miércoles, 18 de enero de 2012

Campeonato de insensatez


Cuando el conocimiento se liberaba del grillete soez de la ignorancia y las ciencias adquirieron ciudadanía cultural, ampliando los horizontes del pensamiento y facultando un mejor entendimiento en torno a la finalidad
existencial, a mediados del siglo XIX, surge el Espiritismo como un sol para la Nueva Era, que debería iluminar a la Humanidad a partir de entonces.


    Era la respuesta de los Cielos a las rogativas de los sufrimientos que se esparcían por la Tierra. Conforme a lo que Jesús había prometido,se trataba de El Consolador, que llegaba para atender a las múltiples necesidades humanas.


   Sintetizando el idealismo filosófico con las conquistas de la experimentación científica moderna, mientras era restaurada la ética del Evangelio, esa incomparable Doctrina se proponía ofrecer los instrumentos hábiles para la adquisición de la felicidad.


    El oscurantismo ancestral cedía lugar a nuevas conquistas libertadoras, mientras Espíritus Superiores se encargaban de promover el progreso material, social e intelectual en el Orbe, sacrificándose fieles a las ansias de iluminación.


    Los objetivos de la libertad alcanzada desde los días sangrientos de 1789, con la caída de la Bastilla y los movimientos que la siguieron, propiciaban el florecimiento de la verdadera fraternidad entre todos,
igualándolos en relación a los derechos y a los deberes que les atañen por lo menos teóricamente.


    Se respiraban nuevos aires sin los tóxicos de los prejuicios y de la intolerancia religiosa, que cedía ante el vigor de las conquistas incomparables de la evolución que, diariamente llegaban a las masas sufridas…


    La arrogancia de Napoleón III, en Francia, reflejando la dominación clerical, que se obstinaba en proseguir soberana, gracias a los vínculos con Roma, que apoyaba gobiernos usurpadores y perversos en Europa,señalaba la declinación del Viejo Mundo de ostentación y privilegios, a fin de que los abanderados del amor y de la paz, abriesen espacios iluminados en la inmensa noche amedrentadora.


    Los Espíritus, de los considerados muertos, rompieron el pavoroso silencio al que fueron relegados y proclamaron las auténticas enseñanzas del Cristo como fundamentales para la vida, así como la inmortalidad, restaurando la pulcritud del Evangelio que había sido gravemente adulterado, despertando, de ese modo las conciencias para la vivencia de la armonía, del bien y de la caridad…


    Los paradigmas científicos del Espiritismo, se revestían del vigor indispensable para el enfrentamiento con el materialismo de Federico Engels y de Schopenhauer, de Marx y de Nietszche, revitalizando la ética
centrada en la Buena Nueva, conforme Jesús y sus primeros discípulos la habían vivido.


    Era un renacimiento de la Palabra y un reencuentro con la Verdad, que había perdido el brillo empañada por los dogmas reaccionarios y la Teología proselitista, elaborada apenas para atender a los intereses
mezquinos y serviles de los poderosos, que, a veces, eran también sometidos al talante de su atrevimiento.


    Permitiendo que se investigara de manera exhaustiva, los inmortales conversaron con las criaturas terrestres, ofreciéndoles explicaciones seguras sobre la vida, sus objetivos, los problemas del sufrimiento, del destino, del ser humano…


    Nunca, hasta entonces, una Doctrina abarcaría tantos temas y cuestiones porque, a fin de cuentas, no procedía de una persona, sino de un equipo de pensadores como Juan Evangelista, Pablo Apóstol, San
Agustín, Descartes, Lacordaire, el Cura d’Ars, San Luis de Francia, Juana de Arco, Henri Heini, Fénelon, para citar apenas a unos pocos, todos bajo la inspiración de Jesucristo…


    Esa trilogía sintetizada en un bloque monolítico –Ciencia, Filosofía y Religión– debería enfrentar el futuro, acompañando el progreso,aceptando todas sus conquistas pero interpretándolas con meticuloso
discernimiento, porque estudia las causas, mientras las ciencias estudian sus efectos.


    Transcurrido un siglo y medio, después del lanzamiento de El libro de los Espíritus, en París, el 18 de abril de 1857, la Doctrina resistió todas las envestidas de la cultura científica, tecnológica, filosófica, permaneciendo vigorosa e insuperable como en el instante de su consolidación.


    El movimiento espírita que se extendió por diversas naciones terrestres,  presentó escritores, médiums, oradores y conferencistas, pedagogos,psicólogos, médicos y abogados, jueces y fiscales, entre muchos otros profesionales, todos incorruptibles, dejándonos un legado honorable, que desgraciadamente, en algunos casos, no está siendo dignamente preservado.


    Los atavismos ancestrales, en diversos espíritas, que se eligieron o fueron elegidos líderes por sí mismos y que no han soportado el peso de la responsabilidad para la ejecución del trabajo que les atañe, preocupados injustamente con la labor organizativa, se han desviado de los contenidos fundamentales de la Doctrina, tal y como hicieron ayer en relación con el Mensaje Cristiano, que transformaron en romanismo…


    En vez de preocuparse con la caridad fraternal en lo referente a los infelices de todo porte, se entregan a la conquista de patrimonio material y de proyección social, vinculándose, en algunos casos, a políticos
famosos, no siempre portadores de conducta loable, para compartir las migajas del mundo, en detrimento de las alegrías del Reino de los Cielos.


    Sustituyen la sencillez y la espontaneidad de los fenómenos mediúmnicos por constricciones y directrices escolares que culminan, lamentablemente,con la graduación y entrega de diplomas a médiums y adoctrinadores, que también alcanzaron los peldaños teológicos de la auto-fascinación.


    Exigencias inapropiadas y vanidosas, agresivas a la sencillez que debe imperar en las Sociedades Espíritas, antes desprovistas de los llamados atavíos tecnológicos modernos; pues, anteriormente eran ejemplo de tolerancia y bondad entre sus miembros.


    Al estudio serio de los postulados doctrinarios, se sucede la frivolidad y la diversión en la relación con el público que busca las reuniones y estas actitudes son más compatibles con los espectáculos burlescos que con la seriedad que debe revestir el Espiritismo.


    El exceso de discusiones en torno a cuestiones secundarias, toma mucho tiempo para el análisis y la reflexión, que mejor debería dedicarse a resolver importantes y urgentes desafíos sociales y humanos a los cuales el Espiritismo tiene mucho que ofrecer.


    La presunción y la soberbia eligen planteamientos y conductas que recuerdan a aquellos formulados por los antiguos sacerdotes, que ahora pretenden encargarse de definir los rumbos que deben ser tomados por el movimiento, después de tumultuosas reuniones con resquicios de resentimientos y rencores mal disfrazados.


    Se oyen los mensajes de los Benefactores espirituales,conmoviéndose con sus disertaciones, y abandonándolas en seguida dominados por la alucinación de la frivolidad.


    Se apegan al poder, como si fuesen insustituibles,se olvidan de que las enfermedades y la desencarnación  los desalojan de las funciones que pretenden preservar a cualquier precio.


   El tecnicismo complicado viene transformando algunas Instituciones en Empresas dirigidas por ejecutivos brillantes, pero sin ningún vínculo con los postulados doctrinarios…


   Existen divisiones que se van multiplicando por sectores, por especializaciones, amenazando la unidad del cuerpo doctrinario, olvidándose de aquellos que no poseen títulos terrestres, pero que son humildes de espíritu, sencillos y puros de corazón, en injustificable elitismo.


    Escasean el amor, la compasión y la caridad…Reinan las críticas sórdidas, las persecuciones públicas y las rencillas, donde debería afianzar el perdón, el bienquerer, la comprensión fraternal, la caridad sin mancha.


    No se dispone de tiempo –pues ha sido consumido por el vacío exterior– para la asistencia a los sufridores y necesitados que acuden a las Casas Espíritas y son relegados a un segundo plano; ni para la convivencia con los pobres y desconocedores de la Doctrina, que son encaminados a cursos, cuando necesitan con urgencia de una palabra de consuelo moral…


    Los corazones se endurecen y la fraternidad desaparece.


    El Cristianismo resistió con bravura trescientos años mientras era perseguido y odiado, hasta el momento en que el emperador Constantino lo vilipendió, el día 13 de junio de 313, mediante el Edicto de Milán, que lo tornó tolerado en todo el Imperio Romano, decayendo posteriormente como religión del Estado, olvidando totalmente las lecciones de Jesucristo,pasando después, de perseguido a perseguidor…

    El Espiritismo aún no completó su sesquicentenario de surgimiento en la Tierra y las mismas nubes borrascosas amenazan exterminarlo, por la falta de vigilancia de algunos de sus adeptos.


    Es hora de cerrarle el paso a esa carrera desenfrenada en búsqueda de las ilusiones, a fin de hacer un análisis más profundo en torno a la Doctrina Espírita y a sus objetivos, saliéndose de las brillantes teorías
para la práctica y la vivencia de las enseñanzas liberadoras.


    No es el momento para huir de la realidad, ante el deseo de algunos de conseguir, aunque sea de manera fugaz, el brillo momentáneo de los focos de atención, como se blasona con cierta mofa, en relación a los que disputan las glorias terrestres.


    Menos competición y más cooperación, debe ser la preocupación de todos los espíritas sinceros, a fin de transferir la Doctrina a las futuras generaciones, conforme la recibieron del Codificador y de sus iluminados trabajadores de las primeras horas.


    Buenos Espíritas, muy amados míos, vosotros sois todos obreros de la última hora, conforme proclamó el Espíritu protector Constantino, en El Evangelio según el Espiritismo. 


    Tórnate veraz, y con tu intervención, los fenómenos serán auténticos.


    Hazte responsable y serio, y las producciones mediúmnicas a que dieres origen merecerán credibilidad y consideración.


    Vive conforme recomiendan los espíritus nobles, y aquellos que participan de tus experiencias mediúmnicas se esforzarán para vivir dignamente.


    Ejercita la caridad y la renuncia, ayudándote a ti y a tu prójimo, y los buenos espíritus te elegirán como instrumento de su ministerio de iluminación humana.


    Jesús, en la condición de Médium de Dios, vivió absolutamente conforme a lo que enseñó a todos para que alcanzasen la gloria celestial.


(Mensaje psicografiado por el médium Divaldo Pereira Franco, en la sesión mediúmnica de la noche del 08 de agosto de 2006, en el Centro Espírita Camino de Redención, en Salvador, Bahía, Brasil).
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