El “Infierno” . Relato de un espíritu.
“ Tuve ocasión de oír decirme que se trataba de
un crimen perpetrado en otra vida, antes de dejar el cuerpo a
causa de la enfermedad, pero que todo iba a depender de mí. En
verdad, he luchado mucho, y me esfuerzo más allá de cualquier
posibilidad, pero la depresión me aplasta.
Afirmaban que yo morí y precisaba salir
de esta situación para poder reencontrarme conmigo mismo.
Pasaron ya varios años, es lo que me dijeron,
entre tanto para mí no se pasó ni un día, que es como una noche
contínua, un vacío por el que me siento caer por un profundo
abismo sin chocar contra nada que me detenga....
Y soy muy infeliz, profundamente infeliz, ¡
infinitamente infeliz !.
No tengo hogar ni familia; todos me
abandonaron; se decían cansados, y sin embargo
¿No estoy yo
cansado ? .
Siento dolores, siento nauseas, la
cabeza es un horno y ya no tengo mas fuerzas.
¡
Dios me abandonó!. Que alguien tenga piedad. Es preciso que
alguien me tome las manos y me arranque estos grilletes .
¡ Ah sí, un infierno!. Yo estoy en un
infierno de hielo; no se trata del fuego teológico. Suicida
indirecto que soy, me someto a morir y me niego a vivir. No
soporto más el dolor.
¡ Que me desmorone y aniquile, para que se me
apague el raciocinio ! “
Nota: Debido a la fijación autopiadosa, el
enfermo espiritual, a pesar de ser asistido por sus Mentores
espirituales, prosiguió en estado de sufrimiento. Cerrado en
si mismo, no dejaba otra alternativa para poderlo socorrer.
Siendo un espíritu en prueba, cuyo origen de su estado
procedía de un crimen oculto, practicado en una anterior
encarnación, conforme afirmó, no se liberó durante la vida
física del complejo de culpa que degeneró en una psicosis
depresiva que todavía le aflige.
Un ser espiritual al que se le permite aliviar su
infierno íntimo que le aflige en la conciencia, durante su
estancia en uno de los mundos espirituales infernales que
interpenetran los mundos materiales de rango inferior, solo por el
hecho de poder relatar sus experiencias a los todavía encarnados,
para que no incurran en el estado que él se encuentra, muestra ser,
sin duda, un espíritu que ya ha dado el primer paso para mejorar su
estado y salir de “su infierno” personal.
( Extraido y traducido por el autor, de la obra “Después de la Vida”, del médium Divaldo Pereira Franco , del Espíritu de Gerson Almeida que se manifestó en el Centro Espírita “Camino de Redención”)
- José Luis Martín-
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“ Un
acto de justicia permite cerrar un capítulo; un acto de venganza
escribe uno nuevo”
-
Marilyn Savant -
INICIO DEL DESARROLLO DE LA PSICOGRAFIA
El primer indicio de una disposición para la escritura es una especie de estremecimiento en el brazo y en la mano. Poco a poco, la mano es arrastrada por un impulso que no es posible dominar. Al principio, la mayoría de las veces sólo es capaz de trazar rasgos desprovistos de significado. Posteriormente, los caracteres se vuelven cada vez más nítidos, y la escritura termina por adquirir la rapidez de la escritura normal. En todos los casos es preciso dejar que la mano se mueva de manera natural, sin ofrecer resistencia ni darle impulso.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS (210)
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NECESIDADES DE LOS
MEDIUMS
Desde que el comandante Edgard Armond (foto) publicó su excelente obra “Puntos de la Escuela de Médiums”,se multiplicaron en Brasil y le siguieron otros países, los llamados cursos de mediumnidad, cuyo apogéo se verificó en la década de 1970 con el Centro de Orientación y Educación Mediúmnica (COEM),organizado e implantado por equipo de cofrades liderados por el Dr. Alexandre Sech, del Centro Espírita Luz Eterna, en Curitiba.
Poco ha sido dicho ultimamente sobre las necesidades reales del medium para que se torne un medium seguro y confiable.
Claro que los autores espíritas jamás dejaron esa cuestión sin respuesta, como veremos lineas más abajo. Somos nosotros, los trabajadores de la siembra espírita, los que hemos revelado la tendencia a reducir la mediumnidad a una mera cuestión técnica, olvidados del factor moral, inherente a la buena práctica mediúmnica.
Si, desde el punto de vista del mecanismo de la comunicación, la mediumnidad en sí misma, no depende del factor moral, desde el punto de vista de la asistencia espiritual, el factor moral se hace importante.
Mediums moralizados cuentan con el amparo de Espíritus elevados.
Y por medium moralizado nos referimos al medianero que pauta su existencia como un auténtico hombre de bien, Procurando ser una persona huilde, sincera, paciente, perseverante, bondadosa, estudiosa, trabajadora y desinteresada.
La primera necesidad de un medium es, pues, evangelizarse a si mismo, antes de entregarse a las grandes tareas doctrinarias, pues de otro modo podrá tropezar siempre con el fantasma del personalismo, en detrimento de su misión. El médium eficiente es aquel trabajador que mejor se armoniza con la Voluntad del Padre Celestial, cultivando las cualidades que atraen los buenos espíritus y destacándose por el cultivo sincero de la humildad y de la fe, de la devoción y de la confianza, de la buena voluntad y de la comprensión.
Las cualidades que atraen a los Buenos Espíritus, conforme leemos en "El Libro de los Médiums", cap. XX, item 227, son:
II. La benevolencia
III. La sencillez de corazón
IV. El amor al prójimo
V. El desprendimento de las cosas materiales.
Los defectos opuestos a esas cualidades, evidentemente, apartan de nosotros a los Espíritus Elevados, lo que constituye un obstáculo que el médium consciente de la importancia de su facultad, tiene que superar.
La mediunidad no representa en si misma ningún mérito para quien la posee, porque su aparición es independiente, como vimos, de la formación moral del indivíduo.
Personas de comportamiento moral dudoso pueden presentar la faculdad mediúmica y siempre encontrarán entidades espirituales que les secunden la voluntad y el pensamiento, asociandose a ellas en la red del desequilíbrio.
Ser buen médium es cosa diferente, como Kardec explica en el siguiente pasage: “Nadie podrá tornarse buen médium si no consegue despojarse de los vicios que degradan a la humanidad” (Revista Espírita de 1863, p. 213).
“Todo hombre – aseveró, el Codificador – puede tornarse médium; pero la cuestión no es ser médium; es ser buen médium, lo que depende de las cualidades morales.”
EI INMORTAL- JORNAL DE DIVULGAÇÃO ESPÍRITA
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PRÓLOGO ESPIRITUAL DEL MANUSCRITO DE DOÑA
AMALIA DOMINGO SOLER
DICTADO DESDE EL ESPACIO POR MEDIACIÓN DE LA MÉDIUM MARÍA
Voy a daros un prólogo, y ese prólogo no tendrá otro objeto que enseñar a los nuevos espiritistas de la manera que tienen que redimirse.
La redención del hombre es muy sencilla; sólo consiste en amar al prójimo como a sí mismo: pero dentro de esta sencillez hay un obstáculo que levanta una muralla entre el bien y el mal, y no quiero decir que es el mal que los terrenales veis, en el hombre criminal, pues no vengo a hablaros de esos crímenes que se cometen en la Tierra, ya que para esos infelices, está la ley de los hombres para llamarlos al orden: Dejemos toda esa escoria de ignorancia y de miseria, para remontarnos a esos otros lugares donde el hombre penetra orgulloso, pensando que allí se encuentra la civilización; para estos enfermos del alma, será mi humilde prólogo.
Bien podía haberlo dejado escrito en la Tierra, pero entonces, no hubiera tenido el valor que tendrá ahora para los seres pensadores, escribiéndolo desde las alturas en que mora mi humilde Espíritu. ¡Cuánta diferencia hay de contemplar a la humanidad en vuestra vida terrena, a contemplarla desde el espacio!...
Sí hijos míos: Cuando uno penetra en la verdadera vida, comprende perfectamente que durante el tiempo que se permanece en la Tierra, se desconoce ésta por completo.
Yo, como vosotros sabéis, había procurado emplear bien el tiempo y pensaba que todo lo que hacía era obra de mi voluntad; pero no es así.
Cuando el Espíritu desciende a la Tierra y promete a esa naturaleza divina llamada Dios, que ya nunca más volverá a caer, si la promesa es enérgica y firme, para pasar del mal al bien le envuelven unas fuerzas superiores a las suyas y encarna, desconocedor de todo cuanto ha prometido; pero entre las promesas y el Yo constituye una ley, y esa ley, es la que rige durante nuestro paso por la Tierra; y así es como empieza para el Espíritu una existencia de lucha y de progreso. Y como en nuestro planeta todo se ignora y lo achacamos todo a la casualidad, vamos viviendo dentro de la oscuridad y la ignorancia, sin conocer esa ley que nuestro arrepentimiento ha creado y que es la que nos conduce a puerto de salvación.
Todas las religiones tienen la tendencia de inculcar al hombre el arrepentimiento y el acto de contrición; pero la equivocación de todas, está en dar al hombre un plazo tan corto para arrepentirse.
No, no, hijos míos, el hombre no tiene un plazo para reconciliarse, el hombre tiene una eternidad, el hombre ha sido, el hombre es, y el hombre será.
Y los mismos dardos y desengaños que va recibiendo en un sinnúmero de existencias, le van enseñando el camino de su propia regeneración. Así es, que, cuando el hombre, cansado ya de sufrir el peso de sus culpas, que consciente o inconscientemente pesan en su conciencia, dice: ¡No puedo más! Entonces, sin que nadie le juzgue, sin que nadie le castigue, él solo invoca su regeneración.
Cuando un Espíritu ha pasado por la Tierra lleno de adulaciones y placeres, al penetrar en el mundo de la verdad, es tan grande su desengaño, que afluye el llanto a su alma, y éste es el Jordán de su regeneración.
Así me sucedió a mí después de haber malgastado tantas y tantas existencias, después de haber mal empleado un talento, después de haberme mofado, en fin, de todos aquellos seres que de buena fe acudían a mí para que los empapara con el rocío de mi inteligencia.
Y no me servían de otra cosa más que de desprecio y de burla aquellos tesoros intelectuales, que sólo se conceden a los hombres para que hagan un buen uso de ellos.
Yo, en aquella existencia lo hice todo al revés. Ya un buen número de encarnaciones, la poesía ha sido mi única compañera; y si de esa flor tan delicada hubiera hecho el uso que hice de ella en mi última existencia, no hubiera tenido que penetrar tantas y tantas veces en la morada de mi padre.
¿Es que encontré, al despertar mi Espíritu, a los jueces que me recriminaron?
¿Es que hallé un tribunal que me juzgó? No, allí sólo encontré el remordimiento de mis pequeñeces; allí sólo vi, reproducida aquellas carcajadas de desdén y de desprecio que yo dirigía a un humilde pueblo.
Cuando el hombre se apodera de la verdad, cubre con el velo de su maldad, toda la verdad que encierra aquél símbolo de amor.
El hombre no puede bautizar al hombre; el hombre no puede redimir al hombre; el hombre sólo se bautiza cuando retira el velo de orgullo que le domina; entonces ve la verdad y es cuando se redime por el sufrimiento que sus mismas pequeñeces le han proporcionado.
Nunca debéis dudar, nunca debéis decir que todo cuanto os rodea y os acontece no es obra vuestra y que es debido a la casualidad; pues todo lo que os sucede, son los acontecimientos hijos de vuestra misma labor; y de este modo vais tejiendo la tela que os envolverá el día de mañana.
Cuando de estas verdades os convenzáis, no tendréis necesidad de ir en busca de emisarios que os castiguen o que os perdonen. Entre Dios y los hombres no puede haber escogidos ni privilegiados, porque Dios es el hombre, él es Dios, y todo se rige dentro de la verdad, dentro de esa ley suprema. Así es que el hombre debe trabajar para redimirse a sí mismo, y cuando esté limpio de pecado podrá empezar a conocer a Dios.
Para el alma nunca se cierran todas las puertas en el momento que su cuerpo gime y llora y dice: ¡No puedo más! El alma entonces, busca un punto de apoyo en el océano del infinito, y desde allí contempla esas olas tempestuosas de la vida, comprendiendo, en sus momentos de lucidez, el por qué de su triste situación; y cuando el alma se convence de que así puede llegar al fin deseado, renuncia a todos los goces terrestres. ¡Sí, hijos míos! Al Espíritu le es imposible llegar a la felicidad cuando los placeres materiales absorben todos sus pensamientos y así le sucedió a mi pobre Espíritu, que, cuando todo le sonreía y sobraba, cuando una humanidad le admiraba por su gran talento, fue cuando mi Yo iba descendiendo de pendiente en pendiente, hasta llegar al fondo de un precipicio.
Esta fue mi última existencia, como vosotros sabéis, y es la que mi Espíritu tiene más cariño, por haber sido la única que supo aprovechar.
Estos sitios me atraen por haber sufrido en ellos tanto, pues así como cuando un cuerpo cae a un precipicio, el médico, primero lo examina y, procura su curación, sin inmutarse porque el paciente sufra y llore, y el afán del doctor es salvarle la vida, comprendiendo que en aquellos momentos corre peligro, y para lo cual emplea toda su sabiduría para salvar un cuerpo que mañana le bendecirá, y cuando han pasado los grandes dolores y el cuerpo queda sano como antes de la caída, corre en busca del doctor para felicitarle y demostrarle su gratitud.
En las mismas condiciones se encuentra el alma después de la caída; vienen los dolores, después de los dolores llega la regeneración, y cuando el alma se ha reconciliado consigo misma, busca con placer aquellos lugares en los cuales ha sufrido y llorado.
Aquí donde estoy yo, quisiera, en un momento dado, que os pudierais reunir todos, para que distinguierais, como yo, la verdad de la mentira, la luz de la sombra, y así podrían dar vuestros espíritus el paso agigantado que se necesita para cuando llegue la transformación del planeta.
¡Bendito los justos; dichosos los humildes y los limpios de corazón, que para ellos será la felicidad eterna!... ¡Adiós, hijos de mi Ideal! Y que para vosotros sea ese hermoso faro llamado Espiritismo el que os conduzca al puerto que me ha dirigido a mí.
Allí os espero, allí os aguardo con el cariño de una madre que va buscando la felicidad para sus hijos, para colocarlos donde ella desea y que no sufran más.
No os canséis de leer mi último paso por la Tierra y mi despertar en el espacio, sirviéndoos estas sencillas páginas de brújula que os guiará para que no volváis a caer en el fangoso mar de las pasiones.
¡Adiós!... Me despido de vosotros diciéndoos: ¡Hasta luego!... Os espero en las regiones de amor, donde nos reuniremos todas las almas que, como ésta, han sabido aprovechar su último paso por la Tierra.
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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