miércoles, 31 de agosto de 2011

Kardec y el Espiritismo ( 7 )




Discurso  de Camilo Flammarión sobre la tumba de Allan Kardec  el 2 abril de 1869.- Allan Kardec Murió el 31 de Marzo de 1869, y fue inhumado en entierro civil el 2 de abril, en el cementerio del Norte. :  


    Señores: Accediendo gustoso a la simpática invitación de los amigos del pensador laborioso, cuyo cuerpo terrestre yace en este momento a nuestros pies, recuerdo un triste día del mes de diciembre de 1865. Pronuncié entonces supremas palabras de despedida en la tumba del fundador de la Librería Académica, del honorable Didier, fue el colaborador convencido de Allan Kardec en la publicación de las obras fundamentales de una doctrina que le era querida, quien murió también de repente, como si el cielo hubiese deseado evitar a estos dos espíritus íntegros el embarazo filosófico de salir de esta vida por el camino diferente del vulgarmente seguido. Igual reflexión es aplicable a la muerte de nuestro antiguo colega Jobart, de Bruselas. Mi tarea de hoy es todavía mayor, porque quisiera representar al pensamiento de los que me oyen, y al de los millones de hombres que en toda Europa y América se han ocupado del problema aún misterioso de los fenómenos llamados espiritistas. Quisiera, poder representarles el interés científico y el porvenir filosófico del estudio de esos fenómenos (al que se han entregado, como nadie ignora, hombres tan eminentes entre nuestros contemporáneos). Me placería hacerles entrever los desconocidos horizontes que se abrirán al pensamiento humano, a medida que éste extienda el conocimiento positivo de las fuerzas naturales, que a nuestro alrededor funcionan. Demostrarles que semejantes comprobaciones son el más eficaz antídoto contra el cáncer del ateísmo, que parece ensañarse particularmente en nuestra época de transición, y atestiguar, en fin, de un modo público, el inmenso servicio que prestó a la filosofía el autor de El Libro de los Espíritus, despertando la atención y la discusión sobre hechos que hasta entonces pertenecían al mórbido y funesto dominio de las supersticiones religiosas.
    En efecto, sería importante establecer aquí, ante esta tumba elocuente, que el examen metódico de los fenómenos llamados sin motivo sobrenaturales, lejos de renovar el espíritu supersticioso y de amenguar la energía de la razón, destruye, por el contrario, los errores y las ilusiones de la ignorancia, favoreciendo más el progreso que la ilegítima negación de los que no quieren tomarse el trabajo de ver. Más no es este lugar para abrir el campo a una discusión irrespetuosa. Concretémonos únicamente a dejar caer de nuestros pensamientos en la faz impasible del hombre que duerme ante nosotros, testimonios de afecto y sentimientos de pesar, que queden en su tumba y a su alrededor como un bálsamo del corazón. Y puesto que sabemos que su alma eterna sobrevive a esos despojos mortales, como a ellos preexistió; puesto que sabemos que indestructibles lazos unen nuestro mundo visible al invisible; puesto que su alma existe hoy como hace tres días, y puesto que no es imposible que actualmente se encuentre aquí, delante de nosotros; no hemos querido ver desaparecer su imagen corporal y encerrarla en el sepulcro sin honrar unánimemente sus trabajos y memoria, sin pagar un tributo de gratitud a su encarnación terrestre, tan útil y dignamente empleada. Continuará..

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