lunes, 23 de mayo de 2016

EL CONOCIMIENTO ESPÍRITA Y EL PADRE NUESTRO


     
  LOS ESPIRITUS BUENOS NO ADULAN

Los Espíritus buenos no adulan. Aprueban lo que está
bien hecho, pero siempre con discreción. Los malos exageran los elogios, estimulan el orgullo y la vanidad mientras predican la humildad, y tratan de exaltar la importancia personal de aquellos a quienes desean conquistar.


12.*Los Espíritus superiores están, en todas las cosas, más allá de las puerilidades de la forma. Sólo los Espíritus vulgares dan importancia a detalles mezquinos, incompatibles con las ideas realmente elevadas. Toda prescripción minuciosa es indicio seguro de inferioridad, así como de engaño por parte de un Espíritu que adopte un nombre importante.


13. Se debe desconfiar de los nombres extravagantes y ridículos que algunos Espíritus adoptan cuando quieren imponerse a la credulidad.
Sería completamente absurdo tomar en serio esos nombres.


14. Se debe, asimismo, desconfiar de los Espíritus que se presentan fácilmente con nombres muy venerados, y sólo hay que aceptar sus palabras con el máximo de reserva. En esos casos, sobre todo, es indispensable un control riguroso, pues muchas veces se trata de
una máscara que adoptan para hacernos creer en supuestos vínculos de intimidad con Espíritus excelsos. Mediante ese procedimiento halagan la vanidad del médium, y muchas veces se aprovechan de ella para inducirlo a comportamientos lamentables y ridículos.


15. Los Espíritus buenos son muy escrupulosos en lo atinente a los comportamientos que aconsejan. En todos los casos, sólo se proponen un objetivo serio y eminentemente útil. Por lo tanto, debemos considerar sospechoso todo comportamiento que no exhiba esa característica o sea condenado por la razón, y reflexionar con madurez antes de adoptarlo, pues de lo contrario nos veríamos expuestos a desagradables mistificaciones.


16. También se reconoce a los Espíritus buenos por la prudente discreción que guardan sobre todos los temas que puedan comprometer a las personas. Les desagrada revelar el mal. En cambio, los Espíritus frívolos o malévolos se complacen en ponerlo en evidencia. Mientras los buenos procuran atenuar los errores, y predican la indulgencia, los malos los exageran y promueven la discordia por medio de pérfidas insinuaciones.


17. Los Espíritus buenos sólo prescriben el bien. Toda máxima o consejo que no se halle estrictamente conforme a la más pura caridad evangélica sólo puede ser obra de Espíritus malos.


18. Los Espíritus buenos sólo aconsejan lo que es perfectamente racional. 

EL LIBRO DE LOS MEDIUMS 
ALLAN KARDEC
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"La vida se burla de ti cuando eres infeliz, la vida te sonríe cuando eres feliz. Pero la vida te rinde homenaje 
cuando haces feliz a los demás." 
Charles Chaplin.


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Saludo matinal
Lunes 23 de mayo del 2016

Queridos amigos, hola buenos días, iniciamos una nueva semana, y sentimos que el tiempo pasa, que la vida continua y que el sol aparece y desaparece todos los días, solo ejerciendo su función,  dando calor y vida al planeta, sin quejarse, así viven muchas almas, sin apenas hacer ruido, solo trabajando, viviendo y sin apenas  hacer ruido.
La queja es algo, que a veces cansa, sobre todo cuando está en boca de un alma obsesionada, que  no le importa repetir una y otra vez la misma cosa.  Perdonar a veces nos resulta imposible, y decirle a veces a la otra persona el mal que nos está haciendo, también a veces no podemos hacerlo, porque dejaríamos al descubierto, nuestras debilidades, nuestros celos, nuestras envidias, y lejos de trabajar en nosotros para superar esas debilidades, nos dedicamos a hacer daño con nuestra lengua, que se vuelve maliciosa,  y venenosa.
Lejos de construir, el bien en nuestro corazón, creamos el mal ajeno que se vuelve contra nosotros, pasando momentos de desesperación y desasosiego, porque ellos siguen y  nosotros parece que nos quedamos detrás.  Y efectivamente es así, porque cada vida es un mundo y nosotros tenemos el nuestro, que en nada se asemeja al de ellos, por lo tanto, no podemos comprender sus acciones, su vida, porque es eso su vida y seguramente en nada coincide con la nuestra, ni tampoco en la forma que tenemos de ver las cosas.
La verdad es siempre la misma, pero la forma de verla y adaptarla difiere mucho de una persona a otra, es por eso que si ellos actúan de una forma que a nosotros no nos parece bien, es porque tienen su razones, y como nosotros no las sabemos, nos ponemos a criticarles, a censurarles y eso nos enferma, y damos paso a la crítica, a las asperezas que malogran a veces la mejor relación. No permitas eso en tu vida, hay que estar ocupado en la vida de uno mismo, para trabajar en nosotros y no en los otros, porque ellos tienen su trabajo, solo si es para ayudarles, debemos a veces intervenir, pero nunca para destruir, u opinar sobre cosas que desconocemos, solo porque nos ha parecido, a veces lo que nos parece, está muy lejos de la realidad.
La maldad es una enfermedad cruel. La falta de compasión enloquece y degrada mientras que el perdón cura y santifica. Felices son los que perdonan, porque se liberan de las pasiones y obtienen paz todo el que agrede, con o sin motivo, sé agrede a sí mismo.
No debemos provocar a nadie, ni lastimar debemos silenciar las ofensas y distribuir la misericordia en todas partes y a todos aquellos con quienes convivimos. No debemos provocar a nadie, ni lastimar debemos silenciar las ofensas y distribuir la misericordia en todas partes y a todos aquellos con quienes convivimos. Solo debemos decir aquello que el corazón puede testificar mediante actos sinceros.

Si un compañero nos parece insoportable es posible que también algunas veces seamos considerados así, tenemos que perdonar a los adversarios, trabajar por el bien de nuestros enemigos.
El perdón no excluye la necesidad de la vigilancia, como el amor no prescinde de la verdad. La paz es un patrimonio que está obligado a defender, para trabajar bien en el servicio divino.
Si queremos vengarnos que sea por medio de buenas acciones. El bien hecho a quien nos ofende desarma a nuestro enemigo. Su odio se cambia en asombro, y su asombro en admiración.
Al hombre caritativo le es fácil perdonar las ofensas que le son hechas. La misericordia es compañera de la bondad. Un alma elevada no puede conocer la venganza. Se cierne por encima de los bajos rencores; ve las cosas desde lo alto. Comprendiendo que los herreros de los hombres no son más que el resultado de su ignorancia, no concibe la hiel ni el resentimiento. Solo sabe perdonar, olvidar las equivocaciones del prójimo aniquilar todo germen de enemistad, borrar toda causa de discordia en el porvenir, tanto en la tierra como en la vida del Espacio.
Sepamos, cuando sea necesario, reprender con dulzura, discutir sin exaltarnos, juzgar todas las cosas con moderación y benevolencia; huyamos de todo lo que apasiona y sobreexcita.
Amigos os deseo un feliz inicio de la semana, con mucho amor y mucho cariño, vuestra hermana
 Merchita
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El alma es inmortal
Gabriel Delanne

Lo mismo que en el hombre viviente hay que distinguir el espíritu de la materia, de igual manera no hay que confundir el periespiritu con el alma. Las concepciones sobre la naturaleza del alma humana han evolucionado, en el curso de las edades, desde la materialidad más grosera hasta la espiritualidad absoluta.

La naturaleza íntima del alma nos es desconocida. Cuando se dice que es inmaterial, es preciso entender esta palabra en un sentido relativo y no absoluto; pues la inmaterialidad perfecta sería la nada; ahora bien, el alma o el espíritues algo que piensa, que siente, que quiere; es preciso, pues, entender por la expresión “inmaterial” que su esencia es de tal modo diferente de lo que conocemos físicamente, que no tiene analogía alguna con la materia.

Los trabajos de los filósofos, lo mismo que las enseñanzas religiosas, nos han habituado a considerar el alma como una esencia pura, una llama in material. Estas miras tan diferentes se refieren a la manera como se considere el alma. Si se la estudia objetivamente, fuera del organismo humano, durante las apariciones, parece tan material como el cuerpo físico. Si se la observa en sí, parece que su sola característica sea el pensamiento. Todas las observaciones de la primera categoría han sido relegadas entre las supersticiones populares, y la idea de un alma sin cuerpo ha prevalecido. En tales condiciones, se hacía imposible comprender por qué procedimiento esa entidad podía obrar sobre la materia del cuerpo o recibir las impresiones en él. ¿Cómo imaginar que una sustancia sin extensión, y por consiguiente fuera de la extensión, pudiera obrar sobre la extensión, es decir, sobre cuerpos materiales?

El alma no puede concebirse sin ir acompañada de una materia cualquiera que la individualice; pues muerta le sería imposible entrar en relación con el mundo exterior. Sobre la Tierra, el cuerpo humano es ese medio que nos pone en contacto con la naturaleza; pero después de la muerte, siendo destruido el organismo, es preciso que tenga otra envoltura para estar en relación con el nuevo medio que debe habitar. Esta inducción lógica ha sido fuertemente sentida en todos los tiempos, tanto más cuando las apariciones de personas muertas, que sin embargo, se dejaban ver bajo su forma terrestre, venían a robustecer esta creencia.

Lo más frecuente es que, el cuerpo espiritual reproduzca la forma que el espíritu tenía en su última encarnación; y a esta semejanza del alma, probablemente, son debidas las primeras nociones de la inmortalidad.

Al mismo tiempo que su espiritualidad, se nos enseña la inmortalidad del alma. En la Tierra tenemos un cuerpo definido por la forma de nuestra envoltura física, un cerebro que parece registrar los archivos de nuestra vida mental; pero cuando este cuerpo muere, cuando esta sustancia física se destruye, ¿qué será de los recuerdos de nuestra existencia actual?, ¿dónde se localizan las adquisiciones de nuestra posible vida intelectual? ¿El alma está destinada a fundirse en la erraticidad, a desvanecerse en el Gran Todo perdiendo su personalidad?

Estas consecuencias son rigurosas, pues el alma no podría subsistir en el espacio sin una forma que la individualice. Una gota de agua en el Océano es inapreciable de sus vecinas, no se diferencia del resto del líquido, a menos que esté contenida en alguna cosa que la limite, o si, aislada, toma la forma esférica, sin lo cual se pierde en la masa, y no tiene ya existencia distinta.

El Espiritismo nos hace comprobar que el alma es siempre in separable de cierta sustancialidad material; pero afectando una modalidad especial, infinitamente rarificada, cuyo estado físico procuraremos definir. Esta materia posee formas variables según el grado de evolución del espíritu y según habite en la Tierra o en el espacio. El caso más general es que el alma conserve temporalmente, después de la muerte, la forma que tenía el cuerpo físico en la Tierra. Este ser invisible e imponderable, a veces puede, en circunstancias determinadas, revestir un carácter suficiente de objetividad para afectar los sentidos e impresionar la placa fotográfica, dejando así huellas duraderas de su acción; lo que pone fuera de duda toda tentativa de explicación de este fenómeno por la ilusión o la alucinación.

Estudiando los elevados fenómenos del Espiritismo, fácil nos será comprobar que el organismo fluídico contiene todas las leyes organogénicas en relación a las que está formado el cuerpo. La forma típica del individuo puede sostenerse durante toda la vida, no obstante la renovación incesante de todas las partes del cuerpo. Al mismo tiempo, desde el punto de vista psíquico, es fácil comprender dónde y cómo se conservan nuestras adquisiciones intelectuales. Hemos establecido en  parte cómo concebimos el papel representado por el periespiritu durante la encarnación; nos bastará decir aquí que, gracias al descubrimiento de este cuerpo fluídico, podemos explicarnos científicamente de qué manera conserva el alma su identidad en la inmortalidad.

¡Ojala, puedan estos primeros esbozos de una psicología trascendental, incitar a los sabios a escrutar este maravilloso dominio!  Estos  trabajos tienen por resultado determinar a algunos espíritus independientes entrar en las filas del Espiritismo; mas, cualquiera que sea el resultado, está próximo el tiempo en que la ciencia oficial, forzada en sus últimas trincheras se verá obligada a ocuparse del asunto que fue objeto de investigaciones. Ese día el Espiritismo aparecerá como lo que realmente es: la Ciencia del Porvenir.

Enviado por Merchita, extraído del Libro  del mismo nombre “El Alma  es Inmortal”

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  EL CONOCIMIENTO ESPÍRITA Y EL PADRE NUESTRO

“El conocimiento universal tiene el tamaño de un océano y lo que el espiritismo reúne hasta ahora, nos da para mojarnos la punta de los dedos solamente.”

En base a eso, siempre he creído que hay tanto que aprender, que nada se puede desperdiciar y que jamás se debe pensar que tenemos muchos conocimientos.  No debemos perder oportunidades de aumentarlos y evolucionar, ni malgastar el tiempo en temas banales.
Me preguntan sobre la importancia del “Padre Nuestro” dentro  del Espiritismo, reconozco que me ponen en un aprieto.
No porque no tenga respuesta, sino que quizás pueda parecer sorprendente  la que tengo.
Para  mí, el Espiritismo es una ciencia, quizás una filosofía, pero no una religión.
Se puede seguir el Espiritismo profesando cualquier religión, haciéndose la vista gorda con ciertas cosas. Lo que veo muy difícil es profesar una religión a plenitud, aceptando conocimientos espíritas.
En Venezuela hubo un sacerdote, que siendo obispo de una de las ciudades más grandes del país, fue espírita.
La feligresía le pidió que no permitiera que siguiera funcionando en la vecindad, un centro espírita. El se vió obligado a  conversar y discutir con los hermanos, pues no sabía de que se trataba.
 Debido a estas conversaciones, le pareció que lo que decían los espíritas era muy razonable y terminó aceptándolo públicamente y por la prensa.
Murió muchos años después, como sacerdote y espirita, y habiendo asistido muchas veces a mesas mediúmnicas, algunas de esas en el Vaticano.  (Me refiero a Monseñor Enrique María Dubuc)
El “Padre Nuestro”, no tiene ninguna relación con el Espiritismo. La relación será aquella que tú le quieras dar.
Si lo usas como forma de comunicarte con Dios y te sientes satisfecha, es válido para ti.
Pero también si un islámico, (2.000.000.000 de personas en el mundo actualmente), usa las oraciones de su religión para comunicarse con él, igualmente es válido.
También 1.200.000.000 budistas, 900.000.000 hinduistas, etc.
Yo en particular prefiero la conversación espontanea, no repetitiva con Dios, aunque a veces se me escapan malas palabras, pero sé que él me comprende.
El libro “El evangelio según el Espiritismo”, ha explicado muchos aspectos dudosos del Cristianismo, pero también a hecho pensar a algunos, que el Espiritismo, es un apéndice del Cristianismo.

 Si los espíritus hubiesen dictado un libro denominado “El Torá, según el Espiritismo”, muchos judíos podrían pensar que somos parte del Judaísmo. Así mismo con los libros del Islamismo, Budismo, Hinduismo, etc.
Para mi fue muy duro, durante mis estudios en el Espiritismo, darme cuenta, que muchos dogmas a los que estaba acostumbrado, no tenían razón de ser.
Quién sabe cuantos siglos y vidas llevaba aceptándolos ciegamente, sin detenerme a razonarlos.
 Si revisas los escritos que colecciono, son sobre temas filosóficos, científicos, éticos, pero muy pocos religiosos.
Aspiro a que quien comienza en el Espiritismo, no pase tanto trabajo como Yo pasé.
Sé que te harás muchas preguntas sobre lo que te digo, tengo muchísimo que comentar. Pero espero que tú me hagas esas preguntas, para  ser más preciso en las respuestas.

Oswaldo Porras

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