martes, 10 de diciembre de 2013

Anotaciones sobre el Vampirismo



En la Doctrina Espirita “vampiro” es toda entidad ociosa que se vale, indebidamente, de las posibilidades ajenas y, que tratándose de vampiros que visitan a los encarnados, es necesario reconocer que ellos atienden sus siniestros propósitos a cualquier hora, desde que encuentran guarida en el envoltorio de carne de los hombres.”
Frente al desajuste mental del hombre actual, corrompido de vicios y pasiones, de orden fisiológico o psicológico, el vampirismo entre los encarnados tiene, inconcebible extensión.

Dos palabras es necesario que definamos para seguir adelante:
Larvas: alimento mental de las entidades infelices, formado por nuestras creaciones mentales.
Vampirismo: Acción por la cual Espíritus poco evolucionados, arraigados en las pasiones inferiores se imantan a la organización psicofísica de los encanados (y desencarnado), absorbiéndoles la sustancia vital.
La localización habitual es en el estomago, hígado, sistema digestivo y la zona del sexo.
Las causas efectivas son desarreglos, emocionales, glotonería, exceso de alcohol, cólera, tristeza odio etc. etc.
La forma de evitar el vampirismo es teniendo una conducta recta y por el cultivo incesante de hábitos opuestos a los que hemos señalado.
Casi siempre el cuerpo enfermo señala una mente enfermiza”, lo que equivale a decir: que desequilibrados los centros peri espirituales, el reflejo se producirá, de inmediato, en el cuerpo físico.
Alcanzando el molde periespiritual, en su estructura por los golpes de las vibraciones, el recipiente lo reflejará inmediatamente”.
Por los excesos, en la alimentación o en otras manifestaciones más característicamente espirituales, de orden inferior, creamos tales larvas, con lo que atraemos, para nuestro campo mental y fisiológico, entidades ociosas.
El estomago, el hígado, el aparato digestivo, etc., pasarán a constituir delicioso pasto (y repasto también…) para tales Espíritus, aun no beneficiados por la luz de la renovación interior.
Con el mismo automatismo con que, al medirla, buscamos, en un restaurante o en nuestra propia casa, el alimento indispensable al cuerpo, tales entidades buscan y encuentran siempre, en nosotros, aquello de que se nutren las larvas creadas por nuestros pensamientos y acciones.
Esto es porque, “las acciones producen efectos, los sentimientos generan creaciones, los pensamientos dan origen a formas y consecuencias de infinitas expresiones.
Los excesos físicos o mentales son la fuente generadora de esta extraña fauna.
La cólera, la desesperación, el odio y el vicio ofrecen a peligrosos gémenes psíquicos en la esfera del alma”.
Las criaturas que se entregan a la embriaguez y a los desvarios del sexo, son gandes productores de esas larvas, que se localizan, naturalmente, en la parte del cuerpo donde más directamente se reflejan los desajustes.
Aquellos que creen que la vida se resume, apenas, en comer y beber, dormir y procrear, no escapan al imperativo de la Ley.
Los amigos espirituales observan, apenados que “a los infelices que caerán en semejante condición de parasitismo, las larvas sirven de alimento habitual”, refiriéndose a los encarnados que no se despojaron de los habitos que cultivaron en el mundo.
De tal forma, conforme con la naturaleza de nuestra vida mental, proporcionaremos alimento a las entidades no esclarecidas.
Somos sus sustentadores, los que les aseguran la economía órgano-psíquica.
Esto no se sirve en platos, basta que el desencarnado se agarre a los compañeros de la ignorancia, aun encarnados, como hierba dañina a las ramas de los arboles, absorviéndoles la sustancia vital”.
Nuestra existencia como encarnados, no se resume, exclusivamente, en comer y dormir, en beber y procrear. Con todo el respeto a nuestros hermanos irracionales, recordemos que los animales comen y duermen, beben y procrean…
La vida es la más bella sinfonía de Amor y Luz que el Divino Poder compuso.
La oración y el estudio, la buena voluntad y el trabajo, el cultivo de los pensamientos ennoblecedores y la bondad desinteresada, harán de nuestras almas, armoniosas notas de celestial belleza, enriqueciendo la sublime orquestación que exalta las glorias del Ilimitado…
Reconocemos, no obstante, que nuestra mente desequilibrada genera, todavía, creaciones y formas inferiores, dificultándonos el acceso a los planos elevados, no podemos acomodarnos más a semejante clima, desde el momento que estamos informados de que la perseverancia en el Bien nos dará, ciertamente, poderosos recursos para la realización, a la luz del Evangelio, del sublime ideal de cristianización de nuestras almas, con lo que se concretará definitivamente, la promesa del Señor Jesús:“Aquel que persevere hasta el fin, será salvo”.


Trabajo extraído del libro “Estudiando la Mediúmnidad” de Martin Peralva

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LA MANSEDUMBRE Y LA DULZURA
J. Herculano Pires (Hermano Saulo)

Las agitaciones de nuestro tiempo  caracterizan la fase de la transición por la que estamos pasando  en la Tierra. El conocimiento espirita debe preservarnos  de arrastramientos peligrosos  y de incomprensiones a respecto de la situación del mundo.  Una consulta a las  notas intimas de Kardec, en Obras Póstumas, nos bastaría  para esclarecernos  al respecto y predisponernos a la vigilancia  necesaria.  
Emanuel nos recomienda, como siempre, la mansedumbre y la dulzura como instrumentos de paz. La receta es acertada, más conviene  no olvidarnos de la enseñanza de Lázaro, en el ítem 6 del capítulo IX del Evangelio “El mundo está lleno de personas que traen la sonrisa en los labios y el veneno en el corazón. No basta  que los labios  destilen leche y miel, pues si el corazón  nada tiene de eso, se trata de hipocresía.”
El espiritismo, teniendo como fin conducirnos a la Verdad, no se preocupa  con las apariencias  y no aprueba las técnicas de falsedad del hombre. De nada vale el barniz  de la mansedumbre en las relaciones sociales, si no tenemos el corazón puro, como Jesús enseñó a los fariseos.  En las horas de bonanza  podemos hablar en tono suave, más en medio de la tempestad, la advertencia,  la represión enérgica y hasta aun mismo el grito son indispensables.
El buen sentido de Kardec nos recuerda  el deber  de ayudar con energía en las horas de crisis.
Escribe Emmanuel: “Todos  los enfermos del alma deben ser medicados por encima de todo, por el dialogo curativo.” El Espiritismo, por si mismo, apareció en el mundo como un dialogo de su naturaleza.  Y podemos ver y sentir, en los textos doctrinarios, que la terapéutica no se hace apenas  con palabras balsámicas, pues hay situaciones   que requieren el golpe  el golpe quirúrgico  de las expresiones firmes y precisas. La mansedumbre  y la dulzura se tornan negativas cuando  no proceden  de un corazón lleno de amor verdadero.
La copa de agua fría que podría ayudarnos en las horas de crisis   no brota  de la fuente  del  fingimiento, más si de la fuente natural  del entendimiento fraterno y del sentimiento legitimo de amor al prójimo. Sabemos que  la  evolución individual y colectiva no se hace  por medio de artificios.  Todos los artificios  son condenados  por la doctrina renovadora del Espíritu de Verdad, que se asienta en lo real y no en lo  ilusorio. En nuestra conducta espirita,  normalmente en las fases críticas  como en la que estamos  enfrentando, no podemos olvidar que la búsqueda de la verdad es nuestro objetivo.
Artículo publicado  originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del periódico Diario de S. Paulo, en la década de 1970.

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                              AFLICCIONES

 Seguramente, tú que estás en la aflicción, pasando por pruebas muy duras, sueles acusar a Dios de injusto, por más que te afanas en estudiar tu vida, y tus realizaciones, no encuentras un motivo que justifique todo por lo que estas pasando.
Y si compañero-a,  “a cada uno será dado según sus obras”, los planes  para las peripecias de una reencarnación, son rigurosamente estudiados al otro lado de la vida, antes de reencarnar, son estudiados, realizados y revisados,  siempre de acuerdo con la más equitativa justicia, y  en pleno cumplimiento de la alta expresión de la sentencia inmortal sancionada por el Divino Maestro, la que viene a aclarar  todos los grandes e irremediables problemas que afligen y decepcionan a la Humanidad.
Por lo común, es el propio espíritu quien escoge las pruebas por las cuales debe pasar en la próxima reencarnación: los acres  espinas  que deben dilacerar los días de su existencia terrenal, y el lugar  en que convendrá que remedie las consecuencias del pretérito culposo. El mismo suplica a las Potestades Guiadoras nuevas oportunidades que le permitan poner de manifiesto el arrepentimiento de que se halla poseído, así como el deseo de iniciar el camino  regenerador que favorezca la ocasión de que pueda corregirse de los impulsos inferiores que pudieran arrastrarlo al mal comportamiento… Y tales pruebas, serán efectivas tanto en un cuerpo relativamente sano, como en uno mutilado, o impedido por enfermedades irremediables, siempre de acuerdo  con los agravantes de sus propias faltas acumuladas.
Si somos rebeldes y desperdiciamos  muchas veces, de esa concesión con manifestada falta de respeto a la Ley del Creador, que nos ha permitido repetidas veces  la misma oportunidad, incurriremos  en una concesión más apreciable porque, en tales casos, existirá la propia intervención  del propio Maestro redentor, que Suplicará al Creador Supremo nuevos  ciclos  de experiencias,  con el fin de que el rebelde pueda rehabilitarse…
Siendo nuestro cuerpo físico terrenal un deposito sagrado, como verdadera dadiva celeste que es, las criaturas  debemos proceder con más inteligencia  conduciéndonos a la altura de la concesión recibida, portándonos respetuosamente, teniendo consideración y prudencia durante el periodo a que no obligue a permanecer disfrutando las ventajas  morales que la estancia en el planeta tierra nos confiere…Con ese proceder evitaríamos repeticiones  de existencias expiatorias, dolorosas e inevitables, que son el resultado por la falta de respeto a las leyes  venerables, a que es sometida la Vida Universal…
El dolor educador, corrige las anomalías con las que nos rodeamos, reconciliándonos con la Ley, con Dios y con la Misericordia Infinita. Dios quiere que las criaturas se embellezcan con la armonía de Sus Leyes. Y sabemos que esas leyes son incorruptibles, por eso debemos observarlas y respetarlas, con el fin de no vernos después obligados a absorber la hiel irremediable de las consecuencias que por nuestra propia voluntad creamos  por desviarnos de la ruta natural y luminosa…
Conviene que acentuemos, que la reencarnación es una concesión sublime  hecha por Dios  a Sus criaturas, para que progresen y se engrandezcan: preparándose para la herencia  que les está reservada en la Gloria de Su reino.

Nuestro cuerpo físico terrenal es un depósito sagrado que el hombre debe respetar, proteger y salvaguardar en todo lo posible, de impurezas y de daños. El cuerpo, físico-astral, ósea, el periespiritu, no debe serlo menos, protegiendo nuestra inteligencia, nuestra conciencia, nuestra razón, nuestros sentimientos, nuestro ser,  en fin, es la propia esencia  del Creador, partícula Suya, centella extraída de Su Supremo  Ser.
De esto se deduce, que todos somos templos venerables, puesto que poseemos la gloria  de traer a Dios en nosotros mismos, y que ya sea en la tierra como seres humanos,  o invisibles como espíritus libres, al otro lado de la vida,  debemos respeto y veneración a nosotros mismos, así como a nuestros semejantes considerando que todas las criaturas son perfectamente iguales ante su Creador ¡Joyas muy amadas del cofre  sempiterno de Aquel que es la Suprema Razón de la Vida! De ahí se origina, ciertamente, la ley básica Divina:
“-Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo”
Procuremos no desanimarnos ante los reveses de la vida, por el contrario debemos confiar en la inexcedible ternura de nuestro Amado Maestro y Señor, que es el Guía infalible de nuestros destinos… Recordando, también, de que Aquel que estableció la sabiduría de las leyes que rigen el Universo, también habrá de fortalecernos  para que obtengamos la victoria sobre nosotros mismos.
Amigos os deseo un feliz miércoles, que la Luz del Espiritismo y su mensaje redentor siga iluminándonos todos los días, para que luchemos por conquistar nuestro progreso.

Extraído del libro “Memoria de un Suicida” de Ivonne  Pereira


                   

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