domingo, 23 de febrero de 2014

EL ESPIRITISMO Y EL DESAFÍO DE LA RENOVACIÓN SINCERA


EL ESPIRITISMO Y EL  DESAFÍO DE LA 
 RENOVACIÓN SINCERA

“Emerger grado a grado del abismo de la vida para tornarse Espíritu, genio superior, y esto por sus propios méritos y esfuerzos”.
León Denis – El Problema del Ser, del Destino y del Dolor – FEB.

Cuando somos favorecidos por el conocimiento de la Doctrina Espírita,cuando penetramos por las puertas de una casa espírita buscando el beneficio del pase, de la asistencia fraterna, el mensaje de un ser querido, por la curiosidad que nos visita o por la búsqueda de la curación de nuestros dolores, estamos abriendo un portal de inimaginable grandeza e importancia en la historia de nuestra vida eterna...
 Es innegable el brillo que se instala en nuestras vidas cuando pasamos a adoptar el título de espíritas. Para esto basta que sintamos y creamos en los principios espíritas, sin aquella tontería de “aún no soy espírita, estoy intentando serlo”… proferidas por lo demás por la falsa modestia de algunos o por el deseo de mantenerse apartados del servicio, por parte de otros.
 Pasamos entonces a la fase de la acción espírita, donde nos adherimos a los innumerables y variados trabajos que se desarrollan en el ambiente del centro espírita y del movimiento espírita en general, que agradan a todos los gustos y perfiles de trabajadores, que, dentro de su modo de ser, encontrarán el servicio ideal y acogedor que significará la palanca poderosa en el rumbo y progreso de las criaturas.
 En la estructura actual del servicio espírita y de las entidades, podemos dividir las actividades dentro de los siguientes departamentos:
 a) Departamento de Asistencia Social.
b) Departamento de Evangelización Infantil y Juvenil.
c) Departamento de la Juventud, que podrá formar conjuntamente con
el Departamento de Evangelización, el DIJ, dividido en dos áreas.
d) Departamento de la Familia.
e) Departamento de Trabajos Mediúmnicos.
f) Departamento de Estudios Sistematizados y Eventos Doctrinarios.
g) Departamento de Divulgación Doctrinaria;
h) Departamento Financiero, denominado aún por la mayoría de las entidades como tesorería.
i) Departamento de Administración, que en la mayoría de las casas está concentrado en una sola persona: el presidente.
Pero este es un asunto que dejamos para otra oportunidad, cuando analicemos la estructura y organización de la casa espírita.

ACCIÓN ESPÍRITA
 Matriculados en esta bendita escuela, comenzamos a incorporarla a nuestro programa diario de vida, y pasado algún tiempo, no concebimos la existencia sin las actividades espíritas.
 Sea por el dolor y por el drama que nos acomete, sea por el repicar de las campanas del estudio que nos despiertan inesperadamente para el servicio cristiano, sea por las manos de amigos, sea por la voluntad de descubrir quiénes somos y para dónde vamos, aquí estamos nosotros en el seno de la familia espírita.
 Queremos mejorar nuestra conducta, nuestra sensibilidad con relación a los dolores del prójimo que se eleva sobremanera, no nos armonizamos ya con patrones de comportamiento puramente materialistas, de inicio sentimos un entusiasmo especial que parece darnos fuerzas para resolver todos los problemas de la Humanidad…
 Los años pasan, y como en toda experiencia humana, la rutina desafía la persistencia en el ideal cristiano. En este momento ocurren tres reacciones diferentes para el trabajador espírita, que sigue uno de los tres caminos indicados adelante:
 a) Como en un servicio profesional el desgaste surge, pensamos en vacaciones de la actividad espírita, el cansancio de lidiar con criaturas difíciles a veces nos abate, días de desánimo nos visitan, otras distracciones parecen tan atractivas, ya inventamos disculpas para faltar al día de la reunión, asumimos otras tareas y acabamos por abandonar o casi abandonar la causa espírita, cuando mucho visitando de cuando en cuando a los “amigos del centro”.
b) Permanecemos en el servicio, mantenemos nuestras obligaciones,decimos con satisfacción que estamos cumpliendo 10, 20, 30 años dentro del Espiritismo, enumeramos las tareas creadas, las que se mantienen gracias a nuestra persistencia, nuestros nombres se destacan como, oradores, médiums, dirigentes, divulgadores, etc. Es un grupo bendito por haber permanecido en la mies, a la par de las persecuciones, de las calumnias, de las incomprensiones, de los atritos… Pero, vamos al servicio como un empleado esperando la jubilación; nos adueñamos de la situación, no soltamos nuestras tareas de ningún modo, defendemos nuestros puntos de vista con aferrado conservadurismo, ocupamos nuestro espacio usando viejos y conocidos artificios de las agrupaciones humanas: la politiquería,el autoritarismo, la persecución, la intriga, la crítica, etc. Son aquellos que entraron en el Espiritismo, pero el Espiritismo apenas les penetró superficialmente, alcanzando un poquito el cerebro y la razón, pero faltándoles aún un largo camino que recorrer. Estudian el Evangelio y las lecciones del Divino Maestro, pero no dirigen sus actitudes porlos patrones de Él.
c) Cuando la luz del Evangelio nos penetró cerebro y corazón, razón y sentimiento. Cuando hacemos del ideal espírita la luz que guía nuestros pasos, transformando totalmente nuestra conducta y promoviendo nuestra reforma íntima.
Por eso cuando abrazamos la causa espírita, tenemos que luchar por un trabajo esencial, inaplazable e imprescindible para que prosigamos hacia delante en la senda evolutiva: nuestra renovación íntima.
Acatando la orientación de Cairbar Schutel (1), trabajemos mientras es de día, “desentrañemos, así, la gema de nuestra alma del oscuro cascajo de la ignorancia”.
 Las condiciones recibidas por nosotros, favorables y positivas, representan una inversión de lo Alto en la acción sincera de nuestro perfeccionamiento moral y el del planeta, pues Jesús está trabajando por la promoción espiritual de nuestra escuela terrenal. No habrá Tercer Milenio en términos de mejoría espiritual si los hombres no hicieren su parte.Y compete a los espíritas un importantísimo papel en esta transición, pero no a los espíritas de apariencias, sino al que verdaderamente abrace los principios espíritas en su profundidad.
 Es agradable cuando vemos las ideas de nuestra doctrina esparciéndose como las semillas al viento, frecuentando los medios, siendo trabajadas en películas, libros, novelas, teatro, etc. Pero el objetivo mayor del Espiritismo es lograr la transformación moral de las criaturas, y no simplemente revelar secretos de la vida, abriendo el velo que escondía al hombre su origen y destino.
 Abracemos el alerta de Emmanuel (2): “Si pretendes quebrar las cadenas que te atan a las sombras, no bastará que te rotules con este o aquel título en el campo de las afirmaciones exteriores. Es imprescindible que te transformes por dentro, produciendo luz para el cerebro y luz para el corazón”.
No podemos retornar a la Patria Espiritual por la misma puerta de la ignorancia y de la indiferencia por la que entramos.

LA MAYOR PROPAGANDA
 Toda esta evidencia a la doctrina y a los espíritas aumenta y agrava considerablemente nuestra responsabilidad, obligándonos a la defensa contra los medios corruptibles materialistas: títulos, éxito, abundantes recursos financieros, posición social destacada, que si ocurrieren no deberían ser rechazados como si fuesen enfermedades, sino tratados con equilibrio y disciplina, pues solamente tienen utilidad mientras estuvieren sirviendo a la causa, y despreciando al trabajador, que puede estancarse por no estar prevenido en cuanto a los peligros de las ventajas terrenales…
 Los medios de difusión de la Doctrina crecieron y se multiplicaron.
Tenemos periódicos, revistas, boletines, programas de radio, programas de televisión, mensajes, clubes de libros, ferias de libros, librerías y otras muchas especies de propaganda del Espiritismo. Sin embargo, la mayor y más dinámica forma de propaganda y divulgación del Espiritismo es el ejemplo personal, que suena más alto, alcanza más profundamente los corazones, congrega más mentes y convence ampliamente.
 Y para ejemplificar es preciso creer y vivir sinceramente. Empeñar nuestras emociones, ideas y palabras en el trabajo diligente del bien, adquiriendo el mérito y la experiencia superior.
 Concordamos con el compañero Walter Barcelos (3) diciendo que “la finalidad fundamental del Espiritismo es el perfeccionamiento integral de la personalidad humana”.
Por detrás de tantas tareas y actividades está el objetivo mayor de nuestra amada doctrina: la transformación del hombre, que transformado modificará a la sociedad y a la humanidad.
Y para esto la preocupación mayor de la Espiritualidad es con la calidad y no con la cantidad. No adelanta abrazar un número excesivo de obligaciones materiales si no crecieren nuestros sentimientos, mejorásemos nuestra visión y superásemos nuestras fallas. Cuidar de la caridad por fuera olvidando el mundo
íntimo será lo mismo que adornar el agua estancada, sin drenarla y convertirla en utilidad pública.
 André Luiz (4) nos elucida: “no olvidar que la principal propaganda es siempre aquella desarrollada por los propios actos de la criatura, a través de la ejemplificació n elocuente de nuestra reforma íntima, en los patrones del Evangelio”.
 NUESTROS INSTRUMENTOS
Los instrumentos mayores que poseemos para ejecutar ésta que es la principal tarea del cristiano –Reforma íntima o Renovación Sincera– están dentro de nosotros. No necesitamos rogar insistentemente para que Dios nos dé recursos extraordinarios, cuando tenemos en nosotros las mejores herramientas.
 Como ejemplo de actitudes que nos entrenan para las Olimpíadas del Evangelio, hagamos adelante un plan de acción que nos auxilie en el trabajo de auto-perfeccionamiento para la victoria del hombre nuevo sobre el hombre viejo.
Son treinta pasos iniciales, ya que si fuésemos a enumerar todas las actitudes a ser tomadas devoraríamos páginas y más páginas:
 I) Silencie los lamentos.
II) No espere vivir sin problemas.
III) Calle la crítica (hable sólo sí fuere para auxiliar de verdad).
IV) No se apoye en las reiteradas disculpas.
V) Auxilie al prójimo todo lo que pueda.
VI) No gaste energía y serenidad con decepciones.
VII) Reflexione antes de actuar.
VIII) Vigile sus propias manifestaciones.
IX) Observe la vida con optimismo.
X) No se juzgue indispensable.
XI) No exija la perfección de los demás.
XII) Oiga su autocrítica.
XIII) Cultive la amistad y la gentileza.
XIV) Simplifique sus hábitos.
XV) Sólo efectúe compromisos dentro de los límites de sus posibilidades.
XVI) Pruebe vivir en humildad y practicar el silencio.
XVII) No busque resolver los problemas con subterfugios ( bebidas, drogas,
cigarrillos, armas, agresividad, etc.).
XVIII) Acepte los obstáculos con paciencia.
XIX) Jamás huya al trabajo, por más difícil que le parezca.
XX) Ame a las personas y a las obligaciones que nos competen.
XXI) Avance en el conocimiento superior, iluminando con la instrucción los laberintos de la ignorancia.
XXII) Distribuya ejemplos de paz, tolerancia, renuncia, cariño y fe.
XXIII) Utilice siempre la luz de la oración.
XXIV) No trasmita al prójimo dolor y sacrificio, aflicción y amargura, aunque estén golpeándonos íntimamente.
XXV) Acepte los problemas en el mundo y supérelos con vigor.
XXVI) Sirva incesantemente en el bien.
XXVII) No se irrite con la simplicidad o dificultad de entendimiento de muchas personas.
XXVIII) Efectúe su propio perfeccionamiento.
XXIX) Promueva iniciativas de solidaridad y práctica de abnegación.
XXX) Hagamos y realicemos lo mejor de nosotros cada día.
 ¡Esforcémonos! La tarea es ardua, pero es posible e inevitable su logro algún día. Abracemos las palabras de Emmanuel (5): “El trabajo de cada uno en la iluminación de sí mismo debe ser permanente y metódico. Los fenómenos despiertan el espíritu adormecido en la carne, pero no suministran las luces interiores, solamente conseguidas a costa de gran esfuerzo y trabajo individual”.
 En la misma línea reforzamos con Juana de Ángelis (6): “El trabajo impone esfuerzo. Cualquier adquisición noble pide sacrificios”.
 NUESTRA VICTORIA
 ¡Compañero espírita! ¡Ánimo y seguridad en la victoria que aguarda a los que buscan el ejercicio del Evangelio, hoy revivido en nuestra Doctrina Espírita!
 ¡Nuestra victoria vendrá! Basta que nos armemos de Voluntad, de Idealismo, de Entusiasmo, de Valor, de Amor a la Causa que nos acoge, Amor a los Compañeros y Amor al Servicio.
 Donde estuviéremos, como estuviéremos, con quien estuviéremos, estemos siempre dispuestos a practicar los cinco verbos de la evolución:
AMAR, ESTUDIAR, SERVIR, OBSERVAR y ORAR.
 Que estemos entre aquellos que alegran a los que gobiernan los destinos del planeta. Que jamás estemos entre los falsos espíritas que Eurípedes Barsanulfo
(7) por segunda vez nos recuerda: “En la Alturas Resplandecientes, el Señor permanece llorando por aquellos que conociendo el Evangelio, no lo practican”.
 El desafío de la renovación sincera es de cada uno de nosotros que recibimos el galardón del Espiritismo.
 La Doctrina y los Espíritus no nos piden santidad de un momento para otro; nos piden tan solo trabajo y esfuerzo.
 Descarguemos el pesado fardo del hombre viejo que aún está en nosotros; dejemos surgir con todo su esplendor, al hombre nuevo. Ya está bien de Doctrina por fuera. De ahora en adelante sólo admitamos la sinceridad como conductora de nuestra relación con los trabajos y aprendizaje con el Espiritismo.
Para concluir, solo podríamos colocar aquí la magistral máxima que todos nosotros espíritas deberíamos tener en la cartera, en la pared de nuestra casa y sobre todo en el corazón: “Se reconoce al verdadero espiritista por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones”. (8).
 ¡Espíritas! Amémonos, he ahí el primer mandamiento; instruyámonos, he ahí el segundo; renovémonos, he ahí el tercero, para que los otros dos sean eficaces… constató que la religión es uno de los factores que influencian la incidencia de enfermedades, explica Jeffrey S. Levin, exprofesor de la Escuela Médica de Virginia. Levin verificó la existencia de una asociación entre la buena salud y la religión en estudios hechos con protestantes americanos, católicos europeos,budistas japoneses y judíos israelitas; con personas que vivieron en las décadas de los 30 y los 80; y con pacientes atacados por enfermedades agudas y crónicas.
 (…) Las oraciones de otras personas ¿pueden traernos la curación?
Los científicos están investigando si la oración es capaz de curar a otras personas. Benson y sus colegas, estudiando a pacientes sometidos a cirugía coronaria, y Matthews, que estudia a personas con artritis reumática, están intentando confirmar las constataciones de un estudio muy citado, cuyo autor es el cardiólogo Randolph Byrd en 1988.
 El Dr. Byrd dividió a 393 pacientes cardíacos del Centro Médico del Hospital General de San Francisco en dos grupos. Uno recibió oraciones de cristianos de todo el país, mientras que el otro no recibió oraciones. Los pacientes no sabían a que grupo pertenecían. El grupo que fue objeto de las oraciones presentó menor número de complicaciones –casos de neumonía, paros cardíacos e insuficiencia cardiaca congestiva– y precisó de menos antibióticos.
Más perturbadores aún son los estudios, muy controvertidos, que sugieren que la oración puede influenciar todo, desde el crecimiento de bacterias en un laboratorio hasta la cicatrización de heridas en ratones. “Esas investigaciones con organismos inferiores permiten una gran precisión científica,y los resultados no pueden ser atribuidos, por ejemplo, al efecto placebo”,dice el Dr. Larry Dossey, autor de Rezar es un santo remedio. (…)
Phyllis MacIntosh - Joamar Zanolini Nazareth
(Transcripción parcial de la Revista Selecciones del Reader’s Digest, Rio de Janeiro, RJ, Brasil. 03/2000).
“Una Investigación constata que pacientes por los que se oró tuvieron una mejor recuperación.
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Gabriel Delanne

EL PROBLEMA DE LA EXISTENCIA DEL MAL
Si el espiritismo ha conquistado millones de adeptos en el mundo entero, no es solamente porque da a la humanidad, la demostración científica de la existencia del alma y de su inmortalidad, sino también porque aporta soluciones lógicas a todos los enigmas, que las religiones y las filosofías no han podido resolver hasta ahora.

Sin embargo, no podemos dejar de aceptar –en honor a la verdad- que esa demostración científica del alma y de su inmortalidad, por parte del Espiritismo, no ha cuajado en absoluto en el contexto cultural humano.
Posiblemente no se ha tenido en cuenta esa demostración por estar propuesta por “los espiritistas” como sinónimo de gente poco seria y fantasiosa. A pesar de ello, un día u otro – ojalá más pronto que tarde- la ciencia más vanguardista deberá reconocer esa realidad, porque en sus atrevidas investigaciones se encontrarán inevitablemente con el periespíritu, como parte más “material” del espíritu; y, de ahí hasta el alma, ya sólo hay algunos pasos más.

¿Y qué pregunta más angustiosa que la de la Existencia del Mal? ¿Cómo puede dejarlo subsistir un ser todopoderoso, si sólo de su voluntad depende que desaparezca?
¿Por qué los bienes naturales, salud, fuerza, inteligencia, parecen distribuidos al azar, lo mismo que la fortuna y los honores, cuando lo más frecuente es que sean patrimonio de los menos dignos?
 ¿Por qué esas calamidades que devastan de pronto un país, hundiendo en el dolor a millones de seres inocentes?
Si interrogáis a las religiones, sólo os responderán invocando el principio de la libre decisión de la divinidad, que puede, a su antojo, hacer barro de elección o de impureza. Salta a la vista la arbitrariedad de esta doctrina. So pena de una monstruosa parcialidad, un padre justo y bueno no puede predestinar a unos a la abyección, mientras otros no tendrán que hacer, más que vivir para llegar a la felicidad suprema.

Ciertamente es muy desorientador, además de imposible, el intentar conciliar la idea de una divinidad justa, sabia y todopoderosa, con el reparto de la “suerte” entre la población terráquea.
Si se interroga al Espiritismo, éste sí que tiene respuestas convincentes a nivel general, basadas en:

La doctrina de las vidas múltiples nos deja entrever parte de la solución del problema. Si se vuelve muchas veces a la tierra, esta serie de reencarnaciones nos colocará sucesivamente en todas las posiciones posibles, y la real desigualdad que para una sola vida existe, se compensa cuando se piensa en la multiplicidad de condiciones físicas, morales, intelectuales y sociales, que, alternativamente, se han ocupado aquí abajo. Lo que tendría de arbitrario, desaparece, si todos los seres inteligentes sufren pruebas semejantes, quedando así satisfecho el sentimiento de justicia que cada uno lleva en sí grabado.

Lo que no puede, lo que no debe hacer nunca el Espiritismo es proporcionar una opinión detallada a las situaciones concretas que se dan en nuestro planeta.
Una cosa es enunciar unas leyes de aplicación general y otra, muy distinta, el intentar dar  respuesta a situaciones particulares. No se puede “jugar a adivino”; la mayor parte de las veces no se dispone de la información suficiente como para poder explicar el porqué, de determinadas problemáticas. Contentémonos -que ya es mucho- en comprender los planteamientos generales; y el más general es que de cualquier situación que vivamos siempre nos será posible extraer un provecho, por dura que pueda ser esa situación.

- El progreso.
El mal ya no es entonces más una fatalidad ineludible y desgraciada de la que no podríamos librarnos; parece como un acicate, como una necesidad destinada a impulsar al hombre en la vía del progreso. El progreso no es una utopía. La existencia del hombre en la época cuaternaria, errando a través de las selvas o yaciendo en las cavernas, no es comparable a la del más miserable de nuestros campesinos. A medida que conocemos mejor el mecanismo de la naturaleza, podemos utilizar las ciencias para mejorar nuestra situación física;

El mal toma así otro aspecto a nuestros ojos; el mal, o sea el dolor (físico o moral), la dificultad, la contrariedad,… viene a convertirse en el verdadero motor de nuestro progreso, hasta que éste pueda ser conducido exclusivamente por la voluntad.

La civilización proporciona al hombre una seguridad que sus precursores no conocían; Desde el punto de vista moral, los progresos han sido más lentos; todavía es cruel la lucha por la existencia, sobre todo en las ciudades, pero, ¿quién osaría comparar el proletariado actual con la esclavitud antigua? Si las guerras no parecen llevar trazas de extinguirse, han perdido parte de su horror primitivo.

 Ojalá fuera del todo así. Las guerras siguen siendo una lacra de la sociedad, siguen siendo una expresión de la raíz de todos los vicios y de muchos de los conflictos humanos: el egoísmo.

Después del horror de la carnicería, los heridos son recogidos y atendidos, y el furor homicida se extingue cuando la bestia humana reposa. En vez de rematarlos, se cura a los heridos. El sentimiento de solidaridad se afirma con la multiplicación de los hospitales, con las pensiones a la vejez, con el auxilio concedido a los inválidos, igual que con las asociaciones que garantizan a sus miembros contra los riesgos de enfermedad y paro.
Se presiente el principio de un nuevo estado de cosas; si es todavía rudimentario y en muchos aspectos, defectuoso, nada impide creer que cada día adquirirá mayor impulso.
La evolución hacia lo mejor aparece como consecuencia de la elevación intelectual de la masa social, que la instrucción, liberalmente distribuida, comienza a despertar del letargo en el que durante tantos siglos yaciera para exclusivo provecho de sus explotadores. Ya no se espera la dicha de una intervención sobrenatural. Se comprende que ella será resultado del esfuerzo colectivo de todos. Hay que dejar a los aficionados a las paradojas fáciles la negación del progreso; éste es la ley espiritual que rige el universo.

Seguramente habrá un nuevo estado de cosas; ¿cuándo? Una respuesta fácil sería: cuando Dios quiera. A pesar de que en el fondo es así, no podemos dejar de pensar que las leyes divinas se aplican de forma automática y que los Espíritus superiores son los ejecutores de esas leyes. Por lo tanto, sin duda alguna, cuando ese estamento espiritual superior lo crea oportuno, se dará un impulso al progreso espiritual en detrimento, si es necesario, del siempre pujante progreso material.

Somos creadores de un determinismo ulterior, consecuencia de nuestras pasadas acciones, aun poseyendo la posibilidad de modificar nuestras existencias futuras en el sentido más favorable, según el grado de libertad moral e intelectual en relación con el punto de la evolución que hayamos alcanzado.

“Determinismo ulterior”: esa es la clave del problema. Determinismo que es la suma de esas consecuencias de acciones pasadas y, ciertamente, de nuestras necesidades de aprendizaje. Es importante este concepto básico en Espiritismo –bien señalado aquí por Delanne- sobre esa posibilidad permanente de modificar nuestro futuro a través de dignificar lo más posible nuestro presente.

- Consecuencias morales.
Las vidas sucesivas tienen por objeto el desarrollo de la inteligencia, del carácter, de las facultades, de los buenos instintos y la supresión de los malos.
Siendo la evolución continua y perpetua, la creación, en el curso de su existencia, es en todo momento lo que él ha hecho de sí mismo.
En efecto, cada uno de nosotros, lleva consigo una sanción inevitable que no puede ejercerse inmediatamente, pero que, tarde o temprano, tendrá una repercusión segura en las vidas futuras.

“Evolución continua”, ¡que gran y formidable verdad!; por lo tanto, siempre habrá conocimientos por conquistar, aprendizajes por realizar.

Las desigualdades morales e intelectuales no son, por lo tanto, el resultado de arbitrarias decisiones de la divinidad, ni de  la justicia que se ve ofendida.
Partiendo todos del mismo punto para acabar en la misma meta, que es el perfeccionamiento de nuestro ser, pasando por todas las situaciones terrestres, existe, en realidad, una perfecta igualdad entre todos los individuos, compensándose las diferencias en el curso de múltiples vidas.
Esta comunidad de origen nos demuestra claramente que la fraternidad no es una vana palabra. En todos los grados de evolución, nos sentimos unidos los unos a los otros, de modo que no existe ninguna diferencia radical entre todos los pueblos, a despecho del color de su piel y de su estado de adelanto. La evolución no es solamente individual; es colectiva. Reencarnándose por grupo cada nación, existe una responsabilidad colectiva como existe una individual; de esto se deduce que cualquiera que sea nuestra posición en la sociedad, tenemos interés en mejorarla, ya que, en realidad, con ello preparamos nuestra suerte futura.

La fraternidad, conduciéndonos cada vez más a comprender que esencialmente todos somos iguales, acabará por erradicar, inapelablemente, la lacra del racismo.

Por consiguiente, el egoísmo es a la vez un vicio y un mal cálculo, puesto que el mejoramiento general no puede resultar más que del progreso individual de cada uno de los miembros que constituyen la sociedad:
La palingenesia es, pues, una doctrina esencialmente renovadora y un factor de energía, puesto que estimula en nosotros la voluntad, sin la cual no podría realizarse ningún progreso individual.
La solidaridad se impone a nosotros como una condición esencial del progreso social;
El mal, por consiguiente, no es una necesidad fatal impuesta a la humanidad; puede y debe salvarse, ya que es, pura y simplemente, el resultado de nuestra ignorancia de las leyes físicas y morales que rigen el mundo.
Y, a medida que aprendemos, ese mal, esa ignorancia de las leyes que remarca Delanne, se irá diluyendo ante el empuje continuo de la comprensión y de la inteligencia; inteligencia que nos enseña, que es bueno para nosotros, el comportarnos cada vez más honorablemente.

En resumen, la teoría de las vidas sucesivas satisface todas las aspiraciones de nuestras almas, que exigen una explicación lógica del problema del destino. Se concilia perfectamente con la idea de una providencia, a la vez justa y buena, que jamás castiga nuestras faltas con eternos suplicios, sino que nos deja a cada instante el poder de reparar nuestros errores al elevarnos lentamente, por nuestro propio esfuerzo, franqueando los peldaños de esta escala de Jacob, cuyos primeros escalones se hunden en la animalidad, mientras los más altos se levantan hasta la espiritualidad perfecta.

Excelente conclusión de este capítulo final de su obra; realmente la teoría reencarnacionista -prácticamente comprobada por la ciencia psicológica- es la única que concilia a la Providencia divina con las situaciones difíciles de los mundos inferiores. Dios no nos desampara jamás; Dios no comete arbitrariedades; Dios nos da las oportunidades necesarias, las reencarnaciones que nos hagan falta, para aprender y progresar por nosotros mismos.

Digamos con Maeterlinck:
Reconozcamos, de paso, que es muy lamentable que los argumentos de los teósofos y de los neo-espiritistas no sean perentorios; puesto que no ha habido creencia más bella, más justa, más pura, más moral, más fecunda, más consoladora y, hasta cierto punto, más verosímil, que la suya.
Es la única, con su doctrina de las expiaciones y de las purificaciones sucesivas, que da cuenta de todas las desigualdades sociales, de todas las abominables injusticias del destino. Pero la calidad de una creencia no demuestra su verdad. Aunque sea la religión de quinientos millones de hombres, la que más se acerca a los misteriosos orígenes, la única que no es odiosa y la menos absurda de todas, será preciso que haga lo que las otras no hicieron, aportarnos irrecusables testimonios, pues los que hasta hoy nos ha dado, sólo son la sombra de un principio de prueba.

-(no sabemos a qué obra de Maeterlinck pertenece este párrafo mencionado por Delanne)-.

Creo haber aportado las pruebas que Maeterlinck pide.
Poseemos actualmente una demostración positiva que nos permite comprender, no sólo la supervivencia del principio pensante, sino también su inmortalidad, ya que durante millones de años hemos evolucionado en esta tierra que abandonaremos el día en que nada tengamos que aprender en ella.

Así termina esta acertada exposición del ingeniero y excelente investigador espiritista Gabriel Delanne. Ojalá que las obras de este autor pudieran ser consultadas con facilidad por los estudiosos del Espiritismo. Aunque siempre haya sido un autor minoritario, merece remarcarse su monumental obra “Investigaciones sobre la mediumnidad”, donde traza una gran revista a todo tipo de fenómenos anímicos y Mediúmnicos.
También hay que destacar que en este 2007 se cumplen 150 años de su nacimiento; prácticamente nació al mismo tiempo que Kardec publicara “El Libro de los Espíritus”. Es importante resaltar la amistad entre Kardec y el padre de Delanne.
Sirva este recorrido por parte de una de sus obras como homenaje a este tenaz luchador.
Flama Espirita, número 123 (Enero/Marzo 2007)

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

                              *******************
UNA BELLA HISTORIA DE AMALIA
Gracia,29 de junio de 1881 

La pensión la recibí hasta diciembre de 1884, percibiendo desde el mes de julio de 1881 hasta diciembre de 1884, 3.139 pesetas. Sucedió después lo que era de esperar. Aunque la suscripción era voluntaria, por el mero hecho de suscribirse ya era obligatorio contribuir en mayor o menor cantidad.

Y nada más enojoso que una limosna obligatoria. Así es que de tantos suscriptores que contribuyeron a mi pensión, hoy sólo quedan diez o doce que muy de tarde en tarde me envían la expresión material de su recuerdo. Mas ¿qué importa que de mi pensión sólo quede la historia? ¿Dejará por esto de haber sido una prueba del interés y de la simpatía que inspiré a mis hermanos? Lo que de la Tierra es, en la Tierra se queda. Recibí el auxilio cuando en realidad lo necesitaba, y dejé de disfrutar de aquél beneficio cuando mi trabajo comenzó a darme algún fruto.

Me olvidaron los que me daban dinero, pero no me ol­vidarán los que por mí han conocido las verdades eternas. En el espacio tengo muchos amigos, de esto tengo la más íntima convicción.

En todas las cuestiones que anda el dinero por medio se acaban pronto las relaciones. En mi larga carrera de propa­gandista del Espiritismo, he recibido innumerables desenga­ños y múltiples demostraciones de profunda simpatía. 
Desgraciadamente en este planeta, sin el oro no hay medios de trabajar y de vivir, por eso los pobres somos inmensamente desgraciados. Porque como necesitamos de todo el mundo, estamos más en contacto con las miserias humanas, nos asemejamos a las piedras de la calle que los muchachos dejan intencionadamente en las aceras en las cuales todo el que tropieza desvía la piedra con enojo. Y por esta vez yo he sido una de las piedras que han quitado de su camino los favorecidos por la riqueza o por un seguro bie­nestar. Indudablemente yo habré lanzado en otras existencias a gran distancia las piedras que encontré en la senda de mi vida, por eso hoy me ocupo en atender a los pobres, por eso escribo para ellos, por eso pido a Dios raudales de luz eterna para iluminar los antros del dolor.

Extraído del libro “Memoria De Una Mujer”
Amalia Domingo Soler

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