INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-Sobre el Libro de los Médiums
2.-La indulgencia
3.- El poder oculto
4.- La más importante encarnación
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Sobre el
Libro de los Médiums
Muchas personas, religiosas o no, piensan que el espiritismo está
repleto de fantasías ya que la cuestión de comunicarse con los Espíritus lo
ven irreal; consideran o imaginan, que dichos entes no son necesarios y por
ello esa necesidad de comunicación no está demostrada ni tendría que ser
necesaria.
Generalmente se desconoce que todos, vivos y muertos
somos Espíritus.
“La causa principal, de esa duda relativa a la existencia de
los Espíritus, radica en la
ignorancia de su verdadera naturaleza.” (Libro de Los Médiums. Primera parte.
Capítulo I, punto 1º)
La gente en general sólo cree en lo palpable, en lo que puede ver… Sin embargo, pondremos algún ejemplo de los muchos que podríamos mencionar:
El sonido que produce la música armoniosa…
El aire suave sentido en la piel…, el mismo aire que mueve las nubes; ese aire que hace oscilar las espigas de los trigales…
La sensación de placer cuando saboreamos esa comida
que nos gusta…
¿Palpamos el sonido?
¿Tocamos ese aire?
¿Vemos esa sensación?
Muchas personas conocen o saben de los Espíritus tan
sólo a través de los relatos fantásticos que escucharon cuando fueron niños, o
también a través de las novelas, muchas de ellas llevadas al séptimo arte; como
es lógico, la industria cinematográfica añade o quita lo que considera oportuno
para hacer mas comerciales sus productos.
Las personas que alegan la inexistencia de los Espíritus, en realidad no intentan averiguar si esos relatos encierran algún trasfondo de verdad y sólo se quedan con el lado ridículo o absurdo que muchas veces se presentan en esas historias.
Evitan tomarse el
trabajo de quitar la cáscara amarga al fruto que hay encerrado en ella y por lo
tanto rechazan todo, sin más.
“Sea cual fuere la idea que se tenga de los Espíritus, la creencia en ellos se basa,
necesariamente, en la existencia de un principio inteligente fuera de la
materia.” (Libro de Los Médiums. Primera parte. Capítulo I, punto 1º)
Nos dirigimos a ti,
alma amiga, que estás leyendo estas líneas; pero antes de seguir, habrás de
plantearte las siguientes preguntas:
“¿Creo en Dios?”
“¿Creo que tengo un
alma?”
“¿Creo en la
supervivencia del alma después de la muerte física?”
Si te respondes a ti misma de forma negativa, o incluso te respondes con un: -No sé, me gustaría que fuese así, pero no estoy segura…-, te decimos amigablemente que estás respondiendo de forma cortés, disimulando una respuesta de efecto brusco equivalente a varios prejuicios, que son respetables, ¡faltaría más! pero que será inútil seguir adelante con esta lectura, tan inútil como intentar demostrar a una persona ciega las propiedades y resultados que tiene la luz, si ella no admite que la luz existe.
“Porque, en definitiva, todas las manifestaciones de los Espíritus, no son otra cosa que los efectos resultantes de las propiedades del alma.” (Libro de los Médiums. Parte primera. Capítulo I, punto 4º)Sin embargo, si se
despertó en ti la curiosidad, al seguir leyendo, quizás descubras respuestas
razonables a “esas” preguntas que siempre te hiciste… y posiblemente hasta
ahora, nadie respondió.
(En el espiritismo se llama a los que todavía están
vivos espíritus encarnados por tener un cuerpo físico; a los
fallecidos se les llama desencarnados, puesto que dejaron el cuerpo en la tumba.)
Ya que hemos aprendido que todos, encarnados o
desencarnados somos Espíritus, entonces, es oportuno preguntar:
“¿Los Espíritus desencarnados pueden comunicarse con las
personas encarnadas, es decir intercambiar ideas entre si?”
“¿Por qué no?”
“¿Qué es el ser humano, sino un Espíritu aprisionado en un cuerpo?”
“¿Por qué un Espíritu libre del cuerpo no podría comunicarse con un Espíritu preso en ese cuerpo, de la misma forma que una persona libre se comunica con
la que está prisionera en una cárcel?”
“Puesto que se admite la supervivencia del alma al desencarnar ¿será razonable que no admitamos la continuidad del afecto, del cariño, de la amistad entre esas mismas almas que se amaron mientras estaban encarnadas?”
“Puesto que las almas o Espíritus se encuentran por todas partes, ¿no será natural que creamos que la de un ser amado durante la vida en la Tierra, quiera acercarse a nosotros y desee comunicarse con los que ama, sirviéndose para eso de los medios que estén a su disposición?” (Libro de los Médiums. Primera parte. Capítulo I, punto 5º)
Todos en algunos
momentos de nuestra vida hemos tenido que despedirnos de algún ser querido que
falleció…
También, muchas personas han sentido o sienten la sensación,
pocas veces, o frecuentemente, de como si ese familiar, amigo o persona
especial esté cerca de uno mismo…
A estos fenómenos que resultan extraños para aquellas personas
que desconocen qué son y cómo ocurren, les diremos que al codificar el
espiritismo (recopilar los mensajes de los Espíritus) Allan Kardec usó
la palabra mediumnidad para describir tales fenómenos.
Según estamos viendo, esos fenómenos que nos causan molestia es
algo de lo más natural, por eso recomendamos a toda persona que siente la
inquietud de saber acerca de -esas sensaciones-, que se dirija a éste magnífico libro del
que estamos hablando; comprobará pues, que usando su buena voluntad, con
paciencia y consultando además con los Centros Espiritistas, podrá adquirir un
conocimiento que será muy importante en su día a día, como también para el
porvenir de su propio Espíritu.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS contiene:
La enseñanza
especial de los Espíritus sobre la teoría de todos los tipos de
manifestaciones. Los medios de comunicación con el mundo invisible. El
desarrollo de la mediumnidad. Las dificultades y los escollos que se pueden
encontrar en la práctica del espiritismo.
En la Introducción de este libro, encontramos lo siguiente en su párrafo 4º:
“A la par de los médiums
propiamente dichos, crece día a día la
cantidad de personas que se
interesan por las manifestaciones espiritistas. Guiarlas en sus
observaciones, señalarles los escollos que forzosamente encontrarán en algo que
es nuevo, iniciarlas en el modo de conversar con los Espíritus, enseñarles los
medios para la obtención de buenas comunicaciones, tal es el panorama que necesitamos
abarcar a fin de no correr el riesgo de que nuestra labor resulte incompleta.
Que nadie se sorprenda, entonces, si encuentra en ella
informaciones que a primera vista parecen inadecuadas, pues la experiencia
demostrará su utilidad.
Quien estudie detenidamente este libro comprenderá mejor
los hechos que ha de presenciar, y el lenguaje de ciertos Espíritus no le
resultará tan extraño.
Por consiguiente, en su carácter de
instrucción práctica, este libro, no está destinado exclusivamente a los
médiums, sino a todos los que estén en
condiciones de observar (contemplar) los fenómenos espiritistas.” (Libro de Los
Médiums. Introducción, parráfo 4º)
En la literatura espírita, hay un amplio surtido de libros que abordan
el tema de la mediumnidad, sus causas, sus efectos; también, como orientar a
las personas interesadas en ella para saber distinguir lo correcto de lo menos
correcto. Hay mucho que examinar para poder sobrellevar esos fenómenos y
dirigirlos bien en las diversas situaciones de la vida diaria. El libro de Los Médiums es excelente para ese examen y
comprensión.
Los Espíritus que nos asisten y saben que nos haría
bien el llegar a comprender cómo funciona la vida espiritual, muchas veces,
intentan despertar nuestra atención a través de ruidos, golpes, olores,
movimiento de objetos, incluso manifestaciones visuales…
Estos efectos, provocan miedo, incomodidad, perturbación, en las
personas que desconocen lo que aquí estamos comentando, pues como dijimos al
principio “ignoran la verdadera naturaleza” de la existencia de los Espíritus.
Casi siempre, los fenómenos que suceden alrededor de una persona
cesan cuando ésta comienza a frecuentar un centro espiritista; pero, ¡ojo! no
cesan por el hecho de asistir habitualmente al centro espírita, sino porque
empezará a comprender el asunto aprendiendo las causas de
esas molestias; ese conocimiento le hará querer ser mejor persona cada día y se
pondrá a la tarea, si así lo decide libremente, de modificar algún
comportamiento y tendencia de aspecto poco saludable.
Se sabe por las comunicaciones de los Espíritus, que el objetivo que provocan esos fenómenos extraños es hacer que la persona implicada en ellos se interese por el aspecto espiritual de su propia vida.
Generalmente, son fenómenos provocados por Espíritus familiares y amigos que desean ver a la persona querida caminar por un sendero nuevo.
Puedes comprobar alma amiga que has llegado hasta aquí, que
“esas cosas” que te suceden son algo natural en muchas personas y, si te ves
identificada con lo descrito de forma muy breve, te animamos a que pierdas los
temores y prejuicios; te animamos a “buscar”, a indagar de forma segura y
formal, tal como nos dejó dicho el propio Jesús de Nazareth en una de sus máximas: –…Buscad y hallaréis, pues el que busca encuentra.-
No lo pospongas demasiado, ¡busca, indaga, absorbe certezas, verdades de la vida del Espíritu que eres!
Cuando comprendas el sentido de las cosas extrañas que te suceden, vivirás sin miedos y eso, es encontrar un gran bienestar en tu vida.
En los Centros o Casas espíritas, existe el compromiso de ayudar altruista y sinceramente, por supuesto, completamente gratis; allí encontrarás a personas que pasaron por tus mismas
experiencias; supieron tomar la decisión personal de realizar ese esfuerzo con
paciencia, logrando comprender qué son esas “sensaciones” de las cuales te
sorprendes.
“…Buscad y hallaréis; tocad a
la puerta y se os abrirá; porque todo aquél que pide, recibe, el que busca
halla, y se abrirá al que toque a la puerta.” (El Evangelio según
el Espiritismo. Capítulo XXV, ítem 1)
María Borrell
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La
indulgencia, que consiste en perdonar y echar un velo sobre las faltas de
nuestros semejantes, es uno de los mayores deberes que debemos observar siempre
como verdaderos cristianos que queremos llegar a ser. La doctrina de nuestro
maestro Jesús hace hincapié en ello en diversas formas: “No juzguéis y no
seréis juzgados” “Perdona a tus enemigos ” “Devuelve bien por mal”, “No miréis
la paja en el ojo ajeno ”, “Reconcíliate con tu adversario”, etc.., es decir
que esta cuestión ocupa un lugar preferente en la lista de deberes y
obligaciones que nos invita a practicar la doctrina del evangelio, y que
también el espiritismo amplía y aclara consecuentemente.
Para
practicar con éxito la indulgencia es necesario estar imbuido de un sentimiento
de caridad y de piedad hacia el prójimo, y también ser consciente de que
cuantas experiencias nos ocurren en la vida están destinadas a poner a prueba
nuestros valores morales y la convicción que tenemos en la reforma interior que
ha de ser una constante a lo largo de nuestra estancia en la Tierra.
Quien
es consciente de que ha de aprovechar al máximo las experiencias y pruebas que
la vida en la Tierra nos proporciona y se ha propuesto progresar al máximo
poniendo en práctica los conocimientos espirituales, tiene en su haber como
herramientas de trabajo todas las virtudes morales para aplicarlas en el
momento necesario, que es cuando surge una necesidad determinada y cuando en
nosotros se produce esa lucha interior en la cual hemos de vencer nuestros
defectos y limitaciones para obrar lo más acorde a las enseñanzas que nuestro
Maestro Jesús nos legó, con su ejemplo.
Soportar
las faltas, ofensas, agravios, etc… no es sólo un deber, sino que además hemos
de ser capaces de olvidarlos, para que en nosotros no haya ni un ápice de
rencor, resentimiento o cualquier otro tipo de sentimiento negativo de aversión
o rechazo hacia esa persona y no nos veamos imposibilitados de obrar hacia ella
con nobleza de sentimientos y como lo haríamos con la debida naturalidad y con
un sentimiento cristiano. Es más, la doctrina de nuestro Maestro Jesús nos
habla de devolver bien por mal, lo cual nos está diciendo que hemos de ganarnos
a esa persona para que comprenda que no le deseamos ningún mal y tenemos
también el deber de hacerle comprender con toda benevolencia y delicadeza si ha
incurrido en alguna falta hacia nosotros para que pueda reconocerlo y no
repetirlo.
Si
actuamos faltándoles de la misma forma que se nos pudo faltar a nosotros no
hacemos más que echar más leña al fuego y en lugar de “reconciliamos con
nuestro prójimo”, como se nos ha enseñado, nos alejamos de él, distanciándonos
también del camino que se nos ha marcado para nuestro mejoramiento.
La
indulgencia nos obliga a no practicar la maledicencia, a no practicar la
crítica destructiva, a no deteriorar la imagen de una persona, al contrario
hemos de aprender a saber guardamos de divulgar las faltas y defectos de los
demás, paliándolas y empequeñeciéndolas, siendo esta una forma de demostrar la
amistad que deseamos profesar y reprimiendo así el instinto que nos sale de
destruir y de hacer daño a nuestros semejantes. Hemos de ver sus cosas buenas y
positivas y procurar que estas las desarrolle aún más, dejando a Dios que el
día de mañana le juzgue por sus obras negativas y pueda darle una existencia
para que se regenere de todo ello.
Sólo
Dios conoce los sentimientos de cada uno de nosotros y puede reprendemos para
que nos corrijamos.
No
ganamos nada divulgando a los cuatro vientos los defectos de los demás, sino
que podemos llegar a herir y hundir a una persona. No, nuestro deber es siempre
el de ayudar y esto lo haremos si nos es posible, haciéndole entender que está
estancado en el camino del progreso debido a que no es consciente de sus
faltas.
Otra
cuestión es que una persona, en perjuicio de todo un conjunto, practique el mal
en cualquiera de sus formas y esto no cause más que perjuicios propios y
ajenos, entonces es justo que para evitar males mayores, quien esté dotado de
autoridad moral pueda reprenderlo para hacerle comprender el error en su
actitud y comportamiento y pueda corregirse, pero esto siempre ha de hacerse
sin faltarle al respeto, con una sana intención y mostrándole un deseo sincero
de ayuda.
Nuestro
interés ha de ser siempre el de progresar, sin fijarnos en lo que hacen los
demás, nuestro modelo ya sabemos cuál es y es ese el que hemos de ir
comprendiendo mejor día a día y acercamos a él. Si hacemos sólo bien a quienes
nos lo hacen a nosotros no hacemos nada, estamos demostrando un egoísmo. Es
necesario que demostremos que somos capaces de elevamos por encima de nuestras
limitaciones e imperfecciones y que somos capaces de devolver bien por mal,
única manera de hacer que las relaciones entre las personas mejoren y que todos
se avengan al bien y al respeto mutuo, tolerancia y convivencia en paz y en
verdadera fraternidad.
Apliquemos
siempre la máxima de ser indulgentes con los demás y severos con nosotros
mismos y empezaremos a andar por el camino del progreso a pasos agigantados, a
hacer el bien por doquier y a acostarnos todos los días con la conciencia
tranquila de que no tenemos nada en contra de ninguno de nuestros semejantes.
Fermín Hernández Hernández- (Amor, paz y caridad)
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EL PODER OCULTO
El estudio de las fuerzas radiantes nos permite comprender mejor el poder oculto que poseen ciertos seres, unos sobre otros. Se trata de la atracción, de la fascinación, de las influencias humanas buenas o malas, en una palabra, del dominio que ciertos hombres ejercen sobre los individuos y sobre las multitudes. Sabemos que tal orador o tal artista impresiona el público, antes incluso de haber hablado o actuado.
Todo se explica por la naturaleza de los fluidos impregnados de cualidades o defectos, llevados hasta su más alto grado de potencia y sostenidos por una sólida voluntad. Cuando las condiciones de receptividad son favorables y la fusión se establece, se producen efectos que van hasta el entusiasmo o la furia y que la Historia registra, sin definir sus causas.
Basta un alma vibrante para despertar las fuerzas latentes que adormecen en lo profundo de otras almas y provocar uno de esos grandes movimientos de opinión política o religiosa, que marcan los anales de los siglos.
En ese sentido es como se puede medir toda la potencia del alma sobre sus semejantes, sobre la Naturaleza entera y entrever en qué foco radiante puede ella convertirse en el curso de su evolución mediante el cultivo de la voluntad y el entrenamiento psíquico.
Es también mediante este estudio de las vibraciones como se revelan la concordancia y la armonía perfectas, la combinación de sonidos, de colores y de perfumes. Nosotros lo hemos visto, cada nota corresponde a un color y a un perfume.
Es en ese equilibrio de las cosas como se demuestra la armonía soberana que rige el mundo, tanto en el campo moral, como en el orden físico.
Solamente cuando el hombre ponga su pensamiento, su consciencia y sus actos de acuerdo con esa ley soberana, el orden y la paz reinarán sobre la Tierra y la Humanidad conocerá el reino de la justicia y del amor.
León Denis -
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