LECCIONES DE HUMILDAD
- CHICO XAVIER -
En cierta ocasión, por culpa del estado de salud, Chico no podía trasladarse hasta el Centro. La multitud se comprimía en la calle frente a su residencia. Cuando el portón se abrió, la fila de personas alcanzaba varias manzanas. Fueron pasando una a una frente a Chico. Personas de todas las edades, de todas las condiciones sociales y de los más distantes lugares del País.
Algunas decían:
Algunas decían:
- Yo sólo quería tocarlo...
- Mi mayor sueño era conocerlo...
- Sólo quería oír su voz y apretar su mano...
Unos querían noticias de familiares desencarnados, espantar una idea de suicidio. Otros no decían nada, nada pedían, sólo conseguían llorar. Con una simple palabra de Chico, sus semblantes se transfiguraban, salían sonrientes. De repente, él se gira hacia mí y dice:
- Me conmueve la bondad de nuestra gente en venir a visitarme. No tengo nada más para dar. Estoy casi muerto. ¿Por qué crees que vienen?
Me preguntó y se quedó esperando la respuesta. Comencé entonces a pensar que cuando Jesús estuvo con nosotros, donde quiera que apareciese, la multitud lo rodeaba. Eran personas de todas las edades, de todas las clases sociales y de los más distantes lugares. Muchos iban a esperarlo en los caminos, en las aldeas o en las casas donde Él se hospedaba. Donde quiera que apareciese, una multitud lo rodeaba. Zaqueo llegó a subir en un árbol solamente para verlo. Ver, tocar, oír era sólo lo que querían las personas. Todo eso pasó por mi cabeza con la rapidez de un relámpago. Y como que él continuaba mirándome esperando la respuesta, me animé a decir:
- Chico, creo que ellos tienen añoranza de Jesús.
La multitud continuó desfilando. Todos le besaban la mano y él besaba la mano de todos. Allá a las tantas de la noche, cuando la fila había disminuido sensiblemente, percibí que sus labios estaban sangrando. Había besado la mano de centenares de personas. Me quedé con tanta pena de aquel hombre, a sus ochenta y ocho años, más de setenta dedicados al atendimiento de personas, que me atreví a preguntarle:
- ¿Por qué besa las manos de ellos?
La humildad de su respuesta continuará emocionándome siempre:
- Porque no puedo curvarme para besarles los pies.
Texto de Adelino da Silveira extraído del libro "Momentos con Chico Xavier"
Traducido por: Johnny M Moix
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Medicina Holística
Delante de cualquier problema en el área de la salud, la conscientización del paciente cuanto al poder que dispone para la autocuración, desde que lo desee sinceramente, es de primordial importancia, posibilitándole la visión de un cuadro optimista, que le ofrecerá la restauración personal.
En todos los individuos, hay casi una tendencia hacia la autocompasión, la autodestrucción, la venganza contra los otros en desagravio inconsciente por acontecimientos que le son desagradables.
Ante la imposibilidad de asumir esa realidad exteriormente, transforman tal aptitud en enfermedades, estimulando la degeneración de las células que aceleran su multiplicación, formando tumores cancerígenos, matando las defensas inmunológicas, prestándose a las infecciones, a las contaminaciones que perturban la maquinaria orgánica y fomentan la instalación de las enfermedades.”
Es común que personas portadoras de neoplasia maligna y otras dolencias, cuando recuperan la salud se sienten sorprendidas y algo decepcionadas, tan acostumbradas se encontraban con el impositivo mortificante de que eran objeto. Por otro lado, se dan cuenta que la familia ya no les dispensa la misma atención y el grupo social también se desinteresa por sus vidas, despreocupándose con relación a las mismas. Sintiéndose aisladas, pierden la motivación para vivir, crean recidivas o facilitan la presencia de otras enfermedades con las cuales rehacen el cuadro de proteccionismo que pasan a recibir, satisfaciéndose con el suceso aflictivo.
2do Extracto del Capitulo I
Sendero de la Liberación
Esp. Manuel P. de Miranda
Delante de cualquier problema en el área de la salud, la conscientización del paciente cuanto al poder que dispone para la autocuración, desde que lo desee sinceramente, es de primordial importancia, posibilitándole la visión de un cuadro optimista, que le ofrecerá la restauración personal.
En todos los individuos, hay casi una tendencia hacia la autocompasión, la autodestrucción, la venganza contra los otros en desagravio inconsciente por acontecimientos que le son desagradables.
Ante la imposibilidad de asumir esa realidad exteriormente, transforman tal aptitud en enfermedades, estimulando la degeneración de las células que aceleran su multiplicación, formando tumores cancerígenos, matando las defensas inmunológicas, prestándose a las infecciones, a las contaminaciones que perturban la maquinaria orgánica y fomentan la instalación de las enfermedades.”
Es común que personas portadoras de neoplasia maligna y otras dolencias, cuando recuperan la salud se sienten sorprendidas y algo decepcionadas, tan acostumbradas se encontraban con el impositivo mortificante de que eran objeto. Por otro lado, se dan cuenta que la familia ya no les dispensa la misma atención y el grupo social también se desinteresa por sus vidas, despreocupándose con relación a las mismas. Sintiéndose aisladas, pierden la motivación para vivir, crean recidivas o facilitan la presencia de otras enfermedades con las cuales rehacen el cuadro de proteccionismo que pasan a recibir, satisfaciéndose con el suceso aflictivo.
2do Extracto del Capitulo I
Sendero de la Liberación
Esp. Manuel P. de Miranda
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PELIGROS DEL ESPIRITISMO
Algunos experimentadores del espiritismo, al querer fijar ellos mismos, con el fin de hacer comprobaciones, las condiciones de la producción de los fenómenos, acumulando los obstáculos y las exigencias, no han obtenido ningún resultado satisfactorio, y, en cambio, se les han tornado hostiles las experiencias.
Debemos recordar que los mensajes de los espíritus no han podido ser asimilados a las experiencias de física y química. Estas quedan sometidas a leyes fijas, fuera de las cuales todo resultado es imposible.
En las manifestaciones espiritistas, nos encontramos en presencia, no ya de fuerzas ciegas, sino de seres inteligentes dotados de voluntad y de libertad que, a veces, leen en nosotros, disciernen nuestras malévolas intenciones y, si son de un orden elevado, se cuidan poco de prestarse a nuestros caprichos.
El estudio del mundo invisible exige mucha prudencia y perseverancia. Sólo después de algunos años de reflexión y observación se adquiere la ciencia de la vida que enseña a conocer a los hombres, a juzgar sus caracteres y a liberarse de las trampas de que el mundo está sembrado. Más difícil aún de adquirir es el
conocimiento de la humanidad invisible que nos rodea y se cierne por encima de nosotros. El espíritu desencarnado vuelve a encontrarse más allá de la muerte tal y como se hizo a sí mismo durante su estancia aquí abajo. No es mejor ni peor. Para dominar una pasión, corregir un defecto o atenuar un vicio, se necesita a veces más de una existencia.
Resulta, pues, que, entre la multitud de los espíritus, los caracteres serios y reflexivos como en la tierra, están en minoría; los espíritus ligeros, prendados de las cosas pueriles y vanas, forman numerosas legiones. El mundo invisible, es, pues, en mayor escala, la reproducción, la copia del mundo terrestre. Allí, como aquí, la verdad
y la ciencia no son patrimonio de todos. La superioridad intelectual y moral no se obtiene sino mediante un trabajo lento y continuo y por la acumulación de los progresos realizados en el transcurso de una larga serie de siglos.
Después de la muerte.
LEÓN DENIS.
Algunos experimentadores del espiritismo, al querer fijar ellos mismos, con el fin de hacer comprobaciones, las condiciones de la producción de los fenómenos, acumulando los obstáculos y las exigencias, no han obtenido ningún resultado satisfactorio, y, en cambio, se les han tornado hostiles las experiencias.
Debemos recordar que los mensajes de los espíritus no han podido ser asimilados a las experiencias de física y química. Estas quedan sometidas a leyes fijas, fuera de las cuales todo resultado es imposible.
En las manifestaciones espiritistas, nos encontramos en presencia, no ya de fuerzas ciegas, sino de seres inteligentes dotados de voluntad y de libertad que, a veces, leen en nosotros, disciernen nuestras malévolas intenciones y, si son de un orden elevado, se cuidan poco de prestarse a nuestros caprichos.
El estudio del mundo invisible exige mucha prudencia y perseverancia. Sólo después de algunos años de reflexión y observación se adquiere la ciencia de la vida que enseña a conocer a los hombres, a juzgar sus caracteres y a liberarse de las trampas de que el mundo está sembrado. Más difícil aún de adquirir es el
conocimiento de la humanidad invisible que nos rodea y se cierne por encima de nosotros. El espíritu desencarnado vuelve a encontrarse más allá de la muerte tal y como se hizo a sí mismo durante su estancia aquí abajo. No es mejor ni peor. Para dominar una pasión, corregir un defecto o atenuar un vicio, se necesita a veces más de una existencia.
Resulta, pues, que, entre la multitud de los espíritus, los caracteres serios y reflexivos como en la tierra, están en minoría; los espíritus ligeros, prendados de las cosas pueriles y vanas, forman numerosas legiones. El mundo invisible, es, pues, en mayor escala, la reproducción, la copia del mundo terrestre. Allí, como aquí, la verdad
y la ciencia no son patrimonio de todos. La superioridad intelectual y moral no se obtiene sino mediante un trabajo lento y continuo y por la acumulación de los progresos realizados en el transcurso de una larga serie de siglos.
Después de la muerte.
LEÓN DENIS.
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Saludo matinal de Merchita
Lunes, 16 de Mayo de 2016
Queridos amigos, hola buenos días, todos tenemos elaborado un concepto sobre la moral, más o menos, definido. Todos distinguimos en casi todas las cosas, el bien del mal, pero lamentablemente no en todas.
La moral es la regla del buen proceder, es distinguir el bien del mal.
Cuanto mejor sabemos lo que hacemos, más responsabilidad tenemos del mal que hacemos. A más conocimiento mayor responsabilidad ante todos los hechos.
El mal existe y tiene una causa. Los males de toda especie, físicos o morales, que afligen a la humanidad, forman dos categorías que importa distinguir: la de los males que el hombre puede evitar y la de los que son independientes de su voluntad.
La moral está cimentada en el progreso espiritual de las personas y es adquirida paulatinamente a través de diversas reencarnaciones, es la norma del buen proceder en cualquier circunstancia, independientemente del estado socio-económico del individuo.
El hombre que practica la ley de Dios, es un ser moral, es alguien que no se somete a las superficialidades de las conveniencias ni de las modas de la llamada sociedad o civilización moderna.
Conforme vamos desarrollando la inteligencia y creemos en Dios, vamos distinguiendo lo que es cierto de lo que es falso. El hombre tiene gravada la Ley Divina en su corazón, por eso el hombre encuentra en si mismo todo lo que necesita para cumplir esas leyes, a través de la conciencia que le traza su ruta. Dios como un Padre amoroso nos lo ha recordado constantemente a través de profetas, mesías y de todos los Espíritus encarnados que traen la misión de esclarecer, moralizar y mejorar y en los tiempos actuales por la multitud de Espíritus liberados del envoltorio corporal que se manifiestan por toda partes.
El hombre al utilizar su libre albedrio sufre las consecuencias de su mal proceder, si actuase como es debido, si se adaptase rigurosamente a las leyes divinas, se evitaría todos los males que afligen su vida.
Cuando el hombre se inclina hacia el mal de una forma desenfrenada, llega un momento en que su situación se vuelve intolerable y siente la necesidad de cambiar. Instruido por la experiencia, porque no cabe la menor duda que de todo se aprende, se siente impulsado a buscar en el bien, el remedio, siempre por el efecto de su libre albedrio. Al ver los malos resultados que el hacer el mal le ha ocasionado, termina inclinándose al bien y mejorarse moralmente, para ver si así consigue ser más feliz.
Al actuar mejor, y procurar hacer el bien en todas las cosas, el mal va desapareciendo, disminuyendo, se disipa, y las virtudes y la sabiduría se instalan en el espíritu cosa que le hace subir los escalones que lo llevan a su ascensión.
De esto deducimos que la justicia se evidencia en el Universo; deja de haber elegidos y réprobos; todos en la vida sufren las consecuencias de sus actos, pero todos reparan, rescatan, y tarde o temprano se regeneran, evolucionando desde los mundos oscuros y materiales, hacia la Luz Divina.
Deducimos de todo lo expresado, que el mal no tiene existencia real; no hay mal absoluto en el Univelrso, sino que en todas partes la realización lenta y progresiva de un ideal superior. Todos en esta vida, todos trabajamos para desarrollar en si mismos, a costa de inmensos esfuerzos, la sensibilidad, el sentimiento, la voluntad, el amor….
“Ninguna de mis ovejas se perderá” esto nos ha de animar a conquistar esa moralidad, que nos predispone a escalar la cima, a llegar al Padre, no paremos , sigamos intentando día a día, conquistar las virtudes, dejando a tras las imperfecciones, nuestra relación con el mal, solo así podremos elevarnos por encima de todos los impedimentos que obstaculizan nuestra ascensión.
Os deseo un lindo Lunes, que dios nos bendiga a todos, con todo mi cariño Merchita
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