jueves, 18 de julio de 2024

Los enemigos desencarnados

 INQUITUDES ESPÍRITAS

1.-La luz de la conciencia

2.- Horizontes de Luz

3.- ¿ Siempre hemos podido acceder a la Verdad?

4.- Los enemigos desencarnados

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                LA LUZ DE LA CONCIENCIA                          


Esa luz en la cabeza de los mineros, es la luz de la conciencia, que estaba dormida, pero estaba. Lo que ocurría es que no le hacíamos caso, y ahora estamos pagando las consecuencias, porque ¿hacia donde mirábamos cuando todo el mundo se enriquecía? ¿En qué estábamos pensando cuando conseguíamos todo lo que deseábamos y no preguntábamos de dónde salía el dinero, ni cómo lo íbamos a pagar?
Por suerte la luz de la conciencia no se había apagado del todo, aún hay esperanza, pero no para volver a los errores del pasado, si no para construir un nuevo país, una nueva sociedad, donde los valores de la honradez, la solidaridad y el esfuerzo en comunidad nos lleve hacia adelante. Porque todos sabemos lo que queremos... una vida mejor para nuestros hijos, pero eso no quiere decir más dinero, ni más viajes, ni más coches de lujo, sino más democracia, más compromiso y mejores relaciones personales desde la sinceridad y el respeto por los derechos de todos los ciudadanos. Porque ya se acabaron las clases sociales, ya no tiene justificación los privilegios de unos pocos, ya estamos cansados de que nos crean tontos.
Ahora más que nunca hace falta un pueblo sereno y consciente de que se está jugando su futuro, y no debemos caer en los insultos ni en la rabia ni la violencia, debemos hablar claro y alto, para que todos los políticos nos oigan y recuerden que están a nuestro servicio, y no al revés.
La solidaridad es la clave para la supervivencia, pero no podemos hablar de solidaridad cuando unos pocos tienen tanto y la mayoría tan poco, y no podemos pedir la luna, debemos ser realistas, saber que seremos más pobres, que tardaremos años en recuperarnos, pero que sepan que somos personas decididas a cambiar este país, que sepan que con el pueblo no se juega, que sepan que la dignidad no está en quiebra, aunque sí nuestra confianza en ellos, por eso digámosle a la cara a los políticos:
¿Estáis con nosotros o contra nosotros?
Si quieren estar con nosotros que renuncien a todos sus privilegios y que salgan a la calle con el pueblo.
- Jesús Valle Arjona-

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HORIZONTES DE LUZ

¿A dónde va el alma, cuando abandona su cuerpo ya gastado e inútil para la vida física, cuando se desprende de esa pesada envoltura material que la sujetaba al globo terrestre?
He aquí la primera de las tres preguntas que hicimos a la ciencia Espírita, y esta resuelve este problema con tanta lógica como ha resuelto tantos otros.
Hemos visto que, del espacio vienen los espíritus cuando revisten una forma material en nuestro mundo, para alcanzar por su medio, un grado más alto de perfección y de progreso; hemos visto también que el objeto de la vida humana es precisamente este, la purificación y la elevación del alma, por el trabajo y por el sufrimiento, siendo cada mundo un peldaño de la escala infinita del progreso por la que ha de ascender.
Realizado el fin de la encarnación, agotado el fluido vital que animaba su organismo, cae éste para dejar paso al Espíritu, que vuelve a reconquistar con este hecho, su perdida libertad, y regresa a la vida espiritual de donde había salido cuando encarnó.
Cada desencarnación en nuestro mundo representa, digámoslo así, un nacimiento en el espacio. Allí vuelve el Espíritu después de librada su batalla aquí bajo; allí vive contento e individualizado con su periespíritu o cuerpo espiritual que mantiene precisamente la forma de su última encarnación, y dicho periespíritu le permite relacionarse con los demás seres espirituales que le rodean.
Al llegar al espacio, al desprenderse de su cuerpo material, al reconocerse el Espíritu, se cumple en él una de las leyes admirables que rigen el mundo espiritual. Procede por sí mismo al reconocimiento del valor moral de los hechos que ha realizado en la vida que acaba de dejar, se erige en su propio juez; los actos, las palabras, los propios pensamientos que como hombre efectuó, pronunció o tuvo; se presentan ante él como cuadros disolventes, acatando algunos, y reprobando terminantemente los demás; él siente la conciencia desnuda y libre de la hipocresía humana que se juzga a sí misma y falla contra su propio ser.
No hay fallo más seguro, más exacto, más equitativo ni de mayores transcendencias para el Espíritu, puesto que la condena que pronuncia es a la que se somete él mismo, para cumplir la ley del Progreso.
No es Dios quien juzga al Espíritu que regresa de la vida corporal; no, Dios no es Juez. Es la propia alma  la que penetra en los pliegues más recónditos de su conciencia, y al encontrar allí el mal bajo muchos aspectos, ansiosa por verlo desaparecer, comprendiendo que sólo en medio de las pruebas, de las luchas, de los trabajos y de los sufrimientos de la vida material, podrá disminuir su carga de pesadas inmundicias morales y fortalecerse en la práctica de la virtud, pide suplicante al Padre que la ha creado, una nueva existencia material de pruebas y de expiaciones para progresar.
Allí, en la vida errática, en el espacio, el Espíritu reconoce sus errores y fallos mejor que en la Tierra, y toma resoluciones, adopta determinaciones que comprende que son necesarias para su purificación y progreso. Al verse detenido en su vuelo hacia las alturas luminosas del espacio, por el peso de su periespíritu, aún demasiado denso, demasiado grosero, para permitir su elevación, se hace cargo de esa densidad, adquiere el convencimiento de que su detención en los planos inferiores de la atmósfera terrestre, es debida a las muchas manchas que afean su cuerpo espiritual, y entonces, indaga, busca y pregunta cómo ha de conquistar ese estado especial, que le dejará elevarse como los demás seres que cruzan veloces el espacio infinito, dejando tras ellos un reguero de luz.
La misericordia de Dios, auxilia al cumplimiento de la ley de justicia en aquel pobre ser, permitiendo que la contestación le sea dada por sus protectores espirituales, y al oírla se convence de que, efectivamente, sólo las luchas y las pruebas de la vida material pueden obrar como reactivo purificador sobre él, transformando su periespíritu pesado, grosero, denso, incapaz de elevarse, en un organismo fluídico de blancura inmaculada y de resplandeciente luz.
Entonces; ante el reproche de la propia conciencia y el convencimiento de no haber empleado debidamente las horas de su última encarnación, el Espíritu formula ardientes deseos, fervientes súplicas que serán atendidas cuando llegue la hora oportuna de cumplirse en él la ley del regreso a la vida material, para continuar labrando en ella, la obra magna de su progreso.
He ahí la respuesta de la ciencia espírita: Después de la desencarnación, vuelve el Espíritu al espacio, allí ve acumularse ante él toda la obra de su pasado, examina lo que está hecho y lo que le queda por hacer para cumplimentar la ley progresiva a la que está sometido, reconoce sus errores, sus caídas, sus múltiples tropiezos con las leyes de justicia y de amor que debían haber regido todos sus actos. Comprende que no existe castigo eterno para los prevaricadores de la ley, y sí, como efecto de la infinita Misericordia de Dios, la eternidad de tiempo para redimirse y los mundos de expiación y de pruebas con sus puertas abiertas a las almas poco avanzadas, para que se regeneren.
Acepta, bendiciendo a su Hacedor, el medio que le concede para purificarse y elevarse y se prepara para sus futuros destinos, bajo la dirección de sus guías espirituales, que tratan de desarrollar en él la inteligencia para que adquiera una concepción cada vez más exacta del Universo y de su Autor, concepción que despertará en él la ternura, el sentimiento y la fuerza de voluntad que necesitará en sus futuras encarnaciones para tratar a sus semejantes como a hermanos y para amarles como a sí mismo, amor que es precisamente la base de todo el edificio de su progreso.
¿No es verdad que llena el Espíritu de consuelo, de satisfacción y de bienhechora esperanza, esta Filosofía? Que transmitida a los hombres por los mismos seres desencarnados, no deja lugar a la menor duda, en los que quieren estudiar, profundizar y meditar sobre estos fenómenos admirables.
En lo que enseña esta ciencia, nada encuentra el hombre que repugne a su razón, todo lo ve explicado, las mil y mil anomalías de la vida, las dudas constantes de su corazón; y lo que tienen de más grandioso a sus ojos, es que, en vez de empequeñecer a Dios, le coloca a tal altura, que goza el alma con esa nueva concepción de la divinidad, que le muestra a Dios (si bien como un Ser incomprensible para su pobre y limitada inteligencia), como un Padre Amorosísimo e Incomparable de Previsión y de Bondad para todas sus criaturas.
¡Espiritismo!
¡Bendita seas, ciencia admirable, moral sublime, que has de regenerar a nuestra pobre humanidad!
¡Mil veces bendito seas, Padre, que has permitido que esa Luz brille sobre tus hijos de la Tierra!
La Luz que nos guía-  AMALIA DOMINGO SOLER.

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     ¿ Siempre hemos podido acceder a la Verdad ?
¿Por qué la Verdad no ha sido puesta siempre al alcance de todo el mundo?
- Precisa que cada cosa venga a su debido tiempo.- La Verdad es como la luz: hay que habituarse a ella poco a poco, de lo contrario deslumbra.
Jamás ha sucedido que Dios permitiera al hombre recibir comunicaciones tan completas e instructivas como las que le es dado obtener en la actualidad. Había, como sabéis, en tiempos antiguos algunos individuos que se hallaban en posesión de lo que ellos conceptuaban ser una ciencia sagrada, y que ocultaban a los que, a su entender, eran profanos. Debéis comprender, con lo que conocéis acerca de las leyes que rigen estos fenómenos, que aquéllos no recibían más que algunas verdades dispersas en medio de un conjunto de conceptos equívocos y casi siempre alegóricos. Con todo, no existe para el estudioso ningún antiguo sistema filosófico tradición o religión que pueda desdeñarse, porque todos ellos contienen gérmenes de grandes verdades que, aun pareciendo contradecirse unos con otros, esparcidos como se hallan en medio de una hojarasca desprovista de fundamento, resulta muy fácil coordinar, gracias a la clave que el Espiritismo nos ofrece acerca de una cantidad de cosas que han podido hasta el presente pareceros sin razón, y cuya realidad se os demuestra hoy de una manera irrecusable.. No desdeñéis, por tanto, buscar en esos materiales temas de estudio: los hay muy valiosos y que pueden coadyuvar poderosamente a vuestra instrucción.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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        LOS ENEMIGOS DESENCARNADOS
                                  

No siendo la muerte física el aniquilar de la vida, es natural que todos aquellos Espíritus que se transfieren de retorno para el mundo espiritual mantengan las características morales que  caracterizaban la individualidad.

Recuperando la lucidez después del deceso celular, vuelven  a la conciencia los mensajes que fueron  almacenados durante la trayectoria orgánica, auxiliándolos en la evocación de acontecimientos y hechos en los cuales participaron.

En algunas ocasiones no ocurre ese fenómeno en razón del estado de perturbación en el que se encuentran después del túmulo, manteniendo fijaciones enfermizas y conductas infelices.

Comprensiblemente, en el primer caso, resuenan con más facilidad  las impresiones vigorosas, aquellas que fuertemente herirán o dignificaran las emociones.

En ese capitulo, los sentimientos de animosidad que tipifican los Espíritus inferiores resurgen, llevándolos  a los procesos de angustia y resentimiento, que  procuran contornar mediante el esfuerzo a que se proponen contra aquellos que los afligieron y que permanecen en el viaje carnal.

Es comprensible que no poseyendo los tesoros morales de nobleza  ni de elevación, se dejan consumir por el odio, siendo llevados a las fuentes generadoras del sufrimiento que experimentan, en el caso, de las personas que se hicieron responsables por su desdicha.

Surgen, en esa fase, las vinculaciones psíquicas con los antiguos desafectos, aquellos que se tornaron motivo de su aflicción.

Reconociendo la razón del sufrimiento, sin, no en tanto, entender las causas profundas, aquellas que dicen respecto a la Justicia Divina, cara al conocimiento de la reencarnación y su  ley de Causa y Efecto, se convierten en inclementes cobradores de lo que suponen  ser deudas por ellos contraídas.

Disponiendo de movilidad y fijándose mentalmente al adversario mediante la afinidad moral, se inicia el doloroso proceso de obsesión, que tanto se presenta en forma de surto patológico, en el área de los disturbios psicológicos de conducta y de emoción, bien como en lenta y perversa inspiración enfermiza que termina por transformarse en trastorno más grave.

Cuando no se encuentran lucidos, son igualmente atraídos, en razón de la ley de sintonía existente entre deudor y cobrador, proveniente de la convivencia espiritual en las mismas fajas de inferioridad en el que se movimentan los encarnados y los desencarnados.

No sienta ninguna duda en cuanto a la influencia ejercida por los Espíritus en la convivencia con las criaturas humanas, especialmente con aquellas de naturaleza permisiva y vulgar, cruel e indiferente, en razón del estado moral en que aun se encuentran.

Pululan alrededor del planeta billones de seres espirituales en un estado primario de evolución, aguardando  la oportunidad de  reencarnar de nuevo, ya que se encuentran en un estado de penuria y de sufrimiento por la cual se transforma en parásitos dependientes de energías especificas,  que exploran y usurpan de los seres humanos que se les asemejan.

De ese modo, aquellos que se sienten perjudicados  de alguna forma, tiene mayor facilidad en inmiscuirse en la economía mental  y emocional de aquellos que consideran sus adversarios por los prejuicios que les han causado, persiguiéndolos  de manera consciente o no.

Los enemigos desencarnados constituyen un factor de desequilibrio en la sociedad terrestre que debe ser tomado en cuenta por los estudiosos del comportamiento y de las directrices sociológicas.

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El mundo espiritual es preexistente al fisico, real y fundamental de donde vienen las poblaciones humanas para donde retornan mediante el vehículo de la desencarnación.

El objetivo esencial de la desencarnación es propiciar el desenvolvimiento intelecto moral del Espíritu en su trayectoria evolutiva.

Poseyendo el psiquismo divino embrionario, en cada etapa del proceso de crecimiento se les desdoblan facultades y funciones adormecidas que se agigantaran a través de la eternidad, hasta que sea alcanzada la plenitud.

No obstante, los atavismos que permanecen como tendencias para repetir los gravámenes y conceptos erróneos a los que están acostumbrados, ejercen mayor predominancia  en la naturaleza de todos, aunque el Deotropismo que lo atrae  en la dirección fecunda y original de su casualidad.

La elección de conducta que define el rumbo de  la ascensión o de la caída, a fin de permanecer en el obscurantismo en relación a la verdad o en el esfuerzo dignificantes  del auto iluminación.

Cuando se esfuerza por el buen proceder, prosiguiendo en la vivencia de las reglas de la moral y del bien, liberándose de los grilletes de los vicios, más fácilmente alcanza  los niveles elevados de armonía  interior y los planos espirituales de felicidad, donde pasa a habitar.  Todavía, cuando se compromete en la acción del mal, es inducido a reescribir las paginas aflictivas que quedaron en la retaguardia, rescatando los delitos   practicados a través del sufrimiento o mediante las acciones de beneficencia que lo dignifican.

En razón de la comodidad moral y de pereza mental, se sitúa, no raro, en la incerteza, en la indiferencia en relación al engrandecimiento  o complaciéndose en las sensaciones nefastas, cuando podría elegir las emociones superiores para auxiliarse y para socorrer a aquellos a quien hay perjudicado, reparando los males  que fueron generados mediante los contribuciones  de amor educativo ofrecidos.

Los enemigos desencarnados, de ese modo, se vinculan a los seres humanos atraídos por las afinidades morales, por los sentimientos del mismo tenor, por las conductas extravagantes que se permiten.

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Nunca  desperdicies la oportunidad de ser aquel que cede en  contiendas inútiles  como perniciosas; de perder, en el campeonato de la insensatez, a fin de ganar en la paz interior; de servir con devoción, aunque otros se sirvan, explorando la bondad de su prójimo;  de ofrecer comprensión y compasión en toda y cualquier circunstancia que se te deparen; de edificar el bien donde te encuentres, en la alegría o en la tristeza, en la abundancia o en la escasez; de ofrecer esperanza, aun mismo cuando reine el pesimismo y la crueldad llevando a  al desanimo y a la indiferencia; de ser aquel que ama, a pesar de  las circunstancias perversas; de silenciar el mal, a fin de referirte aquello que contribuya a favor de la fraternidad; de perdonar, aun mismo aquello y a aquel que, aparentemente  no merezcan perdón; de enseñar correctamente aunque predomine la prepotencia, y por esa razón mismo…

Nunca te canses de confiar en Dios, sea cual sea la situación en la que te encuentres.

Vistiendo la coraza de la fe y esgrimiendo  el equipo del amor, tus enemigos desencarnados no encontraran campo emocional ni vibratorio en ti para instalar sus matrices obsesivas, permitiéndote seguir en paz, cantando  la alegría de vivir e iniciando la Era Nueva de felicidad en la Tierra.

Joanna de Ángelis

 Página psicografiada por el  médium DIVALDO P. Franco, en la sesión mediúmnica  la noche 28 de febrero del 2005, en el Centro Espirita Camino de Redención, en Salvador de Bahía.

Traducido al español por: M. C. R

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