La connivencia

La connivencia es la colaboración más valiosa con que puede contar todo aquel que quiera transgredir la ley o modificar la legalidad.

Una actitud de la persona connivente es hacer la vista gorda sobre algo que sabe está mal, porque no le afecta a él directamente, y no interviene. 

En la actualidad es un mal muy generalizado entre los ciudadanos, es pasar de largo, no complicarse la vida. Con esto los delincuentes pueden cometer sus fechorías a plena luz del día y ante la mirada distraída de multitudes, que como dice el refrán, es como si aprobasen lo que ven.

Es un ejercicio que se va haciendo tolerante con la imperfección poco a poco, connivencia-tolerancia se va haciendo gradualmente, se llega al fin a aceptar como algo natural que  no se debe reprender porque sería violar las buenas relaciones con la persona imperfecta, con eso se demuestra que solo buscamos la confrontación.

Recordemos al Padre Germán el no quiso hacer connivencia con la “Fuente de la salud” sus
P. Germán
superiores querían levantar una capilla junto a la fuente.  Así los ciudadanos podrían acudir a orar para arrepentirse de sus culpas,  y al mismo tiempo aquella agua podía  ser propiedad de la  capilla,  y expendiéndola a un precio módico, era una renta segura  para la nueva ermita.

El padre Germán  no acepto tal cosa, podría haberlo hecho ante su superior y así evitarse todas las complicaciones que siempre tuvo con la Iglesia,  el le dijo, que esa agua no tenia virtud alguna, que químicamente él lo había comprobado,  que el nombre de “fuente de la salud” él se lo había puesto para animar a los feligreses, para establecer el aseo en ellos. Él les dijo, que levantase la capilla donde quisieran, pero que dejase libre el manantial de la salud, porque él no quería especulaciones  a la sombra de la religión.


Actualmente, las informaciones circulan de forma libre y acelerada.

Por consecuencia, es posible tener una noción del conjunto de valores y hábitos de la humanidad.

Ciertas ocurrencias se repiten con tanta frecuencia, en los más diversos locales y ambientes, que llaman la atención.

Y la observación de lo que ocurre en el mundo  muchas veces causa terror.

Una de las cosas que impresionan  es la audacia de las personas deshonestas.

Ellas parecen tener una habilidad in común para colocarse en las posiciones más relevantes.

En la política, en la educación, en el medio jurídico y empresarial, la prensa no cesa de anotar focos de corrupción y deshonestidad.

Ya es bastante ruin  haber tantas personas desleales.

Más lo que causa estupefacción es como ellas asumen fácilmente posiciones de liderazgo.

Nadie consigue disfrazar su esencia por mucho tiempo.

Quien no posee un nivel ético satisfactorio evidencia eso en innumerables oportunidades.

Nadie se corrompe de repente.

Una persona genuinamente honesta  no decide un día apoderarse de lo que no le pertenece.

El ser humano revela sus maldades a lo largo del tiempo.

¿Siendo así, como es posible que seres viciosos se tornen tan influyentes?

En todo y en cualquier ambiente, hay hombres íntegros e inteligentes.

¿Por qué esos no actúan, para optar  por la influencia perniciosa?

A primera vista, parece poco caritativo evidenciar los vicios de un semejante, para limitar su ascensión. Ocurre que la caridad no posee como bandera la ingenuidad y la connivencia.

Constituye un equívoco imaginar que el hombre bondadoso debe ser tonto y falto de percepción.

La criatura integra es generosa procura ser un factor de progreso y bienestar en el mundo.

Más actúa con criterio y discernimiento, no de forma ridícula.

En esa delicada cuestión, importa considerar el móvil de la acción y cuanto bien ella puede producir.

Ciertamente es condenable divulgar los defectos del prójimo por malevolencia, con el deseo de denigrarlo.

Más también es censurable prestigiar la comodidad de un único ser, en detrimento de innumerables otros.

La corrupción  que envuelve un ambiente perjudica a todos los que se vinculan a él.

El dinero público sustraído por algunos hace falta en la construcción de hospitales y escuelas.

El desfalco realizado en una empresa tal vez sea la causa de su falencia.

Se trata de la ventaja deshonesta de una persona causando la penuria de muchas otras.

La compasión no justifica la inercia ante ese tipo de situación.

Nada hay de favorable en auxiliar silenciosamente  actos deshonestos que perjudican al medio social.

En verdad, la timidez y la acomodación de los hombres íntegros favorecen la preponderancia de los deshonestos.

Gran parcela de culpa por la corrupción que engrosa en el mundo se debe a las personas honestas.

En caso de que estas ambicionasen,  se superarían.

Cuando el vicio fuera combatido, sin odio, más firmemente, el encontraría poco espacio para proliferar.

Es preciso tener compasión por el delincuente, más jamás compactar con sus actos.

Asuma, pues, su responsabilidad ante el mundo en que usted vive.

Por timidez o pereza a desempeñar tareas y ocupar puestos, no permita que ellos caigan en manos indignas.

A titulo de ostentar virtud, no simule ignorancia y ni sea connivente.

Si Dios es la verdad, solo la verdad debemos ofrecer en todas las cosas.

Merchita

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