sábado, 21 de diciembre de 2013

Renovación moral y desobsesión

 
NO EXISTE DESOBSESIÓN SIN BASE A UNA  RENOVACIÓN  MORAL


El Espiritismo explica que la locura a causa del mal es interior y es preciso procurar restablecer el organismo al estado normal. En la obsesión, la causa do mal es exterior y es preciso librar al afectado de un enemigo invisíble oponiendole, no remedios, sino una fuerza moral superior a la suya. "La experiencia prueba que, en semejante caso, los exorcismos no producirán jamás ningún resultado satisfactorio, y que antes agravaron, que mejoraron la situación. Solo el Espiritismo, indicando la verdadera causa del mal, puede dar los medios de combatirlo".
Es preciso, en cierto modo, educar moralmente al Espíritu obsesor, por consejos inteligentes, se le puede hacer mejor y que se proponga dejar espontáneamente el tormento de la víctima, y entonces esta se libera. Aún no se puede olvidar que los obsesores son hábiles e inteligentes, perfectos estrategas que planean cada paso y acompañan a sus presas durante algún tiempo, observando sus tendencias, sus relaciones, sus ideales. Identifican sus puntos vulnerables (case siempre ligados al desencaminamiento  sexual) y los exploran pertinaces.Para la escuela psiquiátrica la obsesión es un pensamiento, o impulso, persistente o recurrente, indeseado y aflictivo, y que viene a la mente involuntariamente, a despecho de tentativa de ignorarlo o de suprimirlo. Psiquiatras que no admiten nada fuera de la materia no pueden entender una causa oculta; mas cuando la academia científica hubo salido de la rutina materialista, ella reconocerá en la acción del mundo invisible que nos cerca en el medio donde vivimos, una fuerza que   actúa sobre las cosas físicas, tanto como bajo las cosas morales. Ese será un nuevo camino abierto al progreso y la clave de una multitud de fenómenos mal comprendidos del psiquismo humano. Bajo el enfoque espírita, la obsesión es a la acción persistente que un mal Espíritu ejerce sobre un individuo. Presenta caracteres muy diferentes, que van de una simple influencia moral sin señales exteriores sensibles hasta la perturbación completa del organismo y de las facultades mentales. 
En cuanto a la subyugación obsesiva, representa un constreñimiento físico siempre ejercido por Espíritus bastante vengativos y que puede llegar  a la  mortificación del libre arbítrio. Ella se limita, muchas veces, a simples impresiones incomodas, que resulta, muchas veces, con movimientos psicomotores desordenados, actitudes incoherentes, grises, palabras inadecuadas o injuriosas, de las que  aquel que las infiere a veces no tiene conciencia del ridículo del que no se puede defender. "Ese estado difiere esencialmente de una locura patológica, con la que se confunde erróneamente, porque no hay ninguna  lesión orgánica; las causas siendo diferentes, los medios curativos deben ser otros. Aplicándole el procedimiento ordinario de las duchas y de los tratamientos corporales, se llega muchas veces, a determinar una verdadera locura, ahí donde no había sino una causa moral".(3) 
Ese desarraigo psicoespiritual deberá ser eliminado del Orbe, en el instante en que comprendamos el ejemplo de amor que fue experimentado y diseminado en todas las direcciones, conforme Jesús ejemplificó y vivenció hasta la amargura de la muerte, es seguido desde los tempos apostólicos hasta los días actuales. El Espiritismo, desvelando la intervención de los Espíritus endurecidos en el  mal en nuestras vidas, lanza luces sobre cuestiones aún desconsideradas por las ciencias materialistas como de causa psicopatológica. Es, obvio, no descartando la posibilidad de anomalía psicosomática la Doctrina Espírita hace conocer otras fuentes de las miserias humanas, mantenidas por la fragilidad moral de los seres. Reconocemos que el uso de los fármacos antidepresivos establece la harmonía química cerebral, mejorando el humor del paciente, no obstante, buscamos simplemente el efecto, una vez que los medicamentos no curan la obsesión en  sus intrínsecas causas; apenas restablecen el tránsito de los mensajes neuronales, corrigiendo el funcionamiento neuroquímico del SNC (sistema nervioso central). Sócrates  afirmaba "se los médicos son fracasados, tratando da mayor parte de las molestias, y que tratan el cuerpo, sen tratar el alma. 
Si aún no se ha encontrado  totalmente en buen estado, es imposible  que una parte de él lo pase bien".Si ante nuestros fracasos momentáneos acostumbramos a olvidar, sistematicamente la paciencia, el equilíbrio, la oración y la vigília, entonces es urgente establecer un momento para la introspección en los entresijos de la mente, a fin de que vengamos a hacer en nosotros mesmos las correcciones preminentes. En esas situaciones cotidianas, acostumbramos a entronizar la idea de la obsesión, posesión, subyugación creyéndonos "víctimas" de entidades perseguidoras. La  cuestión, sin embargo, no se restringe solo a influencia espiritual de los enemigos que se nos acoplan en la frecuencia psíquica, pero, sobre todo, el respeto a nosotros mismos.La obsesión de varios grados requiere tratamiento de largo curso, por muy delicado y complejo y un resultado dichoso, depende de la  renovación espiritual del paciente, en razón  que despierte para la seriedad da conyuntura aflictiva en que se encuentre. 
Simultáneamente, la solidaridad fraternal, envolviendo a ambos enfermos en oraciones y compasión, esclarecimentos y estímulos para un futuro saludable, consiguen romper el círculo vigoroso de energías destructivas, abriendo espacio para la acción benéfica, o el  intercambio de esperanza y de liberación.Muchas veces procurado por los obsesados el Cristo penetraba psiquicamente en las causas da su inquietud, y, usando de autoridad moral, libertaba tanto a los obsesores  como a los obsesados, permitiéndoles el despertar para a vida animada rumbo a la recuperación y la pacificación de la propia conciencia. Por eso, es muy importante recordar que Jesús no libertó a los obsesados sin imponerles la intransferíble necesidad de renovación íntima, ni expulsó a los perseguidores inconscientes sen encaminarlos en dirección a Dios. 
En cualquier proceso de orden obsesivo la parte más importante del tratamiento está reservada al paciente. Su fijación de permanecer en desequilíbrio constituye el problema de difícil solución en la terapia de la renovación. La terapia espírita es la del convite al enfermo para la responsabilidad, convocándolo a un autoanálisis honesto, de modo a que el pueda eliminar definitivamente sus incursiones en las vorágines de los desvios morales. Esforcemonos, pues, por la vigílancia constante  la oración para que nos libertemos de las  venganzas de los obsesores, en el firme propósito de modificación de hábitos y atitudes negativas, ingresando en el seno  de los valores ennoblecedores de la vida por la efectiva mudanza del comportamiento.
Jorge Hessen
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      Despierte y sea Feliz


El hombre y la mujer contemporáneos, seducidos por la ambición desmedida del poder, que les proporciona lujo, ocio y gozos, permanecen adormecidos en relación con las responsabilidades trascendentes.

Por considerarlas de secundaria importancia, en la vana suposición de que pueden remediar la situación interior en cualquier instante, transfieren el pensamiento y la emoción hacia lo exterior, con grandes perjuicios para la armonía interior.

Sus preocupaciones y anhelos giran en torno de los valores materiales, y en la hipótesis equivocada de que son personas especiales, incólumes al sufrimiento, a las aflicciones, y a los inevitables acontecimientos ingratos, se anestesian y se olvidan de los fenómenos biológicos -en constantes modificaciones-, y de los sucesos morales inesperados, como la detestada presencia de la propia muerte, o de su paso por el hogar…

Entretenidos en los juegos de las ilusiones, aplican el tiempo al deleite del placer, alejados de todo compromiso elevado para con la Vida, que los observa inexorablemente, aguardando el momento de convocarlos a la realidad.

Imaginan que la alegría no terminará, y que las concesiones de que disfrutan no tendrán fin…

¡Vana capacidad de consideración y respeto por la vida!

Sin embargo, cuando son llamados a los embates de la evolución, a través de los acontecimientos desgraciados de lo cotidiano, desorganizados y sin preparación, se sumergen en las amarguras o en la rebeldía, en el miedo o en las fugas espectaculares, con lo que procuran evitar los desafíos o enfrentarlos con hostilidad, acrimonia, violencia, insensatez…

El resultado, bien se concluye que es negativo, cuando no es doloroso.

A la criatura moderna le hace falta el conocimiento y la vivencia de la doctrina de Jesús.

Confundida o adulterada por fórmulas inocuas, o verbalismos vacíos de significación espiritual, se acepta como propuesta social relevante o como hábito ancestral conservado sin experiencia profunda.

La perfecta lección del amor, ampliamente repetida pero poco vivida, bastaría para alterar el panorama moral de los seres y proporcionarles felicidad.

Por esa razón, hay mucha alegría ruidosa, desmesuradas explosiones festivas, campeonatos de gozo, y poca armonía en los seres humanos.

Se multiplican las glorias de la inteligencia, pero también los conflictos del sentimiento. Seres vacíos deambulan por todas partes, y como viajeros que perdieron el sentido existencial, se embriagan con las utopías para huir de sí mismos y de los otros.

El Espiritismo llega, en este momento decisivo, como respuesta del cielo generoso a la tierra afligida, ofreciendo directrices preparación y luces que proporcionan paz.

Es necesario que haya un despertar de los valores del Espíritu eterno, a fin de que el hombre logre la identificación consigo mismo y con el bien.

Reunimos en ésta pequeña obra, treinta temas-desafío que se producen con frecuencia y que causan perturbación a las criaturas humanas.

Sin pretensión de solucionarlos, presentamos ángulos optimistas y abrimos espacios para una visión espiritual positiva del comportamiento.

No agregamos conceptos que no sean conocidos, sino que volvemos a presentarlos en un lenguaje apropiado a estos tiempos de confusión y de sufrimiento.

Aguardando que el querido lector medite sobre nuestras palabras y encuentre la plenitud, lo invitamos a que despierte y sea feliz.

Juana de Angelis
Salvador, 14 de febrero de 1996
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   De Allá para Acá

Nadie juzgue que la muerte representa el salvo conducto para la beatitud celeste. Muchas existencias en que el programa del bien padece frustraciones por nuestra rebeldía o indiferencia, solamente recogen después de la sepultura, la aflictiva purgación de sus errores deliberados. El infierno mental establecido por nosotros, dentro de nuestras propias almas, nos exige en el retorno a la materia densa para que las llamas del remordimiento o del arrepentimiento se apaguen en el contacto de nuevas luchas ... Aquí, está el usurero obsesionado por la acumulación del oro usando la técnica da la 
pobreza.
Allí, está el tirano que se propone aprender humildad en la filas del anonimato y de la angustia.
Más allá, está el delincuente que suspira por reencontrar a las víctimas del ayer, a fin de rescatar los débitos contraídos . En la conquista, a pesar de todo, para comenzar nuevamente, es indispensable que se esfuercen en la devoción y la renuncia, para alcanzar la reencarnación que los colocará en la posición de la oportunidad esperada. Para eso, empéñense en los rasgos del sacrificio, plantando entre los encarnados la bendición de la simpatía, el pasaporte indispensable para la estación del hogar humano, en que se renovaran, al frente del progreso. Es por eso, que la experiencia en la Tierra no representa una mera aventura del alma y si precioso tiempo de aprendizaje y servicio que no debemos menospreciar. Gracias a la instrumentalidad del Plano Físico, nos aproximamos a las antiguas dificultades o a los desafectos del pasado, para que la obra del amor se reajuste y se consolide, en nosotros y junto a nosotros.
No menoscabes la enseñanza de elevación que la actualidad te confiere.
La máquina fisiológica en que provisionalmente estás puede ser una escalera hacia la esfera superior o el declive sutil hacia regiones expiatorias, depende de ti dar el paso que te conducirá un escalón más hacia la luz o el salto al despeñadero de la sombra.
Valoriza la existencia terrestre y camina hacia adelante, convirtiendo la lucha redentora en recursos de ascensión. Recuerda que el tiempo es el mayordomo fiel de la vida, y si la bondad del Señor te concedió para hoy la riqueza del cuerpo físico, la justicia de Él mismo, te espera, mañana, para la cuenta imprescindible.

Espíritu Emmanuel
Médium Francisco Cândido Xavier
Extraído del libro  "Atención"
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Vuestro amigo y Hermano Jose Luis Martín, os desea a todos una feliz celebración del nacimiento en este mundo de Jesús de Nazaret.
                                      

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