jueves, 11 de agosto de 2011

Psicografía de Juana de Angelis

Queridos lectores: En estas fechas donde tanta gente sale de sus casas a disfrutar de unos días de vacaciones familiares, yo también estoy en la misma tesitura. Cuando salí pensé que sería fácil seguir administrando este blog, pero hasta hoy no he tenido la oportunidad y hasta el domingo no se si tendré otra.
   Ruego por tanto disculpas a todos vosotros, porque se que me esperais en este lugar. Gracias.
        - Jose Luis -

ALBRICIAS DEL REINO DE DIOS
Juana de Ángelis


La tesis absurda sobre un Dios antropomórfico hecho a imagen y semejanza del hombre y de sus sentimientos inferiores, que luchó contra Moisés e intentó matarlo porque era circunciso, que castiga con la antropofagia a aquellos que lo desagradan, pasó a la posteridad, más señalado por la ira, por el odio y por las determinaciones crueles de destrucción y muerte, que por el amor paternal.
 Israel lo mantuvo, preservándolo con cuidado en la condición del ser que castiga y no retrocede en su perversidad, que condena al pueblo por la boca de sus profetas, imponiendo castigos absurdos, conforme a lo declarado por Jeremías, cuando asevera en su nombre:
 Haré de esta ciudad, ¡oh Jerusalén!, un espectáculo tal de horror y de escarnio que quien lo viere quedará horrorizado y no podrá contener
los gestos de desprecio ante sus llagas.Y pasó a imponer la antropofagia entre las criaturas detestadas por él, como si no fuesen todas hijas de su amor… Predominó en su hediondez durante siglos de sublevación y de amenazas, distante de la misericordia para con los atormentados seres que creó en la infancia espiritual, sembrando siempre el horror y la impiedad.  Pero, ésta era una forma de inculcar el temor al Soberano, en aquel pueblo errante y pastoril, ante la fragilidad de las fuerzas para amar y comprender el sentimiento de fraternidad que no poseía aún.
Por eso, después vino Jesús y lo desmitificó, presentándolo grandioso y benevolente, desde el momento inolvidable en que anuncia el Sermón de la Montaña, prosiguiendo en el mismo tono de afecto en sus memorables conversaciones con los discípulos y el pueblo.
 En todos sus pasos el Maestro, le exaltó la bondad y el amor inefable, la complacencia y la compasión, abriendo espacios mentales y emocionales para el entendimiento de su misericordia.
 Elucidó que su Justicia era un recurso de dignificación del culpable, antes que de condenación a su ignorancia y primitivismo. Explicó que sus Leyes inabordables sientan sus bases en el amor mismo, en cuyo océano de beneficencia hay recursos propios para solucionar todas las dificultades y orientar todas las vidas.
 Incluso el sufrimiento que se instala en los seres humanos, ante la visión de Jesús, dejó de tener el significado punitivo de látigo inclemente para transformarse en advertencia, en mecanismo del despertar en los valores eternos del Espíritu inmortal.
 Gracias a la pedagogía de la reencarnación, el criminal más rebelde tendrá también la ocasión de superar los impulsos malos y sustituirlos por los sentimientos de piedad y simpatía hacia aquellos que, en el mismo nivel, lo hayan perjudicado.
 En la fase primaria de la evolución, los seres parecen necesitar de legislaciones rudas en cuanto al estado en el que se encuentran emocionalmente, porque, en esa fase, sólo poseen instintos que deben ser orientados, pero que son combatidos, para después pasar a vivir a plenitud las emociones, elevando sus niveles a aspiraciones dignificantes, modificando las estructuras legales de la crueldad para la reeducación, con los elevados objetivos de promover a los equivocados en vez de preservarlos en los laberintos de la insensatez.
Por eso, el error, el crimen, el disparate, deben ser combatidos por aquellos que los practican, liberándolos de las vigorosas cadenas que los aprisionan.
 Jesús no fue el Mesías esperado para el orgullo material de Israel, sino el Libertador de conciencias para poder entender mejor el Reino de  Dios. El atavismo del Dios terror permaneció en muchas religiones a través de los tiempos, y aún permanece en algunas, inspirando el temor y generando conflictos internos en sucesivas generaciones que padecieron la propaganda infeliz y devastadora.
 No obstante, Jesús vivenciando la belleza de la vida, exaltando las maravillas de la Naturaleza, como homenaje al Creador, compuso la sinfonía incomparable de respeto a los lirios del campo, a las aves del cielo, a los granos de mostaza, al trigo y a la cizaña, al mar gentil y agitado, a los peces y a las piedras, a las serpientes, culminando la sublime odisea en la ternura con los pequeñitos que están destinados al Reino de Dios.
Todo en Él es una oda al amor del Padre Generoso en relación a sus criaturas y a su misericordia que nos espera desde antes de los tiempos…
 En los días actuales, cuando los sufrimientos llegan a índices alarmantes y los descalabros morales alcanzan extremos amenazadores, nuevas Parcas apocalípticas pronostican la llegada de los tiempos con
amenazas aterrorizantes y pronósticos sombríos y terribles. Parece haber en las conciencias, en las cuales se esculpieron la culpa tradicional y el pecado ancestral, una necesidad punitiva, olvidando los extraordinarios recursos psicoterapéuticos del amor, que operan hechos sorprendentes.
 Es cierto que, en este período de gran transición, ocurrirán fenómenos aterradores y la Tierra experimentará convulsiones internas de efectos letales, lo que viene sucediendo en todos los tiempos, tal vez ahora, con mayor gravedad…
 Pero, ¿cuál es el problema? La vida no se limita exclusivamente al cuerpo, a la bendita indumentaria terrestre para la conquista de la evolución. Cesadas las pulsaciones de la forma, la esencia se libera y se expande,regresando a su mundo, el espiritual, de donde procede. Por tanto, la creencia en la vida futura, conforme ha sido pregonada, por vivir allí los Espíritus, merece más reflexión y más acentuada ponderación.La muerte, en sí misma, no es otra cosa que un fenómeno de transformación molecular, como impositivo de liberación del Espíritu que se encuentra encarcelado por necesidad de evolución. Mientras no ocurra ese acontecimiento que nos alcanzará a todos, trabajar por su iluminación íntima, a través del conocimiento y del sentimiento, es el inestimable recurso para conseguir la gloria estelar. Aquellos que se engañan con las grandezas terrenas, que son valiosas en la medida en que promueven a otras criaturas y las hacen -aunque sea por momentos- felices, disminuyen de significado o lo pierden, ante la armonía de la conciencia de paz por los deberes rectamente cumplidos.
 Jamás, en toda la doctrina enseñada por Jesús, se encuentra alguna amenaza que provenga del odio, del arrepentimiento de las acciones nobles, con relación a los infelices que no las supieron considerar, antes son relatadas lecciones de tolerancia y de comprensión que dignifican los sentimientos y los amplían.
 No hay nada que se compare con la insuperable Parábola del Buen Samaritano, figura detestada que amparó al adversario, haciendo por él todo cuanto desearía que alguien hiciese por él mismo, en caso de que estuviese en aquella condición de abandono y de sufrimiento.
 Aquel incomparable Cantor de Galilea exaltó la vida en todas sus manifestaciones como consecuencia del amor incondicional del Padre Celestial, engrandeciéndola en todos sus aspectos. ¡Albricias al Reino de Dios que se acerca! Pero, sin la muerte, no ocurre la resurrección. Sin el amor no se disfruta del Reino de Dios en toda su plenitud, que se expande del corazón puro y de la conciencia tranquila, iluminados por las acciones honorables.
 Es cierto que está próximo el momento en que acontezca el encuentro con el Reino, no necesariamente a través de tragedias, de violencia, de convulsiones sociales o de catástrofes planetarias. Sino por medio de las caricias del amor en su sentido más profundo, a Dios primeramente y al prójimo como a sí mismo. He ahí el gran desafío y su fácil solución.

(Mensaje psicografiado por el médium Divaldo Pereira Franco), en la sesión mediúmnica de la noche de 25 de junio de 2008, en el Centro Espírita

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