El momento de la muerte, ¿es doloroso, o causa sufrimiento?
“La Tanatofobia es un trastorno neurótico bastante común en Occidente y que representa un gran temor a la muerte, incluso obsesivo y no de fácil superación”
Ramiro Calle -
La muerte es un fenómeno natural que dura un instante, por lo que este momento considerado en sí mismo, ni es doloroso ni causa sufrimiento alguno; por el contrario la separación y el abandono del cuerpo físico suele provocar al Ser espiritual una gran sensación de alivio y paz , aunque sin embargo a veces resulta traumatizante en los casos en que esa separación es lenta y costosa debido a accidentes físicos o a ciertas enfermedades largas y penosas por causas kármicas negativas; además, las sensaciones de sufrimiento y dolor del cuerpo físico del moribundo las continúa percibiendo el alma como un eco que queda por un tiempo retenido en el periespíritu, aunque de forma atenuada hasta cierto punto, mientras se mantengan los lazos de energía vital que unen al organismo físico con el propio Ser espiritual.
Las sensaciones que anteceden y que siguen al momento de la muerte, son muy variadas según cada caso, y dependen del carácter, de los méritos y deméritos morales y de la elevación y evolución de cada espíritu.
En todo caso, la separación del cuerpo casi siempre es lenta y gradual. Comienza a veces antes del último aliento, y termina cuando ya se han soltado todos los lazos fluídicos y vitales que le mantienen ligado al organismo físico. La sensación de abandono físico muchas veces es percibida por el moribundo, cuando han descrito el proceso de un desligamiento progresivo, subiendo desde los pies, con una sensación de algo que se va elevando por las piernas hasta llegar al resto del cuerpo.
Según lo investigado por la Dra. Kubbler Ross Médico estadounidense, y por los investigadores en temas paranormales, los franceses Alain Sotto y Varinia Oberto, tras
analizar cientos de casos e incluso de interrogar a enfermos terminales que día a día han aceptado colaborar en este informe, se ha encontrado una semejanza común en las actitudes
presentadas ante la muerte inmediata. Esta unidad de comportamientos permite establecer siete etapas sucesivas
E.Kubbler Ross que son como un tiempo de preparación gradual para la
desencarnación: Primera: el Choque Tanático, en la que el enfermo se entera de su próxima muerte, llegando a obsesionarse con la idea y buscando cualquier salida o distracción para no tener que pensar. Comienza a sentir la soledad ante la indiferencia o la impotencia de los que le rodean y por poco tiempo la confusión le paraliza o ralentiza su capacidad de pensar o decidir.
Segunda: la Negativa, en la que toma conciencia clara de su situación y sale del anterior estado de choque. Lucha y hace los últimos esfuerzos para no ser el protagonista, de modo que actúa, consultando con otros médicos, curanderos y medicinas, buscando alguna razón de esperanza., pero poco a poco se va dando cuenta de que no puede escapar a su destino.
Tercera: Llega la etapa de la Ira y la rebeldía, al sentir como se va alejando poco a poco del mundo de los vivos, sintiendo que es una injusticia que él se tenga que marchar y el mundo siga igual cuando él ya no esté. Muestra una actitud agresiva que nace de la soledad que siente internamente ante lo que le llega sin remedio.
Cuarta: La fase de la depresión, en la que ya no se deja engañar por la comedia de los que le rodean intentando animarle; esta depresión se ve agravada en ocasiones por preocupaciones morales o materiales. Es un periodo largo en relación a los demás, en el que decrece su interés por casi todo.
Quinta: La etapa del regateo, en la que interrumpe el estado depresivo con una conciencia clara de que tiene que luchar con la muerte como sea, e intenta de alguna forma negociar con ella o con Dios, alguna prorroga en su vida.
Sexta: Etapa de la aceptación, en la que después de haber intentado escabullirse de la muerte por todos los medios, se enfrenta cara a cara con ella y la acepta finalmente; otros la esperan con curiosidad por ver lo que hay después. Los vivos y sus problemas, ya no les importan. Esta aceptación no significa que se hayan rendido en su voluntad de vivir, sino que es la de aceptar que van a pasar un nuevo y desconocido umbral de percepción .
Esto no significa que todas las personas pasen invariablemente por todas y cada una de estas etapas; esto es solo un muestreo de las fases que suele experimentar el enfermo Terminal, de modo que pueden ser todas y cada una de ellas, o bien solo algunas.
La agonía en sus diferentes etapas no es una progresiva decadencia de la conciencia, sino por el contrario, supone la progresión de la misma, traspasando sucesivos umbrales hacia percepciones nuevas que no conocía hasta entonces.
Durante las horas o minutos previos a la muerte, el moribundo suele experimentar fenómenos de apariciones, visiones y manifestaciones auditivas. Se siente rodeado de los que han venido a acompañarle en el tránsito. La esperanza es el factor común que mantiene la mayoría hasta el final en su conciencia.
Séptima: la Decatexis, en donde el cuerpo que aún vive, permanece con la consciencia apagada progresivamente con respecto al entorno, pareciendo absorta en lo que percibe de la otra dimensión. Al llegar a esta fase se corta definitivamente la comunicación con los vivos, cesa cualquier dolor físico que tuviesen, y se sumen en un estado de conciencia lejano. En esta fase es cuando más ayuda necesita el moribundo; ya no se le puede ayudar físicamente, pero es una ayuda no dejarle solo, hablándole hasta el último suspiro; a partir de aquí es el momento de guardar con él una terapia de respetuoso silencio, y de ponerse a disposición de los familiares para lo que requieran.
Así, para unos la muerte es un proceso lento y doloroso, como sucede frecuentemente a los espíritus rebeldes que se niegan a dejar este mundo y que se aferran a la vida porque no creen nada más que en el horror de la nada y en un vacío de vértigo, mientras que para otros no es nada más que como un dulce sueño con un agradable despertar. En este caso el desprendimiento suele ser rápido, y el tránsito fácil , y más aún si el Ser se ha despegado ya con antelación de las cosas de este mundo. Por el contrario para el espíritu apegado a las cosas materiales, la lucha y la agonía se suelen prolongar angustiosamente, porque no se han preparado para afrontar este obligado trance.
Los últimos instantes de la vida pertenecen totalmente al que se va. Se puede observar al llegar este final, como sus percepciones y sensaciones, las ha transferido a otro lugar o espacio impenetrable a nuestros ojos. Solamente para quienes le acompañan, queda la actitud de un respetuoso silencio y de una oración sincera.
- Jose Luis Martín -
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Su vida será siempre lo que usted este pensando constantemente. En razón de eso, cualquier cambio real en sus caminos, vendrá únicamente del cambio de sus pensamientos.
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LA PRIMACÍA DE LA SIMPLICIDAD
Debemos evitar la pompa en la doctrina espírita que tiene como finalidad revivir el cristianismo.
Tendremos que esforzarnos en el sentido de preservar los principios Cristianos con la más pura simplicidad.
Nada de arrogancia a pesar de su fuerza y poder de convicción.
Nada de superlativos, ni de estilos altaneros.
Nada de discursos melifluos de estilo politiquero.
Nada de términos que denoten más ostentación que verdad.
Es obvio que la doctrina espírita tenga una terminología específica y la use a ejemplo de las demás ramas del saber, indudablemente que para determinar cosas nuevas, son necesarios términos nuevos. Se justifica aun más en el vocablo espírita por ser tan amplio en su contexto, que engloba ciencia filosofía y religión.
El lenguaje empleado en la doctrina de los espíritus, a pesar de todo debe ser modesto, adecuado y sin exhibicionismo.
No nos deben impresionar los títulos pomposos y bizarros, tampoco las expresiones elegantes de carácter pueril o fútil.
La simplicidad expresa claridad, pues siempre hay poesía donde hay simplicidad.
Al contrario de ostentar en nuestros eventos regionales, la expresión CONGRESO, por qué no decir mejor, encuentro o confraternización que terminan teniendo el mismo sentido y comprensión?. El término Congreso quedaría reservado solamente para eventos Nacionales o Internacionales.
En vez de la palabra CONFERENCISTA, por qué no usar la palabra EXPOSITOR?
Al contrario del titulo académico, que no siempre sobresalta mucho la personalidad, por qué no llamarle por el propio nombre de la persona que se destaca en lo que realiza como trabajador en la tarea espirita?
Sin llegar al extremo o al irrespeto, ¿no sería más coherente e ideal optar por la simplicidad?
En el campo del lenguaje, no son los términos rebuscados los que más impresionan, el empleo abundante de sinónimos las "preciosidades", pero sí, el empleo combinado y armónico de las palabras, por más simples y modestas que sean.
No nos debe interesar la importancia de nombres y expresiones, por más alto que resuene, si no traducen lo que más nos debe incumbir y lo que mejor nos conviene. Los modismos a su vez, no nos deben impresionar si no nos sirven al propósito que buscamos.
El espiritismo, el consolador del Divino amigo, tiene por finalidad principal revivir el antiguo cristianismo en las fases sufridas del orbe terrestre, tan marcado por ¡exóticas teorías!
El espiritismo tal como el cristianismo, no debe dejar de escapar de sus manos la importante y bella simplicidad.
Debemos buscar inspiración en la propia naturaleza.
Según un proverbio latino, "la naturaleza se complace con las cosas simples y sencillas"
El espiritismo científico y filosófico puede ser culto, dialéctico y académico, sin ser vanidoso.
El espiritismo evangélico puede tener la convicción de la fe razonada. Y la sensibilidad exuberante que entusiasma, sin ser pretencioso..
Puede el espiritismo, en sus tres aspectos ser pujante y bello, sin vana gloria!.
Lo esencial es que la doctrina espirita, a ejemplo del cristianismo de los primeros siglos que procura restaurar, atienda a las masas sufridas con la finalidad de cumplir con uno de sus objetivos primordiales
Wemar Muniz de Oliveira – REFORMADOR,
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EL MEJOR CAMINO
El desenvolvimiento de la Vida se hace tan pesado y difícil, que el hombre curtido en las luchas por la existencia tiembla pensando cuál será el trabajo encomendado y cuál el fin de su realización; pero si ese hombre busca y analiza las causas, el porqué de tan tristes y pesados acontecimientos, puede muy bien desenvolverse sintiendo en su conciencia la voz de la razón, que ha de guiarle por sendero recto y seguro, capeando cuantos escollos e inconvenientes se le presenten.
La vida para el hombre de altas cualidades no puede ser otra que un espectáculo interesante con emociones más o menos intensas, y que él, como simple espectador, si a esto se ajusta, no ha de sacar más que las sensaciones propias por la mala o buena representación. Aunque en el teatro en que nos encontramos, todos tomamos parte en esa obra que se llama progreso del espíritu; puede ser uno simple espectador desde el momento en que es posible estar fuera del alcance de las bajas y ruines pasiones, deteniendo el brazo fratricida, parando el golpe de su adversario.
Muchas veces, pensando en el, al parecer, desconcierto de la Vida, me he hecho ciertas reflexiones, sacando en consecuencia lógicas apreciaciones. Dos son las palancas que mueven al hombre en su desenvolvimiento: el bien y el mal. Dejemos a un lado los adornos más o menos adecuados de que muchas veces se ven revestidos estos dos elementos, precisa presentarlos completamente desnudos para mejor apreciar sus cualidades. Aquellos seres que por egoísmo o mala fe siembran la semilla de la discordia, han de más tarde el fruto insano que se llama remordimiento, tocando las consecuencias del mal; y aquellos que con sentimientos nobles y altruistas enjuagan las lágrimas del que sufre, se hallan dentro del verdadero bien y han de sentir la satisfacción propia por el acto realizado.
Se que alguno contestará a mis apreciaciones con la sonrisa del que ve en estos actos la imposibilidad de su realización, diciendo que la humanidad es egoísta y no está en condiciones de apreciar tales virtudes ni ejecutar actos de tal transcendencia, pues el egoísmo se impone y destruye los más grandes ideales y principios. A estas objeciones puede contestarse fácilmente tomando como punto de partida la realización del bien por el bien mismo.
Figurémonos una sociedad cual la presente donde impera la lucha de clases, guiados todos por un fin, el de mejorar su condición y estado valiéndose de los medios que más se ajustan a sus ambiciones y deseos, sin mirar si estos medios se salen del cauce de la justa y noble lid; tendremos como consecuencia lo que hoy tocamos: una terrible lucha, poniendo en juego los más ingeniosos ardides y las armas más repugnantes, viviendo en constante zozobra por verse sujeto por el lazo de sus mismos amigos.
Al grande y al poderoso, se le ve revestido de la coraza de la fuerza como un salvoconducto por temor de una triste sorpresa del más pequeño, cuyo peso le anonada, y por lo tanto, su felicidad está muy lejos de él.
El pobre, el indigente, sugestionado por el odio, la envidia y la falta de medios de subsistencia, maldice al potentado, y como hambriento lobo espera coger su presa para devorarla; ese ciego antagonismo destierra de él la dicha tan deseada, creando en su conciencia la ponzoña de la desesperación.
El que puede desenvolverse con alguna facilidad, recogiendo con noble trabajo el fruto que haga frente a sus perentorias necesidades, éste ni es odiado ni envidiado, pero sufre por el ambiente que le rodea, por ser el intermediario de los dos extremos, tocando las consecuencias de uno y otro estado.
No es que yo quiera hacer descender al más poderoso confundiéndole con el más humilde, sólo quiero y veo en ello posibilidad, que el mayor no tema y el pequeño no odie, complemento que traería la relativa felicidad de todos.
El Espiritismo, que como lema principal tiene el Amor y como programa hacer la gran familia universal, puede muy bien hacer desaparecer ese antagonismo de las clases con sólo atraerse a su seno a esas potencias diciéndoles: a mi lado seréis felices si os desprendéis de ese egoísmo insano que a nada conduce más que a vuestra constante intranquilidad. El Dios verdad aquí lo encontraréis, sólo con el pequeño sacrificio de amaros los unos a los otros.
RAMÓN ESQUEMBRE MARCOS
Publicado en “La luz del porvenir” de Valencia el 1 de febrero de 1912
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VUESTROS HIJOS NO SON VUESTROS HIJOS…
Marcos Paulo de Oliveira Santos
Una reciente noticia causo cierto espanto en diversas personas. Veámosla:
“Una niña de 9 años fue asesinada el lunes (25) a un instructor al que disparó por accidente, mientras que aprendía a disparar una ametralladora automática Uzi, en el estado americano de Arizona. El accidente aconteció cuando la niña, que había sido matriculada en el curso por los padres, perdió en control del arma y toco el gatillo, alcanzando Charles Vacca, de 39 años, en la cabeza. El instructor llegó a ser transportado en helicóptero para un hospital local, muriendo durante el traslado. [1]
¡Indudablemente, es un caso de lamentarse!
Lo que llamó la atención no fue apenas la pusilanimidad y la hipocresía de la sociedad norteamericana (algo que merecía otra reflexión, en otro momento), más si la postura de los genitores al querer que una niña, de nueve años, aprendiese a manejar un arma de fuego.
¿Cuál es el sentido de esa conducta tan execrable?
Antes de hacer algunas reflexiones, veamos la concepción de hijo traída a la luz por el ínclito poeta Gibran Khalil Gibran:
“vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas del ansia de la vida por sí misma.
Vienen a través de vosotros, más no de vosotros.
Y aunque vivan con vosotros, no os pertenecen.
Podréis otorgarles vuestro amor, más no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podeis obligar a sus cuerpos, más no a sus almas;
Pues sus almas moran en la mansión del mañana, que vosotros no podéis visita ni incluso en sueño.
Os podéis esforzar en ser como ellos, más no procuréis hacerlos como vosotros.
Porque la vida no anda para atrás y no se demora con los días pasados.
Vosotros sois arcos de los cuales vuestros hijos son arremetidos como flechas vivas.
El arquero mira el blanco en la senda del infinito y vosotros estiráis con toda Su fuerza para que Sus flechas se proyecten, rápidas y para lejos.
Que vuestro encorvamiento en la mano del Arquero sea vuestra alegría:
Pues así como El ama la flecha que vuela, ama tambien el arco que permanece estable”,
No restan dudas de que la función principal de los padres es la de impulsar todo el esfuerzo posible para la educación de los hijos. Estos no son “propiedad” de los padres, que muchas veces desean forjarlos con su modo de encarar la vida. Los hijos son seres enviados por Dios, para que otros seres (los padres) colaboren en el desenvolvimiento del Espíritu Inmortal.
Los padres son, por tanto, como profesores que deben orientar a los hijos para la vivencia en el mundo, más con lamente volcada para la espiritualidad. Por tanto, pueden echar mano de diversas metodologías, creativas diversificadas y firmes.
El caso presentado al inicio de este texto demuestra exactamente que lo no se debe hacer. ¿Qué puede justificar el enseñar a una criatura a utilizar un arma? ¿Para en un momento de contrariedad ella descargar su rabia contra los padres?
Es cierto que no debemos juzgar a las personas, disparar (sin mediar palabra) la primera piedra. Más esta fuera de dudas que los padres son los responsables por la muerte del instructor y por el proceso de culpa que esa criatura vaya a desenvolver. Porque fueron ellos los que la llevaron para “aprender” a disparar.
Si el deseo hubiese venido de ella, ellos, aunque responsables, deberían posicionarse contrarios y crear mecanismos para debelar tal comportamiento.
No hay que asombrarse de un cuadro de esos en los noticiarios, aun más viniendo de una sociedad tan belicosa por naturaleza y habitualmente, ocurren casos de personas alocadas dispararse unos a otros en las escuelas, plazas públicas etc. mientras vigoricemos esa política espuria en nombre de una “seguridad”, habrá sangre de “inocentes” derramada y desencarnes prematuros…
A los padres, queda la reflexión de que decir el No puede salvar vidas. Muchos, infelizmente, delegan la función de educar para terceros: la escuela, la niñera, entre otros. Se olvidan que la competencia es de ellos mismos.
No es sin motivo que los Espíritus dijeron:
¡Oh espiritas! Comprended ahora el gran papel de la Humanidad, comprended que cuando producís un cuerpo, el alma que en el encarna viene del espacio para progresar; enteraos de vuestros deberes y poned todo vuestro amor en aproximar a Dios a esa alma; tal misión que os ha sido confiada y cuya recompensa recibiréis, si fielmente la cumplís. Vuestros cuidados y la educación que le dierais auxiliaran para su perfeccionamiento y su bienestar en el futuro. Acordaos de que cada padre y cada madre le preguntará Dios: ¿Qué hicisteis del hijo confiado a vuestra custodia? Si por vuestra culpa el se conservo atrasado, tendréis como castigo verle entre los Espíritus sufridores, cuando de vosotros dependía que fuera dichoso. Entonces, vosotros mismos, asediados de remordimientos, pediréis os sea concedido reparar vuestra falta; solicitareis, para vosotros y para el, otra encarnación en la que lo rodeéis de mejores cuidados y en la que el, lleno de reconocimientos, os retribuirá con su amor”. (KARDEC, 1996, p. 240.)
Traducido por. M. C. R
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EL SUEÑO
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