Obsesiones sutiles y peligrosas.
Cuando el hombre se hace dócil a la inspiración superior, sintoniza, con el programa que ha de desarrollar, recibiendo la ayuda que fluye de lo Alto y gracias a ello, logra disminuir las dificultades que son pruebas de resistencia en las luchas y desafíos para sus valores morales. Los Buenos Espíritus no pueden cambiar el Karma de sus pupilos y devotos, porque les tornarían inoperantes, les atrasaría. Sin embargo, cuando los ven luchar en pruebas muy severas, interfieren, auxiliándolos a través de fuerzas edificantes con las cuales aumentan sus resistencias, con el fin de que logren las metas que constituyen su victoria. Igualmente encaminan cooperadores y amigos que se transforman en palancas propulsoras del progreso, extendiéndoles manos generosas dispuestas a contribuir a favor de su éxito.
De la misma forma que las interferencias perniciosas encuentran resonancia en ellos, en razón de las afinidades que existen por sus pasiones inferiores que caracteriza su estado evolutivo. Tan pronto cambien de objetivos, y aspiren a ideales de ennoblecimiento y actúen de acuerdo con la ética del bien, se asocian a ellos los laboriosos Mensajeros del Amor que los estimulan para que prosigan, renovando su entusiasmo, amparándolos ante las naturales desfallecimientos e inspirándoles en la correcta elección del camino a seguir. Las imperfecciones permiten a los adversarios del ayer los medios para inducir a la obsesión y problemas, ya que los Espíritus perversos e infelices siempre se sirven de las tendencias negativas de aquellos a quienes odian, para estimularlos, llevándolos de ese modo a perturbaciones y a penosas situaciones.
Si el hombre se apoya en los recursos de elevación, se vuelve difícil para sus malvados verdugos espirituales encontrar las brechas por las cuales infiltran sus torpes sentimientos, en la saña de la persecución en que se complacen. Toda obsesión es siempre el resultado de la anuencia consciente o no de quien la sufre, por debilidad moral del espíritu encarnado, que no le interpone defensas o por deficiencias del comportamiento que propician el intercambio, en razón de la preferencia psíquica que le place al mismo mantener. Cuando el hombre se candidata a una acción meritoria nunca debe esperar de los otros los ejemplos de virtudes ni las lecciones de elevación continuada, más si examinar las propias disposiciones para verificar lo que tiene, de lo que puede disponer en nombre de Jesús para ofrecer. Mediante este comportamiento, no verá en los otros los deberes de ser siempre Buenos y optimistas, misioneros de la renuncia y de la santificación, y si hermanos tal vez más experimentados y dedicados, con las mismas posibilidades de errores y flaquezas, requiriendo, en silencio, apoyo y tolerancia.
El candidatarse al bien no hace bueno al individuo, y la incursión en el compromiso de la fe, a nadie renueva de inmediato. El adquirir cincelar la moral es de un esfuerzo continuado, un largo trabajo, que merece respeto, no solo a los que triunfan, tan bien a los que persisten y actúan sin descanso, aunque no consigan con prontitud los resultados felices. En las experiencias de elevación, entre otros impedimentos que surgen, la rutina de los acontecimientos es test grave para ser superado. Cuando las realizaciones se presentan nuevas, hay motivaciones y entusiasmos para realizarlas. Después a medida que se hacen repetitivas, con las mismas manifestaciones, tienden a cansar, disminuyendo el ardor de los candidatos a la laboriosidad, llevándolos a la saturación, a la desistencia. Sucede que no se pueden innovar métodos para los mismos problemas, cada día, ni modificar el paisaje aflictivo de los necesitados diversificándoles los cuadros de dolor y de sombra.
Variando en la apariencia, sus causas matrices son las mismas, que se enredan en el espíritu endeudado, aturdido o atrasado, en viaje expurgador… En esos momentos de cansancio, surgen las tentaciones del reposo exagerado, de la acomodación, del excesivo tiempo mal utilizado; abriéndose campo a la censura indebida, que medra, que alarga, en forma de maledicencia que esparce agrura y reproche, destruyendo, como plaga infeliz, los surcos donde la esperanza siembra el amor y la ternura que deberán florecer como caridad y bendiciones. Muchas obras del bien no resisten a este periodo, cuando las intenciones superiores ceden lugar al enfado y a la comodidad, que propician la invasión de las fuerzas destructivas y la penetración de los vigilantes adversarios de la luz… Una forma de obsesión peligrosa es aquella que pasa casi desapercibida y se instala lenta y firmemente en los cuadros mentales, estableciendo comportamientos equivocados con apariencia respetable.
Se suele presentar en personas que denotan grave postura y saben conquistar a otras por la facilidad de comunicación verbal, tornándolas afables y gentiles, desde que no tengan sus caprichos e intereses contrariados. Dan impresiones sociales que no corresponden a su estado real, por cuanto adoptan comportamientos parásitos que les acreditan a presumir de meritos que no poseen. Interiormente, viven bajo conflictos que disimulan con habilidad, naciendo ahí, esa doble actitud hacia la vida, situaciones que inducen a la neurosis y desarticulan el equilibrio emocional, igualmente bajo el bombardeo de los arpones mentales destructivos de sus enemigos espirituales. En ese clima psíquico, que rezuma de las experiencias de vidas pasadas, se hospeda el agresor desencarnado que insufla mayor dosis de interferencia por los problemas ajenos, desbordando el egocentrismo que termina por alienarlos en cuanto cobijan y vitalizan las pasiones disolventes.
Este tipo de perturbación espiritual es la más difícil de ser erradicada, en razón de que el paciente niega su situación de enfermo, antes complaciéndose en ella, porque el narcisismo a que se entrega, se convierte en auto fascinación por valores que se atribuye y está lejos de poseer, anulando cualquier contribución que le es ofrecida. Solamente la humildad, que da la dimensión de la pequeñez y flaqueza humana ante la grandiosidad de la vida, faculta una visión legitima, a través de la cual se puede hacer una justa evaluación de recursos, recurriéndose a la Divinidad por la oración ungida de amor, antídoto eficaz para los disturbios obsesivos. La oración libera la mente bichada de sus clichés perniciosos, abriéndola para la captación de las energías inspiradoras, que fomentan el entusiasmo por el bien y la conquista de la paz a través del amor. Para que esa oración se revista de fuerza desalienante, ella necesita combustible de la fe, sin la cual no pasa de ser palabras destituidas de compromiso emocional entre aquel que la dice y a quien son dirigidas. También son necesarios el recogimiento y concentración para que se exteriorice la potencialidad por la voluntad del que anhela, dirigida con la certeza de que alcanzará el destino. Este tipo de obseso se caracteriza por el desden a la oración por creer que no la necesita, dudando igualmente de su eficacia o menospreciando su utilidad.
Exacerbado en sus sentimientos infelices, el obseso se auto realiza, adoptando una actitud de falsa superioridad con la cual anestesia los centros de la razón y se deleita en el estado en que se encuentra. A largo plazo, sin embargo, pierde el control de la voluntad, que deja de dirigir, bajo la pertinaz imposición, volviéndose ostensivamente agresivo y deshaciendo la apariencia, que cede lugar al desequilibrio que se le instala con fuerte penetración en los mecanismos nerviosos. En ese cuadro de obsesión constrictiva, se encuentran innumerables individuos hospedando adversarios que los vampirizan por largo tiempo, hasta culminar la venganza con los golpes largos de las caídas en la locura, en el crimen o en el suicidio. ¿Muchas veces se preguntamos que porque, determinados pacientes portadores de la obsesión, y que frecuentan la Casa Espirita donde se viven los postulados de Allan Kardec, y que se especializan en ese menester, al tratar a tales alineados, estos no se recuperan? Muchos inquieren, también, a respecto de la razón por la que los Mentores Espirituales no liberan a los obsesos y subyugados, en nombre de la caridad. Nunca será de mas repetirse que, en todo proceso obsesivo, la aparente victima es el legitimo verdugo apenas transferido en el tiempo, siéndole la deuda la razón del mecanismo perturbador. Vencido por la insania del odio, aquel que fue cincelado se imanta al infractor que le torno desdichado y asume la igualmente indebida posición de cobrador o justiciero, incidiendo, por su parte, en error no menos importante.
En cuanto el amor no luzca en el defraudado, ante la mudanza de comportamiento de su adversario, cierto es que el problema permanece. De igual modo, debidamente esclarecido sobre el equivoco en que permanece, el actual sayón, mediante adoctrinamiento por alguien que tenga sobre el autoridad moral y lo sensibilice, puede cambiar de actitud, decidiéndose por abandonar la pugna, lo que no exenta al incurso en la deuda de rescatarla por otro proceso de que se utilizan los códigos de la Soberana Justicia. En la terapia desobsesiva, los cuidados para con el encarnado no pueden ser menores que los aplicados con relación al enfermo psíquico que le aflige, en desarreglo e infortunio cual se encuentra en la otra dimensión de la vida. Debe tenerse en mente que el hecho de no ser visto siempre el perseguidor desencarnado, por los hombres, no significa que la tarea de estos, aliada a la de los Guías Espirituales, deba ser la de apartarlos, pura y simplemente. Seres vivos e inteligentes, apenas desnudados de la materia, sufren y aman, odian y luchan, esperando la ayuda que no supieran o no quisieran ofrecerse. Por tanto, el amor debe alcanzar la victima de ayer, que sufre hace más tiempo, amparándola, de modo a que despierte para no sufrir mas ni provocar sufrimiento. Y como la función del dolor se reviste de un poder terapéutico de liberación para quien lo sabe aprovechar, justo es que el encarnado se modifique para mejor, mediante cuyo comportamiento también sensibiliza a su opositor, a su vez adquiriendo recursos de paz y títulos de trabajo para su crecimiento espiritual.
Sin embargo, hay pacientes, obsesos o no, para los cuales, gracias a su rebeldía sistemática y tozuda acomodación en las disposiciones inferiores, la mejor terapia es la permanencia de la enfermedad, ahorrándoles males mayores. Hay paralíticos que recuperan los movimientos y marchan para desastres que podrían evitar, si lo quisiesen; portadores de micosis, llagas y pústulas, rehacen la apariencia física, curándose de las dermatosis e infectan la mente y el alma con los contagios de los actos deprimentes y viciosos; ciegos que recobran la visión y la utilizan erróneamente en la observación de los hechos; enfermos por virosis y portadores de limitaciones que se restablecen, arrojándose de inmediato, lúbricos y desesperados, en los laberintos de la insatisfacci6n, de la agresividad, causándose mayor infelicidad... En el campo de las obsesiones, no son pocos aquellos que, una vez que se mejoran, abandonan las disposiciones de trabajo y progreso, para correr precipitados, de vuelta a los hábitos vulgares en los que antes se complacías... Aun delante de Jesús, este fenómeno era habitual. En principio, porque conociese la procedencia de los males que afligían a los enfermos e infelices que Le buscaban, como es comprensible, el Señor no curo a todos... Y de entre los muchos curados, quedo memorable la interrogación que El dirigió al ex enfermo del mal de Hansen que le fue expresar la gratitud por el beneficio recibido.
"- ¿No fueran diez los curados, por que solo este vino a agradecer?" Es común hacerse compromiso intimo de renovación y trabajo, en cuanto permanece la enfermedad, negociándose con Dios la salud que se desea por lo que se promete realizar, como si la practica de las virtudes del bien fuese útil al Padre y no un deber de todos nosotros, que nos beneficia y da felicidad. Tan pronto pasa la agudeza del sufrimiento y el tiempo distancia la mente ex enferma del momento de la dolencia, la ilusión sustituye a la realidad; la voluptuosidad del placer enflaquece los deseos de servir y el cae en la indiferencia, cuando no sucede ocurrir males peores. Cuanto a aquellos que frecuentan las Instituciones Espiritas, portando obsesiones y no se recuperan, merece que se tenga en mente el hecho de que la visión del medicamento no propicia la salud, si no la ingestión de el y la posterior dieta conforme convenga, al lado de otros factores que permiten el retorno del bienestar. Además, ni todos los males deben ser solucionados conforme a la óptica de quien los padece, mas de acuerdo con programas superiores que establecen lo que es mejor para la criatura.
La función del Espiritismo es esencialmente la de iluminación de la conciencia con la consecuente orientación del comportamiento, armando a su aprendiz con los recursos que lo capaciten a vencerse, superando las pasiones salvajes y sublimando las tendencias inferiores mediante cuyo procedimiento se eleva. En la terapia desobsesiva, el tributo del enfermo, tan pronto razone y entienda la asistencia que se le administra, es de vital importancia; por cuanto, serán sus pensamientos y actos los que responderán por su transformación moral para mejor, con la real disposición y posterior acción para recuperarse de los males practicados, ahora beneficiando a aquellos que le sufrieran los perjuicios y por cuya regularización los mismos se empeñan, a pesar de los métodos equivocados e ilícitos de que se sirven. La evangelización del Espíritu desencarnado es de suma importancia mas, igualmente, la de la criatura humana que se enzarzo en la delincuencia y todavía no se recupero del delito practicado. Con frecuencia, es mas fácil de objetivarse resultados en la terapia desobsesiva con pacientes de mente obnubilada, de que con aquellos que razonan y no se disponen a la tarea de mudanza interior, de la acción dignificante, ahogados en dudas que cultivan e indisposiciones que les agradan.
En la actualidad, gran numero de pacientes portadores de alineación por obsesión, transita por gabinetes de respetables psiquiatras que les prescriben drogas adictivas de que se encharcan, viciando la voluntad, que pierde los comandos, permaneciendo abúlicos y sufriendo dependencias de demorada erradicación. Sin el control de la voluntad, que sufre la acción barbitúrico de la droga y la perniciosa interferencia de la mente perturbadora, el enfermo tiene dificultad de luchar, utilizándose de los recursos desobsesivos cuyos efectos de el dependen.
Es claro que no censuramos este procedimiento psiquiátrico, teniendo en vista que, en determinados cuadros de la locura, la providencia es saludable, especialmente en los que presentan gran agitación, en los catatonicos, en los sicótico-maniaco-depresivos - aun cuando se encuentren bajo la inducción de adversarios desencarnados, evitándose, de esta forma, la consumación del suicidio provocado -, pero no su uso genérico. El futuro próximo contribuirá con criterios mas rigurosos y seleccionados en la aplicación de tales terapéuticas, especialmente cuando el prejuicio científico ceda lugar al discernimiento cultural, que vera en el paciente, no apenas el soma, sino, y principalmente, el Espíritu con sus equipamientos de periespiritu y materia...
Trabajo realizado por Merchita
Extraído del Libro “Cuadros de la Obsesión” de Divaldo Pereira Franco
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FACULTADES MORALES E INTELECTUALES
361 – ¿De dónde vienen al hombre las buenas o malas cualidades morales?
– Son las del Espíritu que está encarnado en él. Cuanto más puro es el Espíritu, más dado al bien es el hombre.
– ¿Parece que resulta de esto que el hombre de bien es la encarnación de un buen Espíritu y el hombre vicioso la de un mal Espíritu?
– Sí, pero, es mejor decir que es un Espíritu imperfecto, pues de otra forma podría creerse en Espíritus siempre malos, a los que llamáis demonios.
362 – ¿Cuál es el carácter de los individuos en los cuales se encarnan Espíritus traviesos y ligeros?
– De individuos atolondrados, juguetones y a veces malévolos.
363 – ¿Los Espíritus tienen pasiones que no pertenecen a las de la Humanidad?
– No, pues de otro modo os las hubieran comunicado.
364 –¿Es el Espíritu mismo que da al hombre las cualidades morales y las de la inteligencia?
– Ciertamente es el mismo y las da en proporción al grado que alcanzó. El hombre no tiene dos Espíritus.
365 – ¿Por qué hombres muy inteligentes, que revelan en sí mismos un Espíritu superior, a veces son al mismo tiempo profundamente viciosos?
– Es que el Espíritu encarnado no es tan puro y el hombre cede a la influencia de otros Espíritus peores. El Espíritu progresa a través de una insensible marcha ascendente, pero el progreso no se realiza simultáneamente en todos los sentidos; en una etapa puede adelantar en el campo de la ciencia y en otra en moralidad.
Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa que es el alma, o Espíritu encarnado y no de muchas almas, de la misma forma que los diferentes sonidos del órgano son el producto de una misma cualidad del aire y no de otras tantas especies como son los sonidos.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.
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Su vida será siempre lo que usted este pensando constantemente. En razón de eso, cualquier cambio real en sus caminos, vendrá únicamente del cambio de sus pensamientos.
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CÓMO AMINORAR LOS MALES
KARMICOS
La mejor manera de actuar sobre posibles males resultantes de faltas del pasado, consiste en mantener continuamente pensamientos positivos, palabras y acciones centradas en el Bien, a fin de crear nuevas modalidades de karma que puedan equilibrar posibles aspectos negativos del karma preexistente. Y, si estuviera marcado por el sufrimiento causado por los males kármicos, el ser humano cuenta con la Misericordia de Dios que le concede la oportunidad de encontrar el camino hacia la salud y para su equilibrio espiritual, a través de la práctica del Bien, de la oración, de la fe y por el amor ejemplificado a través de la caridad.
Jesús jamás condenó a alguien por causa de faltas cometidas, sino que dio esperanzas a los que lo buscaban trayendo enfermedades físicas o males del alma, diciéndoles “Tus pecados te son perdonados”, como está en Lucas, 5, 20. Y en el mismo instante de su martirio, tuvo la serenidad de pedir: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. (Lucas, 23, 24).
La Ley del Karma tiene dos atenuantes: la del merecimiento de la persona que haya practicado buenas acciones, con saldo positivo sobre las faltas cometidas, disminuyéndole la extensión del sufrimiento que puede corresponderle; y la Misericordia de Dios, que concede, a sus hijos de buena voluntad, nuevas oportunidades para realizarse en el camino del Bien. De ese modo, la ley Kármica, que puede explicar la existencia de ciertas injurias, enfermedades, sufrimientos en la vida de cada uno, sin causa aparente, no debe ser considerada como inexorable y fatal, por los pensadores cristianos, visto que sus efectos pueden ser modificados o atenuados por la Ley Mayor de la Misericordia de Dios, por el amor fraterno, por la fe, por la oración, por la práctica de buenas acciones y por la caridad.
Confirmando esa afirmación, encontramos en el Evangelio el maravilloso mensaje de amor fraterno que lava todos los pecados, en la palabra de Jesús al recibir a María Magdalena en la casa de Simón, el fariseo. En su dialogo con el mismo, refiriéndose a ella, le dice: “Sus muchos pecados le son perdonados, porque mucho amó”. (Lucas 7, 47).
Sabiéndose que la caridad es la expresión mayor del amor entre los hombres, encontramos esa misma enseñanza en la primera epístola del apóstol San Pedro, al afirmar: “Y sobre todo, tened entre vosotros ferviente caridad; porque la caridad cubrirá multitud de pecados”.
Vivimos en un mundo de pruebas y dificultades, probablemente vinculadas a errores del pasado, pero Dios nos dio un abanico de oportunidades para romper o modificar los aguijones que nos atan al dolor y al sufrimiento, concediéndonos la oportunidad de promover nuestro propio perfeccionamiento, nuestra reforma íntima, nuestra cura espiritual a través de la vivencia del amor fraterno, a través de la práctica del bien.
El ser humano no nació para vivir inmerso en lamentaciones. Y delante de dificultades que lo afligen, o de males, reales o imaginarios, que lo atormentan, debe encontrar fuerzas en lo recóndito del alma y procurar enfrentarlas con optimismo y buen ánimo, reconociendo que su existencia tiene el significado de una realización de ascensión, de aprendizaje y de realizaciones. Las enfermedades kármicas constituyen males que pueden ser aminorados y sus causas, aunque desconocidas, pueden ser atenuadas por la utilización de recursos espirituales, cuyas bases se encuentran en la oración, en la predisposición para enfrentar las dificultades, en la práctica del amor fraterno, en la reforma íntima, en la práctica de la caridad sin límites.
Tomado del libro...ENFERMEDADES DEL ALMA
Dr. Roberto Brólio
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BAJO UNA TRISTE APARIENCIA
En un hospicio de provincia había un niño de unos ocho a diez años en un estado difícil de describir . No estaba allí designado sino bajo el número 4.- Enteramente contraecho , ya fuese por deformidad natural, ya a consecuencia de la enfermedad , sus piernas retorcidas tocaban a su cuello .Era tan flaco,que los huesos le agujereaban la piel.Su cuerpo no era más que una llaga y sus sufrimientos atroces. Pertenecía a una pobre familia israelita,y esta triste posición duraba hacia cuatro años . Su inteligencia era notable para su edad, y su dulzura, su paciencia y su resignación eran edificantes.
El médico que le visitaba, movido a compasión por este pobre ser en cierto modo abandonado, porque no parecía que sus padres fuesen a verle muchas veces,tomó interés por él y se complacía en hablarle, encantado de su razón precoz. No solamente le trataba con bondad, sino que, cuando sus ocupaciones se lo permitían. iba a darle lecciones y se sorprendía de la rectitud de su juicio sobre cuestiones que parecían superiores a su edad.
Un buen día le dijo el niño:
Doctor, tened, pues, la bondad de darme píldoras como las últimas que me habéis ordenado. ¿Y por qué, hijo mio? contestó el médico, te he dado las suficientes y temo que mayor cantidad te haga daño.
Es que replicó el niño, sufro de tal modo, que por esfuerzos que hago para no gritar rogando a Dios me dé la fuerza para no quejarme a fin de no molestar a los otros enfermos que están a mi lado, tengo mucho trabajo en conseguirlo. Las píldoras me duermen, y entre tanto, no incomodo a nadie.
Estas palabras bastan para demostrar la elevación del alma que encerraba aquel cuerpo deforme. ¿Donde había adquirido este niño semejantes sentimientos?No podía ser en el centro en que había sido educado, y por otra parte, en la edad en que empezó a sufrir, no podía todavía comprender ningún razonamiento. Eran innatos en él. pero entonces, con tan nobles instintos, ¿porqué Dios le condenaba a una vida tan miserable y tan dolorosa, admitiendo que hubiera sido creada esta alma al mismo tiempo que este cuerpo, instrumento de tan crueles sufrimientos?¡Oh, es preciso negar la bondad de Dios, o admitir una causa anterior, esto es, la preexistencia del alma y la pluralidad de existencias ! El niño murió, y sus últimos pensamientos fueron para Dios y para el médico caritativo que había tenido piedad de él.
Después de algún tiempo fue evocado en la sociedad de París en 1863, donde dio la comunicación siguiente:
Me habéis llamado, y he venido para que mi voz se oiga más allá de este recinto impresionando a todos los corazones, que el eco que hará vibrar se oiga hasta en la soledad .
Les recordará que la agonía de la Tierra prepara las alegrías del cielo, y que el sufrimiento no es más que la corteza amarga de un fruto deleitable que da el valor y la resignación. Les diré que sobre el pobre lecho donde yace la miseria están los enviados de Dios cuya misión es enseñar a la Humanidad que no hay dolor que no se pueda sufrir con ayuda del Todopoderoso y de los buenos espíritus.
Les dirá también que escuchen los lamentos mezclándose a las plegarias, y que comprendan de éstas la piadosa armonía, tan diferente de los acentos culpables del lamento mezclado con
la blasfemia.
Unos de vuestros buenos espíritus, gran apóstol del Espiritismo,ha tenido a bien dejarme este sitio esta noche. Asimismo debo deciros algunas palabras del progreso de vuestra doctrina .
Debe ayudar en su misión a aquellos que se encarnen entre vosotros para aprender a sufrir. El Espiritismo será la mira indicadora .
Tendrán el ejemplo y la voz, entonces se cambiarán los lamentos en gritos de alegría y en lágrimas de gozo. P. ¿Parece, según lo que acabáis de manifestarnos, que vuestros sufrimientos no eran expiación de faltas anteriores ? R No eran expiación directa, pero estad seguros de que todo dolor tiene una causa justa.El que habéis conocido tan miserable fue hermoso, grande, rico y lisonjeado, tuvo aduladores y cortesanos, fue vano y orgulloso. En otro tiempo fui muy culpable. He renegado de Dios y hacia mal a mi prójimo, pero lo he expiado cruelmente, primero en el mundo de los espíritus, y después en la Tierra. Yo he sufrido durante algunos años solamente en esta última y corta existencia, aquello que se puede sufrir en toda una existencia completa hasta la extrema vejez. Por mi arrepentimiento he encontrado gracia ante el Señor,que se ha dignado confiarme muchas misiones, de las cuales la última os es conocida. La he solicitado para acabar mi depuración.
Adiós amigos míos, volveré algunas veces entre vosotros. Mi misión es consolar, no instruir, pero hay muchos aquí cuyas heridas están ocultas,que se regocijarán con mi venida.
Marcelo.
Extraido el Cielo y el infierno,
Allan Kardec
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Ayuda de los cielos.
¿Cuántas veces usted miro a una pareja, paseando con las manos entrelazadas o abrazados y se pregunto como ellos pueden amarse, siendo tan diferentes? ¿Cuántas veces pensó como aquella mujer tan elegante puede amar a aquel hombre con aire tan torpe? ¿O como aquel hombre tan guapo, pareciendo un dios de la belleza puede amar a aquella mujer tan destituida de atractivos?
Toda vez que esas ideas nos atraviesan la mente, es porque estamos juzgando el amor por el exterior. Más, ya decía el escritor de El pequeño príncipe: “Lo esencial es invisible para los ojos.” A propósito, se cuenta que el abuelo del conocido compositor alemán Mendelssohn, estaba muy lejos de ser guapo. Moses era bajo y tenía una joroba grotesca. Un día, visitando a un comerciante en la ciudad de Hamburgo, conoció a su linda hija. Y luego se apasiono perdidamente por ella. Entretanto, la moza al verlo, enseguida lo repelió. Aquella apariencia deforme casi la enojo. A la hora de partir, Moses se lleno de coraje y subió las escaleras.
Se dirigió al cuarto de la moza para hablarle. Deseaba tener su última oportunidad de hablar con ella. La joven era una visión de la belleza y Moses quedó entristecido porque ella se rehusaba hasta incluso a hablar con él.
Tímidamente, él le dirigió una pregunta muy especial: ¿Crees en el matrimonio arreglado en el cielo?" ¡Mirando fijamente al suelo, ella respondió: "Yo creo!" “Yo también creo” – afirmo
Moses – “Sabe, creo que en el cielo, cuando un niño se va a preparar para nacer, Dios le anuncia la niña con quien va a casarse. Pues cuando yo me preparaba para nacer, Dios me mostró mi futura novia. Ella era muy bonita y el buen Dios me dijo: “Su mujer será bella, con todo tendrá una joroba”. Inmediatamente, yo le suplique: “Señor, una mujer con una joroba será una tragedia. Por favor, permite que yo sea el jorobado y que ella sea perfecta.”
En ese momento, la joven, emocionada, miro directamente a los ojos de Moses Mendelssohn.
Aquella era la más extraordinaria declaración de amor que ella jamás imaginara recibir.
Lentamente, extendió la mano para el y lo acogió en el fondo de su corazón. Se caso con él y fue una devotada esposa.
El amor verdadero tiene lentes especiales para ver al otro. Ve, más allá de la apariencia física, la esencia. Y así, ama lo que es real. La apariencia física puede modificarse en cualquier momento. La belleza exterior puede sufrir muchos accidentes y modificarse, repentinamente.
Quien valoriza lo interior del otro es como un hábil especialista en diamantes que mira la piedra bruta y consigue descubrir el brillo de la preciosidad. Es como el artista que acaricia el mármol, percibiendo la imagen de la belleza que el encierra en su intimidad. Ese amor atraviesa los portones de esta vida y se eterniza en el tiempo, teniendo capacidad de acompañar al otro en muchas experiencias reencarnatorios. Esto es el verdadero amor.
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En el amor, el hombre sublima los sentimientos y marcha rumbo a la felicidad. En la perfecta identificación de las almas, el amor produce la bendición de la felicidad en régimen de paz.
Redacción de Momento Espirita.
Luz y paz
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