INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- La mesa y el pan ( 2 de 3)
2.- La inteligencia de los animales
3.- Comunicado psicográfico
4.- La Ley de Evolución
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LA MESA Y EL PAN (2 de 3)
Por Herculano Pires
( Viene del anterior...)
Tratamos aquí de esa sesión mediúmnica común, no de la sesión especifica de obsesión. La sesión rutinaria de los Centros. Esla que se realiza todas las semanas, en día y hora fijados, disponiendo de una frecuencia regular. Hay quien discrepa de esos trabajos públicos, alegando las exigencias de Kardec en la Sociedad Parisiense, cuando no permitía la presencia en las sesiones de personas que no tuviesen algún conocimiento doctrinario. La medida de Kardec era justa y necesaria, en una fase en la que el Espiritismo nacía, bajo un alarido universal de protestas y amenazas. Hoy estamos en un siglo y algo más de esa fase y el Espiritismo solo es combatidos por personas sistemáticas o ignorantes. La mayoría absoluta de las personas que procuran las sesiones es necesitada, tratándose generalmente de médiums en franco desenvolvimiento de sus facultades. Negarles acceso a las sesiones sería como negar a un sediento el acceso a una fuente.
La mediúmnidad no se desarrolla por casualidad y mucho menos bajo un poder mágico, como la vara de Moisés, que sacó agua de la roca. En general, el desenvolvimiento mediúmnico comienza por diversas perturbaciones y no es raro que por procesos obsesivos. No se puede querer que una persona en estado de alteración psíquica vaya primero a estudiar una doctrina a través de cursos demorados para después someterse a los métodos de cura. Por eso en las instituciones bien dirigidas las sesiones mediúmnicas no se reducen a la práctica mediúmnica. Se inician los trabajos con lectura y charlas evangélicas, de El Evangelio Según el Espiritismo. A continuación, hay una exposición doctrinaria que prepara a los frecuentadores para los trabajos prácticos. Los médiums en desenvolvimiento reciben el mensaje evangélico y las enseñanzas doctrinarias en dosis apropiadas y, a continuación, participan del trabajo mediúmnico. Eso concurre para la comprensión simultánea de la doctrina, de su naturaleza cristiana, de su moral evangélica y de las relaciones directas y necesarias de teoría y práctica en el Espiritismo. Las críticas a ese método se refieren a la extensión de las sesiones. Más es evidente que la preparación de las materias permite reducir la parte oral a los limites necesarios. El aprovechamiento verificado en los Grupos y Centros que usan ese método probaron su validez. En los centros que realizan varias sesiones por semana, la división de la materia puede ser hecha con más amplitud, en las varias sesiones. Eso no impide que, más allá de ese proceso sinérgico en que el iniciado adquiere, desde luego, una visión global desde la doctrina y de su práctica, que el Centro mantenga, cuanto sea posible, un curso especial de doctrina en otro día y horario.
Cuando sea posible, es conveniente intercalar los pases entre la parte evangélica y la doctrinaria. Si eso prolongara demasiado la sesión, se puede establecer una sesión especial para los pases, siempre iniciada con una exposición sobre el asunto.
La ventaja de hacerse todo en una secuencia, en una única sesión, es la de darse al iniciando, en dosis apropiada y en la secuencia natural de tiempo, en la práctica, la comprensión de la unidad del problema espirita. Esa comprensión infelizmente, falta inclusive a veteranos del trabajo espirita, en virtud de la dispersión y hasta incluso de la distracción de las prácticas tradicionales en un aspecto de la doctrina. Claro que el problema de desobsesión en casos graves no puede ser tratado en sesiones de esa naturaleza. Para eso, los Centros bien orientados disponen de sesiones especiales, privadas, con médiums y adoctrinadores capacitados, y, siempre que es posible, con la participación de médicos espiritas conocidos por su desinterés profesional en casos de orden doctrinario. Colocamos estas cuestiones con base a la experiencia propia y del conjunto, observadas atentamente en el transcurso de los años de trabajo y de estudio incesante. Cuando el sistema es bien aplicado, contando con elementos humanos dedicados, los resultados son siempre sorprendentes. No se trata de una innovación, sino de una conjugación de prácticas tradicionales que, reunidas y articuladas, producen más y mejor.
En lo tocante a la mediúmnidad es necesario el más riguroso criterio Kardecista, basado en los libros específicos de Kardec: Instrucciones Practicas sobre las Manifestaciones Espiritas y el libro de los Mediums. Esa es la base necesaria e insustituible del estudio y de la enseñanza de la mediúmnidad. Libros del estudio y de la enseñanza de la mediúmnidad. Libros como “En lo invisible, de León Denis, y los libros de orientación mediúmnica de Emmanuel y André Luiz pueden también ser usados como subsidiarios, mas nunca ser colocados como obras básicas de la doctrina. Sin ese criterio, muchos Centros espiritas y Grupos, e incluso grandes instituciones, cayeron en un estado de misticismo eclesiástico y de autoritarismo sacerdotal que desfiguran y ridiculizan el Espiritismo. Precisamos comprender que serenamente lidiamos con una doctrina revolucionaria, que debe modificar la rutina espiritual de la Tierra, abriéndole las perspectivas de una nueva concepción del Espíritu. Sin eso, nuestra mesa solo tendrá el pan marchito y envejecido.
FIN-
Del libro Mediúmnidad de J. Herculano Pires
Traducido al español por Merchita
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LA INTELIGENCIA DE LOS ANIMALES
F. Grisot
Ciertos hombres muy cartesianos, aún impregnados de la concepción anticuada del «animal-máquina», concuerdan en sólo reconocer un instinto vulgar, en las manifestaciones de la inteligencia animal.
Esta actitud oscurantista está lejos de sorprendernos; la facultad así discutida, se debe a que no son esos hombres quienes tienen la fortuna de aparecer en plena luz, para reproducir a su entera voluntad, esas experiencias científicas.
Schopenhauer, bien ha juzgado a esos negadores, al decir que la inteligencia es rechazada en los animales, «porque los primeros la poseen en muy poco grado.»
El principio inteligente en los animales, no ha llegado a su individualización, porque se encuentra en un ciclo de evolución obligatoria, en razón de las leyes de la Naturaleza, es decir, en una constante evolución, hasta que dicho principio se individualice y se transforme en alma al llegar a la humanización o estado hominal. Fase en la cual podrá ejercer su libre albedrío para elegir entre las cosas bellas o feas, en una perpetua búsqueda, de lo mejor para sí mismo, según el grado de elevación de su propia alma.
«De esta manera, mientras que en cada hombre existe un yo distinto y consciente de sí mismo que domina nuestras acciones, el fragmento divino de cada animal no está aún individualizado», ha constatado el Dr. Raoul Montandon en su obra: Del animal al Hombre.
Este fragmento divino, es una derivación de una reserva común de inteligencia divina, denominada alma-grupo animal, que distribuye sus principios-directores para cada especie, en medio de sus múltiples ramificaciones.
Y las «conciencias» animales están sujetas ciegamente a esta ley invisible; las mismas obedecen a sus impulsos, sin buscar comprender la Esencia Divina, a la manera –salvando la debida distancia – de esos médiums simples pero llenos de fe: como Juana la pastora, cuando sus dones del Cielo la pusieron en presencia de hechos supranormales.
Como las divinidades que se ocultan en la sombra de los templos herméticos, el alma-grupo no se muestra a los ojos de los hombres, lo que hace que frecuentemente éstos estudien minuciosamente la maravillosa máquina animal, pero se olviden de buscar al misterioso conductor.
Ellos admiran de buen grado la perfección de sus mecanismos, pero solamente se contentan diciendo: ¡Qué curioso!, calificando así las manifestaciones profundas de la inteligencia universal. De esta manera, ellos no aceptan que nuestros hermanos llamados inferiores tengan ese Don Divino que la Naturaleza les ha dado desde el origen de las especies, a fin de suplir la ausencia de imaginación creadora: inteligencia inspirada y genial, en una palabra, Inteligencia Divina.
Hay en el Universo todos los inventos llamados humanos; existe todo aquello que los hombres han encontrado, y también hay todo lo que falta descubrir. La Creación no deja lagunas. «Dios tiene una cantidad infinita de facultades infinitas», ha escrito Víctor Hugo.
Si está en el destino del hombre descubrir laboriosamente todas esas cualidades del Cosmos, catalogadas con el vocablo «invento», a fin de merecer esa dicha y acelerar su evolución, los animales –al igual que las plantas – tienen la ocasión de pasar por las leyes y técnicas científicas, desde el origen de los tiempos.
Tal vez sea una de esas reglas misteriosas que a veces rigen a los números, regla que se encuentra aplicada en toda su rigurosa simplicidad en las perfectas construcciones. Así, la abeja, desde que es abeja, construye sus celdillas de cera siguiendo la forma de un hexágono regular, usando las propiedades del número seis con la misma espontaneidad genial que lo hace el copo de nieve al reflejar la estructura que lo compone. Igualmente, sin ser ningún geómetra y sin conocimientos científicos, el caracol moldea su caparazón siguiendo la curva de un espiral matemáticamente irreprochable. ¿Y dónde el castor ha aprendido el arte de calcular exactamente el ángulo propicio para construir el dique que edifica con la corriente del río?
En materia de arquitectura, las hormigas no son menos sorprendentes: éstas construyen las galerías subterráneas del hormiguero en medio de pilares reunidos por un arco de medio punto, cuyo conjunto han conseguido soldar con un cierto cimiento que ellas secretan.
Los modestos gusanos primitivos y todos los animales marinos, desde las grandes profundidades hasta las luces de situación multicolores, son los depositarios de la luz fría. El pez torpedo y el gimnoto aniquilan sus enemigos con una descarga eléctrica viva tan fuerte como nuestra corriente eléctrica doméstica. El menor de los peces sumergiéndose con una facilidad tan natural sin llegar al fondo, demuestra el principio del submarino.
Sus congéneres, los anablépidos de América tropical, poseen verdaderos ojos periscópicos que les permiten ver al mismo tiempo lo que sucede en el agua y en el aire. Para conducirse en el vuelo, el murciélago emite ultrasonidos que rebotan en los obstáculos a la manera de un radar. Pájaros e insectos son claramente los primeros representantes del avión y del helicóptero.
Si los hombres – Ícaros ambiciosos – tienen éxito al posar el avión, ellos no pueden rivalizar con los aterrizajes flexibles e instantáneos de las aves que no exigen ningún terreno de aviación, aterrizajes que siempre se efectúan sin accidentes.
La rapidez de todas esas maravillosas máquinas no dejan de sorprendernos, si tomamos en consideración la velocidad en función del tamaño del cuerpo que se desplaza. Sin embargo, ciertos animales, sin duda los más prosaicos, usan esas sabias técnicas para reflejar los actos más comunes de la vida humana, pero con menos problemas de su parte.
Trabajadoras infatigables en la colmena, las abejas depositan la miel en los panales, los cuales son después cerrados herméticamente. Otros previdentes maestros de la casa, las hormigas, se dedican a la cría de pulgones, mientras que sus colegas, las termitas, prefieren cultivar champiñones en los jardines. El pez pescador es menos casero: sus gustos lo llevan a la pesca con «caña», con la cual la Naturaleza lo ha dotado, fijada sobre el dorso, siendo que en la punta de dicha caña están colgados anzuelos y cebos luminosos.
En cuanto a la jibia, da a quien quiera seguirla, lecciones de escondite; este molusco enturbia el agua con un líquido oscuro que secreta para esconderse de sus enemigos.
El arte del camuflaje evidencia además los atributos de un gran número de animales que se valen del mimetismo: mariposas multicolores que se confunden con las flores que liban; orugas que tienen el color de la hoja que devoran; serpientes verdes, al igual que el color de las lianas de donde se cuelgan; siluros con escamas móviles, algunas veces pardas y otras veces amarillentas, según el lugar donde estén: una roca o bajo la arena. Son innumerables los ejemplos de mimetismo, del cual el más popular es ciertamente el camaleón.
Otra manifestación del alma-grupo animal, que inquieta mucho a los naturalistas, es el famoso sexto sentido de las palomas mensajeras y de las aves migratorias. Guiadas por el invisible conductor, estas últimas eligen el momento meteorológico propicio para dejar el país, cuyo clima se ha vuelto inclemente, y son orientadas sin ningún error de ruta hacia tierras lejanas más hospitalarias, efectuando así un largo viaje a través de los mares, a pesar de la ausencia de puntos de referencia «aparentes» y de los riesgos de desvío del viento.
Es necesario observar con qué fuerza imperiosa el Consejero invisible precipita a la pobre ave enjaulada –por ejemplo, una codorniz – contra las barras de su prisión, cuando ella siente que el instante ha llegado, en el cual sus hermanas se agrupan para el gran viaje.
En materia médica, los animales están igualmente lejos de ser ignorantes; intuitivamente saben prevenir y curar una enfermedad, evitándola mejor que los hombres, sobre todo cuando permanecen en su estado natural, peyorativamente llamado «salvaje».
Ciertos animales parecen peritos en esa materia, tales como la tortuga, la carpa o el buitre, que tienen el record de longevidad al alcanzar o pasar la edad de 300 años. Contrariamente a tantas intemperancias humanas, los animales nunca comen sin que tengan hambre y jamás beben sin que sientan sed.
Si la fatiga los acomete, es preciso admirar la posición de relajamiento total en que su cuerpo se armoniza para recuperar las fuerzas perdidas. Observad a ese joven perro que al sentirse descompuesto, entra en un prado y elige con seguridad la hierba que lo ha de ayudar a eliminar su molestia. Le hicimos ver personalmente a un cazador de perdices lo que hacían las mismas después de ser heridas no mortalmente: ellas cambian de plumaje –como si fuese una autocirugía – para conservar su salud; uno a uno son extirpados por su propio pico los plomos descargados por el dueño cruel de la escopeta, siendo que las heridas resultantes de esta verdadera operación se cicatrizan rápidamente, gracias al apósito formado por las propias plumas.
Antes de concluir recordamos aún otra forma, entre tantas, que la Ciencia Divina aplica en los animales: el genio organizador de las sociedades de los insectos. Naturalistas como Henri Fabre o filósofos como Maurice Maeterlinck han reunido –mejor de lo que nosotros podríamos hacer– una multitud de observaciones interesantes sobre la vida de las abejas, de las hormigas y de las termitas. Diríamos sencillamente, que la mejor referencia que pueda testimoniar a favor de esas notables sociedades, es la estabilidad de su régimen, cualidad verdaderamente poco difundida entre los numerosos modos de gobierno de los hombres.
Así considerados, nuestros pequeños hermanos – los animales – no aparecen más como simples máquinas, como pensaba Descartes, movidos solamente por el instinto, sino como verdaderos «médiums» que incorporan el Conocimiento Divino. Aquí, donde los investigadores franceses están dando los primeros pasos en la comprensión de este tema, acertando y equivocándose, los animales se encuentran siempre en el camino de la verdad primera, y es por esto que nosotros debemos no sólo amarlos como hermanos, sino también protegerlos como criaturas de Dios.
(Traducción del original francés al español por: Enrique Eliseo Baldovino. Título del artículo: L'intelligence animale).
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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COMUNICADO PSICOGRÁFICO
En la actualidad, muchos educadores, psicólogos, antropólogos y psiquiatras, afirman que la forma como utilizamos nuestros sentimientos es una "respuesta aprendida". La capacidad de amar está presente en el alma humana, pero para que florezca, exige mantenimiento de la conciencia, esto es, la mejora de los sentimientos. Y explican que la criatura aprende a utilizar el amor a través de un proceso directamente relacionado con el ambiente en que vivió en la infancia y con el que vive hoy, sumando a todo eso la capacidad íntima de aprendizaje. Por tanto, estamos constantemente "aprendiendo a amar".
Paralelamente, sabemos que las diversas vivencias reencarnatorias sedimentan en el alma humana ciertas predisposiciones singulares en el entendimiento del amor. Las costumbres, las tradiciones y los hábitos que envuelven el enamoramiento, el casamiento, el sexo y la familia, completamente diferentes de una nación a otra, de un continente a otro continente, establecen nociones diversificadas sobre afectividad de los espíritus en su larga marcha evolutiva.
Existen aquellos que colocaron el amor dentro de una estructura romántica, o sea, que hacen prevalecer un sentimentalismo exagerado y una imaginación irreal, despreciando el significado de los sentimientos auténticos. Ellos creían que el casamiento extinguiría por completo todas las adversidades e infortunios existenciales y que las ansiedades cotidianas terminarían terminantemente, cuando la ceremonia sacramental finalizase en un abrazo de ternura y "felices para toda la eternidad".
La necesidad recíproca de controlar, las promesas de que renunciarían a la propia individualidad y tendrían los mismos objetivos para todo, siempre son los primeros indicios de una enorme desilusión en la vida a dos. Los compromisos de amor son válidos cuando aprendamos que nuestra vida está en constante renovación. Así como las personas pasan por diversas transformaciones, también el amor que sienten por los otros se transforma. Cuanto más observemos los ciclos de vida fuera de nosotros, más entenderemos las transformaciones que suceden en nuestra intimidad, porque nosotros también somos Vida. Solo de ese modo quedaremos más seguros y estables en relación a nuestro desarrollo y madurecimiento afectivo.
La diferencia fundamental entre amor y dependencia es observada con claridad en las acciones y comportamientos de las criaturas. La dependencia prende, posesivamente, a una persona, a otra, en cuanto que el amor de hecho incentiva la libertad, la sinceridad y la naturalidad. El dependiente se caracteriza por demostrar necesidad constante y por reclamar sistemáticamente la atención del otro.
El indivíduo dependiente carece de los recursos psíquicos necesarios para vivir. Él dirá, "yo te amo", pero en realidad, quiere decir " yo necesito de ti, o lo que es lo mismo, "yo no vivo sin ti".El amor real se basa en el sentimiento compartido entre dos personas maduras, mientras que el amor dependiente implora consideración y cariño, infantilmente.
Los legítimos sentimientos del alma nunca se sujetan a órdenes e imposiciones, sino a una completa espontaneidad de actitudes y emociones. La dependencia genera dolores en el alma; la libertad para amar es un derecho natural de todos los hijos de Dios.
¹ El Libro de los Espíritus, Cuestión 817:¿ Son iguales ante Dios, el hombre y la mujer, y tienen los mismos derechos?¿ No otorgó Dios a ambos la inteligencia del bien y del mal y la facultad de progresar?
Libro Los Dolores del Alma, item Dependencia, Espíritu Hammed
– psicografia de Francisco do Espírito Santo Neto.
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LA LEY DE EVOLUCION.
El concepto de evolución ha avanzado mucho en los últimos tiempos. Tan atacado en su origen por las mentalidades dogmáticas, mentes anquilosadas, ha tomado impulso vigoroso en este siglo de avance en todos los aspectos de la ciencia y la razón.
Comenzó siendo una hipótesis, básica para la investigación, para algunas mentes más claras, llegando a ser una teoría académica, fundamental para el estudio como ley de la vida. Primero, en el campo de la zoología por el gran naturalista francés Lamarck y otros, extendiéndose a todos los campos de la vida manifestada, y sostenida hoy por la ciencia moderna, y hasta por muchos científicos dentro de las diversas corrientes del cristianismo.
La evolución como ley cósmica, ley divina, trasciende a todos los aspectos de la Naturaleza; porque, evolución es un transformismo continuado hacia formas más complejas en lo morfológico y un desarrollo constante en lo psíquico.
Toda manifestación de vida, y aun todo aquello que nos parece materia inerte, está en constante movimiento y transformación. De aquí las mutaciones ya comprobadas en las diversas formas del reino mineral, así como vegetal, animal y hominal.
Todo cuanto existe, nace con su ley, constituye la expresión de una ley; no puede existir si no es como desarrollo de un principio, siguiendo una ley. Y el ser humano, al igual que todos los demás aspectos de la vida manifestada, está inmerso en esta gran ley divina: Ley de Evolución.
Toda forma de energía, que es vida, desde el átomo al hombre, está comprendida en esta fuerza cósmica, dentro de un transformismo evolutivo. Lento, muy lento en las formas inferiores, presionando cada vez más en las formas más evolucionadas, en relación al desarrollo del psiquismo.
La personalidad humana en su estado actual, es el resultado de una larga evolución, en lo físico, psíquico y espiritual. Como dista mucho, todavía, de la meta —la perfección— sigue avanzando hacia ella, en el tiempo y en el espacio, empujada por esta fuerza cósmica, que es ley de la Vida.
Aun cuando, cada fase evolutiva tiene su tiempo marcado dentro de esa eternidad que tenemos por delante; ya en la etapa humana, el mayor o menor tiempo empleado en alcanzar la meta, depende del individuo mismo. Ante esta premisa, puede que alguno piense... —entonces, no hay prisa en llegar, ya que tenemos toda una eternidad por delante. Quien así pensare, toma una actitud desacertada; ya que, cuanto menos avance en su camino de progreso, cuanto menos se esfuerce en progresar, más sujeto estará a las encarnaciones en los mundos atrasados de vidas penosas.
Dado el concepto limitadísimo que los humanos tenemos del tiempo, la evolución se nos presenta como muy lenta; pero, no de un salto se transforma en perfecta una humanidad atrasada. Como dice el filósofo Pietro Ubaldi, en su obra: «La Gran Síntesis«: «Los perezosos, los retardados, los holgazanes y viciosos, pesan enormemente sobre los más adelantados. Y no sólo pesan, sino que se sublevan contra todos aquellos que se empeñan en hacerles avanzar por el verdadero camino. Es tanto el atraso moral y espiritual de nuestra humanidad, que ésta cobra aversión y hasta odio a todo el que lucha por sacarla de su charco de fango, en medio del cual se encuentra muy a gusto, por falta del conocimiento de su propia realidad, de la verdad de la vida«.
Sólo unos pocos, con una capacidad perceptiva más desarrollada, pueden apreciar el avance arrollador de esa energía cinética y fuerza creadora. Los más, avanzan inconscientemente, arrastrados por esa fuerza poderosa, que toma aspectos diversos de manifestación en las relaciones humanas.
En las formas inferiores de vida, esta fuerza, esta ley de la vida, las impele a un constante movimiento de transformación, hacia formas más complejas y perfectas. Y, ya en la etapa humana, la ley de evolución sigue también (aunque lentamente para la percepción humana) la transformación morfológica hacia formas más perfectas; pues, nuestra humanidad no ha alcanzado aún el avance morfológico de las humanidades más evolucionadas de otros mundos. Pero, donde la ley actúa con más fuerza, es en el psiquismo, creando en el individuo el deseo de nuevas conquistas, con nuevas experiencias, en todos los órdenes de la actividad humana; aun cuando éstas tengan el aspecto de luchas y violencias.
Sebastián de Arauco.
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