nuestros jefes y compañeros de trabajo que nos prueban
en la tolerancia y la aceptación, nuestros amigos y seres queridos que nos
ratifican nuestra valía, nuestra ciudad, nuestro país que nos da un sentido de
pertenencia y responsabilidad. Pero sobre todas las cosas, debemos agradecer a
Dios, que por amor y solidaridad, a través de la encarnación nos permite
probarnos, hacer experiencia, y además por esa misma ley de solidaridad, nos
permite tener contacto con espíritus superiores que nos ayuden y nos guíen ante
nuestras vicisitudes.
Como
seres que tratamos de transitar la evolución de forma consciente y sabiendo que
la solidaridad es un hecho natural de la vida universal, ha de ser nuestro
esfuerzo en motivarnos a ella manteniendo la mente lúcida y activa en
propuestas, abrir bien nuestros ojos para captar la realidad que nos rodea,
tener los oídos atentos a escuchar lo que se nos reclama, corazón abierto y
generoso a las necesidades de nuestro semejante.
Nos
dijo alguna vez un espíritu: "Como hombre fui un estudioso del universo
físico y con ello me deslumbré, hoy como Espíritu soy un estudioso del Universo
desde otro ángulo de visión y de mi entendimiento. Si aquello me deslumbró, hoy
esto conmociona mi alma, pues recién estoy comprendiendo que Espíritu del
Universo es el Espíritu de la creación y es apenas comprender a Dios. La danza
de todo lo creado es tan armónica que mi Espíritu queda atónito bajo los
efectos de esa magnificencia. Me despido augurando al hombre de todas las
latitudes y al espíritu del universo que la unión y la fusión que parecen
iguales pero no lo son es el punto de partida para comprender el espíritu de
todo lo que existe. Con Uds. Camilo Flammarión".
"Les quiero solicitar que traten de penetrar en la vida misma de la virtud y ello significa comprender el amor, la justicia y la entrega como estado universales permanentes de Dios que encierra el estado virtuoso, así podrán trascender la simple definición de virtud como acto que corresponde pensar, elaborar y comprender, cuando hablamos de respeto hablamos del principio de cohesión que liga el universo físico posibilitando las formas como elementos de utilidad, y cuando hablamos de unión a partir del respeto hablamos de integración afectiva que hace de la relación un acto de tolerancia, de comprensión y de aceptación, recién en esa instancia el concepto hermano toma la gravitación real que posee. Espíritu Protector."
Fundación
de Estudio y Difusión Espirita Santa Rosa - LP - Argentina
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EXPLICACIÓN DE ALGUNOS FENÓMENOS LLAMADOS SOBRENATURALES
Vista espiritual o psíquica. Doble vista. Sonambulismo. Sueños
. El periespíritu oficia de lazo
de unión entre la vida corporal y la vida espiritual: gracias a él, el
espíritu encarnado entra en relación constante con los espíritus. El
periespíritu está facultado para la producción de fenómenos especiales que
no se originan en la materia tangible y que, por ese motivo, parecen de
índole sobrenatural.
Las propiedades y la irradiación del periespíritu son la causa de variados
fenómenos, entre ellos: la doble vista o vista espiritual, también llamada
vista psíquica, patrimonio de muchas personas, a menudo ignorantes de tal
facultad, así como de la vista sonambúlica.
El periespíritu es el órgano sensitivo del espíritu. Por su intermedio el
espíritu encarnado percibe las cosas espirituales que escapan a los
sentidos carnales. Por los órganos del cuerpo, la vista, el oído y las
diversas sensaciones están limitadas a la percepción de las cosas materiales.
Por el sentido espiritual o psíquico, se generaliza: el espíritu ve, oye y
siente en todo su ser lo que se encuentra dentro del campo de irradiación
de su fluido periespiritual.
Estos fenómenos son en el hombre la manifestación de la vida espiritual. El
alma actúa fuera del organismo. En el caso de doble vista o
percepción por el sentido psíquico, no ve con los ojos del cuerpo, aunque a menudo, por hábito, los dirige al sitio en que fija su
atención. Ve con los ojos del alma y la prueba está en que también ve con
los ojos cerrados y más allá de su campo visual ordinario . Aunque durante la vida el espíritu se encuentra amarrado al
cuerpo por la acción del periespíritu, su esclavitud es relativa, puesto
que puede extender su cadena y transportarse lejos, sobre la misma Tierra o a cualquier punto del espacio. El espíritu no se siente
a gusto cuando está ligado al cuerpo, porque su estado normal es la
libertad y porque la vida corporal se asemeja a la de un siervo adscrito a su terruño.
El espíritu es feliz al abandonar el cuerpo, como un pájaro que deja su jaula.
Aprovecha todas las ocasiones en que puede escaparse y disfruta de todos
los instantes en que su presencia no es necesaria para la vida de
relación. Este fenómeno recibe el nombre de emancipación del alma.
Siempre ocurre durante el sueño todas las veces en que el cuerpo descansa y que
sus sentidos están inactivos
En esos momentos, el espíritu vive la vida espiritual, mientras que su cuerpo
vegeta.
Marco Antonio Gonzalez Sanchez
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