viernes, 31 de mayo de 2024

Los ovoides

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La ciencia del hombre y del bruto

2.-Pluralidad de los Mundos

3.- Sobre las relaciones con los Espíritus

4.- Los ovoides

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LA CIENCIA DEL HOMBRE Y DEL BRUTO


Tiempo es ya de que los sacerdotes, dejen sus antiguos breviarios por los nuevos breviarios científicos. En la ciencia está la fe, en la ciencia está la vida del Espíritu, en la ciencia está el progreso, y en el progreso está Dios.

 Si el Espiritismo negase la existencia de Dios, del alma, su individualidad y su inmortalidad, las penas y las recompensas futuras, el libre albedrío del hombre; si se enseñase que cada uno vive para sí en la Tierra, que sólo en sí debe pensar, sería no sólo contrario a la religión católica, sino a todas las religiones del mundo; sería la negación de todas las leyes morales, base de todas las sociedades humanas. 

Lejos de esto, los espíritus proclaman un Dios único, soberanamente justo y bueno; dicen que el hombre es libre y responsable de sus actos, remunerando según el bien o el mal que haya hecho; ponen por encima de todas las virtudes la caridad evangélica y esta regla sublime enseñada por Cristo: Hacer a los otros lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros. ¿No son estos los fundamentos de la religión? Hacen más aún: nos inician en los misterios de la vida futura, que no es ya para nosotros una abstracción, sino una realidad; porque los mismos a quienes conocíamos son los que vienen a pintarnos su situación, a decirnos cómo y porqué sufren o son dichosos. ¿Qué hay en esto de antirreligioso? Esta certeza del porvenir, de encontrar a los que hemos amado, ¿No es un consuelo? La grandiosidad de la vida espiritual, que es su esencia, comparada con las mezquinas preocupaciones de la vida terrestre, ¿No es a propósito para elevar nuestra alma y para estimularla al bien?

 El Espiritismo es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica, como ciencia práctica, consiste en las relaciones que pueden establecer con los espíritus; como doctrina filosófica comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones. 

Podemos definirlo así: 

El Espiritismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus, y de sus relaciones con el mundo corporal. Esto como se ve, ni es impío ni es irrisible; porque las innegables comunicaciones de los espíritus nos demuestran sin lugar a la duda que los muertos viven. Así como no hay más que un Dios, y no hay más que una verdad y cuando el hombre piensa en el progreso no se acuerda de las religiones, sino de la verdadera religión; y a la religión universal pertenecen todos los hombres que reconocen en Dios la causa primera y le conceden al Espíritu un progreso indefinido.

 Pero mejor será que copiemos algunos párrafos del libro de los espíritus de Kardec, cuando habla de los animales y del hombre: 

“Si en punto de inteligencia comparamos al hombre y a los animales, parece difícil establecer la línea demarcatoria; porque ciertos animales bajo aquel aspecto son notoriamente superiores a ciertos hombres. Es un ser especial que se rebaja mucho a veces o que puede elevarse también mucho. En lo físico, el hombre es como los animales y está mucho menos previsto que muchos de ellos, pues la naturaleza ha dado a éstos todo lo que aquél se ve obligado a inventar con su inteligencia, para conservación y satisfacción de sus necesidades. 

Su cuerpo se destruye como el de los animales, es cierto; pero su Espíritu tiene un destino que sólo él puede comprender porque sólo él es completamente libre. ¡Pobres hombres que os rebajáis hasta el bruto! ¿No sabéis distinguiros de él? Reconoced en el hombre el pensamiento de Dios”. “¿De dónde toman los animales el principio inteligente, que constituye la especie particular del alma de que están dotados? ¡Del elemento inteligente Universal!” 

“La inteligencia del hombre y la de los animales, ¿Dimanan, pues de un principio único? Sin duda alguna; pero en el hombre ha experimentado una elaboración superior a la que anima al bruto”. “Se ha dicho que el alma del hombre en su origen es el estado de infancia en la vida corporal, que apenas destella su inteligencia y que se ensaya para la vida; ¿Dónde pasa el Espíritu esta primera fase? En una serie de existencias que precede al periodo que llamáis humanidad”. “¿Parece pues, que el alma ha sido el principio inteligente de los seres inferiores de la creación? ¿No hemos dicho que todo se encadena y tiende a la unidad en la naturaleza? En estos seres que estáis muy lejos de conocerlos en su totalidad; se elabora el principio inteligente, se individualiza poco a poco y se ensaya en la vida, como hemos dicho, este es hasta cierto punto, un trabajo preparatorio como el de la germinación, después del cual el principio inteligente experimenta una transformación y se convierte en Espíritu, entonces empieza para el periodo de la humanidad, y con él, la conciencia de su porvenir, la distinción del bien y del mal y la responsabilidad de sus actos, como después del periodo de la infancia viene el de la adolescencia, luego la juventud, y en fin la edad madura.

“Puesto que los animales tienen una inteligencia que les da cierta libertad de acción, ¿Existe en ellos un principio independiente de la materia? Sí, y sobrevive al cuerpo”.

 “¿Este principio es un alma semejante a la del hombre? Si así lo queréis, también es un alma, eso depende del sentido que se dé a esa palabra: pero es inferior a la del hombre. Del alma de los animales a la del hombre, va tanta distancia como del alma humana a Dios”.

 La escuela espiritista ya puede discutir con ventaja en el terreno científico, pero para ello se necesitan mejores adalides que nosotros. Por eso al hablar del Espiritismo no lo hacemos más que encareciendo su importancia moral, su tendencia progresiva, sin mezclarnos en investigar sus principios científicos, y decimos esto, somos muy amigos de dar a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar.

En nombre del Espiritismo hablaremos en sentido filosófico, pero también de punzantes abrojos; y como las primeras pueden deslumbrar, y los segundos herir, por esto, en este terreno vedado para nosotros en esta actual existencia, si alguna vez entramos en él, lo hacemos por nuestra opinión individual, por nuestra propia iniciativa, sin ampararnos en la sombra de nuestra creencia, porque la respetamos demasiado para arrastrar en nuestra caída su gran importancia social, que dista mucho su grandeza y nuestra pequeñez.

 Para defender el Espiritismo científicamente, se necesitan hombres sabios; pero para decir que es una doctrina profundamente consoladora, en la cual resplandece la eterna justicia de Dios, para decir esta gran verdad: basta las mujeres y los niños. Por esta sencilla razón, no hemos titubeado en decir lo que es el Espiritismo.

 Amalia Domingo Soler

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         Pluralidad de los mundos 

Al considerar la Luna y los otros astros, ¿quién no se ha preguntado si esos globos están habitados? Antes que la Ciencia nos hubiese iniciado en la naturaleza de esos astros, se podía dudar; hoy, en el estado actual de nuestros conocimientos, por lo menos existe la probabilidad; pero a esta idea, verdaderamente seductora, se hacen objeciones extraídas de la propia Ciencia. Se dice que la Luna parece no tener atmósfera, y quizás tampoco agua. En Mercurio, dada su proximidad con el Sol, la temperatura media debe ser la del plomo fundido, de manera que, si hay allí plomo, debe correr como el agua de nuestros ríos. En Saturno, es todo lo opuesto; no tenemos un término de comparación para el frío que debe reinar allí; la luz del Sol debe ser muy débil, a pesar de la reflexión de sus siete 63 lunas y de su anillo, porque a esta distancia el Sol no debe parecer sino una estrella de primera magnitud. En tales condiciones, se pregunta si sería posible vivir allí. No se concibe que semejante objeción pueda ser hecha por hombres serios. Si la atmósfera de la Luna no ha podido ser percibida, ¿es racional inferir que no exista? ¿No puede estar formada por elementos desconocidos o lo suficientemente enrarecidos como para no producir refracción sensible? Diremos lo mismo del agua o de los líquidos allí existentes. Con respecto a los seres vivos, ¿no sería negar el poder divino el creer imposible una constitución diferente de la que conocemos, cuando bajo nuestros ojos la providencia de la Naturaleza se extiende con una solicitud tan admirable hasta el más pequeño insecto, y da a todos los seres los órganos apropiados al medio en que deben habitar, ya sea el agua, el aire o la tierra, que estén sumergidos en la oscuridad o expuestos a la claridad del Sol? Si nosotros nunca hubiésemos visto peces, no podríamos concebir seres que viven en el agua; no nos haríamos una idea de su estructura. ¡Quién hubiera creído, hasta hace poco tiempo, que un animal pudiese vivir un tiempo indefinido en el seno de una piedra! Pero sin hablar de estos extremos, ¿podrían existir en los hielos polares los seres que viven bajo el fuego de la zona tórrida? 66 Y no obstante en esos hielos hay seres que poseen un organismo para ese clima riguroso, y que no podrían soportar el ardor de un Sol vertical. Por lo tanto, ¿por qué no admitiríamos que existan seres constituidos para vivir en otros globos y en un medio totalmente diferente del nuestro? Seguramente, sin conocer a fondo la constitución física de la Luna, sabemos lo suficiente como para estar ciertos de que, tal como somos, no podríamos vivir allí, como tampoco podríamos hacerlo en compañía de los peces en el seno del océano. Por la misma razón, si los habitantes de la Luna pudiesen venir a la Tierra –ya que constituidos para vivir sin aire o en un aire muy enrarecido, tal vez completamente diferente del nuestro– se asfixiarían en nuestra atmósfera espesa, al igual que nosotros cuando caemos en el agua. Una vez más, si no tenemos la prueba material y de visu 64 de la presencia de seres vivos en otros mundos, nada prueba que no puedan existir con un organismo que sea apropiado a un medio o a un clima cualquiera. Al contrario, el simple buen sentido 65 nos dice que debe ser así, porque repugna a la razón creer que esos innumerables globos que circulan en el espacio no sean más que masas inertes e improductivas. La observación nos muestra allí superficies accidentadas –como aquí– de montañas, valles, hondonadas, volcanes extintos o en actividad; ¿por qué entonces no existirían seres orgánicos? Está bien –dirán; que haya plantas y hasta animales, puede ser; pero seres humanos, hombres civilizados como nosotros, que conozcan a Dios, que cultiven las artes, las ciencias, ¿eso es posible? Por cierto, nada prueba matemáticamente que los seres que habitan otros mundos sean hombres como nosotros, ni que estén más o menos avanzados que nosotros, moralmente hablando; pero cuando los salvajes de América vieron desembarcar a los españoles, tampoco sospechaban que más allá de los mares existía otro mundo que cultivaba las artes que les eran desconocidas. La Tierra está salpicada de una innumerable cantidad de islas, pequeñas o grandes, y todo lo que es habitable es habitado; no surge una roca en el mar sin que el hombre haya plantado al instante su bandera. ¿Qué diríamos si los habitantes de una de las más pequeñas de esas islas, conociendo perfectamente la existencia de otras islas y continentes, pero no habiendo tenido jamás relaciones con sus habitantes, se creyesen los únicos seres vivos del globo? Nosotros les diríamos: ¿Cómo podéis creer que Dios ha hecho el mundo sólo para vosotros? ¿Por qué extraña peculiaridad vuestra pequeña isla, perdida en un rincón del océano, tendría el privilegio de ser la única habitada? Lo mismo podemos decir de nosotros con respecto a otras esferas. ¿Por qué la Tierra –pequeño globo imperceptible en la inmensidad del Universo, que no se distingue de los otros planetas ni por su posición, volumen o estructura, porque no es el menor ni el mayor, ni está en el centro o en los extremos–, por qué, digo, sería 67 entre tantas otras la única residencia de seres racionales y pensantes? ¿Qué hombre sensato podría creer que esos millones de astros que brillan sobre nuestras cabezas sólo han sido hechos para recrear nuestra visión? Entonces, ¿cuál sería la utilidad de esos otros millones de globos imperceptibles a simple vista y que ni siquiera sirven para alumbrarnos? ¿No habría orgullo y a la vez impiedad en pensar que debe ser así? A los que les importa poco la impiedad, les diremos que es ilógico.66 Por lo tanto, con un simple razonamiento que muchos otros han hecho antes que nosotros, hemos arribado a la conclusión de la pluralidad de los mundos, y este razonamiento se encuentra confirmado por las revelaciones de los Espíritus. En efecto, ellos nos enseñan que todos esos mundos están habitados por seres corporales apropiados a la constitución física de cada globo; que entre los habitantes de esos mundos los hay más o menos avanzados que nosotros, desde el punto de vista intelectual, moral e incluso físico. Además, hoy sabemos que podemos entrar en relación con ellos y obtener de los mismos informaciones sobre su estado; también sabemos que no sólo todos los globos están habitados por seres corporales, sino que el espacio está poblado de seres inteligentes, invisibles para nosotros a causa del velo material arrojado sobre nuestra alma, y que revelan su existencia por medios ocultos o patentes. De esta manera, todo está poblado en el Universo, la vida y la inteligencia están por todas partes: en los globos sólidos, en el aire, en las entrañas de la Tierra y hasta en las profundidades etéreas. ¿Hay en esta Doctrina algo que repugne a la razón? ¿No es a la vez grandiosa y sublime? Ella nos eleva de nuestra propia pequeñez, muy diferentemente de ese pensamiento egoísta y mezquino que nos coloca como los únicos seres dignos de ocupar el pensamiento de Dios. 

- De la Revista Espírita de 1958., por Allan Kardec-

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    SOBRE LAS RELACIONES CON LOS 
                         ESPÍRITUS 

¿Los Espíritus, para manifestarse, tienen siempre necesidad de ser evocados? 
No, porque se presentan muchas veces sin ser llamados y esto prueba que vienen espontáneamente. 

23. Cuando un Espíritu se presenta por su propia voluntad, ¿se está más seguro de su identidad? 
De ninguna manera, porque los Espíritus mentirosos, emplean a menudo este medio para engañaros mejor. 

24. Cuando por el pensamiento se evoca el Espíritu de una persona, aun cuando no haya manifestación por la escritura ni de otro modo cualquiera, ¿viene a nosotros? 
La escritura es un medio material para que el Espíritu pueda atestiguar su presencia, pero el pensamiento es el que le atrae y no la acción de escribir. 

25. Cuando un Espíritu inferior se manifiesta, ¿puede obligársele a que se retire? 
Sí, no escuchándole. Pero, ¿cómo queréis que se retire cuando os divertís con sus torpezas? Los Espíritus inferiores se unen a los que les escuchan con gusto, como los necios entre vosotros.
 

26. La evocación hecha en nombre de Dios, ¿es una garantía contra la intervención de los Espíritus? 
El nombre de Dios no es un freno para todos los Espíritus perversos, pero detiene a muchos; por este medio siempre alejáis a algunos y aun alejarías a muchos más si la evocación fuese hecha desde el fondo del corazón y no como una fórmula ligera. 

27. ¿Podrían evocarse nominalmente muchos Espíritus a la vez? 
Ninguna dificultad hay en esto, y si vosotros tuvierais tres o cuatro manos para escribir; tres o cuatro os responderían al mismo tiempo; lo que sucede cuando hay muchos médiums. 

28. Cuando son evocados muchos Espíritus simultáneamente y sólo hay un médium, ¿quién es el que contesta? 
Uno de ellos contesta por todos y manifiesta el pensamiento colectivo. 

29. ¿Podría el mismo Espíritu comunicarse a la vez con dos médiums diferentes, estando en sesión? 
Tan fácilmente como vosotros tenéis hombres que a la vez dictan muchas cartas. 


Observación. – Hemos visto a un Espíritu contestar al mismo tiempo por conducto de dos médiums a las preguntas que se le han dirigido, al uno en inglés y al otro en francés, y las respuestas eran idénticas en el sentido: algunas eran la traducción literal la una de la otra. 
Dos Espíritus evocados simultáneamente por dos médiums pueden establecer entre ellos una conversación; esta especie de comunicación no siendo necesaria para ellos, puesto que leen recíprocamente su pensamiento, se prestan a ello sólo para nuestra instrucción. Si son Espíritus inferiores, como aún están imbuidos de pasiones terrestres y de ideas corporales, puede llegar el caso que se disputen y apostrofen con palabras groseras, se echen en cara sus faltas, y aun se tiren los lápices, cestitas o planchitas, etcétera, el uno contra el otro. 


30. El Espíritu evocado al mismo tiempo sobre diferentes puntos, ¿puede contestar simultáneamente a las varias preguntas que se le hacen? 
Sí, si es un Espíritu elevado. 

–¿En este caso se divide el Espíritu o tienen el don de ubicuidad? 
El Sol es uno y sin embargo irradia alrededor y lleva lejos sus rayos sin subdividirse; lo mismo sucede con los Espíritus. El pensamiento del Espíritu es como una chispa que proyecta a lo lejos su claridad y puede ser apercibida en todos los puntos del horizonte. Cuanto más puro es el Espíritu, más irradia su pensamiento y se extiende como la luz. Los Espíritus inferiores son demasiado materiales; no pueden contestar sino a una sola persona a la vez, y si les llama en otra parte tampoco pueden ir. 
Un Espíritu superior, llamado a un mismo tiempo en dos puntos diferentes, responderá las dos evocaciones si son tan formales y fervientes la una como la otra; en el caso contrario, da preferencia a la más formal.


- El Libro de los Médiums-

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                           LOS OVOIDES

“ (…) el periespíritu se dilata o contrae, se transforma; en una palabra, se presta a todas las metamorfosis de acuerdo con la voluntad que sobre él actúa”. (El libro de los Médiums, Allan Kardec, Item 56).

  La conversión del cuerpo espiritual (periespíritu) en un cuerpo ovoide puede ocurrir en los siguientes casos:

 1º) El hombre salvaje cuando retorna, después de la muerte del cuerpo físico, al plano espiritual, se siente atemorizado ante lo desconocido. Siendo primitivo, no dispone de conocimientos espirituales y solo tiene condiciones para pensar en términos relativos a la vida de la tribu a la que se acostumbró.

  Nos dice André Luiz que la propia inmensidad cósmica lo asusta, como la visión de los Espíritus, aunque siendo buenos y sabios, le infunden gran temor.

  Dentro del estado evolutivo que le es propio se desarrolla su actividad al frente de dioses y, por eso, se refugia en la choza que le sirvió de morada terrestre.

  Anhela retornar a su habitación indígena donde vivió y convivió con los suyos para alimentarse con las vibraciones de los que le son afines.

  Bajo estas condiciones se establece en él, el monoideismo, esto es, idea fija, aislándose de todo lo demás.

  El pensamiento que fluye de su mente permanece en un círculo vicioso, continuamente. Es el monoideísmo auto-hipnotizante.

 No existiendo otros estímulos, los órganos del cuerpo espiritual se encogen o se atrofian, tal como sucede con los órganos del cuerpo físico, que al paralizarse igualmente se atrofian.

  En poco tiempo, los órganos del periespíritu “se regresan instintivamente a la sede del gobierno mental, donde se ubican ocultos y debilitados, convirtiéndose en punto de apoyo de los pensamientos que en circuito cerrado actúan sobre sí mismos, como elementos potenciales del germen vivo entre las paredes del huevo”. Se dice entonces que “el desencarnado perdió el cuerpo espiritual transformándose en un cuerpo ovoide” (Evolución en dos Mundos, André Luiz).

  La forma ovoide contiene todos los órganos de exteriorización del alma,  tanto en los planos espirituales como en los terrestres, tal como el huevo o la semilla, que albergan el ave o el árbol del futuro.

2º.- Desencarnados, en profundo desequilibrio, aspirando vengarse, o portadores de vicioso apego, envuelven e influencian a aquellos que son objeto de su  permanente atención. Y pasan a auto-hipnotizarse con sus propias ideas, que repiten indefinidamente. Es el monoideísmo auto-hipnotizante. En consecuencia, estos desencarnados, al continuar en ese profundo desequilibrio sus órganos perispirituales se retraen, por falta de funcionamiento, asemejándose a ovoides los que “se unen luego a sus propias víctimas que, generalmente aceptan inconscientemente su influencia”, porque estas traen los factores que las predisponen, tales como la culpa, el remordimiento, el odio, el egoísmo, que se manifiestan en constantes vibraciones, bajo la dirección mental del obseso.

  Se configura, en este caso, la patasitosis espiritual. El huésped (obsesor) para vivir en el ambiente personal del que lo alberga (obsesado). Esta situación puede prolongarse hasta después de la desencarnación de la víctima, dependiendo de la gravedad de las deudas y la naturaleza de los compromisos existentes entre los dos.

  3º) Los grandes criminales, los tránsfugas del deber, al desencarnar se verán atormentados por la visión repetida y constante de sus propios crímenes, vicios y delitos, en forma de alucinaciones que los desquician. Esas estampas mentales que exteriorizan permanentemente se vuelven un pensamiento vicioso, dando origen al monoideísmo auto-hipnotizante.

  Y como en los casos anteriores, sus órganos del cuerpo espiritual se paralizan, convirtiéndose en ovoides.

  Los obsesores utilizan estos ovoides para intensificar el asedio sobre sus víctimas. Imantándolos a estas. Aquí se genera el parasitismo espiritual.

  Envuelto por los fluídos de los obsesores con el pensamiento controlado y cercenado, con el cerebro desequilibrado por la interferencia hipnótica de los verdugos, el obsesado pasa a vivir en el clima que para estos crean, agravado además por las ondas mentales altamente perturbadoras de los ovoides, viendo inclusive las imágenes mentales que proyectan como alucinaciones o escuchando las acusaciones en la acústica de la mente.

  La subyugación, cuando se lleva a efecto bajo esas condiciones, acarrea consecuencias gravísimas, lesionando el cerebro u otros órganos  que se encuentren en la mira. Esa situación produce un desequilibrio total y puede llevar a la víctima al suicidio, a la locura irreversible u ocasionar la muerte por desnutrición o disturbio orgánico.

  En cuanto a los ovoides, a través de la bendición de la reencarnación conseguirán plasmar otra vez el periespíritu junto con la nueva forma carnal para asimilar luego los recursos orgánicos maternos y como explica André Luiz,  “conforme a las leyes de la reencarnación, operan en algunos días todos los acontecimientos de su evolución en los reinos inferiores de la Naturaleza”

  Esta nueva forma periespiritual tendrá condiciones para persistir hasta el término de la reencarnación, y el regreso al plano espiritual.

-         Suely Caldas Schubert- ( Obsesión y desobsesión)

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