jueves, 21 de julio de 2016

LOS ESPÍRITUS ERRANTES



                                                               

                                    TRABAJO Y SOCIEDAD

     Conocedores que el objetivo primordial del Espiritismo es la reforma interior, a fin de hacer de nosotros verdaderos hombres de bien, no debemos olvidar tampoco que vivimos inmersos en la sociedad que nos corresponde por merecimiento y evolución. De ahí la necesidad de aportar ideas y actitudes renovadoras que permitan también la evolución colectiva de la criatura humana y de la sociedad en su conjunto.
     Si hay un autor espírita que merezca ser estudiado en profundidad por sus aportaciones a la mejora social, dicho autor es León Denís. Todas sus obras transpiran la aspiración de mejorarse a sí mismo y a la colectividad, por lo que en el presente artículo repasaremos algunas de sus aportaciones en relación a la cuestión social. En el capítulo La crisis moral de su obra Después de la muerte, León Denís nos dice: En la filosofía de los espíritus volvemos a encontrar la doctrina oculta que abarca todas las edades, haciéndola revivir bajo formas más grandes y más puras. Reúne sus restos esparcidos y los amasa con un fortísimo cemento para reconstruir un monumento grandioso capaz de cobijar a todos los pueblos y a todas las civilizaciones. Para asegurar su duración, lo asienta sobre la roca de la experiencia directa del hecho constantemente renovado. Y, gracias a ella, vemos desenvolverse a los ojos de todos, en la espiral infinita de los tiempos, el drama inmenso de la vida, de la vida inmortal, con las existencias innumerables y los progresos incesantes que reserva a cada uno de nosotros en la escala colosal de los mundos. Semejante doctrina puede transformar pueblos y sociedades llevando la luz do quiera haya tinieblas, derritiendo con su calor todo el hielo y egoísmo acumulado en las almas y revelando a todos los hombres las leyes sublimes que los unen con los lazos de una estrecha, de una eterna solidaridad. Hará la conciliación por medio de la paz y la armonía. Por ella aprenderemos a obrar con el mismo espíritu y el mismo corazón. Y la humanidad, consciente de su fuerza, avanzará con paso más firme hacia sus magníficos destinos.

1 No obstante, fue en su obra Socialismo y Espiritismo que León Denís profundizó todavía más en dicha cuestión. Entre otras ideas, cabe resaltar que todos debemos aportar aquello que esté a nuestro alcance al orden y conjunto de la sociedad. Así, nuestra principal tarea debe ser siempre nuestro trabajo interior, reformando nuestro carácter para convertirnos en hombres y mujeres de bien, sirviendo así de ejemplo a cuantos nos rodean y al conjunto de la sociedad. De esta forma estaremos actuando de acuerdo con nuestro objetivo existencial, aprovechando la actual encarnación al tomar como objetivo el desarrollo del self. Debemos tener en cuenta que la sociedad es el resultado de la suma de valores individuales, por lo que mejorándonos como individuos estaremos también mejorando nuestra sociedad. Al dejar atrás nuestros defectos y nuestro egoísmo, estamos abriendo las puertas para lograr la paz, la fraternidad y la justicia entre los hombres, de modo que podamos contribuir a la solución de los problemas sociales.
     Con el Espiritismo podemos influenciar en el desarrollo de la economía social y la vida pública, al facilitar nuestro desenvolvimiento, el de la  colectividad y la solidaridad. Si introducimos en las leyes y normas humanas la ley divina o natural, estaremos colaborando a la elevación de nuestros usos y costumbres. Si lo analizamos bien, a fecha de hoy, la jornada semanal de cuarenta horas nos debería permitir disfrutar de más tiempo para el trabajo intelectual y para nuestra reforma íntima. Durante algunos minutos deberíamos liberar nuestro espíritu de las insinuaciones, deseos y sensualismo del mundo material, dejando que nuestro ego se identifique con nuestro self. Para ello podemos ampliar nuestro horizonte y contemplar el infinito que espera a nuestras almas, intentando evitar el estado de turbación y de oscuridad en la que podríamos encontrarnos si apartamos de nuestra vida los valores de la vida espiritual.
    Cuando se busca únicamente el placer efímero y se cae en los vicios adictivos, precisaremos rescatarlos por el sufrimiento en esta o en venideras encarnaciones. León Denís nos recomienda ser sobrios y medidos en todas las cosas.
    Ya a principios del siglo XX en occidente se había aumentado el bienestar físico, pero no la felicidad. La falta de amor y de confianza en la vida serían los responsables de ello. Desde la época romana se veía al trabajo como algo negativo, como un yugo que debía ser soportado; visión que perdura en nuestros días. Sin embargo, el trabajo que se realiza con alegría y buen humor aporta mucho a muestro ser y a la sociedad en general, siendo una vía de iluminación y de amor. Por el contrario, multiplicando nuestras necesidades e incentivando nuestros deseos, nos encadenamos a las cosas materiales y evitamos que podamos vivir la vida del espíritu. Aunque haya pasado casi un siglo desde que León Denís transcribiera dichos pensamientos, lo cierto es que permanecen muy actuales, y que hoy en día, a pesar de los grandes avances en materia del Estado del Bienestar, lo cierto es que no existe un consenso claro acerca de lo que dicho estado debe ser y qué forma de articular sus políticas debe tener. Así, en la actualidad tenemos tres modelos definidos de “Estados del Bienestar” según su ideología: el liberal, el socialdemócrata y el conservador.
1- Liberal Tiene como objetivo aumentar el papel del mercado en la economía y mantener un gasto social bajo.
2- Socialdemócrata Quiere intervenir en la economía a través de la intervención del estado y mantener un gasto social elevado.
3- Conservador Potencia el papel de la familia, con un gasto social alto.
  Allan Kardec, en “El Libro de los Espíritus” dedica un capítulo a la “Ley del trabajo”. Del citado capítulo podemos recordar las tres primeras cuestiones:
674. ¿La necesidad del trabajo es una ley de la Naturaleza? “El trabajo es una ley natural por lo mismo que es una necesidad, y la civilización obliga al hombre a mayor trabajo, porque aumenta sus necesidades y sus goces.”
675. ¿Sólo deben entenderse por trabajo las ocupaciones materiales? “No el espíritu trabaja como el cuerpo. Toda ocupación útil es trabajo”
676. ¿Por qué es impuesto el trabajo al hombre? “Es consecuencia de su naturaleza corporal, una expiación y al mismo tiempo un medio de perfeccionar su inteligencia. Sin el trabajo, el hombre no saldría de la infancia de la inteligencia y por esto sólo a su trabajo y actividad debe su subsistencia, su seguridad y su bienestar. Al que es débil de cuerpo, Dios le da, en cambio, la inteligencia, pero siempre es trabajo.

2  En relación al trabajo, otros autores espíritas han ahondado en el tema, entre ellos Francisco Cándido Xavier, quien en su libro Pensamiento y Vida relata que el trabajo debe ser adoptado como alimento diario para que en nuestra mente se pueda reflejar la luz de la espiritualidad superior. Nos dice que en tiempos pasados la escuela, las artes, el hogar, la agricultura, la ganadería o la industria eran tenidas como ocupaciones propias de los esclavos. Sin embargo, la ley del trabajo es el camino que nos debe permitir conquistar la emancipación de nuestra alma. Huir de él y sumirse en los goces o en la pereza, es dejar a un lado nuestro camino para nuestro progreso. En las esferas superiores no se trabaja por obligación, sino que la criatura es ya consciente que trabajar y obrar a favor del bien significa entregarse a las leyes divinas. Así, en dichas esferas, los espíritus son serviciales y reproducen en sí mismos las maravillas que les rodean, reflejadas como un espejo. Finalmente, en relación al progreso social, recordemos algunas reflexiones de Allan Kardec de su libro El Génesis al respeto: Considerad que las almas actuales ya vivieron en un tiempo pasado; que pudieron ser bárbaras, como el siglo que las engendró, más han progresado, y como en cada nueva existencia traen lo adquirido en vidas anteriores, las almas de los tiempos civilizados no son creadas más perfectas, sino que se fueron perfeccionando por sí mismas con el transcurso del tiempo, con lo que tendréis la única explicación lógica de la causa del progreso social.

  Por  David Estany Associació Espírita Otus i Néram – Tàrrega (Lleida)

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Creaciones fluídicas. Fotografía del 

pensamiento 

Allan Kardec 

– Los fluidos espirituales, que constituyen uno de los estados del fluido cósmico universal, son, propiamente hablando, la atmósfera de los seres espirituales; es el elemento de donde ellos toman los materiales sobre los cuales operan; es el medio donde ocurren los fenómenos especiales, perceptibles a la visión y al oído del Espíritu, y que escapan a los sentidos carnales, impresionables únicamente por la materia tangible; donde se forma esa luz particular al mundo espiritual, diferente de la luz ordinaria por sus causas y sus efectos; es, en fin, el vehículo del pensamiento, como el aire lo es del sonido. 

14. – Los Espíritus actúan sobre los fluidos espirituales, pero no los manipulan como los hombres manipulan los gases, sino con la ayuda del pensamiento y de la voluntad. El pensamiento y la voluntad son para el Espíritu lo que la mano es para el hombre. Mediante el pensamiento, imprime a estos fluidos tal o cual dirección; los aglomeran, los combinan o los dispersan; forman conjuntos que tienen una apariencia, una forma o un color determinados; cambian sus propiedades como un químico cambia la de los gases u otros cuerpos, combinándolos según ciertas leyes. Es el gran taller o laboratorio de la vida espiritual. 

Algunas veces esas transformaciones son el resultado de una intención; con frecuencia, son el producto de un pensamiento inconsciente; basta al Espíritu pensar en una cosa para que ésta cosa se produzca, como basta modular el aire para que este aire repercuta en la atmósfera. Así es, por ejemplo, como un Espíritu se presenta a la vista de un encarnado, dotado de visión psíquica, bajo la misma apariencia que tenía cuando estaba vivo, en la época en que se conocieron, aun cuando haya pasado por varias encarnaciones. Se presenta con el traje, los signos exteriores – enfermedades, cicatrices, miembros amputados, etc.– que tenía entonces; un decapitado se presentará con la cabeza de menos. 

Esto no quiere decir que haya conservado estas apariencias; no ciertamente, porque como Espíritu, él no es ni cojo, ni manco, ni tuerto, ni decapitado; pero su pensamiento fijándose en la época en que era así, hace que su periespíritu tome de inmediato las apariencias que deja, asimismo, instantáneamente, desde que el pensamiento cese de actuar. Pues, si una vez fue negro y otra vez blanco, se presentará como negro o como blanco, según aquella de las dos encarnaciones, bajo la cual fuere evocado y donde se reportará su pensamiento. Por un efecto análogo, el pensamiento del Espíritu crea fluídicamente los objetos de que acostumbraba servirse: un avaro manipulará oro, un militar llevará sus armas y su uniforme, un fumador su pipa, un labrador su carreta y sus bueyes, una anciana su rueca para hilar. Estos objetos fluídicos son tan reales para el Espíritu, fluídico él mismo, como lo son en el estado material para el hombre vivo; pero por la misma razón que son creados por el pensamiento, su existencia es tan fugaz como el pensamiento. (1) 

15. – Siendo los fluidos el vehículo del pensamiento, éste actúa sobre los fluidos como el sonido actúa sobre el aire. Ellos nos transmiten el pensamiento como el aire nos transmite el sonido. Se puede decir, con toda certeza, que hay, en estos fluidos, ondas y rayos de pensamiento, que se entrecruzan sin confundirse, como hay en el aire ondas y rayos sonoros. Hay más: El pensamiento, creando imágenes fluídicas se refleja en la envoltura periespiritual como en un espejo; ahí toma un cuerpo y se fotografía de alguna forma. Si un hombre, por ejemplo, tiene la idea de matar a otro, por más impasible que sea en su cuerpo material, su cuerpo fluídico es puesto en acción por el pensamiento, del cual reproduce todos los matices; él ejecuta fluídicamente el gesto, o acto que tiene el deseo de cumplir; el pensamiento crea la imagen de la víctima, y la escena entera se diseña, como en un cuadro, tal como está en su espíritu. 

Es así que los movimientos más secretos del alma repercuten en la envoltura fluídica; que un alma puede leer en otra alma como en un libro, y ver lo que no es perceptible a los ojos del cuerpo. No obstante, viendo la intención, puede presentir el cumplimiento del acto, que habrá a continuación, pero no puede determinar el momento en que se cumplirá, ni precisar sus detalles, ni siquiera afirmar que ocurrirá, porque circunstancias ulteriores pueden modificar los planes urdidos y cambiar las disposiciones. No puede ver lo que aún no está en el pensamiento; lo que ve es la preocupación habitual del individuo, sus deseos, sus proyectos y propósitos buenos o malos. 

(1) Revista Espírita, julio de 1859, página 184 El libro de los Médiums, Cap. VIII. 
Allan Kardec 
Extraído del libro “La Génesis”


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¿Que  son los Espíritus errantes?

Cuando hablamos de Espíritus errantes, nos referimos a los  Seres desencarnados a la espera de su reencarnación, que ocupan el espacio  espiritual  que se interpenetra con las diversas capas atmosféricas del planeta Tierra , donde se agrupan en ciudades astrales semejantes a las del planeta, más o menos bellas según la perfección de los que las habitan, y así, con los nacimientos y muertes sucesivas en nuestro planeta,  van  pasando sucesivamente  a la Tierra y viceversa, en un proceso de intercambio a través  de la reencarnación .
Los Espíritus desencarnados que integran el área de influencia del planeta Tierra, ocupan el espacio que les corresponde  interpenetrando la atmósfera  terrestre en la que ,poseyendo cuerpos semimateriales de menor densidad que en el plano físico, se distribuyen en función de la atracción gravitacional que tiende a atraerlos a la corteza planetaria. Los que revisten cuerpos menos densos se distribuyen en las regiones más alejadas de nuestro mundo, en donde el campo gravitacional terrestre ejerce menos influencia sobre  sus cuerpos espirituales. Por el contrario, los que tienen cuerpos  espirituales  más densos viven  más cercanos a la corteza terrestre, en donde la  fuerza de gravedad planetaria les afecta y  los mantiene como prisioneros dentro de paredes invisibles que les impiden elevarse a otras  regiones más altas.
Después del proceso de turbación que sigue a la muerte, los Espíritus vuelven a la erraticidad  desde donde habían salido antes para afrontar una vida física y allí permanecen  un periodo de tiempo que varía en cada caso, pero en general  suele ser más largo que el periodo en que permanecen encarnados (parece ser que la media son unos nueve años de permanencia en el plano espiritual, por cada uno vivido en la Tierra durante su vida anterior).
Una vez pasada la fase de la muerte siendo seres humanos, muchos  permanecen temporalmente  en un estado de pérdida, desorientación e inseguridad. Finalmente se ubican transitoriamente  alrededor de  los mundos físicos, en  diversos grados evolutivos, que les sirven como estaciones o puntos de reposo. Estos mundos  que ocupan transitoriamente ,  y en los que se encuentran multitud de ciudades y residencias espirituales, similares a los de la Tierra, son  mundos semimateriales, o sea que forman un grado  intermedio  entre los mundos espirituales y los mundos físicos  y  son  en cuanto a belleza, luminosidad y perfección, conformes según la naturaleza de los Espíritus que   por afinidad se agrupan en ellos  para  gozar de mayor o menor bienestar mientras se plantean y planean su próxima reencarnación.  La situación de esta clase de mundos es transitoria y  muchas veces se trata de planetas  habitados  simultáneamente  por seres corpóreos e incorpóreos; otras veces  su superficie es estéril para la vida de los seres orgánicos, pero esta esterilidad  física  de carácter transitorio  se puede entender porque los Seres espirituales que los habitan de nada  material precisan; esto  no significa que  carezcan de bellezas naturales, pues estas se traducen en las bellezas de la inmensidad del Universo, no menos admirables que las bellezas de nuestra Naturaleza  terrestre, siendo de señalar que  en nuestro sistema planetario no existen  mundos de este género, aunque la Tierra  ya formó en el pasado  parte de esos mundos durante su formación planetaria
La erraticidad tanto si es en mundos astrales que rodean la atmósfera terrestre, como si es en mundos físicos  de superficie estéril inhabitables para el ser humano, siempre suponen  una estación de reposo temporal  en donde se preparan  para una nueva reencarnación.  Por eso, a los Espíritus errantes también se les podría definir en pocas palabras,  como  Espíritus desencarnados que permanecen a la espera de una oportunidad para reencarnar.   Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo, afirmó que son todos los Espíritus desencarnados en general,  durante el intervalo de sus existencias corporales, y sigue diciendo:
La erraticidad tanto si es en mundos astrales que rodean la atmósfera terrestre, como si es en mundos físicos  de superficie estéril inhabitables para el ser humano,
    La erraticidad no es en absoluto señal de inferioridad de los Espíritus. Hay Espíritus errantes de todas clases, salvo los de primer  orden o Espíritus Puros, que no teniendo que reencarnar más para perfeccionarse, no pueden ser considerados errantes. Los Espíritus errantes son felices o infelices, según sea su grado de purificación, y ese estado comprende la vida material del cuerpo que vestía, percibiendo sus existencias anteriores y sus errores que los apartan de la perfección y de la felicidad infinita. Es entonces cuando escogen  nuevas pruebas para progresar más rápido.

         Durante  la  erraticidad, los Espíritus  también progresan  y  tienden a formar núcleos colectivos donde se integran y en donde terminan formando sus propios ambientes. La Ley de Afinidad  rige esta cuestión, pues los Espíritus afines se buscan y  reúnen.
     Los Espíritus que habitan esos mundos en tan diversos grados, pueden abandonarlos a voluntad  para ir donde precisen. En esos mundos ellos  también  progresan  reuniéndose con el objeto de instruirse y así poder merecer  más fácilmente permiso desde los Planos Superiores para acudir a mejores lugares y  adquirir la preparación necesaria antes de una nueva reencarnación. .
         León Denis define a los  espíritus errantes como “ni buenos ni malos, pero sí débiles e inclinados a las cosas de la Tierra”;  y continúa diciendo  en su obra “Después de la muerte”: Todas las regiones del universo están llenas de multitudes de almas que se agitan entre la Luz y la oscuridad, permaneciendo en una actividad constante. Otras se agolpan junto a los globos  planetarios  y los siguen en sus revoluciones, turbas y revueltas que  influyen sin saberlo en los elementos atmosféricos. “El universo entero evoluciona como los mundos, los espíritus prosiguen  su eterna carrera arrastrados hacia un estado superior y entregados a ocupaciones diversas”.
        A los Espíritus errantes  se les  podría confundir con los llamados  del  “Bajo Astral”, que son los que están en zonas oscuras de los planos inferiores que se mezclan con nuestro plano físico e incluso por debajo de este.
       Sin embargo la diferencia  entre ambos conceptos es que el  espíritu errante puede estar  ubicado  en  cualquiera de los planos espirituales que rodean cada mundo según su nivel de evolución,  mientras  en el Umbral, habitado por Seres malignos y sufridores,  están exclusivamente  en las zonas  inferiores, descritas como  tenebrosas, pantanosas y frías, llenas de llanto y horror.
- Jose Luis Martín-

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 Hay muertos en la sombra de la muerte reviviendo las experiencias que los consumieron, sin conseguir morir “

 Espíritu Marco Prisco a través del médium  Divaldo Pereira Franco (Glosario Espírita Cristiano)
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        ELECCIÓN DE LAS PRUEBAS

258 – En estado errante y antes de reencarnarse, ¿tiene el Espíritu conciencia y previsión de lo que le sucederá durante la vida?
– El mismo elige el género de pruebas que quiere soportar y en esto consiste su libre albedrío.
– ¿No es, pues, Dios quien le impone como castigo las tribulaciones de la vida?
– Nada sucede sin el permiso de Dios, pues, es él quien establece todas las leyes que rigen el Universo. Preguntad, entonces ¿por qué ha hecho tal ley y no tal otra? Dando al Espíritu la libertad de elegir, le deja toda la responsabilidad de sus actos y consecuencias, de manera que nada entraba su futuro; tanto el camino del mal como el del bien permanecen abiertos para él. Si sucumbe le queda el consuelo de que no todo acabó para él; Dios, en su bondad, le brinda la oportunidad de volver a empezar lo que ha hecho mal. Además, es necesario, distinguir lo que es obra de la voluntad de Dios y lo que procede de la del hombre. Si os amenaza un peligro, no sois vosotros sino Dios, quien lo ha creado, pero es por vuestra propia voluntad que os exponéis a él porque lo consideráis un medio de progreso y Dios lo ha permitido.

259 – Si el Espíritu elige el número de pruebas que ha de soportar, ¿se sigue de ello que todas las tribulaciones que experimentamos en la vida fueron previstas y escogidas por nosotros?
– Todas no es la palabra, pues no se puede decir que escogisteis y previsteis todo lo que os pasa en el mundo, hasta las cosas más ínfimas; escogisteis el género de pruebas, los detalles son consecuencia de la posición y con frecuencia de vuestros propios actos.
Si el Espíritu quiso nacer entre malhechores, por ejemplo, sabía a qué peligros se exponía, pero no cada uno de los actos que practicaría, pues estos son resultado de su voluntad y de su libre arbitrio. El Espíritu sabe que escogiendo tal camino habrá de soportar tal género
de lucha; sabe también la naturaleza de las vicisitudes que enfrentará, pero no sabe cuáles acontecimientos le aguardan. Los detalles de los acontecimientos nacen de las circunstancias y de la fuerza de las cosas. Sólo están previstos los grandes acontecimientos que influyen en su destino. Si tomas un camino lleno de atolladeros, sabes que debes tomar grandes precauciones para no caer y no sabes en cuál de ellos caerás; también puede ser que no caigas si eres prudente. Si pasando por la calle te cae una teja en la cabeza, no creas que estaba escrito como vulgarmente se dice.

260 – ¿Cómo puede el Espíritu querer nacer entre gentes de mal vivir?
– Es necesario que sea enviado a un medio donde pueda soportar la prueba que pidió. ¡Pues bien! Es preciso que haya analogía en las situaciones. Para luchar contra el instinto del robo es necesario que se encuentre entre personas de esa calaña.
– Si no hubiese personas de mal vivir en la Tierra, ¿el Espíritu no podría encontrar el medio adecuado a ciertas pruebas?
– ¿Y os quejaríais de ello? Eso es lo que sucede en los mundos superiores donde no tiene acceso el mal, puesto que son habitados por Espíritus buenos. Procurad que pase pronto lo mismo en la Tierra.

261 – En las pruebas que ha de sufrir para llegar a la perfección, ¿debe el Espíritu experimentar todos los géneros de tentaciones? ¿Debe pasar por todas las circunstancias que pueden excitar su orgullo, envidia, avaricia, sensualidad, etc.?
– Ciertamente que no, pues sabéis que hay Espíritus que desde el comienzo, toman un camino que los libra de muchas pruebas; pero el que se deja arrastrar hacia el mal camino, corre todos los peligros de éste. Un Espíritu, por ejemplo, puede pedir riquezas que le son
concedidas, y siguiendo entonces su carácter, puede ser avaro o pródigo, egoísta o generoso, o bien entregarse a todos los placeres de la sensualidad. Pero esto no quiere decir que forzosamente deba pasar por todas estas inclinaciones.

262 – ¿Cómo el Espíritu, que en su origen es sencillo, ignorante e inexperto, puede elegir una existencia con conocimiento de causa y ser responsable de esta elección?
– Dios suple su inexperiencia trazándole el camino que debe seguir, como lo hacéis vosotros con un niño desde que nace. A medida que su libre arbitrio se desarrolla, lo va dejando poco a poco en libertad para escoger y entonces es cuando a menudo se extravía tomando el mal camino, si no escucha el consejo de los buenos Espíritus. A eso es lo que puede llamarse la caída del hombre.
– Cuándo el Espíritu disfruta de su libre albedrío, ¿la elección de la existencia corporal depende siempre exclusivamente de su voluntad, o esa existencia puede serle impuesta como expiación por la voluntad de Dios?
– Dios sabe esperar y no apresura la expiación. Pero, puede, sin embargo, imponer una existencia al Espíritu, cuando éste, por su inferioridad o mala voluntad, no es apto para comprender lo que podría serle más saludable y cuando ve que esa existencia además de
servirle de expiación, contribuye a su purificación y adelanto.

263 – ¿Hace el Espíritu su elección inmediatamente después de la muerte?
– No; muchos creen en la eternidad de las penas, lo cual según se ha dicho, es un castigo.

264 – ¿Qué es lo que dirige al Espíritu en la elección de las pruebas que quiere soportar?
– Elige las que pueden ser para él una expiación, según la naturaleza de sus faltas y que pueden hacerle progresar más pronto.
Algunos se imponen una vida de miserias y privaciones para intentar soportarlas con valor. Otros pueden querer probarse con las tentaciones de la fortuna y del poder, mucho más peligrosas por el abuso y mal uso que puede hacerse de ellas y por las malas pasiones que engendran. Otros quieren probarse con las luchas que han de sostener con el contacto del vicio.

265 – Si hay Espíritus que eligen como prueba el contacto con el vicio, ¿los hay también que lo eligen por simpatía y deseos de vivir en un medio a su gusto, o para poder entregarse materialmente a sus inclinaciones materiales?
– Sin duda que los hay; pero sólo entre aquellos cuyo sentido moral está poco desarrollado aún; la prueba viene de ellos mismos y la soportarán por más tiempo. Tarde o temprano, comprenderán que la satisfacción de las pasiones brutales les trae deplorables
 consecuencias, que soportarán durante un tiempo que les parecerá eterno. Dios podrá dejarles en ese estado hasta que comprendan sus faltas y pidan por sí mismos los medios de rescatarlas con pruebas provechosas.

266 – ¿No parece natural que los Espíritus escojan las pruebas menos penosas?
– Para vosotros, sí; pero no al Espíritu. Cuando se libera de la materia, la ilusión desaparece y piensa de otra manera.

El hombre en la Tierra y bajo la influencia de las ideas carnales, no ve en sus pruebas sino el aspecto penoso; es por eso que le parece natural elegir las que desde su punto de vista pueden coexistir con los placeres materiales. Pero, en la vida espiritual, compara esos placeres fugitivos y groseros con la felicidad inalterable que entrevé, y entonces ¿qué le importan algunos sufrimientos pasajeros? El Espíritu puede, pues, elegir las pruebas más rudas, y por lo tanto, la existencia más penosa con la esperanza de alcanzar más pronto un mejor estado, como el enfermo escoge con frecuencia, el remedio más desagradable para curarse con mayor rapidez. El que desea unir su nombre al descubrimiento de un país
desconocido, no escoge un camino sembrado de flores; sabe los peligros que corre; pero también la gloria que le espera, si tiene buen éxito.
La doctrina de la libertad en la elección de nuestras existencias y de las pruebas que hemos de soportar deja de parecer extraordinaria si se considera que los Espíritus desprendidos de la materia aprecian las cosas de muy distinto modo que nosotros. Vislumbran el fin, fin mucho más grave para ellos que los placeres fugitivos del mundo. Después de cada existencia, evalúan el paso que dieron y comprenden lo que les falta purificarse aún para alcanzar tal finalidad. He ahí porque se someten voluntariamente a todas las vicisitudes de la vida corporal, pidiendo, ellos mismos, las pruebas que le permitan llegar más pronto. No hay, pues, motivo de asombro en el hecho de que el Espíritu no dé preferencia a la elección de una existencia más suave. Esta vida exenta de amarguras, no puede gozarla en su estado de imperfección; la entrevé y para conseguirla procura mejorarse.
¿Acaso no se ofrecen todos los días a nuestros ojos ejemplos de semejantes elecciones? ¿Qué hace el hombre que trabaja una parte de su vida, sin tregua ni descanso, para reunir haberes que le garanticen su bienestar, sino imponerse una tarea con la mira de buscar un mejor futuro?
Así le ocurre al viajero que se encuentra en medio de un valle obscurecido por la bruma, no ve ni la anchura, ni los extremos del camino, pero llega a la cumbre del monte, descubre lo que ha recorrido y lo que le falta por recorrer, distingue el fin y los obstáculos que todavía le restan por vencer, y puede entonces planear con mayor seguridad los medios de llegar al final. El Espíritu encarnado está como el viajero que se encuentra al pie de la montaña: pero desprendido de los lazos físicos, domina el escenario como el que está en la cima de la montaña.
Para el viajero, el objetivo es el descanso después de la fatiga, pero, para el Espíritu, es la felicidad suprema después de las tribulaciones y las pruebas.
Todos los Espíritus dicen que en estado errante, buscan, estudian y observan para hacer su elección. ¿No tenemos un ejemplo de este hecho en la vida corporal? ¿No buscamos con frecuencia durante años, la carrera que libremente elegimos, porque la creemos la más apropiada para los objetivos de nuestro camino? Si fracasamos en una, buscamos otra. Cada carrera que abrazamos es una fase, un período de la vida. ¿No empleamos el día en planear lo que haremos al día siguiente?
Pues bien, ¿qué son las diferentes existencias para el Espíritu, sino fases,períodos y días de su vida espírita, que, como ya sabemos, es la normal, puesto que la vida corporal no es más que transitoria y pasajera?

267 -–¿Podría el Espíritu hacer la elección durante el estado corporal?
– Su deseo puede tener influencia, dependiendo de la intención; pero, como Espíritu ve con frecuencia las cosas de muy diferente modo, y es en ese estado que el Espíritu hace su elección. Pero, lo repetimos, puede hacerla en su vida material, porque el Espíritu tiene siempre momentos que es independiente de la materia que la habita.
– Muchas personas desean la grandeza y la riqueza, y ciertamente no lo hacen ni como expiación, ni como prueba.
– Sin duda la materia es la que desea esa grandeza para disfrutarla, así como el Espíritu las desea para conocer sus vicisitudes.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

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    Pensamiento espírita                        actualizado

Después de 140 años de Codificación Espirita es importante que los espiritistas estén preparados para comprender y tomar posición frente a las modernas conquistas del mundo. “Caminando a la par del progreso, el Espiritismo jamás será superado, porque si nuevos descubrimientos le demostrasen que está en un error acerca de un punto cualquiera, él se modificara en ese punto. Si una nueva verdad se revelara, él la aceptará.” Génesis, cap.,1 ítems 55.

Allan Kardec

El Espiritismo es, el Puente que une la ciencia a la religión y recíprocamente, facilitando el interrumpido crecimiento del conocimiento lógico sin la perdida de los valores hético morales consecuentes de ello. 

Fundamentado toda su moral en la enseñada y vivida por Jesús, el Espiritismo propicia el encuentro de la criatura humana con su Creador y elucida los enigmas del ser, de su evolución y progreso, de su pasado y de su futuro, señalando los rumbos superiores que serian alcanzados por la tenacidad de todos cuantos se empeñaren en la conquista del infinito.

Con la doctrina Espirita desaparecen los enigmas de la fe dogmática y surge aquella que tiene por fundamentos los hechos capaces de ser encontrados en todas las épocas y pueblos de la humanidad. La doctrina espirita no permanece estancada, en razón del proceso reencarnatorio, que trae de vuelta a los misioneros de la verdad, a fin de que el progreso que no se estanca prosiga favoreciendo a la humanidad con los preciosos recursos para el auto encuentro y la posibilidad de disfrutar de los anhelos de la paz y del jubilo que le están destinados.

La doctrina espirita, no pertenece a nadie, porque es una luz que vierte de lo Alto en dirección a la tierra, cortando las cadenas de aquellos que se encontraban encarcelados en los instintos primitivos y contemplaban las estrellas con profunda melancolía e interrogantes dolorosos. Siempre actual, el Espiritismo avanza con las admirables conquistas del pensamiento, que posibilita entender mejor sus leyes y aplicarlas, tornando la existencia terrena más agradable, propiciatoria de armonía y de objetivos siempre más nobles, a medida que son conquistados, generando estímulos para más avanzados esfuerzos. Jamás superado, estará siempre al frente del progreso, aunque de manera sutil, que será mejor identificar cuanto mayor fuere su labor de penetración en el complejo mecanismo del ser y de la vida.
Una de las metas importantes del Espiritismo es la construcción de una sociedad justa, sin desigualdades. Hay un gran desafió y que aun perdurará, que es la desigualdad moral de los individuos, en razón de su estado de evolución espiritual, que porque es primario, generará, así, las injusticias que aun perduran en la Tierra. El proceso de desarrollo se hace por la transformación moral del hombre, gracias al cual él contribuye a favor de la organización social. En cuanto no haya una real modificación interior, permanecerán los focos de conflictos, los bolsones de preconceptos y persecución, de miseria y de abandono. Mientras tanto, marchamos hacia la construcción de una sociedad noble, en la cual, todos disfrutan de los mismos derechos y deberes, desapareciendo las perturbadoras opresiones que promueven las desigualdades entre los seres humanos. De ese modo, se hace necesario que la obra de la Educación tenga prioridad, trabajando al individuo de adentro hacia fuera, a fin de que encuentre su lugar al Sol, y pueda cooperar a favor de la sociedad mejor, que la reencarnación irá propiciando, pero que puede ser anticipada, si los gobiernos y los ciudadanos se unieran para realizarlo desde ya.

El individuo es factor preponderante para la organización de la sociedad que, irremediablemente, pasa a ser agente formador de otros individuos y de otros grupos. Él es el elemento base de la sociedad, dependiendo de ella en el carácter grupal y de las relaciones al mismo tiempo sufre las consecuencias de la agrupación. En el individuo, pues, están las piedras básicas del cimiento social, que deben ser trabajadas de forma de poder construir grupos felices. La técnica que puede modificar los factores degradantes y perturbadores del organismo social, es la que surge del amor. Amor en el sentido más profundo, aquel que establece paradigmas de deberes y de respeto a los derechos propios así como a los ajenos. El mayor fenómeno ideológico transformador de que se tiene noticias es el amor, que aun no tuvo oportunidad de expresarse profundamente. Solamente la gradual transformación moral del individuo modificará el torpe paisaje terreno, construyendo una Humanidad más soluble, de la cual desaparecerán los monstruos del hambre, de la guerra, de las persecuciones, de las enfermedades degenerativas...

Al hombre le competen los deberes propios de su carácter masculino, de su vigor y tipo de trabajo, en cuanto a la mujer, son propuestas labores domesticas compatibles con su estructura femenina, dócil, maternal, sin ninguna sobrecarga para su economía emocional, sin negarle el derecho a la participación en el mercado de trabajo. El hogar en el instituto del amor, en el cual los adultos caminan en la búsqueda de soluciones, avanzando hacia el entendimiento sin predominio de uno al otro, para tener siempre en vista la felicidad de la prole y de los padres, en igualdad de condiciones. La tierra dejará de ser un mundo de sufrimiento, de exilio espiritual, de recuperaciones dolorosas, para tornarse en un plano de regeneración, cuando el dolor más cruel se batirá en retirada y el crimen sea abandonado, en beneficio del cultivo y de los deberes y virtudes.
Esto se ara lentamente, sin choques ni violencias, sin imposiciones arbitrarias ni calamidades destructoras, sino dentro de una programática dignificante como todo lo que es realizado por la Divinidad. Hasta que el hombre no se armonice, vivirá en guerra intima, en el desequilibrio que lo aturde y que responde por las guerras externas. Cuando este pacificado, ganara la armonía en todas partes. De este modo, el mayor poder, que se debe tener como objetivo a alcanzar es sobre sí mismo. El espiritismo tiene como meta prioritaria la transformación moral del ser humano para mejor, en consecuencia, de la sociedad como un todo. Cuando sus postulados sean conocidos y vividos, habrá un radical cambio de comportamiento y el amor perdurará en los corazones, barriendo de la Tierra los monstruos del egoísmo, de la guerra, de la desolación, de la infelicidad...

Extraído del libro "Actualidad del pensamiento espirita de Divaldo"
Merchita

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