Las tres Revelaciones |
¿Es necesaria la religión?
La religión, bien entendida, debería ser un vinculo para unir a los hombres entre si y los estrechase con un mismo pensamiento al principio superior de todas las cosas.
Existe en el alma un sentimiento natural que la orienta hacia un ideal de perfección en el cual identifica el Bien y la Justicia.
La verdadera religión no es una manifestación exterior; es un sentimiento, y es en el corazón humano donde está el verdadero templo de lo Eterno. La verdadera religión no puede ajustarse a reglas ni ritos estrechos. No necesita formulas ni imágenes; se preocupa poco de los simulacros y de las formas de adoración, y no juzga a los dogmas sino por su influencia en el perfeccionamiento de las sociedades.
La verdadera religión abarca a todos los cultos, a todos los sacerdocios; se eleva por encima de ellos y les dice: ¡La verdad está más alta!
Todos los hombres no están en el estado de alcanzar esas cimas intelectuales. Por eso es por lo que se imponen la tolerancia y la benevolencia. Si el deber nos incita a separar a los buenos espíritus de las manifestaciones vulgares de la religión, es preciso abstenerse de arrojar la piedra a las almas dolientes, desconsoladas, incapaces de asimilar las nociones abstractas y que encuentran en su fe ingenua un sostén y una conformación.
Hoy en día el número de creyentes sinceros a disminuido, la idea de Dios, antes sencilla y grande en las almas, ha sido desnaturalizada por el temor al infierno; ha perdido eficacia. En la imposibilidad de elevarse a lo absoluto, algunos hombres han creído necesario adaptar a su forma y a su medida todo lo que quisieran concebir. De esta forma han rebajado a Dios hasta su propio nivel, atribuyéndole sus pasiones y sus debilidades, reduciendo la Naturaleza y el Universo, y, a través de su prisma de ignorancia, han descompuesto en diversos colores el puro rayo de la verdad.
Las claras nociones de la religión han sido oscurecidas adrede. La ficción y la fantasía han engendrado el error, y este, condensado en el dogma, se a urgido como un obstáculo en el camino de los pueblos.
La Luz ha sido velada por aquellos que se consideraban como los depositarios de ella, y las tinieblas en que se querían envolver a los demás se han producido en ellos y alrededor de ellos. Los dogmas han pervertido el sentido religioso, y el interés de casta ha falseado el sentido moral. De aquí un cúmulo de supersticiones, de abusos, de prácticas idolatras cuyo espectáculo ha lanzado a tantos hombres a la negación.
Las religiones son manifestaciones temporales, aspectos parciales de la eterna verdad, deben transformarse en cuanto han hecho su obra y no responden ya a los progresos y a las necesidades de la humanidad. A medida que esta avanza en su camino, necesita nuevas concepciones, un ideal más elevado, y los encuentra en los descubrimientos de la ciencia y en las instituciones grandiosas del pensamiento.
Las religiones envejecidas se derrumban en sus bases y una renovación filosófica y social se prepara. El progreso intelectual y material llaman al progreso moral. Un mundo de inspiraciones se agita en las profundidades de las almas y se esfuerza por adquirir forma y nacer a la vida. El sentimiento y la razon , esas dos grandes fuerzas imperecederas como el espíritu, tienen por fin, el aproximarse.
La religión debe perder su carácter dogmático y sacerdotal para mostrarse científica; la ciencia se separa de lose escollos materialistas para iluminarse con un rayo divino. Va a surgir una doctrina idealista en sus tendencias, positiva y experimental en su método y apoyada sobre hechos innegables. Síntesis poderosa, abarcará y acumulará todas las concepciones variadas del mundo y de la vida, radiaciones interrumpidas, fases diversas de la verdad.
Está será la resurrección, bajo una forma más completa, accesible para todos, de la doctrina secreta que conoció el pasado; el advenimiento de la religión natural, que renacerá sencilla y pura. La religión pasará a los actos, al deseo ardiente del bien; el holocausto será el sacrificio de nuestras pasiones, el perfeccionamiento del espíritu humano. Tal será la religión superior, definitiva, universal, en cuyo seno desaparecerán, como los ríos en el Océano, todas las religiones pasajeras, contradictorias, frecuentemente causantes de la división y de rompimiento para la humanidad.
La religión es necesaria e indestructible porque tiene su razón de ser en la naturaleza misma del ser humano, del cual resume y expresa las aspiraciones elevadas. Es también la expresión de las leyes eternas, y, desde ese punto de vista, debe confundirse con la filosofía, a la que hace pasar el dominio de la teoría de la ejecución y la torna viva y activa.
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