miércoles, 1 de diciembre de 2010
Los muertos viven
La conmemoración por los muertos, hoy denominada Día de los Difuntos, tiene su origen en la antigua Galia, en el territorio europeo.
Es común en ese día la intensa visita a las tumbas. Y se observan escenas muy interesantes. Existen aquéllos que se sientan sobre las tumbas de sus amados y se quedan todo el día para hacerles compañía. Como si de verdad ellos allí estuviesen encerrados.
Otros les ofrecen comidas y bebidas. Para que se alimenten. Como si el Espíritu necesitase de eso.
Otros aún gastan verdaderas fortunas en flores raras y ornamentaciones vistosas. Decoran la tumba como si fuese la vivienda del ser querido.
Tales comportamientos pueden influir en el Espíritu - caso no sea él de una categoría lúcida, conciente - manteniéndolo vinculado a sus despojos, a su tumba.
Como cristianos aprendemos con Jesús que la muerte no existe. Así, nuestros muertos no están muertos, tampoco duermen.
Cumplen tareas y alzan las manos auxiliando a aquellos que permanecen en el capullo carnal.
Prosiguen en su auto perfeccionamiento, construyendo y reformulando su mundo íntimo, disciplinando las emociones.
Y siguen amándonos.
El cambio del estado de vibración no les quita los sentimientos afectuosos cultivados en la etapa terrenal.
Son los padres y madres queridos, arrebatados por la desencarnación inesperada. Hijos, hermanos, parejas - seres amados.
El vacío de la añoranza llena nuestros corazones y la angustia pasa a vivir en las cercanías de nuestra alma.
Ese es el momento de inclinarnos a la majestad de la Ley Divina y orar. La oración es como el perfume de una flor que se alza y une los abrazos y besos, la añoranza y el amor.
La mejor conducta hacia los queridos que partieron para el Mundo Espiritual, es el recuerdo de sus virtudes, de sus buenos ejemplos, de los momentos de alegría compartidos.
Nuestra oración refrigera sus almas y les habla de nuestros sentimientos.
No hay necesidad de tener dinero para honrar con fervor cristiano a nuestros muertos. Ni necesidad absoluta de nuestras presencias al lado de sus tumbas. Ellos no están allí.
Espíritus libres, viven en el Mundo Espiritual y muchas veces, están a nuestro lado diciéndonos de su añoranza y de su amor.
* * *
Si deseas honrar a tus muertos, cambia los valores que gastarías en ornamentación de las tumbas y flores exuberantes por panes y piezas de vestuario para los niños y embarazadas pobres.
Ofrécelos en nombre de tus amados.
Redacción del Momento Espírita.
En 02.08.2010
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