GUIA MEDIUNIDAD
Janet Duncan
¿Usted escucha voces? ¿Ve cosas? ¡No se preocupe, es sólo una facultad psíquica que está entrando en acción, en otras palabras, usted es un Médium! ¡En realidad todos somos potencialmente Médiums! Algunos lo son en forma ostensible, otros ocasionalmente manifiestan signos de mediumnidad, algunos otros pueden desarrollarla, mientras que ciertas personas nunca la experimentan. Sin embargo, la mediumnidad es difamada, mal dirigida y utilizada erróneamente, frecuentemente rechazada,a menudo temida, y rara vez comprendida o aceptada como una facultad natural.
Todo ser humano tiene esta potencialidad latente; ¡por lo tanto, no es un privilegio que se otorga tan sólo a unos pocos elegidos! Nunca deberíamos someternos a alguien que diga que él o ella es un Médium, o piensen que la persona es mejor o más elevada que ninguna otra, aunque a algunos Médiums les gusta hacer creer que son superiores o están por encima de la persona común. La verdad es que, por el contrario, una facultad mediúmnica ostensible denota la existencia de una persona a quien se le ha ofrecido la oportunidad de reparar muchos errores del pasado. Por medio de la adecuada educación de esta facultad, seguida de un posterior buen uso, es posible conseguir una buena cantidad de “méritos” espirituales especiales que permitirán a la persona llevar una existencia más feliz y productiva, ahora y en el futuro.
¿Qué quiero decir con una vida “más productiva”? ¡No no, no me refiero a volverse rico! Mucha gente piensa que el dinero es el primer y único medio para encontrar la felicidad en nuestro mundo. Pero nos estamos refiriendo a cosas como la paz mental, la buena salud, una mayor tranquilidad y fortaleza para superar los problemas de la vida. Estas cosas valen su peso en oro, ¿no es verdad?
Si usted es una persona atenta, se sorprenderá al descubrir las cosas buenas que puede realizar con esta facultad, después de haber seguido un programa de educación para este propósito. Así contribuiría en traer una mayor paz al mundo y ayudar donde hubiese enfermedad y dolor. Si, por el contrario, hiciese uso de esta facultad sólo para beneficio personal, o para dominar a otras personas a su antojo, aplicándola egoístamente o aún con intención de dañar, tal como ocurre en un gran número de países y lugares, no recibirá nada bueno a cambio. A pesar de esto, algunas personas dicen que, utilizando la mediumnidad, se han vuelto económicamente ricas y es posible que se sientan momentáneamente felices y satisfechas; ganancias mal habidas siempre tienen un mal final. ¿Por qué decimos “ganancias mal habidas”? ¿Por qué sería imprudente hacer lo que quisiéramos con esta facultad, incluyendo el desecharla? Ésta es una pregunta muy importante que a menudo olvidamos hacer.
Hay algo que aún no he mencionado, que marca la diferencia para nosotros y la facultad en sí misma, algo muy especial, algo que incluso podría sorprenderlos. Pero primero, permítanme mencionar que la mediumnidad es una facultad neutra en sí misma, es decir, que no tiene cualidades propias. Se convierte en aquello que nosotros hagamos de ella, por lo cual podemos mejorarla o adulterarla, pero eventualmente tendremos que responder por el uso que le hemos dado. Esto probará nuestro potencial para el bien o para el mal. Podremos utilizarla para la construcción o la destrucción, para ayudar a otros y a nosotros mismos, o para situaciones que representan obstáculos y para muchos otros propósitos, demasiados, realmente, para mencionar. De modo que pueden observar que es un tipo de energía especial, algo como la electricidad, que puede ser muy poderosa y a menudo peligrosa.
Entonces, preguntamos nuevamente: ¿Podemos hacer lo que queremos con ella? La respuesta a esta pregunta tal vez sorprenderá a algunas personas, pero a otras les sonará cierto cuando les revele que es un don que Dios nos ofrece y una gran bendición. ¡Que debe ser utilizada sólo para el bien en este mundo! De tal manera que ustedes deben comenzar a ver que cuando se dispone de esta facultad, necesitamos considerar cómo la utilizaremos, si deseamos o no recibir algún beneficio de ella. Así sucede también con la Ley Natural de Causa y Efecto en acción. Podemos esperar cosechar lo que sembramos, redundando en beneficio personal y para los demás, a través del uso apropiado. Los resultados serán sólo negativos y perjudiciales, si aplicamos la mediumnidad de manera diferente. A fin de comprender este tema con mayor claridad, recomendamos la lectura y estudio del LIBRO DE LOS MÉDIUMS, organizado por Allan Kardec, antes de aventurarse en este campo de trabajo. También sería muy prudente buscar y unirse a un verdadero Centro Espírita, a fin de llegar a comprender esta facultad especial aun más claramente y conocer su origen y objetivo. También es necesario e importante educar la facultad cuidadosamente para aplicarla sin riesgo y productivamente en un buen Centro Espírita, donde será posible hallar un rumbo para la preparación y práctica de la mediumnidad.
Podemos ahora comenzar a entender que realmente no es misterioso el escuchar voces o percibir personas incorpóreas, incluso hablar con aquellos que han abandonado este plano de la vida. Las enseñanzas Espíritas explican el fenómeno de un modo racional, desechando temores y preocupaciones, y nos lo muestra en su aspecto genuino, como una maravillosa capacidad para el bien. Cuando llegamos a comprenderla mejor, reconocemos la lógica de poseer una herramienta semejante en nuestras manos, que hará posible la eventual transformación del planeta en un lugar de paz, armonía y fraternidad.
Durante este proceso natural de transformación, nosotros mismos también somos transformados y, a pasos agigantados, avanzamos en dirección a nuestra espiritualización y nuestra eventual meta final de perfección. Por supuesto, estos hechos especiales, no sucederán ni hoy ni mañana, ni el año próximo o ni siquiera en este siglo. No, no ocurrirán rápidamente, pero éste es el destino final que Dios nos brinda. De manera que cuanto más participemos en el trabajo para el bien, ayudando a los demás y cuidando el planeta, más felices seremos y con mayor celeridad llegaremos a nuestro destino.
Mientras tanto, antes de embarcarnos en el camino de la mediumnidad, será muy importante incrementar el conocimiento de la vida en sí misma, para encontrar las respuestas a preguntas como: ¿Quién y qué soy? ¿De dónde vengo? ¿Qué estoy haciendo aquí ahora? ¿Adónde iré después? Para ser un médium Espírita útil y exitoso es necesario conocer las respuestas a estas preguntas. Con este fin, recomendamos muy especialmente a cada uno, empezar por el principio, es decir, con la lectura y el estudio del “LIBRO DE LOS ESPÍRITUS”, organizado y preparado por Allan Kardec, el cual nos proporcionará todas las respuestas a estas preguntas vitales. Sin embargo, tenemos aún otro libro más que esencial para nuestro bienestar, cuyo título es “EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO”, también organizado por Allan Kardec. Este libro particularmente preciado, abrirá nuestros ojos hacia cómo deberíamos comportarnos en la vida, por qué somos tan a menudo infelices, y la mejor manera de remediar esta situación. Estos tres libros constituyen la base del gran “consolador”, como lo prometió Jesús, donde por fin comenzamos a relacionarnos con el significado de las aflicciones y pruebas de la vida, donde descubrimos que las cosas en este mundo no son tan malas como las habíamos imaginado antes. Estos tres libros serán los puntos de partida para una nueva forma de vida, para todo aquel que se esfuerce en leerlas
y estudiarlas. ¡Para la persona que anhela convertirse en un médium educado al modo Espiritista, estos tres libros son Indispensables!
Dentro de las Enseñanzas Espíritas, por lo tanto, llegamos a encontrar el significado de la Vida, cómo vivir mejor, y además una profunda comprensión de esta importante facultad llamada Mediumnidad. Seremos capaces de develar los qué y los por qué, lo que se debe hacer y lo que no, lo cual dará como resultado la seguridad en la utilización de la mediumnidad. Esto nos aportará no sólo buenos resultados, sino, sobretodo, la adquisición de la facultad que nos permitirá ayudar a aquellos que nos rodean, en todas sus necesidades espirituales y materiales, lo cual ofrecerá asistencia a la vida física de cada uno de nosotros, incluyendo la del médium.
Éste es, en realidad, un mundo de seres espirituales, en el que nosotros también estamos incluidos, alojándonos transitoriamente en un cuerpo material. Por lo tanto, debemos entender que los dos planos de la vida están constantemente entremezclados, el invisible con el visible. Las vibraciones que provienen de un plano, están siempre presentes en el otro, el bien con el mal, el erudito con el ignorante, separados sólo conforme a la Ley de Atracción. Cuando irradiamos vibraciones de buenos sentimientos a nuestro alrededor, los seres inferiores no pueden contactarse con nosotros. De igual manera, si nos encontramos en una fase negativa de pensamiento, las vibraciones beneficiosas no llegarán hasta nosotros. ¡Simple, lógico e infalible! Esto nos hace saber exactamente quién podemos esperar contactar en “el otro lado” y quién es capaz de contactarse con nosotros. Ahora comenzamos a comprender nuestros diferentes y oscilantes estados de ánimo, con sus altas y bajas de espíritu, por qué algunas veces sentimos un fuerte poder de voluntad y otras tantas no podemos demostrar nada de fortaleza. A menudo caemos víctima de aquellos que no desean nuestro bien y absorben nuestras energías, lo cual sucede con mayor frecuencia si nuestra facultad física está abierta o no educada correctamente.
La mediumnidad es, entonces, una facultad muy hermosa que nos fue otorgada con un propósito especial y que nos puede traer gran alegría y bienestar, si la utilizamos como corresponde. Es nuestra herramienta más importante para ejercitar la caridad, porque podemos ayudar a la gente en ambos planos de la vida, cuando estamos apropiadamente preparados. Jesús predicó que deberíamos “amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos”. No existe mejor manera de ayudar a aquellos que están perdidos y a la deriva en el mundo espiritual, que el utilizar la mediumnidad. Al tornarse un trabajador educado, usted se volverá también un trabajador confiable para los Benefactores espirituales. Esto también lo ayudará a gozar de un progreso personal en su evolución espiritual, porque las dos cosas van de la mano. Usted no podrá llegar a ser un obrero confiable si no ha trabajado en su propia reforma íntima, y especialmente si no ha descubierto la entrega y la humildad.
Nadie puede ser un obrero de Cristo si permanece arrogante, egoísta e impaciente, para citar unos pocos ejemplos. ¿Usted recuerda cómo los mercaderes fueron arrojados del Templo? Aquí se nos dice casi categóricamente que la comercialización de nuestra facultad está fuera de los límites; la recibimos gratis, por lo tanto debemos utilizarla sin costo alguno. Si buscamos la fama a través de ella, perderemos nuestra condición de obrero de Cristo. La Ley de Causa y Efecto se encuentra constantemente en acción, como todas las leyes de la Naturaleza, y no podemos desviarnos de ellas sin sufrir reacciones negativas. Entonces, nuevamente afirmamos que el camino hacia la felicidad y la paz mental yacen en la senda de la bondad.
> En la Parte II – VARIEDAD DE MANIFESTACIONES – estaremos observando algunas de las muchas y diferentes formas que adquiere esta facultad y la naturaleza de las comunicaciones.
> En la Parte III – OBSESIÓN ESPIRITUAL – analizaremos el aspecto más importante de este maravilloso trabajo, las variadas formas que puede adoptar, y cómo nuestra facultad psíquica puede ser el instrumento decisivo para aliviar situaciones dolorosas.
> Janet Duncan es una de las pioneras en el movimiento Espiritista del Reino Unido. Una de sus mayores contribuciones al Espiritismo ha sido su traducción de libros Espíritas al idioma inglés.
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DERECHO DE PROPIEDAD.
8. –Cuál es el primero de todos los derechos naturales del ser humano?
-“El de vivir, por lo tanto, nadie tiene el derecho de atentar a la vida de su semejante, ni de hacer nada que pueda poner en riesgo la vida corporal”-.
9. –Este derecho otorga, al ser humano, el de acumular lo suficiente para disponer de que vivir cuando ya no sea apto para el trabajo?
–“Sí, pero debe hacerlo como la abeja, con trabajo honesto, y no egoísta. También algunos animales le dan el ejemplo de la previsión”-.
10. –Tiene, el ser humano, el derecho de defender lo que ha acumulado con su trabajo?
-“Acaso Dios no ha ordenado: “No robar”? Y, Jesús no ha dicho: Dad al César lo que es del César?”
Lo que el ser humano acumula con un trabajo honesto es de su legítima propiedad, lo cual le otorga el derecho de defender, por cuanto la propiedad es el fruto del trabajo; es un derecho natural tan sagrado como el de trabajar y el de vivir.
11. –Es natural el deseo de poseer?
-“Sí; pero cuando se realiza para sí, y por propia satisfacción personal, se convierte en egoísmo”-.
-Podría decirse que el deseo de poseer es siempre legítimo, por cuanto quien tiene de que vivir deja de ser una carga para todos?
-“Existen personas insaciables que acumulan sin provecho para sí ni para otros, o para saciar sus pasiones. Creéis vosotros que Dios se lo aprueba? Quien, al contrario, acumula honestamente para sus propias necesidades futuras y para ayudar a sus semejantes, practica la ley de amor y la de solidaridad, y atrae sobre su trabajo la bendición de Dios”-.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Adam Smith, el fundador de la Economía moderna, en el siglo XVIII, tuvo una genial percepción: -“Cada persona buscando su propio beneficio, para lograrlo debe aportar, primeramente, para la sociedad en que vive, un servicio o un bien, con lo cual, la naturaleza, sin obligar a nadie, logra que se hagan las cosas”. (Ligeramente parafraseado).
Es decir, esa persona que, buscando acumular bienes, aún cuando lo haga con un fin egoísta, si lo hace honestamente, realizará, antes, en beneficio de la colectividad, actividades que al mismo tiempo que le facilitan la acumulación anhelada, aportarán un bien o servicio que llenará una necesidad insatisfecha. Si ese beneficio es logrado sin ajustarse totalmente a la justicia, ésta, oportunamente, realizará la respectiva compensación. En todo caso, siempre, la persona, recabará, de la experiencia, un aprendizaje provechoso, dándose cuenta del sentido de la medida que debe regir en todo, por cuanto, en la realidad, todo exceso en un área determinada, se realiza con un déficit en otra. Es preciso que en todo reine un justo y perfecto equilibrio.
12. –Cuál es el carácter de la propiedad legítima?
-“El de su obtención legítima”-. (Ver Nº 808).
La ley de amor y la de justicia prohíben de hacer a los demás lo que no se desea que se nos haga, por lo cual condena todo medio de adquisición que les sea contrario.
13. –El derecho de propiedad es indefinido?
-“Cada adquisición legítima es, sin duda, una propiedad; pero, como hemos dicho, la legislación humana, por su imperfección, consagra, con frecuencia, derechos convencionales contrarios al Derecho Natural. Esta es la razón por la cual las normas del Derecho Positivo se van perfeccionando en la medida en que la sociedad va alcanzando mayor grado de progresa y se desarrolle una idea más exacta de la justicia. Lo que parece perfecto en un siglo, resulta inadecuado en el siguiente”-. (Ver Nº 795).
-LIBRO DE LOS ESPÍRITUS-
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PRÓLOGO ESPIRITUAL DEL MANUSCRITO DE DOÑA
AMALIA DOMINGO SOLER
DICTADO DESDE EL ESPACIO POR MEDIACIÓN DE LA MÉDIUM MARÍA
Voy a daros un prólogo, y ese prólogo no tendrá otro objeto que enseñar a los nuevos espiritistas de la manera que tienen que redimirse.
La redención del hombre es muy sencilla; sólo consiste en amar al prójimo como a sí mismo: pero dentro de esta sencillez hay un obstáculo que levanta una muralla entre el bien y el mal, y no quiero decir que es el mal que los terrenales veis, en el hombre criminal, pues no vengo a hablaros de esos crímenes que se cometen en la Tierra, ya que para esos infelices, está la ley de los hombres para llamarlos al orden: Dejemos toda esa escoria de ignorancia y de miseria, para remontarnos a esos otros lugares donde el hombre penetra orgulloso, pensando que allí se encuentra la civilización; para estos enfermos del alma, será mi humilde prólogo.
Bien podía haberlo dejado escrito en la Tierra, pero entonces, no hubiera tenido el valor que tendrá ahora para los seres pensadores, escribiéndolo desde las alturas en que mora mi humilde Espíritu. ¡Cuánta diferencia hay de contemplar a la humanidad en vuestra vida terrena, a contemplarla desde el espacio!...
Sí hijos míos: Cuando uno penetra en la verdadera vida, comprende perfectamente que durante el tiempo que se permanece en la Tierra, se desconoce ésta por completo.
Yo, como vosotros sabéis, había procurado emplear bien el tiempo y pensaba que todo lo que hacía era obra de mi voluntad; pero no es así.
Cuando el Espíritu desciende a la Tierra y promete a esa naturaleza divina llamada Dios, que ya nunca más volverá a caer, si la promesa es enérgica y firme, para pasar del mal al bien le envuelven unas fuerzas superiores a las suyas y encarna, desconocedor de todo cuanto ha prometido; pero entre las promesas y el Yo constituye una ley, y esa ley, es la que rige durante nuestro paso por la Tierra; y así es como empieza para el Espíritu una existencia de lucha y de progreso. Y como en nuestro planeta todo se ignora y lo achacamos todo a la casualidad, vamos viviendo dentro de la oscuridad y la ignorancia, sin conocer esa ley que nuestro arrepentimiento ha creado y que es la que nos conduce a puerto de salvación.
Todas las religiones tienen la tendencia de inculcar al hombre el arrepentimiento y el acto de contrición; pero la equivocación de todas, está en dar al hombre un plazo tan corto para arrepentirse.
No, no, hijos míos, el hombre no tiene un plazo para reconciliarse, el hombre tiene una eternidad, el hombre ha sido, el hombre es, y el hombre será.
Y los mismos dardos y desengaños que va recibiendo en un sinnúmero de existencias, le van enseñando el camino de su propia regeneración. Así es, que, cuando el hombre, cansado ya de sufrir el peso de sus culpas, que consciente o inconscientemente pesan en su conciencia, dice: ¡No puedo más! Entonces, sin que nadie le juzgue, sin que nadie le castigue, él solo invoca su regeneración.
Cuando un Espíritu ha pasado por la Tierra lleno de adulaciones y placeres, al penetrar en el mundo de la verdad, es tan grande su desengaño, que afluye el llanto a su alma, y éste es el Jordán de su regeneración.
Así me sucedió a mí después de haber malgastado tantas y tantas existencias, después de haber mal empleado un talento, después de haberme mofado, en fin, de todos aquellos seres que de buena fe acudían a mí para que los empapara con el rocío de mi inteligencia.
Y no me servían de otra cosa más que de desprecio y de burla aquellos tesoros intelectuales, que sólo se conceden a los hombres para que hagan un buen uso de ellos.
Yo, en aquella existencia lo hice todo al revés. Ya un buen número de encarnaciones, la poesía ha sido mi única compañera; y si de esa flor tan delicada hubiera hecho el uso que hice de ella en mi última existencia, no hubiera tenido que penetrar tantas y tantas veces en la morada de mi padre.
¿Es que encontré, al despertar mi Espíritu, a los jueces que me recriminaron?
¿Es que hallé un tribunal que me juzgó? No, allí sólo encontré el remordimiento de mis pequeñeces; allí sólo vi, reproducida aquellas carcajadas de desdén y de desprecio que yo dirigía a un humilde pueblo.
Cuando el hombre se apodera de la verdad, cubre con el velo de su maldad, toda la verdad que encierra aquél símbolo de amor.
El hombre no puede bautizar al hombre; el hombre no puede redimir al hombre; el hombre sólo se bautiza cuando retira el velo de orgullo que le domina; entonces ve la verdad y es cuando se redime por el sufrimiento que sus mismas pequeñeces le han proporcionado.
Nunca debéis dudar, nunca debéis decir que todo cuanto os rodea y os acontece no es obra vuestra y que es debido a la casualidad; pues todo lo que os sucede, son los acontecimientos hijos de vuestra misma labor; y de este modo vais tejiendo la tela que os envolverá el día de mañana.
Cuando de estas verdades os convenzáis, no tendréis necesidad de ir en busca de emisarios que os castiguen o que os perdonen. Entre Dios y los hombres no puede haber escogidos ni privilegiados, porque Dios es el hombre, él es Dios, y todo se rige dentro de la verdad, dentro de esa ley suprema. Así es que el hombre debe trabajar para redimirse a sí mismo, y cuando esté limpio de pecado podrá empezar a conocer a Dios.
Para el alma nunca se cierran todas las puertas en el momento que su cuerpo gime y llora y dice: ¡No puedo más! El alma entonces, busca un punto de apoyo en el océano del infinito, y desde allí contempla esas olas tempestuosas de la vida, comprendiendo, en sus momentos de lucidez, el por qué de su triste situación; y cuando el alma se convence de que así puede llegar al fin deseado, renuncia a todos los goces terrestres. ¡Sí, hijos míos! Al Espíritu le es imposible llegar a la felicidad cuando los placeres materiales absorben todos sus pensamientos y así le sucedió a mi pobre Espíritu, que, cuando todo le sonreía y sobraba, cuando una humanidad le admiraba por su gran talento, fue cuando mi Yo iba descendiendo de pendiente en pendiente, hasta llegar al fondo de un precipicio.
Esta fue mi última existencia, como vosotros sabéis, y es la que mi Espíritu tiene más cariño, por haber sido la única que supo aprovechar.
Estos sitios me atraen por haber sufrido en ellos tanto, pues así como cuando un cuerpo cae a un precipicio, el médico, primero lo examina y, procura su curación, sin inmutarse porque el paciente sufra y llore, y el afán del doctor es salvarle la vida, comprendiendo que en aquellos momentos corre peligro, y para lo cual emplea toda su sabiduría para salvar un cuerpo que mañana le bendecirá, y cuando han pasado los grandes dolores y el cuerpo queda sano como antes de la caída, corre en busca del doctor para felicitarle y demostrarle su gratitud.
En las mismas condiciones se encuentra el alma después de la caída; vienen los dolores, después de los dolores llega la regeneración, y cuando el alma se ha reconciliado consigo misma, busca con placer aquellos lugares en los cuales ha sufrido y llorado.
Aquí donde estoy yo, quisiera, en un momento dado, que os pudierais reunir todos, para que distinguierais, como yo, la verdad de la mentira, la luz de la sombra, y así podrían dar vuestros espíritus el paso agigantado que se necesita para cuando llegue la transformación del planeta.
¡Bendito los justos; dichosos los humildes y los limpios de corazón, que para ellos será la felicidad eterna!... ¡Adiós, hijos de mi Ideal! Y que para vosotros sea ese hermoso faro llamado Espiritismo el que os conduzca al puerto que me ha dirigido a mí.
Allí os espero, allí os aguardo con el cariño de una madre que va buscando la felicidad para sus hijos, para colocarlos donde ella desea y que no sufran más.
No os canséis de leer mi último paso por la Tierra y mi despertar en el espacio, sirviéndoos estas sencillas páginas de brújula que os guiará para que no volváis a caer en el fangoso mar de las pasiones.
¡Adiós!... Me despido de vosotros diciéndoos: ¡Hasta luego!... Os espero en las regiones de amor, donde nos reuniremos todas las almas que, como ésta, han sabido aprovechar su último paso por la Tierra.
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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