sábado, 4 de diciembre de 2010

Fatalidad y Presentimientos

Siempre hay un Angel
de la Guarda

La Fatalidad y los Presentimientos, San Luis, Revista Espírita de marzo de 1858


(La traducción al español fue publicada en la revista "Amanecer Espírita", CEEAK - Málga, de enero-febrero de 1998)



Uno de nuestros lectores nos escribió lo siguiente:

"En el mes de Septiembre último, una embarcación ligera, haciendo la travesia de Durkerque a Ostende, fue sorprendida por un tiempo agitado y por la noche, el barquito zozobra, y de las ocho personas que lo tripulaban, cuatro perecen; las otras cuatro, entre las cuáles me encontraba, consiguieron mantenerse sobre la quilla. Permanecimos toda la noche en esa horrible posición, sin otra perspectiva que la muerte, que nos parecía inevitable y de la cual experimentamos todas las angustias. Al amanecer, habiéndonos el viento llevado a la costa, pudimos ganar la tierra a nado. ¿ Por qué en ese peligro, igual para todos, sólo cuatro personas sucumbieron ? Anotad, que por mi parte, es la sexta o séptima vez que escapo de un peligro tan eminente, y casi en las mismas circunstancias. Soy verdaderamente llevado a creer que una mano invisible me protege. ¿ Qué hice para eso ? No sé mucho; no tengo importancia y no tengo utilidad en este mundo, y no me vanaglorio de valer más que los otros; lejos de eso: había entre las víctimas del accidente, un digno eclesiástico, modelo de virtudes evangélicas, y una venerable hermana de San Vicente de Paul, que iban a cumplir una santa misión de caridad cristiana. La fatalidad me parece tener un gran papel en mi destino. ¿ Los Espíritus, en ella no estarián para alguna cosa ? ¿ Será imposible tener, por ellos, una explicación a ese respecto, perguntándoles, por ejemplo, si son ellos que provocan o apartan los peligros que nos amenazan ?..."

Conforme el deseo de nuestro lector, dirigimos las preguntas siguientes al Espíritu de San Luis que gusta de comunicarse con nosotros todas las veces que hay una instrucción útil que dar.

P. Cuando un peligro inminente amaneza a alguien, ¿ es un Espíritu quien le dirige al peligro, y cuando de él escapa, es otro Espíritu el que lo aparta ?

R. Cuando un Espíritu se encarna, escoge una prueba; escogiéndola se hace una especie de destino, que no puede conjurar más, un vez que él está sometido; hablo de pruebas físicas. Conservándose el Espíritu en su libre albedrío, sobre el bien y el mal, es siempre señor para soportar o repelir la prueba; un buen Espíritu, viéndolo debilitarse, puede venir en su ayuda, pero no puede influir sobre él, de manera a dominar su voluntad. Un Espíritu malo, puede impresionarlo y amedrontarlo, pero, la voluntad del Espíritu encarnado no queda menos libre de toda traba.

P. ¿ La fatalidad que parece presidir los destinos materiales de nuestras vidas sería, pues, aun el efecto de nuestro libre albedrío ?

Tú mismo escogisteis tu prueba; cuanto más ruda el ella, mejor la soporta tú, más te elevas. Aquellos que pasan su vida en abundancia y en la felicidad humana, son Espíritus flojos que permanecen estacionarios. Así, el número de los infortunados sobrepuja en mucho al de los felices de ese mundo, teniendo en cuenta que los Espíritus procuran, en su mayor parte, la prueba que les será más fructífera. Ellos ven muy bien la futilidad de vuestras grandezas y de vuestras alegrias. Además, la vida más feliz es siempre agitada, siempre perturbada, no será eso sino por la ausencia del dolor.

P. ¿ Los Espíritus pueden advertirnos directamente de un peligro ? He ahí un hecho que parece confirmarlo: una mujer saliá de su casa y seguía por el boulevar. Una voz íntima le dice: Vete; vuelve a tu casa. Ella duda. La misma voz se hace oír varias veces; entonces, ella vuelve sobre sus pasos; pero, reconsiderándolo, ella se dice: ¿qué voy a hacer en mi casa ? De ella salí; es sin duda un efecto de mi imaginación. Entonces, ella continúa su camino. A algunos pasos de allí, una viga que se soltó de una casa, le alcanza la cabeza y le derrumba inconsciente. ¿ Cuál era esa voz ? ¿ No fue un presentimiento de lo que iba a ocurrir a esa mujar ?

R. La del instinto; además, ningún presentimiento tiene tales caracteres: siempre son vagos.

P. ¿ Qué entendéis por la voz del instinto ?

R. Entiendo que el Espíritu, antes de encarnarse, tiene conocimiento de todas las fases de su existencia; cuando éstas tienen un caráter marcado, de ellas consierva una espécie de impresión en su fuero interno, y esa impresión, despertando cuando el momento se aproxima, se vuelve presentimiento.

Nota - Las explicaciones de arriba se reportan a la fatalidad de los acontecimientos materiales. La fatalidad moral está tratada, de modo completo, en El Libro de Los Espíritus.

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