lunes, 16 de enero de 2023

Hijos deficientes

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Hijos deficientes

2.- Imperfecciones morales: Terreno abonado para los obsesores

3.-Desánimo espiritual

4.-Posible identidad de los "Ángeles" del Evangelio. su relación con Jesús

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HIJOS DEFICIENTES


Somos espíritus en evolución y en cada existencia, nuestro espíritu recibe un nombre y sobre nombre con el cual va a ser conocido y reconocido tanto por lo que hizo y lo que dejó de hacer. Olvidar esa ley máxima de la vida, de la que el espíritu precede al cuerpo y tiene primacía sobre el, es una de las mayores barreras, la causa máxima de nuestros problemas humanos. Si en todas nuestras actividades diarias no olvidásemos esto, tal vez sea un medio eficiente y seguro para nuestra evolución.
La tierra es un planeta escuela y no una colonia de vacaciones. Como espíritus, tenemos dos problemas serios a conquistar en muestra evolución: el miedo y la pereza. Debido a ellos, vivimos pidiendo a Dios facilidades y beneficios, aun mismo sabiendo que en estas fases cometemos nuestros mayores desatinos evolutivos.
La paz y la felicidad nada tienen que ver con llevar una vida ociosa e inútil.
Las virtudes no se compran, ni se ganan de momento, o surgen de la nada como un favor Divino o de la espiritualidad; son conquistas del espíritu en las lides de cada día.
A nadie nos es dado una prueba o expiación que no pueda resolver holgadamente. Cuando no salimos bien de algunas de ellas, la culpa es siempre de la pereza, de la inercia, del miedo, y no de la falta de oportunidades.
El miedo y la pereza son dos adversarios de mucho peso que impide nuestra evolución.
La parábola de los talentos en el capitulo XVI del Evangelio Según el Espiritismo es un magnifica lección para uno de los mayores problemas del hombre contemporáneo: la diferencia entre el potencial de los espíritus y el huso que es hecho de el. Las aptitudes espirituales ya alcanzadas y no usadas son la causa principal de esas modernas plagas: la depresión, la neurastenia, la angustia existencial, el pánico.
Vivir una vida volcada principalmente para buscar confort y placer, lujo y acumular riquezas para el futuro, es un desperdicio de nuestros talentos espirituales.
Las familias que tienen hijos con problemas están constituidas por espíritus fuertes que se propusieron ayudar a esa criatura a superar sus dificultades o a vencer algunos límites, compartiendo. No siempre las limitaciones innatas de cualquier tipo indican débitos con la ley de causa y efecto, muchas veces son elecciones conscientes que el espíritu hizo para desenvolver determinadas y específicas capacidades espirituales.
Para quien tiene hijos con tareas especiales, lo que menos importa son los motivos. No merece la pena perder el tiempo estudiando el motivo que tuvieron de hacer tal elección.
El contacto y el intercambio con la espiritualidad no se destinan a romper las ramas ante los cobros de la vida. “Llamad a la puerta y se os abrirá” no significa que debemos transformarnos, en pedidores de favores de la espiritualidad de forma continuada. Adoramos disculparnos millares de veces por los mismos errores, simplemente para, luego seguir repitiéndolos.
Los niños deben ser orientados para evitar tener que pedir favores y perdón por los errores; es preciso aprender, a asumir las responsabilidades por las consecuencias de las elecciones, enfrentando los hechos y acontecimientos del presente, tal y conforme se presentan. El tiempo y las oportunidades que se pierden llorando, con la rebeldía, disculpas y pedidos sin sentido, todo eso nos causa un atraso espiritual individual y colectivo considerable.
Todos nosotros deseamos hijos bonitos, sanos e inteligentes. Por lo regular es lo que sucede, aunque no siempre.
Hemos de acordarnos de que el niño es un espíritu que aún hace poco estaba en el mundo invisible, entre la vida que se fue, en otro lugar en el tiempo y en el espacio, y la que mal recomienza, en la carne. Entre una existencia y otra pasamos todos por un período de reevaluación personal, de revisión de lo que hicimos anteriormente, de reestructuración de conceptos y, finalmente, de reprogramación de la vida.
Como el niño es un espíritu que trae una programación, una planificación, un proyecto que ejecutar, es incluso posible que venga para un ambiente hostil a sus aspiraciones precisamente porque en el pasado, cuando dispuso de facilidades y de recursos adecuados y suficientes, dejó de llevar a cabo su tarea por negligencia, irresponsabilidad o desinterés.
Es grave, pues, la responsabilidad de quien ha recibido una criatura para criar, ya sea hijo propio o ajeno. Si contribuye para que se consoliden en ella las tendencias negativas en lugar de ayudarle a rehacerse, estará asumiendo cuotas adicionales de responsabilidad y agravando sus dificultades de relación con aquel ser, en futuro cercano o más remoto, en esta o en otras existencias. Ninguno de nosotros es una isla psicológica o emocional. Somos partículas de un solo continente de la vida. Lo que hacemos o dejamos de hacer, por increíble que parezca, puede alterar condiciones y vivencias que solo dentro de algunos siglos o milenios llegarán a resolverse satisfactoriamente.
De una forma o de otra, si procedemos bien o mal, creamos en aquel diminuto espacio nuestro una perturbación o una acomodación en el universo como un todo. Ningún otro fenómeno es tan fantástico e impresionante para el ser humano que lo experimenta, como el de la denominada conciencia cósmica, un estado semejante al éxtasis, que suscita en el ser humano la certidumbre de esa participación e integración en el todo. Las fragmentadas descripciones y testimonios que tenemos al respecto nos dan cuenta de una sensación de perfecta identidad global, como si el individuo fuese el universo entero y no solo un átomo consciente.
Pero esto, a fin de cuentas, sería materia para otra disertación. Únicamente deseamos caracterizar aquí la responsabilidad de cada uno de nosotros, desde el momento en que un espíritu comienza a prepararse para ser nuestro hijo o hija, genético o adoptivo. A decir verdad, y para ser más preciso, la responsabilidad viene de mucho más atrás, pues se articula en el momento en que por alguna razón nuestros destinos se han cruzado, en otro lugar en el mundo, en tiempo que no siempre podemos determinar o siquiera imaginar. Problemas kármicos que todavía hoy han de ser trabajados y que podrán continuar pendientes todavía por los próximos siglos o milenios, vienen siendo tejidos en el taller de la eternidad desde épocas que solo nuestra memoria integral podrá revelar.
¿Y SI EL PEQUEÑO QUE RECIBIMOS no fuese hermoso, inteligente y sano? La primera actitud a asumir, tan pronto hayamos absorbido el impacto mayor o menor que nos ha causado esa verificación, es que la persona que nos ha sido entregada es un ser humano, tan hijo de Dios como cualquiera de nosotros. La segunda postura, tan firme y urgente como esta, es la de que por alguna razón concreta ha venido a nuestra compañía un espíritu condicionado a ciertas limitaciones, eludibles unas, irreversibles otras, que nos incumbe aceptar para enfrentar las dificultades resultantes. El tercer aspecto a considerar es que el dolor, la desarmonía, el desajuste, son situaciones transitorias. La ley divina provee para todos nosotros un estado final de felicidad permanente, y por eso se hizo imprescindible decretar, simultáneamente, la transitoriedad del sufrimiento. No hay sufrimiento eterno en ningún rincón del universo; hay seres que sufren por un período mayor o menor de tiempo, según la naturaleza de sus errores, y en razón directa del esfuerzo que procuran hacer para ajustarse a las leyes cósmicas infringidas, y todo está previsto y provisto para que se cumpla el objetivo final de la paz interior. Algunas religiones suelen llamar a esto salvación. El nombre no importa, sino la verdad que en ello se contiene. Un cuarto aspecto debe ser mencionado y esclarecido: y es que los padres de un crío deficiente tienen, necesariamente, una implicación personal en la cuestión.
En otras palabras: tienen una cuota de responsabilidad para ante aquel ser, aunque no necesariamente resultante de una culpa.
El ser humano no ha sido creado para la desgracia, el desamor, el sufrimiento, la angustia, sino para la felicidad. Toda la legislación cósmica converge para ese fulcro luminoso. No habría el menor problema en que llegásemos allá todos, en el tiempo oportuno, si comprendiésemos que las leyes divinas no operan contra nosotros, sino a nuestro favor. Y es precisamente por eso, o sea, porque están programadas para llevarnos a los más altos niveles de la perfección espiritual, por lo que ellas contienen apropiados dispositivos para promover la corrección del rumbo en nuestros derroteros evolutivos siempre que nos extraviamos por los atajos.
Es cierto que el hijo que nos llega con deficiencias físicas o mentales viene con su mensaje de sufrimiento para sí mismo y para nosotros. Se hace difícil convencer a personas totalmente carentes de preparación para que acepten situaciones como esas, en las cuales el dolor que nos causan las limitaciones en un hijo o una hija muy amados es precisamente el remedio que la ley está administrando, a nosotros y a él, para que futuramente podamos llegar juntos al territorio libre de la paz, que está en algún lugar, esperándonos.
Rebelarse contra el medicamento prescrito para nuestras llagas resulta inevitablemente en un agravamiento de las mismas. La ley está siendo, en tales ocasiones, generosa y compasiva, nunca mezquina, dura, insensible o vengativa. Lo que está haciendo es ofrecernos la tan soñada oportunidad de recuperación, de restablecimiento, de purificación, todo lo cual, paradójicamente, anhelamos.
Es cierto que a menudo las probaciones y sufrimientos impuestos bajo esa forma son severos.
Decía Cristo, con la razón que tiene en todo cuanto nos legó de su sabiduría inagotable, que es fácil amar a los amigos, lo difícil es amar a los enemigos; y esto es precisamente lo que necesitamos hacer.
Por extensión, podemos decir que es fácil amar a los guapos, a los inteligentes, a los sanos, pero, como también decía Cristo, son los enfermos los que necesitan del médico. Y a menudo la enfermedad del alma está precisamente en aquellos que disponen de los más bellos cuerpos y de las más lúcidas inteligencias. Y belleza e inteligencia, lo mismo que el poder y riqueza, son testigos, son un test, son incluso probaciones que nos someten a examen, con el objetivo de verificar si ya estamos suficientemente maduros para distinguir con seguridad los valores permanentes de la vida de aquellos que son únicamente expresión de la transitoriedad fugaz del brillo falso. Aunque no solo eso, sino para que, identificados unos y otros, tengamos la sabiduría y el coraje de optar por la forma correcta de proceder.
No nos preocupemos por escalar las cumbres para demostrar que somos grandes, y sí por la dulce alegría del amor eterno que ilumina las llanuras de la vida, donde nadie es grande ni pequeño, porque todos son puros y felices.
En conclusión, los hijos deficientes también son hijos de Dios como nosotros, son personas con quienes nos habíamos desavenido en el pasado y que nos incumbe recuperar para el amor fraterno. No para que de ellos nos libremos para siempre, sino con el fin de que, juntos, sigamos rumbo a la felicidad. Como suelo decir a los espíritus con los que dialogamos, no podemos afirmar que esto sea fácil, lo que aseguramos convencidos es que es posible. Es necesario, indispensable. No importa mucho por dónde pase el camino, lo que importa es que nos conduzca a las puertas de la soñada paz, que es nuestra por el derecho inalienable de la herencia.
Hay semillas que cuestan más para germinar que otras, pero todas producirán alguna forma de vida renovada, siempre que logren romper las barreras existentes entre lo que Aristóteles denominó potencia y acto. En muchos de nosotros el amor todavía está en potencia; en otros, ya ha germinado y se ha convertido en acto.
Extraído del libro “
NUESTROS HIJOS SON ESPÍRITUS
HERMÍNIO C. MIRANDA
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IMPERFECCIONES MORALES: TERRENO ABONADO PARA LOS OBSESORES

Las imperfecciones morales del obcecado son, a menudo, un obstáculo para su libertad.-

He aquí un ejemplo notable que puede servir de instrucción para todos:
     Hacía ya algunos años que varias hermanas eran víctimas de pillajes muy
desagradables. Dispersados sin cesar sus vestidos por todos los rincones de la casa,
hasta por el tejado, cortados, rotos y acribillados de agujeros, por más que tuviesen
buen cuidado de encerrarlos bajo llave. Estas señoras, relegadas en una pequeña localidad de provincia, nunca habían oído hablar de Espiritismo. Naturalmente su primer pensamiento fue que eran el blanco de burlas de mal género; pero esta persistencia y las precauciones que tomaban les quitaron esta idea.
     Después de mucho tiempo, con motivo de algunas indicaciones, creyeron oportuno dirigirse a nosotros para conocer la causa de estas desgracias y los medios de remediarlas si era posible. La causa no era dudosa; el remedio era más difícil. El Espíritu que se manifestaba por actos semejantes era evidentemente malévolo. Se mostró en la evocación de una gran perversidad e inaccesible a todo buen sentimiento. La oración pareció, sin embargo, ejercer una influencia saludable; pero después de algún tiempo de descanso, el pillaje empezó de nuevo. Aquí está el consejo que con este motivo dio un Espíritu superior.
     "Lo mejor que pueden hacer estas señoras es rogar a sus Espíritus protectores
que no las abandonen; no tengo otro consejo mejor para darles; que examinen su
conciencia para confesarse a sí mismas y ver si han practicado siempre el amor del
prójimo y la caridad; no quiero decir la caridad que da y distribuye, sino la caridad de la lengua; porque desgraciadamente ellas no saben retener la suya, y no justifican, por sus actos piadosos, el deseo que tienen de quedar libres del que les atormenta. Les gusta mucho decir mal del prójimo, y el Espíritu que les obceca se venga, porque le hicieron padecer mucho cuando vivía. Que repasen su memoria y verán muy pronto con quién tienen que habérselas.
"Sin embargo, si consiguen mejorarse, sus ángeles guardianes se les acercarán,
y su sola presencia bastará para echar fuera al Espíritu malo que se ha apoderado de una de ellas sobre todo, porque su ángel de la guarda ha tenido que alejarse en vista de los actos reprensibles o de los pensamientos malos. Lo que les falta son fervientes
oraciones por los que sufren, y sobre todo la práctica de las virtudes impuestas por Dios a cada uno, según su condición".

     Sobre la observación que hicimos de que estas palabras nos parecían un poco severas, y que quizá sería necesario endulzarlas para transmitirlas, el Espíritu añadió:
"Yo debo decir lo que he dicho y del modo como lo digo, porque las personas en
cuestión tienen la costumbre de creer que no hacen mal con la lengua, y hacen mucho.
Por esto es menester impresionar su Espíritu de manera que sea para ellos una
advertencia formal".

     De esto se desprende una enseñanza de una gran importancia, y es que las
imperfecciones morales dan lugar a los Espíritus obsesores, y que el medio más seguro de desembarazarse de ellos es el atraer a los buenos por la práctica del bien. Los Espíritus buenos tienen, sin duda, más poder que los malos, y su voluntad basta para alejarlos; pero no asisten sino a los que les secundan por los esfuerzos que hacen para mejorarse; de otro modo se alejan y dejan el campo libre a los Espíritus malos que vienen a ser de este modo, en ciertos casos, instrumentos de castigo, porque los buenos les dejan obrar con este fin.

- El Libro de los Médiums-
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DESÁNIMO ESPIRITUAL
      Cuando entramos en contacto con un ideal filosófico y/o espiritual que nos toca la razón y el convencimiento, y por afinidad nos sentimos identificados con sus preceptos, es natural (y de hecho, coherente) que pasemos a incorporarlos a nuestro día a día., al menos si estamos interesados en “educar” ciertas áreas personales, mejorar nuestro patrimonio espiritual o, en definitiva, crecer como individuos. La Doctrina espirita, que es claramente evolucionista, evidencia notablemente esto de que hablamos, ya que la auto-reforma de la persona es su fin más característico.
      Es común que en los primeros momentos de adhesión a este ideal filosófico (como ocurre cuando se abrazan otros ideales del mundo), la ilusión y el entusiasmo marquen los primeros pasos... Este estado es normal (y hasta positivo), pero no durará mucho tiempo si no incorporamos, a la vez, otros aspectos que den mas seguridad y madurez a la trayectoria moral o doctrinaria que hemos elegido por afinidad de espíritu...
      Ilusión, proyectos de auto-crecimiento, ganas de hacer cosas, etc... Aparquemos por un momento todo esto a un lado: vamos a situarnos.
      Como en todos los proyectos de vida que iniciamos, el saber situarnos previamente, resulta un paso de especial importancia.., y lleva intrínseca una trascendencia q, en general, no valoramos; no solo por lo que vale, sino por las repercusiones que tendrá mas tarde, en nuestra trayectoria espiritual... Decimos esto porque, infelizmente, esto no ocurre así, y normalmente pasamos rápidamente a incorporar nuevas perspectivas espirituales y a adoptar hábitos morales nuevos sin un planteamiento previo, sin una auto-evaluación de nosotros mismos (ese “situarse”, acoplarse...de que estamos hablando).
      Pero, ¿ qué significa saber situarse? Pues básicamente, meditar cual es nuestra condición interna (y global) como individuos en evolución, y tener clara nuestra realidad psicológica verdadera (sin enmascarar nada, con total honestidad)..es decir: nuestras inclinaciones afectivas, nuestras adquisiciones morales, pero sobretodo; nuestros miedos, inferioridades y pequeñas o grandes miserias, aquellas que nos encadenan al sufrimiento, pero, a la vez, nos definen como humanos.. seres de luz en arduo tránsito hacia la Perfección...

Una vez hecho este “inventario” moral y psicológico (una acción que tiene que ser valiente y sincera, pues se trata de reconocer nuestra porción de sombra ..), el paso siguiente e igualmente imprescindible es aceptar todo esto que somos... plenamente.

TOMA DE CONTACTO INTERIOR
+
RECONOCIMIENTO MORAL
+
ACEPTACIÓN

      Recordamos que toda esta especie de “sondeo” personal es para un mejor rendimiento de nuestro potencial, una puesta a punto para ofrecer lo mejor de nosotros mismos a la causa que abrazamos... conscientes de lo que somos y de las cosas que aún tenemos que trabajarnos.

      Sin la auto-aceptación consciente de nosotros mismos, tal como estamos en este momento de nuestra existencia, poco adelantaremos en nuestra singladura evolutiva y poco podremos ofrecer al campo elegido de nuestros ideales (ya sean estos sociales o espirituales). No existe auto-conocimiento pleno ni reforma moral sin auto aceptación ...de que somos criaturas aún frágiles, marcadas por nuestro pasado milenario, llenas de pequeñas o grandes virtudes, pero igualmente, de grandes o incluso graves defectos. Pero no obstante, es desde esta imperfecta realidad de nosotros mismos, que el Padre de todos nos ama... y si El nos acepta tal como somos, no hay ningún motivo para que no lo hagan los demás, pero sobretodo nosotros mismos.

      Llamamos la atención de todos aquellos compañeros que leen este artículo sobre la importancia de SITUARSE y AUTO-ACEPTARSE. Porque si no tenemos en cuenta todo esto, antes o después, nuestra ilusión y fuerza inicial dentro del Espiritismo (o en cualquier otra doctrina o ideal), se irá transformando en apatía y desilusión; al no haber “sincronizado” adecuadamente nuestro caudal de defectos y viciaciones (tan de la humana naturaleza, ya dijimos) con la propuesta de auto-educación y reforma de la doctrina de los Espíritus..., es como empezar la casa por el tejado, pues la auto reforma y el acoplarnos a las leyes espirituales no se hace en un solo paso, es un proceso gradual, en el que no se recomiendan pausas excesivamente largas y acomodadas, cierto es, pero desde luego sin acelerones que, además, excluyan la reflexión de lo que somos antes de ponernos en funcionamiento. Todas las cosas del cielo y de la tierra tienen su tiempo...
      Si no omitimos este analizarse y auto aceptarse (sin reservas), sin enmascaramientos morales ni falsos testimonios; de forma inconsciente, el peso de nuestra realidad como necesitados espirituales (que en mayor o menor medida somos todos) se nos irá haciendo cada vez más pesado, tanto que nos irá pareciendo, cada vez con más frecuencia, mucho más “consolador” el abandonarnos a nuestras inferioridades que a trabajarlas, perdiendo así un excelente medio de hacerlo mediante el estudio de la Doctrina y el apoyo espiritual que esta conlleva.
      Y es que el optar por el opuesto de todo esto que estamos exponiendo, es la aparición de los primeros “agentes” del desánimo, producto de desproporcionadas auto-imposiciones y las sutiles mortificaciones de conciencia que resultan al compararnos ,desproporcionadamente, con Espíritus superiores o los grandes bultos del Progreso (y reconocer cuanto camino nos queda para esto), acción esta que provoca la “resaltación” de nuestras inferioridades y, seguidamente, el no considerarnos como dignos elementos humanos que mucho tenemos aún que ofrecer, pese a nuestra humana imperfección.

     El no hacer todo esto que nos puede parecer tan pueril, en los primeros momentos de abrazar determinada causa en la que ponemos confianza y proyectos, determina en gran medida la trayectoria que proyectaremos en la misma. Es por esto que observamos de cuando en cuando, como determinados compañeros del camino (detentores de excepcionales posibilidades internas), terminan cayendo en una especie de ansiedad moral que en nada ayuda y que, más tarde o más pronto, termina conduciendo a la desilusión, la falta de fe y el consecuente tirar la toalla que acaba tristemente con las nobles aspiraciones de muchos.

      Por ello: AUTOACEPTACION de lo que somos y sentimos, como primer paso... y PERSEVERANCIA, como herramienta de todos los días.

Paz, Luz y Trabajo para todos.

Un compañero de todos. (FEE)
                                                                  ****************************

Posible identidad de los “Ángeles” del Evangelio. Su relación con Jesús                    

            

En muy distintos momentos del relato evangélico durante la vida de Jesús, intervienen unos enigmáticos seres bajo la denominación de "Ángeles”, como igualmente a lo largo de los relatos del “Antiguo Testamento” de la Biblia.

Por ejemplo, cuando el cuerpo de Jesús fue depositado en el lugar señalado por los romanos, estos seres hicieron acto de presencia en dicho lugar. Es probable que estos fuesen espíritus materializados, o incluso visiones de los mismos cuando  aparecieron en el sepulcro que guardaba el cuerpo del Maestro; pero quizás también pudieron ser seres extraterrestres con una presencia física quienes aparecieron en el lugar del enterramiento; tal vez. Precisamente. con la misión de desintegrar o hacer desaparecer el cadáver de Jesús.

Estas hipótesis  parecen posibles, pues en la elevada misión de Cristo, resulta  lógico creer que  nunca  estuvo solo, sino que siempre fue asistido por Seres de otros planos espirituales elevados y también, posiblemente,  por seres procedentes de otros mundos físicos,  superiores al de los humanos de la Tierra, y para los que los conceptos dimensionales y de materia, son diferentes a los nuestros  y desconocidos aún por nuestra humanidad.

Estos Seres, con un soporte físico, procedentes de algún lugar del Universo, desde mucho tiempo antes de la venida de Cristo entre el pueblo judío, ya fueron preparando con mucha antelación el escenario terrenal donde se desarrollaría la vida de Jesús, en medio de aquel  “pueblo elegido” por Yavé, (el jefe supremo de esos “ángeles”), así como también en varios momentos del llamado “Antiguo Testamento” de la Biblia, estos “Ángeles” aparecen en el mismo, como por ejemplo en el caso del relato de Tobías con el ángel que le acompañaba y mostraba las mismas necesidades materiales que él. .

Esta hipótesis de los seres corpóreos,  que a simple vista podría parecer descabellada, quizás no lo sea tanto, porque analizando el tema, vemos como por una parte, en el caso de la resurrección de Jesús, para remover aquella enorme piedra circular de su sepulcro, hacía falta la fuerza de muchos hombres, y es improbable que fuera nadie a efectuar aquella tarea prohibida que además impedían los centinelas romanos que custodiaban el sepulcro de Jesús;  ellos, con sus impensables medios técnicos, bien pudieron haberlo efectuado. Por otra parte es de considerar el detalle del  extraño y pesado sueño que inmovilizó a estos centinelas, lo que encaja con el hecho conocido por los estudiosos de la  fenomenología  Ovni, de que en muchos casos de aproximaciones  de  ovnis, los testigos han quedado paralizados y sumidos en un extraño sopor durante el que pierden  la noción del tiempo, (abducidos).

La madre de Jesús, como es conocido,  fue María, una mujer  de raza judía, pero el padre genético de Jesús, ¿ quién lo fue en verdad?. ¿Hubo concepción en el sentido humano, de fusión de un espermatozoide con un óvulo?; ¿ Pudo ser José su padre biológico?, ,o  ¿quién o cómo se fecundó el óvulo de María?. Ni Dios Padre ni Su Espíritu Santo tienen un soporte físico para haber intervenido físicamente en este acontecimiento, además de que si se trata de un milagro en el sentido de trasponer las leyes de la Naturaleza, sabemos que Dios, suprema perfección, no traspasa ni modifica nunca las leyes  Naturales que emanan de El, porque son perfectas. Sin embargo, fuese como fuese, la concepción de Jesús aconteció, aunque lo más sencillo sería simplemente admitir la paternidad biológica de José a pesar de las características y llamativas diferencias físicas de Jesús con respecto a sus hermanos.  Jesús de Nazaret, tenía unas características físicas bastante diferentes al prototipo de la raza judía de su época.  Un indicio de su  posible filiación física de origen extraterrestre, es el de su  estatura de 1´82 mt. según estudios sobre la figura grabada en la Sábana Santa. Esta estatura hoy día no parece gran cosa y es muy común, pero la estatura media del pueblo judío  en aquella época era de 1´60 mt. en los hombres, por lo cual su persona entre las gentes  debía llamar la atención, porque al lado de los demás debía parecer casi un gigante. Además el  pelo  se  sabe que  era de color miel, mientras  que el color  común de los cabellos entre los  de su raza era negro; la piel  era algo mas clara que sus paisanos de piel aceitunada,  y sus ojos se sabe que eran verde claros, contrastando con los ojos castaño oscuro de la mayoría de sus paisanos, incluida  su  madre María.

Los datos del color del pelo, la piel y los ojos se conocen por  “revelaciones” obtenidas vía mediúmnica, así como  por las pinturas mediúmnicas que alguna vez se han efectuado  con una gran fiabilidad por parte de mediums diferentes e inconexos, y cuyos datos y detalles han sido cotejados y son coincidentes. También  concuerdan estos datos con los obtenidos en alguna regresión hipnótica de alguien que se trasladó mentalmente o espiritualmente hasta  aquel tiempo y lugar, siendo testigo de la presencia física del Maestro, y lo han descrito con estos detalles físicos descritos.

     Existen otros muchos detalles que no se conocen por los evangelios, sino por algún comunicado mediúmnico que alguna vez y de modo excepcional se ha recogido, de orden superior sin duda alguna, en cuanto a su grado de elevadísima moralidad, profundidad y espiritualidad.

            La tesis de procedencia extraterrestre también  encuentra indicios en el detalle de la “Sábana Santa”, de la que la tradición y la historia indican que envolvió el cadáver de Jesús durante  tres días ; en estos  lienzos analizados modernamente por la Ciencia, se comprobó que aparecen como chamuscadas las fibras del paño por alguna extraña irradiación de energía ( ?) ,por las que quedaron plasmadas en esa tela diversas tonalidades, según el grado de  intensidad de las quemaduras en lo más íntimo de sus fibras de lino, quedando de este modo  grabados  las formas y rasgos físicos del cuerpo de  Jesús, como si el lienzo que envolvió su cuerpo  hubiese actuado como el negativo de una película tridimensional.  Esta extraña y desconocida irradiación posiblemente  debió  producirse, siendo la misma que desintegró o desmaterializó   el cadáver e indudablemente no pudo ser de origen terrestre, porque la tecnología terrestre aun no ha alcanzado estos conocimientos, y menos en aquella época.

        Después de su muerte , según relatan los Evangelios,  Jesús se apareció y se materializó y volvió a aparecer y desaparecer varias veces ante sus díscípulos  para devolverles la  fe en sus enseñanzas y  demostrarles repetidamente la sobrevivencia  después de la muerte, lo que es uno de los principales pilares de la idea cristiana  del más allá.

       Son las hasta aquí expuestas, teorías  e ideas  por ahora indemostradas, aunque creo que no carentes de lógica, y son hipótesis interesantes para  tenerlas en cuenta, pero en definitiva, tanto si fuese Jesús,  un  Ser humano, Divino o Extraterrestre, lo que realmente nos importa es la esencia de su mensaje, que se extracta en que: :

-Existe un Ser Superior, Dios, que es Su Padre y también  el nuestro, por lo que todos somos hermanos e hijos  Suyos.

- Que después de la muerte en este mundo, al igual que Él, nosotros también resucitaremos en lo que llamamos el “Más Allá” o Mundo Espiritual,  y  seguiremos viviendo y existiendo  eternamente.

-Que hemos encarnado ya en el pasado y seguiremos reencarnando en el futuro, y tras haber vivido tantas veces en este  mundo, cuando ya nada nos ate a él, seguiremos existiendo en alguna de   las muchas “ moradas”  de la Casa del Padre, que  hay diseminadas por el Universo infinito.

-Que el camino más seguro para superar pronto esta escuela planetaria y ser infinitamente felices en otros mundos superiores y mucho más adelantados, es  el camino del Amor  puesto en acción.


- José L. Martín-
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