domingo, 5 de mayo de 2024

El Espiritismo no es una religión

  INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La Eutanasia y los espíritas

2.-squeda de la Verdad

3.- Misión del hombre en la Tierra (comunicado)

4.- El Espiritismo no es una religión

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         LA EUTANASIA Y LOS ESPÍRITAS                      


Esta palabra, tan conocida en nuestros tiempos, procede de la lengua griega y se compone por un lado de la partícula “eu” que significa bueno y por otro,  del término   más conocido en español que es “thanatos”, o sea, muerte, por lo que al final nos quedamos con la expresión traducida de “buena muerte”. Existen dos tipos de eutanasia: la activa y la pasiva. En la primera, se introduce alguna modificación en el ambiente que genera, provoca o anticipa la muerte del paciente, como por ejemplo sería administrar una dosis excesiva de morfina. En la segunda, se actúa pero de modo pasivo, es decir, se deja de tratar cualquier complicación que sobreviene en el proceso como puede ser interrumpir la alimentación por vía parenteral al enfermo; en todo caso, se trataría de un fallecimiento por omisión. Por último, aunque lo habitual es que sea el moribundo el que solicite el cese de sus sufrimientos, la aceleración del óbito también puede producirse sin el consentimiento del mismo, o sea, por voluntad ajena al afectado.
 Cabe preguntarse ante este fenómeno qué postura adoptar como espíritas que somos, pues no podemos permanecer impasibles ante un asunto tan grave que atañe nada más y nada menos que al momento de la “desencarnación” de una persona.

  Hemos de fijarnos en la cuestión partiendo de un postulado básico: aquí no estamos hablando de un concepto de muerte digna, honrosa o atenuada, sino de la defensa y del respeto a  la vida bajo cualquier condición. Alguien puede pensar que resulta algo similar expresado de manera diferente pero no es así; son materias absolutamente distintas. Si no partimos desde este enunciado, corremos el riesgo de que los defensores de la eutanasia nos ganen la batalla de los argumentos. Y es que queda muy bien, de cara al público en general, transmitir el mensaje de que se está defendiendo la idea de un trance digno y sin sufrimientos (en el terreno de las palabras siempre existe un amplio margen para maniobrar hasta llegar adonde a uno le interesa) cuando en verdad, si nos detenemos un poco a reflexionar lo que se está cercenando es simple y llanamente el derecho a la vida que todos tenemos por el simple hecho de existir.
   Desde tiempos inmemoriales las sociedades así como las leyes que se iban elaborando, castigaban con el máximo rigor los atentados a la integridad de sus componentes, pues resultaría absurdo no querer preservar el don más preciado que posee el individuo y que no es otro que la vida. Sin  embargo, el combate por el uso de los términos podría conducirnos a una radical relativización de los conceptos. A esto se une, la presencia reforzada de entidades inteligentes de uno y otro plano, que luchan con todas sus fuerzas por imponer al resto, sus intrigantes y confusos puntos de vista sobre asuntos tan serios sobre el que hablamos. No hay pues otra opción que la de implicarnos con nuestra respuesta firme y razonada en defensa de nuestros planteamientos. Insisto: se trata de un conflicto ideológico, muy sutil e intelectual, en el que está en juego un modelo como el nuestro que postula la defensa del concepto de vida (al igual que sucede con el aborto), frente a una postura extrema que patrocina el hedonismo a ultranza y que condena o intenta minimizar con todas sus armas la presencia del esfuerzo, el sacrificio o el sufrimiento en la vida del hombre.
 Como conocedores de lo que se mueve en el plano inmaterial tenemos que subir un peldaño en el análisis de esta delicada cuestión. Veamos pues, lo que hacen sus voceros. Se suele decir que la serpiente, en su estertor final y antes de sucumbir, intenta por todos los medios y en el último suspiro, picarte para transmitir su veneno. Intuye que va a perecer con seguridad y por eso busca desesperadamente que tú también le acompañes al túmulo. ¿No es acaso lo que está sucediendo desde hace ya años cuando algunos nos quieren confundir, en defensa de la ciencia y de los avances tecnológicos, acerca de que ha llegado el momento de disponer libremente sobre la vida del ser humano? Como el sabio dijo, la cobardía consiste en no actuar cuando tienes que hacerlo. Así pues, nuestra obligación moral como entidades dotadas de conciencia nos impele a proclamar el derecho a vivir por encima del deseo de escapar al sufrimiento.
 Hasta un personaje de tanta relevancia histórica como Buda, dedicó toda su existencia a liberar al hombre del padecimiento, pero no se le conoce palabra alguna en sus reflexiones y en sus obras que incitaran al ser humano a acortar su vida directa o indirectamente a través de otros. Pero ¿no hemos tomado nota todavía de que existe vida más allá de la sepultura o de las cenizas? ¿Es que no nos damos cuenta de que la reencarnación es un bendito fenómeno que cumple con la función de ajustar nuestro progreso, nuestro camino evolutivo en pos de la perfección moral? ¿Hay alguien todavía por ahí entre nosotros, hermanos de la Doctrina, que piense que con el óbito todo se acaba? Nuestra existencia no es más que una gota en el inmenso océano de la eternidad y no obstante, se presentan todavía mentes desviadas del auténtico ascenso espiritual que se atreven a hablar (y vaya si lo hacen) de que el avance en el conocimiento debe conllevar alterar en toda regla una de las disposiciones sagradas del Creador: el derecho a vivir el tiempo que haga falta, pues se trata  del mecanismo perfecto que Dios pone en nuestra ruta, sin el cual nada tendría sentido pues no habría forma de ir renovándonos, de instruirnos y de ir siendo, etapa tras etapa, mejor persona.
 ¡Cuántas reuniones espíritas se producen, cuántos testimonios se recogen en textos psicografiados donde nuestros hermanos, ahora desvestidos del ropaje de la carne, nos comentan lo que les sobrevino tras acceder voluntariamente a la anticipación del final de sus días! ¿Acaso no sabemos de los efectos devastadores que la turbación supone sobre las almas recién salidas del plano físico mediante ese procedimiento? Toda transgresión de una ley divina tiene unos efectos. Quizá aquí, en la dimensión terrenal, puede darse el caso de crímenes y otros delitos que pasan desapercibidos o que permanecen sin reparar, pero sabemos perfectamente que eso no ocurre en la esfera espiritual, donde la desnudez que impera impide esconder nuestras intenciones, sean del tipo que sean. Ya no hablamos miedosamente de castigos o penas, decimos simplemente en voz alta que toda acción supone una reacción equivalente (ley de causa-efecto). Así operan los mecanismos que rigen el buen orden del universo, perfecto reloj que todo lo mide a su debido tiempo y fiel reflejo de la suprema Inteligencia que todo lo gobierna, nuestro Padre celestial, que desea lo mejor para sus hijos y nos dota de la libertad de elegir, pero no para contravenir sus leyes naturales sino para cumplirlas, acelerando así el tránsito hacia la verdadera felicidad, aquella que contemplas entusiasmado cuando en medio de la oscura caverna platónica giras la cabeza y observas atónito el mundo de las Ideas.
   Estas almas inteligentes, aunque perversas, desde muchos rincones de influencia y desde muchos palcos con atriles, están intentando de forma insistente vendernos la idea de que el conocimiento del ser humano ha crecido tanto que ya por fin ha llegado el momento de derogar las leyes naturales dispuestas por el Creador. Al igual que la serpiente de antes, atisban su destierro, o dicho de otra forma, vislumbran su exilio a regiones extrañas. En ellas, podrán añorar con suspiros de angustia las ansias de progreso de un planeta que ahora desprecian porque se opone a sus aspiraciones de estancamiento, pues no les da pábulo a sus sueños de rebeldía. Por eso elevan la voz, gritando cada vez más, como queriendo tener más razón, pero de poco les servirá ya que nada ni nadie puede oponerse al progreso. Multitud de nobles espíritus están trabajando desde hace tiempo para que nuestra querida Tierra alcance la condición de regeneración que muchos anhelamos, a pesar de los obstáculos que esta minoría orgullosa y arrogante muestra frente a las normas divinas, pretendiendo imponer sus destructivos planteamientos sobre los que no acatamos su insurrección amoral. Y es que tenemos que ser conscientes de que existen algunas rebeliones que no se efectúan para mejorar las condiciones de vida de sus componentes, sino para sumirlos durante más tiempo en las sombras y en la ignorancia de unas tinieblas que lo único que pretenden es que no descorramos el velo de la ansiada Verdad. ¡Tuerto yo, que los demás permanezcan ciegos! – afirman con vehemencia. ¡Ese es su lema! 
Hay que decirlo alto y claro: la eutanasia es un crimen y constituye un atropello contra la vida. Sabemos que durante el período previo a la “desencarnación” y que puede extenderse desde días hasta años, el espíritu aprovecha para tomar conciencia de su realidad y para examinar las distintas partes de su recorrido vital. Sufre el cuerpo, claro, pero no deja de ser parte de nuestro eterno programa de aprendizaje. Y nos preguntamos: ¿cuidados paliativos para el organismo que padece? ¡TODOS! Por caridad y por dignidad humana, faltaría más. Ahora bien, de ahí a provocar la muerte del afectado hay una distancia insalvable y para la que no existe justificación. Sufre el niño cuando nace, la mujer cuando pare, el infante cuando accede a su primer día de escuela, el sujeto cuando enferma, el ser cuando ve partir al otro lado a sus familiares y allegados, los padres cuando observan cómo sus hijos se emancipan al abandonar el hogar, el trabajador despedido, el maestro que no observa progreso alguno en sus alumnos, la madre cuando contempla a su vástago despreciativo e indiferente a su amor, el adolescente cuando no ve colmados sus deseos de correspondencia afectiva en la pareja que pretende…¿seguimos?







       Esto no es nuevo, hace ya más de 2500 años que el sabio príncipe Gautama se dio cuenta de que el sufrimiento era consustancial a la naturaleza humana y ahora, como dioses del orgullo y de la vanidad, pretendemos alterar el proyecto divino, perfilado desde antes de arrancar el cronómetro del tiempo, con nuestro empeño en poner fecha de caducidad a las células que componen un organismo, eso sí, todo ello “vendido, aderezado y transmitido” ante la opinión pública con la excusa de evitar una “insoportable” amargura, ya que el argumento principal es eludir a toda costa cualquier tipo de dolor pues para esto ha ganado la tecnología la batalla a la ética. Ni la más oscura y profunda mazmorra donde se ubicara al Conde de Montecristo del buen Alejandro Dumas, resistiría la comparación con la astuta y maliciosa frialdad de esta premisa que hoy en día utilizan ante sus púlpitos estos apóstoles de la muerte. Y es que en su interior se ríen a carcajadas de sus seguidores, porque conocen de antemano que su estratagema está perdida antes de su destierro, pero que van a hacer todo lo posible por seguir extendiendo su manto de negrura sobre todos los que se dejen convencer por sus “hábiles y perversos” argumentos.
     Somos espíritas y conocemos cómo despiertan a la nueva dimensión aquellos que solicitan les sea practicada la eutanasia. Curiosamente, ellos sufren ahora los dolores de los que pretendieron liberarse, cual suicida que se decanta por la muerte en la creencia de que sus males cesarán para siempre. ¡Dios mío, cuántos de tus hijos te ruegan ya con lágrimas de arrepentimiento en sus mejillas por retornar cuanto antes al plano de la carne, para aliviar el desconsuelo que les supone el acortamiento artificial de su última vida en esta dimensión! Y es que el libre albedrío es tan autónomo como después deudor a las consecuencias de sus actos. Es la grandeza del ser humano, pero que debe saber administrar.
   Hoy proclamamos este mensaje a los cuatro vientos pues sabemos que tenemos razón, pero no por un decreto firmado de infalibilidad sino porque somos coherentes con lo que hemos estudiado y porque nos sentimos responsables de nuestras acciones: ¡Nunca matar! Que el amor sustituya a la frialdad, que la caridad supere a la indiferencia. Oremos por todos aquellos que solicitan, aplican y defienden la eutanasia, por los pacientes, por los equipos sanitarios, por los familiares y amigos que la sustentan y hasta por los gobernantes que la amparan. Cuando despierten del letargo de su impasibilidad, se enfrentarán a los efectos de sus actos y aún así, el Padre, en su infinita generosidad, les tenderá la mano a través de sus celestes mensajeros que jamás rechazan el auxilio hacia las almas confundidas.

El estremecedor testimonio vital de Viktor Frankl nos acerca a la esencia de este asunto. Él, que pudo sobrevivir a los campos de exterminio alemanes, quedó desprovisto de familia hacia arriba y hacia abajo, incluso en horizontal pues también su mujer sucumbió, pero como hijo adelantado a su tiempo y como tantos enviados del plano superior, comprendió que resistió a aquel dramático pasaje de su vida porque  le encontró un “sentido” a tan conmovedora experiencia. Resurgió su alma de la oscuridad, se irguió y volvió a caminar para dejarnos, como psiquiatra que era, uno de los tratamientos más sublimes que existen: la logoterapia*. ¿Por qué el hombre no habría de hallar un sentido a los momentos previos a su abandono del plano físico? La vida sigue porque somos inmortales pero es bueno saber que la alteración de las leyes divinas conlleva un coste, que como peaje, habrá de abonarse más adelante en nuestra ruta de kilómetros infinitos. Somos espíritas y por ello, no podemos permanecer callados guardando nuestro saber en el zurrón de nuestros adentros, sino que debemos promulgar la leyes del Creador en los escenarios en los que nos desenvolvemos, no solo con nuestras palabras sino sobre todo con el ejemplo de nuestros actos.  
      Cierta vez invitaron a Teresa de Calcuta a manifestarse en multitud en contra de la guerra. Ella, con su buen criterio de ser iluminado se negó y argumentó que jamás iría a ninguna concentración en contra de nada. “Asistiré a cualquier manifestación a favor de la paz”- afirmó en cambio. Nosotros no vivimos en oposición a nada ni a nadie, tan solo estamos a favor de la VIDA, que ya es bastante. Sirva como punto final de esta cuestión el  emotivo relato de Chico Xavier y que se titula “La deuda y el tiempo”.

  Chico visitó durante muchos años a un joven que tenía el cuerpo totalmente deformado y que vivía en una barraca a la vera de un bosque. El estado del alineado mental era completo. La madre de este joven estaba también muy enferma y Chico la ayudaba a bañarlo, alimentarlo y a hacer la limpieza del pequeño aposento en que vivía.

- El cuadro era tan aterrador que, en una de sus visitas en que un grupo de personas lo acompañaba, un médico preguntó a Chico:
- ¿Ni incluso en este caso la eutanasia sería posible?
- No creo, doctor- le respondió Chico. Este nuestro hermano, en su última encarnación, tenía mucho poder. Persiguió, perjudicó y con torturas inhumanas quitó la vida de muchas personas. Algunas lo perdonaron, otras no y lo perseguirán durante toda su vida. Esperaron su “desencarnación” y, así que él dejó el cuerpo, ellos lo agarraron y lo torturaron de todas las maneras durante muchos años. Este cuerpo deforme y mutilado representa una bendición para él. Fue la única manera que la Providencia Divina encontró para esconderlo de sus enemigos. Cuanto más tiempo aguante, mejor será. Con el pasar de los años, muchos de sus enemigos lo habrán perdonado. Otros habrán reencarnado. Aplicar la eutanasia sería devolverlo a las manos de sus enemigos para que continuasen torturándolo.
- ¿Y cómo rescatará él sus crímenes? -preguntó el médico.
- El hermano X acostumbra a decir que Dios usa el tiempo y no la violencia

* Recomiendo ampliamente la lectura de la obra capital de Viktor Frankl: “El hombre en busca de sentido”
.Publicado por José Manuel Fernández en el Blog EntreEspíritus

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                     BÚSQUEDA DE LA VERDAD


                     La verdad como liberación del error y progreso evolutivo

Es  deber de todo ser humano que ha llegado a una mediana evolución, buscar la Luz de la Verdad. Mas, para encontrarla, necesario es estar poseído de un gran anhelo, y no de una mera curiosidad; necesario es buscarla con una mente clara, libre de preconceptos, libre de prejuicios y sectarismo; y un corazón limpio de ambiciones personales. 

En la búsqueda de la Verdad, jamás pretendamos encontrar una verdad que se acomode a nuestras creencias, ya que de ese modo la mente no está libre para identificarla. Pues, la Verdad tiene múltiples aspectos, y cada cual irá comprendiendo aquellos aspectos de la Verdad que su capacidad intelectual pueda asimilar. 

Ninguna religión ni filosofía puede satisfacer a todos, dado que nuestro conglomerado humano se halla en diversos estados de evolución mental y espiritual. La Verdad es Una, pero infinita en sus manifestaciones; y diversos son los aspectos conocidos y por conocer. Y cada cual percibirá y tan sólo aceptará aquellos aspectos de la Verdad que sea capaz de comprender, ya que su capacidad intelectiva y conceptual no podrá captar más allá de su desarrollo. 

 La Verdad es una sola; pero, los caminos y etapas para llegar a ella, son múltiples. Destellos de la Verdad han llegado en todas las épocas de la humanidad. Las enseñanzas contenidas en las antiguas escuelas filosóficas, así como las contenidas en los fundamentos de todas las religiones, ofrecen aspectos de la Verdad; aun cuando los convencionalismos y las pasiones, han ido velando y desnaturalizando; que, conjuntamente con los dogmatismos y los abusos de todas clases, han llevado a las gentes al escepticismo y a la indiferencia; contribuyendo con ello a la extensión de ese materialismo embrutecedor en que se mueve la sociedad actual. ¡Cuántos buscadores honestos, pero confusos y perplejos ante la aseveración de las teologías divergentes, han anhelado poseer la Verdad de la Vida!. 

La Verdad no ha sido nunca privilegio ni propiedad exclusiva de ninguna religión, grupo o secta religiosa. Ha sido y será siempre de todo aquel que la busque con la mente libre de ideas preconcebidas, de prejuicios, de partidismos; con sana intención y corazón libre de ambiciones personales. Pues, a medida que el hombre avanza en su búsqueda y comienza a vislumbrarla, más siente en sí el ansia de acercarse a ella. Y a medida que va avanzando en el camino de la Verdad, más se conoce a sí mismo y el por qué de su existencia, y más claramente ve sus errores y por ende más se perfecciona y espiritualiza, único modo en que su mente podrá lograr contacto con la Divinidad, que es la Verdad Absoluta. 

“CONOCERÉIS  LA VERDAD Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES” -rezan las versiones actuales del Nuevo Testamento-, como palabras de aquel gran filósofo incomprendido, llamado Jesús de Nazaret, que vino a nuestro mundo en misión de enseñar a las gentes el camino de su propia felicidad, de enseñar una doctrina de Amor y Verdad; que vino a redimir a la humanidad corrupta, pero no con su sangre, sino con sus enseñanzas de amor para una vida armónica y feliz, con sus principios de una moral elevada y establecer la Religión Universal del Amor. Pero, los hombres, en su ceguera psíquica y afán de dominio, la han deformado. 

Sebastián de Arauco.

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MISIÓN DEL HOMBRE EN LA TIERRA

( Comunicado)                                   

                                                                       

                             

Dios nos bendiga a todos. 

El hombre está llamado a cumplir su misión, purificación y expiación en la Tierra o en alguno de los mundos que pululan por el espacio infinito. Mundos que como hijos adoptivos se trasladan y giran a distancias infinitas del sol del que dependen. La diversidad sin limites de estos mundos habitados es tan grande que no puede calcularse, porque solo a Dios corresponde ese cálculo. El hombre ha venido a vuestro mundo, no para ser un espectador inconsciente, ni un observador indiferente y sin interés, de las muchísimas bellezas. particularidades y manifestaciones que constantemente ponen a su vista el estudio de las Leyes Divinas de la Naturaleza. Tiene un deber muy superior a esta observación, sin interés ni provecho. El hombre ha venido al mundo para ser actor y recoger en la película de su inteligencia todos los acontecimientos que su vista puede retratar, para luego estudiar, analizar y aprovechar las enseñanzas que de esos acontecimientos se derivan. Más tarde, en su vida espiritual, con más amplitud de visión, constata las diferencias que hay entre el mundo material y el mundo espiritual; entre la luz y las tinieblas, y sacar conclusiones positivas en favor de su adelanto y progreso.

  Otros hermanos espirituales os han predicho que acontecimientos importantes se avecinan en vuestro planeta; acontecimientos que no serán producidos fortuitamente, sino porque las historias y basamentos de los mundos tienen sus épocas, sus evoluciones y consecuentemente sus conmociones. Lo mismo sucede cuando la humanidad se haced reacia al progreso, bien por negligencia o bien porque los vicios la adulteren y se hacen precisas conmociones violentas para despertarla y encauzarla, así los mundos, en su solidez y partes gaseosas, tienen su tiempo determinado para que se produzcan las convulsiones que están señaladas geológicamente en su trayectoria. No vamos a dar aquí una conferencia, pero en palabras llanas, en conceptos sencillos, vamos a exponer la causa de los acontecimientos geológicos que habéis tenido y os preocupan tanto. ( Se refiere a los últimos movimientos sísmicos que hemos tenido).

  Los mundos, como masa material que pulula por los espacios, están sujetos a una fuerza centrífuga y otra centrípeta. La compensación es el campo neutro entre esas dos fuerzas: Si la centrípeta faltara, el mundo vendría en desequilibrio; lo mismo sucedería si faltase la centrífuga. Es decir, que son dos fuerzas que se compensan la una a la otra, formando el núcleo de resistencia que vosotros llamáis centro de gravedad. Estas dos fuerzas tienen una incidencia muy acusada en los fenómenos geológicos. Pero aqui, repito, no vamos a dar una conferencia científica. Esas dos fuerzas tienen vital efecto sobre la parte central de los mundos, que es de materia incandescente, en la cual se licúan y gasifican esas masas, y cuando esto se produce, estos gases necesitan una válvula de expansión. Si la encuentran por medio de los cráteres de los volcanes, la conmoción que se aprecia es débil, pero cuando se producen en zonas sin salida, dan lugar a esas conmociones que habéis sentido.

  Ahí tenéis con palabras sencillas, la explicación de una de las causas de las conmociones terrestres.

  Saber también que, cuando los mundos alcanzan estados de depravación y desenfreno en épocas determinadas, la mano poderosa de Dios puede hacer que esas conmociones sean fatales para esa humanidad desviada. Nosotros no podemos deciros cómo ni cuando pueden producirse, pero si aconsejamos que es necesario que el hombre rectifique su conducta; que el egoísmo y el materialismo que os tienen inmovilizados desaparezca. Es indispensable que penséis más en Dios; que sin Él no sois nada, ni vosotros ni nosotros. Que el hombre tiene una misión muy especial en la Tierra y no la que ha tomado por su propia conveniencia, Tiene que dar honra y honor, practicando las Leyes de Dios y las enseñanzas de Cristo, que son los caminos que engrandecen el alma y llevan al Espíritu a su regeneración y progreso indefinido. El hombre debe estar en la Tierra para cumplir la misión exacta que le ha sido confiada: amarse como Dios nos ama a todos; quererse como se deben querer los hermanos, y jamás alimentar ni producir los antagonismos que existen entre vosotros, porque de no hacerlo así, el castigo será fortísimo y de consecuencias ilimitadas.

  Amaos en todo momento, sin distinción de ninguna clase, para que seáis dignos de Dios.

  Un hermano espiritual que desea el progreso humano.

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EL ESPIRITISMO NO ES UNA RELIGIÓN

El Espiritismo ha sido desde su nacimiento en el año 1858, denigrado, desfigurado y confundido ante la población en general, debido a que las religiones, sobre todo las religiones cristianas, no lo consideraron como un aliado que demostraba los postulados religiosos de la vida después de la muerte, sino como un rival religioso que con los postulados de su filosofía ponía en peligro algunos de sus dogmas y los hacía tambalear, con lo que se tambalearía la credulidad de sus fieles. Entonces para confundir al pueblo y que no se acercasen ni por curiosidad a conocer sus enseñanzas, crearon acerca de esta filosofía espiritualista temores infundados, divulgaron sobre él toda clase de difamaciones y falsedades; lo relacionaron con la brujería y con el demonio, etc.

En la actualidad el Espiritismo ya no es tan perseguido ni difamado, pero en la época de materialismo y descreencia que vivimos, sigue siendo ignorado por una gran parte de la población, precisamente debido al desconocimiento, a la mala leyenda que sobre él vertieron las religiones cristianas, al materialismo acérrimo y a la ignorancia que aún perdura sobre el mismo.

Sin embargo el Espiritismo no es una religión más con un carácter externo de ceremonias, rituales, etc, al uso de las religiones, pero si que se podría considerar en todo caso como una religión interna e íntima en cada persona espírita, cuando esta vive según las reglas morales y los conocimientos que se adquieren cuando se asimila su filosofía y se conoce su carácter como Ciencia llegando a comprender y a sentir que estamos ante una gran Verdad.

El Espiritismo se apoya en tres pilares fundamentales: el de una ciencia de observación, análisis y estudio del fenómeno mediúmnico y parapsicológico, a partir del cual nació del estudio fenoménico mediúmnico una filosofía que fue codificada por Allan Kardec a partir de las informaciones obtenidas desde el plano espiritual, para lo cual se sirvió Kardec de variadas y diferentes mediumnidades inconexas entre ellas; estas comunicaciones fueron dadas así por Seres Espirituales, dando aclaración y respuesta a las diversas cuestiones preparadas por Allan Kardec que las fue recopilando y ordenando, plasmándose este ordenamiento de preguntas y respuestas en lo que fueron las cinco obras fundamentales de la llamada Codificación Espírita. Hay que señalar que Kardec quiso claramente que el Espiritismo fuese considerado como una ciencia y no como una religión, pues además, a diferencia de las religiones, en él no hay cultos, sacramentos, imágenes, ceremonias, velas, inciensos ni jerarquías eclesiásticas, aunque a veces ha habido algún grupo autodenominado "espírita", que llevados por su fanatismo religioso, han mezclado tintes de algún ceremonial religioso en sus reuniones, imitando en sus centros espíritas a modo de templos religiosos, adoptando ropajes de "culto" y rituales o ceremonias copiados de las religiones, confundiendo aún más a la gente ignorante del tema, al hacerse pasar por lo que no son.
Los Espíritus que colaboraron en la Codificación Espírita, bajo la dirección del Espíritu de Verdad, fueron comunicando a Kardec sus enseñanzas filosóficas y morales, respondiendo a las baterías de preguntas preparadas por él y obtenidas a través de diferentes médiumnidades. Los propios entes comunicantes se identificaron a sí mismos como Espíritus, y de toda esa labor de Kardec se obtuvo el fruto y la consecuencia final de esta ciencia de observación de la mediumnidad y de esta filosofía: la gran enseñanza moral que se desprende de ella. Una moral plenamente identificada con la de los Evangelios cristianos, a los que confirma, aclara y amplía en profundidad, en sus aspectos y enseñanzas éticas, que cuando se adoptan en el transcurrir de la vida humana, ayudan a mejorar al ser humano, desarrollando y haciendo evolucionar su esencia o parte espiritual, lo cual constituye el verdadero sentido de la vida.

- José Luis Martín-
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