miércoles, 6 de julio de 2016

Historia de la Mediumnidad 2ª parte



          HISTORIA DE LA 

           MEDIUMNIDAD 

Segunda y última parte 

¡Qué mejor ejemplo de fenómeno de incorporación que el revelado por jeremías, -el profeta de la paz- cuando, tomado por un espíritu, predica por las calles contra la guerra a los ejércitos de Nabucodonosor! ¡Y qué otro mayor de videncia a través de los tiempos, que el demostrado por Juan al escribiente el Apocalipsis! 
¡Y como es notable observar que, desde los remotos tiempos del santiguo Testamento los fenómenos, en sí mismos, en casi nada de diferencia, como dijimos, de los observados actualmente por nosotros! 
Basta citar los de trasporte: II, Reyes, VI: 6; los de levitación: Ezequiel, III: 14 y 15 y Actos, VIII: 39 y 40; los de escritura directa: Éxodo, XXXII: 15 y 16 y XXXIV: 28; los fenómenos luminosos: XXXIV: 29 y 30 –además de muchos otros que sería largo enumerar. 
Y tan semejantes eran las prácticas antiguas con las actuales, que incluso era empleada la música para la formación del ambiente. Rehecho vemos que el profeta Eliseo reclama “un tañedor” (persona que tañe un instrumento músico) para profetizar: II Reyes, 3:15 –y es muy vulgar la cita del pasaje en que David calma y aleja los Espíritus obsesotes de Saúl, tañendo su arpa. 
Y la oscuridad era también exigida en muchos casos, y Salomón, en el acto de consagrar el templo que edificara, declaró significativamente. “El señor ha dicho que habitaría en la oscuridad, II Crónicas, 6:11. 
En el Nuevo Testamento, desde antes del Nacimiento incluso, las pruebas son aún más concluyentes y notables, máxime las de madiumnidad curativa, el don de lenguas, las levitaciones y los fenómenos luminosos. 
María de Nazaret ¿no vio al Espíritu anunciador? Jesús ¿no se mostró poseedor de las más excelsas y variadas mediumnidades? ¿Y los “milagros” suyos y de los apóstoles? 
Volviendo a citar a León Denis, de él es esta pregunta: 2¿Los apóstoles de Cristo fueron elegidos por ser sabios o notables, o porque poseían cualidades mediúmnicas?” 
Esos apóstoles, como sabemos, y sus discípulos, durante el tiempo de sus trabajos actuaron como verdaderos médiums, bastando citar a S. Pablo y S. Juan, uno el más dinámico y culto, el otro al más místico. 
¿Qué fue el Pentecostés sino la otorgación de facultades mediumnicas a los apóstoles y discípulos? 
Y justamente por ejercer la mediumnidad es que sabían de sus peligros, de los cuidados que su práctica exigía, sobre eso llamaban constantemente la atención de sus discípulos2. 
San Pablo decía: “los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas”, y San Juan agregaba: “Carísimos, no creáis en todos los espíritus, mas probad que los espíritus sean Dios”. Advertían así contra la acción de los espíritus obsesotes y mistificaciones. 
Eran tan común la mediumnidad entre los primitivos cristianos que eran enviadas instrucciones escritas a las comunidades de las diferentes ciudades para regular su práctica: y tales instrucciones fueron, con el correr del tiempo, encuadernadas en libros para su mejor conservación. 

1 Salmos. 67:18; Isaías, 32:15 y 44:3; Ezequiel, 11:19 y 36:27; Joel 2:28. 

2 Juan, 14:26 y 16:7; Actos, 1.2, 3, 5, ,8 ,9 10, 11, 16; 2:4, 38, 39; 4:31; 9:17; 10:44; 11:15; 13:52; 19:6; 20:23; Romanos, 5:5; 15:19; I, corintios, 12. 
Hernas, que evangelizó en tiempos de San Pablo adquiriendo grande y justa autoridad, en su libro El Pastor decía: “El espíritu que viene de parte de Dios es pacífico y humilde; se aleja de toda malicia y de todo vano deseo de este mundo y asciende por encima de todos los hombres. No responde a todos los que lo interrogan ni a las personas en particular, porque el espíritu que viene de Dios no habla al hombre cuando el hombre quiere, sino cuando Dios lo permite. Cuando, pues, un hombre que tiene el espíritu de Dios viene a la asamblea de los fieles, desde que se hace la plegaria el espíritu toma lugar en ese hombre que hala en la asamblea como Dios lo quiere. Se reconoce por el contrario el espíritu terrestre, frívolo, sin sabiduría y sin fuerza en que se agita, se levanta y toma el primer lugar. Es importuno, charla y no profetiza sin reveneración. Un profeta de Dios no procede así” 
Estas instrucciones, dadas hace siglos, como se ve, continúan en plena vigencia aún hoy, incluso en lo que se refiere a la ganancia de algunos y a la vanidad de muchos. 

Esas manifestaciones de mediumnidad pública continuaron dándose hasta que fue posible porque, a medida que el cristianismo se fue transformando en religión oficial fue perdiendo su espiritualidad y ganado carácter mundano; y a partir del concilio de Nicea, en 325, se formaron dos corrientes opuestas, una queriendo permanecer en el cristianismo primitivo y la otra esforzándose por progresar en el mundo de los valores efímeros. A partir de ahí la Iglesia, más tarde llamada católica romana, olvidando tres siglos de vida ejemplar y repudiando las enseñanzas del Maestro en su verdadero sentido, se asoció a las fuerzas del mal para obtener, como obtuvo, el dominio del mundo por el poder temporal. 
Esa Iglesia, convenida entonces en todopoderosa por la oficialización que le otorgó Constantino, declaró que la mediumnidad era ilegal, herética, obra de magia, obra demoníaca, y entró en consecuencia a promoverle una sistemática persecución. 
Renegó de todos los actos mediúmnicos practicados por Jesús y sus discípulos, -que los fariseos del Sanedrín, ya en su tiempo, calificaban como prácticas del dominio- y en eso fue coherente consigo misma, puesto que, habiendo creado su sistema cerrado de dogmas oscurantistas y privilegios sacerdotales, comprobó que el ejercicio público de la mediumnidad vendría a derruir, a socavar por la base del edificio material que estaba laboriosa y arduamente construyendo para consolidar su poderío avasallador. 
A pesar de los testimonios y de las protestas presentadas sincera y honestamente por varias de sus propias luminarias, como San Gregorio de Niza, San Clemente de Alejandría, Santo Tomás de Aquino, San agustín y otros que adquirían y practicaban la mediumnidad, no volvió atrás y durante siglos procuró, como hasta hoy, procura frenar el pensamiento y el espíritu de comprensión de los fenómenos mediúmnicos, perseverando en sus propósitos iniciales. 
Creó así una época muy prolongada de oscurantismo, durante la cual todo fue empleado para destruir la revelación divina: el odio, la venganza, la persecución y la muerte por el hierro, por el fuego, por el veneno, por la espada. 
La Edad Media fue el período perfecto de esa verdadera noche espiritual. 
Como consecuencia de esa situación de terror oficializado los círculos que cultivaban la espiritualidad pura se fueron cerrando, restringiéndose, desapareciendo, y la palabra de la Verdad solamente podía ser transmitida en secreto, de boca a oído, en débiles susurros, en forma tal que realmente, nunca pudo ser expresada libremente en una gran parte del mundo. 
Incluso en los rituales de las iglesias se encontraba esta recitación obligatoria como oración: “Ahuyentad, Señor, todos los espíritus malignos, todos los fantasmas y todos los espíritus que golpean”. 
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Ahora bien, con la evolución de las cosas y como era natural, todos aquellos espíritus no fanatizados y liberales, amantes del progreso, no encontrando en esos cultos así organizados nada que satisficiese su razón y sus sentimientos, se volcaron hacia el materialismo, por lo que a la oscuridad del fanatismo sucedió la del descreimiento. 
La ciencia estaba tomando pie e intentando quebrar los yugos que la esclavizaban hasta entonces, y el mundo precisaba incluso una renovación para caminar en mejores condiciones. 
Surgieron en esa época las filosofías naturalistas, realistas, basadas en la razón, a cuyo frente se pusieron los llamados enciclopedistas, quienes produjeron una verdadera revolución en el pensamiento, y, socavado entonces por esas nuevas concepciones teorizantes, el mundo comenzó a sufrir choques profundos que en corto lapso degeneraron en una tremenda convulsión social precursora, como siempre acontece, de un acelerado movimiento evolutivo. 
Al terror del fanatismo religioso siguió el de la venganza popular desenfrenada y, en el crisol de aquella dura prueba, los destinos del mundo comenzaron de nuevo a ser fundidos. 
Fue entonces que los Espíritus directores tuvieron que intervenir nuevamente para orientar el movimiento e impedir que las pasiones desencadenadas ultrapasen los límites permitidos, perjudicando el progreso general o retardándolo demasiado. 
Entraron a actuar en forma enérgica y positiva haciendo valer los elementos ya preparados de antemano, y dispuestos en los sectores más convenientes. 
Eso sucedió en el siglo pasado, así hasta nuestros días y en diferentes lugares al mismo tiempo, pero más señaladamente en la América del Norte, donde los fenómenos objetivos y por sí mismos impresionantes se revelaron, llamando la atención del mundo. 
Es verdad que al tumulto causado por la explosión de las masas, el Positivismo había traído un cierto adelanto metodizando el pensamiento y orientando el raciocinio en el sentido de la justicia y de la moral, mas lo que los guías querían era enfocar el aspecto nítidamente espiritual de la vida, elevándose por sobre lo espiritual y especulativo hacia los cuales, en ese momento, se inclinaban todas las fuerzas vivas del hombre. 
Y eso lo consiguieron con éxito, dado que el interés despertado por esas manifestaciones de lo llamado sobrenatural fue considerable, todas las clases intelectuales se movilizaron y a los sabios de indiscutible autoridad les fue sometida la incumbencia de examinar el asunto a la luz de la ciencia contemporánea. Fue entonces que, para facilitar ese examen, los Espíritus directores determinaron la aparición de médiums de gran capacidad, con lo cual trataban también de contribuir para que esos trabajos resultasen concluyentes y categóricos. 
Esos médiums, que eran realmente excepcionales, se sometieron a toda especie de control y los informes firmados por comisiones científicas de América, Inglaterra, Francia, Italia y Alemania estuvieron de acuerdo en reconocer que la vida continuaba realmente más allá del sepulcro, y que era innegable el intercambio entre vivos y muertos. 
Fue esa misión de Kardec –el Codificador- y de los notables Espíritus de Crookes Ochorowicz, du Prel, Lombroso, Myers; Stead, Flammarion, León Denis, Aksakof, Notzing, seguidos luego por Lodge, Richet, Doyle, Geley, Bozzano y Delanne, para citar solamente los más conocidos. 
Y así, con el auxilio de esos sabios fue puesto un freno al materialismo dominante, dando una nueva orientación al pensamiento religioso y a la verdad que, hasta hoy, mantiene el impulso dado en aquella época y sigue creciendo en importancia y rapidez produciendo un triple resultado: La derrota del materialismo estéril, la destrucción del fanatismo religioso medieval y la implantación de los fundamentos de una verdadera espiritualidad. 
Desde entonces el mundo evolucionó más de prisa, en una fermentación interior y silenciosa y cuyos efectos sentiremos en tiempos muy próximos, en el remate de este fin de siglo, con el advenimiento del tercer milenio. 
Los científicos y los médiums fueron, innegablemente, los artífices materiales de esa gran victoria. 

Del libro “MEDIUMNIDAD” 
De EDGARD ARMOND


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         LA IGLESIA UNIVERSAL



Fue dicho: «Cuando lleguen los tiempos, yo derramaré mi espíritu sobre toda la carne; vuestros hijos y 
vuestras hijas profetizarán; los mancebos tendrán visiones y los viejos 

soñarán sueños. 

LEON DENNIS              
Es llegada esa época. La evolución física y el desarrollo intelectual de                                    la Humanidad dan a los Espíritus 
superiores bien diestros instrumentos, organismos bien perfeccionados para permitirles que manifiesten su presencia y esparzan sus instrucciones. Tal el sentido de esas palabras. 
Las potencias del espacio están en actividad, por todas partes su acción se hace sentir. Mas, nos preguntarán, ¿cuáles son esas potencias? 
Miembros y representantes de las iglesias del mundo, oíd y gravad en vuestra memoria: 
Allá, muy encima de la Tierra, en los campos vastísimos del espacio vive, piensa, trabaja una Iglesia invisible, que vela por la Humanidad. 
Ella se compone de los apóstoles, de los discípulos de Cristo y de todos los genios de los tiempos cristianos. 
Cerca de ellos encontrareis también a los elevados Espíritus de todas las razas que vivieran en este mundo de conformidad con la ley de amor y caridad. 
Porque los juicios del cielo no son los juicios de la Tierra. En los etéreos espacios no se piden cuentas a las almas de los hombres, ni de su raza, ni de su religión, más de sus obras y del bien que practicaron. 
Es la Iglesia universal; no es restricta como las iglesias convencionales de la Tierra; abarca a los Espíritus de todos los que sufrieran por la verdad. 

Cristianismo y Espiritismo. León Dennis.


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 Médiums interesados 


En nuestro artículo sobre los escollos de los médiums, hemos puesto la codicia entre los defectos que pueden dar cabida a los Espíritus imperfectos. Algunos desarrollos sobre este tema serán útiles. Se debe colocar, en el primer nivel de los médiums interesados, a aquellos que podrían hacer de su facultad una profesión, al realizar lo que se llama consultas o sesiones remuneradas. No los conocemos, por lo menos en Francia, pero, como todo puede volverse un objeto de explotación, no habría nada de sorprendente en que se quisiera, un día, explotar a los Espíritus. 

Resta saber cómo ellos tomarían la cosa, si alguna vez tal especulación intentara introducirse. Aunque no se sea completamente iniciado en el Espiritismo, se comprende lo que esa especulación tendría de envilecedora. Pero quienquiera que conozca, aunque sea un poco, las condiciones difíciles en las que los buenos Espíritus se comunican con nosotros, cuán poca cosa basta para alejarlos y la repulsión de ellos por todo lo que es de interés egoísta, jamás podrá admitir que los Espíritus superiores estén al capricho del primero que llegara y que les hiciera venir a cierto monto por hora; el simple buen sentido rechaza semejante suposición. 

¿No sería también una profanación evocar a su padre, a su madre, a su hijo o a su amigo por un medio semejante? Sin duda, se pueden tener comunicaciones de ese modo, ¡pero Dios sabe de qué fuente! Los Espíritus frívolos, mentirosos, traviesos, burlones y todo el tropel de Espíritus inferiores vienen constantemente; están siempre listos a contestar a todo. San Luis nos decía otro día en la Sociedad: «Evocad una roca y ella os contestará». Aquel que desea comunicaciones serias debe instruirse, ante todo, sobre la naturaleza de las afinidades del médium con los seres de ultratumba. Ahora bien, aquellas que pueden tener el afán de lucro sólo pueden inspirar una confianza muy mediocre. 

Los médiums interesados no son únicamente aquellos que podrían exigir una remuneración fija. El interés no se traduce siempre por la esperanza de una ganancia material, sino también por las intenciones ambiciosas de toda naturaleza, en las que se pueden fundar expectativas personales. Está también allí una imperfección que los Espíritus burlones saben muy bien aprovechar y lo hacen con una habilidad, una astucia verdaderamente notable, ilusionando y engañando a aquellos que se ponen, así, bajo la dependencia de ellos. En suma, la mediumnidad es una facultad concedida para el bien, y los buenos Espíritus se alejan de quienquiera que pretenda hacer de ella un escabel para lograr cualquier cosa que no corresponda a los designios de la Providencia. El egoísmo es la llaga de la sociedad; los buenos Espíritus lo combaten, no se puede suponer que vengan a servirle. Eso es tan racional que sería inútil insistir más sobre este punto. 

Los médiums de efectos físicos no están en la misma categoría. Como esos efectos son producidos por Espíritus inferiores poco escrupulosos en cuanto a los sentimientos morales, un médium de esa categoría que deseara explotar su facultad podría, pues, contar con que lo asistirían sin demasiada repugnancia; pero eso presenta otro inconveniente. El médium de efectos físicos, no más que aquel de comunicaciones inteligentes, no ha recibido su facultad para su placer. Ésta le ha sido concedida a condición de hacer un buen uso de ella y, si él abusa, su facultad le puede ser retirada, o incluso volverse en detrimento de él, porque, en definitiva, los Espíritus inferiores están subordinados a los Espíritus superiores. 

A los Espíritus inferiores les gusta mucho mistificar, pero no les gusta ser mistificados. Si se prestan, de buen grado, a las bromas, a las cosas de curiosidad, no les gusta más que a los otros ser explotados, y demuestran, a cada instante, que tienen su voluntad, que actúan cuándo y cómo les parece bien, lo que hace que el médium de efectos físicos esté aún menos seguro de la regularidad de las manifestaciones que el médium escribiente. Pretender producirlas en días y horas fijos sería dar demostración de la más profunda ignorancia. ¿Qué hacer, entonces, para ganar su dinero? Simular los fenómenos; es eso lo que puede suceder no solamente con aquellos que hagan de eso una profesión declarada, sino incluso con las personas simples en apariencia y que se limiten a recibir una remuneración cualquiera de los visitantes. 

Si el Espíritu no produce el fenómeno, se lo suple: la imaginación es tan fecunda cuando se trata de ganar dinero; es una tesis que desarrollaremos en un artículo específico a fin de alertar contra el fraude. De todo lo que precede, concluimos que el desinterés más absoluto esla mejor garantía contra la charlatanería, pues no hay charlatanes desinteresados. Aunque el desinterés absoluto no garantiza siempre el carácter bueno de las comunicaciones inteligentes, quita a los malos Espíritus un poderoso medio de acción y cierra la boca de ciertos detractores. 

 
AllanKardec- Revista Espírita –Periódico de Estudios Psicológicos, 2 º año, n º 3, marzo de 1859. 
Revista Revista Espirita 1858-1861


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Estigmatizados; ¿ Fenómeno o 

milagro ?

 Hay sujetos que protagonizan una extraña clase de fenómeno, ciertamente  inquietante. Se trata de la  aparición de estigmas o llagas sangrantes sin una explicación física. Este es un antiguo fenómeno que se ha relacionado siempre con los “milagros” a imitación de las llagas de la crucifixión de Jesucristo, y con lo “sobrenatural” debido a desconocerse  otra explicación para los mismos.
Su manifestación consiste en  la aparición  en el cuerpo físico de una persona, de llagas, quemaduras o señales rojizas, así como exudaciones sanguíneas de las mismas. Generalmente se supone que   reproducen las heridas  que sufrió  Jesucristo en su pasión y muerte.                        

La moderna Psiquiatría y la Parapsicología sin embargo, han llegado a la conclusión de  que se  trata de un fenómeno natural,  aunque raro, provocado  desde  la propia mente del sujeto, que fuertemente sugestionado o impresionado con una imagen, tiene suficiente energía psíquica y poder mental, generalmente inconsciente, como para plasmar sobre su propio organismo físico los rasgos de   dicha imagen.  Esta puede estar en su mente impresionada  profundamente, por la que mentaliza conscientemente   que van a aparecer los estigmas, o  debido a la enorme sugestión  inconsciente de su intenso fervor  religioso, o  
bien  porque una sugestión externa se ha implantado en su             P. Pío de Pietralchina          mente,como ya ha sido  comprobado en algún caso de hipnotismo.                                       Se han visto experimentadores que mediante un acto directo de su voluntad, hacen aparecer llagas y  estigmas en el cuerpo de ciertas personas, haciendo salir  por ellos sangre y otros humores, para después  curarlos  enseguida por un nuevo acto de voluntad  contrario al anterior. Este extraordinario e infrecuente suceso viene a  demostrar  como la sola voluntad humana es capaz de  actuar sobre la materia, hasta el punto de poder destruir o reparar tejidos vivos.
       Una prueba de que no se trata de “milagros” propiamente dichos, tal como se  admiten como una derogación de las normas de la naturaleza, es  por ejemplo, el que los estigmas de carácter religioso que reproducen en los estigmatizados las llagas de la crucifixión de Cristo, suelen aparecer en las palmas de las manos , tal como  están en las imágenes, en los crucifijos de las Iglesias y en las estampas, y sin embargo se sabe por los estudios de la Sábana Santa y por  la Medicina Forense, que  los clavos de Cristo realmente penetraron las muñecas a nivel del metacarpo. En las palmas de las manos, el propio peso del cuerpo, lógicamente las hubiese desgarrado y no hubiesen sujetado su   peso colgado del madero.
             Entre los más famosos estigmatizados en la Historia, y han sido bastantes, tenemos por ejemplo a Teresa Neuman y al  P.Pío de Pietralclina, al que la fama de sus estigmas "milagrosos", le llevó a los altares como "santo" de la Iglesia Católica..

- Jose Luis Martín -

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MÉDIUMS AUDITIVOS.

Estos oyen la voz de los Espíritus; es como lo hemos dicho hablando de la pneumatofonía: algunas veces una voz íntima que se hace oír en el fuero interno; otras veces es una voz exterior clara y distinta como la de una persona viva. Los médiums auditivos pueden entrar de este modo en conversación con los Espíritus. Cuando tienen la costumbre de comunicar con ciertos Espíritus, los reconocen inmediatamente con el metal de la voz.
Cuando uno no está dotado de esta facultad, se puede igualmente comunicar con un Espíritu a través de un médium auditivo que hace el oficio de intérprete.
Esta facultad es muy agradable cuando el médium solo oye buenos Espíritus, o únicamente aquellos que llama; pero no es lo mismo cuando un Espíritu malo se encarniza en él y le hace oír a cada momento las cosas más desagradables y algunas veces las más inconvenientes. Es preciso entonces procurar desembarazarse de aquel por los medios que indicaremos en el capítulo de “La Obsesión”.


EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.


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