Dr. Bezerra |
En la didáctica de Dios, el mal no es recibido con el énfasis que caracteriza mucha gente en la Tierra, cuando se proponen a combatirlo.
Por eso, la condenación no entra en la lista de cuenta de las manifestaciones de la Misericordia Divina.
Nada de anatemas, gritos, maldiciones o plagas.
La Ley de Dios determina en cualquier parte, que el mal sea destruido, no por la violencia, sino por la fuerza pacífica y edificante del bien.
A propósito de esto, meditemos.
El Señor corrige:
La ignorancia con instrucción.
El odio con amor.
La necesidad con el socorro.
El desequilibrio con el reajuste.
La herida con el bálsamo.
El dolor con un sedativo.
La dolencia con un remedio.
La sombra con la luz.
El hambre con el alimento.
El fuego con el agua.
La ofensa con el perdón.
El desánimo con la esperanza.
La maldición con la bendición.
Solamente nosotros, criaturas humanas, a veces creemos que un golpe es capaz de sanar otro golpe.
El mal no suprime al mal. En razón de eso, Jesús nos recomendó amar a los enemigos y nos advierte de que la única energía susceptible de removerlo y extinguirlo, es y será siempre la fuerza suprema del bien.
Bezerra de Menezes
(Visitar "El espírita albaceteño".- elespiritadealbacete.blogspot.com )
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