CEREBRO Y PENSAMIENTO
PARALELISMO FISIOLÓGICO
Ernesto Bozzano
La Teoría del “Paralelismo Psicofisiológico”, es el gran obstáculo para que la Ciencia Oficial, admita la interpretación espiritualista de los fenómenos mediúmnicos.
Esto se debe a que la Teoría está enmarcada entre los límites funcionales, de las relaciones que existen entre el cerebro y los estados de conciencia.
Esta teoría no prejuzga el origen de la actividad física, solo comprueba la relación entre los fenómenos psíquicos y las funciones morfológicas del cerebro.
Ella se opone a la “Teoría Materialista”; según la cual, el cerebro es una glándula que segrega el pensamiento y también al “Idealismo Puro”, la cual sostiene que la actividad psíquica y las funciones morfológicas del cerebro, no tienen ninguna relación; esto haría a este último, un órgano inútil.
Las funciones morfológicas del cerebro son dos:
1) Traducir las innumerables vibraciones físicas del mundo exterior, que recibe el cerebro por medio de los sentidos y transmitirla al Espíritu. En otras palabras, hacer entendible aquellas sensaciones físicas que reciben nuestros sentidos y las cuales no puede hacerlo nuestro Espíritu.
2) Una vez llegadas estas señales al Espíritu, en él se origina un estado de consciencia y genera unas imágenes psíquicas, que son enviadas a los “Centros de Inervación Eferente”;(transmisores nerviosos, hacia órganos determinados, a fin de que actúen según el caso.
Esto demuestra una relación entre actividades opuestas; morfológicas y Psíquicas, pero no relaciones antagónicas, sino de correspondencia paralela.
Un ejemplo práctico que nos ayudaría a comprender lo anterior, sería el imaginarnos, que transitando por la calle, nos aparece un perro bravo, que nos ladra en forma agresiva y pretende mordernos.
Las imágenes del perro ladrándonos con odio y el sonido de los ladridos, son enviados por nuestros oídos y nuestros ojos, al cerebro.
Este, envía esas vibraciones al Espíritu, quien al comprender la situación, crea un estado de conciencia, originando imágenes psíquicas.
Estas imágenes, son enviadas por transmisores nerviosos y recogidos por los órganos correspondientes, a los cuales les tocaría actuar según la situación, ya sea para responder o ponerse a salvo.
Todo esto es admisible si se acepta, un alma independiente del cuerpo, pero no, si se pretende que el pensamiento es una función del cerebro.
El Dr. Geley, en su obra “Del Inconciente al Consciente”, nos cuenta:
El joven Luis B., hoy jardinero cerca de Paris, había sufrido una ablación (extirpación), de una parte considerable de su hemisferio cerebral izquierdo y a pesar de ello, continúo intelectualmente normal, no obstante la privación de circunvoluciones, consideradas como asiento de funciones esenciales.
Le Clement de Saint-Marcq, ex coronel del ejército Belga, cuenta el siguiente caso:
Se trata de un suboficial de la guarnición de Amberes, que desde hacía dos años, sufría de severos dolores de cabeza, que sin embargo le permitían cumplir con su cargo.
Murió repentinamente, y en el hospital se le practicó la necropsia.
Al abrir su cráneo, solo se encontró una papilla (masa) de pus, no existía ni una sola célula cerebral.
Como la transformación de las células cerebrales en pus, llevó cierto tiempo en realizarse, se deduce que e suboficial pudo durante un tiempo largo, cumplir con todas las obligaciones que su servicio le obligaba.
Esto prueba que el pensamiento, no está ligado al órgano cerebral.
Con los casos anteriores, queda demostrado que en circunstancias excepcionales, la inteligencia puede sobrevivir intacta, a la destrucción del cerebro, lo cual lleva a demostrar la existencia de un cerebro “etéreo”, inmanente en el cerebro físico, y por consiguiente la existencia de un cerebro “etéreo”, inmanente a un cuerpo somático.
Si aceptamos la existencia de un cerebro “etéreo”, asiento de la conciencia, podemos lograr la explicación de en ciertas circunstancias de sintonización entre el Cerebro y el Espíritu, y que éste pueda prescindir total o parcialmente, de su órgano de relación terrestre
Esto logra explicar los fenómenos de bilocación en el sueño, el desdoblamiento fluídico, sonambulismo, etc.
También se relaciona con la memoria cerebral, la cual es pequeña comparada a la memoria consciente. Esta aparece como vasta y profunda, en los estados subconscientes, indiferente a toda contingencia cerebral.
Todo lo anterior demuestra una correlación, entre las actividades morfológicas y psíquicas, opuestas entre si, que llevan a registrar las sensaciones físicas que llegan por vía de los sentidos, transformándolas en vibraciones psíquicas, perceptibles para el Espíritu, quien a su vez las trasmite a la periferia en forma de acciones apropiadas.
Por lo tanto, para el Espiritismo, la teoría del “Paralelismo Psicofisiológico”, es cierta; solo que hay que modificar interpretación, con la nueva Psicología.
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Don Bosco y el pacto de muerte
Biografiado por diversos autores su vida es ejemplo de caridad
Don Bosco fue un hombre notable. Nacido en Italia en 1815 y desencarnado en 1888, este escritor y padre piadoso fundó, a lo largo de su vida, nada menos que ciento cincuenta instituciones de caridad, las cuales tenían por finalidad abrigar millares de pobres huérfanos adolescentes y darles conocimientos agrícolas. Y debido a ese gigantesco trabajo caritativo fue canonizado y mereció innumeras veces ser biografiado por conocidos autores.
Contemporáneo de Allan Kardec e intelectual de mente abierta, Don Bosco, ciertamente, leyera los libros de la Codificación, no obstante combatidos por el clero. Los leyó, pero no los desdeñó. Y, valiente, narró en su libro de memorias «Cuarenta años de pruebas» («Quarante années d´épreuves», editora Vitte, pp. 99-102), fenómenos contundentes de efectos físicos que presenció cuando tenía veinte y cuatro años de edad.
Esto es lo que el fundador de la Congregación de los salesianos nos cuenta1:
«Entre Comollo y yo (confiesa Don Bosco) existía una amistad muy sincera y una confianza ilimitada. Muchas veces hablábamos de lo que podría, a cada momento, acontecernos, por ejemplo, si la muerte nos viniese a separar... Un día hicimos un intercambio de promesas: ‘Aquel de nosotros que muriese primero, pondría al otro, si Dios lo permitiera, al tanto de su salvación eterna.’ Yo aún no tenía idea de la importancia de tal compromiso. Debo confesar que había en eso mucha liviandad. Como quiera que sea, jamás aconsejaré a nadie proceder de esa manera. Entretanto, nosotros lo hicimos y repetimos muchas veces, principalmente durante la última enfermedad de Comollo. Sus últimas palabras y su última mirada me dieron la certeza que él no faltaría a lo concertado. Muchos de mis compañeros estaban al tanto del pacto. Comollo murió el 2 de abril de 1839. El día siguiente, por la tarde, se realizaron sus funerales solemnes en la Iglesia de San Felipe. Los que conocían la promesa que nos ligaba esperaban impa-cientemente su verificación. Yo mismo estaba nervioso, aunque aguardaba del acontecimiento una gran satisfacción a pesar de todo. En la noche, ya acostado por buen rato, no conseguía dormir. Estaba convencido de que en esa noche, en nuestro dormitorio, donde se alojaban cerca de veinte seminaristas, se cumpliría la promesa. Serían, aproximadamente, once horas y media, cuando el local fue repentinamente conmovido por un barullo tremendo que parecía dilatarse en los pasillos. Se diría que un pesado carro, empujado por una yunta imponente, se aproximaba a la puerta del dormitorio. De momento a momento, el rumor se extendía trágicamente, haciendo temblar el dormitorio, como si hubiese habido el estremecimiento de un trueno. Aterrorizados, los seminaristas saltaron para debajo de sus lechos y se refugiaron en un rincón, acomodándose como podían. En ese momento, un trueno, aún más espantoso que los precedentes, sonó y, por tres veces, se percibió claramente la voz de Comollo: ‘Bosco, estoy salvo’. Todos oyeron esos fragores; muchos, las palabras de Comollo, pero sin percibir el sentido; otros, en cambio, lo comprendieron tan bien como yo. Durante mucho tiempo se comentó en el seminario el episodio. Fue la primera vez, confieso, que tuve miedo. Y hasta mi terror fue tal que caí gravemente enfermo y casi morí.»
Estamos agradecidos a Don Bosco por enriquecer la literatura espírita con tan emocionante relato.
Jorge Rizzini
Tomado de la revista «RIE» de Febrero de 2005.
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Meimei |
CONFÍA SIEMPRE
No pierdas tú fe entre las sombras del mundo.
Aunque tus pies estén sangrando, sigue para siempre,Irguiendo la confianza por luz celeste, por encima de ti mismo.
Cree y trabaja.
Esfuérzate en el bien y espera con paciencia.
Todo pasa y todo se renueva en la Tierra , pero lo que viene del cielo permanecerá.
De todos los infelices, los más desdichados son los que perdieron la confianza en Dios y en sí mismos, porque el mayor infortunio es sufrir la privación de la fe y proseguir viviendo.
Eleva, pues, tú mirada y camina.
Lucha y sirve. Aprende y adelantate.
Brilla la alborada más allá de la noche.
Hoy, es posible que la tempestad te maltrate el corazón y te atormente el ideal, aguijoneándote con la aflicción o amenazándote con la muerte.
No te olvides, sin embargo, de que mañana será otro día.
Mensaje del Espíritu Meimei, psicografiado por el médium Francisco Cándido Xavier – Brasil
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