“El estudio de la reencarnación no interesa únicamente para el examen del pasado, las demostraciones del renacimiento del alma en la ascensión evolutiva; habla, más profundamente, para el reequilibrio de nosotros mismos.
No precisamos exhumar personalidades que ya desaparecieron en la ronda inflexible del tiempo, a fin de cerciorarnos de la realidad de los principios reencarnacionistas.
Recurramos a la introspección.
Pensemos en la actividad cotidiana de cuando en cuando para observarnos, en el amago del ser, constataremos la expresión multifacética de nuestro espíritu.
Ahí, en la soledad del plano intimo, en análisis correcto y desapasionada, sorprenderemos tal como somos y, confrontados los impulsos que nos caracterizan la índole con los conocimientos superiores que vamos adquiriendo, topamos, de choque, con las individualidades que vivimos en muchas existencias.
Después de semejante auto auscultación, vemos el propio comportamiento en la vida exterior.
Entonces, encontraremos, el trazo dominante de nuestra naturaleza múltiple en el trato con personas y situaciones por las reacciones que ellas nos causan.
Lo que más nos asombra es el desnivel de nuestro sentido de amor y justicia, una vez que estamos plenamente convencidos de que somos responsables y punibles por las faltas graves y, hay criaturas que nos merecen el máximo aprecio, sin que sintamos por ellas más que aversión y viceversa.
Determinemos, por nosotros mismos, las oportunidades que hablamos de eso o aquello, atendiendo cautelosamente la opinión verdadera que alimentamos en el asunto, atendiendo nuestro arte de despistar cuando nuestros intereses están en juego y verificamos que la cortesía, en ciertas ocasiones, no pasa de capa atrayente que nos guarnece la astucia, en el logro de ciertos fines.
No nos proponemos en el comentario la intención de arrasarnos o deprimirnos. Lejos de ellos, sugerimos el tema con el objetivo de fomentar la pesquisa clara y benéfica de la reencarnación, en nosotros mismos, sin necesidad de cualquier recurso a otras revelaciones, a la manera de persona que enciende una luz para conocer los escondites de la propia casa.
Estudiemos la ley del renacimiento en la vida física, dentro de nosotros.
No nos escondamos, ante la verdad, para que la verdad nos corrija.
“No basta que el discípulo tenga un maestro digno para sembrar la disciplina determinada. Es necesario que el se informe en cuanto a las lecciones y se las aplique.”
Por el espíritu André Luiz – Del Libro: Sol en las Salmas, Médium: Waldo Vieira.
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