GÉNESIS DEL ESPÍRITU.
INVOLUCIÓN Y EVOLUCIÓN EN LAS FORMAS.
Aquellas mentes cuya capacidad de raciocinio está poco desarrollada aún, y por ende su lógica es todavía infantil, les es muy difícil comprender que el origen del Ser espiritual, pueda remontarse al origen de los tiempos, y admiten como verdad las más ilógicas creencias. Unos, porque no les interesa, viven presionados por su medio ambiente circundante, y por ende, no les preocupa; otros, porque aborrecen todo aquello que les exija pensar, su mentalidad está centrada en la vida vegetativa, y se hallan a gusto en la ignorancia. Y la ignorancia, lleva siempre a buscar algo visible y tangible para rendirle culto, ya sea en el aspecto religioso o material.
Para aquellos que sientan cierta inquietud por conocer su origen, de donde vienen y hacia donde van, sometemos a su consideración nuevos conceptos de la Verdad Una.
Aun cuando nuestra capacidad intelectual humana es bastante limitada, pues vivimos en un plano de limitaciones, no es muy difícil comprender que, así como podemos apreciar un orden y armonía perfectos en la mecánica celeste y en las manifestaciones de vida visible; así también existen en lo no visible, tanto natural-normal como supra-normal y cósmico.
Y este orden y armonía, emanan de una Mente Universal poderosísima, que trasciende al Universo todo, con los miles de millones de sistemas planetarios en nuestra galaxia y otras galaxias.
Esa Mente poderosísima, suprema energía creadora, que la limitada inteligencia humana es incapaz de comprender aún, y a la cual denominamos DIOS; es la máxima sabiduría cósmica, que vibrando en amor constante, crea vida de SI mismo. Vida que es vibración y energía, «chispas» divinas proyectadas al espacio infinito, siendo recibidas y guiadas por Mentes espirituales sutilísimas para comenzar la involución, nutriéndose de la Energía Vital emanada también de la Fuente de Toda Vida.
Y esas «chispas», «gérmenes» de futuros seres, son dirigidas por Mentes poderosas, desde los planos de Luz y Armonía, en su involución a los planos físicos. Siendo todavía energía, comienza su condensación en grandes núcleos, tomando del éter universal (antimateria) los recursos necesarios, con lo que forma su primer cuerpo material: el átomo, en cuyo centro o núcleo se sitúa, y desde donde rige todos sus movimientos, ya que esa «Chispa» divina y espiritual sigue siendo energía.
Comienza así su involución en el plano físico, formando el átomo más simple: átomo de hidrógeno, con sólo un electrón y un protón, y a medida de su desarrollo va aumentando electrones, protones, neutrones, hasta... haber completado todas las experiencias en el reino mineral; sirviendo y entrando a formar parte, como átomo, de las moléculas vegetales y animales.
Completado todo ese largo proceso, la chispa espiritual pasa a animar la vida vegetal, comenzando como fuerza cohesiva en la agrupación de átomos para formar moléculas, luego células y más luego plantas vegetales, comenzando siempre en las formas más diminutas y continuando en las mayores, hasta completar sus experiencias en el reino vegetal.
Para comenzar en el reino animal, esas chispas espirituales, siempre unidas al Alma Universal, deben descender al agua, partiendo de las formas microscópicas y continuando en la escala de los peces, etc., hasta los animales mayores. En todos estos procesos, estas chispas espirituales son guiadas (no individualmente, sino en grandes grupos) por Fuerzas Espirituales Superiores; o sea, que carecen aún de libertad de acción. Estas fuerzas son lo que generalmente denominamos leyes físicas, biológicas, etc.
En la materia inorgánica (mineral), las «Chispas« evolucionan hacia la materia organizada y vitalizada (vegetal), etapa en la cual el psiquismo despierta y adquiere conciencia de sensación. A su vez, éstas evolucionan para estadios en los cuales comienza el movimiento de traslación y el desarrollo psíquico (etapa animal) en la cual perciben el ambiente sin poder analizarse a sí mismas. Y es en las diversas formas de la etapa animal, donde comienza a desarrollar las facultades de la mente, así como los automatismos que componen el funcionamiento fisiológico a través de las múltiples experiencias necesarias; para pasar a la etapa hominal, donde adquiere libre albedrío, conciencia y razón.
En el animal primario, su inteligencia es todavía muy rudimentaria, la que denominamos instintiva; pero, a través de múltiples y sucesivas repeticiones o retomas, va desarrollando su psiquismo que le capacita para experimentar en formas cada vez mayores y que a su vez va modificando por medio de infinitas y continuas mutaciones, hasta alcanzar las fases mayores de esa etapa animal, en donde adquiere las experiencias y desarrollo de su psiquismo que le capacita para dar el salto a la etapa hominal; mas, no al hombre que conocemos hoy.
Y ese pase a la etapa humana, se efectúa primero en el espacio, recopilando experiencias, si bien inconscientes durante millones de años de vida animal en las diversas especies; y en cuyo proceso experimenta una transformación que le convierte en Espíritu consciente de sus actos (2). Y en ese proceso contribuyen mentes Espirituales Superiores que, vibrando en amor, trabajan en la Obra divina de evolución de esas chispas espirituales, que desde ese momento pasan a ser espíritus con individualidad y libre albedrío; siendo, por ello, ya responsables de sus actos, pero en la medida de su progreso, pasando a encarnar en las razas primitivas y en mundos primitivos, y siempre guiados con amor, ya individualmente, por otros seres espirituales superiores, a los que las religiones denominan: «ángeles guardianes».
Sebastián de Arauco.
*****************************
Joanna de Ângelis: reencarnación de Sor Juana Inés de la Cruz
Un Espíritu que irradia ternura y sabiduría, despertándonos para la vivencia del amor en su más elevada expresión, incluso que, para vivirlo, nos sea impuesta una gran suma de sacrificios. Se trata del Espíritu que se hace conocido por el nombre de Joanna de Ângelis y que en los caminos de los siglos, vamos a encontrarla en la mansa figura de Juana de Cusa, en una discípula de Francisco de Asís, en la grandiosa Sor Juana Inés de la Cruz y en la valiente Joana Angélica de Jesús.
Conozca ahora cada uno de estos personajes que marcaron la historia con su ejemplo de humildad y heroísmo.
JOANA DE CUSA
Juana de Cusa, según informaciones del Espíritu Humberto de Campos, en el libro «Buena Nueva», a través del médium F. C. Xavier, era alguien que poseía verdadera fe. Narra el autor que: «Entre la multitud que invariablemente acompañaba a Jesús en las predicaciones del lago, se encontraba siempre una mujer de rara dedicación y noble carácter, de las más altamente colocadas en la sociedad de Cafarnaúm. Se trataba de Juana, consorte de Cusa, intendente de Antipas, en la ciudad donde se trataban intereses vitales de comerciantes y de pescadores».
Su esposo, alto funcionario de Herodes, no compartía las enseñanzas de espiritualidad, no tolerando la doctrina de aquel Maestro que Juana seguía con purificado amor. Afligida por el peso de las obligaciones domésticas, angustiada por la incomprensión e intolerancia del esposo, buscó oír la palabra de consuelo de Jesús que, en vez de invitarla a engrosar las filas de los que lo seguían por las calles y caminos de Galilea, le aconsejó a seguirlo a distancia, sirviéndolo dentro del propio hogar, convirtiéndose en un verdadero ejemplo de persona cristiana, en el cuidado al prójimo más próximo: su esposo, a quien debería servir con amorosa dedicación, siendo fiel a Dios, amando al compañero del mundo como si fuera su hijo.
Jesús le trazó una ruta de conducta que le facilitó vivir con resignación el resto de su vida.
Más tarde, se convirtió en madre.
Con el paso del tiempo, las atribulaciones se fueron agrandando. El esposo, después de una vida tumultuosa y desdichada, dejando a Juana sin recursos y con el hijo para criarlo. Valiente, buscó trabajo. Olvidando «el confort de la nobleza material, se dedicó a los hijos de otras madres, se ocupó con los más subalternos quehaceres domésticos, para que su hijito tuviese pan». Trabajó hasta la vejez.
Ya anciana, con los cabellos blancos, fue llevada al circo de los martirios, junto con el hijo joven, para testimoniar el amor por Jesús, el Maestro que había iluminado su vida invitándola con esperanzas de un mañana feliz.
Narra Humberto de Campos, en el libro citado:
«Ante el vocerío del pueblo, fueron ordenadas las primeras flagelaciones.
–¡Abjura!... –exclama un ejecutor de las órdenes imperiales, de mirada cruel y sombría.
Joao Cabral(Autor)
La antigua discípula del Señor contempla el cielo, sin una palabra de negación o de queja. Entonces el látigo vibra sobre el muchacho semidesnudo, que exclama entre lágrimas: –«¡Repudia a Jesús, mamá!... ¡¿No ves que nos perdemos?! ¡Abjura!... ¡por mí, que soy tu hijo!...»
Por primera vez, de los ojos de la mártir corre la fuente abundante de las lágrimas. Los ruegos del hijo son espadas de angustia que le rasgan el corazón. Después de recordar su existencia entera, responde:
« –¡Cállate, hijo mío! Jesús era puro y no desdeñó el sacrificio. ¡Sepamos sufrir en la hora dolorosa, porque, por encima de todas las felicidades transitorias del mundo, es preciso ser fiel a Dios! »
Enseguida, las lenguas de fuego consumen su cuerpo envejecido, liberándola hacia la compañía de su Maestro, a quien tan bien supo servir y con quien aprendió a sublimar el amor.
UNA DISCÍPULA DE FRANCISCO DE ASÍS
Siglos después, Francisco, el «Pobrecito de Dios», o «El Sol de Asís», reorganiza el «Ejército de Amor del Rey Galileo»; ella también se hace candidata a vivir con él la simplicidad del Evangelio de Jesús, que a todo ama y comprende, entonando la canción de la fraternidad universal.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
En el siglo XVII ella reaparece en el escenario del mundo, para una vida más dedicada al bien. Renace en 1651 en la pequeñita San Miguel Nepantla, a unos ochenta kilómetros de la ciudad de México, con el nombre de Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, hija de padre vasco y madre indígena.
Después de 3 años de edad, fascinada por las letras, al ver a su hermana aprender a leer y escribir, engaña a la profesora y le dice que su madre la manda a pedirle que la alfabetice. La maestra, acostumbrada a la precocidad de la niña, que ya respondía a las preguntas que la hermana ignoraba, empieza a enseñarle las primeras letras.
Comenzó a hacer versos a los 5 años. A los 6 años, Juana dominaba perfectamente el idioma patrio, más allá de poseer habilidades para la costura y otros quehaceres comunes a las mujeres de la época. Supo que existía en México una Universidad y tuvo la idea de, en el futuro, poder aprender más y más entre los doctores. Don Manuel, como buen español, se rió y le dijo bromeando:
« –Sólo si tú te vistieras de hombre, porque allí sólo los muchachos ricos pueden estudiar.» Juana se quedó sorprendida con la novedad, y luego corrió a su madre pidiéndole insistentemente que la vistiese de hombre desde ya, pues no quería, bajo ninguna hipótesis, quedarse fuera de la Universidad.
En la Capital, a los 12 años, Juana aprendió latín en 20 clases, y portugués, sola. Más allá de eso, hablaba nahuatl, una lengua indígena. El Marqués de Mancera, queriendo crear una corte brillante, en la tradición europea, invitó a la niña-prodigio de 13 años para dama de compañía de su mujer.
En la Corte encantó a todos con su belleza, inteligencia y simpatía, haciéndose conocida y admirada por sus poesías, sus ensayos y piezas de buen humor. Un día, el Virrey decidió probar los conocimientos de la vivaz niña y reunió a 40 especialistas de la Universidad de México para interrogarla sobre los más diversos asuntos. La platea asistió, pasmada, a aquella joven de 15 años responder, durante horas, al bombardeo de las preguntas de los profesores. Y tanto la platea como los propios especialistas, la aplaudían al final, quedando satisfecho el Virrey.
Pero, su sed de saber era más fuerte que la ilusión de proseguir brillando en la Corte.
A fin de dedicarse más a sus estudios y penetrar con profundidad en su mundo interior, en una búsqueda incesante de unión con lo divino, ansiosa por comprender a Dios a través de su creación, decidió ingresar en el Convento de las Carmelitas Descalzas, a los 16 años de edad. Desacostumbrada a la rigidez ascética, enfermó y volvió a la Corte. Siguiendo la orientación de su confesor, fue para la orden de San Jerónimo de la Concepción, que tenía menos obligaciones religiosas, pudiéndose dedicar a las Letras y a la Ciencia. Tomó el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz.
En su confortable celda, rodeada de numerosos libros, globos terrestres, instrumentos musicales y científicos, Juana estudiaba, escribía sus poemas, ensayos, dramas, piezas religiosas, cantos de Navidad y música sacra.
La linda monja era conocida y admirada por todos, siendo sus escritos popularizados no sólo entre los religiosos, así también entre los estudiantes y maestros de las Universidades de varios lugares. Era conocida como la «Monja de la Biblioteca».
Se inmortalizó también por defender el derecho de la mujer a ser inteligente, capaz de enseñar y predicar libremente.
En 1697 hubo una epidemia de peste en la región. Juana socorrió durante el día y la noche a sus hermanas religiosas que, juntamente con la mayoría de la población, estaban enfermas. Fueron muriendo, poco a poco, una a una de sus asistidas y cuando no restaba más religiosas, ella, abatida y enferma, cayó vencida, a los 44 años de edad.
SOR JOANA ANGÉLICA DE JESÚS
Pasados 66 años de su regreso a la Patria Espiritual, volvió, ahora en la ciudad de Salvador, en Bahía, Brasil, en 1761, como Joana Angélica, hija de una acomodada familia. A los 21 años de edad ingresó en el Convento de la Lapa, como franciscana, con el nombre de Joana Angélica de Jesús, haciendo oficio de hermana de las Religiosas Reformadas de Nuestra Señora de la Concepción. Fue hermana, se encargó de la contabilidad del convento y superiora, cuando, en 1815, se hizo Abadesa y, el día 20 de febrero de 1822, defendiendo valientemente el Convento, la casa de Cristo, así como el honor de las jóvenes que allí vivían, fue asesinada por soldados que luchaban contra la Independencia de Brasil.
En los planos divinos, ya había una programación para su vida en Brasil, desde antes, cuando había reencarnado en México como Sor Juana Inés de la Cruz. De ahí, su facilidad extrema para aprender portugués. Es que, en las tierras brasileñas, estaban reencarnados, y reencarnarían brevemente, Espíritus unidos a ella, almas comprometidas con la Ley Divina, que formaban parte de su familia espiritual y a los cuales deseaba auxiliar.
De entre esos afectos de Joanna de Ângelis, destacamos a Amelia Rodrigues, educadora, poetisa, romancera, dramaturga, oradora y escritora de cuentos que vivió a final del siglo pasado y al inicio de éste.
JOANNA EN LA ESPIRITUALIDAD
Cuando, en la mitad del siglo XIX, «las potencias del Cielo» se conmovieron, y un movimiento de renovación se extendió por América y por Europa, llevando a los «cuatro vientos» la canción de la esperanza con la revelación de la vida inmortal, Joanna de Ângelis integró el equipo del Espíritu de Verdad, para el trabajo de implantación del Cristianismo revivido, del Consolador prometido por Jesús.
Y ella, en el libro «Después de la Tempestad», en su último mensaje, refiriéndose a los componentes de su equipo de trabajo dice: «Cuando se preparaban los días de la Codificación Espírita, cuando se convocaban a los trabajadores dispuestos a la lucha, cuando se anunciaban las horas predichas, cuando eran reunidos sembradores para la Tierra, escuchamos la invitación celeste y nos apresuramos a ofrecer nuestras parcas fuerzas, en cuanto a nosotros mismos, a fin de servir, en la ínfima condición de los que surcan el suelo donde deberían caer las semillas de luz del Evangelio del Reino.»
En «El Evangelio según el Espiritismo» vamos a encontrar dos mensajes firmados por «Un Espíritu amigo». El primero en el Cap. IX, ítem 7 titulado «La paciencia», escrito en El Havre, 1862. El segundo en el Cap. XVIII, ítem 13 y 15 titulado «Al que tiene se le dará», psicografiado en el mismo año que el anterior, en la ciudad de Burdeos. Si observamos bien, veremos a la misma Joanna que nos escribe hoy, dictando en el pasado una bella página, como el modelo de nuestras actitudes, en cualquier situación.
En el mundo Espiritual, Joanna se estaciona en una bonita región, próxima a la superficie terrestre.
Cuando varios Espíritus unidos a ella, antiguos cristianos equivocados se preparaban para reencarnar, los reunió a todos y planeó construir en la Tierra, bajo el cielo de Bahía, en Brasil, una copia, aunque imperfecta, de la Comunidad en donde se encontraba en el Plano Espiritual, con el objetivo de, redimiendo a los antiguos cristianos, crear una experiencia educativa que demostrase la viabilidad de vivir en una comunidad, realmente cristiana, en los días actuales.
Espíritus gravemente enfermos, no necesariamente vinculados a sus orientadores encarnados, vendrían en la condición de huérfanos, proporcionando oportunidad de perfeccionamiento, al tiempo en que, ellos mismos, se irían liberando de las imposiciones kármicas más dolorosas y avanzando hacia Jesús.
Ingenieros capacitados fueron invitados para trazar los contornos generales de los trabajos e instruir a los pioneros de la futura Obra. Cuando estaba todo esbozado, Joanna buscó entrar en contacto con Francisco de Asís, solicitando que examinase sus planes y auxiliase en la conclusión de los mismos, en el Plano Material.
El «Pobrecito de Dios» estuvo de acuerdo con la Mentora y se prestó a colaborar con la Obra, desde que «en esa Comunidad jamás fuese olvidado el amor a los infelices del mundo, o negada la Caridad a los «hijos del Calvario», ni se estableciese la presunción, que es un parásito que destruye las mejores edificaciones del sentimiento moral».
Casi un siglo pasó, cuando los obreros del Señor iniciaron en la Tierra, en 1947, la materialización de los planes de Joanna, que inspiraba y orientaba, secundada por Técnicos Espirituales dedicados, que esparcían ozono especial por la psicósfera conturbada de la región escogida, donde sería construida la «Mansión del Camino», nombre dado en alusión a la «Casa del Camino» de los primeros cristianos.
En ese ínterin, los colaboradores fueron reencarnando, en lugares diversos, en épocas diferentes, con instrucciones variadas y experiencias diversas para, poco a poco, y cuando fuese necesario, ser «llamados» para atender a los compromisos asumidos en la espiritualidad. No todos, sin embargo, residirían en la Comunidad, pero, desde donde se encontrasen, enviarían su ayuda, extenderían el mensaje evangélico, solidarios y vigilantes, unidos al trabajo común.
La institución fue creciendo siempre comprometida a asistir a los sufridores de la Tierra, a los caídos en las pruebas, a los que se encontraban a un paso de la locura y del suicidio.
Gracias a las actividades desarrolladas, tanto en el plano material como en el plano espiritual, con la terapia de emergencia a recién desencarnados y atenciones especiales, la «Mansión del Camino» adquirió una vibración de espiritualidad que suplanta a las humanas vibraciones de los que allí residen y colaboran.
Jõao Cabral Presidente de la Asociación de Divulgadores del Espiritismo de Sergipe, Brasil.
***********************
LO QUE PRUEBA LA VERDAD DE LA REENCARNACIÓN
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario